Este documento presenta un resumen de una carta escrita en el siglo XVII por un hombre que trabajó en un astillero real español. La carta describe cómo el autor mejoró los procesos y la calidad en el astillero a través de una supervisión detallada del trabajo, reuniones con los clientes, y asegurando que todos entendían sus roles. También enfatiza la importancia de documentar los procesos y asegurar que se sigan con diligencia y eficacia. Los principios que enumera sobre calidad y mejora continua todavía
1. LA CALIDAD NACIÓ EN EL REINO DE ESPAÑA
La calidad nació
en el Reino de España
TEXTO | Enrique Pampliega, www.epampliega.com
La última remodelación de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la localidad de Meco (Madrid) sacó a la luz una serie
de escritos muy deteriorados; entre ellos destacan un libro de horas de Juana la Loca, sin duda una copia, fechada sobre el año
1600, y una serie de cartas de un hijo de la villa que debió servir al rey, curiosamente, en la construcción de barcos.
El único texto que se ha podido rescatar prácticamente completo dice así:
“… me decido a juntar estas letras para dejar esperaba, enviándome a un pícaro para instalar en
testimonio de lo acaecido en los años que presté servicio mi estómago una desazón que duró todo el tiempo
para el Rey entre los mil seiscientos y veinticinco a los que tardé en poner por escrito minuciosamente lo que
mil seiscientos y cuarenta y tres. Comenzó mi historia se hacía, cómo se hacía y quién hacia qué. Tras no pocos
en la juventud, cuando relumbraba en el seminario avatares y soportar muchos ‘voto al diablo’ y ‘rediós’,
y vivía la noche entre tempranillos y de garito en que la gente del astillero es gente trabajadora, pero de
garito, tabernas para jugar a los naipes, tentar la que no gusta que se husmee en su quehacer de años,
manceba y donde mentar la honra y aligerar la vaina fui vigilando que cada cual hacía lo que debía hacer y
era todo uno. Tal fue ésa la España que conocí esto según lo estipulado en mis escritos, y como no podía
y que hoy se desdibuja en mi recuerdo. ser menos, que el trabajo se hiciera con diligencia
y eficacia. Tras todo lo cual, y en los primeros años, fui
El Reverendísimo Padre, viendo mi escasa vocación afinando, como buen hijo de arcabucero, para contento
por el seminario, decidió interceder por mí ante la del Valido y beneficio de las arcas reales.
corte y presentarme al Valido. Hombre fuerte y de
apostura regia, conocedor de lo que acontecía por esos Las naves se vendían bien desde Flandes a Génova,
pagos, no dudó al ver mi disposición para el comercio y escuchar a los mercaderes sus necesidades y opiniones
en encargarme una misión al grito de ‘Vive Dios que sobre nuestros barcos se convirtió en un hábito que hoy
en la corte se tira con pólvora del Rey. Ya está bien sé fue fundamental para la buena marcha del astillero
de tirar con la hacienda de todos, que cada cual lo haga regio, tan necesario como las largas juergas con los
con la propia’ y dicho esto me encargó lo siguiente: capataces y obreros, que con el transcurrir del tiempo
me consideraron uno de los suyos y no cesaban de decir
En el norte del reino, cerca de la tierra de los vizcaínos, lo que razón y oficio les daba a entender, con lo que yo
el Rey disponía de un astillero que ya su abuelo, mejoraba las naves y les pagaba vino y trotona cada vez
que en gloria esté, había dedicado a la construcción que lo que salía de su frontispicio craneal aumentaba
de naves de transporte. Negocio este que le reportaba las arcas reales y contentaba a los mercaderes.
generosos dineros, empleados en donativos para edificar
capillas con las que lavar su imagen, mas en Al poco, recibí un comunicado del Valido. La posta
los últimos años estos dineros se trocaron duendes, el era escueta, una vez al año y para que no se rezaguen
astillero sólo acumulaba gastos y mugre. Allí me dirigí, los fieles y se entreguen a la holganza, la Santa
abandonando mi Meco natal, con una mano delante Inquisición visitaría el astillero y yo debía darle
otra detrás y el encargo del Valido de poner en orden cuenta de todo lo que allí se hacía y decía. Si el
el negocio en provecho de la causa; la del Rey, claro. resultado no era del gusto del Padre y no se ajustaba
a mis escritos de qué se hacía y quién lo hacía, el
Los principios no fueron fáciles, primero, necesitaba Santo Oficio tomaría las medidas que en nombre de
definir qué es lo que se hacía allí y cómo el capataz Dios tuviera a bien. Terminar de leer, que me
del astillero manejaba el negocio. Qué puedo decir, temblaran las piernas y correr a aligerar el vientre
el responsable, grande de España, recibióme como fue un decir Jesús. Pero no fue mal, el inquisidor
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2. revisaba escritos, preguntaba por doquier y cuando
algo no le cuadraba —a mí se me ponía el vello como
picas de coselete—, volvíamos sobre ello y me dejaba
un tiempo para solucionar lo que no era de su
conformidad. Aquello consiguió que año a año
mejoráramos el trabajo y con ello la satisfacción
de los mercaderes, que contrastado lo atinado de
nuestros barcos no dejaban de alabarlos, cosa
que atraía gentes de otros lugares a comprarlos.
El Valido pidióme un escrito en el que reflejara mi visión
de lo realizado estos años y los aspectos fundamentales
para aplicarlo a otros negocios y a ciertas explotaciones
de plata en las Indias. No me costó mucho, y los principios
generales que le enumeré fueron los siguientes:
Debemos tener conocimiento claro del juicio de los
mercaderes a la hora de atinar con el diseño y otros
aspectos.
Responsables, capataces, obreros y demás gente
de astillero deben saber por qué están aquí y qué
se quiere de ellos.
Hay que detallar minuciosamente qué trabajo
se realiza y quién es el responsable de realizarlo.
Intentar que capataces, obreros y otras gentes
aprendan a leer, es de todo punto necesario.
No hay que ser parcos a la hora de dar las
herramientas necesarias para el quehacer de cada Todos los años hay que vigilar el negocio. Mediante
día. Con mala forja el herrero no trabaja. reuniones con mercaderes y la gente de astillero atinar
con la mejor construcción.
Se debe tratar con los mercaderes que nos proveen
de los útiles necesarios para la construcción de Ésos fueron los principios que le enumeré y ya veíame
las naves como si de nuestro mejor amigo se tratara. en la Corte aconsejando al Rey y recibiendo sus mercedes,
Debemos conseguir buenos precios, pero más aún mas coincidió para mi desgracia la misiva con los sucesos
mejores mercancías y servicios. de Rocroi y del Rey y mi escrito no volví a saber nada.
La situación se complicó y un nuevo Valido colocó al
Se debe instruir un bachiller para medir que todo frente del astillero a un hijodalgo, que, sin tardar, dióme
se hace con diligencia y eficacia. boleto a casa, y es que en esta tierra la sombra de Caín,
desde siempre, vaga errante. Moví mis asentaderas
Cuando se produce un error y alguna cuaderna no y marché a la tierra de los herejes, allí adquirí una
es del agrado del mercader, hay que arreglar con venta y apliqué lo aprendido en el astillero. Los días
celeridad el incomodo y procurar por todos los medios trocaron años y hoy, al término de estas letras, sólo espero
que no vuelva a acontecer. la cierta, con el convencimiento de que mi fin alegrará
a Dios o al diablo, pero que sin duda entristecerá a
Es imprescindible que el ambiente en el astillero sea los mequeros, pues habrán perdido un paisano.”
el de una familia, si bien también es recomendable
el baño una vez por semana, haga falta o no, así En Madrid, el día de San Eustaquio
como el cambio de muda. del año de Nuestro Señor de dos mil y siete.
No cabe la menor duda de que los principios enumerados en esta carta coinciden en gran medida con los principios generales
de la calidad con lo que esté escrito de casi cuatro siglos tiene hoy plena vigencia.
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