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Articulo2
1. Piaget, Chomsky
Los avances en el campo de la neurociencia cognitiva durante la última década han
venido a reafirmar una de las conclusiones más importantes de Jean Piaget: que el
aprendizaje en los seres humanos y otros mamíferos se genera a través de la
reorganización de sus estructuras cognitivas, como consecuencia de los procesos
adaptativos a su entorno. Con las tecnologías médicas modernas (por ejemplo,
fMRI, PET y EEG) y las contribuciones de múltiples estudios de lesiones cerebrales,
se ha podido determinar cómo y dónde asimila y acomoda información el cerebro.
Uno de esos grandes descubrimientos es que el conocimiento es guardado y
producido por el cerebro a través de la formación y cambios en las redes
neuronales, y que el aprendizaje implica transformaciones físicas en ellas, en
respuesta a estímulos generados por experiencias concretas con el medio. El
conocimiento previo, entonces, no es etéreo, es físico: se conforma, literalmente,
por cientos de miles de redes neuronales producto de la interacción del ser humano
con el ambiente.
Recién nacidos. Todo ser humano tiene conocimiento previo y hasta se conjetura
que los bebés también. Actualmente se investiga el “conocimiento previo” de los
recién nacidos: se han obtenido resultados alentadores que iluminan la discusión
milenaria sobre las capacidades congénitas de los seres humanos, pero cualquier
afirmación sobre sus implicaciones para el proceso educativo es aún prematura. En
ese sentido, las teorías innatistas impulsadas por pensadores como Noam Chomsky
y Jerry Fodor no se contraponen a los principios constructivistas del aprendizaje,
sino que complementan la visión de cómo ocurre el aprendizaje: las capacidades
innatas del ser humano son la base biológicasobre la cual puede construir su propia
comprensión de la realidad.
Cada individuo aprende sobre esas redes neuronales. La corteza cerebral siente,
integra y actúa en respuesta a experiencias concretas. El cerebro recibe estímulos
del ambiente a través de la corteza sensorial, y los asimila, integrándolos con la
información proveniente de los diferentes lóbulos y del sistema límbico. El cerebro
reflexiona sobre la información, la reacomoda, la relaciona, la ignora o la convierte
en memorias, creando imágenes y significado. Luego, con esa información, el lóbulo
frontal crea nuevos esquemas mentales, desarrolla planes, compara y escoge
alternativas, toma decisiones, resuelve problemas o bien le envía mensajes a la
corteza motora para que ejecute algún movimiento.