Este documento analiza la obra de Teresa de Jesús desde una perspectiva dialógica. Explica que en los escritos autobiográficos de Teresa se pueden oír diferentes voces, como la de Teresa misma, sus confesores, sus monjas y Cristo. Estas voces interactúan y a veces entran en diálogo o conflicto. También describe cómo Teresa va construyendo su identidad a través de sus escritos, refiriendo episodios biográficos y espirituales de su vida y exponiendo elementos doctrinales de su ép
CONGRESO TERESIANO CHILE - Luisa Ocaranza: La plasmación de su racionalidad en la literatura y en el arte
1. 1
Poética
teresiana:
un
diálogo
que
se
bifurca
Una
mística
(de)velada
Luisa
Ocaranza
Páez
Cuando
el
lector
actual
se
sitúa
ante
la
obra
de
Teresa
de
Jesús,
el
lapso
que
transcurre
entre
el
acto
de
leer
y
la
interpelación
que
emana
del
texto,
es
breve
en
extremo.
Y
no
porque
se
trate
de
una
interpelación
mística
o
religiosa,
sino
porque
la
voz
que
surge
de
sus
páginas
se
manifiesta
en
todos
los
planos
del
hombre.
La
voz
de
Teresa
asombra,
conmueve,
cuestiona
e
incluso,
es
inquisitiva,
mas,
lo
concreto
es
que
podríamos
decir,
coloquialmente,
que
habla
de
lo
humano
y
de
lo
divino
sin
ambages,
pero
siguiendo
a
Bajtín,
tendríamos
que
afirmar
que
la
obra
teresiana
está
poblada
de
voces
capaces
de
generar
un
diálogo
inigualable,
que
trasciende
con
mucho
la
época
de
la
Santa.
Evidentemente,
por
tratarse
de
textos
autobiográficos,
la
voz
que
prima
es
la
de
la
propia
Teresa,
la
que
escuchamos
nítida
y
fuerte.
Sin
embargo,
junto
a
ella
es
posible
oír
otras
voces
de
diferente
intensidad,
algunas
de
las
cuales
ella
acogerá
con
completa
disposición,
mientras
que
a
otras
las
rechazará
abiertamente.
Voces
de
su
presente
y
de
su
pasado,
que
conseguirán
proyectarse
hacia
el
futuro,
sostenidas
por
un
discurso
del
todo
trascendente.
Las
principales
voces
serán
la
de
sus
confesores,
las
de
sus
monjas
y,
evidentemente,
la
de
Cristo,
su
amigo,
amado
y
esposo.
Obligada
por
su
confesor,
en
cada
ocasión
tras
etapas
esenciales
en
su
vida
como
la
conversión
ante
el
Cristo
Llagado,
la
fundación
de
San
José
o
su
matrimonio
espiritual,
la
Santa
referirá
por
escrito
y
detalladamente
el
proceso
espiritual
que
ha
estado
y
está
viviendo.
Primero
lo
hará
a
través
de
algunas
Cuentas
de
Conciencia
y
luego
a
través
del
Libro
de
la
Vida,
Camino
de
Perfección
o
Las
Moradas.
2. 2
En
el
Libro
de
la
Vida,
por
ejemplo,
luego
de
un
primer
rechazo
por
parte
de
sus
consejeros
y
confesores,
pensando
que
la
carmelita
es
atacada
por
el
demonio,
estos
decidirán
acogerla
y
acompañarla.
Sus
voces,
por
tanto,
estará
indisolublemente
unida,
desde
ese
instante,
al
texto-‐enunciado
de
la
Santa
y
a
su
tarea
de
testimoniar,
de
develar
su
alma
según
un
proyecto
divino.
Y
así
lo
explica
ella:
DICTAMEN
GASPAR
DAZA
Venida
la
respuesta
que
yo
con
harto
temor
esperaba,
y
habiendo
encomendado
a
muchas
personas
que
me
encomendasen
a
Dios
y
yo
con
harta
oración
aquellos
días,
con
harta
fatiga
vino
a
mí
y
díjome
que,
a
todo
su
parecer
de
entrambos,
era
demonio…1
La
obra
de
Teresa
de
Jesús
es
en
su
mayoría
autobiográfica
y
posee
un
marcado
tono
confesional.
Y
como
en
toda
autobiografía,
la
autora
intenta
crear
la
imagen
de
un
yo
que
va
construyéndose
lentamente,
casi
como
si
fuera
por
etapas,
de
manera
analítica
como
apunta
Bajtín2
.
Ya
que
refiere
episodios
estrictamente
biográficos
que
van
desde
su
vida
infantil
hasta
su
entrega
absoluta
a
Dios
como
carmelita
descalza
y
reformadora,
y
luego
a
ello
suma
las
vicisitudes
del
alma
desde
una
perspectiva
espiritual
que
le
acerca
a
develar
no
sólo
la
forma
de
realizar
el
camino
de
unión
a
Dios
y
matrimonio
espiritual,
sino
la
hondura
antropológica
que
dicho
viaje
conlleva.
Junto
a
esto,
va
vertiendo
también
elementos
doctrinales,
que
le
permiten
manifestarse
en
torno
a
la
delicada
realidad
religiosa
de
su
época.
Recordemos
que
en
la
autobiografía,
en
términos
dialógicos,
el
autor
debe
ubicarse
fuera
de
su
propia
personalidad
para
objetivarse
a
sí
mismo.
El
fin
es
convertirse
en
otro,
acto
que
le
permitirá
verse
bajo
una
perspectiva
distinta,
pero
1
Cfr.
V
23,
14.
2
M. BAJTIN, Teoría y Estética de la Novela, Taurus, Madrid 1989, p. 294. De aquí en adelante se
abreviará TEN.
3. 3
que,
además,
le
ayudará
a
concluirse,
a
examinarse
de
acuerdo
a
los
valores
que
imperan
en
su
vida
y
a
transformarse
en
un
héroe
autobiográfico3
.
Evidentemente,
ante
el
acto
escritural,
el
autor
selecciona
hechos
y
realidades
que
le
ayuden
a
concretar
la
imagen
que
desea
concretar.
Sin
embargo,
esa
imagen
no
sólo
depende
del
autor,
sino
también
del
otro
o
de
los
otros
que
operan
en
su
conciencia,
así
que
al
asumir
esto,
el
héroe
autobiográfico
se
construye
considerando
esas
presencias
y,
por
ende,
se
ve
afectado
por
ellas.
El
El
Libro
de
la
Vida
o
Las
Moradas,
como
cualquier
obra
biográfica,
se
manejan
dentro
de
esos
mismos
patrones.
Teresa
de
Jesús,
en
su
radicalidad,
crea
una
imagen
de
sí
misma
que
responde
a
las
exigencias
propias
y
a
los
roles
que
irá
asumiendo
paulatinamente,
pero
de
igual
manera
a
los
otros
que
pertenecen
a
la
Iglesia,
a
la
sociedad
y,
por
supuesto,
a
Dios.
Desde
la
perspectiva
de
la
teoría
de
la
enunciación,
se
establece
y
actúa
en
el
mundo,
sustentada
por
su
interioridad.
En
la
confesión,
el
hombre
que
ha
actuado
mediante
un
hecho,
palabra
o
pensamiento,
dirigido
a
un
objeto
y
dotado
de
sentido,
después
de
la
valoración
del
acto4
transfiere
su
arrepentimiento
y
su
autocondena
al
plano
creativo,
(…)
llegando
a
ser
el
principio
organizador
y
formador
de
la
vida
interior
para
la
visión
y
la
fijación
valorativa
de
uno
mismo.5
Por
ello,
la
confesión
es
una
autoobjetivación6
,
en
la
que
sólo
lo
que
el
autor
pueda
decir
de
sí
mismo
es
lo
que
cuenta,
o
sea,
yo
mirándome
a
mí
mismo,
excluyendo
las
otras
miradas.
Se
trata
de
una
conciencia
centrada
en
la
propia
realidad,
apuntando
hacia
la
perfección.
Ante
esta
soledad
el
ser
humano
3
Cfr. M. BAJTIN, TEN, p. 238 y ss.
4
Esta valoración puede ser realizada en el plano cognoscitivo, estético y moral. Véase «El héroe como
totalidad de sentido» en Estética de la Creación Verbal, Siglo XXI, Madrid 1985. De aquí en adelante se
abreviará ECV.
5
M. BAJTIN, ECV, pp. 125-126.
6
Cfr. M. BAJTIN, ECV, p. 126
4. 4
comprenderá
que
en
esta
instancia
es
imposible
la
conclusividad,
pues
su
rendición
de
cuentas
implica
una
valoración
de
lo
no
concluido.
En
definitiva,
«la
confesión-‐
rendimiento
de
cuentas
es
precisamente
el
acto
de
la
no-‐coincidencia
fundamental
y
actual
con
uno
mismo»7
y
frente
a
tal
realidad,
consciente
de
que
el
mundo
no
podrá
justificarlo,
el
hombre
acude
a
la
justificación
religiosa,
pues:
(…)
necesita
un
perdón
y
una
expiación
como
un
don
absolutamente
puro
(que
no
corresponde
a
sus
méritos),
necesita
un
favor
y
una
bienaventuranza
que
lleguen
de
más
allá.8
Surgen
entonces
las
súplicas,
los
ruegos,
las
peticiones
de
absolución
que
buscan
una
respuesta
que
permanece
rodeada
de
incertidumbre.
Es
el
momento
netamente
confesional
(…)
es
el
límite
equilibrado
por
otro
límite
que
es
la
confesión,
o
sea
la
súplica
dirigida
fuera
de
uno,
a
Dios.9
No
habrá
entonces
una
confesión
pura,
en
completa
soledad,
como
el
hombre
desearía,
pues
su
propia
esencia
lo
empuja
hacia
el
Otro10
.
Y
ese
otro,
al
que
el
hombre
busca
para
ser
examinado,
valorado,
será
en
última
instancia
Dios.
O
sus
representantes
en
la
tierra,
a
través
de
los
cuales
el
hombre
puede
y
espera
recibir
la
ansiada
respuesta.
Mas,
no
hay
garantía
de
ello,
por
eso
la
fe
y
la
esperanza
serán
los
ejes
sustentadores
de
la
confesión
que
realiza
el
hombre
en
pos
de
Dios.
De
ser
un
yo-‐para-‐
mí,
el
hombre
se
convierte
en
otro
para
Dios11
;
en
un
ser
que
se
mueve
entre
el
arrepentimiento
y
la
confianza
desde
la
que
robustecerá
la
esperanza,
y
que
deja,
7
M. BAJTIN, ECV, p. 127.
8
M. BAJTIN, ECV, p. 127.
9
M. BAJTIN, ECV, p. 127.
10
Bajtín apuntará a la importancia del autoconocimiento como herramienta para comprender con
humildad que necesitamos al otro. “(…) el mismo hecho de conocerse a sí mismo dentro del ser, habla de
que yo no estoy solo en mi rendimiento de cuentas, de que yo me reflejo valorativamente en alguien, de
que alguien está interesado en mí, de que alguien necesita que yo sea bueno”. M. BAJTIN, ECV, p. 128.
11
Cfr. M. BAJTIN, ECV, pp. 129.
5. 5
finalmente,
a
Dios
ser
la
fuerza
organizadora
de
su
devenir.
En
lenguaje
de
Teresa
de
Jesús,
un
ser
entregado
al
amor
y
la
perfección.
La
misma
fuerza
organizadora
tendrá
la
obra
de
la
Santa
en
general,
pero
en
sus
obras
mayores
es
mostrada
por
ella
mediante
la
transformación
de
su
propio
ser
que
se
esfuerza,
que
cae,
que
se
duele
y
que
madura
sumergida
en
este
crisol.
Fuerza
modeladora
de
una
mujer,
de
una
religiosa,
de
un
alma
que
se
empina
hacia
lo
Inefable.
Fuerza
modeladora
de
un
discurso
que
se
apega
a
las
normativas
oficiales
que
requiere
la
rendición
de
cuentas
de
una
monja,
pero
al
mismo,
fuerza
creativa
que
le
otorga
el
talento
para
vaciar
en
este
discurso
sus
ideas
de
transformación
en
y
para
Dios,
tan
polémicas
y
renovadoras
para
su
época.
Al
tratarse
de
obras
que
siguen
el
camino
de
la
autobiografía
espiritual,
Teresa
de
Jesús
sigue
las
directrices
dadas
por
sus
confesores,
que
le
ayudan
modelar
el
yo
autobiográfico
mediante
preguntas
e
interpelaciones
directas,
que
en
ocasiones
corresponden
a
sus
propias
dudas
o
necesidades
de
esclarecimiento
doctrinal
sobre
temas
determinados:
Fue
de
suerte
esta
relación,
que
todos
los
letrados
que
la
han
visto
-‐que
eran
sus
confesores-‐,
decían
era
de
gran
provecho
para
aviso
de
cosas
espirituales.12
Sin
embargo,
el
objetivo
de
sus
obras
es
mucho
más
trascendente
y
ha
sido
revelado
a
la
Santa
por
Dios
mismo.
No
se
trata
sólo
de
relatar
su
vida,
sino
de
hablar
de
las
gracias
recibidas
para
provecho
de
quienes
lean
o
lleguen
a
conocer
su
experiencia:
Gustará
vuestra
merced
mucho
(…),
de
hallarlo
escrito
y
entender
lo
que
es.
Porque
una
merced
es
dar
el
Señor
la
merced,
y
otra
es
entender
qué
merced
es
y
qué
gracia,
otra
es
saber
decirla
y
dar
a
entender
cómo
es.13
12
13
Cfr.
V
17,
5.
6. 6
De
tal
manera,
que
siguiendo
este
lineamiento,
Teresa
de
Jesús
construirá
la
imagen
de
sí
misma
que
desea
que
el
mundo
conozca,
que
va
desde
el
pecado
hasta
la
comunión
perfecta.
Por
lo
tanto,
la
Santa
se
desplazará
entre
lo
terreno
y
lo
divino,
desde
los
hechos
de
su
vida
hasta
los
dones
otorgados.
Como
consecuencia
de
ello,
en
el
gran
enunciado
que
es
la
obra,
convivirán
otros
enunciados
que
se
complementarán
en
pro
del
objetivo
de
la
autora
que
es
relatar
las
vicisitudes
que
se
le
han
presentado
en
el
camino
de
su
vida.
Podemos
distinguir
entonces
un
gran
enunciado
presidido
por
el
cronotopo
autobiográfico
y
que
se
plasma
en
la
figura
del
«ser
que
va
por
el
camino
de
la
vida
que
busca
el
conocimiento»14
.
Y
luego,
dos
enunciados
subordinados
a
éste.
Uno
personal
y
otro
espiritual
que
estarán
unidos
mediante
la
doctrina
y
la
experiencia,
sirviéndoles
a
ambos
de
fundamentación
y
refuerzo.
El
enunciado
personal
está
organizado
en
torno
a
la
idea
de
mostrar
los
hechos
que
han
conformado
la
vida
de
la
religiosa
y
que,
de
una
u
otra
manera,
la
han
determinado
tanto
en
lo
externo
como
en
lo
interno,
haciendo
evidente
los
pasos
que
ha
dado
en
pos
de
la
búsqueda
de
la
madurez
que
significa
en
última
instancia,
comunión
con
Dios.
Entonces
relatará,
por
ejemplo,
algunos
sucesos
importantes
a
la
luz
luz
de
una
experiencia
mítica
profunda,
tal
como
la
transverberación:
(…)
veía
un
ángel
cabe
mí
hacia
el
lado
izquierdo,
en
forma
corporal,
(…).
En
esta
visión
quiso
el
Señor
le
viese
así:
no
era
grande,
sino
pequeño,
hermoso
mucho,
el
rostro
tan
encendido
(…)
Veíale
en
las
manos
un
dardo
de
oro
largo,
y
al
fin
del
hierro
me
parecía
tener
un
poco
de
fuego.
Este
me
parecía
meter
por
el
corazón
algunas
veces
y
que
me
llegaba
a
las
entrañas.
Al
sacarle,
me
parecía
las
llevaba
consigo,
y
me
dejaba
toda
abrasada
en
amor
grande
de
Dios”.15
14
M. BAJTIN, ECV, p.283.
15
Angela de Foligno, Memorial, p. 29.
7. 7
La
visión
de
Teresa
únicamente
puede
comprenderse
ante
la
idea
del
desasimiento
total
de
los
bienes
del
mundo
y
la
comunión
plena
con
Dios.
Aun
cuando
la
imagen
impacte,
lo
esencial
es
la
capacidad
de
la
Santa
para
donarse
por
completo
a
lo
Inefable,
requerimiento
básico
en
el
camino
del
místico.
Por
ello,
los
acontecimientos
del
mundo
exterior
tienen
un
perceptible
lazo
con
los
sucesos
que
se
desarrollan
en
el
mundo
interior,
bajo
el
amparo
de
la
mirada
divina
que
hace
consciente
a
la
heroína
de
la
posible
y
necesaria
perfección
humana.
En
sus
Obras
Mayores,
lo
público
y
lo
íntimo
estarán
vinculados
mediante
la
certeza,
de
que
en
uno
y
otro
ámbito,
la
presencia
divina
es
amor
constante
y
permanente.
El
punto
de
partida
será
entonces
esta
realidad
que
servirá
de
base
a
la
esperanza
y,
al
mismo
tiempo,
al
profundo
autoexamen
de
un
alma
que
se
expone
al
juicio
y
valoración
del
otro.
Entonces
el
resultado
será
la
representación
de
un
alma
que
avanza
y
retrocede;
sometida
a
los
vaivenes
de
sus
anhelos,
búsquedas
y
encuentros.
Pero
además,
en
sus
escritos,
Teresa
de
Jesús
esbozará
los
lineamientos
de
su
propuesta
espiritual.
Si
pudiéramos
traducirlo
a
lenguaje
literario,
diríamos
que
este
libro
contiene
la
base
de
la
poética
de
la
santa,
que
luego
será
profundizada
en
cartas,
notas,
exhortaciones
y
escritos
de
sus
últimos
años.
Uno
de
sus
preceptos
esenciales
es
la
ratificación
de
las
ideas
y
acontecimientos
mediante
la
experiencia.
Así
quedará
establecido
de
manera
habitual
en
su
obras,
como
cuando
se
refiere
en
Las
Moradas
al
Vuelo
del
Espíritu:
Otra
manera
de
arrobamientos
hay,
o
vuelo
del
espíritu
le
llamo
yo,
que
aunque
todo
es
uno
en
la
sustancia,
en
el
interior
se
siente
muy
diferente;
porque
muy
de
presto
algunas
veces
se
siente
un
movimiento
tan
acelerado
del
alma,
que
parece
es
arrebatado
el
espíritu
con
una
velocidad
que
pone
harto
temor,
(…).16
16
M6,
5,
1.
8. 8
Entonces,
desde
esta
perspectiva
experiencial,
que
le
concede
una
autoridad
inusitada,
la
Santa
ordenará
la
narración
de
los
hechos
que
se
articularán
cuidadosamente
hasta
dar
forma
a
su
relación
con
lo
divino.
El
alma
de
la
heroína
será
delineada
mostrando
su
evolución
desde
la
tibieza
humana
hasta
la
entrega
totalitaria
a
Dios.
Será
retratada
como
una
mujer
decidida
y
deseosa
de
establecer
la
perfecta
comunión,
por
ese
motivo
sus
primeros
pasos
estarán
supeditados
a
un
marcado
y
estricto
ascetismo,
basado
en
el
reconocimiento
pleno
de
sus
pecados17
.
Dicho
ascetismo
la
hará
vivenciar
un
paulatino
proceso
de
purificación
y
desasimiento,
que
culminará
con
la
gracia
de
las
primeras
visiones
y
hablas
divinas.
Los
pasos
que
Teresa
de
Jesús
en
Camino
de
Perfección
o
en
Las
Moradas
señala
como
la
ruta
de
su
viaje
hacia
lo
Inefable,
le
permitirán
perfilarse
como
un
alma
cercana
a
Dios,
sostenida
amorosamente
por
El.
Si
bien
antes
como
religiosa
tiene
conciencia
racional
de
ser
Esposa
de
Cristo,
en
su
período
místico
experimentará
interiormente
esta
realidad.
Lo
cual
fortalecerá
su
identidad
proyectándose
hacia
su
entorno
en
acontecimientos
concretos
como
la
vivencia
consoladora
de
la
pobreza
o
la
urgencia
de
continuar
fundando.
Durante
esta
etapa,
la
acción
sobrenatural
ejercerá
sobre
su
alma
un
influjo
constante,
purificándola,
reformándola,
dándole
nuevas
fuerzas
y
abriéndole
paso
a
caminos
antes
ignorados.
Habitualmente
lo
más
señero
de
esta
experiencia
de
Dios
son
los
fenómenos
externos
que
pueden
acompañarla,
pero
lo
cierto
es
que
dichos
fenómenos
son
sólo
la
parte
visible
de
un
sinnúmero
de
efectos
interiores
que
esta
vida
de
comunión
es
capaz
de
generar.
17
9. 9
Teresa
de
Jesús
será
iluminada,
purificada
y
fortalecida
por
Dios,
mientras
avanza
a
paso
firme
por
esta
senda
que
la
conducirá
a
conocerlo
y
amarlo.
Mediante
la
Iluminación,
Dios
instruirá
su
alma,
haciendo
que
la
Verdad
penetre
y
se
ancle
en
ella,
de
esa
manera
recibirá
una
enseñanza
infusa
que
se
manifestará
con
fenómenos
visivos
o
auditivos
extraordinarios.
Luego,
a
través
de
la
Purificación,
la
acción
divina
modificará
sentimientos
y
actitudes
de
su
alma,
conduciéndola
así
al
conocimiento
propio
de
manera
profunda.
Señales
de
ello
serán,
por
ejemplo,
las
enfermedades
y
las
contradicciones,
que
se
asumirán
como
purificaciones
tanto
del
cuerpo
y
del
alma.
Finalmente,
Dios
fortalecerá
a
la
Santa
mediante
la
Comunicación
de
Amor.
Ese
será
el
crisol
en
donde
la
preparará
para
las
pruebas
y
empresas
que
tendrá
que
llevar
a
cabo.
El
resultado
más
característico
de
esta
experiencia
será
una
acentuación
de
la
paz
interior
acompañada
de
la
convicción
absoluta
de
la
unión
con
Dios.
Afianzada
en
ello,
el
alma
de
la
Santa
se
enfrentará
al
mundo
sumida
en
la
Trinidad,
en
el
conocimiento
de
lo
Divino,
en
el
Amor
total:
(…)
y
metida
en
aquella
morada,
por
visión
intelectual,
(…),
se
le
muestra
la
Santísima
Trinidad,
todas
tres
personas,
con
una
inflamación
que
primero
viene
a
su
espíritu
a
manera
de
una
nube
de
grandísima
claridad,
y
estas
Personas
distintas,
y
por
una
noticia
admirable
que
se
da
al
alma,
entiende
con
grandísima
verdad
ser
todas
tres
Personas
una
sustancia
y
un
poder
y
un
saber
y
un
solo
Dios
(…).18
Cristo
junto
a
ella
y
en
ella,
generándole
una
seguridad
que
antes
jamás
sintiera.
Esta
visión
trinitaria,
conocimiento
surgido
tras
el
matrimonio
místico,
gracia
inusitada
y
extrema,
será
un
don
que
le
sorprende
y
que
contrasta
sobremanera
con
la
bajeza
e
ingratitud
de
los
seres
humanos.
Desde
ese
punto,
una
visión
de
atalaya,
Teresa
será
capaz
de
dominar
y
comprender
el
mundo
y,
por
ende,
amarlo
embebida
en
Dios.
18
M7,
1,
6.
10. 10
Ya
establecido
que
en
las
obras
teresiana
es
imposible
no
reconocer
el
afán
doctrinal
y
espiritual,
mientras
nos
adentramos
en
la
lectura
de
sus
escritos,
es
inevitable
preguntarse
a
quién
está
dirigido
o
con
quién
entabla
este
fructífero
diálogo.
El
primer
paso
es
comprender
que,
como
autobiografía
escrita
por
obediencia,
en
su
esencia
está
la
orientación
hacia
el
discurso
ajeno,
ya
que
la
autora
expone
su
vida
para
ser
evaluada
por
otros,
de
manera
que
estos
puedan
dar
su
dictamen
sobre
los
hechos
y
realidades
que
allí
relata.
Es,
por
tanto,
una
obra
que
busca
establecer
relaciones
dialógicas
desde
su
concepción,
pues
la
escritora
se
retrata
y
se
redimensiona
no
sólo
a
través
de
la
mirada
de
su
confesor
y
guías
espirituales,
sino
también
a
través
de
la
mirada
divina,
de
la
de
sus
compañeras/os
y,
evidentemente,
a
través
de
su
propia
mirada.
La
presencia
del
Otro
será
crucial
en
esta
obra,
pues
será
esa
presencia
la
que
le
permita
a
la
autora
objetivarse
y
concluirse
para
mostrarse
al
mundo
de
acuerdo
a
los
cánones
establecidos.
Interacción
y
encuentro
son
dos
conceptos
claves
para
comprender
el
alcance
de
lo
dialógico,
pues
Teresa
de
Jesús
no
sólo
reaccionará
a
la
palabra
de
sus
receptores,
sino
que
estos
encontrarán
en
sus
obras
mayores
una
puerta
de
acceso
a
sus
propias
experiencias.
(…)
tome
vuestra
merced
para
sí
-‐pues
tanto
me
ha
importunado
escriba
alguna
declaración
de
las
mercedes
que
me
hace
Dios
en
la
oración-‐,
si
fuere
conforme
a
las
verdades
de
nuestra
santa
fe
católica;
y
si
no,
vuestra
merced
lo
queme
luego,
que
yo
a
esto
me
sujeto.19
La
Santa
modelará
entonces
una
heroína
que
responderá
a
sus
distintos
interlocutores
y
todas
esas
respuestas
darán
forma
a
la
religiosa
ya
transformada
en
religiosa
y
mística.
Sus
primeros
interlocutores
serán
quienes
ejerzan
de
censores,
que
representan
las
directrices
eclesiásticas
y,
por
tanto,
la
voz
de
autoridad
más
cercana
que
posee.
Teresa
está
consciente
de
que
no
puede
transgredir
esa
autoridad,
pues
19
Cfr.
V
10,
8.
11. 11
ellos
tendrán
que
asegurar
que
las
vivencias
comunicadas
por
medio
de
la
escritura
son
válidas
y
van
conforme
a
los
dogmas
de
la
Iglesia.
Aclarado
esto,
es
evidente
que
esta
aspiración/inspiración
divina
implica
otro
interlocutor
dentro
del
texto.
Otra
mirada
y
otras
respuestas.
Y
ese
otro
interlocutor
es
Dios
o
Cristo.
Es
lógico
entonces
que
entre
sus
objetivos
se
encuentre
el
que
Dios
sea
alabado
y
engrandecido
cuando
el
mundo
comprenda
lo
que
ha
obrado
en
una
persona
débil
como
ella
y,
por
tal
razón,
la
obra
estará
embebida
de
un
tono
de
alabanza
constante.
Pero
más
allá
de
eso,
será
evidente
que
la
autora
se
considera
autorizada
e
impelida
por
Dios
para
que
hable
sobre
El20
y,
por
ende,
este
no
sólo
le
ayudará
a
escribir
sobre
su
experiencia
de
comunión
con
lo
Inefable,
sino
que
mantendrá
un
diálogo
continuo
con
ella,
ya
sea
de
manera
directa
como
el
que
se
produce
con
las
hablas
divinas,
o
bien,
a
través
de
los
diversos
fenómenos
que
se
presentan
durante
su
período
místico.
Es
evidente
que
la
presencia
de
lo
sobrenatural
en
la
obra,
reflejado
principalmente
en
las
figuras
de
Dios
y
Cristo,
garantiza
la
completa
veracidad
de
ésta.
Al
asumir
que
no
es
ella
quien
lo
dice,
sino
que
sólo
sirve
como
medio
a
través
del
cual
se
canalizan
la
expresividad
y
el
pensamiento
divinos,
se
establece
como
ideal
la
Verdad
encarnada
que
es
Cristo
y
que
el
lector
está
llamado
a
reconocer.
Cuando
se
quitaron
muchos
libros
de
romance,
que
no
se
leyesen,
yo
sentí
mucho,
porque
algunos
me
daba
recreación
leerlos
y
yo
no
podía
ya,
por
dejarlos
en
latín;
me
dijo
el
Señor:
“No
tengas
pena,
que
Yo
te
daré
libro
vivo”.21
Cristo22
,
como
modelo
de
la
relación
humana,
no
sólo
será
el
interlocutor
que
complemente
a
la
heroína
objetivada
creada
por
la
autora,
sino
será
otro
puro
y
21
V
26,
5
22
Para Bajtín el interlocutor ideal será Cristo. En su figura se sintetizan y se concentran todos los
parámetros de la dialogía total. Véase Problemas de la Poética de Dostoievski, Fondo de Cultura
Económica, México 1986, p. 139-140.
12. 12
universal
que
la
concluya
y
al
concluirla,
la
sublime.
Por
ello,
la
heroína
y
su
realidad,
desde
esta
perspectiva,
se
tornarán
trascendentes
y,
en
consecuencia,
irán
en
pos
de
la
Eternidad,
pues
el
Esposo
se
presenta
como
la
voz
que
supera
a
todas
las
voces
y
la
solución
última
de
todas
las
búsquedas
ideológicas.
Con
El
y
ante
El
se
llevará
a
cabo
el
dialogismo
total
que
organiza,
modela
e
incluso,
subyuga
el
alma
por
efecto
del
Amor
Esponsal.
En
consecuencia,
cuando
la
autora
se
observa
reflejada
en
la
mirada
de
Cristo,
se
adscribe
de
inmediato
a
la
Verdad
última
que
éste
representa
y
que
trasciende
a
su
ser,
a
su
identidad
y,
por
ende,
a
su
palabra,
ratificándola,
sosteniéndola
y
acogiéndola.
Ese
diálogo,
que
implica
la
develación
de
un
alma
hermosa,
hará
comprender
a
Teresa
de
Jesús
que
aquel
estar
a
solas
con
quien
sabemos
nos
ama23
que
la
instó
un
día
en
Avila
se
ha
transformado
lentamente
en
el
Todo,
continente
y
contenido
de
su
realidad,
dictaminado
en
aquel
imborrable
“Alma,
buscarte
has
en
Mí,
y
a
Mí
buscarme
has
en
ti”,
sello
de
la
comunión
perfecta.
La
interpelación
final
se
centra
en
un
llamado
único
que
hace
la
autora
a
todos
sus
interlocutores
posibles,
contemporáneos
y
futuros:
no
está
la
cosa
en
pensar
mucho,
sino
en
amar
mucho
24
,
pues
sólo
a
través
del
Amor,
que
es
diálogo
continuo,
llegará
el
encuentro
con
el
Esposo,
con
la
Verdad
encarnada
y
con
la
plena
esencia
de
la
realidad
según
el
modelo
propuesto
por
Teresa:
el
hombre
concluido,
contenido
y
escuchado
por
Cristo.
La
potencia
de
su
palabra
renovadora
y
creadora
de
Teresa
de
Jesús
se
manifiesta
con
fuerza
todavía.
Ella,
la
apasionada,
la
enamorada,
la
esposa,
aún
logra
dar
respuesta
a
las
inquietudes
de
nuestro
tiempo.
Ya
no
se
trata
de
Castilla
ni
de
23
.
M4,
1,
7.
13. 13
tiempos
convulsos
ni
de
cuestionamientos
religiosos.
Es
un
encuentro
de
alma
a
alma,
de
palabra
a
palabra,
que
transforma
e
interpela
o,
como
diría
Bajtín,
un
acto
dialógico
identitario
y
de
conclusión,
que
nos
conduce
al
amor
perfecto
que
ella
convirtió
en
base
de
su
existencia.