Este documento describe los pasos para realizar una evaluación inicial de un accidentado. Incluye determinar la conciencia de la víctima, revisar la respiración y circulación, y evaluar signos de lesiones graves o amenazas a la vida. El objetivo es identificar problemas médicos urgentes y establecer prioridades para el tratamiento y traslado a un centro de salud.
1. A. Peña. Primeros auxilios Exploración del accidentado. Pág. 1
Antonio Peña Rodríguez
Departamento de Enfermería
Universidad de Alicante
EXPLORACIÓN Y VALORACIÓN
DEL ACCIDENTADO
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1. INTRODUCCIÓN.
La evaluación inicial del paciente se ha de realizar “in situ“, en el lugar donde se ha
producido el accidente y consiste en realizar una valoración global, sistemática y precisa del
estado de la víctima al objeto de:
1º. Determinar el alcance de sus lesiones.
2º. Establecer las prioridades de actuación.
3º. Adoptar las medidas necesarias en cada caso.
4º. Asegurar el traslado de la víctima a un centro sanitario en condiciones adecuadas.
2. TERMINOLOGÍA CLÍNICA.
Antes de estudiar la forma de valorar el estado de un accidentado es necesario revisar
una serie de conceptos que se van a repetir frecuentemente a lo largo de la asignatura.
SIGNOS Y SÍNTOMAS
SÍNTOMA: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable solamente
por el paciente. (P.ej., el dolor).
SIGNO: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable tanto por el
paciente como por un observador. (P.ej., convulsiones, deformación de un miembro).
Esto es, los síntomas son subjetivos, mientras los signos son objetivos. Ambos nos van a
proporcionar información sobre el estado del accidentado. Para conocer los síntomas es
necesario recurrir al interrogatorio, mientras que para los signos usaremos la exploración, esto
es, inspección y palpación. La inspección permite apreciar mediante la observación el estado
general del herido, el color de su rostro, la deformidad de un miembro fracturado, la
importancia de una quemadura, etc. Por la palpación podemos apreciar la frecuencia y
regularidad del pulso, el dolor localizado en una contusión, etc. Finalmente, ciertos datos de
exploración solamente podremos obtenerlos mediante el empleo de aparatos auxiliares, tales
como el termómetro, para medir la temperatura, o el esfigmomanómetro, para la presión
arterial.
3. FASES DE LA EVALUACIÓN.
El proceso de valoración consiste en la recogida de datos sobre el paciente que pueden
ser de utilidad para facilitar la correcta actuación del auxiliador. Esta valoración ha de ser
sistemática y precisa y consta de las siguientes fases.
A) Valoración o evaluación primaria del paciente.
B) Resucitación y/o mantenimiento de las funciones vitales.
C) Valoración o evaluación secundaria.
D) Tratamiento definitivo o evaluación terciaria.
3.1. VALORACIÓN PRIMARIA DEL PACIENTE.
En la valoración primaria se identifican las situaciones que supongan una amenaza
inmediata o potencial para la vida.
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Se inicia con la primera impresión que el auxiliador tiene al ver al accidentado, que se
forma a partir de lo que vemos y oímos.
Debe consistir en un rápido reconocimiento de las funciones vitales (consciencia,
respiración, circulación).
Simultáneamente, se iniciará la restauración de las funciones vitales, en caso necesario.
Orden de actuación:
1º. Impresión general.
Se valora si se trata de un problema médico o traumatológico por si fuera necesario
estabilizar la columna. También se valoran las características del entorno, así como la edad
aproximada y el sexo de la víctima.
2º. Valoración de la respuesta (conciencia)
Indica el grado de
afectación del encéfalo. Se mide
fácilmente sometiendo a la víctima
a diferentes estímulos (hablándole,
moviéndole los hombros...) y
valorando la respuesta del paciente
a los mismos. La regla AVDN
sirve para hacer una valoración rápida.
3º. Mantenimiento de la permeabilidad de la vía aérea, con control de la columna
vertebral.
La vía aérea se abre normalmente hiperextendiendo la cabeza mediante la maniobra
frente-mentón (ver tema de RCP), que estará contraindicada en caso de traumatismo cráneo-
cervical.
4º. Valoración de la respiración.
Para valorar la respiración se debe observar si el paciente eleva el tórax y si se siente y
oye el aire espirado, para ello coloque su mejilla junto a la boca del paciente mirando hacia el
tórax y sintiendo el aire espirado en la mejilla y oyendo la respiración.
En la respiración se deben valorar, tres aspectos:
1. Ritmo. Se dice que la respiración es regular cuando el tiempo transcurrido de una respiración
a otra es siempre el mismo. En caso contrario se dice que la respiración es irregular.
2. Carácter de la respiración: Con esto valoramos si la dificultad es laboriosa, con dificultad
para hablar, utilización de músculos accesorios, la presencia de ruidos anormales (pitos o
sibilancias, ronquidos, estridor, quejidos...), signos que nos pueden hacer pensar en una mayor
gravedad.
3. Frecuencia respiratoria: Es el número de respiraciones realizadas en un minuto, contando
cada una como la suma de la inspiración y la espiración. En el adulto los valores normales
oscilan entre 12 y 18 respiraciones por minuto (15+3).
A la respiración normal se le denomina eupnea. Podemos objetivar una respiración
inadecuada buscando, escuchando y sintiendo:
REGLA AVDN
LETRA SITUACIÓN NEUROLÓGICA
A Alerta
V Verbal (Habla cuando le preguntamos algo)
D Dolor (Responde sólo a estímulos dolorosos)
N No responde (Inconsciente)
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Valoración del pulso.
• Busque (ver):
– Desasosiego, agitación, confusión o reducción del nivel de conciencia.
– Si el paciente está sentado o incorporado.
– Frecuencia respiratoria anormal.
– Piel pálida, cianótica o enrojecida.
– Utilización de músculos accesorios.
• Escuche (oír):
– Si el paciente dice que no puede o que le duele respirar.
– Si el paciente tiene dificultades para hablar o sólo puede decir unas pocas palabras
seguidas.
– Si la respiración es ruidosa.
• Sienta (sentir):
– Movimientos anómalos del tórax.
– Pulsos anómalos.
Cuando está elevada se denomina taquipnea y puede ser secundaria a circunstancias
fisiológicas (ejercicio físico) o a alguna enfermedad que afecte al tórax o a los pulmones
(traumatismos torácicos, asma...) igualmente, la permanencia en alturas considerables o en
grandes profundidades acelera el ritmo respiratorio.
Cuando está disminuida se denomina bradipnea y se presenta fisiológicamente durante
el sueño. Patológicamente lo hace en intoxicaciones por opiáceos, barbitúricos, alcohol,
ácido carbónico, ácido cianhídrico, el estado de shock, lesiones cerebrales. etc.
A la ausencia de respiración se le denomina apnea.
A la alteración del patrón normal de la respiración se le llama disnea. La disnea es, es
por tanto, la dificultad para respirar. Desde el momento en el que la respiración deja de ser
un reflejo inconsciente para convertirse en un acto consciente empieza la disnea. Dado que
la respiración normal depende de muchos factores, son muchas también las posibles causas
de disnea: la falta de oxígeno en el aire, la falta o escasez de hemoglobina en la sangre, la
obstrucción de las vías respiratorias, etc.
A la disnea que aparece cuando el paciente esta acostado se le llama ortopnea y es
típica de pacientes con problemas cardiológicos.
5º. Valoración de la circulación.
Control del pulso.
El pulso es una onda de presión que se produce
como consecuencia de la expulsión de sangre del
ventrículo izquierdo y que se palpa en las arterias. Se
puede percibir en muchos sitios, siempre que sea una
arteria que discurra superficial por el cuerpo y se pueda
comprimir contra el hueso. Los lugares más frecuentes
son:
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Por su importancia, al informarnos sobre la irrigación sanguínea cerebral, el pulso
carotideo es el más importante de los que se pueden palpar. Éste se debe buscar a la altura de
las arterias carótidas, situadas superficialmente a ambos lados de la línea media del cuello (2
cm a la derecha o a la izquierda de la nuez). En cualquier caso, dada la dificultad para tomarlo,
sólo se recomienda hacerlo a personal sanitario experto. El auxiliador procederá de la siguiente
forma:
- Se colocará al lado de la víctima;
- Situará los dedos índice y medio, NUNCA CON EL PULGAR, en la línea media del cuello
(a la altura de la laringe), deslizándolos unos dos centímetros a uno de los lados y
- Presionará con los dedos suavemente, intentando localizar el pulso.
Conviene señalar que NO se deben palpar ambas carótidas a la vez, puesto que si se
interrumpe o dificulta el paso de sangre al cerebro, puede ponerse en peligro al herido.
También es recomendable ejercer de menor a mayor presión, para que un pulso débil no pase
desapercibido.
Las características que debemos evaluar del pulso son:
1. Frecuencia cardiaca: Es el número de
latidos cardíacos que se producen en un minuto.
Disminuye con la edad. Los valores normales son los
siguientes:
El aumento de frecuencia se denomina
taquicardia: de manera fisiológica se presenta tras
el ejercicio, la excitación nerviosa o las comidas
abundantes. De forma patológica la fiebre, shock traumático, hemorragias, infarto de
miocardio, entre otras causas desencadenan la taquicardia.
El pulso lento se denomina bradicardia, fisiológico durante el sueño y en atletas en
reposo. Si es muy lento (inferior a 40 lpm) debe hacernos pensar en una lesión cardiaca (sobre
todo si el individuo sufre desvanecimiento o disnea) o cerebral (en los traumatismos
craneoencefálicos).
2. Ritmo: El intervalo de tiempo entre cada latido debe ser el mismo, en cuyo caso se dice
que el pulso es regular. En determinadas circunstancias como arritmias cardíacas (fibrilación
auricular, extrasístoles) o bloqueos de conducción, el ritmo es irregular.
3. Cualidad o amplitud: Es la intensidad o la fuerza con que apreciamos el pulso.
A modo de glosario podemos decir respecto al pulso:
* El pulso normal es fuerte, regular y de 60 a 100 lat/min (en el adulto).
* La frecuencia cardiaca puede ser más baja en los ancianos y deportistas (50-60), y es más
rápida en los niños.
* La frecuencia y la fuerza aumentan durante el ejercicio, el esfuerzo físico, los estados de
nerviosismo, la intoxicación alcohólica, etc.
* El pulso será duro y fuerte en la hipertensión arterial y en los ancianos, pues con la edad
se endurecen las arterias.
* El pulso débil, irregular o muy lento puede indicar alguna alteración en el accidentado.
* Un pulso rápido y débil en una víctima sin ninguna lesión aparente podría indicar la
existencia de una perdida interna de sangre (hemorragia interna) o una perdida de líquidos
EDAD RANGO
(puls/min)
Recién nacido 120 + 30
Preescolar 100 + 20
Escolar 90 + 20
Adolescente
80 + 20
> 14 años
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corporales (vómitos, diarreas,...). Esta situación también se presenta en la fase inicial del
shock.
Coloración de la piel y temperatura del paciente.
La palidez o frialdad de algún miembro indica falta de aporte sanguíneo localizada al
mismo. Si éstas son generalizadas indica aporte deficiente generalizado, bien por una situación de
shock o por utilización de mecanismos de protección de órganos vitales (hipotermia).
Control de la presión arterial (no siempre es posible tomarla) .
La Presión Arterial es la fuerza que ejerce la sangre en el interior de las arterias del
organismo. Depende de la fuerza de la actividad del corazón, la elasticidad de las paredes
arteriales y el volumen y viscosidad de la sangre.
La presión máxima se produce cerca del final del vaciado del ventrículo izquierdo del
corazón, y se llama máxima o sistólica. Esta refleja el volumen de sangre circulante. Su
descenso puede deberse a una pérdida de sangre masiva, caso del shock. La presión mínima se
produce en la parte final de la relajación ventricular o diástole, y se llama presión mínima o
diastólica. Va a reflejar el diámetro de las arterias, su descenso se debería a la dilatación de las
mismas y viceversa.
La presión arterial individual varía a lo largo del día, siendo más baja durante el sueño,
con las emociones (miedo, coraje), el ejercicio y con la posición (es más baja en decúbito que en
sedestación o bipedestación). También puede variar de un brazo a otro. Así mismo, aumenta con
la edad.
La elevación anormal de la presión arterial se llama hipertensión (HTA); mientras que
hablamos de hipotensión cuando ésta se encuentra por debajo de la normalidad.
Los valores de referencia de tensión arterial son los siguientes:
P.A. sistólica o máxima
(mmHg)
P.A. diastólica o mínima
(mmHg)
PA normal 100-140 50-90
Hipertensión arterial > 160 > 90
Hipotensión arterial < 100 < 50
A la hora de aplicar unos primeros auxilios habitualmente no va a ser posible medir la
presión arterial debido a que se requieren medios materiales de los que se va a carecer. En estas
situaciones nos interesará conocer aquellos signos y síntomas que nos van a indicar su
alteración en determinadas circunstancias.
SIGNOS SÍNTOMAS
HIPOTENSIÓN
- Palidez
- Vómitos
- Taquicardia
- Dificultad para hablar
- Sudoración fría
- Nauseas
- Mareo
- Somnolencia
- Calambres musculares
- Visión borrosa
- Sensación de "vacío en el estómago"
HIPERTENSIÓN
- Hemorragia nasal
- Hemorragia subconjuntival
- Dolor de cabeza intenso
- Mareo
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6º. Control de hemorragias severas.
La hemorragia es una pérdida de sangre que el paciente puede sufrir, bien como
consecuencia de un traumatismo o debido a un proceso patológico y puede ser externa, si se
vierte sangre al exterior, o interna cuando el sangrado se produce a una cavidad interior. En
cualquier caso, esto va a originar una alteración seria, sobre todo si el sangrado es abundante.
La presencia de hemorragias externas se aprecia por la presencia de sangre en el
entorno o en las ropas del paciente. Las hemorragias internas son más difíciles de detectar al no
haber manifestaciones externas aparentes. No obstante, cabe resaltar que cualquier hemorragia
severa origina, en la víctima que la padece, una tendencia al shock, caracterizada por
hipotensión, taquicardia, pulso débil, alteración de la conciencia, palidez y frialdad.
La mayoría de las manifestaciones de sangrado severo ya se han visto previamente, la
frialdad, por su parte, puede valorarse colocando el dorso descubierto de nuestra mano sobre la
piel del paciente, o bien valorando la temperatura.
La medición de la temperatura, además puede ser útil en la detección de otros procesos
patológicos que afectan al paciente, habitualmente secundarios a procesos infecciosos o a
temperatura ambiental elevada.
El valor normal de temperatura axilar oscila entre 36 y 37 grados centígrados, siendo un
grado más alta a nivel rectal. Cuando está entre 37 y 38 se denomina febrícula; si su valor está
por encima de 38 hablamos de pirexia o fiebre, y si está por debajo de 35 se denomina
hipotermia. A la elevación de la temperatura corporal secundaria al fallo de los mecanismos
termorreguladores se le denomina hipertermia.
7º. Prioridad.
Una vez que hemos valorado al paciente debemos establecer una prioridad en la
atención. En este sentido, cabe resaltar de forma general que son indicadores de gravedad las
siguientes situaciones:
Aspecto Situación
Impresión /
Respuesta
- Arreactivo.
- No se mueve.
- Impresión general mala.
Vía
respiratoria
- Sonidos obstructivos (estridor, ronquido, silbidos o quejidos en lactantes).
- Compromiso.
Ventilación - Frecuencia y calidad de la respiración inadecuadas.
- Ausencia de respiración (apnea) o dificultad para respirar (disnea).
- Empleo de músculos accesorios.
Circulación - Hemorragia no controlada.
- Pulso débil, irregular o ausente.
- Signos de cianosis.
- Piel fría y húmeda (shock)
Discapacidad - Confusión, desorientación o cambios en el nivel de conciencia.
- En niños: flacidez, mirada vidriosa.
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3.2. FASE DE REANIMACIÓN.
Se realiza simultáneamente a la valoración primaria, en el momento de identificar el
problema y resuelve alteraciones encontradas en la valoración inicial.
• Posición lateral de seguridad, en el paciente inconsciente que respira y tiene pulso.
• Apertura/desobstrucción de la vía aérea.
• Reanimación cardiopulmonar.
• Control de hemorragias.
3.3. VALORACIÓN SECUNDARIA.
Sólo después de realizar la valoración primaria y las debidas actuaciones (reanimación
cardiopulmonar, apertura de vías, estabilización de la cabeza, etc.), si fueron necesarias, se
realiza la valoración secundaria. Ésta consiste en la valoración del estado del accidentado de la
cabeza a los pies, tanto por delante, por detrás y por ambos laterales. Se han de buscar:
golpes recibidos en la cabeza, tórax, abdomen y/o espalda que puedan producir
hemorragias internas,
fracturas de miembros o de la columna vertebral,
lesiones, contusiones, quemaduras, dolor, etc.
Durante este proceso se interrogará al enfermo, si está consciente, intentando obtener la
mayor cantidad de información posible por si dejara de estarlo. Se anotaran, y posteriormente
se trasmitirán a los servicios sanitarios, los siguientes datos:
Nombre y apellidos
Edad
CAMISA (SAMPLE):
– Causas desencadenantes del episodio o lesión: Mecanismo del accidente, actividad que
realizaba,
– Antecedentes personales: Enfermedades que padezca o haya padecido.
– Medicación que toma habitualmente (anticoagulantes, insulina,..)
– Ingesta previa (quirófano, intoxicaciones).
– Sintomatología (signos y síntomas). En problemas médicos, no traumáticos, (mareo,
dolor abdominal o torácico, la dificultad respiratoria, etc.) en este apartado se debe
valorar OPQRST. Si tomamos como ejemplo un dolor sería:
o Origen: ¿Dónde y cuándo empezó el dolor?
o Provocación: ¿Qué factores lo favorecen o lo mejoran?
o ¿Qué le pasa? ¿Cómo describe el paciente el dolor?
o Radiación: ¿Se extiende o irradia el problema hacia algún lado?
o Seriedad o gravedad del problema: ¿Qué intensidad tiene el dolor de 0 a
10, por ejemplo?
o Tiempo: ¿Desde cuándo tiene el dolor?¿Es agudo o crónico?
– Alergias a algún medicamento.
Simultáneamente, se realizará una exploración física, desde la cabeza hasta las
extremidades, buscando fundamentalmente (DADI):
Deformidades
Abiertas (heridas)
Dolor
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Inflamación e Impotencia funcional
La sistemática de la valoración sería:
1. Valoración de la cabeza.
Al valorar la cabeza debemos observar la presencia de:
*Cráneo. Deben palparse suavemente los huesos de la cabeza buscando los posibles
traumatismos que en ésta se hayan producido (heridas, hundimiento, …).
*Cara: Heridas en los ojos, fractura - luxación de maxilar inferior.
*Salida de sangre o líquido acuoso (LCR) por nariz u oído. Puede indicar la presencia de
una fractura craneal.
*Valoración de las pupilas:
Las pupilas van a servirnos
para valorar la actividad del cerebro,
por lo que su examen va a ser muy
importante: Realizaremos su
exploración a la vez que valoramos el
estado de conciencia. Los aspectos a
valorar son:
1. Tamaño: Podemos encontrarlas más
pequeñas o contraídas (miosis < 2 mm)
o más grandes o dilatadas (midriasis
>5 mm). La miosis es típica de la
intoxicación por opiáceos (heroína,
morfina...), mientras que la midriasis
aparece en estados de nerviosismo,
intoxicación por drogas como cocaína,
LSD, mescalina, éxtasis y otras
anfetaminas, en la crisis epiléptica y
en la agonía (o parada
cardiorrespiratoria).
2. Simetría: Las pupilas en condiciones normales tienen el mismo tamaño (denominado
isocoria). En lesiones cerebrales por traumatismo craneoencefálico pueden ser desiguales
(anisocoria). Si tienen distinta forma se denominan discóricas.
3. Reactividad (reflejo pupilar): El tamaño de la pupila varía según la luz que exista en el
ambiente (cuando hay poca se dilatan y cuando hay mucha se contraen). Podemos explorar la
reactividad de las pupilas acercando a los ojos un foco de luz (linternita), con la que debe
contraerse, en cuyo caso decimos que las pupilas son reactivas. Si no se contraen se denominan
arreactivas y si lo hacen lentamente se dice que son perezosas.
*Coloración de la cara:
Dentro de la normalidad existe una gran variación, de unos individuos a otros, en la
coloración de la cara y de toda la piel del cuerpo. No obstante, en los estados patológicos, las
alteraciones de la coloración, apreciadas con objetividad, pueden sernos muy útiles para el
diagnóstico.
Midriasis
Miosis
Anisocoria
Normales
Valoración pupilar.
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*Valoración de la boca:
Es necesario abrir completamente la boca, retirar la dentadura, si procede, y ponerla a
buen recaudo. Posteriormente se examinará la boca con cuidado, abriéndola completamente. La
coloración, manchas o quemaduras podrán sugerir intoxicaciones por cáusticos. La presencia de
sangre debe hacernos valorar la presencia de lesiones locales, así como la posibilidad de que
ésta proceda de la vía respiratoria (esputo hemoptoico) o de la vía digestiva (hematemesis).
El aspecto y las características del vómito en caso de presentarse nos podrán orientar
hacia el diagnóstico:
Abundante: Intoxicación por arsénico.
Hemorrágico: Intoxicación con cáusticos, anticoagulantes, aspirina, alcohol o venenos
de serpientes.
En copos de algodón: Intoxicación aguda con plomo.
Fosforescente: Intoxicación con fósforo blanco.
También se percibirá el olor del aliento que, en algunos casos, orienta a la causa de la
situación del paciente:
Gasolina: Intoxicación por hidrocarburos
Alcohol: Ingestión etílica.
Almendras amargas: Intoxicación con cianuro.
Ajo o cebolla: Intoxicación con insecticidas organofosforados o pólvora.
2. Descubrir el tórax.
3. Valorar el cuello.
Posición de la tráquea.
Ingurgitación o colapso de las venas yugulares.
Aparición de enfisema subcutáneo (palpar).
Heridas, hematomas, erosiones, deformidades.
Crepitación, dolor o chasquidos.
Ante la más mínima sospecha de fractura o luxación se debe inmovilizar.
4. Valorar el tórax.
Deformidades. : Durante el examen de las costillas, se procederá a la palpación iniciando
su examen lo más cerca posible de la columna vertebral y siguiendo la exploración
gradualmente hacia adelante hasta llegar al esternón.
Simetría en los movimientos torácicos.
COLOR SOSPECHAR:
PALIDEZ Piel y mucosas - Hemorragia interna (si se presenta de forma súbita)
Solo piel - Shock, lipotimia, sincope, frío y emoción.
ENROJECIMIENTO O RUBICUNDEZ
- Intoxicación por CO, gas del alumbrado, atropina,
barbitúricos y el ácido cianhídrico.
- Insolación o fiebre
- Alcoholismo crónico
CIANOSIS, desde rojo oscuro al amoratado - Insuficiente oxigenación de la sangre
ICTERICIA, desde el amarillo al verde oscuro - Alteración del hígado o vías biliares, o hemólisis
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Lesiones externas, heridas.
Dolor torácico: calidad del dolor.
5. Valorar el abdomen y la parte posterior del tronco.
Heridas y/o contusiones.
Distensión abdominal.
Dolor abdominal, espontáneo o a la palpación.
Exposición de vísceras.
Hemorragia interna (aumento del perímetro abdominal) o externa (salida de sangre por
ano o uretra).
6. Valorar pelvis, comprimiendo lateralmente.
7. Extremidades inferiores y posteriores.
Color.
Heridas sangrantes y contusiones.
Puntos dolorosos.
Deformidades u otros signos de fractura.
Sensibilidad y motilidad.
Pulsos.
D. TRATAMIENTO DEFINITIVO.
Dependerá de las lesiones encontradas (la actuación se estudiará en cada tema
específico).
4. ACTITUD EN CASOS DE URGENCIA MÉDICA DE TIPO GENERAL.
Aunque en los apartados anteriores se he comentado de forma general la actuación en
situaciones médicas y traumáticas, se ha hecho un mayor hincapié en estas últimas, por lo que
en este punto se resume la actitud en casos de urgencia médica en general:
Realice un examen completo del entorno, estableciendo un espacio seguro para
socorristas, víctima/s y testigos.
Realice una valoración primaria inicial, identificando y tratando las lesiones que
puedan poner en peligro la vida de la víctima.
Llame a los servicios de emergencias médicas, si procede.
Realice una valoración secundaria (exploración, constantes) y la anamnesis o
historia del paciente (CAMISA con OPQRST).
Llame a los servicios de emergencias médicas, si procede y no lo ha hecho antes.
Trate los signos y síntomas de la víctima según esté indicado.
Mantenga a la víctima cómodo en la posición más adecuada según su
sintomatología.
Si hiciera falta, tranquilice a la víctima.
Realice una valoración continua, según proceda.
Informe a los servicios de emergencia de cualquier cambio que sufra el estado de la
víctima.