Derecho al saber y libertad de su ejercicio (sciacca)
1. Derecho al saber y libertad
de su ejercicio
MICHELE FEDERICO SCIACCA
Este artículo forma parte del libro “Herejías -y ver es de la competencia de todo hombre en
que
dades de nuestro tiempo” editado por Luis Miracle cuanto tal, no ha de considerarse en abstracto,
en Barcelona en 1958. El autor, uno de los filósofos en la concreción de cada individuo y de
sino
cristianos italianos más importantes del siglo XX, condiciones. Como derecho, no tiene lími-
sus
presenta en estas páginas una síntesis brillante de (ya que, precisamente por ser un derecho
tes
los grandes temas de una filosofía social cristiana en hombre, no es un privilegio de algunos o
del
materia educativa. una concesión del Estado); sin embargo, en
Con este texto hemos querido realizar un aporte oncreto, tiene como límites internos las capa-
c al
debate actual sobre las relaciones entre educación, cidades, las aptitudes y la buena voluntad de ca-
po -
lítica y economía, recuperando para nuestro tiempo elhombre y, por la tanto, se ha de ejercer en
da
pensamiento de un filósofo cristiano del siglo XX. proporción de los límites propios de cada indi-
viduo. Platón no excluye a prioriuna clase social
del derecho al saber o de su ejercicio; es más,
1. El ejemplo de la educación antigua considera que cuantos forman una clase social
inferior, pertenecen a ella, no porque hayan na-
Platón, en la República, se ocupa en modo
no cido de padres que ya pertenecieran a ella, sino
alguno de la educación y de la instrucción de la porque no tienen aptitudes ni capacidades para
masa o, como hoy suele decirse, de las clases ba- adquirir un grado superior de saber que les
jas. Pero el mismo Platón, prescindiendo de los permita entrar a formar parte de la clase diri-
límites que a su filosofía le imponen la concep- gente. En otros términos, basándonos en un
ción griega de la vida social y de las circunstan- Platón purificado de las contingencias de la
cias históricas, no le niega al hombre, en cuan- concepción social de su tiempo y de su patria,
to hombre, el derecho al saber. En efecto, su podemos decir que, aun reconociéndoles a to-
concepción político-social, aun siendo de for- dos el derecho al saber, los grados de ejercicio
ma «aristocrática» (y la «aristocracia» no es en- de este derecho son marcados por las capacida-
teramente la antítesis o la negación de la demo- des y aptitudes de los individuos. Por consi-
cracia), admite explícitamente que un hombre guiente, el saber más elevado y expresivo de los
perteneciente a una clase inferior, si se halla do- valores más altos, es siempre patrimonio de una
tado de las aptitudes necesarias, puede ascen- élite,no en el sentido de que sea privilegio o
der a «rector del Estado», y que uno de la clase una prebenda de una determinada clase social,
superior, si no está dotado, puede descender a como si perteneciese a algunos individuos por
la de los «hombres de hierro». Por consiguien- derecho de nacimiento, sino en el de que es
te, incluso a propósito de esto, Platón puede propio de los hombres que tienen la capacidad
enseñarnos algo todavía: el derecho al saber, de elevarse a las formas más altas del saber, es
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2. decir, a las creadoras del mismo saber. Éste es jor modo de respetar una forma de saber es el
un aspecto de aquella aristocracia a la que ante- de empeñarse en su aprendizaje; c) amor o di-
,
riormente me refería, la «forma» dentro de la cho con una palabra injustamente maltratada:
que considero es necesario volcar el contenido «diligencia», que implica respeto y amor a la
de toda democracia, si se quieren democracias vez, amor con humildad y modestia y también
que no sean «regímenes», cuya evolución inevi- «inteligencia», porque la «diligencia», que es
table es la demagogia, que, fatalmente, condu- amor, es penetrante como el amor, no en el sen-
ce a la tiranía, a la dictadura, en que la demo- tido de «posesión» del saber, sino en el de «en-
cracia encuentra su negación dialéctica. En po- trega» a él, diligente y humildemente, para que
cas palabras, si el derecho al saber es (como así se posesione de nosotros y nos empeñe a fondo
es) derecho de todo hombre a formar la propia en las «respuestas » (nuestras obras), que todo
personalidad o a elevarse al nivel de su humani- saber, en cuanto expresivo de valores humanos,
dad integral y más verdadera, una democracia tiene el derecho de esperar de nosotros, que te-
que quiere garantizar este derecho no es la que nemos el deber y hasta diría, la «deuda» de dar-
democratiza, corrompe o disuelve las formas le; d) desinterés (no hay amor de entrega sin
aristocráticas de la vida individual y social, sino desinterés), como disposición fundamental, que
la que, volcándose en ellas, se hace ella misma después viene a ser un interés desinteresado por
aristocrática y hace de cada hombre, en sus lí- el saber en cuanto tal. Esto no significa esterili-
mites y cualquiera que sea su condición social, dad práctica, sino simplemente no reducir el sa-
un aristócrata, es decir, el mejor. De este modo, ber a valor instrumental, a un medio para fines
el concepto de élitese gradúa según los indivi- utilitarios, que, por lo demás, no se hallan ex-
duos, según el grado de cualificaciónque cada cluidos del mismo concepto del saber desintere-
uno logra darse a sí mismo como persona, has- sado, ni guardan contradicción con él. Además,
ta el grado más alto, que expresa los valores de cuanto queda dicho, el derecho al saber, uni-
más elevados; valores éstos que, por cierto, no do a una relación de implicación recíproca al
son solamente los intelectuales o de la cultura. deber que comporta, para que se ejerza de dere-
Fijados estos conceptos orientadores, trate- cho, impone un examen de conciencia, es decir,
mos ahora de desarrollarlos en relación direc- una valoración de sí mismo, de las propias apti-
ta con el tema que nos ocupa y teniendo pre- tudes, posibilidades y capacidades personales, es
sentes las nuevas exigencias humanas y socia- decir, la conciencia de los propios límites. Yo no
les, que el mundo contemporáneo impone a debo preguntarme, antes de exigir el derecho al
nuestra atención. saber, qué aprendizaje me es más útil o más re-
dituable, sino qué soy capaz de aprender y qué
forma de saber corresponde a mis inclinaciones
2. Derechos y deberes en la educación y es proporcionado a mis capacidades. Esto sig-
nifica simplemente honestidad, necesaria para
De cuanto hemos dicho anteriormente, se si- que sea «honesto» el derecho al saber y su sacro-
gue que el derechol saber,para que tenga validez
a santo ejercicio. Por lo tanto, tal derecho com-
de derecho, importa el deber deprender:quien
a porta, para ser ejercido de derecho, una respon-
menoscaba este deber, renuncia por sí mismo a sabilidad fuerte y consciente, una moralidad fun -
aquel derecho, o al menos renuncia al derecho damental;y tener el sentido de la responsabili-
de saber en aquella forma que no quiere apren- dad es poseer la primera «sabiduría» elemental,
der, conservándolo con respecto a otras formas, para exigir honestamente que sea respetado
siempre que cumpla el deber de aprenderlas. nuestro derecho al saber, en el ámbito del cum-
En pocas palabras: el ejercicio del derecho al sa- plimiento de los deberes relativos a él. Tal dere-
ber no puede desunirse, para que sea derecho cho implica, por consiguiente, un momento de
de derecho, del correspondiente deber de «interioridad», que es conciencia de lo que so-
aprender y de cuanto comporta el cumplimien- mos y podemos ser, amor por el saber adecuado
to de tal deber. Y comporta muchas cosas: a) res - a nosotros y empeño en progresar en él; mo-
petopor el saber que se quiere aprender, sea el mento de interioridad que, en la forma más
que fuere; b) empeñon aprender, porque el me-
e concreta y comprensiva, significa propósito fir-
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3. me, honesto y consciente de formarse cada uno decir, un hombre «fuera de lugar », como es
libremente la propia personalidad y la personali- quien trata de ocupar u ocupa un lugar que no
dad que le es propia. le corresponde y al que se aferra o pretende só-
Y no se diga que es imposible conocer a lo porque ha usado arbitrariamente y no hones-
priori la forma de saber que conviene a un tamente de su derecho a saber. En estos casos,
hombre, como también que esté dispuesto a el dislocado hace mal lo que quiere hacer ya
empeñarse y a amarla antes de aprenderla; que no tiene capacidad para ello y, en cambio,
tampoco cabe decir que la moralidad, de que no hace lo que hubiera podido hacer bien se-
anteriormente hablábamos, se conquista a tra- gún sus propias aptitudes y posibilidades. Por
vés del saber y del perfeccionamiento. Es cier- consiguiente, el derecho al saber, que si es ejer-
to que el saber es formativo de nuestra perso- cido según los deberes que implica, crea un
nalidad y de nuestro progreso moral, como equilibrio ordenado y un orden justo de las per-
también es verdad que aprendiendo ponemos sonas en la sociedad, cuando es arbitrariamente
a prueba capacidad, aptitudes y empeño. No usado, engendra desorden personal y social, de-
lo negamos; es más, añadimos que nos pode- sequilibrios peligrosos y problemas insolubles,
mos engañar al juzgarnos o al valorarnos noso- aunque arreglados por los politicastros con
tros mismos, pero esto no daña nuestro discur- compromisos equívocos y demagógicos. En un
so, ya que éste sólo exige una disposición ini- cierto momento, por su uso arbitrario, fomen-
cial a seguir honestamente nuestras aptitudes tado y explotado por tiranías y dictaduras o por
y capacidades (las rectificaciones eventuales o la demagogia corruptora (y es corruptora y de-
los cambios confirman este principio en vez de magógica toda democracia que no se expresa
negarlo) y a cumplir el deber de aprender con en formas aristocráticas), el derecho al saber
todo lo que esto comporta, de modo que esta viene a ser un arma poderosa para afirmar el
moralidad inicial se perfeccione todavía en el derecho a no-saber con la pretensión de utili-
aprendizaje concreto y progresivo del saber. zarlo en la carrera hacia los mejores puestos o
Este discurso nuestro tiende a precisar y a hacia las mejoras, que son una conquista legíti-
mantener firmes dos conceptos que vienen a ma, sino el fruto de la avidez desenfrenada y
ser dos aspectos implicados en un solo princi- violenta de los egoísmos. Naturalmente, el uso
pio: a) el derecho al saber no es un privilegio ilegítimo de un derecho legítimo no autoriza a
de claseo de determinadas personas; b)pero no nadie a servirse de este pretexto para abolirlo o
es preciso transformar este derecho humano, negarlo, pero autoriza a todos a corregir las ar-
abusando de él y, por esto, negándolo, en el pri- bitrariedades, para que sea restablecido, garan-
vilegio de ejercerlo sin las buenasdisposiciones tizado y afirmado como derecho.
para aprender o en el uso arbitrario en pro de
nuestros fines individualísticos y, como tales,
contrarios a la formación de nuestra verdadera 3. Educación y democracia
personalidad. En tal caso, quien reclama el de-
recho al saber, no pide ejercerlo libremente,ino
s A estas alturas, el problema adquiere hondu-
que exige acampar arbitrariamente como un ver- ra y claridad en la manera más neta y radical.
dadero «invasor» (es invasor quien ocupa un No hay duda de que, históricamente, la de-
campo que no es el suyo) en el ámbito del sa- mocracia moderna, en su evolución, tiene el
b e r, es decir, ser un verd a d e ro ignorante, mérito de haber reivindicado el derecho de to-
echándoselas de sabio, en una «zona de valo- dos al saber, pero no se ha de olvidar (y casi
res», que le son extraños e inalcanzables. El da- siempre se olvida) que la democracia moderna
ño es doble: individual, como deformación de (como cualquier otra forma, no sólo política,
la personalidad, que no se forma según lo que de progreso humano) es obra de la aristocracia,
podría ser y que se disfraza, como un ladrón, es decir, de los mejores: la revolución francesa
con trajes que no le pertenecen; y social, tanto es obra de los «aristócratas» de la cultura de su
por el uso estéril y «antiproductivo» del dinero tiempo, que, por pura coincidencia histórica,
público, como por las consecuencias antisocia- también eran casi todos nobles; además, los teó-
les que siempre lleva consigo un dislocado, es ricos posteriores de otras formas de democracia
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4. son hombres que han reivindicado el derecho perfección espiritual, que coincide con la plena
de todos al saber, por el hecho de haber demos- actuación de la personalidad que le es propia y
trado que ellos mismos lo sabían ejercer, preci- que no tiene nada que ver con la jerarquía so-
samente con su iluminado pensamiento, en los cial de los puestos. La elevación interior de un
límites en que se hallaba iluminado. Por lo tan- h o m b re no se mide arbitrariamente por el
to, el «democrático» derecho al saber no es una puesto que ocupa o por lo que hace,sino por el
conquista de las masas (en la historia no existen modo de realizar su trabajo y por lo que es in-
conquistas de las masas, excepto para las dema- trínsecamente; es decir, siempre según un crite-
gogos de profesión, interesados en explotar a rio que es auténticamente democrático, sólo
las mismas masas con todas las armas mentiro- cuando es auténticamente aristocrático. Por es-
sas y corruptoras de la propaganda)1, sino la to, tanto el trabajo manual como el intelectual
conquista de una élite,que ha descubierto y rei- carecen de nobleza, si el trabajo (todo trabajo)
vindicado en favor de las masas tal derecho hu- no se rescata en la nobleza del espíritu, que
mano, para que cada hombre, según sus capaci- siempre es aristocracia; y es esta aristocracia y
dades y buena voluntad, ocupe un grado en la las instituciones que en ella se actúan las que
escala de la élite,es decir, tenga su cualificación. hacen posible el progreso de la democracia, es
Por tanto, es verdadera nuestra tesis de que la decir, la elevación de las masas para que dejen
auténtica democracia es la que se expresa siem- de ser «masa», y cierren las puertas a la dema-
pre en formas aristocráticas, es decir, no la de- gogia, a la tiranía y a la dictadura.
mocracia demagógica, sino la aristocrática, cu-
yo cometido es el de elevar a formas superiores
de vida a cada hombre, en proporción a su ver- 4. La educación como acto espiritual
dadera personalidad. Por esto nosotros, lo mis-
mo que somos contrarios a la retórica del «tra- El derecho al saber no es separable del acto
bajo intelectual» que, según un humanismo in- educativo; más bien es el mismo acto educativo,
dividualístico y parcial, considera a la cultura en su sentido más amplio y más rico. Como tal,
como el privilegio de una clase y a quien la po- no sólo interesa al discente, sino también al do-
see como un privilegiado que tiene el derecho cente, y asimismo al autodidacta, cuyos sujetos
a despreciar y a dominar a los otros; así tam- docentes son las personas con las que está en
bién somos contrarios a la más reciente retórica contacto, la familia, la sociedad. etc. Por consi-
del «trabajo manua1» que, desconociendo y guiente, el problema atañe a quien aprende,
despreciando los valores superiores del intelec- pero también a quien enseña: el derecho al sa-
to, a los que casi llega a acusar de ser «antide- ber es bilateral, del discente y del docente, el
mocráticos» y «antisociales», reconoce como cual, enseñando, ejercita su derecho al saber, ya
clase superior y privilegiada la de los obreros y que enseñar es aprender junto al discente. La
campesinos. Aquí hay un voluntario desenfo- educación es momento de vida interior y es
que del problema, un equívoco deliberado: no siempre autoeducación; pero, precisamente
se trata de substituir un privilegio por otro, la por esto, es comunicación y promoción recípro-
superioridad de una clase por la de otra, ni de ca: el acto educativo concreto, en la medida en
nivelar a la humanidad según el grado más ba- que fomenta el saber de quien aprende, fomen-
jo, sólo porque la mayoría de los hombres no ta el de quien enseña: docente y discente son
puede elevarse a los grados más altos (o cree discípulos de la verdad, en el amor de promo-
que no puede elevarse debido a un falso con- verse recíprocamente, perfeccionándose mu-
cepto de elevación personal o social, situado en tuamente en la verdad. El acto educativo es el
la ocupación de los puestos más elevados social- mismo derecho al saber en su forma más con-
mente, en la ganancia y en el bienestar mate- creta de comunicación de las conciencias: es
rial), sino de eliminar todo dominio de una cla- personal en cuanto social (yo promuevo mi per-
se sobre otra y todo privilegio arbitrario del sonalidad en la medida en que promuevo la de
hombre sobre el hombre, tratando de elevar a los otros) y es social en cuanto personal (no se
todos los hombres, a cada uno según sus límites promueve la sociedad como conjunto de indivi-
y posibilidades, al grado más alto posible de su duos, sino que cada individuo, al elevarse perso-
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5. nalmente, romueve o eleva a la sociedad). Pero,
p cho que tiene cada hombre a actuar libremente
para que el docente ejerza honestamente su de- el «proyecto» que es él mismo cuando nace, es
recho al saber enseñando a los otros, es necesa- decir, a desarrollar y a formar su personalidad
rio que cumpla con los deberes que comporta auténtica, la que responde a su vocación. Hu-
el aprender enseñando, como también el dis- manamente, tan respetable es el trabajo del ar-
cente debe cumplir con los que implica el ense- tista o del filósofo como el del campesino y del
ñar aprendiendo; por consiguiente, es necesa- obrero, sobre la base de una igualdad esencial
rio que, así como el discente revaloriza en con- de todos los hombres en cuanto hombre s .
creto el derecho al saber cuando se dispone Quien ha escrito la Divina Comedia la Crítica de
o
con respeto, empeño y amor a aprender, así el la razón purano tiene derecho alguno a despre-
docente revaloriza el suyo solamente cuando se ciar a quien ha cultivado una parcela de flores
dispone a enseñar con conciencia, preparación, o de verduras con el mismo empeño moral y
dignidad, honestidad y amor. El acto educativo, con la misma dedicación al valor: también ésta
en que se concretiza el derecho al saber, se frus- es una respuesta humana y válida ante el valor,
tra en su significado humano y en sus fines aun en su misma pequeñez, que, sin embargo,
siempre que se menoscaba su fin de educación expresa una grandeza y una nobleza de ánimo,
y de elevación integral del hombre o, mejor di- tal vez igual a las de una gran respuesta; y si lo
cho, de los hombres que concurren a su actua- desprecian, el gran poeta y el gran filósofo son
ción y que se reencuentran en la comunicación inferiores a la Divina Comedia a la Crítica de la
y
que tal acto comporta. Esto acontece siempre razón pura,es decir, a aquellos valores a los que
que el discente no está espiritualmente «prepa- les deben su personalidad. De esto se sigue que,
rado» para aprender y el docente para enseñar no sólo socialmente, sino incluso como valor de
y cuando ambos no están dispuestos, en un pla- personalidad y como personalidad de valor, va-
no de comprensión amorosa, a elevarse recí- len más un campesino y un artesano «logra-
procamente y a ser honesta y humildemente dos», que saben hacer bien y con amor su traba-
discípulos de la verdad a la que sirven y que, só- jo (ya con esto demuestran su estatura moral),
lo en cuanto es servida, tiene la virtud de reno- que un altísimo personaje «arribado» no se sa-
varlos, de edificarlos, de fomentarlos en su per- be cómo por el motivo que todos saben muy
sonalidad y de hacerlos hombres con el pleno bien. Tal personaje es un parvenu: y, como par -
derecho al saber. venu, él es el patán y no el campesino, él es el
Este concepto amplio de educación, no limi- «dislocado» en su altísimo lugar; y, como «per-
tada a la escuela, que es solamente uno de sus sonaje», no es una «persona», la suya, sino su
aspectos, nos conduce a precisar el de saber, mixtificación. En tal caso, el derecho al saber se
que hemos asumido en toda su extensión. Sa- ha transformado en un abuso, en un privilegio
ber no sólo es el de la cultura humanística o al- sin credenciales válidas y genuinas.
tamente científica, ni mucho menos consiste en Éste es el riesgo que la sociedad corre con las
ocupar un puesto elevado en la vida social; saber dictaduras y las democracias demagógicas, que
es todo lo que expresa un valor y contribuye a avanzan haciendo concesiones y asegurando su
formar una personalidad en la medida en que abuso arbitrario en vez de reconocer derechos y
responde a sus aptitudes y capacidades, las ac- de garantizar su ejercicio. El círculo de estas
túa y las potencia. Saber es el del filósofo que formas políticas es fruto de una construcción
indaga los abismos del espíritu y trata de descu- hábil: se fomenta en las masas, sin freno algu-
brir la inteligibilidad última de la vida en su to- no, la convicción de que el derecho al saber sig-
talidad y universalidad, como también lo es el nifica derecho de cada uno, indiscriminada-
del campesino que cotidianamente trabaja su mente, a elevarse en la jerarquía social sin con-
tierra; el pensador y el artista expresan valores siderar atentamente sus capacidades y sin preo-
traduciéndolos en sus obras, y lo mismo ocurre cuparse por saber nada, con vistas a ganarse las
con el campesino cultivando su campo, que es simpatías «populares» para que ellos, los admi-
su obra, obra de un hombre, espiritual, ya que nistradores de las opiniones, tengan el número
también aquel campo expresa valores estéticos, de votos que aseguren el poder; y se produce el
sociales y morales. Derecho al saber es el dere- fermento de las masas, que no dirigen sus sim-
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6. patías a quien puede garantizar a cada uno, en tal caso, no se usa para lograr ser el hombre
el orden, la libre actuación de la personalidad que se puede ser (el más humilde trabajador
que le es propia (que, por modesta que sea, va- puede incluso alcanzar alturas morales sumas),
le más que otra que no le corresponda), sino a sino para satisfacer los egoísmosmás desenfrena-
quien les promete, sin que corresponda a un dos; el bienestar material es lanzado a un nivel
grado igual de responsabilidad, de preparación tal que acaba por hacer morir al espíritu,sofoca-
y de empeño, una condición social cada vez do dentro de él.
más elevada. El círculo es muy hábil, pero tam- De este modo, las clases llamadas inferiores
bién muy «vicioso», no sólo en sentido lógico, no aspiran al respeto humano de su trabajo ni
sino incluso en sentido moral. Sus consecuen- de sí mismas en su condición humana, sino a
cias pueden experimentarse en la actualidad. un bienestar material cada vez mayor, es decir,
En estas condiciones, se degrada el derecho al fin opuesto a aquél por el que es sagrado el
al saber, se rebaja a la categoría de derecho a es- derecho al saber, como derecho de elevación
tar cada vez mejor materialmente sabiendo ca- de la persona. El derecho al trabajo es ejerci-
da vez menos; digo sabiendo cada vez menos, cio de libertad y de la libertad del hombre de
en el sentido intelectual-moral de empeñarse mejorarse a sí mismo físicamente, intelectual y
cada vez menos en expresar valores o en formar moralmente; fuera de estos límites, yo, que en-
la propia personalidad de valor. Enfocado así el tiendo el progreso de diferente manera a la de
problema, la carrera hacia el bienestar ya no muchos y diversos «progresistas» de hoy día,
tiene límite: quien tiene, quiere cada vez más, no logro comprender su recto significado.
sin cuidarse de si tiene capacidades adecuadas y
sin atender al sentido de responsabilidad y de
dedicación que el nuevo escalón exige. Eviden- 5. Educación y trabajo
temente, así se menoscaba la línea moral, úni-la
ca que puede mantener el derecho en los lími- El derecho al saber, no separado de los de-
tes de su honesta legitimidad; la única que ga- beres que implica, comporta el libre ejercicio
rantiza la libertad de su ejercicio en la ley, es de- de otro derecho: el derecho al trabajo. Esta in-
cir, más acá de la arbitrariedad, que es la nega- dicación merece ser desarrollada.
ción de la libertad. Esto explica por qué actual- El «saber», en el sentido más comprensivo,
mente un hombre, cualquiera que sea su traba- es el momento intelectual, que sería práctica y
jo, aunque sea remunerado adecuadamente y socialmente ineficaz, si por algún impedimen-
respetado, no está contento con su estado. La to no pudiera traducirse en una obra humana.
cosa está clara: no se quiere el libre ejercicio del Por lo tanto, quien ejerce libremente el dere-
trabajo formativo de la personalidad, no se sien- cho al trabajo, que no sólo significa derecho a
te la satisfacción moral que proviene de hacerlo procurarse los medios de subsistencia material
bien y con honestidad; no se capta la altura es- (según un concepto empobrecido del mismo
piritual de contentarse con lo que se tiene, en trabajo), sino derecho a dar los frutos de sus
paz consigo mismo y con la conciencia; no: se capacidades educadas, su aportación a la so-
quiere salir fuera del propio estado, apearse de ciedad y a afirmar su dignidad de hombre. Sin
la propia condición, para acapararse otra que le el trabajo, el saber no saldría del campo inte-
dé, aunque no guarde conformidad con su per- lectual, no se concretaría en una obra, no en-
sonalidad y vaya en contra de la honestidad, un traría en la historia: es a través del momento
mayor bienestar material. En tal caso, ¿qué sen- «operativo» del trabajo como los valores en-
tido tiene hablar de derecho al saber? Tal dere- tran en la historia, se manifiestan histórica-
cho es sacrosanto y se respeta sacrosantamente mente, vienen a formar la tradición, marcan el
cuando se ejerce para la libre formación de la p ro g reso y lo fomentan, educan a los hom-
personalidad y la elevación espiritual de sí mis- bres. Quien sabe -en los límites de su saber co-
mo, valores que se pueden actuar con cualquier rrespondiente a sus aptitudes y vocaciones- tie-
trabajo, con tal que se le aprecie y se le realice ne el deber de producir, es decir, de expresar
humanamente; pero se hace un arma peligrosa en una obra lo que sabe; pero precisamente el
cuando se abusa de él (con lo que se viola). En cumplimiento de este deber le da la exigencia
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7. del derecho al trabajo, es decir, a realizar el regla para ser ocupados; para éstos, el derecho
momento en que traduciendo prácticamente al saber es inviolable, como lo es para una socie-
los valores, forma su personalidad y da su dad en la que todos sus miembros estén en con-
aportación a la sociedad, de la que sus obras diciones de hacer valer este derecho. Sé muy
personales son patrimonio para el bienestar y bien que aquí nace un problema humano y so-
el progreso de cada uno y de todos sus miem- cial: ¿qué vamos a hacer con quienes no saben
bros. Una sociedad que no garantiza el dere- hacer lo que pretender hacer? ¿Los dejaremos
cho al trabajo, así entendido, a todos sus desocupados, con todas las consecuencias de
miembros, todavía no ha progresado lo bas- envilecimiento y de sufrimiento personal y con
tante en el respeto de la persona humana. los peligros sociales que la desocupación com-
Pero también, a propósito de esto, es preciso porta? Desde luego, no; pero afirmo que, antes
cuidar de que el principio no sea corrompido de «colocarlos» en un puesto en el que se halla-
por las demagogias. El derecho al trabajo no rán «dislocados», es preciso reeducarlos, ante
puede separarse, para que sea un derecho de todo moralmente, de modo que adquieran el
derecho, del cumplimiento del deber de apren- sentido del deber inseparable del derecho al
der a saber trabajar, es decir, del efectivo y ho- trabajo (lo que no es más que sentido de la res-
nesto ejercicio del derecho a saber. En caso ponsabilidad), de modo que acepten un trabajo
contrario, si el derecho al trabajo vale incluso de categoría inferior que corresponda a sus ca-
para quien no sabe y se niega a saber ya trabajar pacidades. Tal aceptación, para que no deje re-
bien, entonces viene a ser un pretexto para ha- sentimientos y descontentos (que después re-
cerse mantener a expensas de la sociedad. La percutirían desfavorablemente en el trabajo y
«plena ocupación» de todos los ciudadanos es en toda la vida social de estas personas) y para
ciertamente un ideal que se ha de perseguir, que no parezca una imposición y una injusticia,
porque el trabajo es dignidad y condición de debe ser obra de educación moral. Habría,
dignidad; pero la ocupación plena, indiscrimi- pues, que convencerles de que es mucho más
nada, incluso de quien, habiendo hecho el ha- digno hacer en la vida lo poco que cada uno sa-
ragán toda su vida y teniendo toda la «buena in- be hacer, aunque sea humilde, que pretender
tención» de continuar haciéndolo, con el pre- hacer lo que se hace muy mal porque es supe-
texto del derecho al trabajo, pide una «ocupa- rior a nuestras capacidades. El derecho al traba-
ción» sólo para tener un pretexto de procurar- jo no significa una carrera hacia los mejores
se los medios de subsistencia, no es el reconoci- puestos, como si fuéramos piratas de la socie-
miento de un derecho, sino la violación del de- dad, sino exigir cada uno el propio puesto, el
recho que la sociedad tiene de exigir dar traba- que le corresponde: saberse contentar y cum-
jo a quien quiere y sabe trabajar para el bien plir con el propio deber, estar contentos del
propio y para el bien común. El principio de la propio trabajo honesto. Sobre esta línea moral
plena ocupación se ha de actuar integralmente, interior es sobre la que se edifica sacrosanta-
pero en los límites de dar ocupación a cuantos mente el derecho al trabajo, la dignidad de un
se hayan empeñado en aprender un determina- hombre y la salubridad integral de la sociedad.
do trabajo para trabajar bien y honestamente. El hombre, cualquiera que sea el puesto que
Cuando en la actualidad se habla de desocupa- ocupe, no debe olvidar que depende de él, y no
ción intelectual y se solicita del Estado y de las del puesto que ocupa, el ser pequeño o grande,
entidades privadas la ocupación de todos por- miserable o noble, un príncipe en el espíritu y,
que todos tienen derecho al trabajo, no se pien- con la gracia de Dios, incluso un Santo.
sa en cuántos son verdaderamente, cada uno Después de cuanto queda dicho, no duda-
en su competencia, «intelectuales», y cuántos, mos en rechazar la tesis de cuantos, con pretex-
en cambio, no son más que individuos en pose- tos especiosos e interesados, quisieran mante-
sión de un diploma o de una licenciatura o de ner atrasadas, en la ignorancia y en la falta de
cualquier otro pedazo de papel, sin ser en reali- cualificación, a algunas clases sociales, impi-
dad tales intelectuales. El problema no está en diéndoles su elevación social y moral, haciéndo-
ocuparlos a todos, sino en ocupar a todos aque- les impotentes para ejercer el trabajo del que
llos que tienen, no los títulos, sino la cabeza en cada hombre es capaz. Todos deben estar en
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8. condición de ejercer el derecho al saber en el maravillarse ingenuamente ante este caso de
cumplimiento del deber de aprender; y, sabien- experiencia actual; la maravilla tendrá razón de
do cada uno su trabajo, todos tienen el derecho ser si no sucediera así, al haber identificado el
al trabajo. Sin embargo, es necesario que preci- problema de la justicia social con el del bienes-
semos. Admitido el principio de la educación tar, sobre la base de un enfoque materialístico y
de cada hombre y de las llamadas clases atrasa- de lucha de clases y sin haberse preocupado de
das, en virtud del derecho al saber; admitido educar, cualificar, formar en suma una concien-
que es necesario rechazar la tesis según la cual cia moral y humana en la colaboración de las
es mejor que el pueblo permanezca ignorante, clases. De estos equívocos han brotado otros
porque así es socialmente menos peligroso (lo más graves aún entre doctrinas comunistas y
que significa: porque así se deja pacientemente doctrinas católicas. Por último, una observa-
explotar por la clase dirigente sin proporcio- ción: yo no digo que las mejoras materiales no
narle molestias o desagradables molestias), es deban existir; más bien añado que es necesario
necesario precisar, para que las buenas ideas in- extenderlas; pero digo que este problema se ha
cluso esta vez no se corrompan, qué significa de enfocar desde un punto de vista que no es
«elevación» o «educación» del pueblo. Si todo precisamente el materialista-económico, es de-
se reduce al solo mejoramiento económico o cir, más allá de la confusión que se ha creado
material -para que tenga cada vez mayores con- entre «paz temporal» de cada hombre en la fra-
forts, lo necesario y lo superfluo, diversiones líci- ternidad humana (principio propugnado por
tas e ilícitas, más allá de toda línea moral- sin un el Cristianismo) y «bienestar material» en el
correspondiente avance espiritual y una educa- odio y en la lucha de clases.
ción que ante todo sea interior, el pueblo ni se
ha educado ni elevado, simplemente se ha co-
rrompido. Ha pagado el bienestar material, no 6. Condiciones económicas y políticas
sólo a costa de no adquirir nada en el espíritu, de la educación
sino perdiendo incluso la sencillez y pureza de
sentimientos y la moderación y templanza es- Las últimas consideraciones nos introducen
pontáneas propias de la genuina alma popular. ya en la segunda parte de nuestro argumento,
En vez de servirse de las mejoras económicas concerniente a la libertad de ejercicio del dere-
como condición y medio de perfeccionamiento cho al saber. Reconocer un derecho sin la liber-
espiritual -y en este sentido verdaderamente hu- tad de ejercerlo, es hacer una afirmación abs-
mano y personal-, no piensa más que en obte- tracta, ineficaz; pero también reconocer la li-
ner otras, por avidez de bienestar, sin más lími- bertad de su ejercicio sin crear las condiciones
te o medida. Y no sólo esto, sino que, corrompi- suficientes, es seguir todavía en un orden abs-
do de este modo, no se ayuda de su grado de sa- tracto, en la libertad puramente formal, ya que
ber para trabajar con dignidad en los límites de todo ejercicio de libertad, cualquiera que sea,
su competencia, sino que recurre a todos los importa concretamente condiciones, cuya ac-
medios para que se le dé un trabajo que consi- tuación hace posible, en concreto, el ejercicio
dera más elevado, sin importarle si es superior a de la misma libertad. El error del liberalismo
sus capacidades. De este modo, se desordena ha sido precisamente el de preocuparse sola-
todo el equilibrio social y se viola la justicia más mente de las libertades formales (libertad polí-
elemental en lo que a las relaciones y propor- tica, de saber, de trabajo, etc.). Formalmente,
ciones se refiere. Actualmente constituye una en un régimen liberal de sufragio universal, to-
experiencia irrefutable, el hecho de que en dos los ciudadanos gozan de la libertad política;
aquellos lugares o sectores en los que se ha rea- ¡lástima que no todos tengan el mínimum in-
lizado un progreso material con métodos y con dispensable de condiciones para ejercerla! No
un enfoque del problema de la justicia social en se quiere reconocer que quien se halla oprimi-
sentido puramente económico y materialístico, do por la necesidad hasta el punto de ver envi-
en vez de producirse un debilitamiento de las lecida su dignidad humana más elemental, no
tendencias subversivas, se ha producido un ver- goza de las mismas condiciones necesarias y su-
dadero incremento de ellas. No hay por qué ficientes para ejercer su libertad política que
Revista Valores en la Sociedad Industrial 21
9. quien está a salvo de tales necesidades. Quien cruda, por ser la más verdadera: «Tanto yo que
tiene mucho o demasiado y quien no tiene na- soy rico como tú que eres paupérrimo, tenemos
da, hasta el punto de ser un paria al margen de el mismo derecho al saber; luego tú eres igual a
la sociedad, tienen formalmente la misma liber- mí y no tienes de qué lamentarte; pero si yo
tad política, pero no gozan ciertamente de las tengo medios para ejercerlo y tú no, no es cul-
mismas condiciones para ejercitarla. Desde este pa mía, arréglate como puedas y si no lo haces,
punto de vista, el liberalismo y la sociedad capi- peor para ti; mientras tanto, yo lo hago». Esta li-
talista sólo garantizan las libertades a quien vive bertad de ejercicio del derecho al saber ya no
bien, en cuanto le aseguran su ejercicio. Sin es una libertad, es un privilegio inhumano, an-
embargo, de este modo, la libertad formal de tisocial, egoístico, cruel.
todos los ciudadanos viene a ser, en el ejercicio Ahora bien, para salvaguardar integralmente
concreto, el privilegio de una sola clase, de la el principio que hemos afirmado, es necesario
dirigente, garantizada por potentes condiciones precisar: a) que a cada uno debe dársele la con-
económicas. El liberalismo, no obstante sus in- dición económica para que sea libre de ejercer
negables méritos, es, bajo este aspecto, el siste- el derecho al saber, pero teniendo en cuenta
ma en que conviven los hambrientos de turno, que el saber que ha de atender ha de ser aquél
explotados por los pudientes de turno. Ahora para el que tiene disposición, amor y capaci-
bien, el problema no está en asegurar una orde- dad; b) que quien le dé o le asegure esta condi-
nada rotación de hambrientos y de ricos, de ex- ción -el Estado u otra entidad cualquiera que
plotados y de explotadores, sino en garantizar- sea- no debe imponerle una determinada ideo-
les a todos, no sólo las libertades formales, sino logía política ni la elección del tipo de saber se-
su concreto ejercicio; es decir, que todos tengan gún sus intereses. En este último caso, se daría
las condiciones necesarias y suficientes para la condición económica, pero al precio de la li-
ejercer tales libertades; lo que equivale a decir bertad, cuyo ejercicio debería ser garantizado
que todos se hallen liberados, ante todo, de la por aquélla; se trataría de una generosidad inte-
necesidad. En efecto, la primera condición, pa- resada y de una caridad suficientemente defor-
ra que exista un libre ejercicio del saber, es pre- mada. Si el saber es un derecho, en los límites y
cisamente económica. ¿ Cómo puede ejercer en el orden que hemos indicado, también es un
en concreto este derecho quien, aun teniendo derecho su libre ejercicio y, por consiguiente,
buena voluntad, amor y capacidad hacia un de- incluso la condición económica para realizarlo;
terminado saber, carece de un mínimum de por lo tanto, debe darse tal condición, para que
condición económica? Entonces, el derecho al no se resuelva contradictoriamente en la nega-
saber es ineficaz y no puede ejercerse, y la ca- ción de la libertad que debe garantizar, sin im-
rencia de las condiciones hace del hombre un poner ideologías de ninguna clase o un deter-
desgraciado, un resentido, un turbulento. To- minado saber, sino dejando a cada uno en liber-
madas las oportunas precauciones para que el tad de elegir según sus inclinaciones y capacida-
dinero público no se gaste mal, es decir, para des naturales y exigiéndole solamente que cum-
que cada hombre se encamine a hacer aquello pla los deberes que aquel derecho comporta.
para lo que tiene aptitudes y capacidad y no lo En caso contrario, sólo se da la condición eco-
que veleidosamente quisiera pero no sabe ha- nómica para un trabajo forzado.
cer, considero que, de cuantos carecen de una Y, entonces, la segunda condición para el li-
condición económica para el libre ejercicio del bre ejercicio del derecho al saber es la libertad
derecho al saber, el Estado debe asumir su man- del saber, que no es monopolio del Estado o de
tenimiento en las diversas clases de escuelas; y otras entidades, ya que cada uno es libre de ele-
toda empresa, el de sus futuros operarios, que gir el saber que le es idóneo y más adecuado a
son parte esencial de la empresa y no sólo asala- su personalidad. Precisamente en nombre de
riados que prestan su mano de obra. El princi- este libre ejercicio del derecho al saber, reivin-
pio que afirmo trata de eliminar una injusticia dica sus derechos la escuela libre, con el fin de
en el libre ejercicio del derecho al saber y en el poder cumplir con sus deberes educativos, so-
de otros derechos. En lo que atañe al derecho ciales y morales. Toda persona o familia tiene el
al saber, la podemos formular de la manera más derecho de elegir la escuela que desea, según el
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10. tipo de educación preferida, sin que, en nom- da, ya no es un derecho de todos, sino sólo el
bre de una pseudolibertad o de pretendidos privilegio de algunos. Por otra parte, una vez re-
pseudoderechos del Estado, se le imponga un conocido el derecho de la escuela libre en
tipo de educación, es decir, una forma de vida. nombre del derecho que cada uno tiene de ele-
La sociedad debe estar formada por hombres li- gir la educación que le es conveniente y una vez
bres antes que por libres ciudadanos, que, sien- que la escuela libre cumple sus deberes, no ve-
do libres como ciudadanos, a veces no son li- mos por qué, habida cuenta de su función so-
bres como hombres, es decir, no es cada uno la cial, no debe tener la ayuda necesaria incluso
persona que quiere ser. Por otra parte, precisa- por parte del Estado, precisamente porque el
mente el derecho de la escuela libre le impone Estado tiene el derecho de asegurarles a todos
a ésta deberes. Entre otros está el de dar la con- la libertad de ejercicio de un saber libremente
dición económica, necesaria al libre ejercicio elegido y no impuesto por el mismo Estado o
del derecho al saber, a quien carece de ella y la por quienquiera que sea. Y no se pongan en
merece. Y esto al menos en la medida en que la juego los llamados derechos o ideales de la es-
da el Estado u otras entidades. Me explico: si el cuela laica, en el sentido de la ideología del lai-
derecho a la escuela libre es reconocido para cismo, porque respondo sin tardanza que en el
asegurar a cada uno el derecho a elegir el tipo concepto de Estado no se halla esencialmente
de educación que libremente desea, de ello se implícito el laicismo y que una escuela laica pa-
sigue que el ejercicio de este derecho ha de ser ra todos, sin libertad de elección, es una impo-
reconocido en favor de todos; y como una de sición y una violación del ejercicio del derecho
las condiciones para ejercerlo es la económica, al saber. Nadie está autorizado a servirse de un
se ha de concluir en la necesidad de darle tal pretendido «libre- pensamiento» para negar la
condición a quien carezca de ella. En caso con- «libertad del pensamiento», y de un pretendido
trario, la libertad de elegir la educación que se agnosticismo para imponer el dogmatismo más
desea viene a ser un privilegio de quien tiene la opresivo de la libertad de conciencia. Como
condición económica. Consideremos el caso también añado inmediatamente que nadie de-
concreto de un niño que, aun no teniendo la be imponer una forma, cualquiera que sea, de
vocación sacerdotal para entrar en un Semina- clericalismo. Yo defiendo solamente los sacro-
rio o en una Orden religiosa, desee elegir una santos derechos de una educación inspirada en
escuela en la que se dé una educación inspira- la religión y, de este modo, en la verdad del ca-
da en la religión que él practica; supongamos tolicismo y los derechos de los católicos.
que no dispone de la condición económica pa- No se olvide que el derecho al saber, como
ra ejercer su derecho a un saber libremente ele- ya hemos dicho, se concreta en el acto educati-
gido. En tal caso, la escuela libre, para que el vo, que implica tanto al discente como al do-
derecho sobre el que funda su existencia sea de cente; y como enseñar es la manera de ejercer
pleno derecho, tiene el deber de darle la condi- el derecho al saber propia del docente, se sigue
ción económica al niño que se halla privado de que las condiciones - económicas y de libertad
ella y sin la que no puede ejercer la libertad del del saber- indicadas por nosotros como necesa-
derecho al saber. De este modo, la escuela libre rias para el libre ejercicio de tal derecho, tam-
de inspiración religiosa es plenamente cristiana bién se han de dar y asegurar al docente, a to-
y los religiosos y las religiosas que la tienen aña- do aquel que enseña, en una escuela estatal o
den a sus méritos este otro para llamarse con libre, en una fábrica, en un campo, etc.
mayor dignidad cada vez, incluso en la práctica Volviendo a la condición de la libertad del
educativa y en la acción social, hijos o hijas de saber, añadimos por último que se halla ase-
María Santísima o del Sagrado Corazón de Je- chada de muchos modos, sutiles o velados. Es
sús. En caso contrario, ejerce libremente el de- cierto que el Estado tiene el derecho de pro-
recho al saber que desea y, en nuestro caso, a mover ciertos estudios o menesteres según las
una educación inspirada en la religión propia, necesidades de la sociedad en una determina-
solamente quien está en condiciones de poder- da situación histórica o por el bien público;
lo pagar; pero un derecho, cuyo ejercicio de- pero este derecho jamás debe ser llevado al ex-
pende de una condición económica privilegia- ceso; de otro modo, con el pretexto del bien
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11. público, se acaba por imponer a cada uno, (porque el cuerpo, como parte integrante del
contra sus inclinaciones, un saber forzado pa- hombre, no es medio), sino como colaborado-
ra un trabajo forzado y se mata la libertad de ra. Un saber que no responda a la realidad del
ejercicio del derecho al saber. Si una ciudad hombre integral y a sus fines históricos y supra-
está asediada, en esta circunstancia, todos los históricos, personales, sociales y suprasociales,
ciudadanos tienen el deber de hacer lo que se y que sólo se preocupe del bienestar material y
les exija para el bien y la salud común; pero del progreso civil, produce tal desnaturaliza-
no es preciso transformar ésta u otras circuns- ción del hombre y tal holladura de la persona y
tancias excepcionales en situaciones perma- de sus valores, que es peor que la ignorancia,
nentes, haciendo de una sociedad una prisión o, mejor dicho, es la forma de ella que se cono-
de la que el Estado sea el carcelero. El Estado ce con el nombre de necedad. efecto, tal sa-
En
debe asegurar el libre ejercicio del derecho al ber viene a reducir al hombre a no saber quién
saber, no elegir el tipo de saber o de trabajo e es él y a no saber lo que dice, como el insipiens
imponerlo a los ciudadanos. Si yo me siento del Texto Sagrado. En efecto, se puede ser
inclinado a plantar cebollas y lo hago con «doctos» y ser insipientes,analfabetos de los va-
amor y competencia, el Estado no debe impo- lores espirituales. Ésta es la peor forma de anal-
n e rme cultivar patatas, sólo porque en sus fabetismo, la que acaso conoce el alfabeto de
«planes quinquenales» ha elegido (él por mí) todas las ciencias y las mismas ciencias, pero ig-
que todos debamos cultivar patatas. En este ca- nora el alfabeto del espíritu, por el que el hom-
so, la asegurada condición económica garanti- bre es hombre. Quizá esta posición mía no ha-
za simplemente la esclavitud de todos y la pér- ya satisfecho plenamente a nadie y haya disgus-
dida de la libertad. tado a muchos. Y es que quizá, concebida así,
Una tercera condición, sin tener en cuenta queriendo sinceramente, sin compro m i s o s
otras que, sin embargo, merecerían ser consi- equívocos, satisfacer la verdad, sea una posi-
deradas, es limitar la excesiva especialización, ción de lujo e inútil para los intereses persona-
que, llevada más allá de ciertos confines, men- les; pero no importa: pretende ser una posi-
gua el libre ejercicio del derecho al saber, ya ción de responsabilidad, sin términos medios
que restringe el campo de competencia, redu- ni segundos fines, en un momento grave para
ce el saber al mínimo, mecaniza el trabajo y la sociedad humana y sus valores perennes; po-
embota a la inteligencia. Especialización es sición que toda persona debe asumir honesta,
p e rfeccionamiento técnico-mecánico, y de libre, desinteresada y valientemente, cueste lo
ningún modo ahondamiento ni perfecciona- que cueste, incluso al precio de la cicuta.
miento intelectual; hace perder el amor por el
trabajo, lo hace técnicamente perfecto y eco-
nómicamente útil, pero lo despersonaliza y lo
hace productivo en obras impersonales, en se-
rie, anónimas, inestéticas. 1
Entiendo por «masa», cualquiera que sea la clase
social a la que se pertenezca, al conjunto de individuos
aún no cualificados por el recto ejercicio del derecho al
7. Educación integral del hombre saber.
Por último -y con esto concluyo- es necesa-
rio, para que de verdad sean respetados el de-
recho al saber y la libertad de su ejercicio, que
el saber no sea en ningún caso contrario o ne-
gador de la realidad que es el hombre en su in-
tegralidad y en sus aspiraciones profundas que
podemos sintetizar en la armónica unión de
«paz temporal» o de los valores vitales y de
«paz espiritual», la primera subordinada a la se-
gunda, no como el medio con respecto al fin
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