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Mesa redonda Informe especial
Ciencia en la SISTEMA
Argentina de hoy NERVIOSO
El transporte
en Buenos Aires
Que haríafusted
con unal computadora?
«pipiimmMíííím
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El problema lo plantea usted, nosotros po-
nemos la computadora.
Ciencia Nueva y el servicio de Time Sharing
Honeywell Bull están interesados en sus
¡deas. Díganos qué haría si tuviera una com-
putadora a su disposición.
No nos interesan las aplicaciones standard
ni queremos un programa de computación.
Sólo estamos buscando ideas originales.
Tenemos una computadora para resolver su
problema y una revista para publicar los
resultados. La computadora y la revista es-
tarán a disposición de la mejor idea.
Una cierta cantidad de solicitudes
de información llegó sobre la fecha
de cierre fijada precedentemente.
Por ello decidimos postergar un
mes la fecha de cierre, por única
vez y definitivamente. Recibiremos
trabajos para el concurso hasta el
1? de octubre próximo.
Time Sharing Service
Honeywell Bull
ri
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Sr. Director. CIENCIA NUEVA, Diagonal R. Sáenz P e ñ a
4° piso, ol. 43 Buenos Aires.
Por favor, envíeme detalles y r e g l a m e n t o del c o n c u r s o .
N o m b r e
| O c u p a c i ó n
I D i r e c c i ó n
I
I .
Mesa redonda Informe especial
Ciencia en la SISTEMA
Argentina de hoy NERVIOSO
Mariano N. Castex
Jorge Sábato
José M. Olavarría
Eduardo De Robertis
Rolando García
Alberto A. González
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Jacques Taxi
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Jacques Mehler
Daniel Goldstein
Manuel Risueño
Revista
de ciencia y tecnología
Mesa Redonda: ¿Qué posibilidades tiene el
desarrollo científico en la Argentina de hoy?
Lincamientos para una política de transporte en
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El universo infrarrojo
Informe especial: ¿Cómo funciona el sistema
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Es una publicación de Editorial Ciencia
Nueva S.R.L., Av. R. Sáenz Peña R2-5,
9° P., of. 93, Buenos Aires, República Ar-
gentina, Tel.: 45-8935. Distribuidores: en
la República Argentina Ryela S.A.I.C.LF.
y A., Paraguay 340, Capital Federal, 'M.:
32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro
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Impreso en Talleres Gráficos DIDOT
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propiedad intelectual n° 1.049.414. Hecho
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Director
Asesores
Secretario de redacción
Redacción
Diseño gráfico
Dibujo
Humor
Producción
Secretaria
Corresponsales
Servicios
del exterior
Mesa redonda
¿Qué posibilidades tiene el
desarrollo científico en la
Argentina de hoy?
El 4 de agosto pasado, en el Centro Cultural San Martín de la Municipalidad de
Buenos Aires, CIENCIA NUEVA inició -con sorprendente éxito de público- la
discusión sobre política científica nacional, con una Mesa Redonda en la que
participaron Mariano Castex, Eduardo De Robertis, Jorge Sábalo, José Manuel
Olavarría y Rolando García, cuyas opiniones se reproducen aquí.
Ciencia Nueva: En el número uno de CIENCIA NUE-
VA, en abril del año pasado, decíamos "CIENCIA
NUEVA quiere ser un lugar de discusión, un lugar
desde donde se apueste a la madurez crítica para juzgar,
para decidir el desarrollo de la ciencia que nos hace
falta. Su éxito o su fracaso depende de este diálogo, de
esto que solicitamos como colaboración y que se debe,
como toda la revista, a la presente generación de ar-
gentinos." Hemos tratado en este año de existencia de
ser fieles a ese pedido y a esa declaración y esta mesa
redonda, para la que hemos contado con la valiosísima
colaboración de la Secretaría de Cultura de la Munici-
palidad y del Centro Cultural General San Martín, quie-
re ser una nueva forma de ese diálogo que queremos
provocar.
Mariano Castex: Si el objeto de la reflexión son las
posibilidades que tiene el desarrollo científico en la
Argentina de hoy, tendría que hacerme una serie de
preguntas; la primera es si se valora realmente lo que
3
es la ciencia y la tecnología, si se valoran en sí y luego
si se valora la influencia que la Ciencia y la Tecnología
tienen en el desarrollo de un país. Esta pregunta es
fundamental ya que si el poder no cae en la cuenta de
que desarrollar la ciencia y la tecnología es desarrollar
la independencia económica del país —como decía un
ministro de Ciencia en la República Federal Alemana
cuando defendió el programa espacial— es inútil que
nos planteemos nada y podemos decir que no hay nin-
guna posibilidad de desarrollo científico en la Argentina
de hoy. Creo que a lo largo de los últimos años o sea des-
de 1966 hasta hoy, se ha intentado desarrollar la ciencia
en la Argentina por medio de decretos y leyes, creando
estructuras, 110 animándose a reformar algunas que había
que reformar, destruyendo otras a las que no había que
destruir y todo ese proceso indica, o que había una
buena voluntad manifiesta en creer que la ciencia valía
algo pero que se erró en su ejecución, o que no se
valora en nada la ciencia y la técnica. Mis siguientes
preguntas dependerían todas de ésta: sí compararnos la
estructura científica del país con la estructura científica
francesa o con la estructura que rige en Estados Unidos
o Rusia, no tenemos grandes diferencias en cuanto a
legislación; el problema son los organismo y los hom-
bres que están én ellos. Yo he oído hablar demasiado
y creo que lo que tiene que terminarse en la Argentina
es ante todo con la gente que opina y no entiende
nada de lo que es ciencia y técnica; convencerse que
los cargos científicos y técnicos no pueden estar sola-
mente en manos de científicos y técnicos sino en exper-
tos en Administración Científica que muchas veces no
son hombres de laboratorio sino que son sociólogos,
economistas, etc., que usan a los científicos o a los técni-
cos como asesores, y convencerse de que los cargos cien-
tíficos y técnicos no son cargos políticos, no pueden
estar sujetos al vaivén de las luchas que convierten a
los organismos en selvas donde se deshacen las "tren-
zas" de turno, y, más que nada, convencerse de que la
forma más fácil de hacer pedazos las estructuras cien-
tíficas es con el cuco de las ideologías políticas: mientras
mantengamos estructuras sensibles a los macarthismos
y a los cucos de ideologías políticas, la ciencia y la
técnica y el país no saldrán a flote. Más aún, todo
hombre que tenga vocación independiente, que luche
por la ciencia y la técnica prescindiendo de las ideolo-
gías y promoviendo siempre a los más valiosos, en nues-
tra estructura social actual tarde o temprano, pero ine-
xorablemente, está condenado a caer y su obra a ser
destruida. Para prever futuros o calcular posibilidades
hay que mirar la historia próxima, ya que la historia
no va a cambiar bruscamente. Nuestro país está lleno
de ejemplos en que se persigue al hombre y más que
perseguir al hombre se destruye su obra; esto lo vemos
a cada rato si analizamos en forma objetiva y concluimos
que toda tentativa por hacer algo serio es destruida
sistemáticamente.
Hace poco tiempo todos los organismos oficiales de
promoción científica plantearon a la Presidencia de la
Nación un cambio en el organismo rector de la política
científica y técnica; yo asistí a la reunión en la que, por
unanimidad, todos los titulares de los organismos más
el presidente del Consejo de Rectores o su represen-
tante, y los representantes de algunos otros organismos
privados que integran el Consejo Asesor de Ciencia y
Técnica, pidieron que se hiciera un urgente cambio en
esa estructura que se denomina CONACYT y se cam-
biaran caras; nada se hizo y por primera vez que yo
recuerde (he conocido ya a todos los Presidentes, desde
Justo y sé que todos han respetado profundamente a
los valores científicos) 110 se recibió a la delegación
científica a nivel presidencial, ni se han tomado medi-
das. En un país como el nuestro, que vive situaciones
graves, uno podría explicar esta anomalía, pero eso hace
reflexionar, sobre si lo que más importa es la salida
política, los líos de San Juan y las huelgas de tal lado
y si todo eso pasa por encima de la ciencia y la técnica,
quiere decir que el país no las valora y si no las valora
al nivel de gobierno, las posibilidades de desarrollo son
malas. No quiero ser totalmente pesimista: son malas
con una estructura como la actual, pero pueden ser muy
buenas si se volviera a respetar la libertad académica,
si se aplicaran las medidas que he reseñado en cuanto
a libertad, respeto, inmunidad, macarthismos y totalita-
rismos, si se hiciera un juego libre como tuvo la Uni-
versidad en el período anterior a 1966. El opinar así, a
muchos hombres que están acá sentados les ha costado
mucho, pero creo que la única solución que tiene nues-
tra Patria es opinar así y entonces tal vez nos encon-
tremos todos los que hemos salido alguna vez juntos,
adentro de vuelta y se pueda hacer algo en serio.
Eduardo De Robertis: Para los que pasamos el día en
el laboratorio, y nos parecen cortas las horas, es muy
difícil estar en una reunión como ésta con tanta gente
tan interesada en los problemas científicos. En realidad
los científicos tratamos de encerrarnos en el laboratorio
y evitar, si es posible, estas confrontaciones, pero creo
que todos tenemos un deber ante la sociedad y la ciencia;
La inquietud que quiero traerles, en relación con el tema
de hoy, es. la inquietud que tienen los miembros de la
Carrera de Investigador del Consejo de Investigaciones:
he sido nombrado presidente de esa Asociación que se
llama Asociación de Miembros de la Cartera de Inves-
tigador del Consejo (AMICIC) y el único motivo por
el cual acepté esa designación fue porque creo que esa
es una de las obras más importantes que se han hecho
en el país en los últimos años y que es necesario preser-
varla, mantenerla y engrandecerla. El Consejo de Inves-
tigaciones nació en 1958 y hay varias personas que están
en esta sala que pertenecieron al primer Directorio. Em-
pezó en una época en que la ciencia en el país práctica-
mente había sido destruida, donde se había terminado
la investigación científica y había muy pocos elementos.
Desde entonces el Consejo ha hecho una obra extraor-
dinaria que no es muy conocida pero que se ha refle-
jado en la formación de una nueva generación de inves-
tigadores científicos. Muchos de los que están en esta
sala —los jóvenes sin duda— deben su vida científica
al hecho de que existiera el Consejo de Investigaciones
y uno de los que va a hablar hoy empezó como becaric
en 1958 y luego como miembro en la Carrera de Inves-
tigador, haciendo toda su carrera en el Consejo. Es decir,
que el Consejo representó para' el país la mejor form¡.
de constituir un patrimonio científico. Durante estos
años, hasta 1970, el Consejo dio 2.200 becas internas
y más de 900 becas al exterior y luego, al formarse la
Carrera de Investigador, ha llegado a tener cerca de
500 miembros que representan sin duda los elementos
más valiosos que tiene la ciencia argentina. Esa obra
que realizó el Consejo se ve en estos momentos difi-
cultada de diversas maneras y por diversas razones y
ese es el motivo de que nuestra Asociación se haya
6
constituido: con el fin de defender esa obra y tratar de
mejorar la situación. En primer lugar el problema del
Consejo de Investigaciones es un problema de presu-
puesto: mientras que en 1958 el Consejo de Investiga-
ciones tenía mil trescientos millones (a precios constan-
tes), en 1971, tiene nada más que mil cuatrocientos
millones, es decir que después de doce años el presu-
puesto del Consejo se ha mantenido y en algunos perío-
dos ha declinado enormemente. Eso significa que el
apoyo a la investigación científica, en uno de los orga-
nismos más importantes para su promoción, se ha visto
dificultado por una razón de presupuesto. Mientras en
la Argentina el Consejo de Investigaciones recibe esa
cantidad —que es equivalente a unos cuatro millones de
dólares o tal vez menos en este momento—, en el Brasil
el Consejo de Investigaciones tiene 20 millones de dóla-
res a su disposición. Han pasado cosas realmente muy
graves para el Consejo de Investigaciones que nuestra
Asociación quiere hacer conocer a la opinión pública:
uno de ellos es el problema de las becas, que son el
fundamento de la iniciación de toda carrera científica, es
decir, el método por el cual el joven puede llegar a
demostrar su aptitud para la investigación científica. En
el último año se han visto cortadas y reducidas a la
mínima expresión; mientras que en 1970 se dieron 220
becas internas, en 1971 se otorgaron solamente 101, de
las cuales solamente 29 son de iniciación, quiere decir
que el árbol que estaba creciendo vigoroso se está cor-
tando por su propia raíz, impidiendo a los jóvenes poder
iniciarse en la carrera científica. Creo que esto es uno
de los problemas más graves que tiene en este mo-
mento el desarrollo científico y es necesario que las
autoridades nacionales conozcan estos problemas, que
en este momento se están manifestando en forma tan
alarmante. En lo que respecta a los recursos humanos en
la ciencia, la Argentina está, por supuesto, muy por de-
bajo de los países desarrollados, y precisamente por eso
no está en la categoría de país desarrollado; la Argentina
tiene solamente 0,5 investigador por mil habitantes De
acuerdo con los ciatos del CONACYT habría más de
doce mil investigadores en el país (dato que nos parece
bastante aumentado); si lo comparamos con los inves-
tigadores en otros países nos damos cuenta de lo escaso
de su número; por ejemplo, en la Unión Soviética el 3
por mil de los habitantes son científicos, lo que repre-
senta en total setecientos mil, y en Inglaterra el 6 por
mil puede considerarse como científicos. Quiere decir
que nosotros estamos muy lejos de la cuota óptima de
investigadores; no sobran investigadores en la Argentina.
Aunque algunos hayan llegado a pensar que "hay ya
un exceso de investigadores, por el contrario estamos
muy por debajo de las necesidades del país en todas las
ramas de la ciencia, no solamente en las de las ciencias
físicas y tal vez en las tecnológicas sino también en
otras ciencias, aun en la Biología que muchos piensan
que está muy desarrollada en el país. Coincido con el
Dr. Castex en que los poderes públicos no tienen una
posición clara con respecto a la importancia de la ciencia
y de la tecnología en el desarrollo del país y también
creemos que es debido a las dificultades propias de un
Consejo que tal vez a través de los años ha llegado a
envejecer como estructura y no tiene el vigor que tenía
en los años de su comienzo.
Jorge Sábato: Tanto el Dr. Castex como el Dr. De Ro-
bertis han encuadrado el problema de las posibilidades
Castex: acabar con las persecuciones ideológicas.
ele hacer ciencia y técnica en el país en función de la
actitud que tiene hacia ellas el sector dirigente del país;
no me refiero al sector dirigente circunstancialmente a
cargóle la conducción del país, sino al que ha manejado
el país en unos cuantos años a esta parte, quizás tantos
como los que tienen los más jóvenes que están acá en
la sala. Los argumentos y ejemplos numéricos que dio
el Dr. De Robertis tanto como los argumentos genéricos
que dio el Dr. Castex prueban algo de lo que todos
somos conscientes, aunque no siempre plenamente: que
5
ni la ciencia ni la técnica pertenecen al conjunto de
valores de la clase dirigente. Nadie en .1971 podría dedi-
que no le "gusta" la ciencia y la técnica, que no cree que
son importantes, pero hay un ejemplo muy contundente
en estos días (porque cuando digo clase dirigente no
me estoy refiriendo exclusivamente, insisto, a quienes
ocupan las posiciones del poder político, me refiero al
conjunto de personas, instituciones de toda índole que
de alguna manera lideran o creen que lideran la socie-
dad): el año pasado la Argentina se enorgulleció de que
uno de sus eminentes científicos, el doctor Leloir, re-
cibiera el premio Nobel. Les pido que, como ejercicio
aritmético, cuenten el número de centímetros dedicado
por los diarios al Dr. Leloir contra el número de centí-
metros dedicado a los toros de la exposición que tiene
lugar en este momento en la Sociedad Rural Argentina.
Una comparación cuantitativa, aritmética, simple y us-
tedes podrán comprender qué valor ocupa en la sociedad
argentina el Dr. Leloir y qué valor ocupan los toros de
nuestras pampas.
Recuerdo una vez que hablando del "brain-drain"
dije que no iba a hablar más del tema; esto hace como
cinco años y no he vuelto a hablar, porque en realidad
el problema no le interesaba a nadie y lo demostraba
por una simple estadística: el país había perdido varios
miles de investigadores y científicos y cada tanto sólo
se dice algún discurso al respecto y alguien se golpea el
pecho y llora, y dice que es muy importante. Propuse
el siguiente ejercicio: que día por día desapareciese un
toro de nuestras hermosas cabañas, que simplemente un
toro campeón se evaporase; que a ia mañana fuese el
patrón y el toro no estuviera, y así sucesivamente duran-
te todos los días en los últimos, digamos, 15 años. Creo
que si algo así hubiese ocurrido toda la población ar-
gentina estaría buscando los toros y todos los Servicios
de Informaciones con la Interpol incluida se ocuparían
por encontrar dónde estaban los toros que se habían
evaporado en la Argentina. Me quiero referir, sin em-
bargo, a otro aspecto del problema. La pregunta que
nos formula CIENCIA. NUEVA es con respecto a qué
posibilidades tenemos de hacer ciencia y, descripto el
marco en que nos movemos, el marco en el cual para la
clase dirigente, la ciencia y la técnica no forman parte
de su estructura de valores, me interesa más referirme
a qué debemos hacer los científicos, es decir, nosotros,
frente a ese hecho. Nosotros no podemos preguntarnos
si hay o no posibilidades. Si contestamos por la negativa
yo diría qué hacemos entonces, qué pasa después, ya
que nuestra razón de ser es hacer ciencia, y si la res-
puesta es que no la podemos hacer, el camino será la
emigración, la amargura, la frustración y el cambio de
oficio, pero me pregunto si tiene sentido llegar a res-
ponderse que ¡no! Creo que para cada uno de nosotros,
hacer ciencia es la razón de ser, la razón social de ser,
más allá de la razón individual. Me voy a referir espe-
cíficamente a la ciencia y a la técnica como herramien-
tas de la sociedad, no en sus valores, llamémoslo así,
ecuménicos, no la ciencia para conocer la naturaleza, no
la técnica para controlarla, sino ambas, ciencia y técnica
como herramientas de transformación de la sociedad.
Entonces, si nos preguntamos qué es lo que debemos
hacer nosotros, que nos hemos definido como científi-
cos y tenemos una función social que es hacer ciencia,
la respuesta es, hacer ciencia en esta sociedad hoy y
ahora a pesar de todas esas cosas que dijimos antes, a
pesar de que el marco general que nos rodea no es el
más apto, a pesar de que no sea el más cordial, a pesar
de que en él ocurran toda clase de contradicciones,
retrasos y dificultades. Y creo que 110 podemos aban-
donar esa tarea a pesar de todo eso, porque si no la
hacemos nosotros no la puede hacer nadie, por la simple
razón que éste es nuestro oficio. Si mañana los barren-
deros decidieran que no están dadas las condiciones para
que se ejerza la profesión de barrendero con toda pul-
critud y el status que ella merece y dejaran de barrer, si
pasado mañana los panaderos dijesen que no son hon-
rados como corresponde dado que ellos elaboran uno de
los productos más nobles de la vida, como es el pan, y
dejaran de hacer pan, entonces la sociedad se pregun-
taría, si los panaderos no hacen pan y los barrenderos
no barren ¿quién diablos hace eso? Uno puede estar
muy enojado, sentirse muy frustrado y muy furioso,
pero no puede decir que no; es lo único que no puede
hacer. Me quiero referir entonces a la responsabilidad
individual de los científicos argentinos en medio de una
sociedad cuya característica genérica es la crisis, crisis
que no solamente es para los científicos sino para muchos
otros hombres que sufren consecuencias en una sociedad
que tiene muchas injusticias, que tiene, para hombres
con muchas menos posibilidades de defensa, mucha me-
nos capacidad de expresión, muchas menos tribunas
ilustres como ésta, para expresar su desazón y su frus-
tración. Mi preocupación fundamental es que en este
análisis de conciencia de nuestro propio proceder debié-
ramos tener la capacidad de juicio de darnos cuenta que
si la sociedad se caracteriza por estar en crisis, esa crisis
nos llega a todos y nos toca a todos, que la superación
de esa crisis depende de un conjunto de factores algunos
ajenos a nosotros y otros no, como por ejemplo: si
hemos hecho un diagnóstico de la sociedad y pensamos
que debemos desarrollar ciencia y técnica en esta socie-
dad para que sirvan como herramientas de transforma-
ción, es nuestro deber hacerlo, cuando lo hagamos, y esa
transformación ocurra, tendremos una herramienta dis-
ponible; de lo contrario el día que queramos hacer esa
transformación no tendremos con qué realizarla porque
nosotros no habremos hecho los deberes que teníamos
que hacer preocupados en por qué otros no hacían sus
deberes. Me aflige darme cuenta que, lo dicho por el
Dr. De Robertis es correcto respecto a que no tenemos
la cantidad de científicos que tendríamos que tener, y
que el esfuerzo dedicado a ciencia y técnica es menor
del que debiera de ser. Pero a mí personalmente me pre-
ocupa más el hecho de que utilizamos mucho menos
eficientemente el potencial que ya disponemos y lo uti-
lizamos mucho menos eficientemente porque no nos
hemos definido como sociedad en su conjunto. Aun
cuando la sociedad misma no se definiera y el conjunto
de científicos encontrase una definición común, ¿ciencia
para qué?, ¿ciencia con qué objeto?, ¿ciencia para qué
hoy en la Argentina? Las respuestas que lleguen para
esas preguntas fundamentales harán que podamos utilizar
con mucho mayor eficiencia un potencial pequeño pero
ya existente, es decir mayor que cero, por lo tanto utili-
zable para una cantidad de cosas importantes. La última
reflexión que quería hacer es que todos los ciudadanos
argentinos se quejan del estado de crisis, de confusión,
de caos, de desorden en que está inmerso nuestro país
desde hace muchos años; nosotros también como seres
humanos tenemos las mismas clases de expresiones y las
entiendo; naturalmente a mí me ocurre como a ¡ocios
ustedes que nos expresamos humanamente de 'a única
manera que un ser humano se puede expresar, es decir:
se irrita, se frustra, insulta, protesta. Como cien til icos
sin embargo tenemos una profesión que consiste en ana-
lizar la realidad que nos rodea, entender las causas pro-
fundas de esas crisis, asumir la crisis como un estado
en el cual esta sociedad hace tiempo que está —y parece
que estará aún mucho tiempo—, y en consecuencia dise-
ñar estrategias adaptadas para realizar ciencia en la so-
ciedad en que estamos. Yo no tengo ganas de hacer el
vano ejercicio de pensar qué ciencia haría yo en el país
que sueño, me preocupa mucho más saber cómo puedo
hacer ciencia en un país que no me gusta como está
pero que final y fundamentalmente es mi país, en él
vivo, y he dicho y vuelvo a repetir, y públicamente aquí,
que siempre he considerado un privilegio particular para
el señor que habla, habitar este país. En este país, me
pregunto, cómo uso mi capacidad analítica, mi prepara-
ción técnica y científica para analizar la crisis en la que
me encuentro, para comprenderla y para trabajar en ella.
De lo contrario me parece que no cumplo una de las
funciones que como científico se espera de mí.
José Manuel Olavama: En cuanto a la posibilidad de
desarrollo científico en un país en el cual el apoyo de las
autoridades es muy bajo y la inestabilidad institucional
muy alta, hay que tener en cuenta los dos aspectos, el
de la ciencia y el de la tecnología. La ciencia, sobre
todo en sus disciplinas básicas, tiene ciertas posibilidades
de realizarse mediante esos mecanismos de adaptación de
los cuales ha hablado el Dr. Sábato, es decir, encontrar
la forma de poder seguir haciendo ciencia en condicio-
nes de recursos muy inferiores a las de otras partes del
mundo; desgraciadamente lo mismo no se puede hacer
en la tecnología donde hace falta, además del individuo
dispuesto a sacrificarse, una cierta estructura industrial
y económica, que dé la posibilidad de realizar ese tipo
de estudio. Hacer en el país investigación tecnológica a
expensas de instituciones oficiales desgraciadamente se-
ría lo mismo que enviar científicos al extranjero para
después importar la tecnología. Con respecto a la nece-
sidad de que los científicos sigan trabajando y dediquen
todo su esfuerzo a invertir el círculo vicioso de que al
haber poca ciencia, el apoyo de las autoridades y la
conciencia de los grupos dirigentes sobre su necesidad
disminuye, considero que al hacer ciencia se consiguen
dos objetivos: por un lado los resultados prácticos o
positivos y por otro el crear la conciencia del método
científico que desgraciadamente es tan poco utilizado en
todos los aspectos de la vida nacional o personal. Conoz-
co muchos científicos, que creo que cometen el error de
no utilizar en sus relaciones a nivel institucional el mé-
todo científico que sin embargo utilizan en sus experi-
mentos. Un ejemplo de esto lo tenemos en la mayor
parte de las situaciones de la vida nacional. Quizás uno
de los más llamativos es el de la ligereza suicida con
la cual un grupo de gente se decide de pronto a esta-
blecer una ley que ate a las universidades durante un
cierto número de años; esta gente es capaz de decidir
en el mínimo detalle cuál va a ser la suerte de las
universidades de nuestro país, cómo se van a manejar,
tanto en el Norte como en el Sur, en el Este como en
el Oeste; gente que a lo mejor en el diseño de sus
experimentos no se arriesgaría demasiado e iría escalo-
nando los resultados o las hipótesis a medida que van
consiguiendo resultados, le quita a la universidad ar-
gentina, por ejemplo, toda posibilidad de adaptación.
Sábato: Los que mandan, prefieren a los toros.
Uno piensa si no hubiera sido más razonable hacer una
ley mínima que diera a las universidades el máximo de
posibilidad de evolución y que cada una de ellas, por
sus propios mecanismos de planificación y de ajuste,
fuera corrigiendo rumbos, cosa importante del punto de
vista científico, ya que nos permitiría tener un espectro
de posibilidades, aprovechar las experiencias titiles y
desechar las expeneircias dañinas. Por la integración de
todas esas experiencias se podría tender en el futuro
hacia estructuras más rendidoras y eficientes. Esta falta
9
de espíritu científico y de uso de método científico se
debe al escaso nivel científico que han tenido nuestras
universidades durante muchos años (que, desgraciada-
mente, en este momento tampoco es demasiado alto),
que ha hecho que gente que haya pasado a través de
ellas y se considere universitaria no haya tenido nunca
la vivencia de qué es el trabajo científico, porque este
tipo de trabajo, no se puede conseguir leyendo la vida
de Pasteur o Cajal, sino en la forma mucho más tediosa
y menos lucida que es el trabajo de todos los días en el
laboratorio, el aprender a aprovechar errores y descubrir
que una serie de errores a veces es mucho más útil que
los resultados positivos. Creo que el planteo que ha
hecho el Dr. Sábato de la necesidad imperiosa y de
nuestra responsabilidad, de tratar de, en condiciones
muy críticas dar el máximo impulso a la investigación
y contagiar ese espíritu científico, es una tarea típica
del científico que desgraciadamente está construyendo
casi siempre para el futuro y eso lo lleva muchas veces
a no ser contemporáneo de sus coetáneos sino contem-
poráneo de gente que va a nacer mucho más tarde. Creo
sin embargo, que en este momento es posible optimizar,
con los recursos que existen, las posibilidades de hacer
ciencia en la Argentina, pero para ello sería necesario
evitar el exagerado control que en este momento está
tratando de imponerse a nivel estatal sobre algunos as-
pectos.
Rolando García: Para dar una respuesta adecuada a la
pregunta que nos han formulado tenemos que empezar
por definir qué es la Argentina de hoy y que es "desa-
rrollo científico". La Argentina de hoy es un país some-
tido en el cual muchos años de desgobierno han otor-
gado a su pueblo la vivencia directa de todas las formas
de frustración; país sometido a una doble dependencia,
la dependencia externa por un lado, la sujeción a un im-
perialismo que actúa a cara descubierta en la Indochina
pero en Latinoamérica usa toda la gama de sus recursos
desde los marines y las sanciones económicas hasta las
formas más sutiles de penetración neocolonialista. Por
otra parte una sujeción, una dependencia interna, dada
por el predominio de minorías privilegiadas sobre la
gran masa de la población. La dependencia es doble
pero el sometimiento es uno solo. La Argentina de hoy
es un país que después de cinco largos años de una
pretendida "revolución argentina" anda a los tumbos
tanto en lo económico como en lo político, buscando
desesperadamente una salida que nadie sabe definir, im-
provisando batallas en una guerra inconfesada. La Ar-
gentina de hoy es un país en el cual la rebeldía de los
que no se resignan a ver esta tierra postrada, esta tierra
que merece un destino mejor, esa rebeldía sana que fue
el motor del progreso en todas las épocas de la huma-
nidad, es sancionada con todos los métodos sutiles y no
sutiles de la represión. Este es el marco del país, éste
es el contexto en el cual nos formulan la pregunta. Es
muy difícil resistir a la tentación de contestar con una
sola palabra trisilábica: ninguna. Pero esa contestación
requiere varias aclaraciones, en primer lugar debemos
suponer que cuando se habla de desarrollo científico, no
se está haciendo referencia al investigador aislado que
trabaja gracias a un enorme esfuerzo individual o por
pertenecer a una poderosa élite con lazos científicos ex-
tranacionales, En todas las épocas, en todos los pueblos,
se han dado esos picos aislados que no forman cordillera:
también los Borgia protegían a un Leonardo Da Vincí;
vaya quizás a favor de los Borgia que los intervalos que
tenían entre el momento en que culminaba una intriga
y el momento en que despachaban a un opositor acaso
sabían apreciar la estética de las producciones de Leo-
nardo aunque nunca entendieron su ciencia y mucho
menos sus portentosos inventos que quedaron ignora-
dos por más de tres siglos. Pero debemos distinguir aquí
cuidadosamente entre el Leonardo, auténtico buscador
de la verdad, y el país de los Borgia. La segunda obser-
vación es que la época en que se definía la ciencia como
"la búsqueda de la verdad" pertenece al pasado; la
ciencia es hoy un poder demasiado grande, un factor
demasiado decisivo en la sociedad para que alguien se
permita el lujo de ser investigador puro sin responsa-
bilidad social. La ciencia sin responsabilidad social, par-
ticularmente cuando se carece del genio creador que es
único, esa ciencia la hemos definido más de una vez
como mero juego intelectual, como arena de un torneo
de pedantería con togas académicas, como pasatiempo
de élite y como símbolo insolente de diferencias de cla-
se, esa ciencia tampoco nos interesa. La tercera obser-
vación es que trataré de eludir la expresión "desarrollo
científico" para evitar caer en las posiciones desarrollis-
tas que tuvieron en nuestro país como representante más
conspicuo a Arturo Frondizi y cuya filosofía a nivel
internacional fue ejercitada por la Alianza para el Pro-
greso. No es éste tampoco el progreso científico al cual
nos queremos referir; yo prefiero cambiar la formula-
ción y no referirme al desarrollo científico sino a las
posibilidades de una política científica nacional. Esta
es una expresión también harto usada y abusada, mano-
seada en épocas recientes y también en el pasado pero
es una expresión que debemos describir nuevamente.
En varios años de lucha en el Consejo Nacional de In-
vestigaciones Científicas y Técnicas nunca conseguí ha-
cer entender lo que era política nacional y aclaro que
no por falta de inteligencia de mis opositores sino por-
que olvidan que política científica nacional es en primer
término política y política nacional y en segundo término
ciencia y tecnología al servicio de esa política. Cuando
se ha hablado en el Consejo de Investigaciones o se
habla ahora en el CONACYT y aquí mismo, esta noche,
de política científica, se habla de política para la ciencia,
para desarrollar la ciencia y nosotros entendemos no la
política para desarrollar la ciencia, entendemos, la polí-
tica al servicio del país.
El objetivo de la política científica nacional no es la
ciencia, es el país. El centro de interés no es el hombre
de ciencia, es el hombre, el hombre de todos los rinco-
nes del país y todos los hombres del país. Planteada así
la cosa, es totalmente absurdo el tipo de planteos que
se han hecho en nuestro país, tradicionalmente en el
Consejo de Investigaciones, hoy en el CONACYT. To-
talmente absurdo pensar que un grupo de hombres de
ciencia, cualquiera sea su nivel y su jerarquía, alrededor
de una mesa pueden formular política científica nacio-
nal, porque la política científica nacional surge con un
planteo de un cambio social profundo y eí plan de
desarrollo económico y el plan de política científica
deben ser hechos en función de esas transformaciones
sociales que nuestro país necesita. Planteada así la cosa
inmediatamente surgen las consecuencias que el tiempo
no me permite elaborar pero sin duda la discusión per-
mitirá extender un poco más; no podemos concebir a
los hombres de ciencia pensando simplemente tai una
política que dé más recursos para invesiigaciuncs que
en general no están conectadas con el país, tampoco se
resuelve hablando de los famosos problemas nacionales,
porque esos problemas nacionales sólo surgen en un
planteo profundo e integral de toda la situación del país.
Por eso respondí "ninguna", a la pregunta que nos han
formulado, porque un país sin rumbo, un país sin metas,
un país que no ha encarado su profunda transformación,
no puede sino balbucear en política científica y no puede
sino hacer lo que ha hecho hasta ahora; tomar los pre-
supuestos de ía ciencia para buscar mayores recursos
para sus propios proyectos, generalmente de espaldas al
país, generalmente ignorando hacia dónde este país tiene
que ir. Es dentro de este marco que yo quisiera plan-
tear los problemas; a mi no me interesa la política para
la ciencia, sino como un aspecto muy particular de la
política científica nacional. Claro que hay que desarro-
llar la ciencia, claro que hay que formar más y mejores
científicos, pero esos más y mejores científicos o están
al servicio del país o es lo mismo que vivan en Berkeley
en Harvard o en Cambridge.
Sábato: Quiero decir que el planteo que ha hecho Gar-
cía con el cual estoy también de acuerdo tiene, sin em-
bargo, una dificultad bastante grave que me ha preocu-
pado hace muchos años y sobre la cual creo que hemos
discutido más de una vez. García dice: posibilidades de
desarrollo científico en la Argentina de hoy, ninguna,
hasta tanto pase algo, supongo que hasta tanto los ar-
gentinos definan o decidan qué país quieren y cómo lo
van a hacer. Yo creo que eso lamentablemente se con-
vierte en una vía de escape. Hay dos vías de escape para
los científicos, García se refirió a una, la vía de escape
de la ciencia por la ciencia misma: "yo me encierro en
mi laboratorio, no miro alrededor de lo que pasa, me
pongo anteojos, negros si puedo, y publico trabajos, si
es posible en inglés para que aumente mi curriculum y
así siga realimentando el circuito". Ese es un tipo de
escapismo que ha estado muy de moda no solamente
en la Argentina sino en muchas partes del mundo y que
no está más de moda lo prueba la cantidad de gente que
ha venido hoy a esta reunión; si esta reunión la hubié-
ramos hecho hace muy pocos años, acá estaríamos los
de la mesa redonda y los parientes, como me ha pasado
a mí en numerosas mesas redondas anteriores a ésta.
Pero hay otro tipo de escapismo, al cual yo le tengo
tanto miedo como al anterior y es al tipo de escapismo
que dice: "qué vamos a poder hacer hasta que no termi-
nemos con los que mandan", que era algo así como lo
que me acuerdo que decíamos en mi época más juvenil:
no podemos hacer nada hasta que cambiemos la Cons-
titución y (como esto de cambiar la Constitución parece
que es más difícil de lo que uno piensa) en el ínterin
no hacemos nada. Para poner un ejemplo que a muchos
de nosotros nos tocó vivir y que hoy no se quiere nom-
brar por una especie de falso pudor, me acuerdo muy
bien que gastamos unos buenos años de nuestra vida
diciendo que no podíamos hacer nada hasta que lo echá-
semos a Perón y como este Perón era difícil de echar,
nosotros nos pasamos unos cuantos años conspirando en
el café o tratando de que el tal Perón se fuese, porque
al día siguiente que se fuese Perón, ¡ah! entonces íbamos
a hacer esa ciencia que hasta ese momento era imposible
por la persecución política, por la incapacidad de Perón
de entender los problemas y por todos los juicios de
valores que están escritos, publicados y firmados en la
época que va del 44 al 55. Ese escapismo nos llevó a
Olavarrta: Método científico, la solución para
la Universidad
perder años de tarea útil para tener los elementos que
necesitaríamos el día después de que se fuera Perón.
Hay ejemplos notorios de escapismo de este tipo en la
Argentina por ejemplo: durante años muchos de los que
estamos acá luchamos para manifestar por las calles y
para que nos pegaran palos (los palos que daba la po-
licía de Perón, ahora los da la policía que no es de Perón
y la vuelta siguiente los dará la otra policía) por conse-
guir la nacionalización de los servicios públicos y parti-
cularmente para conseguir que CADE se transformara
9
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JuJUy
De Robertis: Cifras.
en lo que hoy se llama SEGBA, en otras palabras sacar
al servicio público de electricidad de las manos del im-
perialismo de SOFINA. Eso se consiguió; fue una larga
lucha pero finalmente se consiguió. Muchos años des-
pués, y por el azar de la circunstancias, fui llevado a
la presidencia de SEGBA; yo no me había ocupado del
problema de SEGBA desde que había sido nacional, por-
que me había ocupado en la etapa anterior, la de escribir
panfletos, decir "muera SOFINA". Entonces cuando
me hice cargo de la presidencia de SEGBA me dije que
debía ser muv fácil, porque debía haber bibliotecas com-
pletas de volúmenes muy sabios y muy profundos anali-
zando cómo debe funcionar una empresa de Estado cuan-
do es nacional. Éso pensé en mi ingenuidad de científico
tonto; que era cuestión de ir a la biblioteca y pedir los
18 ó 27 ó 47 tomos en donde estaría analizado de ida
y de vuelta cómo manejar una empresa nacional al ser-
vicio de la nación. Lamentablemente me encontré que
la biblioteca estaba vacía, encontré sí un folleto que yo
había escrito hacía muchos años diciendo que había que
nacionalizar SEGBA; eso no me servía porque ya estaba
nacionalizada.
Esto suena a chiste, a cuento, pero tiene para mí un
significado: creo que tuvimos un gran valor personal e
intelectual en plantear el problema de la nacionalización
de los servicios públicos de SEGBA; luchando se consi-
guió, pero después parecía un hecho rutinario de que
eso funcionara, de que eso sirviese realmente a las nece-
sidades concretas de los argentinos. Esto parece que no
era un tema tan destacado de trabajo, que no era un
tema apasionante. Hemos pagado un precio muy caro
por eso, porque entre otras cosas verdaderamente hemos
tenido que aprender, con mucho sudor y lágrimas, cómo
podíamos hacer funcionar este tipo de cosas. En el cam-
po de las empresas del Estado —para que ustedes no
crean que es una anécdota personal— la nación tiene
empresas nacionalizadas, que no pertenecen al imperia-
lismo y que manejan casi el treinta por ciento de la
economía nacional, en esas empresas nacionales que son
nuestras, no hemos encontrado aún una fórmula correcta
de funcionamiento con un marco único, fíjense que hay
nada menos que siete tipos distintos de empresas de
Estado, siete tipos distintos de manejar empresas de Es-
tado y en ninguna de esas empresas —dicho sea de
paso— hay programas de investigación y desarrollo.
Si soy administrador de SEGBA y no puedo hacer un
programa de investigación y desarrollo y le echo la cul-
pa a manejos siniestros que están por detrás de esto, a
lo mejor es cierto que tienen la culpa, pero si además
les echo la culpa y eso me libera, yo diría que estoy
escapando a la responsabilidad que yo mismo debiera
haber asumido. En muchos sectores de la realidad na-
cional nos ha ocurrido y nos sigue ocurriendo que, ade-
más de las dificultades que nos crea el estado de domi-
nio o de dependencia en que se encuentra el país frente
a la potencia central de esta parte del mundo (los otros,
los tocayos nuestros de la otra parte del mundo tienen
su propio problema con la otra potencia central), hay
que agregar la falta de ideas propias que nosotros hemos
tenido para afrontar circunstancias. Voy a terminar con
una simple historia que me enseñó mucho en esta mate-
ria de escapismo; cuando hace algún tiempo planteamos
desde la Comisión de Energía Atómica la construcción
de una Central Nuclear recuerdo que gente muy amiga
mía me decía que no se podía hacer una central nuclear
en la Argentina porque los intereses de las empresas
extranjeras se oponían, de manera que era una lucha
tonta. Cuando se dio un paso más y se avizoraba que
iba a haber una central nuclear, se me dio un argumento
muchísimo más sutil y difícil de combatir: lo que uste-
des van a conseguir es que van a tener una central para
uranio enriquecido y, de una manera objetiva, están
siendo agentes de la potencia central por las connotacio-
nes que tiene el uranio natural y que todo el mundo co-
noce perfectamente. De manera que estábamos derrota-
dos antes de empezar la batalla. En medio de esas
10
tramitaciones me encontré en París con unos rumanos
que estaban en el mismo trámite que yo, negociando
una central de uranio natural; los rumanos estaban exac-
tamente con los mismos pesares que yo y en una mesa
de café conversamos sobre las chances relativas de los
dos países de tener centrales de uranio natural frente
a sus dos potencias dominantes. Volví al país, conté
esta historia a algún amigo que me dijo, bueno, es abso-
lutamente seguro que la central argentina va a ser de
uranio enriquecido y la central rumana va a ser de uranio
natural. Termino la historia diciendo simplemente que
la central que se está construyendo en la Argentina es
de uranio natura! y la que se está construyendo en Ru-
mania es de uranio enriquecido.
García: Con respecto a la última parte de la interven-
ción de Sábato, quiero decir que cuando he hablado
de la dependencia como un problema vital no me he
referido a otros problemas; el diagnóstico de lo que pasa
en el país es muy difícil porque uno nunca sabe cuál es
la proporción en que se mezcla la mala intención, la
ineptitud y la ignorancia, pero cualquiera sea la dosifi-
cación, esos productos son siempre catastróficos para el
país, aunque el juicio moral que pueda merecer en un
caso u en otro sea un tanto diferente. Yo quisiera refe-
rirme a la primera parte de su exposición; dudo mucho
que Sábato o ningún otro pueda acusarme de escapismo;
creo que fui el único que no "escapó" en 1966 y tengo
muy buena memoria, creo también haber contribuido
junto con muchos que están aquí en el público a formar
el centro científico más importante que tuvo Latinoamé-
rica en ciencias básicas y eso a pesar de tener el absoluto
convencimiento de que tarde o temprano sería destruido
y estoy aquí de nuevo, en el país, dispuesto a empezar
de nuevo, sabiendo que lo que se haga volverá a ser
destruido hasta que las condiciones básicas del país no
cambien. Pero creo que hay que persistir y el escapismo
nunca ha sido mi política y Sábato lo sabe muy bien.
Yo creo que aquí hay dos problemas que se confunden:
uno es el problema de lo que se puede hacer en condi-
ciones difíciles. De las tres patas de ese trípode que
constituyen la política de un país, la economía la ciencia
y la tecnología y la formación de gente, nosotros hemos
dado énfasis — y al decir nosotros me refiero a ese gru-
pito al cual cité antes— a la formación de gente jo-
ven, somos optimistas pensando en el futuro del país.
De la aventura, de 1957 a 1966, queda mucho más que
el recuerdo de los palos recibidos, la enorme satisfac-
ción^ de una gran cantidad, de prácticamente una gene-
ración, de jóvenes científicos de reputación internacio-
nal que podrían tener los mejores cargos en los mejores
sitios del mundo y que están aquí en el país dispuestos
a enfrentar todas las vicisitudes. Eso no es escapismo,
eso es la más alta forma de responsabilidad, pero ellos
saben como lo sé yo que el progreso o el desarrollo
científico del país no se hará en serio mientras no cam-
bien las condiciones, lo cual no quiere decir que no siga-
mos trabajando; esa es la filosofía última que para mí
rige en estas cosas, seguir haciendo sabiendo que va a
ser destruido y seguir haciendo porque algo queda de
todo eso y eso que queda ayudará, el día que venga la
liberación (y tengan la absoluta seguridad que va a ve-
nir porque la historia está con nosotros y no con los
otros), esas generaciones estarán preparadas para hacer
una cosa distinta y lo estarán no solamente porque son
grandes científicos, sino porque son el tipo de persona
que se queda en el país a pesar de lo que ocurre, el tipo
de persona que está dispuesta a poner su ciencia al ser-
vicio del país y no reclamar al país que se ponga al
servicio de su ciencia.
Olavamía: Cuando se habla de una ciencia ai servicio
de una política, cuando se habla de una ciencia al servi-
cio de un cambio social, esa política, ese cambio social,
¿es un cambio social o una política a priori? o ¿es un
cambio social y una política en cuya elaboración la cien-
cia ha participado? Yo estaría de acuerdo en una cien-
cia al servicio de una política cuando la ciencia ha ser-
vido al planteo de la política, cuando el método científico
se ha aplicado en la búsqueda del cambio necesario. Así
como se escribe una ley universitaria a priori y después
usamos la ciencia para que esa universidad camine, por-
qué no usamos el método científico primero para esta-
blecer^cuál es la ley universitaria que mejor conviene y
después la ciencia, con muchas mejores posibilidades, va
a poner en marcha esa universidad elaborada científi-
camente.
De Robertis: H e escuchado al profesor García con mu-
cho interés como lo he escuchado tantas veces en el
consejo en años pasados; veo en él, no solamente una
posición escapista —aunque no lo quiera reconocer ,
sino también una posición de pesimismo que no puede
existir para los científicos: la ciencia es una cosa conti-
nua, no se puede detener en ningún momento, no pode-
mos pararnos ahora y decir, vamos a esperar un cambio
social para seguir la ciencia; ese cambio social vendrá
hoy o mañana, pero si no estamos preparados, si los
científicos no se han formado, ese cambio no se podrá
producir.
_ Formar un científico cuesta muchísimo, no se impro-
visa, significa muchos años de dedicación y de trabajo y
de tener maestros; es una cosa mucho más compleja que
lo que la gente se puede imaginar, de manera que yo creo
que no es posible pensar en que la destrucción es la
única finalidad. Si tomamos una posición así tan nega-
tivista creo que nunca vamos a poder construir nada
realmente en el país. Yo creo que el país se tiene que
seguir construyendo, creo que aún con las dificultades,
con todas las crisis que hemos soportado tenemos que
persistir en el desarrollo, puesto que las generaciones
jóvenes son las que nos van a dar el futuro y si corta-
mos el camino de la universidad a esas generaciones,
nosotros les impedimos que entren en la investigación
o si se alejan del país y se van a otros países, el país no
se va a poder construir nunca. Soy optimista porque he
estado trabajando desde 1957 en un laboratorio donde
no había absolutamente nada y que ha ido creciendo con
el tiempo. Veo que esa obra persiste y veo a mi alrede-
dor muchos jóvenes que tienen la idea de que la inves-
tigación es importante, que hay que persistir y seguir.
Castex: Me estoy preguntando si no estamos usando un
término de ciencia equívoco. Una ciencia que buscara
un cambio en el país tal vez no sea la ciencia que pien-
sen todos los investigadores que se han llamado cientí-
ficos en la última década. Yo preguntaría cuántas son
las becas que ha dado el consejo desde su creación, a
las ciencias políticas, sociales, psicológicas, económicas,
administrativas, a las ciencias tecnológicas, de la educa-
ción o filosóficas. Esa ciencia al servicio del cambio si
está integrada por científicos de estas ciencias podrá
11
o
García: Cuando yo tenía la manija.
contribuir al cambio» la otra ciencia, o sea ciencia que
excluya tocio esto es incapaz de hacer un cambio, es una
ciencia netamente individualista, liberal y obsoleta.
De Robertis: Puedo darle algunas cifras sobre las becas
del año 70 y que tal vez le puedan interesar: sobre 314
becas internas, la tecnología recibió 46 becas y las cien-
cias humanas 59, las ciencias médicas 69, naturales 58,
las químicas 52 y las fisicomatemáticas 30; evidente-
mente el consejo ha dado becas, en una buena propor-
ción, a las ciencias humanas y tecnológicas.
Ciencia Nueva: Al doctor Castex, hay unanimidad, en
las tres preguntas recibidas del público acerca de la
diferencia de su planteo actual con el que parece haber
tenido durante su actividad en la presidencia y funda-
mentalmente qué rol le cupo como creador del CONA-
CYT.
" Para Sábato, hay una interesante lluvia de preguntas
que va desde ¿'por qué no aceptó el Ministerio de Obras
Públicas?, pero que se centran fundamentalmente en
qué tipo'ele investigación tecnológica puede hacerse
en empresas privadas nacionales y, por otra parte, cuál
es el concepto de dependencia del imperialismo en una
empresa.
Para el doctor Olavarría, una pregunta acerca de si
ta situación actual de la universidad se debe a un pro-
blema político o a un problema de falta de aplicación
del método científico.
Y para el doctor García, varias de forma diferente
pero que coinciden en pedir que sea un poco más explí-
cito, es decir que aclare un poco más y dé algunas ideas
concretas de qué tipo de acciones se pueden ir desarro-
llando en la Argentina de hoy.
Castex: Yo tendría que aclarar que mi gestión con el
gobierno de Onganía comienza en junio de 1967; yo
conozco al presidente Onganía recién en diciembre de
1967, estrictamente como asesor científico y llevado por
un subsecretario legal y técnico, el doctor Roberto Roth,
cuya posición nacional era bien conocida por su enfren-
tamiento con los ministros famosos que luego se identi-
ficaron con el grupo DELTEC. Caí allí llevado por ha-
ber sido compañero de él en la lucha universitaria en
los años 51 al 54; con él estuvimos presos y con el
luchamos en la entonces Federación Universitaria de
Buenos Aires; fui allí llevado porque calculamos, con
mentalidad universitaria, que la presencia curil, haría
más suave las molestias de que era objeto por parte de
los sectores más retrógrados del gobierno de Onganía.
Al general Onganía yo jamás lo asesoré espiritualmente,
esa figura fue creada por ciertos sectores interesados en
crear mitos y jamás logré que se desmintiera la cosa;
sabemos perfectamente que la libertad de prensa en mu-
chos casos es un mito, muchas veces traté de hacer pu-
blicaciones y no lo logré. En cuanto a mi posición en
el gobierno de Onganía puedo reseñar cosas muy claras:
la revista Análisis —que no me tiene mucha simpatía
ya que le conviene muchas veces mantener la figura del
cura oscurantista y medioeval asesorando a Onganía—,
publicó un artículo en la cual yo dije que para la Uni-
versidad de Buenos Aires no bastaban rectores que fue-
ran niños buenos; esa entrevista que fue publicada en
la época del rector Devoto, creo que pone muy clara
mi posición de enfrentamiento con la política educativa
que llevó la presidencia de Onganía. A lo largo de mi
acción como asesor honorario, solamente opinaba en las
cosas que me consultaban y la mayoría de mis actuacio-
nes se refirieron a lo siguiente: a) lograr la recalifica-
ción de muchos científicos destacados que habían sido
mal calificados por el Servicio de Informaciones del Es-
tado. Así intervine para detener el sumario del doctor
Varsavsky, en el Instituto de Radioastronomía, sumario
cuya detención fue ordenada por el presidente Onganía
y que se reinició ante la insistencia del consejo, durante
ía presidencia de Levingston, ocultándosele a Levings-
ton, que Onganía había dispuesto el cese del sumario;
b) la recalificación de la esposa del dirigente socialista
Lattendorf; c) obtener que no se impidiera la designa-
ción del doctor Dickman, distinguido científico argenti-
no, en su cátedra en la Universidad de Buenos Aires;
d) obtener la recalificación del doctor Moisés Polak,
12
distinguido anatomopatólogo argentino; e) defender y
tratar de que no se destruyera el Instituto de Biología
Marina, fundado por tres universidades, llevado adelan-
te por un hombre eximio como era el doctor Olivier y
al que se persiguió por razones políticas, cuando en el
fondo era una pelea de un distinguido zoólogo, que
había sido su maestro, empecinado en destruir al doctor
Olivier y a su obra; /) tratar por todos los medios po-
sibles de que no se destruyese el Instituto Argentino
de Radioastronomía y en ese sentido, debo confesar que
se mantuvo al Instituto de Radioastronomía funcionan-
do gracias a la intervención del almirante Muro de Nadal
y a la intervención personal del gobernador de entonces
que luego fue ministro discutido, el general Imaz. Apar-
te de las recalificaciones de científicos la lucha consistió
en tratar de crear en el gobierno la mentalidad de que
la racionalización administrativa era un desastre y
que con ella se estaba fomentando el éxodo de cientí-
ficos; esa lucha, o esa inquietud, me la despertó el INTA
a través de un destacado investigador que había sido
secretario de Agricultura y que tiene sede en el INTA
de Balcarce. Se logró detener un proceso de racionali-
zación administrativa desastroso, particularmente en al-
gunos organismos. Debo destacar que ahí, el consejo
logró mantener su directorio ante una postura intransi-
gente del doctor Houssay, ante presiones por destruir
el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, pese
a no haber sido simpatizante con sus políticas y líneas,
ya que para mí fomentaba un individualismo científico
y no una ciencia al servicio del país, logramos que no
se tocara ni la figura del doctor Houssay ni se modifi-
cara o interviniera el consejo; yo era partidario de que
se lograra que el cambio viniera de adentro, si lo hizo
o no lo hizo eso es un problema que no depende de mí,
lo que sí logre es que no se interviniera el consejo. Lue-
go una apertura de mentalidad o sea que se aceptara en
el gobierno, que la política universitaria había sido un
desastre en 1966 y que lo menos que se podía haber
hecho en algunas facultades, como en Ciencias Exactas
era, más que preocuparse por seguir destruyendo las
obras de los hombres, preocuparse por tratar de arreglar
el zafarrancho. En ese sentido luchar por que se logra-
ran niveles iguales a los perdidos, cosa que no se logró.
Nuestra idea era lograr que se respetaran las estructuras
de promoción científica vigentes, INTA, Comisión de
Energía Atómica y demás, no porque fueran muy bue-
nas, sino porque la experiencia administrativa indica que
todo bicho que entra quiere cambiar todo y no hace más
que zafarranchos; tratar de mantener y, eso sí, abrir un
Senado de las Ciencias, en el que estarían todos los
presidentes de organismos oficiales.
El CONACYT nació queriendo copiar estrictamente la
figura del Conseil National de la Politique Scientifique
de Bélgica; esto es, un organismo no político con un
director que no es cambiado por los gobiernos, que no
es científico sino un experto en administración cientí-
fica, organismo que tiene muy poco presupuesto, lleno
de técnicos, ordinariamente sociólogos, economistas y
abogados que se asesoran de toda la problemática cien-
tífica y que tratan de facilitar al gobierno los elementos
para hacer una política científica. Ese era el sentido que
tenía que tener el famoso CONACYT y en su Consejo
Asesor Nacional tenían que estar representados en la
mejor forma que se pudiera toda la inquietud científica
y tecnológica del país. En ese sentido el secretario de
Ciencia y Técnica tenía que ser un servidor de la ciencia
y la técnica y un canal de esas inquietudes hacia la Pre-
sidencia de la Nación. Eso no se logró, además el decre-
to reglamentario no es el que redactó la Comisión de
la Ley. La ley salió un 28 de diciembre y el decreto
que acompañó la ley fue reescrito totalmente por el
actual secretario de Ciencia y Técnica que, por lo visto,
tiene cargo vitalicio, pasando de gobierno en gobierno.
Además nació la Comisión Nacional de Estudios Geo-
heliofísicos, en la que terminé como titular, lisa y lla-
namente porque no se lograba reincorporar científicos
cesantes o perseguidos por el consejo y el presidente
Onganía aceptó la idea de crear un para-consejo que
permitiera investigación tranquila y en paz a hombres
que habían sido marginados arbitrariamente y finalmen-
te la última acción que logramos en el mes de marzo
del 70, fue convencer que los científicos de los países
del Este no son espías y que cuando se los invita al
país hay que darles visa y de ahí salió la idea de la
misión científica a Rusia y a los países del Este, o sea
nuestra tesis era que Argentina haga por lo menos lo
que hace España. Puedo confesar que después de haber
estado en Rusia y los países del Este, he descubierto
que la Argentina es el país más retrógrado del mundo
en sus relaciones científicas y culturales con el mundo
del Este Europeo y no digamos con el tercer mundo.
Sábato: Sobre la investigación en la industria privada,
tengo muy poco tiempo para decir lo que pienso porque
la cosa es bastante más complicada de lo que parece; la
gente normalmente habla de que las industrias debieran
hacer investigación para con esto producir tecnología na-
cional, etc. Todos conocemos esa cadena de razonamien-
tos, pero hay una dificultad económica esencial: la
tecnología dentro del sistema económico es una mercan-
cía, se compra, se vende, se importa, se exporta, se roba,
se copia; no debe ser confundida con el pensamiento
del científico que crea la tecnología: el científico podrá
crear una determinada idea, ésta se transforma en una
mercancía del sistema económico y esta mercancía cu-
riosamente, es la única mercancía de libre circulación,
para lo cual no hay ninguna clase de barreras aduane-
ras, ni controles de ninguna especie. En países como la
Argentina es bastante utópico pensar que alguien va a
desarrollar tecnología en el sector industrial si todo el
mecanismo de recompensa se obtiene cuando uno im-
porta tecnología (desde créditos especiales, tanto nacio-
nales como extranjeros, a toda clase de auxilios inclu-
yendo el personal técnico y demás) de modo que aquí
hay que cambiar radicalmente en primer lugar el con-
cepto del manejo de la tecnología y hasta que ello no
se logre me parece bastante poco probable que los incen-
tivos actualmente en vigencia (como la deducción en
réditos de los gastos de investigación), sean suficiente-
mente poderosos para cambiar el sentido de importador
neto —que es la situación actual de la industria— a pro-
ductor de tecnología. Quiero apuntar que el problema
no hay que buscarlo ni en la mentalidad de los cientí-
ficos ni siquiera en la mentalidad de los industriales, sino
en las reglas de juego del sistema económico que impera
en el momento. En cuanto a la intervención del impe-
rialismo en las empresas, hay de todo: hay empresas
en las cuales ha habido manejo desde adentro y desde
afuera relacionados a intereses extranjeros como ha ha-
bido empresas en las cuales esos manejos han sido mu-
cho menores y no se puede hacer ninguna regla muy
clara. Por cierto que si uno no defiende con cuidado
13
ios intereses que tiene que defender en las empresas es
obvio que los intereses extranjeros tratarán de obtener
las mayores ventajas posibles y en ese sentido se ha ido
dando legislación cada vez más avanzada en el país: la
ley de Compre Nacional dictada en el mes de noviembre
pasado como la ley de Contrate Nacional, son pasos im-
portantes en la defensa, no solamente de las empresas
sino del universo que se mueve alrededor de las empre-
sas. Para terminar, quiero aclarar que, al referirme a
escapismo, no me refería a García, por supuesto; sus
antecedentes son tan notorios que me parece que no
correspondía que pensara que me dirigía a él como es-
capis ta.
Olavarría: Creía que cuando me referí a método cien-
tífico y a política había quedado más o menos claro que
introducir la política en la universidad, manejar la uni-
versidad como un elemento sobre el cual la política debe
influir es falta de método científico, es decir, conside-
rando la universidad como elemento fundamental de la
evolución del hombre como sociedad, considero que
la universidad debe ser ella misma la que se fije sus
normas a partir de muy pocos elementos, debe ser ella
misma la que se gobierne y debe ser ella la que elija
sus autoridades. De manera que meter la política dentro
de la universidad es falta de método científico. Me pre-
guntan qué es "cientificismo". Esta misma pregunta me
la hice yo durante mucho tiempo y realmente no podía
entender qué se quería decir; hace pocos días compré
un libro de Oscar Varsavsky y allí me enteré qué es
cientificismo: aparentemente por "cientificismo" se en-
tiende un científico que se interesa en sus temas de
trabajo y se despreocupa de los problemas nacionales
o de los problemas que lo rodean, de la situación del
país, etc. Yo creo que eso es un poco difícil y que se
mezcla ciencia con científico: la ciencia no puede estar
comprometida nunca pero puede haber un matemático
que esté muy interesado en los problemas nacionales y
que dedique parte de su tiempo a utilizar ese método
científico en el planteo de soluciones.
D e Robertis: Creo que ya Olavarría ha definido esa
palabra, que en realidad implica una deformación de lo
que es el concepto del científico y ha sido esgrimida
para distorsionar el verdadero significado científico. Yo
creo que todos los científicos tienen por objetivo en su
vida el desarrollo de la ciencia; sí, yo creo en el cientí-
fico que busca la verdad en el laboratorio o en la natu-
raleza o donde sea. Esa es la primera misión del cien-
tífico y esa misión para mí es de carácter universal; la
ciencia no tiene fronteras y los científicos de tocios los
países no tenemos problemas cuando nos encontramos;
los científicos tienen una comunicación inmediata, se
entienden perfectamente porque ellos siguen los mismos
objetivos, de manera que así como a la ciencia la consi-
dero que es universal, considero que el científico debe
desarrollar su labor en su propio país.
García: A pesar que no está entre las preguntas que me
han hecho no puedo resistir a la tentación de hacer una
reflexión sobre lo último que hemos oído. Yo le reco-
mendaría al doctor De Robertis que leyera un libro que
acaba de publicarse con la correspondencia entre Einstein
y Max Born; no hace falta presentación de Einstein ni
de Max Born y espero que De Robertis no tenga obje-
ciones sobre la calidad científica de estas personas que
nombro. Allí verá que la preocupación fundamental de
14
Einstein no era su ciencia y verá una cosa muy curiosa
—a la gente del consejo siempre le aterró el izquierdis-
mo—: una anécdota que cuenta Max Born. En 1918 ya
Einstein había hecho su teoría de la relatividad, se ins-
taura un Estado socialista en Alemania, los estudiantes
toman la universidad, secuestran al rector y a los deca-
nos —ya ven que no es un invento argentino—, y hay
que buscar a alguien que tenga diálogo con ellos para
poder pactar y el único hombre, de la más alta reputación
científica que es reputadamente izquierdista y que va a
pactar con los estudiantes es Einstein y creo que Eins-
tein es dentro del campo científico una persona en quien
todos los que estamos acá tendríamos que inspirarnos.
Me han hecho dos tipos de preguntas, una es: que sea
más explícito, eso no es una pregunta creo que es una
admonición, yo he tenido dos propósitos, el primero,
mostrar que lo que se ha dicho hasta ahora no tiene sen-
tido, el Consejo de Investigaciones no hizo nunca, no
se propuso nunca, hacer política científica. Rehusó ha-
cerla, el doctor De Robertis sabe que ellos rehusaron
hacer política científica nacional, concibieron al consejo
como una fundación. Es muy lindo sentirse Mecenas y
distribuir algunas becas por acá y algunos subsidios por
allí, pero política científica nacional no se hizo ni se
quiso hacer. El CONACYT, con ese remedo de plan
que ha hecho que ni vale la pena criticarlo, no ha hecho
tampoco política científica, ha hecho algunas cosas muy
raras. El doctor Sadosky que tiene la mala costumbre
de hacer unos calculitos muy simples con los cuales es
capaz de destruir cualquier plan o teoría, me decía que
había hecho un cálculo muy simple, haciendo intervenir
el plan de repatriación que tiene el doctor Taquini, y el
número de científicos y técnicos argentinos que hay en
el exterior: cumplir ese plan llevaría cien años: el pro-
blema que de acá a cien años estarán todos mucrtecitos,
incluso el CONACYT . . . El problema que he querido
destacar es que eso es hacer mecenismo en ciencias, pero
no es política científica nacional y ninguna de las estruc-
turas que existen pueden hacerla porque la política cien-
tífica es una interacción permanente con los planes so-
cioeconómicos y educativos.
En cuanto a lo que puede hacerse, es un problema que
depende de las circunstancias. Durante diez años en la
Facultad de Ciencias, repito, tratamos de hacer e hici-
mos el Centro de Ciencias Básicas más importante de
Latinoamérica; lamentablemente nos llevó demasiado
tiempo, tardamos diez años en hacer lo que quisimos
hacer en cinco, pero aclaro que durante casi los diez
años que yo fui decano hubo en los gabinetes nacionales
más de 180 ministros y eso explica un poco el retardo
de nuestros planes. Y digo que los planes nuestros estu-
vieron por la mitad porque recién hacia el final pudimos
comenzar y quedó sólo en proyecto la fase más impor-
tante que teníamos presente que era comenzar la inves-
tigación aplicada pero de una manera tal que estuviera
integrada con las ciencias básicas. El problema de cuáles
son los temas de investigación que el país debe tener
en ciencias básicas no se resuelve sentándose una can-
tidad de cerebros alrededor de la mesa por muchos ce-
rebros que sean, se resuelve en el momento que se
empieza a trabajar en problemas aplicados para el país
y que esa investigación aplicada realimenta con los pro-
blemas que van surgiendo la investigación básica y así
se cierra un ciclo nacional no alimentado ni por subsi-
dios extranjeros ni mucho menos con planes hechos a
medida para obtener más subsidios. En lo que respecta
w n
a lo que hoy se puede hacer yo creo que es el único
problema, es seguir formando gente joven, sabiendo que
se va a esterilizar y frustrar en buena medida y esa es
la dosis de fortaleza moral que hay que trasmitirle a la
generación joven: trabajar, sabiendo que en buena me-
dida la frustración será el premio.
Hay una segunda pregunta que me han hecho que
es sobre subsidios y no podía faltar y me alegro que la
hayan hecho. Dice: "¿Usted recibió ayuda económica
de la Fundación Ford? Efectivamente, celebro que se
haya hecho la pregunta. Creo que soy la persona, per-
donen la pedantería, que tiene más experiencia con res-
pecto a subsidios y a estrategias con respecto a los sub-
sidios y por esa experiencia profunda es que llegué al
promediar el decanato a la posición que hoy tengo de
repudio absoluto a toda forma de ayuda extranjera como
medio de dependencia. Nosotros fuimos un tanto inge-
nuos en la Facultad de Ciencias: lo que hicimos fue
detectar la influencia perniciosa de los subsidios extran-
jeros sobre investigadores particulares que, repito, adap-
tan sus planes de trabajo para recibir más subsidios; nos-
otros transformamos los subsidios que propiciamos para
la Facultad de Ciencias en subsidios institucionales que
no eran solicitados por el profesor sino por la facultad,
para equipamiento de la biblioteca y de los laboratorios
con los planes normales de la facultad, sin ingerencia en
los planes de investigación propios de la facultad. Con
eso creímos hacer una división de los subsidios, en "pu-
ros" e "impuros" y nosotros creímos recibir y recibimos
solamente subsidios "puros" y pensamos que nuestra
conciencia podía estar tranquila. Pero llegamos luego a
la conclusión que es el sistema total el que está en juego,
es el sistema total de penetración el que debe ser opues-
to y a veces esa clasificación ingenua de subsidios "pu-
ras" y subsidios "impuros" sólo sirve para que penetren
más fácilmente dándoles un aval y en eso estuvo nuestra
ingenuidad: en darle un aval para que pudieran hacer
con otros lo que no hicieron con nosotros. En este caso
particular, en el momento que vive hoy el tercer mundo,
la guerra no es a medias, es total; las crisis que afectan
a nuestros países, el estado en que nos encontramos, no
admiten términos medios: o estamos por una transfor-
mación total por salir de donde nos encontramos o so-
mos cómplices directos o indirectos de los que mantie-
nen el tercer mundo en la situación en que estamos y
aclaro que no están fuera del tercer mundo todos los
que lo mantienen así, he repetido varias veces que la
dependencia interna es más culpable y tan grave como
la dependencia externa, por esa razón la posición la hice
pública antes de abandonar el decanato. Nosotros termi-
namos cortando completamente nuestra posición anterior
con respecto a los subsidios y recuerdo que pusimos de
manifiesto en el Consejo Superior de la Universidad
de Buenos Aires algunas anomalías tremendas: en la
Facultad de Medicina —y el doctor De Robertis debe
recordar—, se intentó hacer presión sobre nosotros y
recibí tantas visitas que no puedo mencionar ahora para
que se aceptara un subsidio de la Comisión de Energía
Atómica Norteamericana, para un profesor de la Facul-
tad de Medicina según el cual el laboratorio que iba a
instalarse era de tal naturaleza que cualquier persona
ajena a los que participaban en la investigación, sola-
mente podían entrar en ese laboratorio con permiso de
la Comisión de Energía Atómica Norteamericana. A ese
tipo de deformaciones se llegó y se llega con respecto a
los subsidios.
Hay otra pregunta: "¿Cuál fue la política científica
que siguió usted en la Facultad de Ciencias Exactas?"
La política creo haberla expresado: en primer lugar se
trató de formar una generación joven lo más amplia po-
sible, de que la ciencia dejara de ser prerrogativa de una
élite y eso lo conseguimos. En segundo lugar tratar —y
ahí no llegamos— de encauzar la investigación aplicada
para que realimentara a la investigación básica, pero no
podíamos ir mucho más lejos, es absurdo pretender que
se va a hacer política científica nacional desde una uni-
versidad como en cualquier organismo; lo más que se
puede hacer, repito, es capacitar a la gente joven para
que puedan hacer mejor lo que nosotros hicimos y para
que acaso tengan un país distinto del que nosotros su-
frimos.
De Robertis: Siempre he admirado al Dr. García por
su dialéctica que evidentemente supera a la de la mayo-
ría de los científicos. Quería decirles que ese labora-
torio que menciona el doctor García no es el mío, por
supuesto, porque yo en ningún momento —y lo digo
con toda claridad— he hecho ninguna investigación que
fuera sugerida o dirigida desde afuera, sino que los te-
mas de investigación propios que hemos desarrollado
desde hace muchos años han sido apoyados porque eran
temas que podían ser de interés general. Yo no he nota-
do en ningún momento lo que el doctor García dice
aunque creo que hay muchas formas de deformacio-
nes en ese problema de los subsidios. Yo siempre he
admirado al doctor García por la habilidad que ha te-
nido para conseguir fondos de investigación para la Fa-
cultad de Ciencias que creció de una manera extraordi-
naria y que todos admirábamos. Él fue quien consiguió
seguramente más subsidios en el país de organizaciones
extranjeras —para su facultad— y con eso pudo hacer
una obra realmente notable para el país, esa obra debe
perdurar, esa obra no debe ser destruida. Creo que la
destrucción de esa facultad ha sido un grave mal para
el país, que es necesario corregir y así lo espero. <>
Eduardo De Robertis trabaja en la investigación
de la estructura bioquímica del sistema nervioso. Es
Doctor en Medicina (1939) y Profesor Titular de
Histología de la Facultad de Medicina de la UBA. Es
miembro de la Academia de Ciencias Exactas (1960),
Miembro honorario de la Academia de Medicina de
México (1968) y del American College of Physicians
(1971); Doctor Honoris Causa de la Loyola University of
Chicago (1969) y Presidente de la Asociación de
Miembros de la Carrera de Investigadores.
Rolando V. García es maestro y profesor normal. Se
especializó en Lógica Matemática y en Meteorología. Fue
el primer Vicepresidente del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas y Vicepresidente del
Consejo Internacional de Uniones Científicas. Colaboró
en la organización de la Universidad Nacional del Sur y
fue Decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA
desde 1957 hasta la intervención en 1966. Luego fue
Director de la Oficina de Planificación del GARP y
trabaja actualmente en la investigación de Dinámica
de la Atmósfera, en la Universidad de Montevideo.
Los antecedentes de los otros panelistas fueron publicados
anteriormente por CIENCIA NUEVA como sigue: jorge
A. Sábato, C. N. N? 1, pág. 32; José M. Olavarría, C. N.
N? 7, pág. 36 y Mariano N. Castex, C.N. N? 11, pág. 31.
15
Lincamientos para una política
de transporte en Buenos Aires
Alberto A. González
El desplazamiento de per-
sonas y mercancías en los
grandes centros urbanos, pre-
senta problemas casi incom-
patibles con las soluciones
clásicas. Sin embargo, mien-
tras la tecnología no provea
soluciones diferentes y eco-
nómicamente viables, es ur-
gente planificar ese tráfico
sobre bases reales.
A. A. González es Ingeniero Civil de
la Universidad del Litoral (1959).
Especialista en problemas de
economía y transportes ha colaborado
como consultor en distintos
proyectos, entre otros, en el estudio
de factibilidad del Complejo
Zárate-Brazo Largo, en el Diagnóstico
preliminar del sistema de transportes
de la Región Metropolitana, en un
estudio de transportes en la región
del Comahue y en el estudio para la
renovación urbana del Barrio Sur
de la Ciudad de Buenos Aires.
16
El movimiento de bienes y perso-
nas en la Región Metropolitana de
Buenos Aires, al igual que el de
cualquier otra región metropolitana
del mundo, parece no tener una so-
lución integral y definitiva para el
largo plazo, como consecuencia de
las cuantiosas inversiones que debe-
rían realizarse, siempre que en la
tecnología de los medios de trans-
porte no se produzca una transfor-
mación fundamental —hecho que
aún no se vislumbra— permitiendo
así satisfacer la necesidad de viajar
de los habitantes. -
Efectivamente, unas pocas cifras
referidas al parque automotor, trán-
sito en los accesos y puntos internos
de la Región, nos llevan a esta tre-
menda conclusión: si se mantienen
en el futuro las tendencias de creci-
miento de 1960-1969, el problema
de la circulación llegará a niveles
inimaginables (ver cuadro adjunto).
Si existen recursos financieros,
existen soluciones; pero cuando
aquellos son escasos y a esto se su-
man los requerimientos de distinta
índole de otras zonas del país, impo-
sibles de comparar en función de
prioridades, la asignación de recur-
sos a invertir en las distintas áreas
surge de decisiones políticas, fre-
cuentemente descoordinadas entre sí.
Al hablar de transporte urbano
suponemos que esa decisión ya ha
sido tomada y existe una masa de
recursos destinados a inversión en
el mismo, referidos a la Región Me-
tropolitana de Buenos Aires. Estos
recursos son escasos, afirmación rea-
lista y con características de premisa
básica. Además, están asignados a
distintas jurisdicciones que los inver-
tirán de la mejor manera posible
pero sin tener en cuenta otras inver-
siones que afectan al mismo proble-
ma: el transporte urbano.
El objetivo de este trabajo e-
plantear algunas líneas de acción que
permitan disminuir la gravedad del
problema, tratando de mantener un
enfoque tal que dé como conclusión,
líneas de acción coordinadas. Existe
un objetivo único a tener en cuenta
en el futuro y es que se debe satisfa-
cer la demanda de viajes —personas
y bienes en un sistema de transpor-
pMSBiwiii**
"1i
-"•A
my
te rápido, eficiente, seguro y econó-
mico.
Se entiende por sistema de trans-
porte urbano al conjunto de medios
que prestan servicios de transporte,
a su infraestructura y a los lugares
de transferencia (estaciones ferro-
viarias, terminales de pasajeros y car-
gas, puertos, aeroestaciones, etc.)
Para el análisis resulta cómodo divi-
dir los servicios en: pasajeros y
carga. Los servicios de transporte
urbano de pasajeros son prestados
por los siguientes medios: ferroca-
rril, subterráneo, automotor público
(colectivos y taxis) y por el automo-
tor privado.
Prel'ereiH'ias del usuario
Cada uno de estos medios posee ca-
racterísticas propias, satisfacen de-
terminada demanda de viajes y evo-
luciones según las preferencias del
usuario.
Una de las tareas del planificado!'
consiste en analizar esta suma de
preferencias individuales y comparar
con los costos que significan a la
comunidad satisfacerlas. C u a n d o
esos costos superan los recursos dis-
ponibles o se hallan distorsionados,
resulta preciso optimizarlo y, como
consecuencia, inducir al cambio de
preferencia de los usuarios.
En la Región Metropolitana de
Buenos Aires, si medimos la prefe-
rencia de los usuarios por las tasas
cíe crecimiento del parque automo-
tor, del tránsito y de los pasajeros
transportados, se podría concluir
que esta preferencia se orienta cada
vez más hacia la utilización del ve-
hículo automotor privado en sus
viajes.
Esta preferencia, desde el punto
de vista individual, se justifica por
el grado de comodidad y privacidad
que brinda el automóvil particular.
Analizado desde el punto de vista
social surgen algunos inconvenien-
tes. La infraestructura de calles exis-
tentes no ha sido prevista para sa-
tisfacer esta creciente demanda, ge-
nerándose demoras intolerables y
costos de operación elevados. Por
otra parte, la mayoría de los viajes
en vehículos privados requieren un
lugar para estacionar, al finalizar el
mismo. Dado que la mayor parte de
estos viajes tienen por destino el
centro, esta demanda de estaciona-
miento se localiza preferentemente
en dicha zona y como, además, es
previsible que dicha demanda au-
mente, resulta lógico suponer que el
uso del suelo para estacionamiento
desplazará a otros usos que son típi-
cos del centro, trayendo en el largo
plazo un debilitamiento del mismo.
Otro elemento a tener en cuenta
es la ocupación media del automóvil
privado. Este índice revela, en pro-
medio, el número de personas que
viajan en los automóviles privados,
siendo de 1.23.1
Este valor bajo in-
dica que la gran mayoría de los au-
tomóviles particulares son ocupa
exclusivamente por el conductor.
Resulta evidente que si queremos
optimizar las inversiones y cumplir
con el objetivo fijado, no debemos
canalizar los recursos a satisfacer la
demanda de viajes en automóviles y
sí en algún otro medio de transporte
que permita el traslado de un gran
número de personas. Estos medios
son los denominados de transporte
masivo: ferrocarriles, subterráneos y
colectivos. De todos, el subterráneo
resulta el más adecuado por no po-
seer ningún tipo de interferencias;
pero los restantes medios están lla-
mados a cumplir una función básica
en el transporte de la Región Me-
tropolitana del futuro, en función de
una adecuada complementación en-
tre los mismos que valore ventajas
operativas y técnicas de cada uno.
Determinación de prioridades
Definidos los medios de transpor-
te surge el problema de las líneas de
política a seguir para inducir un
cambio en la preferencia de las per-
sonas. La primera prioridad sería
densificar la red de subterráneos lo-
calizados en el centro y prolongar ra-
males que permitan la continuidad
de los viajes con la red ferroviaria
que, además, debe ser electrificada e
integrada en su totalidad, aumentán-
dose en ambos medios la velocidad
de circulación y la comodidad. Con-
secuentemente, deben reestructurar-
se las líneas de colectivos y ómnibus
urbanos, a efectos que abastezcan a
la red de transporte masivo forma-
da por el ferrocarril y subterráneo.
Las medidas de regulación de la
oferta, habrá que integrarlas con el
establecimiento de una política ta-
rifaria de estos tres medios que in-
duzca al usuario a la utilización de
los transportes masivos, como así
también a la regulación y restricción
del estacionamiento de vehículos
particulares en la zona centro y fo-
mentarlo en zonas de conexión con
el transporte masivo.
La primera de las medidas absor-
berá la mayor parte de los recursos
económicos, ya que se orienta a la
ejecución ele obras que en cierto
sentido se hallan esbozadas en el
Plan Director de la Región Metropo-
litana (CONADE) y en los planes
de la Empresa Ferrocarriles Argen-
tinos y de Subterráneos de Buenos
1
Dato obtenido del Estudio Preliminar
del Transporte de la Región Metropolita-
na que se realiza en el ámbito del Mi-
nisterio de Obras y Servicios Públicos.
Indicadores de transporte urbano para los años
Porcentajes de crecimiento
1960 - 1969
Población
Región
Año Metrópoli
Pasajeros
Servicio Público
Miles
Pasa j.-km
Servicio Público
Millones
Parque
autoni. Tránsito
Autom. F.C, Subte. Autom. F.C. Subte. R.Metropo. C. Inte. C. E x k
1 10
1960 7.261.501 2.228,8 536,1 300,5 11.974 8.904
1969 8.857.327 3.077,9 449,2 273,7 17.316 8.454
Cree. 21,97 38,10 —16,21 —8,92 45,36 —5,05
1.058 343.468 186.110 18.12^
887 914.464 398.479 42.379
—16,16 166,24 114,11 133,81
Fuente: Según columnas.
1 Población de Capital Federal y 24 partidos según datos del Censo 1960 y estimación, para 1969, de datos del Censo de 1970.
2 Se consideran las líneas urbanas y suburbanas según datos de la Secretaría de Transporte.
3 Datos de Empresa Ferrocarriles Argentinos.
4 Datos de Subterráneos de Buenos Aires.
5, 6 y 7 Estimaciones propias.
8 y 9 Datos del INDEC.
10 Datos de recuentos volumétricos efectuados por la D. N. V. en: Puente Avellaneda, Puente Pueyrredón, Ruta 3, km 148; Ru-
ta 7, km 12; Ruta 8, km 13; Ruta 9, km 13,3; Ruta 195, km 13,3; Ruta 201, km 17; Ruta 205, km 11.
11 Datos de recuentos volumétricos efectuados por la D. N. V. en: Ruta 2, km 60; Ruta 3, km 55; Ruta 7, km 48; Ruta S, km
54; Ruta 9, km 57; Ruta 200, km 43; Ruta 205, km 42.
Aires. Las otras, requerirán medidas
de política resultantes de estudios
particularizados.
De aplicarse lo puntualizado, se
cumplirían los objetivos establecidos
y se espera a la vez que disminuyan
las tasas de crecimiento del tránsito,
en el futuro.
Las medidas recomendadas no
contemplan la ejecución de autopis-
tas urbanas por el siguiente motivo.
Actualmente existe demanda insatis-
fecha de infraestructura y se produ-
ce un fenómeno de autorregulación
en el uso del automóvil privado. En
efecto, cuando los volúmenes de
tránsito aumentan, se provocan con-
gestiones, aumentan los tiempos de
viaje y consecuentemente, los costos.
La demanda de estacionamiento en
el área centro crece, las tarifas au-
mentan resultando que el costo to-
tal de un viaje al centro en automó-
vil particular se hace comparativa-
mente mayor que un viaje en un
medio de transporte masivo. En ese
instante, el conductor cambia de
medio.
Es de hacer notar que cada con-
ductor evalúa en forma distinta sus
costos indirectos, tiempo, confort,
privacidad, etc. Actualmente se esti-
ma que el 50 por ciento de los pro-
pietarios de vehículos particulares
que viajan al centro de la ciudad, lo
hacen en otros medios de transpor-
te.- En Nueva York esta cifra as-
ciende al 75 por ciento.
Al construirse una autopista urba-
na, estos costos disminuyen brusca-
mente y, en mayor medida, si se
aumenta la capacidad de estaciona-
miento. En consecuencia, se vuelve
a producir un cambio de medio y el
conductor utiliza esta nueva facili-
dad, generando un crecimiento del
tránsito en la autopista que alcanza
la congestión en poco tiempo, vol-
viéndose al proceso de autorregula-
ción citado anteriormente.
La experiencia norteamericana re-
sulta conocida en lo que hace a cons-
trucción de autopistas urbanas y su
reciente cambio en el sentido de ca-
nalizar inversiones urbanas en trans-
porte masivo. No obstante, conside-
ro que uno de los graves problemas
de tránsito radica en los accesos a la
Región, para los cuales sí se justifi-
ca la ejecución de autopistas que ca-
nalizarán la corriente de vehículos
que viene y sale al exterior.
Estaciones termínales
Dentro del esquema de transpor-
te urbano de pasajeros, no resulta
posible ignorar el problema referido
a las terminales de los servicios ur-
banos de media y larga distancia.
Los problemas que se plantean se
refieren a su localización, accesibi';
dad, encuadre dentro de los objeí:
vos establecidos y número de termi-
nales que deban existir. Dada la con-
formación de la infraestructura de
accesos a la Región y las direcciona-
les predominantes del tráfico subur-
bano e interurbano, pareciera convf
niente en una primera etapa, esta
blecer dos terminales de estos ser-
vicios.
La localización de una termin.i!
de ómnibus debe tener en cuenta !.»
facilidad de accesos de los vehículos
y de los pasajeros, En función de (.-
tas variables resulta posible cons-
truir modelos de localización que mi-
nimicen los costos totales de !,¡
terminal. En general, estos modelos
no se utilizan dado que existe un
elemento determinante que es b.
existencia de terrenos disponibles
Otro elemento condicionante de ' i
localización, que se compatibilizai. <
con el objetivo establecido, sería «í
de localizar la terminal en conexa --•
con líneas de transporte masivo.
Como se supone que los usuar; •
2
Estudio de Faetibilidad de la A--.-- J
9 de Julio.
18
de una terminal se encuentran locali-
zados en todo el espacio urbano, la
terminal debería ubicarse en un lu-
gar que permita la fácil accesibilidad
de los mismos. En la Región Metro-
politana de Buenos Aires, la zona de
mayor accesibilidad será el centro
de la ciudad, en la cual estará densi-
ficada la red de subterráneos y se
llegará por transporte masivo. Re-
sulta de esto una primera conclu-
sión: las terminales deberían locali-
zarse marginalmente al Centro, con
una adecuada y complementaria po-
lítica de uso y densidad del suelo
colindante con aquéllas.
El segundo problema es la exis-
tencia de lugares disponibles, hecho
que se soluciona si pensamos que las
grandes terminales ferroviarias Re-
tiro y Constitución fueron diseñadas
para dichas funciones y que ya ac-
tualmente no resultan adecuadas pa-
ra el comportamiento de los usua-
rios. En efecto, el mayor número de
personas que utiliza estas estaciones,
lo hace como lugar de transferencia
a otro medio de transporte. Esta
función no ha sido prevista inte-
gralmente en su diseño y se consi-
dera que en el futuro, si se cumple
el esquema de integración de redes
ferroviarias, no se realizaría con las
características actuales, funcionando
más bien como estaciones de paso.
Este hecho liberaría espacio que po-
dría ser utilizado, con una remode-
lación total, para que puedan fun-
cionar simultáneamente como esta-
ción terminal de ómnibus de media
y larga distancia.
Se establece así el concepto de
centro de transporte que debe ser
diseñado para que en el mismo en-
torno físico se desenvuelvan las ac-
tividades de transferencia entre el
ferrocarril, subterráneo, colectivo ur-
bano, interurbano, automóviles par-
ticulares y taxis. Las ventajas prin-
cipales están en la posibilidad de
minimizar los costos de transferen-
cia entre medios (tiempos, como-
didad, confort) y la alternativa de
llegar y salir en transporte masivo.
Las dos localizaciones citadas, vale
decir Constitución y Retiro, evitaría
el movimiento de ómnibus a través
del centro, de por sí congestionado.
En el campo del transporte aéreo,
las innovaciones tecnológicas previs-
tas en cuanto a incremento de ca-
pacidad de aviones, orientan la de-
cisión de conectar la ciudad y sus
aeropuertos con líneas de transporte
masivo, hecho éste contemplado en
el proyecto de electrificación del
F. C. Roca.
El movimiento de cargas en la
Región Metropolitana de Buenos Ai-
res crea también importantes pro-
blemas de tránsito, ya que la casi
totalidad del movimiento interno se
efectúa por camiones. Dado el valor
económico de este tráfico, no resulta
aplicable el criterio utilizado para el
automóvil particular. En este caso
la acción debe orientarse a posibili-
tar la aplicación de técnicas moder-
nas en el manipuleo, clasificación,
distribución y recepción de las car-
gas, lo cual posibilitará la disminu-
ción de costos e incluso de viajes-
vehículos. Para ello, resulta necesa-
rio la concentración del movimiento
en pocos lugares, de forma de obte-
ner volúmenes considerables suscep-
tibles de ser operados con las téc-
nicas citadas.
Para el caso de cargas ferrovia-
rias, la localización de terminales
debe orientarse a una disminución
gradual de su número3
con la con-
siguiente concentración del movi-
miento en un número reducido de
estaciones. Se debe tener en cuenta
que deberán existir terminales de
carga en Capital Federal para aque-
llos vagones que transportan cargas
cuyo destino final sea dicha área, y
en el resto de la Región para las
restantes cargas.
Este lincamiento sigue teniendo
en cuenta el número limitado de ac-
cesos viales que tiene la Capital Fe-
deral, con elevados volúmenes de
tránsito que no resulta económico
sobrecargar. Se considera, desde es-
te punto de vista, que resulta más
conveniente el ingreso de un tren
con carga destinada a Capital Fe-
deral que puede hacerlo en las pri-
meras horas del día, que el número
de camiones equivalentes para el
caso que no operen estaciones de
carga en dicha zona. Para el caso
de carga que ingresa por camión,
el criterio de concentrar varias ter-
minales en una, debe ser analizado.
Estos lincamientos de política de
transporte urbano no tienen carác-
ter de conclusión de un estudio ex-
haustivo del problema, sino que con-
templan en función de la situación
actual, la tendencia histórica y la
posible evolución, las medidas de
mayor urgencia y de más fácil im-
plementación. O
3
En 1968 funcionaban 143 estaciones
que recibieron carga en la Región Metro-
politana.
19
El universo infrarrojo
Anthony Tucker
El Consejo de Investigaciones Científicas (CIC) de Gran
Bretaña tiene actualmente en estudio proposiciones que,
de ser adoptadas, proporcionarían a los astrónomos, en el
lapso de un año, un telescopio infrarrojo de clase mundial.
Esta nueva rama de la astronomía ya permite obtener in-
formación inesperada acerca del universo y es probable
que durante esta década alcance un auge parecido al que
alcanzó la radioastronomía en las décadas del 50 y 60.
Debido a la forma en que están
construidos sus ojos y debido a la
barrera atmosférica, los hombres ven
el cielo oscuramente a través de una
grieta extremadamente angosta del
espectro elactromagnético. La barre-
ra atmosférica es importante para el
mantenimiento de la vida, porque
bloquea casi todas las irradiaciones
de frecuencia más alta que la del es-
pectro visible; los hombres se frei-
rían si todos los rayos ultravioletas
o X provenientes del Sol llegaran a
la superficie de la Tierra. Sin em-
bargo, para comprender los procesos
que se desarrollan en las estrellas o
en los enormes espacios interestela-
res o intergalácticos del universo, es
indispensable mirar a través de todo
el espectro electromagnético. En su
forma y en los picos y depresiones
de sus regiones de frecuencia que se
extienden de ambos lados del espec-
tro visible, se encuentran las claves
de fenómenos celestes que el ojo
nunca podría ver por sí mismo.
Para realizar estudios a muy altas
frecuencias, como la de los rayos X,
es preciso salir totalmente de la at-
mósfera de la Tierra; tal es la causa
por la cual el tiempo total de visión
del universo a estas frecuencias acu-
mulado hasta hoy por el hombre
asciende a pocos días, trabajosamen-
te acumulados por medio de vuelos
de cohetes cuya duración individual
no supera pocos minutos. El futuro
de este tipo de astronomía se en-
cuentra en el espacio y si bien los
primeros satélites de astronomía de
rayos X ya rotan alrededor de la
Tierra, su costo es elevado y el pro-
greso en este campo no será proba-
blemente rápido.
El costo tle un telescopio
Empero, a frecuencias inferiores a
las del espectro visible, la atmósfera
ofrece algunas ventanas por las cua-
les el astrónomo ubicado en la Tie-
rra puede observar, con tal de po-
seer las técnicas adecuadas. El am-
plio éxito de la radioastronomía se'
funda sobre la existencia de venta-
nas a frecuencias para las cuales
resulta económicamente razonable
construir el equipo apropiado. Tam-
bién sucede que si bien la atmósfera
absorbe gran proporción de las irra-
diaciones infrarrojas que entran en
ella desde el espacio exterior, algu-
nas longitudes de onda son menos
obstruidas que otras. Por ejemplo,
en el extremo infrarrojo existe una
ventana correspondiente a una lon-
gitud de onda de aproximadamente
1 milímetro, ventana que fue usada
en los primeros estudios acerca de
este campo debido en gran medida
a que es relativamente económico
construir un telescopio adecuado pa-
ra observar a esa frecuencia. En ge-
neral, el reflector parabólico de un
telescopio debe tener una exactitud
de una décima parte de una longitud
de onda de la frecuencia en cues-
tión para ser útil. Si el margen de
error alcanza la cuarta parte de una
longitud de onda, se torna inservi-
ble. Como el costo del telescopio
depende en gran medida del refina-
miento de su espejo colector, cuan-
to más alta es la frecuencia mayor
es el costo.
Esto explica el costo sumamente
alto de los telescopios ópticos, y
como las irradaciones infrarrojas
pueden ser enfocadas en forma muy
parecida a como lo es la luz visible,
todo permite pensar que, puesto que
podría ser mucho más barata, la as-
tronomía infrarroja debería haberse
desarrollado rápidamente hace largo
tiempo. La región infrarroja es con-
siderada importante desde hace mu-
chos años, no simplemente porque
se sabe poco sobre las irradiaciones
celestes a estas frecuencias, sino
porque los objetos fríos irradian solo
en las frecuencias infrarrojas o en
frecuencias más bajas aún. Sin ob-
servaciones en el campo infrarrojo,
un gran segmento del ciclo termodi-
námico del universo permanece in-
visible.
Los problemas han sido principal-
mente técnicos. Además de la men-
cionada ventana de aproximadamen-
te 1 milímetro, las dos ventanas in-
frarrojas que tienen mayores proba-
bilidades de ser productivas se en-
cuentran a longitudes de onda de 1
a 2 y d e 8 a l 4 micrones (un micrón
es la milésima parte de un milíme-
tro) y, si bien las irradaciones a estas
frecuencias pueden ser reflejadas y
enfocadas como la luz visible, no
existen emulsiones fotográficas capa-
ces de registrarlas. Por añadidura, la
20
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  • 1. ""^BBMHI Reviüta cía Ciencia y Tecnología 12/1 ^71, $ 3.50 fS '¿ñU a!ñ.) Mesa redonda Informe especial Ciencia en la SISTEMA Argentina de hoy NERVIOSO El transporte en Buenos Aires
  • 2. Que haríafusted con unal computadora? «pipiimmMíííím i*~ i -t * El problema lo plantea usted, nosotros po- nemos la computadora. Ciencia Nueva y el servicio de Time Sharing Honeywell Bull están interesados en sus ¡deas. Díganos qué haría si tuviera una com- putadora a su disposición. No nos interesan las aplicaciones standard ni queremos un programa de computación. Sólo estamos buscando ideas originales. Tenemos una computadora para resolver su problema y una revista para publicar los resultados. La computadora y la revista es- tarán a disposición de la mejor idea. Una cierta cantidad de solicitudes de información llegó sobre la fecha de cierre fijada precedentemente. Por ello decidimos postergar un mes la fecha de cierre, por única vez y definitivamente. Recibiremos trabajos para el concurso hasta el 1? de octubre próximo. Time Sharing Service Honeywell Bull ri • i i Sr. Director. CIENCIA NUEVA, Diagonal R. Sáenz P e ñ a 4° piso, ol. 43 Buenos Aires. Por favor, envíeme detalles y r e g l a m e n t o del c o n c u r s o . N o m b r e | O c u p a c i ó n I D i r e c c i ó n I I .
  • 3. Mesa redonda Informe especial Ciencia en la SISTEMA Argentina de hoy NERVIOSO Mariano N. Castex Jorge Sábato José M. Olavarría Eduardo De Robertis Rolando García Alberto A. González Anthony Tucker Jacques Taxi Julio Moreno Oscar Varsavsky Jacques Mehler Daniel Goldstein Manuel Risueño Revista de ciencia y tecnología Mesa Redonda: ¿Qué posibilidades tiene el desarrollo científico en la Argentina de hoy? Lincamientos para una política de transporte en Buenos Aires El universo infrarrojo Informe especial: ¿Cómo funciona el sistema nervioso ? Novedades de Ciencia y Tecnología 1. Ritmo alfa y el cerebro 2. La electrónica y el pescado fresco 3. La edad de la menarca 4. La ropa interior de nylon puede perturbar a una computadora 5. Reparación de carreteras Humor nuevo Dos posiciones, dos respuestas: Ideología y verdad ¿Puede una pseuxlofilosofía aclarar el concepto de pseudoeieneia? Llamado de científicos en ayuda de Yietnani El cólera o los excesos del AMP cíclico El ajedrez de fantasía y el problema de las n dantas Metegol N" 8 y solución a Metegol N" 7 Cursos y reuniones científicas El filtro de las noticias Comentario de libros Libros nuevos Correo del lector De las opiniones expresadas en los artículos firmados son responsables exclusivos sus autores.
  • 4. Ano II / N" 12 / setiembre 1971 / Buenos Aires Av. Boque Sáenz Peña 825, 9* piso, Of. 93 - Buenos Aires Tel.: 45-8935 Ricardo A. Ferraro Héctor Abrales Daniel Goldstein Ricardo Schwarcz Hernán Bonadeo Horacio Speratti Lucía Bonadeo Katia Fischer Ana Tedeschi Isabel Carballo Fernando Díaz Julio Moreno Hebe Mitlag María Susana Abrales Frankfurt: Jan Kovarik Haifa: Eduardo Fischbein Londres: Eduardo Ortiz Nueva York: Roberto Lugo París: Jorge Schvarzer Praga: Jan Rehacek San Pablo: Ricardo Albizuri Santiago de Chile: J. Pablo Schifini New Scientist; Sciences; Science et Avenir; Science-Progrés-Découverte; Science et Vie; Science Journal; Scientific World; Sapere; Cooperation Technique; Science Service; Associated Press; APN; TASS; CTK; ADN; Agencia DAN; ICA press. Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R. Sáenz Peña R2-5, 9° P., of. 93, Buenos Aires, República Ar- gentina, Tel.: 45-8935. Distribuidores: en la República Argentina Ryela S.A.I.C.LF. y A., Paraguay 340, Capital Federal, 'M.: 32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos., S.R.L., Solís 585, Capital Federal. Impreso en Talleres Gráficos DIDOT S.C.A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar: ley 18.188 $ 3,50 (m$n 350). Suscripciones: Argentina, ley 18.188 $ 40 (m$n 4.000) por año; exterior, por vía ordinaria, u$s. 15 anual. Registro de lu propiedad intelectual n° 1.049.414. Hecho el depósito de ley. Derechos reservados en castellano y cualquier otro idioma para los trabajos originales, y en castellano para colaboraciones traducidas. Director Asesores Secretario de redacción Redacción Diseño gráfico Dibujo Humor Producción Secretaria Corresponsales Servicios del exterior
  • 5. Mesa redonda ¿Qué posibilidades tiene el desarrollo científico en la Argentina de hoy? El 4 de agosto pasado, en el Centro Cultural San Martín de la Municipalidad de Buenos Aires, CIENCIA NUEVA inició -con sorprendente éxito de público- la discusión sobre política científica nacional, con una Mesa Redonda en la que participaron Mariano Castex, Eduardo De Robertis, Jorge Sábalo, José Manuel Olavarría y Rolando García, cuyas opiniones se reproducen aquí. Ciencia Nueva: En el número uno de CIENCIA NUE- VA, en abril del año pasado, decíamos "CIENCIA NUEVA quiere ser un lugar de discusión, un lugar desde donde se apueste a la madurez crítica para juzgar, para decidir el desarrollo de la ciencia que nos hace falta. Su éxito o su fracaso depende de este diálogo, de esto que solicitamos como colaboración y que se debe, como toda la revista, a la presente generación de ar- gentinos." Hemos tratado en este año de existencia de ser fieles a ese pedido y a esa declaración y esta mesa redonda, para la que hemos contado con la valiosísima colaboración de la Secretaría de Cultura de la Munici- palidad y del Centro Cultural General San Martín, quie- re ser una nueva forma de ese diálogo que queremos provocar. Mariano Castex: Si el objeto de la reflexión son las posibilidades que tiene el desarrollo científico en la Argentina de hoy, tendría que hacerme una serie de preguntas; la primera es si se valora realmente lo que 3
  • 6. es la ciencia y la tecnología, si se valoran en sí y luego si se valora la influencia que la Ciencia y la Tecnología tienen en el desarrollo de un país. Esta pregunta es fundamental ya que si el poder no cae en la cuenta de que desarrollar la ciencia y la tecnología es desarrollar la independencia económica del país —como decía un ministro de Ciencia en la República Federal Alemana cuando defendió el programa espacial— es inútil que nos planteemos nada y podemos decir que no hay nin- guna posibilidad de desarrollo científico en la Argentina de hoy. Creo que a lo largo de los últimos años o sea des- de 1966 hasta hoy, se ha intentado desarrollar la ciencia en la Argentina por medio de decretos y leyes, creando estructuras, 110 animándose a reformar algunas que había que reformar, destruyendo otras a las que no había que destruir y todo ese proceso indica, o que había una buena voluntad manifiesta en creer que la ciencia valía algo pero que se erró en su ejecución, o que no se valora en nada la ciencia y la técnica. Mis siguientes preguntas dependerían todas de ésta: sí compararnos la estructura científica del país con la estructura científica francesa o con la estructura que rige en Estados Unidos o Rusia, no tenemos grandes diferencias en cuanto a legislación; el problema son los organismo y los hom- bres que están én ellos. Yo he oído hablar demasiado y creo que lo que tiene que terminarse en la Argentina es ante todo con la gente que opina y no entiende nada de lo que es ciencia y técnica; convencerse que los cargos científicos y técnicos no pueden estar sola- mente en manos de científicos y técnicos sino en exper- tos en Administración Científica que muchas veces no son hombres de laboratorio sino que son sociólogos, economistas, etc., que usan a los científicos o a los técni- cos como asesores, y convencerse de que los cargos cien- tíficos y técnicos no son cargos políticos, no pueden estar sujetos al vaivén de las luchas que convierten a los organismos en selvas donde se deshacen las "tren- zas" de turno, y, más que nada, convencerse de que la forma más fácil de hacer pedazos las estructuras cien- tíficas es con el cuco de las ideologías políticas: mientras mantengamos estructuras sensibles a los macarthismos y a los cucos de ideologías políticas, la ciencia y la técnica y el país no saldrán a flote. Más aún, todo hombre que tenga vocación independiente, que luche por la ciencia y la técnica prescindiendo de las ideolo- gías y promoviendo siempre a los más valiosos, en nues- tra estructura social actual tarde o temprano, pero ine- xorablemente, está condenado a caer y su obra a ser destruida. Para prever futuros o calcular posibilidades hay que mirar la historia próxima, ya que la historia no va a cambiar bruscamente. Nuestro país está lleno de ejemplos en que se persigue al hombre y más que perseguir al hombre se destruye su obra; esto lo vemos a cada rato si analizamos en forma objetiva y concluimos que toda tentativa por hacer algo serio es destruida sistemáticamente. Hace poco tiempo todos los organismos oficiales de promoción científica plantearon a la Presidencia de la Nación un cambio en el organismo rector de la política científica y técnica; yo asistí a la reunión en la que, por unanimidad, todos los titulares de los organismos más el presidente del Consejo de Rectores o su represen- tante, y los representantes de algunos otros organismos privados que integran el Consejo Asesor de Ciencia y Técnica, pidieron que se hiciera un urgente cambio en esa estructura que se denomina CONACYT y se cam- biaran caras; nada se hizo y por primera vez que yo recuerde (he conocido ya a todos los Presidentes, desde Justo y sé que todos han respetado profundamente a los valores científicos) 110 se recibió a la delegación científica a nivel presidencial, ni se han tomado medi- das. En un país como el nuestro, que vive situaciones graves, uno podría explicar esta anomalía, pero eso hace reflexionar, sobre si lo que más importa es la salida política, los líos de San Juan y las huelgas de tal lado y si todo eso pasa por encima de la ciencia y la técnica, quiere decir que el país no las valora y si no las valora al nivel de gobierno, las posibilidades de desarrollo son malas. No quiero ser totalmente pesimista: son malas con una estructura como la actual, pero pueden ser muy buenas si se volviera a respetar la libertad académica, si se aplicaran las medidas que he reseñado en cuanto a libertad, respeto, inmunidad, macarthismos y totalita- rismos, si se hiciera un juego libre como tuvo la Uni- versidad en el período anterior a 1966. El opinar así, a muchos hombres que están acá sentados les ha costado mucho, pero creo que la única solución que tiene nues- tra Patria es opinar así y entonces tal vez nos encon- tremos todos los que hemos salido alguna vez juntos, adentro de vuelta y se pueda hacer algo en serio. Eduardo De Robertis: Para los que pasamos el día en el laboratorio, y nos parecen cortas las horas, es muy difícil estar en una reunión como ésta con tanta gente tan interesada en los problemas científicos. En realidad los científicos tratamos de encerrarnos en el laboratorio y evitar, si es posible, estas confrontaciones, pero creo que todos tenemos un deber ante la sociedad y la ciencia; La inquietud que quiero traerles, en relación con el tema de hoy, es. la inquietud que tienen los miembros de la Carrera de Investigador del Consejo de Investigaciones: he sido nombrado presidente de esa Asociación que se llama Asociación de Miembros de la Cartera de Inves- tigador del Consejo (AMICIC) y el único motivo por el cual acepté esa designación fue porque creo que esa es una de las obras más importantes que se han hecho en el país en los últimos años y que es necesario preser- varla, mantenerla y engrandecerla. El Consejo de Inves- tigaciones nació en 1958 y hay varias personas que están en esta sala que pertenecieron al primer Directorio. Em- pezó en una época en que la ciencia en el país práctica- mente había sido destruida, donde se había terminado la investigación científica y había muy pocos elementos. Desde entonces el Consejo ha hecho una obra extraor- dinaria que no es muy conocida pero que se ha refle- jado en la formación de una nueva generación de inves- tigadores científicos. Muchos de los que están en esta sala —los jóvenes sin duda— deben su vida científica al hecho de que existiera el Consejo de Investigaciones y uno de los que va a hablar hoy empezó como becaric en 1958 y luego como miembro en la Carrera de Inves- tigador, haciendo toda su carrera en el Consejo. Es decir, que el Consejo representó para' el país la mejor form¡. de constituir un patrimonio científico. Durante estos años, hasta 1970, el Consejo dio 2.200 becas internas y más de 900 becas al exterior y luego, al formarse la Carrera de Investigador, ha llegado a tener cerca de 500 miembros que representan sin duda los elementos más valiosos que tiene la ciencia argentina. Esa obra que realizó el Consejo se ve en estos momentos difi- cultada de diversas maneras y por diversas razones y ese es el motivo de que nuestra Asociación se haya 6
  • 7. constituido: con el fin de defender esa obra y tratar de mejorar la situación. En primer lugar el problema del Consejo de Investigaciones es un problema de presu- puesto: mientras que en 1958 el Consejo de Investiga- ciones tenía mil trescientos millones (a precios constan- tes), en 1971, tiene nada más que mil cuatrocientos millones, es decir que después de doce años el presu- puesto del Consejo se ha mantenido y en algunos perío- dos ha declinado enormemente. Eso significa que el apoyo a la investigación científica, en uno de los orga- nismos más importantes para su promoción, se ha visto dificultado por una razón de presupuesto. Mientras en la Argentina el Consejo de Investigaciones recibe esa cantidad —que es equivalente a unos cuatro millones de dólares o tal vez menos en este momento—, en el Brasil el Consejo de Investigaciones tiene 20 millones de dóla- res a su disposición. Han pasado cosas realmente muy graves para el Consejo de Investigaciones que nuestra Asociación quiere hacer conocer a la opinión pública: uno de ellos es el problema de las becas, que son el fundamento de la iniciación de toda carrera científica, es decir, el método por el cual el joven puede llegar a demostrar su aptitud para la investigación científica. En el último año se han visto cortadas y reducidas a la mínima expresión; mientras que en 1970 se dieron 220 becas internas, en 1971 se otorgaron solamente 101, de las cuales solamente 29 son de iniciación, quiere decir que el árbol que estaba creciendo vigoroso se está cor- tando por su propia raíz, impidiendo a los jóvenes poder iniciarse en la carrera científica. Creo que esto es uno de los problemas más graves que tiene en este mo- mento el desarrollo científico y es necesario que las autoridades nacionales conozcan estos problemas, que en este momento se están manifestando en forma tan alarmante. En lo que respecta a los recursos humanos en la ciencia, la Argentina está, por supuesto, muy por de- bajo de los países desarrollados, y precisamente por eso no está en la categoría de país desarrollado; la Argentina tiene solamente 0,5 investigador por mil habitantes De acuerdo con los ciatos del CONACYT habría más de doce mil investigadores en el país (dato que nos parece bastante aumentado); si lo comparamos con los inves- tigadores en otros países nos damos cuenta de lo escaso de su número; por ejemplo, en la Unión Soviética el 3 por mil de los habitantes son científicos, lo que repre- senta en total setecientos mil, y en Inglaterra el 6 por mil puede considerarse como científicos. Quiere decir que nosotros estamos muy lejos de la cuota óptima de investigadores; no sobran investigadores en la Argentina. Aunque algunos hayan llegado a pensar que "hay ya un exceso de investigadores, por el contrario estamos muy por debajo de las necesidades del país en todas las ramas de la ciencia, no solamente en las de las ciencias físicas y tal vez en las tecnológicas sino también en otras ciencias, aun en la Biología que muchos piensan que está muy desarrollada en el país. Coincido con el Dr. Castex en que los poderes públicos no tienen una posición clara con respecto a la importancia de la ciencia y de la tecnología en el desarrollo del país y también creemos que es debido a las dificultades propias de un Consejo que tal vez a través de los años ha llegado a envejecer como estructura y no tiene el vigor que tenía en los años de su comienzo. Jorge Sábato: Tanto el Dr. Castex como el Dr. De Ro- bertis han encuadrado el problema de las posibilidades Castex: acabar con las persecuciones ideológicas. ele hacer ciencia y técnica en el país en función de la actitud que tiene hacia ellas el sector dirigente del país; no me refiero al sector dirigente circunstancialmente a cargóle la conducción del país, sino al que ha manejado el país en unos cuantos años a esta parte, quizás tantos como los que tienen los más jóvenes que están acá en la sala. Los argumentos y ejemplos numéricos que dio el Dr. De Robertis tanto como los argumentos genéricos que dio el Dr. Castex prueban algo de lo que todos somos conscientes, aunque no siempre plenamente: que 5
  • 8. ni la ciencia ni la técnica pertenecen al conjunto de valores de la clase dirigente. Nadie en .1971 podría dedi- que no le "gusta" la ciencia y la técnica, que no cree que son importantes, pero hay un ejemplo muy contundente en estos días (porque cuando digo clase dirigente no me estoy refiriendo exclusivamente, insisto, a quienes ocupan las posiciones del poder político, me refiero al conjunto de personas, instituciones de toda índole que de alguna manera lideran o creen que lideran la socie- dad): el año pasado la Argentina se enorgulleció de que uno de sus eminentes científicos, el doctor Leloir, re- cibiera el premio Nobel. Les pido que, como ejercicio aritmético, cuenten el número de centímetros dedicado por los diarios al Dr. Leloir contra el número de centí- metros dedicado a los toros de la exposición que tiene lugar en este momento en la Sociedad Rural Argentina. Una comparación cuantitativa, aritmética, simple y us- tedes podrán comprender qué valor ocupa en la sociedad argentina el Dr. Leloir y qué valor ocupan los toros de nuestras pampas. Recuerdo una vez que hablando del "brain-drain" dije que no iba a hablar más del tema; esto hace como cinco años y no he vuelto a hablar, porque en realidad el problema no le interesaba a nadie y lo demostraba por una simple estadística: el país había perdido varios miles de investigadores y científicos y cada tanto sólo se dice algún discurso al respecto y alguien se golpea el pecho y llora, y dice que es muy importante. Propuse el siguiente ejercicio: que día por día desapareciese un toro de nuestras hermosas cabañas, que simplemente un toro campeón se evaporase; que a ia mañana fuese el patrón y el toro no estuviera, y así sucesivamente duran- te todos los días en los últimos, digamos, 15 años. Creo que si algo así hubiese ocurrido toda la población ar- gentina estaría buscando los toros y todos los Servicios de Informaciones con la Interpol incluida se ocuparían por encontrar dónde estaban los toros que se habían evaporado en la Argentina. Me quiero referir, sin em- bargo, a otro aspecto del problema. La pregunta que nos formula CIENCIA. NUEVA es con respecto a qué posibilidades tenemos de hacer ciencia y, descripto el marco en que nos movemos, el marco en el cual para la clase dirigente, la ciencia y la técnica no forman parte de su estructura de valores, me interesa más referirme a qué debemos hacer los científicos, es decir, nosotros, frente a ese hecho. Nosotros no podemos preguntarnos si hay o no posibilidades. Si contestamos por la negativa yo diría qué hacemos entonces, qué pasa después, ya que nuestra razón de ser es hacer ciencia, y si la res- puesta es que no la podemos hacer, el camino será la emigración, la amargura, la frustración y el cambio de oficio, pero me pregunto si tiene sentido llegar a res- ponderse que ¡no! Creo que para cada uno de nosotros, hacer ciencia es la razón de ser, la razón social de ser, más allá de la razón individual. Me voy a referir espe- cíficamente a la ciencia y a la técnica como herramien- tas de la sociedad, no en sus valores, llamémoslo así, ecuménicos, no la ciencia para conocer la naturaleza, no la técnica para controlarla, sino ambas, ciencia y técnica como herramientas de transformación de la sociedad. Entonces, si nos preguntamos qué es lo que debemos hacer nosotros, que nos hemos definido como científi- cos y tenemos una función social que es hacer ciencia, la respuesta es, hacer ciencia en esta sociedad hoy y ahora a pesar de todas esas cosas que dijimos antes, a pesar de que el marco general que nos rodea no es el más apto, a pesar de que no sea el más cordial, a pesar de que en él ocurran toda clase de contradicciones, retrasos y dificultades. Y creo que 110 podemos aban- donar esa tarea a pesar de todo eso, porque si no la hacemos nosotros no la puede hacer nadie, por la simple razón que éste es nuestro oficio. Si mañana los barren- deros decidieran que no están dadas las condiciones para que se ejerza la profesión de barrendero con toda pul- critud y el status que ella merece y dejaran de barrer, si pasado mañana los panaderos dijesen que no son hon- rados como corresponde dado que ellos elaboran uno de los productos más nobles de la vida, como es el pan, y dejaran de hacer pan, entonces la sociedad se pregun- taría, si los panaderos no hacen pan y los barrenderos no barren ¿quién diablos hace eso? Uno puede estar muy enojado, sentirse muy frustrado y muy furioso, pero no puede decir que no; es lo único que no puede hacer. Me quiero referir entonces a la responsabilidad individual de los científicos argentinos en medio de una sociedad cuya característica genérica es la crisis, crisis que no solamente es para los científicos sino para muchos otros hombres que sufren consecuencias en una sociedad que tiene muchas injusticias, que tiene, para hombres con muchas menos posibilidades de defensa, mucha me- nos capacidad de expresión, muchas menos tribunas ilustres como ésta, para expresar su desazón y su frus- tración. Mi preocupación fundamental es que en este análisis de conciencia de nuestro propio proceder debié- ramos tener la capacidad de juicio de darnos cuenta que si la sociedad se caracteriza por estar en crisis, esa crisis nos llega a todos y nos toca a todos, que la superación de esa crisis depende de un conjunto de factores algunos ajenos a nosotros y otros no, como por ejemplo: si hemos hecho un diagnóstico de la sociedad y pensamos que debemos desarrollar ciencia y técnica en esta socie- dad para que sirvan como herramientas de transforma- ción, es nuestro deber hacerlo, cuando lo hagamos, y esa transformación ocurra, tendremos una herramienta dis- ponible; de lo contrario el día que queramos hacer esa transformación no tendremos con qué realizarla porque nosotros no habremos hecho los deberes que teníamos que hacer preocupados en por qué otros no hacían sus deberes. Me aflige darme cuenta que, lo dicho por el Dr. De Robertis es correcto respecto a que no tenemos la cantidad de científicos que tendríamos que tener, y que el esfuerzo dedicado a ciencia y técnica es menor del que debiera de ser. Pero a mí personalmente me pre- ocupa más el hecho de que utilizamos mucho menos eficientemente el potencial que ya disponemos y lo uti- lizamos mucho menos eficientemente porque no nos hemos definido como sociedad en su conjunto. Aun cuando la sociedad misma no se definiera y el conjunto de científicos encontrase una definición común, ¿ciencia para qué?, ¿ciencia con qué objeto?, ¿ciencia para qué hoy en la Argentina? Las respuestas que lleguen para esas preguntas fundamentales harán que podamos utilizar con mucho mayor eficiencia un potencial pequeño pero ya existente, es decir mayor que cero, por lo tanto utili- zable para una cantidad de cosas importantes. La última reflexión que quería hacer es que todos los ciudadanos argentinos se quejan del estado de crisis, de confusión, de caos, de desorden en que está inmerso nuestro país desde hace muchos años; nosotros también como seres humanos tenemos las mismas clases de expresiones y las entiendo; naturalmente a mí me ocurre como a ¡ocios ustedes que nos expresamos humanamente de 'a única
  • 9. manera que un ser humano se puede expresar, es decir: se irrita, se frustra, insulta, protesta. Como cien til icos sin embargo tenemos una profesión que consiste en ana- lizar la realidad que nos rodea, entender las causas pro- fundas de esas crisis, asumir la crisis como un estado en el cual esta sociedad hace tiempo que está —y parece que estará aún mucho tiempo—, y en consecuencia dise- ñar estrategias adaptadas para realizar ciencia en la so- ciedad en que estamos. Yo no tengo ganas de hacer el vano ejercicio de pensar qué ciencia haría yo en el país que sueño, me preocupa mucho más saber cómo puedo hacer ciencia en un país que no me gusta como está pero que final y fundamentalmente es mi país, en él vivo, y he dicho y vuelvo a repetir, y públicamente aquí, que siempre he considerado un privilegio particular para el señor que habla, habitar este país. En este país, me pregunto, cómo uso mi capacidad analítica, mi prepara- ción técnica y científica para analizar la crisis en la que me encuentro, para comprenderla y para trabajar en ella. De lo contrario me parece que no cumplo una de las funciones que como científico se espera de mí. José Manuel Olavama: En cuanto a la posibilidad de desarrollo científico en un país en el cual el apoyo de las autoridades es muy bajo y la inestabilidad institucional muy alta, hay que tener en cuenta los dos aspectos, el de la ciencia y el de la tecnología. La ciencia, sobre todo en sus disciplinas básicas, tiene ciertas posibilidades de realizarse mediante esos mecanismos de adaptación de los cuales ha hablado el Dr. Sábato, es decir, encontrar la forma de poder seguir haciendo ciencia en condicio- nes de recursos muy inferiores a las de otras partes del mundo; desgraciadamente lo mismo no se puede hacer en la tecnología donde hace falta, además del individuo dispuesto a sacrificarse, una cierta estructura industrial y económica, que dé la posibilidad de realizar ese tipo de estudio. Hacer en el país investigación tecnológica a expensas de instituciones oficiales desgraciadamente se- ría lo mismo que enviar científicos al extranjero para después importar la tecnología. Con respecto a la nece- sidad de que los científicos sigan trabajando y dediquen todo su esfuerzo a invertir el círculo vicioso de que al haber poca ciencia, el apoyo de las autoridades y la conciencia de los grupos dirigentes sobre su necesidad disminuye, considero que al hacer ciencia se consiguen dos objetivos: por un lado los resultados prácticos o positivos y por otro el crear la conciencia del método científico que desgraciadamente es tan poco utilizado en todos los aspectos de la vida nacional o personal. Conoz- co muchos científicos, que creo que cometen el error de no utilizar en sus relaciones a nivel institucional el mé- todo científico que sin embargo utilizan en sus experi- mentos. Un ejemplo de esto lo tenemos en la mayor parte de las situaciones de la vida nacional. Quizás uno de los más llamativos es el de la ligereza suicida con la cual un grupo de gente se decide de pronto a esta- blecer una ley que ate a las universidades durante un cierto número de años; esta gente es capaz de decidir en el mínimo detalle cuál va a ser la suerte de las universidades de nuestro país, cómo se van a manejar, tanto en el Norte como en el Sur, en el Este como en el Oeste; gente que a lo mejor en el diseño de sus experimentos no se arriesgaría demasiado e iría escalo- nando los resultados o las hipótesis a medida que van consiguiendo resultados, le quita a la universidad ar- gentina, por ejemplo, toda posibilidad de adaptación. Sábato: Los que mandan, prefieren a los toros. Uno piensa si no hubiera sido más razonable hacer una ley mínima que diera a las universidades el máximo de posibilidad de evolución y que cada una de ellas, por sus propios mecanismos de planificación y de ajuste, fuera corrigiendo rumbos, cosa importante del punto de vista científico, ya que nos permitiría tener un espectro de posibilidades, aprovechar las experiencias titiles y desechar las expeneircias dañinas. Por la integración de todas esas experiencias se podría tender en el futuro hacia estructuras más rendidoras y eficientes. Esta falta 9
  • 10. de espíritu científico y de uso de método científico se debe al escaso nivel científico que han tenido nuestras universidades durante muchos años (que, desgraciada- mente, en este momento tampoco es demasiado alto), que ha hecho que gente que haya pasado a través de ellas y se considere universitaria no haya tenido nunca la vivencia de qué es el trabajo científico, porque este tipo de trabajo, no se puede conseguir leyendo la vida de Pasteur o Cajal, sino en la forma mucho más tediosa y menos lucida que es el trabajo de todos los días en el laboratorio, el aprender a aprovechar errores y descubrir que una serie de errores a veces es mucho más útil que los resultados positivos. Creo que el planteo que ha hecho el Dr. Sábato de la necesidad imperiosa y de nuestra responsabilidad, de tratar de, en condiciones muy críticas dar el máximo impulso a la investigación y contagiar ese espíritu científico, es una tarea típica del científico que desgraciadamente está construyendo casi siempre para el futuro y eso lo lleva muchas veces a no ser contemporáneo de sus coetáneos sino contem- poráneo de gente que va a nacer mucho más tarde. Creo sin embargo, que en este momento es posible optimizar, con los recursos que existen, las posibilidades de hacer ciencia en la Argentina, pero para ello sería necesario evitar el exagerado control que en este momento está tratando de imponerse a nivel estatal sobre algunos as- pectos. Rolando García: Para dar una respuesta adecuada a la pregunta que nos han formulado tenemos que empezar por definir qué es la Argentina de hoy y que es "desa- rrollo científico". La Argentina de hoy es un país some- tido en el cual muchos años de desgobierno han otor- gado a su pueblo la vivencia directa de todas las formas de frustración; país sometido a una doble dependencia, la dependencia externa por un lado, la sujeción a un im- perialismo que actúa a cara descubierta en la Indochina pero en Latinoamérica usa toda la gama de sus recursos desde los marines y las sanciones económicas hasta las formas más sutiles de penetración neocolonialista. Por otra parte una sujeción, una dependencia interna, dada por el predominio de minorías privilegiadas sobre la gran masa de la población. La dependencia es doble pero el sometimiento es uno solo. La Argentina de hoy es un país que después de cinco largos años de una pretendida "revolución argentina" anda a los tumbos tanto en lo económico como en lo político, buscando desesperadamente una salida que nadie sabe definir, im- provisando batallas en una guerra inconfesada. La Ar- gentina de hoy es un país en el cual la rebeldía de los que no se resignan a ver esta tierra postrada, esta tierra que merece un destino mejor, esa rebeldía sana que fue el motor del progreso en todas las épocas de la huma- nidad, es sancionada con todos los métodos sutiles y no sutiles de la represión. Este es el marco del país, éste es el contexto en el cual nos formulan la pregunta. Es muy difícil resistir a la tentación de contestar con una sola palabra trisilábica: ninguna. Pero esa contestación requiere varias aclaraciones, en primer lugar debemos suponer que cuando se habla de desarrollo científico, no se está haciendo referencia al investigador aislado que trabaja gracias a un enorme esfuerzo individual o por pertenecer a una poderosa élite con lazos científicos ex- tranacionales, En todas las épocas, en todos los pueblos, se han dado esos picos aislados que no forman cordillera: también los Borgia protegían a un Leonardo Da Vincí; vaya quizás a favor de los Borgia que los intervalos que tenían entre el momento en que culminaba una intriga y el momento en que despachaban a un opositor acaso sabían apreciar la estética de las producciones de Leo- nardo aunque nunca entendieron su ciencia y mucho menos sus portentosos inventos que quedaron ignora- dos por más de tres siglos. Pero debemos distinguir aquí cuidadosamente entre el Leonardo, auténtico buscador de la verdad, y el país de los Borgia. La segunda obser- vación es que la época en que se definía la ciencia como "la búsqueda de la verdad" pertenece al pasado; la ciencia es hoy un poder demasiado grande, un factor demasiado decisivo en la sociedad para que alguien se permita el lujo de ser investigador puro sin responsa- bilidad social. La ciencia sin responsabilidad social, par- ticularmente cuando se carece del genio creador que es único, esa ciencia la hemos definido más de una vez como mero juego intelectual, como arena de un torneo de pedantería con togas académicas, como pasatiempo de élite y como símbolo insolente de diferencias de cla- se, esa ciencia tampoco nos interesa. La tercera obser- vación es que trataré de eludir la expresión "desarrollo científico" para evitar caer en las posiciones desarrollis- tas que tuvieron en nuestro país como representante más conspicuo a Arturo Frondizi y cuya filosofía a nivel internacional fue ejercitada por la Alianza para el Pro- greso. No es éste tampoco el progreso científico al cual nos queremos referir; yo prefiero cambiar la formula- ción y no referirme al desarrollo científico sino a las posibilidades de una política científica nacional. Esta es una expresión también harto usada y abusada, mano- seada en épocas recientes y también en el pasado pero es una expresión que debemos describir nuevamente. En varios años de lucha en el Consejo Nacional de In- vestigaciones Científicas y Técnicas nunca conseguí ha- cer entender lo que era política nacional y aclaro que no por falta de inteligencia de mis opositores sino por- que olvidan que política científica nacional es en primer término política y política nacional y en segundo término ciencia y tecnología al servicio de esa política. Cuando se ha hablado en el Consejo de Investigaciones o se habla ahora en el CONACYT y aquí mismo, esta noche, de política científica, se habla de política para la ciencia, para desarrollar la ciencia y nosotros entendemos no la política para desarrollar la ciencia, entendemos, la polí- tica al servicio del país. El objetivo de la política científica nacional no es la ciencia, es el país. El centro de interés no es el hombre de ciencia, es el hombre, el hombre de todos los rinco- nes del país y todos los hombres del país. Planteada así la cosa, es totalmente absurdo el tipo de planteos que se han hecho en nuestro país, tradicionalmente en el Consejo de Investigaciones, hoy en el CONACYT. To- talmente absurdo pensar que un grupo de hombres de ciencia, cualquiera sea su nivel y su jerarquía, alrededor de una mesa pueden formular política científica nacio- nal, porque la política científica nacional surge con un planteo de un cambio social profundo y eí plan de desarrollo económico y el plan de política científica deben ser hechos en función de esas transformaciones sociales que nuestro país necesita. Planteada así la cosa inmediatamente surgen las consecuencias que el tiempo no me permite elaborar pero sin duda la discusión per- mitirá extender un poco más; no podemos concebir a los hombres de ciencia pensando simplemente tai una política que dé más recursos para invesiigaciuncs que
  • 11. en general no están conectadas con el país, tampoco se resuelve hablando de los famosos problemas nacionales, porque esos problemas nacionales sólo surgen en un planteo profundo e integral de toda la situación del país. Por eso respondí "ninguna", a la pregunta que nos han formulado, porque un país sin rumbo, un país sin metas, un país que no ha encarado su profunda transformación, no puede sino balbucear en política científica y no puede sino hacer lo que ha hecho hasta ahora; tomar los pre- supuestos de ía ciencia para buscar mayores recursos para sus propios proyectos, generalmente de espaldas al país, generalmente ignorando hacia dónde este país tiene que ir. Es dentro de este marco que yo quisiera plan- tear los problemas; a mi no me interesa la política para la ciencia, sino como un aspecto muy particular de la política científica nacional. Claro que hay que desarro- llar la ciencia, claro que hay que formar más y mejores científicos, pero esos más y mejores científicos o están al servicio del país o es lo mismo que vivan en Berkeley en Harvard o en Cambridge. Sábato: Quiero decir que el planteo que ha hecho Gar- cía con el cual estoy también de acuerdo tiene, sin em- bargo, una dificultad bastante grave que me ha preocu- pado hace muchos años y sobre la cual creo que hemos discutido más de una vez. García dice: posibilidades de desarrollo científico en la Argentina de hoy, ninguna, hasta tanto pase algo, supongo que hasta tanto los ar- gentinos definan o decidan qué país quieren y cómo lo van a hacer. Yo creo que eso lamentablemente se con- vierte en una vía de escape. Hay dos vías de escape para los científicos, García se refirió a una, la vía de escape de la ciencia por la ciencia misma: "yo me encierro en mi laboratorio, no miro alrededor de lo que pasa, me pongo anteojos, negros si puedo, y publico trabajos, si es posible en inglés para que aumente mi curriculum y así siga realimentando el circuito". Ese es un tipo de escapismo que ha estado muy de moda no solamente en la Argentina sino en muchas partes del mundo y que no está más de moda lo prueba la cantidad de gente que ha venido hoy a esta reunión; si esta reunión la hubié- ramos hecho hace muy pocos años, acá estaríamos los de la mesa redonda y los parientes, como me ha pasado a mí en numerosas mesas redondas anteriores a ésta. Pero hay otro tipo de escapismo, al cual yo le tengo tanto miedo como al anterior y es al tipo de escapismo que dice: "qué vamos a poder hacer hasta que no termi- nemos con los que mandan", que era algo así como lo que me acuerdo que decíamos en mi época más juvenil: no podemos hacer nada hasta que cambiemos la Cons- titución y (como esto de cambiar la Constitución parece que es más difícil de lo que uno piensa) en el ínterin no hacemos nada. Para poner un ejemplo que a muchos de nosotros nos tocó vivir y que hoy no se quiere nom- brar por una especie de falso pudor, me acuerdo muy bien que gastamos unos buenos años de nuestra vida diciendo que no podíamos hacer nada hasta que lo echá- semos a Perón y como este Perón era difícil de echar, nosotros nos pasamos unos cuantos años conspirando en el café o tratando de que el tal Perón se fuese, porque al día siguiente que se fuese Perón, ¡ah! entonces íbamos a hacer esa ciencia que hasta ese momento era imposible por la persecución política, por la incapacidad de Perón de entender los problemas y por todos los juicios de valores que están escritos, publicados y firmados en la época que va del 44 al 55. Ese escapismo nos llevó a Olavarrta: Método científico, la solución para la Universidad perder años de tarea útil para tener los elementos que necesitaríamos el día después de que se fuera Perón. Hay ejemplos notorios de escapismo de este tipo en la Argentina por ejemplo: durante años muchos de los que estamos acá luchamos para manifestar por las calles y para que nos pegaran palos (los palos que daba la po- licía de Perón, ahora los da la policía que no es de Perón y la vuelta siguiente los dará la otra policía) por conse- guir la nacionalización de los servicios públicos y parti- cularmente para conseguir que CADE se transformara 9
  • 12. ~ 7 5 T T g 7 r o l t 0 7 , 1 ^ 0 0 0 0 0 ' R f í 5 i L 2 0 / R 6 3 , 0 2 7 ^ ' 0 1 2 9 1 . 9 0 0 E x l - , 7 5 ' 5 0 0 nnie. 2 2 0 0 : 5 7 n , 7 0 X 5 • 19 71- 7 8 5 - 7 8 = JuJUy De Robertis: Cifras. en lo que hoy se llama SEGBA, en otras palabras sacar al servicio público de electricidad de las manos del im- perialismo de SOFINA. Eso se consiguió; fue una larga lucha pero finalmente se consiguió. Muchos años des- pués, y por el azar de la circunstancias, fui llevado a la presidencia de SEGBA; yo no me había ocupado del problema de SEGBA desde que había sido nacional, por- que me había ocupado en la etapa anterior, la de escribir panfletos, decir "muera SOFINA". Entonces cuando me hice cargo de la presidencia de SEGBA me dije que debía ser muv fácil, porque debía haber bibliotecas com- pletas de volúmenes muy sabios y muy profundos anali- zando cómo debe funcionar una empresa de Estado cuan- do es nacional. Éso pensé en mi ingenuidad de científico tonto; que era cuestión de ir a la biblioteca y pedir los 18 ó 27 ó 47 tomos en donde estaría analizado de ida y de vuelta cómo manejar una empresa nacional al ser- vicio de la nación. Lamentablemente me encontré que la biblioteca estaba vacía, encontré sí un folleto que yo había escrito hacía muchos años diciendo que había que nacionalizar SEGBA; eso no me servía porque ya estaba nacionalizada. Esto suena a chiste, a cuento, pero tiene para mí un significado: creo que tuvimos un gran valor personal e intelectual en plantear el problema de la nacionalización de los servicios públicos de SEGBA; luchando se consi- guió, pero después parecía un hecho rutinario de que eso funcionara, de que eso sirviese realmente a las nece- sidades concretas de los argentinos. Esto parece que no era un tema tan destacado de trabajo, que no era un tema apasionante. Hemos pagado un precio muy caro por eso, porque entre otras cosas verdaderamente hemos tenido que aprender, con mucho sudor y lágrimas, cómo podíamos hacer funcionar este tipo de cosas. En el cam- po de las empresas del Estado —para que ustedes no crean que es una anécdota personal— la nación tiene empresas nacionalizadas, que no pertenecen al imperia- lismo y que manejan casi el treinta por ciento de la economía nacional, en esas empresas nacionales que son nuestras, no hemos encontrado aún una fórmula correcta de funcionamiento con un marco único, fíjense que hay nada menos que siete tipos distintos de empresas de Estado, siete tipos distintos de manejar empresas de Es- tado y en ninguna de esas empresas —dicho sea de paso— hay programas de investigación y desarrollo. Si soy administrador de SEGBA y no puedo hacer un programa de investigación y desarrollo y le echo la cul- pa a manejos siniestros que están por detrás de esto, a lo mejor es cierto que tienen la culpa, pero si además les echo la culpa y eso me libera, yo diría que estoy escapando a la responsabilidad que yo mismo debiera haber asumido. En muchos sectores de la realidad na- cional nos ha ocurrido y nos sigue ocurriendo que, ade- más de las dificultades que nos crea el estado de domi- nio o de dependencia en que se encuentra el país frente a la potencia central de esta parte del mundo (los otros, los tocayos nuestros de la otra parte del mundo tienen su propio problema con la otra potencia central), hay que agregar la falta de ideas propias que nosotros hemos tenido para afrontar circunstancias. Voy a terminar con una simple historia que me enseñó mucho en esta mate- ria de escapismo; cuando hace algún tiempo planteamos desde la Comisión de Energía Atómica la construcción de una Central Nuclear recuerdo que gente muy amiga mía me decía que no se podía hacer una central nuclear en la Argentina porque los intereses de las empresas extranjeras se oponían, de manera que era una lucha tonta. Cuando se dio un paso más y se avizoraba que iba a haber una central nuclear, se me dio un argumento muchísimo más sutil y difícil de combatir: lo que uste- des van a conseguir es que van a tener una central para uranio enriquecido y, de una manera objetiva, están siendo agentes de la potencia central por las connotacio- nes que tiene el uranio natural y que todo el mundo co- noce perfectamente. De manera que estábamos derrota- dos antes de empezar la batalla. En medio de esas 10
  • 13. tramitaciones me encontré en París con unos rumanos que estaban en el mismo trámite que yo, negociando una central de uranio natural; los rumanos estaban exac- tamente con los mismos pesares que yo y en una mesa de café conversamos sobre las chances relativas de los dos países de tener centrales de uranio natural frente a sus dos potencias dominantes. Volví al país, conté esta historia a algún amigo que me dijo, bueno, es abso- lutamente seguro que la central argentina va a ser de uranio enriquecido y la central rumana va a ser de uranio natural. Termino la historia diciendo simplemente que la central que se está construyendo en la Argentina es de uranio natura! y la que se está construyendo en Ru- mania es de uranio enriquecido. García: Con respecto a la última parte de la interven- ción de Sábato, quiero decir que cuando he hablado de la dependencia como un problema vital no me he referido a otros problemas; el diagnóstico de lo que pasa en el país es muy difícil porque uno nunca sabe cuál es la proporción en que se mezcla la mala intención, la ineptitud y la ignorancia, pero cualquiera sea la dosifi- cación, esos productos son siempre catastróficos para el país, aunque el juicio moral que pueda merecer en un caso u en otro sea un tanto diferente. Yo quisiera refe- rirme a la primera parte de su exposición; dudo mucho que Sábato o ningún otro pueda acusarme de escapismo; creo que fui el único que no "escapó" en 1966 y tengo muy buena memoria, creo también haber contribuido junto con muchos que están aquí en el público a formar el centro científico más importante que tuvo Latinoamé- rica en ciencias básicas y eso a pesar de tener el absoluto convencimiento de que tarde o temprano sería destruido y estoy aquí de nuevo, en el país, dispuesto a empezar de nuevo, sabiendo que lo que se haga volverá a ser destruido hasta que las condiciones básicas del país no cambien. Pero creo que hay que persistir y el escapismo nunca ha sido mi política y Sábato lo sabe muy bien. Yo creo que aquí hay dos problemas que se confunden: uno es el problema de lo que se puede hacer en condi- ciones difíciles. De las tres patas de ese trípode que constituyen la política de un país, la economía la ciencia y la tecnología y la formación de gente, nosotros hemos dado énfasis — y al decir nosotros me refiero a ese gru- pito al cual cité antes— a la formación de gente jo- ven, somos optimistas pensando en el futuro del país. De la aventura, de 1957 a 1966, queda mucho más que el recuerdo de los palos recibidos, la enorme satisfac- ción^ de una gran cantidad, de prácticamente una gene- ración, de jóvenes científicos de reputación internacio- nal que podrían tener los mejores cargos en los mejores sitios del mundo y que están aquí en el país dispuestos a enfrentar todas las vicisitudes. Eso no es escapismo, eso es la más alta forma de responsabilidad, pero ellos saben como lo sé yo que el progreso o el desarrollo científico del país no se hará en serio mientras no cam- bien las condiciones, lo cual no quiere decir que no siga- mos trabajando; esa es la filosofía última que para mí rige en estas cosas, seguir haciendo sabiendo que va a ser destruido y seguir haciendo porque algo queda de todo eso y eso que queda ayudará, el día que venga la liberación (y tengan la absoluta seguridad que va a ve- nir porque la historia está con nosotros y no con los otros), esas generaciones estarán preparadas para hacer una cosa distinta y lo estarán no solamente porque son grandes científicos, sino porque son el tipo de persona que se queda en el país a pesar de lo que ocurre, el tipo de persona que está dispuesta a poner su ciencia al ser- vicio del país y no reclamar al país que se ponga al servicio de su ciencia. Olavamía: Cuando se habla de una ciencia ai servicio de una política, cuando se habla de una ciencia al servi- cio de un cambio social, esa política, ese cambio social, ¿es un cambio social o una política a priori? o ¿es un cambio social y una política en cuya elaboración la cien- cia ha participado? Yo estaría de acuerdo en una cien- cia al servicio de una política cuando la ciencia ha ser- vido al planteo de la política, cuando el método científico se ha aplicado en la búsqueda del cambio necesario. Así como se escribe una ley universitaria a priori y después usamos la ciencia para que esa universidad camine, por- qué no usamos el método científico primero para esta- blecer^cuál es la ley universitaria que mejor conviene y después la ciencia, con muchas mejores posibilidades, va a poner en marcha esa universidad elaborada científi- camente. De Robertis: H e escuchado al profesor García con mu- cho interés como lo he escuchado tantas veces en el consejo en años pasados; veo en él, no solamente una posición escapista —aunque no lo quiera reconocer , sino también una posición de pesimismo que no puede existir para los científicos: la ciencia es una cosa conti- nua, no se puede detener en ningún momento, no pode- mos pararnos ahora y decir, vamos a esperar un cambio social para seguir la ciencia; ese cambio social vendrá hoy o mañana, pero si no estamos preparados, si los científicos no se han formado, ese cambio no se podrá producir. _ Formar un científico cuesta muchísimo, no se impro- visa, significa muchos años de dedicación y de trabajo y de tener maestros; es una cosa mucho más compleja que lo que la gente se puede imaginar, de manera que yo creo que no es posible pensar en que la destrucción es la única finalidad. Si tomamos una posición así tan nega- tivista creo que nunca vamos a poder construir nada realmente en el país. Yo creo que el país se tiene que seguir construyendo, creo que aún con las dificultades, con todas las crisis que hemos soportado tenemos que persistir en el desarrollo, puesto que las generaciones jóvenes son las que nos van a dar el futuro y si corta- mos el camino de la universidad a esas generaciones, nosotros les impedimos que entren en la investigación o si se alejan del país y se van a otros países, el país no se va a poder construir nunca. Soy optimista porque he estado trabajando desde 1957 en un laboratorio donde no había absolutamente nada y que ha ido creciendo con el tiempo. Veo que esa obra persiste y veo a mi alrede- dor muchos jóvenes que tienen la idea de que la inves- tigación es importante, que hay que persistir y seguir. Castex: Me estoy preguntando si no estamos usando un término de ciencia equívoco. Una ciencia que buscara un cambio en el país tal vez no sea la ciencia que pien- sen todos los investigadores que se han llamado cientí- ficos en la última década. Yo preguntaría cuántas son las becas que ha dado el consejo desde su creación, a las ciencias políticas, sociales, psicológicas, económicas, administrativas, a las ciencias tecnológicas, de la educa- ción o filosóficas. Esa ciencia al servicio del cambio si está integrada por científicos de estas ciencias podrá 11
  • 14. o García: Cuando yo tenía la manija. contribuir al cambio» la otra ciencia, o sea ciencia que excluya tocio esto es incapaz de hacer un cambio, es una ciencia netamente individualista, liberal y obsoleta. De Robertis: Puedo darle algunas cifras sobre las becas del año 70 y que tal vez le puedan interesar: sobre 314 becas internas, la tecnología recibió 46 becas y las cien- cias humanas 59, las ciencias médicas 69, naturales 58, las químicas 52 y las fisicomatemáticas 30; evidente- mente el consejo ha dado becas, en una buena propor- ción, a las ciencias humanas y tecnológicas. Ciencia Nueva: Al doctor Castex, hay unanimidad, en las tres preguntas recibidas del público acerca de la diferencia de su planteo actual con el que parece haber tenido durante su actividad en la presidencia y funda- mentalmente qué rol le cupo como creador del CONA- CYT. " Para Sábato, hay una interesante lluvia de preguntas que va desde ¿'por qué no aceptó el Ministerio de Obras Públicas?, pero que se centran fundamentalmente en qué tipo'ele investigación tecnológica puede hacerse en empresas privadas nacionales y, por otra parte, cuál es el concepto de dependencia del imperialismo en una empresa. Para el doctor Olavarría, una pregunta acerca de si ta situación actual de la universidad se debe a un pro- blema político o a un problema de falta de aplicación del método científico. Y para el doctor García, varias de forma diferente pero que coinciden en pedir que sea un poco más explí- cito, es decir que aclare un poco más y dé algunas ideas concretas de qué tipo de acciones se pueden ir desarro- llando en la Argentina de hoy. Castex: Yo tendría que aclarar que mi gestión con el gobierno de Onganía comienza en junio de 1967; yo conozco al presidente Onganía recién en diciembre de 1967, estrictamente como asesor científico y llevado por un subsecretario legal y técnico, el doctor Roberto Roth, cuya posición nacional era bien conocida por su enfren- tamiento con los ministros famosos que luego se identi- ficaron con el grupo DELTEC. Caí allí llevado por ha- ber sido compañero de él en la lucha universitaria en los años 51 al 54; con él estuvimos presos y con el luchamos en la entonces Federación Universitaria de Buenos Aires; fui allí llevado porque calculamos, con mentalidad universitaria, que la presencia curil, haría más suave las molestias de que era objeto por parte de los sectores más retrógrados del gobierno de Onganía. Al general Onganía yo jamás lo asesoré espiritualmente, esa figura fue creada por ciertos sectores interesados en crear mitos y jamás logré que se desmintiera la cosa; sabemos perfectamente que la libertad de prensa en mu- chos casos es un mito, muchas veces traté de hacer pu- blicaciones y no lo logré. En cuanto a mi posición en el gobierno de Onganía puedo reseñar cosas muy claras: la revista Análisis —que no me tiene mucha simpatía ya que le conviene muchas veces mantener la figura del cura oscurantista y medioeval asesorando a Onganía—, publicó un artículo en la cual yo dije que para la Uni- versidad de Buenos Aires no bastaban rectores que fue- ran niños buenos; esa entrevista que fue publicada en la época del rector Devoto, creo que pone muy clara mi posición de enfrentamiento con la política educativa que llevó la presidencia de Onganía. A lo largo de mi acción como asesor honorario, solamente opinaba en las cosas que me consultaban y la mayoría de mis actuacio- nes se refirieron a lo siguiente: a) lograr la recalifica- ción de muchos científicos destacados que habían sido mal calificados por el Servicio de Informaciones del Es- tado. Así intervine para detener el sumario del doctor Varsavsky, en el Instituto de Radioastronomía, sumario cuya detención fue ordenada por el presidente Onganía y que se reinició ante la insistencia del consejo, durante ía presidencia de Levingston, ocultándosele a Levings- ton, que Onganía había dispuesto el cese del sumario; b) la recalificación de la esposa del dirigente socialista Lattendorf; c) obtener que no se impidiera la designa- ción del doctor Dickman, distinguido científico argenti- no, en su cátedra en la Universidad de Buenos Aires; d) obtener la recalificación del doctor Moisés Polak, 12
  • 15. distinguido anatomopatólogo argentino; e) defender y tratar de que no se destruyera el Instituto de Biología Marina, fundado por tres universidades, llevado adelan- te por un hombre eximio como era el doctor Olivier y al que se persiguió por razones políticas, cuando en el fondo era una pelea de un distinguido zoólogo, que había sido su maestro, empecinado en destruir al doctor Olivier y a su obra; /) tratar por todos los medios po- sibles de que no se destruyese el Instituto Argentino de Radioastronomía y en ese sentido, debo confesar que se mantuvo al Instituto de Radioastronomía funcionan- do gracias a la intervención del almirante Muro de Nadal y a la intervención personal del gobernador de entonces que luego fue ministro discutido, el general Imaz. Apar- te de las recalificaciones de científicos la lucha consistió en tratar de crear en el gobierno la mentalidad de que la racionalización administrativa era un desastre y que con ella se estaba fomentando el éxodo de cientí- ficos; esa lucha, o esa inquietud, me la despertó el INTA a través de un destacado investigador que había sido secretario de Agricultura y que tiene sede en el INTA de Balcarce. Se logró detener un proceso de racionali- zación administrativa desastroso, particularmente en al- gunos organismos. Debo destacar que ahí, el consejo logró mantener su directorio ante una postura intransi- gente del doctor Houssay, ante presiones por destruir el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, pese a no haber sido simpatizante con sus políticas y líneas, ya que para mí fomentaba un individualismo científico y no una ciencia al servicio del país, logramos que no se tocara ni la figura del doctor Houssay ni se modifi- cara o interviniera el consejo; yo era partidario de que se lograra que el cambio viniera de adentro, si lo hizo o no lo hizo eso es un problema que no depende de mí, lo que sí logre es que no se interviniera el consejo. Lue- go una apertura de mentalidad o sea que se aceptara en el gobierno, que la política universitaria había sido un desastre en 1966 y que lo menos que se podía haber hecho en algunas facultades, como en Ciencias Exactas era, más que preocuparse por seguir destruyendo las obras de los hombres, preocuparse por tratar de arreglar el zafarrancho. En ese sentido luchar por que se logra- ran niveles iguales a los perdidos, cosa que no se logró. Nuestra idea era lograr que se respetaran las estructuras de promoción científica vigentes, INTA, Comisión de Energía Atómica y demás, no porque fueran muy bue- nas, sino porque la experiencia administrativa indica que todo bicho que entra quiere cambiar todo y no hace más que zafarranchos; tratar de mantener y, eso sí, abrir un Senado de las Ciencias, en el que estarían todos los presidentes de organismos oficiales. El CONACYT nació queriendo copiar estrictamente la figura del Conseil National de la Politique Scientifique de Bélgica; esto es, un organismo no político con un director que no es cambiado por los gobiernos, que no es científico sino un experto en administración cientí- fica, organismo que tiene muy poco presupuesto, lleno de técnicos, ordinariamente sociólogos, economistas y abogados que se asesoran de toda la problemática cien- tífica y que tratan de facilitar al gobierno los elementos para hacer una política científica. Ese era el sentido que tenía que tener el famoso CONACYT y en su Consejo Asesor Nacional tenían que estar representados en la mejor forma que se pudiera toda la inquietud científica y tecnológica del país. En ese sentido el secretario de Ciencia y Técnica tenía que ser un servidor de la ciencia y la técnica y un canal de esas inquietudes hacia la Pre- sidencia de la Nación. Eso no se logró, además el decre- to reglamentario no es el que redactó la Comisión de la Ley. La ley salió un 28 de diciembre y el decreto que acompañó la ley fue reescrito totalmente por el actual secretario de Ciencia y Técnica que, por lo visto, tiene cargo vitalicio, pasando de gobierno en gobierno. Además nació la Comisión Nacional de Estudios Geo- heliofísicos, en la que terminé como titular, lisa y lla- namente porque no se lograba reincorporar científicos cesantes o perseguidos por el consejo y el presidente Onganía aceptó la idea de crear un para-consejo que permitiera investigación tranquila y en paz a hombres que habían sido marginados arbitrariamente y finalmen- te la última acción que logramos en el mes de marzo del 70, fue convencer que los científicos de los países del Este no son espías y que cuando se los invita al país hay que darles visa y de ahí salió la idea de la misión científica a Rusia y a los países del Este, o sea nuestra tesis era que Argentina haga por lo menos lo que hace España. Puedo confesar que después de haber estado en Rusia y los países del Este, he descubierto que la Argentina es el país más retrógrado del mundo en sus relaciones científicas y culturales con el mundo del Este Europeo y no digamos con el tercer mundo. Sábato: Sobre la investigación en la industria privada, tengo muy poco tiempo para decir lo que pienso porque la cosa es bastante más complicada de lo que parece; la gente normalmente habla de que las industrias debieran hacer investigación para con esto producir tecnología na- cional, etc. Todos conocemos esa cadena de razonamien- tos, pero hay una dificultad económica esencial: la tecnología dentro del sistema económico es una mercan- cía, se compra, se vende, se importa, se exporta, se roba, se copia; no debe ser confundida con el pensamiento del científico que crea la tecnología: el científico podrá crear una determinada idea, ésta se transforma en una mercancía del sistema económico y esta mercancía cu- riosamente, es la única mercancía de libre circulación, para lo cual no hay ninguna clase de barreras aduane- ras, ni controles de ninguna especie. En países como la Argentina es bastante utópico pensar que alguien va a desarrollar tecnología en el sector industrial si todo el mecanismo de recompensa se obtiene cuando uno im- porta tecnología (desde créditos especiales, tanto nacio- nales como extranjeros, a toda clase de auxilios inclu- yendo el personal técnico y demás) de modo que aquí hay que cambiar radicalmente en primer lugar el con- cepto del manejo de la tecnología y hasta que ello no se logre me parece bastante poco probable que los incen- tivos actualmente en vigencia (como la deducción en réditos de los gastos de investigación), sean suficiente- mente poderosos para cambiar el sentido de importador neto —que es la situación actual de la industria— a pro- ductor de tecnología. Quiero apuntar que el problema no hay que buscarlo ni en la mentalidad de los cientí- ficos ni siquiera en la mentalidad de los industriales, sino en las reglas de juego del sistema económico que impera en el momento. En cuanto a la intervención del impe- rialismo en las empresas, hay de todo: hay empresas en las cuales ha habido manejo desde adentro y desde afuera relacionados a intereses extranjeros como ha ha- bido empresas en las cuales esos manejos han sido mu- cho menores y no se puede hacer ninguna regla muy clara. Por cierto que si uno no defiende con cuidado 13
  • 16. ios intereses que tiene que defender en las empresas es obvio que los intereses extranjeros tratarán de obtener las mayores ventajas posibles y en ese sentido se ha ido dando legislación cada vez más avanzada en el país: la ley de Compre Nacional dictada en el mes de noviembre pasado como la ley de Contrate Nacional, son pasos im- portantes en la defensa, no solamente de las empresas sino del universo que se mueve alrededor de las empre- sas. Para terminar, quiero aclarar que, al referirme a escapismo, no me refería a García, por supuesto; sus antecedentes son tan notorios que me parece que no correspondía que pensara que me dirigía a él como es- capis ta. Olavarría: Creía que cuando me referí a método cien- tífico y a política había quedado más o menos claro que introducir la política en la universidad, manejar la uni- versidad como un elemento sobre el cual la política debe influir es falta de método científico, es decir, conside- rando la universidad como elemento fundamental de la evolución del hombre como sociedad, considero que la universidad debe ser ella misma la que se fije sus normas a partir de muy pocos elementos, debe ser ella misma la que se gobierne y debe ser ella la que elija sus autoridades. De manera que meter la política dentro de la universidad es falta de método científico. Me pre- guntan qué es "cientificismo". Esta misma pregunta me la hice yo durante mucho tiempo y realmente no podía entender qué se quería decir; hace pocos días compré un libro de Oscar Varsavsky y allí me enteré qué es cientificismo: aparentemente por "cientificismo" se en- tiende un científico que se interesa en sus temas de trabajo y se despreocupa de los problemas nacionales o de los problemas que lo rodean, de la situación del país, etc. Yo creo que eso es un poco difícil y que se mezcla ciencia con científico: la ciencia no puede estar comprometida nunca pero puede haber un matemático que esté muy interesado en los problemas nacionales y que dedique parte de su tiempo a utilizar ese método científico en el planteo de soluciones. D e Robertis: Creo que ya Olavarría ha definido esa palabra, que en realidad implica una deformación de lo que es el concepto del científico y ha sido esgrimida para distorsionar el verdadero significado científico. Yo creo que todos los científicos tienen por objetivo en su vida el desarrollo de la ciencia; sí, yo creo en el cientí- fico que busca la verdad en el laboratorio o en la natu- raleza o donde sea. Esa es la primera misión del cien- tífico y esa misión para mí es de carácter universal; la ciencia no tiene fronteras y los científicos de tocios los países no tenemos problemas cuando nos encontramos; los científicos tienen una comunicación inmediata, se entienden perfectamente porque ellos siguen los mismos objetivos, de manera que así como a la ciencia la consi- dero que es universal, considero que el científico debe desarrollar su labor en su propio país. García: A pesar que no está entre las preguntas que me han hecho no puedo resistir a la tentación de hacer una reflexión sobre lo último que hemos oído. Yo le reco- mendaría al doctor De Robertis que leyera un libro que acaba de publicarse con la correspondencia entre Einstein y Max Born; no hace falta presentación de Einstein ni de Max Born y espero que De Robertis no tenga obje- ciones sobre la calidad científica de estas personas que nombro. Allí verá que la preocupación fundamental de 14 Einstein no era su ciencia y verá una cosa muy curiosa —a la gente del consejo siempre le aterró el izquierdis- mo—: una anécdota que cuenta Max Born. En 1918 ya Einstein había hecho su teoría de la relatividad, se ins- taura un Estado socialista en Alemania, los estudiantes toman la universidad, secuestran al rector y a los deca- nos —ya ven que no es un invento argentino—, y hay que buscar a alguien que tenga diálogo con ellos para poder pactar y el único hombre, de la más alta reputación científica que es reputadamente izquierdista y que va a pactar con los estudiantes es Einstein y creo que Eins- tein es dentro del campo científico una persona en quien todos los que estamos acá tendríamos que inspirarnos. Me han hecho dos tipos de preguntas, una es: que sea más explícito, eso no es una pregunta creo que es una admonición, yo he tenido dos propósitos, el primero, mostrar que lo que se ha dicho hasta ahora no tiene sen- tido, el Consejo de Investigaciones no hizo nunca, no se propuso nunca, hacer política científica. Rehusó ha- cerla, el doctor De Robertis sabe que ellos rehusaron hacer política científica nacional, concibieron al consejo como una fundación. Es muy lindo sentirse Mecenas y distribuir algunas becas por acá y algunos subsidios por allí, pero política científica nacional no se hizo ni se quiso hacer. El CONACYT, con ese remedo de plan que ha hecho que ni vale la pena criticarlo, no ha hecho tampoco política científica, ha hecho algunas cosas muy raras. El doctor Sadosky que tiene la mala costumbre de hacer unos calculitos muy simples con los cuales es capaz de destruir cualquier plan o teoría, me decía que había hecho un cálculo muy simple, haciendo intervenir el plan de repatriación que tiene el doctor Taquini, y el número de científicos y técnicos argentinos que hay en el exterior: cumplir ese plan llevaría cien años: el pro- blema que de acá a cien años estarán todos mucrtecitos, incluso el CONACYT . . . El problema que he querido destacar es que eso es hacer mecenismo en ciencias, pero no es política científica nacional y ninguna de las estruc- turas que existen pueden hacerla porque la política cien- tífica es una interacción permanente con los planes so- cioeconómicos y educativos. En cuanto a lo que puede hacerse, es un problema que depende de las circunstancias. Durante diez años en la Facultad de Ciencias, repito, tratamos de hacer e hici- mos el Centro de Ciencias Básicas más importante de Latinoamérica; lamentablemente nos llevó demasiado tiempo, tardamos diez años en hacer lo que quisimos hacer en cinco, pero aclaro que durante casi los diez años que yo fui decano hubo en los gabinetes nacionales más de 180 ministros y eso explica un poco el retardo de nuestros planes. Y digo que los planes nuestros estu- vieron por la mitad porque recién hacia el final pudimos comenzar y quedó sólo en proyecto la fase más impor- tante que teníamos presente que era comenzar la inves- tigación aplicada pero de una manera tal que estuviera integrada con las ciencias básicas. El problema de cuáles son los temas de investigación que el país debe tener en ciencias básicas no se resuelve sentándose una can- tidad de cerebros alrededor de la mesa por muchos ce- rebros que sean, se resuelve en el momento que se empieza a trabajar en problemas aplicados para el país y que esa investigación aplicada realimenta con los pro- blemas que van surgiendo la investigación básica y así se cierra un ciclo nacional no alimentado ni por subsi- dios extranjeros ni mucho menos con planes hechos a medida para obtener más subsidios. En lo que respecta
  • 17. w n a lo que hoy se puede hacer yo creo que es el único problema, es seguir formando gente joven, sabiendo que se va a esterilizar y frustrar en buena medida y esa es la dosis de fortaleza moral que hay que trasmitirle a la generación joven: trabajar, sabiendo que en buena me- dida la frustración será el premio. Hay una segunda pregunta que me han hecho que es sobre subsidios y no podía faltar y me alegro que la hayan hecho. Dice: "¿Usted recibió ayuda económica de la Fundación Ford? Efectivamente, celebro que se haya hecho la pregunta. Creo que soy la persona, per- donen la pedantería, que tiene más experiencia con res- pecto a subsidios y a estrategias con respecto a los sub- sidios y por esa experiencia profunda es que llegué al promediar el decanato a la posición que hoy tengo de repudio absoluto a toda forma de ayuda extranjera como medio de dependencia. Nosotros fuimos un tanto inge- nuos en la Facultad de Ciencias: lo que hicimos fue detectar la influencia perniciosa de los subsidios extran- jeros sobre investigadores particulares que, repito, adap- tan sus planes de trabajo para recibir más subsidios; nos- otros transformamos los subsidios que propiciamos para la Facultad de Ciencias en subsidios institucionales que no eran solicitados por el profesor sino por la facultad, para equipamiento de la biblioteca y de los laboratorios con los planes normales de la facultad, sin ingerencia en los planes de investigación propios de la facultad. Con eso creímos hacer una división de los subsidios, en "pu- ros" e "impuros" y nosotros creímos recibir y recibimos solamente subsidios "puros" y pensamos que nuestra conciencia podía estar tranquila. Pero llegamos luego a la conclusión que es el sistema total el que está en juego, es el sistema total de penetración el que debe ser opues- to y a veces esa clasificación ingenua de subsidios "pu- ras" y subsidios "impuros" sólo sirve para que penetren más fácilmente dándoles un aval y en eso estuvo nuestra ingenuidad: en darle un aval para que pudieran hacer con otros lo que no hicieron con nosotros. En este caso particular, en el momento que vive hoy el tercer mundo, la guerra no es a medias, es total; las crisis que afectan a nuestros países, el estado en que nos encontramos, no admiten términos medios: o estamos por una transfor- mación total por salir de donde nos encontramos o so- mos cómplices directos o indirectos de los que mantie- nen el tercer mundo en la situación en que estamos y aclaro que no están fuera del tercer mundo todos los que lo mantienen así, he repetido varias veces que la dependencia interna es más culpable y tan grave como la dependencia externa, por esa razón la posición la hice pública antes de abandonar el decanato. Nosotros termi- namos cortando completamente nuestra posición anterior con respecto a los subsidios y recuerdo que pusimos de manifiesto en el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires algunas anomalías tremendas: en la Facultad de Medicina —y el doctor De Robertis debe recordar—, se intentó hacer presión sobre nosotros y recibí tantas visitas que no puedo mencionar ahora para que se aceptara un subsidio de la Comisión de Energía Atómica Norteamericana, para un profesor de la Facul- tad de Medicina según el cual el laboratorio que iba a instalarse era de tal naturaleza que cualquier persona ajena a los que participaban en la investigación, sola- mente podían entrar en ese laboratorio con permiso de la Comisión de Energía Atómica Norteamericana. A ese tipo de deformaciones se llegó y se llega con respecto a los subsidios. Hay otra pregunta: "¿Cuál fue la política científica que siguió usted en la Facultad de Ciencias Exactas?" La política creo haberla expresado: en primer lugar se trató de formar una generación joven lo más amplia po- sible, de que la ciencia dejara de ser prerrogativa de una élite y eso lo conseguimos. En segundo lugar tratar —y ahí no llegamos— de encauzar la investigación aplicada para que realimentara a la investigación básica, pero no podíamos ir mucho más lejos, es absurdo pretender que se va a hacer política científica nacional desde una uni- versidad como en cualquier organismo; lo más que se puede hacer, repito, es capacitar a la gente joven para que puedan hacer mejor lo que nosotros hicimos y para que acaso tengan un país distinto del que nosotros su- frimos. De Robertis: Siempre he admirado al Dr. García por su dialéctica que evidentemente supera a la de la mayo- ría de los científicos. Quería decirles que ese labora- torio que menciona el doctor García no es el mío, por supuesto, porque yo en ningún momento —y lo digo con toda claridad— he hecho ninguna investigación que fuera sugerida o dirigida desde afuera, sino que los te- mas de investigación propios que hemos desarrollado desde hace muchos años han sido apoyados porque eran temas que podían ser de interés general. Yo no he nota- do en ningún momento lo que el doctor García dice aunque creo que hay muchas formas de deformacio- nes en ese problema de los subsidios. Yo siempre he admirado al doctor García por la habilidad que ha te- nido para conseguir fondos de investigación para la Fa- cultad de Ciencias que creció de una manera extraordi- naria y que todos admirábamos. Él fue quien consiguió seguramente más subsidios en el país de organizaciones extranjeras —para su facultad— y con eso pudo hacer una obra realmente notable para el país, esa obra debe perdurar, esa obra no debe ser destruida. Creo que la destrucción de esa facultad ha sido un grave mal para el país, que es necesario corregir y así lo espero. <> Eduardo De Robertis trabaja en la investigación de la estructura bioquímica del sistema nervioso. Es Doctor en Medicina (1939) y Profesor Titular de Histología de la Facultad de Medicina de la UBA. Es miembro de la Academia de Ciencias Exactas (1960), Miembro honorario de la Academia de Medicina de México (1968) y del American College of Physicians (1971); Doctor Honoris Causa de la Loyola University of Chicago (1969) y Presidente de la Asociación de Miembros de la Carrera de Investigadores. Rolando V. García es maestro y profesor normal. Se especializó en Lógica Matemática y en Meteorología. Fue el primer Vicepresidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Vicepresidente del Consejo Internacional de Uniones Científicas. Colaboró en la organización de la Universidad Nacional del Sur y fue Decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA desde 1957 hasta la intervención en 1966. Luego fue Director de la Oficina de Planificación del GARP y trabaja actualmente en la investigación de Dinámica de la Atmósfera, en la Universidad de Montevideo. Los antecedentes de los otros panelistas fueron publicados anteriormente por CIENCIA NUEVA como sigue: jorge A. Sábato, C. N. N? 1, pág. 32; José M. Olavarría, C. N. N? 7, pág. 36 y Mariano N. Castex, C.N. N? 11, pág. 31. 15
  • 18. Lincamientos para una política de transporte en Buenos Aires Alberto A. González El desplazamiento de per- sonas y mercancías en los grandes centros urbanos, pre- senta problemas casi incom- patibles con las soluciones clásicas. Sin embargo, mien- tras la tecnología no provea soluciones diferentes y eco- nómicamente viables, es ur- gente planificar ese tráfico sobre bases reales. A. A. González es Ingeniero Civil de la Universidad del Litoral (1959). Especialista en problemas de economía y transportes ha colaborado como consultor en distintos proyectos, entre otros, en el estudio de factibilidad del Complejo Zárate-Brazo Largo, en el Diagnóstico preliminar del sistema de transportes de la Región Metropolitana, en un estudio de transportes en la región del Comahue y en el estudio para la renovación urbana del Barrio Sur de la Ciudad de Buenos Aires. 16 El movimiento de bienes y perso- nas en la Región Metropolitana de Buenos Aires, al igual que el de cualquier otra región metropolitana del mundo, parece no tener una so- lución integral y definitiva para el largo plazo, como consecuencia de las cuantiosas inversiones que debe- rían realizarse, siempre que en la tecnología de los medios de trans- porte no se produzca una transfor- mación fundamental —hecho que aún no se vislumbra— permitiendo así satisfacer la necesidad de viajar de los habitantes. - Efectivamente, unas pocas cifras referidas al parque automotor, trán- sito en los accesos y puntos internos de la Región, nos llevan a esta tre- menda conclusión: si se mantienen en el futuro las tendencias de creci- miento de 1960-1969, el problema de la circulación llegará a niveles inimaginables (ver cuadro adjunto). Si existen recursos financieros, existen soluciones; pero cuando aquellos son escasos y a esto se su- man los requerimientos de distinta índole de otras zonas del país, impo- sibles de comparar en función de prioridades, la asignación de recur- sos a invertir en las distintas áreas surge de decisiones políticas, fre- cuentemente descoordinadas entre sí. Al hablar de transporte urbano suponemos que esa decisión ya ha sido tomada y existe una masa de recursos destinados a inversión en el mismo, referidos a la Región Me- tropolitana de Buenos Aires. Estos recursos son escasos, afirmación rea- lista y con características de premisa básica. Además, están asignados a distintas jurisdicciones que los inver- tirán de la mejor manera posible pero sin tener en cuenta otras inver- siones que afectan al mismo proble- ma: el transporte urbano. El objetivo de este trabajo e- plantear algunas líneas de acción que permitan disminuir la gravedad del problema, tratando de mantener un enfoque tal que dé como conclusión, líneas de acción coordinadas. Existe un objetivo único a tener en cuenta en el futuro y es que se debe satisfa- cer la demanda de viajes —personas y bienes en un sistema de transpor-
  • 19. pMSBiwiii** "1i -"•A my te rápido, eficiente, seguro y econó- mico. Se entiende por sistema de trans- porte urbano al conjunto de medios que prestan servicios de transporte, a su infraestructura y a los lugares de transferencia (estaciones ferro- viarias, terminales de pasajeros y car- gas, puertos, aeroestaciones, etc.) Para el análisis resulta cómodo divi- dir los servicios en: pasajeros y carga. Los servicios de transporte urbano de pasajeros son prestados por los siguientes medios: ferroca- rril, subterráneo, automotor público (colectivos y taxis) y por el automo- tor privado. Prel'ereiH'ias del usuario Cada uno de estos medios posee ca- racterísticas propias, satisfacen de- terminada demanda de viajes y evo- luciones según las preferencias del usuario. Una de las tareas del planificado!' consiste en analizar esta suma de preferencias individuales y comparar con los costos que significan a la comunidad satisfacerlas. C u a n d o esos costos superan los recursos dis- ponibles o se hallan distorsionados, resulta preciso optimizarlo y, como consecuencia, inducir al cambio de preferencia de los usuarios. En la Región Metropolitana de Buenos Aires, si medimos la prefe- rencia de los usuarios por las tasas cíe crecimiento del parque automo- tor, del tránsito y de los pasajeros transportados, se podría concluir que esta preferencia se orienta cada vez más hacia la utilización del ve- hículo automotor privado en sus viajes. Esta preferencia, desde el punto de vista individual, se justifica por el grado de comodidad y privacidad que brinda el automóvil particular. Analizado desde el punto de vista social surgen algunos inconvenien- tes. La infraestructura de calles exis- tentes no ha sido prevista para sa- tisfacer esta creciente demanda, ge- nerándose demoras intolerables y costos de operación elevados. Por otra parte, la mayoría de los viajes en vehículos privados requieren un lugar para estacionar, al finalizar el mismo. Dado que la mayor parte de estos viajes tienen por destino el centro, esta demanda de estaciona- miento se localiza preferentemente en dicha zona y como, además, es previsible que dicha demanda au- mente, resulta lógico suponer que el uso del suelo para estacionamiento desplazará a otros usos que son típi- cos del centro, trayendo en el largo plazo un debilitamiento del mismo. Otro elemento a tener en cuenta es la ocupación media del automóvil privado. Este índice revela, en pro- medio, el número de personas que viajan en los automóviles privados, siendo de 1.23.1 Este valor bajo in- dica que la gran mayoría de los au- tomóviles particulares son ocupa exclusivamente por el conductor. Resulta evidente que si queremos optimizar las inversiones y cumplir con el objetivo fijado, no debemos canalizar los recursos a satisfacer la demanda de viajes en automóviles y sí en algún otro medio de transporte que permita el traslado de un gran número de personas. Estos medios son los denominados de transporte masivo: ferrocarriles, subterráneos y colectivos. De todos, el subterráneo resulta el más adecuado por no po- seer ningún tipo de interferencias; pero los restantes medios están lla- mados a cumplir una función básica en el transporte de la Región Me- tropolitana del futuro, en función de una adecuada complementación en- tre los mismos que valore ventajas operativas y técnicas de cada uno. Determinación de prioridades Definidos los medios de transpor- te surge el problema de las líneas de política a seguir para inducir un cambio en la preferencia de las per- sonas. La primera prioridad sería densificar la red de subterráneos lo- calizados en el centro y prolongar ra- males que permitan la continuidad de los viajes con la red ferroviaria que, además, debe ser electrificada e integrada en su totalidad, aumentán- dose en ambos medios la velocidad de circulación y la comodidad. Con- secuentemente, deben reestructurar- se las líneas de colectivos y ómnibus urbanos, a efectos que abastezcan a la red de transporte masivo forma- da por el ferrocarril y subterráneo. Las medidas de regulación de la oferta, habrá que integrarlas con el establecimiento de una política ta- rifaria de estos tres medios que in- duzca al usuario a la utilización de los transportes masivos, como así también a la regulación y restricción del estacionamiento de vehículos particulares en la zona centro y fo- mentarlo en zonas de conexión con el transporte masivo. La primera de las medidas absor- berá la mayor parte de los recursos económicos, ya que se orienta a la ejecución ele obras que en cierto sentido se hallan esbozadas en el Plan Director de la Región Metropo- litana (CONADE) y en los planes de la Empresa Ferrocarriles Argen- tinos y de Subterráneos de Buenos 1 Dato obtenido del Estudio Preliminar del Transporte de la Región Metropolita- na que se realiza en el ámbito del Mi- nisterio de Obras y Servicios Públicos.
  • 20. Indicadores de transporte urbano para los años Porcentajes de crecimiento 1960 - 1969 Población Región Año Metrópoli Pasajeros Servicio Público Miles Pasa j.-km Servicio Público Millones Parque autoni. Tránsito Autom. F.C, Subte. Autom. F.C. Subte. R.Metropo. C. Inte. C. E x k 1 10 1960 7.261.501 2.228,8 536,1 300,5 11.974 8.904 1969 8.857.327 3.077,9 449,2 273,7 17.316 8.454 Cree. 21,97 38,10 —16,21 —8,92 45,36 —5,05 1.058 343.468 186.110 18.12^ 887 914.464 398.479 42.379 —16,16 166,24 114,11 133,81 Fuente: Según columnas. 1 Población de Capital Federal y 24 partidos según datos del Censo 1960 y estimación, para 1969, de datos del Censo de 1970. 2 Se consideran las líneas urbanas y suburbanas según datos de la Secretaría de Transporte. 3 Datos de Empresa Ferrocarriles Argentinos. 4 Datos de Subterráneos de Buenos Aires. 5, 6 y 7 Estimaciones propias. 8 y 9 Datos del INDEC. 10 Datos de recuentos volumétricos efectuados por la D. N. V. en: Puente Avellaneda, Puente Pueyrredón, Ruta 3, km 148; Ru- ta 7, km 12; Ruta 8, km 13; Ruta 9, km 13,3; Ruta 195, km 13,3; Ruta 201, km 17; Ruta 205, km 11. 11 Datos de recuentos volumétricos efectuados por la D. N. V. en: Ruta 2, km 60; Ruta 3, km 55; Ruta 7, km 48; Ruta S, km 54; Ruta 9, km 57; Ruta 200, km 43; Ruta 205, km 42. Aires. Las otras, requerirán medidas de política resultantes de estudios particularizados. De aplicarse lo puntualizado, se cumplirían los objetivos establecidos y se espera a la vez que disminuyan las tasas de crecimiento del tránsito, en el futuro. Las medidas recomendadas no contemplan la ejecución de autopis- tas urbanas por el siguiente motivo. Actualmente existe demanda insatis- fecha de infraestructura y se produ- ce un fenómeno de autorregulación en el uso del automóvil privado. En efecto, cuando los volúmenes de tránsito aumentan, se provocan con- gestiones, aumentan los tiempos de viaje y consecuentemente, los costos. La demanda de estacionamiento en el área centro crece, las tarifas au- mentan resultando que el costo to- tal de un viaje al centro en automó- vil particular se hace comparativa- mente mayor que un viaje en un medio de transporte masivo. En ese instante, el conductor cambia de medio. Es de hacer notar que cada con- ductor evalúa en forma distinta sus costos indirectos, tiempo, confort, privacidad, etc. Actualmente se esti- ma que el 50 por ciento de los pro- pietarios de vehículos particulares que viajan al centro de la ciudad, lo hacen en otros medios de transpor- te.- En Nueva York esta cifra as- ciende al 75 por ciento. Al construirse una autopista urba- na, estos costos disminuyen brusca- mente y, en mayor medida, si se aumenta la capacidad de estaciona- miento. En consecuencia, se vuelve a producir un cambio de medio y el conductor utiliza esta nueva facili- dad, generando un crecimiento del tránsito en la autopista que alcanza la congestión en poco tiempo, vol- viéndose al proceso de autorregula- ción citado anteriormente. La experiencia norteamericana re- sulta conocida en lo que hace a cons- trucción de autopistas urbanas y su reciente cambio en el sentido de ca- nalizar inversiones urbanas en trans- porte masivo. No obstante, conside- ro que uno de los graves problemas de tránsito radica en los accesos a la Región, para los cuales sí se justifi- ca la ejecución de autopistas que ca- nalizarán la corriente de vehículos que viene y sale al exterior. Estaciones termínales Dentro del esquema de transpor- te urbano de pasajeros, no resulta posible ignorar el problema referido a las terminales de los servicios ur- banos de media y larga distancia. Los problemas que se plantean se refieren a su localización, accesibi'; dad, encuadre dentro de los objeí: vos establecidos y número de termi- nales que deban existir. Dada la con- formación de la infraestructura de accesos a la Región y las direcciona- les predominantes del tráfico subur- bano e interurbano, pareciera convf niente en una primera etapa, esta blecer dos terminales de estos ser- vicios. La localización de una termin.i! de ómnibus debe tener en cuenta !.» facilidad de accesos de los vehículos y de los pasajeros, En función de (.- tas variables resulta posible cons- truir modelos de localización que mi- nimicen los costos totales de !,¡ terminal. En general, estos modelos no se utilizan dado que existe un elemento determinante que es b. existencia de terrenos disponibles Otro elemento condicionante de ' i localización, que se compatibilizai. < con el objetivo establecido, sería «í de localizar la terminal en conexa --• con líneas de transporte masivo. Como se supone que los usuar; • 2 Estudio de Faetibilidad de la A--.-- J 9 de Julio. 18
  • 21. de una terminal se encuentran locali- zados en todo el espacio urbano, la terminal debería ubicarse en un lu- gar que permita la fácil accesibilidad de los mismos. En la Región Metro- politana de Buenos Aires, la zona de mayor accesibilidad será el centro de la ciudad, en la cual estará densi- ficada la red de subterráneos y se llegará por transporte masivo. Re- sulta de esto una primera conclu- sión: las terminales deberían locali- zarse marginalmente al Centro, con una adecuada y complementaria po- lítica de uso y densidad del suelo colindante con aquéllas. El segundo problema es la exis- tencia de lugares disponibles, hecho que se soluciona si pensamos que las grandes terminales ferroviarias Re- tiro y Constitución fueron diseñadas para dichas funciones y que ya ac- tualmente no resultan adecuadas pa- ra el comportamiento de los usua- rios. En efecto, el mayor número de personas que utiliza estas estaciones, lo hace como lugar de transferencia a otro medio de transporte. Esta función no ha sido prevista inte- gralmente en su diseño y se consi- dera que en el futuro, si se cumple el esquema de integración de redes ferroviarias, no se realizaría con las características actuales, funcionando más bien como estaciones de paso. Este hecho liberaría espacio que po- dría ser utilizado, con una remode- lación total, para que puedan fun- cionar simultáneamente como esta- ción terminal de ómnibus de media y larga distancia. Se establece así el concepto de centro de transporte que debe ser diseñado para que en el mismo en- torno físico se desenvuelvan las ac- tividades de transferencia entre el ferrocarril, subterráneo, colectivo ur- bano, interurbano, automóviles par- ticulares y taxis. Las ventajas prin- cipales están en la posibilidad de minimizar los costos de transferen- cia entre medios (tiempos, como- didad, confort) y la alternativa de llegar y salir en transporte masivo. Las dos localizaciones citadas, vale decir Constitución y Retiro, evitaría el movimiento de ómnibus a través del centro, de por sí congestionado. En el campo del transporte aéreo, las innovaciones tecnológicas previs- tas en cuanto a incremento de ca- pacidad de aviones, orientan la de- cisión de conectar la ciudad y sus aeropuertos con líneas de transporte masivo, hecho éste contemplado en el proyecto de electrificación del F. C. Roca. El movimiento de cargas en la Región Metropolitana de Buenos Ai- res crea también importantes pro- blemas de tránsito, ya que la casi totalidad del movimiento interno se efectúa por camiones. Dado el valor económico de este tráfico, no resulta aplicable el criterio utilizado para el automóvil particular. En este caso la acción debe orientarse a posibili- tar la aplicación de técnicas moder- nas en el manipuleo, clasificación, distribución y recepción de las car- gas, lo cual posibilitará la disminu- ción de costos e incluso de viajes- vehículos. Para ello, resulta necesa- rio la concentración del movimiento en pocos lugares, de forma de obte- ner volúmenes considerables suscep- tibles de ser operados con las téc- nicas citadas. Para el caso de cargas ferrovia- rias, la localización de terminales debe orientarse a una disminución gradual de su número3 con la con- siguiente concentración del movi- miento en un número reducido de estaciones. Se debe tener en cuenta que deberán existir terminales de carga en Capital Federal para aque- llos vagones que transportan cargas cuyo destino final sea dicha área, y en el resto de la Región para las restantes cargas. Este lincamiento sigue teniendo en cuenta el número limitado de ac- cesos viales que tiene la Capital Fe- deral, con elevados volúmenes de tránsito que no resulta económico sobrecargar. Se considera, desde es- te punto de vista, que resulta más conveniente el ingreso de un tren con carga destinada a Capital Fe- deral que puede hacerlo en las pri- meras horas del día, que el número de camiones equivalentes para el caso que no operen estaciones de carga en dicha zona. Para el caso de carga que ingresa por camión, el criterio de concentrar varias ter- minales en una, debe ser analizado. Estos lincamientos de política de transporte urbano no tienen carác- ter de conclusión de un estudio ex- haustivo del problema, sino que con- templan en función de la situación actual, la tendencia histórica y la posible evolución, las medidas de mayor urgencia y de más fácil im- plementación. O 3 En 1968 funcionaban 143 estaciones que recibieron carga en la Región Metro- politana. 19
  • 22. El universo infrarrojo Anthony Tucker El Consejo de Investigaciones Científicas (CIC) de Gran Bretaña tiene actualmente en estudio proposiciones que, de ser adoptadas, proporcionarían a los astrónomos, en el lapso de un año, un telescopio infrarrojo de clase mundial. Esta nueva rama de la astronomía ya permite obtener in- formación inesperada acerca del universo y es probable que durante esta década alcance un auge parecido al que alcanzó la radioastronomía en las décadas del 50 y 60. Debido a la forma en que están construidos sus ojos y debido a la barrera atmosférica, los hombres ven el cielo oscuramente a través de una grieta extremadamente angosta del espectro elactromagnético. La barre- ra atmosférica es importante para el mantenimiento de la vida, porque bloquea casi todas las irradiaciones de frecuencia más alta que la del es- pectro visible; los hombres se frei- rían si todos los rayos ultravioletas o X provenientes del Sol llegaran a la superficie de la Tierra. Sin em- bargo, para comprender los procesos que se desarrollan en las estrellas o en los enormes espacios interestela- res o intergalácticos del universo, es indispensable mirar a través de todo el espectro electromagnético. En su forma y en los picos y depresiones de sus regiones de frecuencia que se extienden de ambos lados del espec- tro visible, se encuentran las claves de fenómenos celestes que el ojo nunca podría ver por sí mismo. Para realizar estudios a muy altas frecuencias, como la de los rayos X, es preciso salir totalmente de la at- mósfera de la Tierra; tal es la causa por la cual el tiempo total de visión del universo a estas frecuencias acu- mulado hasta hoy por el hombre asciende a pocos días, trabajosamen- te acumulados por medio de vuelos de cohetes cuya duración individual no supera pocos minutos. El futuro de este tipo de astronomía se en- cuentra en el espacio y si bien los primeros satélites de astronomía de rayos X ya rotan alrededor de la Tierra, su costo es elevado y el pro- greso en este campo no será proba- blemente rápido. El costo tle un telescopio Empero, a frecuencias inferiores a las del espectro visible, la atmósfera ofrece algunas ventanas por las cua- les el astrónomo ubicado en la Tie- rra puede observar, con tal de po- seer las técnicas adecuadas. El am- plio éxito de la radioastronomía se' funda sobre la existencia de venta- nas a frecuencias para las cuales resulta económicamente razonable construir el equipo apropiado. Tam- bién sucede que si bien la atmósfera absorbe gran proporción de las irra- diaciones infrarrojas que entran en ella desde el espacio exterior, algu- nas longitudes de onda son menos obstruidas que otras. Por ejemplo, en el extremo infrarrojo existe una ventana correspondiente a una lon- gitud de onda de aproximadamente 1 milímetro, ventana que fue usada en los primeros estudios acerca de este campo debido en gran medida a que es relativamente económico construir un telescopio adecuado pa- ra observar a esa frecuencia. En ge- neral, el reflector parabólico de un telescopio debe tener una exactitud de una décima parte de una longitud de onda de la frecuencia en cues- tión para ser útil. Si el margen de error alcanza la cuarta parte de una longitud de onda, se torna inservi- ble. Como el costo del telescopio depende en gran medida del refina- miento de su espejo colector, cuan- to más alta es la frecuencia mayor es el costo. Esto explica el costo sumamente alto de los telescopios ópticos, y como las irradaciones infrarrojas pueden ser enfocadas en forma muy parecida a como lo es la luz visible, todo permite pensar que, puesto que podría ser mucho más barata, la as- tronomía infrarroja debería haberse desarrollado rápidamente hace largo tiempo. La región infrarroja es con- siderada importante desde hace mu- chos años, no simplemente porque se sabe poco sobre las irradiaciones celestes a estas frecuencias, sino porque los objetos fríos irradian solo en las frecuencias infrarrojas o en frecuencias más bajas aún. Sin ob- servaciones en el campo infrarrojo, un gran segmento del ciclo termodi- námico del universo permanece in- visible. Los problemas han sido principal- mente técnicos. Además de la men- cionada ventana de aproximadamen- te 1 milímetro, las dos ventanas in- frarrojas que tienen mayores proba- bilidades de ser productivas se en- cuentran a longitudes de onda de 1 a 2 y d e 8 a l 4 micrones (un micrón es la milésima parte de un milíme- tro) y, si bien las irradaciones a estas frecuencias pueden ser reflejadas y enfocadas como la luz visible, no existen emulsiones fotográficas capa- ces de registrarlas. Por añadidura, la 20