2. cidad para ver la enfermedad en los niños. No hace de-
masiado tiempo, se creía que los trastornos del estado de
ánimo no comenzaban hasta la mitad o el final de la ado-
lescencia. Sin embargo, ahora se sabe que todos los tras-
tornos psiquiátricos «adultos» enumerados en el DSM-IV
pueden comenzar durante la niñez. Cualquier trastorno
puede utilizarse como etiqueta diagnóstica primaria en un
niño. Incluso los trastornos de la personalidad (excepto el
de personalidad antisocial) pueden diagnosticarse en la
niñez si sus características son dominantes e inusualmente
persistentes. Se sabe también que todos los trastornos que
comienzan en la niñez dejan secuelas importantes en el
adulto o se transforman en trastornos del adulto.
Los procesos médicos en el niño tienen una importan-
cia crucial para valorar su conducta; incluso los problemas
médicos del Eje III leves o transitorios pueden provocar
síntomas conductuales flagrantes, en especial en niños de
corta edad (Cantwell y Baker, 1988). La prevalencia de
trastornos psiquiátricos es doble en los niños con enferme-
dades o minusvalías físícas ajenas al sistema nervioso cen-
tral (SNC) (Rutter y Yule, 1970). En el Eje IV, el DSM-IV
proporciona una versión modificada de la Escala para eva-
luar la intensidad del estrés psicosocial en niños y adoles-
centes. La ausencia o la negligencia de los padres, los abu-
sos físicos y sexuales, los trastornos psiquiátricos de las
personas que cuidan al niño e incluso la pubertad ejer-
cen efectos sobre los niños, específicos para cada edad. La
Escala de evaluación de la actividad global (EEAG), en el
Eje V incorpora características de la Escala de evaluación
global infantil (Children’s Global Assessment Scale) (Shaffer y
cols., 1983).
El estadio del desarrollo puede influir en la presenta-
ción, el significado y el curso de un trastorno psiquiátrico.
La capacidad de afrontamiento y de adaptación cambia
con el desarrollo y no se relaciona de una manera simple
con la edad cronológica. En el sistema DSM actual no es-
tán clasificadas estas características del desarrollo, y queda
al juicio del clínico la valoración del estadio del desarrollo
del individuo y el significado evolutivo de los síntomas que
presente.
La categoría DSM-IV «trastornos de inicio en la infan-
cia, la niñez o la adolescencia» incluye procesos que no
sólo comienzan en la infancia, sino que se diagnostican típi-
camente en esa época (tabla 23-1). Algunos patrones com-
portamentales son normales en ciertas etapas del desa-
rrollo, pero adquieren carácter patológico en estadios
posteriores (p. ej., el trastorno de ansiedad por separa-
ción, la enuresis, la encopresis y el trastorno negativista
desafiante). Sin embargo, la mayoría de las conductas ex-
hibidas en estos trastornos no son «normales» a ninguna
edad.
En este capítulo no expondremos los trastornos adapta-
tivos en niños (Newcorn y Strain, 1992) ni los problemas
de las relaciones paternofiliales. El desarrollo del niño y el
tratamiento psiquiátrico en la infancia se exponen en los
capítulos 4 y 35, respectivamente. En otras partes de esta
824 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
TABLA 23-1. Trastornos DSM-IV de inicio en la infancia, la ni-
ñez o la adolescencia
Retraso mental
Retraso mental leve
Retraso mental moderado
Retraso mental grave
Retraso mental profundo
Retraso mental de gravedad no especificada
Trastornos del aprendizaje (antes trastornos de las habilidades
académicas)
Trastorno de la lectura
Trastorno del cálculo
Trastorno de la expresión escrita
Trastorno del aprendizaje no especificado
Trastorno de las habilidades motoras
Trastorno del desarrollo de la coordinación
Trastornos generalizados del desarrollo
Trastorno autista
Trastorno de Rett
Trastorno desintegrativo infantil
Trastorno de Asperger
Trastorno generalizado del desarrollo no especificado
Trastornos por déficit de atención y comportamiento pertur-
bador
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Tipo con predominio del déficit de atención
Tipo con predominio hiperactivo-impulsivo
Tipo combinado
Tipo no especificado
Trastorno disocial
Trastorno negativista desafiante
Trastorno del comportamiento perturbador no especificado
Trastornos de la ingestión y de la conducta alimentaria de la in-
fancia o la niñez
Pica
Trastorno de rumiación
Trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez
Trastornos de tics
Trastorno de la Tourette
Trastorno de tics motores o vocales crónicos
Trastorno de tics transitorios
Trastorno de tics no especificado
Trastornos de la comunicación
Trastorno del lenguaje expresivo
Trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo
Trastorno fonológico
Tartamudeo
Trastorno de la comunicación no especificado
Trastornos de la eliminación
Encopresis
Enuresis
Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia
Trastorno de ansiedad por separación
Mutismo selectivo
Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez
Trastorno de movimientos estereotipados
Trastorno de la infancia, la niñez o la adolescencia no especificado
4. Ruffle, 1998), el factor «hiperactividad» emerge con fuer-
za como un componente bien definido de la conducta ge-
neral infantil, y la «desatención» como un factor separado,
con menos fuerza pero constante en las muestras de niños
tomadas de la clínica y de la colectividad.
Esta separación entre los factores cognitivos y conduc-
tuales es clínicamente útil. La clasificación del DSM-IV en
tipos de trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad «con predominio del déficit de atención», «con pre-
dominio hiperactivo-impulsivo» y «combinado» permite
designar bajo la etiqueta diagnóstica del trastorno a tres
de los complejos sintomáticos más destacados. Cada uno
de estos tres «tipos» de trastorno por déficit de atención
con hiperactividad según el DSM-IV parece tener un pro-
nóstico y una respuesta al tratamiento psicosocial diferen-
te; por tanto, es necesario realizar una valoración clínica
por separado del déficit de atención y de la hiperactivi-
dad-impulsividad.
El diagnóstico DSM-IV de trastorno por déficit de aten-
ción con hiperactividad no especificado subsume cuadros
similares al trastorno por déficit de atención con hiperac-
tividad que no cumplen los criterios diagnósticos. Aunque
826 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
TABLA 23-2: Criterios DSM-IV para diagnóstico del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
A. (1) o (2):
(1) seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención
han persistido por lo menos durante 6 meses con una
intensidad que es desadaptativa e incoherente en rela-
ción con el nivel de desarrollo:
Desatención
(a) a menudo no presta atención suficiente a los de-
talles o incurre en errores por descuido en las ta-
reas escolares, en el trabajo o en otras actividades
(b) a menudo tiene dificultades para mantener la
atención en tareas o en actividades lúdicas
(c) a menudo parece no escuchar cuando se le habla
directamente
(d) a menudo no sigue instrucciones y no finaliza
tareas escolares, encargos, u obligaciones en el
centro de trabajo (no se debe a comportamiento
negativista o a incapacidad para comprender ins-
trucciones)
(e) a menudo tiene dificultades para organizar tareas
y actividades
(f) a menudo evita, le disgusta o es renuente en
cuanto a dedicarse a tareas que requieren un es-
fuerzo mental sostenido (como trabajos escolares
o domésticos)
(g) a menudo extravía objetos necesarios para tareas
o actividades (p. ej., juguetes, ejercicios escolares,
lápices, libros o herramientas)
(h) a menudo se distrae fácilmente por estímulos irre-
levantes
(i) a menudo es descuidado en las actividades diarias
(2) seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactivi-
dad-impulsividad han persistido por lo menos durante
6 meses con una intensidad que es desadaptativa e in-
coherente en relación con el nivel de desarrollo:
Hiperactividad
(a) a menudo mueve en exceso manos o pies, o se re-
mueve en su asiento
(b) a menudo abandona su asiento en la clase o en
otras situaciones en que se espera que permanez-
ca sentado
(c) a menudo corre o salta excesivamente en situacio-
nes en que es inapropiado hacerlo (en adolescen-
tes o adultos puede limitarse a sentimientos sub-
jetivos de inquietud)
(d) a menudo tiene dificultades para jugar o dedicar-
se tranquilamente a actividades de ocio
(e) a menudo «está en marcha» o suele actuar como
si «tuviera un motor»
(f) a menudo habla en exceso
Impulsividad
(g) a menudo precipita respuestas antes de haber
sido completadas las preguntas
(h) a menudo tiene dificultades para guardar turno
(i) a menudo interrumpe o se inmiscuye en las activi-
dades de otros (p. ej., se entromete en conversa-
ciones o juegos)
B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desaten-
ción que causaban alteraciones estaban presentes antes de
los 7 años de edad.
C. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presen-
tan en dos o más ambientes (p. ej., en la escuela [o en el tra-
bajo] y en casa).
D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente
significativo de la actividad social, académica o laboral.
E. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso
de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u
otro trastorno psicótico, y no se explican mejor por la pre-
sencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado
de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un
trastorno de la personalidad).
Códigos basados en el tipo:
F90.0 Trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad, tipo combinado [314.01]: si se satisfacen los Criterios
A1 y A2 durante los últimos 6 meses
F90.8 Trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad, tipo con predominio del déficit de atención [314.00]: si
se satisface el Criterio A1, pero no el Criterio A2 durante los
últimos 6 meses
F90.0 Trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad, tipo con predominio hiperactivo-impulsivo [314.01]: si
se satisface el Criterio A2, pero no el Criterio A1 durante los
últimos 6 meses
Nota de codificación. En el caso de sujetos (en especial adoles-
centes y adultos) que actualmente tengan síntomas que ya no cum-
plen todos los criterios, debe especificarse en «remisión parcial».
6. actividad y trastorno de conducta (Berry y cols., 1985). Sin
embargo, el análisis factorial de los datos conductuales en
adultos con trastorno por déficit de atención con hiperacti-
vidad sugiere que ciertos ítems de déficit de atención e im-
pulsividad se incluyen en diferentes factores en función del
sexo; es decir, el sexo influye en la composición de los fac-
tores. Por lo tanto, las conductas nucleares del trastorno
pueden tener mecanismos que diferencian a los varones de
las mujeres más de lo que se creía hasta ahora (Stein y cols.,
1995). Se ha descrito que las niñas con este trastorno sufren
más temor, depresión, cambios del estado de ánimo, difi-
cultades cognitivas y problemas del lenguaje, en compara-
ción con los niños afectos.
Se ha propuesto la alteración del sentido del tiempo
como una característica común del trastorno por déficit
de atención con hiperactividad, aunque este rasgo ha reci-
bido relativamente poca atención. Esta alteración, junto
con otras características del trastorno, podría contribuir
(aunque independientemente de las dificultades en mate-
máticas o en la secuenciación) a la mala planificación, los
retrasos, la dificultad para corregir la autorregulación, los
errores de bulto al juzgar sucesos pasados o recientes y la
genuina sorpresa ante evoluciones inesperadas.
Las experiencias afectivas y cognitivas de una persona
con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
pueden semejarse heurísticamente a las percepciones ob-
tenidas con una luz estroboscópica. Los bruscos cambios
de atención y los breves fogonazos de experiencias condu-
cen a un cambio constante y a una visión deformada del
mundo. Las experiencias inconexas pueden alterar la ca-
pacidad para formar cogniciones complejas, responder
emocionalmente y aprender normas sociales. En algunos
casos, la diversificación de la atención parece complicar el
aprendizaje de las emociones humanas y el pensamiento
complejo.
Aunque el déficit de atención y la impulsividad-hiperac-
tividad son actualmente las dos dimensiones que sirven
para definir el trastorno por déficit de atención con hiper-
actividad en el DSM-IV, los déficit de organización, los
problemas de motivación y el trastorno del sentido del
tiempo merecen más atención clínica. Estas características
podrían constituir tres dimensiones adicionales del tras-
torno. Si las dimensiones de impulsividad e hiperactividad
se analizaran en sus componentes, el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad podría identificarse con
seis dimensiones independientes. Aunque el actual con-
cepto bidimensional tiene cierta utilidad clínica y validez
científica, es probable que nuestra construcción de este
trastorno sea mucho más diferenciada y multidimensional.
EPIDEMIOLOGÍA
En Estados Unidos, aproximadamente el 10% de los ni-
ños y el 2% de las niñas presentan trastorno por déficit de
atención con hiperactividad, y la prevalencia general en
la población escolar se ha estimado en un 6% (rango,
3-10%). Este trastorno está presente en el 30-50% de los
pacientes psiquiátricos ambulatorios infantiles y en el
40-70% de los niños hospitalizados con trastornos psiquiá-
tricos. El mayor predominio en el sexo masculino es de
3-10 niños por cada niña. Aunque se ha observado que las
niñas constituyen el 10-25% de los casos en la población
infantil, estos porcentajes pueden estar subestimados debi-
do a las expectativas de quienes efectúan el diagnóstico.
Las mujeres pueden constituir una proporción más eleva-
da que los varones en la población adulta con trastorno
por déficit de atención con hiperactividad; además, en
comparación con los varones, las mujeres se presentan
con más frecuencia para recibir tratamiento (Wender,
1987). Cerca del 17% de los niños con este trastorno son
adoptados, en comparación con el 4% de los pacientes
psiquiátricos infantiles y con el 1% de la población gene-
ral (Deutsch y cols., 1982).
Se ha observado repetidamente que la prevalencia in-
fantil del trastorno es más elevada en Estados Unidos que
en otros países. Se ha sugerido que ello podría deberse a
la exposición a productos de tecnologías avanzadas (como
las gasolinas con plomo, pinturas y aditivos alimentarios),
pero es más probable que se deba a hábitos diagnósticos.
Tradicionalmente, cerca del 2% de los pacientes psiquiá-
tricos infantiles ambulatorios reciben un diagnóstico de
trastorno por déficit de atención con hiperactividad en
Gran Bretaña, frente al 40% en Estados Unidos. Los crite-
rios DSM-IV requieren que existan síntomas del trastorno
en dos o más ámbitos, pero no necesariamente en todos.
En Inglaterra, la etiqueta diagnóstica suele quedar restrin-
gida a los niños con presentaciones «generalizadas» (los
síntomas aparecen en todos los ámbitos, incluidos el ho-
gar y la escuela o el trabajo). Los pacientes con síntomas
«situacionales» (que aparecen sólo en ciertos ámbitos,
como el hogar o la escuela) no se diagnostican de trastor-
no por déficit de atención con hiperactividad en Gran
Bretaña. Asimismo, el diagnóstico en los casos con un tras-
torno disocial asociado se ha limitado tradicionalmente en
Inglaterra a este último; en cambio, se diagnostican de
trastorno por déficit de atención con hiperactividad en Es-
tados Unidos. Estas diferencias reflejan el énfasis que se
pone en Estados Unidos sobre las causas biológicas y el
tratamiento medicamentoso del trastorno, y en Inglaterra
se insiste en las causas sociales y el tratamiento psicológico
del trastorno disocial.
En los estudios farmacoepidemiológicos se ha estimado
que el 2-4% de la población escolar de Estados Unidos se
estaba tratando con medicamentos psicoestimulantes a
mediados de la década de 1980. Los médicos de familia
trataban a cerca del 60% de estos niños (frente al 98% a
comienzos de la década de 1970). Se prescribían psicoesti-
mulantes al 20% de los alumnos de educación especial.
Las campañas públicas lanzadas a finales de la década de
1980 por la Iglesia de la Cienciología parecen haber con-
tribuido temporalmente a un menor uso de los psicoesti-
828 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
8. cuencia 7 veces mayor en los niños con trastorno por défi-
cit de atención con hiperactividad que en aquéllos sin el
trastorno. Esta clase de receptor sirve de mediador para
una menor respuesta intracelular a la dopamina y funcio-
na en la práctica como un receptor con hiporrespuesta
(LaHoste y cols., 1996). Estos hallazgos sugieren una rela-
ción específica entre la patología del receptor D4 y la me-
nor respuesta posreceptor a la dopamina postsináptica en
el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
La genética del transportador de la dopamina es otra
posible clave para comprender este trastorno. El transpor-
tador es una proteína que interviene en la recaptación
presináptica de la dopamina; el gen para dicho transporta-
dor (480 pb DAT1) también se ha asociado al trastorno.
Se ha establecido una relación entre el trastorno por défi-
cit de atención con hiperactividad y el gen para el recep-
tor de la dopamina D2, que se ha asociado a mecanismos
de recompensa o grafiticación del sistema nervioso central
(Blum y cols., 1996). Además, un cromosoma que contie-
ne dos alelos específicos separados (el alelo nulo del gen
C4B y el alelo β-1 del gen DR) localizados en el complejo
principal de histocompatibilidad que parece producir sus-
tancias inmunológicas ha sido identificado en el 55% de
los individuos con trastorno por déficit de atención con
hiperactividad y tan sólo en el 8% de los sujetos control
(Odell y cols., 1997).
Las variaciones en el transportador de dopamina y en
los receptores de la dopamina D4 y D2 sugieren que dife-
rentes variantes en las estructuras dopaminérgicas pueden
ser útiles para explorar los mecanismos subyacentes del
trastorno, y que las funciones inmunitarias asociadas al
complejo principal de histocompatibilidad pueden inter-
venir en la etiología de algunos tipos comunes de trastor-
no por déficit de atención con hiperactividad.
En conjunto, estos hallazgos genéticos sugieren que las
funciones inmunitarias codificadas en el complejo princi-
pal de histocompatibilidad pueden intervenir en la etiolo-
gía de algunas formas habituales del trastorno; además, las
variaciones en el transportador de dopamina y en los re-
ceptores de la dopamina D4 y D2 sugieren que las variantes
en diversas estructuras dopaminérgicas pueden ser útiles
para explorar los mecanismos subyacentes del trastorno.
Factores médicos generales
Diversos factores médicos pueden conducir a la apari-
ción del trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad, o de síntomas semejantes: infecciones estreptocóci-
cas, resistencia (generalizada) a la hormona tiroidea,
hipertiroidismo, hambre ordinaria y, a veces, estreñimien-
to. Ciertos medicamentos psiquiátricos pueden simular el
trastorno al inducir ansiedad, agitación, cambios manía-
cos, activación de la conducta o desinhibición. Dichos
medicamentos son: psicoestimulantes, antidepresivos, car-
bamacepina, valproato, benzodiacepinas y fenobarbital,
además de sustancias como la cafeína o la teofilina.
Los trastornos neuropsiquiátricos autoinmunes infanti-
les asociados con infecciones estreptocócicas, como el tras-
torno obsesivo-compulsivo y el trastorno de Gilles de la
Tourette, se presentan con síntomas de trastorno por défi-
cit de atención con hiperactividad (v. el apartado sobre
trastornos de tics, más adelante en este capítulo). Aproxi-
madamente la mitad de los preadolescentes con trastor-
nos neuropsiquiátricos autoinmunes asociados con infec-
ciones estreptocócicas tienen síntomas de trastorno por
déficit de atención con hiperactividad (Swedo y cols.,
1998).
La resistencia generalizada a la hormona tiroidea se
produce por una mutación autosómica dominante en el
receptor tiroideo humano (cromosoma 3) que da lugar a
sitios diana con hiporrespuesta a la acción de dicha hor-
mona; el 50% de los casos presentan trastorno por déficit
de atención con hiperactividad (Hauser y cols., 1993). Es
interesante destacar que la resistencia generalizada a la
hormona tiroidea en el varón se asocia a anomalías cere-
brales sobrevenidas durante las primeras fases del desarro-
llo fetal, entre ellas diversas apariencias bilaterales de la
circunvolución temporal transversa de Heschl y anomalías
de la cisura de Silvio en el hemisferio izquierdo (Leonard
y cols., 1995). Aunque la resistencia generalizada a la hor-
mona tiroidea se asocia a menudo con trastorno por défi-
cit de atención con hiperactividad, lo contrario no se da:
la prevalencia de resistencia generalizada a la hormona ti-
roidea en pacientes con trastorno por déficit de atención
con hiperactividad es demasiado baja como para recomen-
dar la práctica sistemática de un estudio tiroideo. Aparte
del raro trastorno de resistencia generalizada a la hormo-
na tiroidea, se diagnostican procesos tiroideos en cerca
del 2-3% de los niños con trastorno por déficit de aten-
ción con hiperactividad, porcentaje que se halla dentro de
la tasa de prevalencia del 1-4% en la población pediátrica
general (Valentine y cols., 1997). Sin embargo, la asocia-
ción de resistencia generalizada a la hormona tiroidea con
inteligencia baja podría ser más estrecha que su relación
con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad
(Weiss y cols., 1994), y la aparente asociación de resisten-
cia generalizada a la hormona tiroidea y trastorno por dé-
ficit de atención con hiperactividad podría estar mediada
por la inteligencia.
La alimentación es un factor crítico para el desarrollo
del sistema nervioso central. La malnutrición temprana
grave es probablemente la causa más común de trastorno
por déficit de atención con hiperactividad en todo el
mundo. Entre los niños que sufren malnutrición grave du-
rante el primer año de vida, el 60% presentan déficit de
atención, impulsividad e hiperactividad, rasgos que persis-
ten al menos hasta la adolescencia (Galler y cols., 1983).
Además, la estenosis pilórica se asocia con la aparición
posterior de trastorno por déficit de atención con hiperac-
tividad, aun cuando se corrija hacia los 2 meses de edad.
Se desconocen los déficit nutricionales específicos que
contribuyen a la etiología de este trastorno.
830 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
10. mentan el riesgo de alteraciones persistentes de la función
cerebral. En general, las dificultades obstétricas y la asfixia
perinatal no se correlacionan estrechamente con la apari-
ción de trastornos neurológicos como la parálisis cerebral
(Nelson y Ellenberg, 1986), y estos sucesos representan
probablemente sólo un pequeño porcentaje de los casos
de trastorno por déficit de atención con hiperactividad
(Nichols y Chen, 1981). En cambio, los factores predispo-
nentes prenatales parecen más importantes que las com-
plicaciones en el parto o perinatales para la etiología de
este trastorno, como probablemente también para otros
trastornos neuropsiquiátricos. Estos factores predisponen-
tes prenatales parecen aumentar el riesgo de padecer este
trastorno y complicaciones en el parto. Por ejemplo, el
bajo peso al nacimiento es un elemento predictivo de la
aparición ulterior de trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, independientemente de si hubo o no com-
plicaciones obstétricas. Es posible que las correlaciones
entre dos características (p. ej., estrés perinatal y trastorno
neuropsiquiátrico) no reflejen una relación causal, ya que
la presencia de un factor causal remoto (p. ej., conducta
materna, pica, asistencia prenatal, factores socioeconómi-
cos, exposición al plomo) puede contribuir a la aparición
de ambas características.
Ciertos trastornos neurológicos manifiestos, general-
mente convulsiones y parálisis cerebral, están presentes en
el 5% de los niños con trastorno por déficit de atención
con hiperactividad, pero no se correlacionan con la inten-
sidad de los síntomas. Al igual que otros niños con trastor-
nos del aprendizaje y del comportamiento, los niños con
trastorno por déficit de atención con hiperactividad pue-
den presentar múltiples anomalías menores físicas y neu-
rológicas. Los «signos leves» neurológicos sin localización
(p. ej., torpeza, confusión derecha-izquierda, incordina-
ción perceptivo-motora y disgrafia) se observan común-
mente en los niños con este trastorno; sin embargo, el
15% de los niños normales presentan hasta cinco signos
neurológicos leves, por lo cual generalmente se presume
que su relevancia clínica es insignificante. El trastorno por
déficit de atención con hiperactividad se asocia a una lige-
ra disminución del CI, aunque tan leve que solamente se
aprecia en comparaciones controladas con hermanos, y
podría deberse sólo a su comportamiento en las pruebas
relacionadas con la atención.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad
que comienza después de la primera infancia sugiere cam-
bios neuropatológicos «adquiridos», como lesiones cere-
brales traumáticas, encefalitis, o infección del sistema ner-
vioso central. Las lesiones del lóbulo frontal intervienen a
menudo en el trastorno, pero las lesiones cerebrales de di-
versa localización pueden originar un cuadro clínico pare-
cido que responde a la medicación de modo similar. La lo-
calización cerebral puede ser crucial para los síntomas
específicos de este trastorno y podría estar relacionada
con variaciones en la presentación clínica, el pronóstico y
la respuesta al tratamiento.
Síndrome del hemisferio derecho
En el 93% de las personas con síndrome del hemisferio
derecho se observan síntomas semejantes a los del trastor-
no por déficit de atención con hiperactividad (Voeller,
1986). El síndrome del hemisferio derecho no es un tras-
torno médico, el resultado de una lesión o enfermedad o
un trastorno del aprendizaje en el sentido habitual del tér-
mino (que afecta a una determinada habilidad, como la
lectura o la aritmética). Consiste en una serie de déficit
corticales derechos que pueden aparecer en individuos sa-
nos en los que se observan dificultades de aprendizaje,
memoria, concentración y organización. Parece hallarse
afectado todo el hemisferio derecho, sin que pueda asig-
narse una localización más específica. Es típico que los ni-
ños con síndrome del hemisferio derecho presenten des-
de el nacimiento problemas del aprendizaje no verbal, a
menudo con una evidente transmisión familiar.
El síndrome del hemisferio derecho es fácilmente iden-
tificable con las pruebas de inteligencia habituales, al ob-
servar una puntuación de CI verbal significativamente más
elevada que la del CI manipulativo. Habitualmente, una
diferencia de 20 puntos en el CI puede dar lugar a carac-
terísticas relevantes; en la mayoría de los casos las diferen-
cias son de 20 a 50 puntos, y en los casos extremos de 100
puntos o más. El nivel de inteligencia en los individuos
con síndrome del hemisferio derecho puede ir desde re-
trasado a brillante.
La característica crucial del síndrome del hemisferio
derecho no es un mal funcionamiento de dicho hemisfe-
rio, sino un notable desequilibrio entre la «inteligencia»
de cada hemisferio. Debido a que ninguno de los dos he-
misferios suele estar alterado, el síndrome del hemisferio
derecho se considera típicamente una «diferencia» funcio-
nal, y no un «trastorno médico». Además de las caracterís-
ticas del lado derecho que cabe esperar clásicamente en
los pacientes con lesiones neurológicas de ese hemisferio,
los individuos con este síndrome pueden presentar lo que
cabría denominar «dislexia social»: dificultad para perci-
bir señales sociales y responder frente a ellas, desconcierto
o comprensión incompleta del sentido del humor de los
demás (aunque ellos pueden ser muy ocurrentes), adqui-
sición lenta de habilidades sociales, el inconveniente de
ser considerados por los demás como diferentes o algo ex-
traños (pero no estrafalarios) y tendencia a mostrar ira o
agresividad ante las incomprensiones sociales. Los trastor-
nos depresivos parecen estar excesivamente representa-
dos, quizá porque los síntomas depresivos se asocian a me-
nudo con un funcionamiento relativamente débil del lado
derecho y con disminución del funcionamiento social y
desmoralización. Tanto siendo niños como en la edad
adulta, los individuos con síndrome del hemisferio dere-
cho están mucho más dotados verbalmente de lo que pue-
den sugerir sus otros logros.
Las características de trastorno por déficit de atención
con hiperactividad en el síndrome del hemisferio derecho
832 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
12. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es
peculiar, al menos en psiquiatría, por ser un trastorno
muy prevalente que se diagnostica erróneamente en una
gran proporción (y quizá incluso en la mayoría) de los ca-
sos. Aunque los diagnósticos erróneos pueden distorsio-
nar los conocimientos y el tratamiento de cualquier proce-
so médico, este trastorno es un caso especial debido a la
elevada frecuencia de errores diagnósticos. Esta situación
va más allá del problema común de la contaminación
diagnóstica al reducir la «pureza» de un grupo de pacien-
tes (número de casos de pacientes o muestra del estudio);
los resultados pueden consistir en amplias alteraciones en
el diagnóstico, el tratamiento y los conocimientos sobre el
trastorno.
Debido a los avances conseguidos con los principales
sistemas diagnósticos, está disminuyendo probablemente
el diagnóstico erróneo del trastorno por déficit de aten-
ción con hiperactividad. Los estudios recientes han sugeri-
do que cerca del 90% de los pacientes tratados por este
trastorno en el ámbito de la colectividad parecen tener
diagnósticos válidos, al menos teniendo en cuenta los sín-
tomas documentados en las historias clínicas. Sin embar-
go, el impacto de los trastornos semejantes al trastorno
por déficit de atención con hiperactividad sobre la com-
prensión etiológica y la práctica clínica todavía no ha sido
adecuadamente valorado y controlado. Al aumentar el re-
conocimiento de los trastornos semejantes al trastorno
por déficit de atención con hiperactividad, el proceso de
diagnosticarlo se hace más complejo y sofisticado. Para
ello es necesario considerar y descartar todos los procesos
semejantes (tabla 23-3).
COMORBILIDAD
Aunque el trastorno por déficit de atención con hiper-
actividad puede simular otros trastornos o ser simulado
por éstos, también es posible que exista simultáneamente
con otros procesos DSM-IV, lo que de hecho ocurre a me-
nudo. Así, por ejemplo, se asocia con una elevada preva-
lencia de todos los trastornos de aprendizaje, motores y de
comunicación. De manera similar, tiene una prevalencia
relativamente elevada en muestras de individuos con re-
traso mental. Estas comorbilidades comunes pueden ocu-
rrir por la acción compartida de factores etiológicos du-
rante el desarrollo neural (trastornos del aprendizaje o de
la comunicación) o de patología prenatal (retraso men-
tal). En general, la posibilidad de que existan trastornos
comórbidos del aprendizaje o de retraso mental debe con-
siderarse siempre que se diagnostique un trastorno por
déficit de atención con hiperactividad.
Como hemos señalado anteriormente, existe una per-
petua controversia acerca del posible agrupamiento del
trastorno con otros diagnósticos, tales como el trastorno
depresivo mayor y ciertos trastornos de ansiedad. Cuando
ocurren estos agrupamientos, la pregunta diagnóstica ha-
bitual («¿es un trastorno por déficit de atención con hiper-
actividad o se trata de otro trastorno?») se complica aún
más por la posibilidad de presentación comórbida («po-
dría ser un trastorno por déficit de atención con hiperacti-
vidad u otra afección, pero también pudiera tratarse de la
coexistencia de ambos trastornos»). La posibilidad de una
presentación comórbida de este y otro trastorno psiquiá-
trico (incluido un trastorno semejante) debe tenerse en
cuenta siempre que se valore un diagnóstico de trastorno
por déficit de atención con hiperactividad. Esta posibili-
dad de comorbilidad puede generar complicaciones en el
diagnóstico diferencial (trastorno bipolar frente a trastor-
no por déficit de atención con hiperactividad), así como
en las decisiones sobre los síntomas diana, el control de
los síntomas y la seguridad terapéutica.
El trastorno puede desviar la atención del clínico de las
psicopatologías concomitantes y viceversa. Es posible que
los procesos comórbidos no se traten adecuadamente si el
tratamiento se enfoca excesivamente sobre la conducta
perturbadora, y también cabe en lo posible que el trastor-
no reciba un tratamiento inadecuado si el paciente pre-
senta rasgos destacados de un trastorno de ansiedad o bi-
polar. No hay que excluir el diagnóstico de trastorno por
déficit de atención con hiperactividad por la mera presen-
cia de trastornos del aprendizaje o de la comunicación, re-
traso mental o cualquier otro proceso psicopatológico. De
hecho, no existe ningún diagnóstico cuya presencia sirva
para excluir el trastorno por déficit de atención con hiper-
actividad.
Trastorno disocial
El trastorno disocial (no simplemente problemas o sín-
tomas conductuales) se observa en el 40-70% de los niños
con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y
aproximadamente los mismos porcentajes de niños con
trastorno disocial presentan este trastorno (Soussignan y
Tremblay, 1996). Esta elevada comorbilidad de ambos
trastornos significa que la mayor parte de la literatura dis-
ponible sobre el trastorno por déficit de atención con hi-
peractividad está basada en estudios de niños que no pre-
sentaban simplemente este trastorno, sino un trastorno
disocial que coexistía con él. Así pues, el concepto actual
del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
engloba probablemente algunas características que son
propias del trastorno disocial.
Por ejemplo, existen dudas acerca de si el comporta-
miento excesivamente agresivo pertenece más al trastorno
por déficit de atención con hiperactividad o a un trastor-
no disocial. De modo similar, ¿están los trastornos del len-
guaje asociados al trastorno por déficit de atención con hi-
peractividad o al trastorno disocial? El trastorno antisocial
de la personalidad, considerado desde hace largo tiempo
como un riesgo importante para el desarrollo en los niños
con trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
¿es simplemente un reflejo de la esperada evolución en el
834 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
14. tas de alto riesgo y falta de conciencia de sucesos ambien-
tales. La actividad motora del trastorno por déficit de
atención con hiperactividad parece continua y sin fin, y el
tempo de la impulsividad es aproximadamente constante;
en cambio, el tempo corporal y afectivo es irregular y me-
nos predecible en los niños psicóticos. Éstos pueden pre-
sentar reacciones excesivas de ira y emocionales que se
deben principalmente a distorsiones cognitivas (o para-
noides) y pueden tener larga duración (de 30 min a 5 ho-
ras). En cambio, las reacciones emocionales excesivas en
los pacientes con trastorno por déficit de atención con hi-
peractividad suelen producirse por malentendidos y acci-
dentes, y las rabietas suelen resolverse en 30 minutos. En
general, a largo plazo el trastorno por déficit de atención
con hiperactividad muestra una mejoría gradual. El em-
peoramiento de la conducta, dejando aparte los períodos
de franco estrés ambiental, sugiere la aparición de un tras-
torno psiquiátrico diferente.
836 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
FIGURA 23-2. Perfil conductual en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Se aplicó una versión anterior del Formula-
rio de comportamiento infantil de Achenbach y Edelbrock (Child Behavior Checklist) (Rapoport, 1985; Achenbach y McConaughy, 1987)
a niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad y se analizaron los rasgos conductuales específicos. En estos niños se
observa un pequeño pico en las conductas obsesivo-compulsivas, sin que se aprecie en las niñas. Se puede usar un perfil de síntomas en
las descripciones cuantitativas de la psicopatología en la niñez. En la versión actualizada de la escala se incluye una nueva serie de
agrupamientos de síntomas que se han identificado mediante investigaciones en padres, profesores y niños. Los nuevos grupos (cons-
tructos sindrómicos) se titulan: retraimiento, molestias somáticas, ansioso/deprimido, problemas sociales, problemas del pensamiento,
problemas de atención, conducta delictiva y conducta agresiva (Achenbach y Ruffle, 1998). (Reproducido con autorización de Achen-
bach TM, Edelbrock C: Manual for the Child Behavioral Checklist and Revised Child Behavioral Profile. Burlington, VT, University of Ver-
mont Psychology Department, 1983.)
PuntuacionesZ
Niños de 12-16 años
Interiorizados Exteriorizados
A. Esquizoide
B. No comunicativo
C. Inmaduro-agresivo
D. Hiperactivo
E. No comunicativo-delincuente
Interiorizados Exteriorizados
Niñas de 12-16 años
G. Agresiva-cruel
A. Ansiosa-obsesiva
B. Molestias somáticas
C. Ansiosa-obsesiva-agresiva
D. Hiperactiva-inmadura
E. Delincuente
F. Depresiva-retraída-delincuente
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PuntuacionesZ
I II III IV V VI VII VIII IX
Esquizoide
Molestias
somáticas
No
comunicativo Obsesivo
compulsivo
Inmaduro Agresivo
Delincuente Hiperactivo
Retraimiento
hostil
I II III IV V VI VII VIII IX
Delincuente Cruel
Esquizoide AgresivaAnsiosa-
obsesiva
Molestias
somáticas
Retraimiento
depresivo
Inmadura
hiperactiva
16. mínicos se observa hiperactividad motora y déficit del
aprendizaje, efectos que se anulan con los psicoestimulan-
tes; 3) los niños con encefalitis de von Economo adquirie-
ron un cuadro clínico semejante al trastorno por déficit
de atención con hiperactividad (y años más tarde, de adul-
tos, la enfermedad de Parkinson); 4) se observan niveles
bajos del metabolito de la dopamina (ácido homovaníli-
co) en el líquido cefalorraquídeo de los niños con trastor-
no por déficit de atención con hiperactividad, y 5) los ni-
ños con este trastorno tienen un ritmo bajo de parpadeo
espontáneo (Caplan y cols., 1996), lo cual constituye una
correlación visible de la función dopamínica.
En cambio, la hipótesis dopaminérgica no viene apoya-
da por los hallazgos siguientes: 1) los bloqueadores de los
receptores dopaminérgicos pueden ejercer también efec-
tos terapéuticos; 2) no todos los agonistas dopaminérgicos
son terapéuticos para el trastorno por déficit de atención
con hiperactividad, y 3) los estudios clínicos sobre las con-
centraciones de dopamina en sangre y en el líquido cefa-
lorraquídeo han ofrecido, en conjunto, hallazgos total-
mente contradictorios. Las aparentes paradojas acerca de
los efectos de los agonistas dopaminérgicos se resolverán
probablemente cuando se disponga de agonistas y antago-
nistas de la dopamina que sean más específicos de los
receptores y subreceptores. Estas diferencias pueden refle-
jar también las diversas etiologías de los diferentes sub-
tipos de trastorno por déficit de atención con hiperac-
tividad, o quizá simplemente los distintos síntomas del
838 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
TABLA 23-4. Hallazgos físicos y de laboratorio en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Parámetros de actividad motora
Aumento de la actividad locomotora durante el día (especial-
mente en las actividades tranquilas) y durante el sueño
Aumento de los movimientos de la cabeza y del cuerpo durante
los momentos de concentración mental
Aumento de los movimientos corporales durante el sueño
Evolución plana del ritmo biológico diurno de la actividad moto-
ra (elevada actividad con cambio diurno relativamente escaso)
Pruebas clínicas de laboratorio
Aumento de los niveles de plomo
(Anomalías tiroideas: discutible)
Exploración neuromédica
Múltiples anomalías físicas menores, incluidos «signos leves»
neurológicos
Trastornos convulsivos con ligero aumento de anomalías electro-
encefalográficas
Bajo nivel de parpadeo espontáneo
Pruebas psicológicas
Diversos signos de facilidad para distraerse y de trastorno de la
atención, variable estado de motivación y diversos déficit cor-
ticales localizados (asociados a menudo con trastornos del
aprendizaje comórbidos)
Susceptibilidad de respuesta vegetativa
Hallazgos ambiguos de aumento o disminución del «tono» vege-
tativo y central
Fisiología del sueño
Disminución de la latencia de los movimientos oculares rápidos
Aumento de la latencia del sueño (insomnio inicial)
Aumento de la actividad motora (agitación durante el sueño)
Neuroanatomía
Corteza frontal derecha reducida
Pequeña asimetría del núcleo caudado (lado derecho mayor que
el izquierdo, lo cual sugiere que el lado izquierdo tuvo menor
disminución de tamaño durante el desarrollo)
Globus pallidus derecho reducido
Cuerpo calloso derecho reducido
Cerebelo reducido
Metabolitos neurotransmisores
Hallazgos ambiguos en los análisis neuroquímicos de aminas y
metabolitos neurogénicos en líquido cefalorraquídeo, pero
con tendencia a niveles bajos de dopamina, noradrenalina y
feniletilamina, y niveles elevados de serotonina y, posible-
mente, adrenalina
Metabolismo regional cerebral
Aumento del flujo sanguíneo en las regiones sensoriales prima-
rias de las cortezas temporal y occipital, y disminución del flu-
jo sanguíneo en la corteza frontal (y habitualmente en los nú-
cleos caudados)
Disminución del 8% del metabolismo cerebral de la glucosa; el
descenso se observa en muchas regiones cerebrales, pero al-
canza su grado máximo en las cortezas premotora y prefron-
tal superior
Farmacología clínica
Susceptibilidad de respuesta terapéutica frente a los psicoesti-
mulantes, antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la mono-
aminooxidasa
Posiblemente, susceptibilidad de respuesta frente a los agonistas
α2-adrenérgicos (clonidina, guanfacina) e inhibidores selecti-
vos de la recaptación de serotonina
Los pacientes que responden a los estimulantes presentan un
menor tamaño de la corteza frontal anterior izquierda y un
núcleo caudado (especialmente su cabeza) de menor tamaño
y más simétrico, en comparación con los pacientes que no res-
ponden y con los controles normales
Los pacientes que no responden a los estimulantes presentan asi-
metría invertida del núcleo caudado (el izquierdo es mayor
que el derecho) y menor tamaño de la corteza parietooccipi-
tal (especialmente de la sustancia blanca retrocallosa), en
comparación con los pacientes que responden a los estimulan-
tes y con los controles sanos
Los pacientes que no responden a los estimulantes presentan
también menor vinculación a los receptores α-2 (en el modelo
plaquetario)
Muchos de estos hallazgos aparecen sólo en ciertos individuos o subgrupos, en vez de hacerlo en toda la población que presenta el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad.