1. Dificultad de la expresión de las emociones
en afectados por TDAH.
La mayoría de los afectados por TDAH tienen graves problemas para establecer relación con otros
niños/as. La sobre actividad y la impulsividad que los caracterizan causan a menudo rechazo en sus
iguales, especialmente cuando intentan trabajar o jugar juntos.
Según numerosos autores como Rusell Barkley ó Villar Orjales, entre otros, ya han destacado la
dificultad que los niños con TDAH pueden experimentar en el área social, especialmente en las
relaciones con sus amigos o compañeros. Ellos tienen limitado conocimiento de sí mismos y de sus
efectos sobre otros.
La mayoría de los afectados por TDAH tienen graves problemas para establecer relación con otros
niños/as. La sobre actividad y la impulsividad que los caracterizan causan a menudo rechazo en sus
iguales, especialmente cuando intentan trabajar o jugar juntos.
Esta incapacidad en el área social de los niños con TDAH viene dada, entre otras, por sus
dificultades para identificar sus propias emociones y las emociones de los demás. Presentan más
dificultades que otros niños en atender a las señales sociales y anticipar los resultados y las
consecuencias que éstos tendrán en uno mismo y los demás, lo que les provoca problemas de
rechazo social, aislamiento forzado, y en ocasiones soledad crónica.
2. Estás dificultades emocionales se correlacionan con déficits en su Inteligencia Emocional, es decir,
en su manejo y regulación de la emoción y los afectos.
Teniendo en cuenta que la empatía es el corazón de la Inteligencia Emocional, y precisamente es
esta la capacidad que más necesitan entrenar los afectados por TDAH, es importante que se realice
con ellos Programas específicos para que puedan recibir instrucción explícita y entrenamiento
específico sobre estas áreas socio-emocionales. Las actividades y los objetivos deben ir
concretamente dirigidos a ejecutar y depurar al menos las siguientes habilidades:
> La auto-observación de las propias emociones, y la observación de las de otros.> La
capacidad de regular las emociones (capacidad para etiquetar las emociones, entender las
relaciones existentes entre ellas y las situaciones en que aparecen, la comprensión de
emociones complejas y sus funciones).> Expresarlas oportunamente (capacidad de expresar
correctamente nuestros sentimientos).> No ocultar las dificultades emocionales, poder
compartir las emociones socialmente.> Poseer un estilo de afrontamiento adaptativo (las
emociones nos permiten atender a la información relevante, facilitan la toma de decisiones, así
como el cambio de perspectiva.> Mantener alta la esperanza y perseverar en las metas
(habilidad para estar abierto a los estados emocionales positivos y negativos; destreza para
conducirlos adecuadamente)".
(Domínguez, Olvera y Cruz, 2002)
3. Investigaciones recientes avalan la importancia de trabajar desde la más temprana edad este tipo de
programas, tanto en la población infantil en general como en aquellos niños que muestran mayores
carencias en estas áreas, teniendo como objetivo reducir riesgos psicosociales tales como la salud
mental disminuida, el abandono escolar, la desadaptación, el bajo rendimiento, las dificultades
escolares de diversos tipos, el abandono escolar, la aparición de conductas violentas, etc.
Por todo lo expuesto, uno de los primeros pasos para enseñar a controlar la conducta, es saber
reconocer las propias emociones, puesto que son éstas las que impulsan la misma. Una vez que
aprendamos a reconocer nuestra emoción, podremos profundizar en qué consiste ésta, qué función
tiene, qué efectos nos produce y qué herramientas puedo utilizar para controlarla. Todo este proceso
nos ayuda a autoconocernos en profundidad y a desarrollar estrategias de autocontrol intrínsecas
que palien la desregulación emocional que en ocasiones padecen los afectados en el TDAH.
Es decir, el reconocer nuestras propias emociones y saber manejarlas, nos permitirá desarrollar
nuestra capacidad de autocontrol emocional y por ende, conductual, promoviendo así, cada vez más
conductas prosociales.
Cuando ya hemos aprendido a reconocer nuestras emociones, reconocemos las mismas en los
demás, lo que nos ayudará a tener éxito en la interacción social y en la resolución proactiva de
conflictos interpersonales. Todo ello, nos reportará un nivel de funcionalidad alto en el desarrollo
personal, intelectual, social y emocional, que a su vez repercutirá muy positivamente en el resto de
áreas:
> Aumentará la autoestima, > Aumentará las probabilidades de éxito académico.> Mejorará el
clima familiar y escolar.> Repercutirá positivamente en la salud mental.> Aparecerán con
mayor frecuencia las interacciones sociales con éxito.> Etc.
En definitiva, enseñar a identificar nuestras propias emociones y las de los demás, y saber expresar
y gestionar adecuadamente la comunicación de estados afectivos, reportará altas dosis de control
emocional, conductual y social, aumentando la autoestima, y la sensación de equilibrio en el
afectado por TDAH.
"( )el mejor indicador en la niñez de la adaptación de la vida adulta, no son las notas escolares, ni el
comportamiento en clase, sino la capacidad con la que este niño se relacione con otros niños. Los
niños que son identificados como agresivos o destructores, que son incapaces de sostener una
relación estrecha con otros niños y de ubicarse en la cultura a la que pertenecen sus demás
compañeros, éstos corren riesgos" (Hartup, 1992).
Patricia Fernández Briz
Psicopedagoga de Fundación CADAH
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