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DELIRIO CELOTIPICO, contribución al problema:
¿”Desarrollo de una personalidad” o “proceso”?
Introducción.
Encontramos res tipos de problemas entrelazados:
1. Serie de historias clínicas de “celosos” que no son alcohólicos ni adscriptos a la DP o a las
psicosis maniaco depresiva.
2. Un panorama sintomatológico sobre las estructuras del delirio celotípico.
3. Consideraciones nosológicas.
Panorama sobre la actual teoría del delirio celotípico:
a) Diferenciaciones sintomatológicas
b) Relaciones directas o indirectas con condiciones somáticas
c) Presencia dentro de determinadas formas en el sistema de las psicosis.
1. Sintomatológicamente encontramos, por un lado, ideas de celos cambiantes q se
incrementan por doquier, se olvidan y vuelven nuevamente a estructurarse (CELOTIPIA
PSICOLOGICA). Por otro lado, un sistema celotípico con ideas de desarrollo lento o
rápido, pero estable, con demostraciones que se mantienen durante años, q apenas si
suelen olvidarse, q tienden a aumentarse, Celotipia morbosa, no sistematizada, con o
sin base, pero con una autocritica más o menos amplia; ambas deben diferenciarse de la
celotipia delirante, en la cual surgen ideas y observaciones correspondientes, q aparecen
por doquier y se olvidan; y el delirio celotípico ppiamente tal, o delirio sistemático (no está
siempre presente el estado afectivo permanente de la celotipia)
En lo q se refiere a la génesis del delirio celotípico, tiene conexiones con todos los
síntomas psicóticos posibles, según el cuadro morboso en el cual se presente. Se destaca
algo importantes la génesis combinada, la confluencia de equivocaciones sensoriales y
falsos recuerdos. Los hechos más inocentes, alteraciones en la conducta, encuentros
casuales en la calle, el entrecruzarse de las miradas en el aire, ruidos sospechosos,
desorden en la habitación, enrojecimiento o inseguridad de la mujer, visitas, etc., sirven de
demostración suficiente para las más amplias conclusiones. Estos hechos no fueron el
motivo predisponente de la celotipia, sino q la presencia previa de ésta buscó sus
motivaciones y las encontró. La celotipia pudo ser nuevamente incrementada mediante
tales casuales observaciones.
Con frecuencia las ideas celotípicas se combinan en su origen con falseamientos ilusorios
de la percepción. Se ve y se oye más que el casual crujir de la madera, anchas
indiferentes, sombras siempre presentes y cosas análogas.
Se reinterpreta y adornan hechos indiferentes del pasado, surgen además recuerdos que
se agregan a vivencias que en general n han sido reales ni siquiera en uno solo de sus
rasgos. Se les descorre “como un velo frente a su vista”. Ellos afirman haber visto cómo su
mujer se entrega a innumerables hombres, etc. en cambio, los celosos, que siempre
encuentran nuevas interpretaciones que con el aderezamiento de escenas reales en
nuevos relatos se alteran, renovadamente y crean su fundamento, no necesitan presentar
alucinaciones mnesicas.
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Deben diferenciarse de ellas las peculiares vivencias q presentan los celotípicos durante y
después del sueño. Al despertar tienen un presentimiento, como si de noche hubiese
estado allí, fueron narcotizados de noche, aseguran haber sentido que alguien yacía a su
lado. Aquí comienza la confusión con alucinaciones mnesicas reales.
El verdadero origen del delirio celotípico es un total enigma, lo loco lo constituye el hecho
de q surja de manera para nosotros incomprensible.
La conducta del celotípico es muy variada. Algunos viven casi convencidos de la verdad de
su delirio, tratan de que se les haga justicia. Se colocan señales en las puertas, llegan
inesperadamente a sus casa, etc. las mujeres persiguen por doquier a sus maridos.
Pueden en su delirio llegar a hacerse violentos. Otros, en cambio, se entregan a su
destino, se deprimen, o los celos se les presentan como una típica idea obsesiva.
2. El delirio celotípico tiene relación con ciertos fenómenos corporales, con el sistema psico-
físico del aparato genital (según Krafft-Ebing el coito psíquica y físicamente insatisfactorio
con una libido suficiente, podría ser una fuente poderosa para el delirio celotípico de los
alcohólicos. Además hay con frecuencia impotencia, ya sea psicopática u orgánica) y con
determinados ciclos vitales de la mujer.
En la mujer se habla del delirio celotípico de la lactancia, de delirio celotípico menstrual,
climatérico y senil. Krafft-Ebing describe cómo la ccia de q los atractivos van en declinación
y la sensación de un afecto q tamb va disminuyendo por parte del hombre, son fuente
poderosa de celos climatéricos.
3. El delirio celotípico y todos los síntomas aparecen en todos los tipos de psicosis y
personalidades psicopáticas. El peculiar modo de su estructuración puede ser designado
como característico. El delirio celotípico de los alcohólicos en un 30% de los bebedores
que aun mantienen relaciones sexuales, en relación con las consecuencias corporales y
metales del abuso de alcohol. Se origina así el delirio, la mayor de las veces de forma
combinada. A veces adquiere formas cambiantes q carecen de sistematización. En las
psicosis orgánicas, como en las parálisis generales y en la demencia senil, aparece
esencialmente en los estadios iniciales y constituye un síntoma parcial del grupo de la DP,
y en ésta solo puede tener la fundamentación alucinatorio-sexual, q se presenta en ella, y
finalmente en las personalidades psicopáticas se presenta se la maneras más variadas:
1) En la relación con los síntomas histéricos, en los cuales la sospecha con
fundamentación tan múltiple se reafirma mediante falsos recuerdos y fenómenos
pseudológicos.
2) En los fenómenos obsesivos q momentáneamente adquieren un carácter delirante
3) En las distimias periódicas de los psicópatas, especialmente las menstruales
4) Como rasgo de carácter q con la edad adquiere la característica de un delirio
celotípico.
El delirio celotípico de las personalidades psicopáticas aparece alterado y ligado con otros
síntomas. Se funda conscientemente en presunciones, frecuentemente es una manera
sospechosa, se deja comprobar tamb de una manera ilusoria por percepciones falseadas o
interpretaciones erradas, no se estructura en un delirio fundado sistemáticamente en
determinados fenómenos o en un mantenido sistema.
CASO 1
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3
Relojero, católico, casado, nacido en 1836, enviado en 1895 a la clínica para ser sometido a
peritaje, ya q su conducta (celos, múltiples ofensas, amenazas, quejas ante juzgados) despertó
sospecha de una alteración mental. En 1892 presentó una querella contra su mujer al juzgado
estatal y tamb a una serie de hombres por adulterio. Las exageraciones mostraron insostenible
sus acusaciones, como tamb la presunción de alteración mental. K, a consecuencia de algunas
amenazas, se había hecho peligroso para la comunidad. El peritaje de K afirmaba q estaba
mentalmente alterado, no parecía q necesitaba hospitalización y recomendaba su supervigilancia
por las autoridades locales. En simultaneo a la querella de K, presentó una demanda de divorcio,
que su conciliación no tuvo éxito.
Un informe de 1893 decía q K rumiaba excesivamente y parloteaba sobre su reloj astronómico, en
el q trabajaba hacía 16 años, lo q afectaba mucho a sus nervios, q en este estado se había
representado cosas q no sucedían.
Llegó a sus manos un papel enviado a su mujer “estado mental de Julius Klug”. La coincidencia
de la observación del juez, de la hecha por el médico local y hallazgo del papel hicieron despertar
la convicción de que había sido declarado loco por iniciativa del juez por su mujer para debilitar su
acusación por adulterio el paciente se dirigió a la autoridades, llegando hasta la más alta
autoridad de la localidad, buscando la supresión de esta declaración de locura. En 1895 llegó
una denuncia del concejal L, donde vivía K, por amenazas de tipo homicida hacia él. K había
llegado a su casa con un arma cargada, no podía excluirse la posibilidad de q hiciera efectiva su
amenaza. No podía ejecutarse una detención por delirio y ordenó a la autoridad local nuevas
medidas de seguridad.
Poco después de esto, K dirigió un largo escrito pidiendo ayuda judicial y protección local: en
contra de su mujer, por la declaración de locura, y en contra del juez, por calumnias, en contra del
médico local, por su peritaje contario a la verdad. Amenazaba con llevar a la prensa social
democrática todos los hechos explicados.
Otro peritaje decía que K no podía ser declarado de primera intención enfermo metal. La totalidad
de las personas interrogadas encontraron infundadas todas las inculpaciones de K. era
imprescindible la observación de K en un hospital psiquiátrico. Para ello el ministerio presento un
proceso de detención en contra de K por injurias al juez en relación con su profesión. Hacia 10
años que K se había ido a un lugar desconocido. Finalmente fue arrestado en Estrasburgo donde
residía en la casa de un hijo, y llevado a la clínica.
Anamnesis de la Sra. K: conocía a su marido desde la época del servicio militar. El siempre se
excitaba fácilmente. “las cosas debían marchar siempre como él quería”. Ella siempre había
cedido en todo. Desde hacía tres años “algo le había ocurrido”. Se puso celoso del relojero de la
vecindad y no quería que ella llevara sus relojes como acostumbraba hacerlo. La llamaba a su
taller para explicarle que había oído que él y el otro relojero tenían una mujer en común. Que ella
también había intentado adulterio con otros hombres…
Al comienzo consideraba a los dos hijos, hijos de puta, luego decía q no eran de él. Le pedía a
ella que confiese. Con frecuencia le había pegado con un trozo de latón. Frecuentemente se
despertaba gritando: ¿no oíste nada?, me parece q algo se movió. Trabajaba día y noche en sus
trabajos habituales y en su reloj astronómico.
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4
Los rumores acerca de la infidelidad los había oído por primera vez en la taberna en el año 1892.
Interrogado si antes había sentido algo, relataba un número de sensaciones, solo q en esa época
no las había interpretado adecuadamente. Jamás había dudado de su mujer hasta q en 1892
reconoció su error. Ya desde 1870 le había llamado la atención q diversos hombres frecuentaran
su casa sin q él estuviera claro el objeto de las visitas. Entre L y F había siempre un murmurar y
sonreírse. Antes había oído otros rumores pero sin preocuparse de ellos.
Cuando se le hacía notar, basándose en sus antiguas aseveraciones, que él había estado
presente cdo su mujer realizaba la cohabitación con otros, se quedaba bastante rato sin poder
hablar, pero finalmente se lograba que describiera los sucesos.
Cdo estas historias se prolongaron, se dio cuenta de lo que significaban. Le había pedido que
confesar y él le perdonaría todo. El negaba por completo haber tratado injustamente a su mujer.
En octubre de 1892, totalmente decepcionado, y dudoso de sus aseveraciones, viajó a Suiza,
donde estaba su hijo mayor. Allí elevó quejas al fiscal. Decidió poner a prueba a su mujer. Llegó
de noche a su casa y golpeo en la ventana con una moneda. Al minuto le abrió su mujer
exclamando: ¡quien anda ahí!. Impostando su voz contestó: un buen amigo; abra rápido que yo
pago bien. Ella preguntó su nombre y no lo dijo. Finalmente abrió la puerta y apareció en camisa
de noche. No quiso aceptar q su mujer podría haberlo reconocido a pesar de que impostó su voz.
Para él no cabía ninguna duda, presentó la demanda de divorcio. El juez aconsejó a su mujer
declararlo loco. Echo la culpa de la ruina fliar hasta entonces feliz. Se dirigió a las autoridades
para solicitar protección legal.
# Todas las declaraciones las hacia K de manera calmada y ordenada. Su manera de hablar era
bastante adecuada. Tenía una cierta inclinación a las palabras rebuscadas altisonantes. Su
conducta en la clínica era totalmente correcta. No trataba de destacarse demasiado, ni se
ocultaba en exceso. Su estado de ánimo era estable, libre de afectos depresivos o expansivos.
Su inteligencia permanecía inalterada. Mostraba una cultura bastante amplia.
El examen físico: hombre pequeño, mal nutrido, de musculatura muy débil, de piel pálida y rostro
amarillento. De cabello escaso, cráneo bastante pequeño y puntiagudo, casi sin región occipital.
Rostro con pliegues, aspecto de amargado, orbitas estrechas, nariz carnuda y aguileña. Labios
apretados y boca ancha. Risa estereotipada. Los órganos internos normales. Reflejos patelares
exaltados, a veces clonus. El resto del examen neurológico era normal.
El peritaje de H daba el diagnostico de “paranoia”. En cuanto a la cuestión de su peligro para la
comunidad no podía excluirse esa posibilidad de conducta violenta, y debido a que el caso K no
se podía tomar en serio esta amenaza, había solo probabilidad en grado mínimo de que se
efectuara la amenaza, debido a su naturaleza más bien débil que enérgica. Pero era necesario
una observación más prolongada de su conducta.
K fue enviado algunos días al presidio. Luego al sanatorio provincial. Allí escribió una larga
autobiografía, donde le reza al buen Dios por una pronta liberación.
En la prisión, hospital y asilo, permanecía tranquilo, consiente, y nunca contradecía. Tranquilo y
orientado sobre todo. Jamás se creía enfermo y sentía como doloroso el modo como era tratado y
reprimía su estado de excitación interna, bastante notorio. En el desarrollo de su enfermedad se
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5
conducía de manera ejemplar, no trataba de imponerse y contaba con agrado cosas sobre su
reloj artístico si se le preguntaba por éste. Aceptaba de manera agradecida las cosas q le
ofrecían. Se ocupaba tamb de la reparación de relojes. Su estado de ánimo era muy preocupado.
Algunas veces se quejó de ataques nocturnos como de angustia.
Al ser dado de alta en 1896, aseveraba nuevamente su normalidad mental. Pero en este mundo
no habría ya para él justicia. Sabía que si volvía a decir alguna palabra seria encerrado de nuevo
en la casa de los locos, porq tendría cien vigilantes.
Se mantuvo como relojero de la aldea de su provincia natal. Se alimentó a sí mismo y a su flia.
Sus ideas delirantes no las olvidó jamás.
En 1898 se quejaba el concejal de q K perjudicaba notoriamente el prestigio del burgomaestre en
toda la vecindad, ya q aseguraba que éste se interponía siempre en su camino cdo trataba de
fabricar su reloj; además había dispuesto su internación en la casa de locos en las segunda
oportunidad. En 1899, K, es nombrado repetidamente en los diarios debido a su habilidad artística
por su reloj astronómico que estaba listo y despertaba admiración.
Ese año K hizo una petición a la autoridad local para la revisión de las actas. Había terminado el
reloj y quería venderlo, había hecho negociaciones al respecto pero siempre, poco antes de q
llegara a un acuerdo, el asunto se había anulado de manera para él inexplicable. Lo aducía a su
declaración de loco. La autoridad local le explicó q no se había llevado a cabo ninguna
declaración de locura y que tampoco podía ser esto un problema para la evaluación de su reloj
artístico. Se declaraba la autoridad muy dispuesta para ayudarle en el empleo comercial del reloj.
En 1902 el burgomaestre dio cuenta de que K iba bastante bien, pero que en cualquier
oportunidad se irritaba y, además, tenía las mismas ideas fijas.
CASO 2
Max Mohr, nacido en 1860, católico, profesor. Sin tara hereditaria, siempre sano, se desconocen
datos de su niñez. 1881 y 1884 aprobó exámenes para el profesorado sin mayores alteraciones.
En 1884, el director daba cuenta de que evitaba su trato, solo le saludaba de manera poco
adecuada y se relacionaba con un hombre que él conocía como un enemigo declarado del
profesor jefe, dejándose envalentonar por éste. M era trabajador, pero la relación con él era
insoportable. Hacía un acompaña denigratoria.
Hay que destacar esto común en los sig. puntos:
1) Ambos, en su fase preclínica, no llaman especialmente la atención, sensibles,
fácilmente excitables.
2) En la edad media de la vida (43, 54) y dentro de un lapso de tiempo relativamente
corto no claramente delimitable, aparece en ellos una formación delirante
sistemática (celotipia, con ideas de persecución, consecutivas a ella)
3) Esta formación delirante se acompaña de múltiples síntomas: tranquilidad, delirio de
observación, errores mnésicos, síntomas somáticos con interpretaciones.
4) Ambos dan cuenta, de manera muy plástica, de envenenamiento y los estados de
terror que le siguen; K más tarde, Mohr, al poco tiempo. No hubo puntos de apoyo
para afirmar la presencia de alucinaciones
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6
5) No se encuentra una causa desencadenante externa, para toda la sintomatología
6) En el resto del curso vital de los pacientes no hubo nuevos puntos de apoyo para
otras formaciones delirantes, las antiguas ideas delirantes se sostuvieron
indefinidamente, no se las olvidó, se reconsideró su contenido como el destino
esencial de la propia vida y se agregaron las posteriores actuaciones en forma
consecuente. En ninguno de los dos casos se intentó simulación.
7) La personalidad quedo invariada. Se llevó a cabo una alteración delirante que en
cierto modo era captable desde un cierto momento.
8) Las dos personalidades presentaban un complejo sintomático comparable al del
hipomaniaco: autoafirmación constante jamás denegada, fácil excitabilidad,
tendencia a la cólera o al optimismo o a ocasionales contradicciones. Placer en la
actividad.
Existen casos a los que se ajusta la definición de Kraepelin del concepto de paranoia
“como el desarrollo lento de un sistema delirante permanente con completa
conservación de la lucidez y ordenación del pensamiento”.
Comparémosla con el delirio de los querellantes: la esencia de esta paranoia reside en
el progreso de las estructuras delirantes. El querellante no estará jamás satisfecho; allí
donde fracase, le ayudaran de inmediato nuevas ideas delirantes, que serán tan firmes
en incorregibles como las antiguas, y a su vez punto de partida para ulteriores
desarrollos.
Las ideas delirantes se han estructurado en corto tiempo. Después de que han sido
agotadas las posibilidades judiciales, los pacientes se dan por satisfechos, aunque
interiormente indignados y sin poder olvidar la injusticia sufrida.
Tienen en común con los querellantes la cohesión interna de la formación delirante, la
lógica comprensible y el “método”. Las ideas delirantes siempre caen dentro de una
conexión lógica. Tanto en los querellantes como en nuestros paranoicos, el lego se
inclina a tomar todo como cierto y a rechazar la posibilidad de una enfermedad mental.
Para la psicopatología explicativa, las unidades deberían ser consideradas como
“elementos”.
En las enfermedades mentales parece que los elementos comprensibles suelen estar
limitados, a favor de las correlaciones psíquicas incomprensibles que deben aun
objetivarse.
Las conexiones psíquicas objetivadas de la vida normal suelen experimentar en las
enfermedades mentales una profunda transformación.
Encontramos una amplia conexión racional: la estructura celotípica delirante, con todas
las consecuencias que de ella se originaban. Esta conexión racional se extendió a
través de todas sus vidas a partir de un determinado momento cronológico.
Apareciendo como algo nuevo. Las ideas expresadas posteriormente por los enfermos
son todas comprensibles racionalmente, a partir de un solo origen; ej: aseveración del
perjuicio, etc. tenemos un nuevo surgimiento de complicados falsos recuerdos que
están señalando una posible transformación más permanente. Pero tamb el evidente
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7
sostenimiento del delirio a pesar de las demostraciones en contra y la conducta
consecuente mantenida, parecen indicar una transformación permanente, en
contraposición con el psicópata desarrollado en el sentido paranoideo que desarrolla de
manera comprensible conformaciones delirantes ante un suceso externo que no las
corrige y las olvida.
Podemos hablar de un “proceso circunscripto”, una repetición de tales procesos
conduce a un cambio de la personalidad, seguibles en todas peculiaridades de la
conducta. Encontramos en síntomas una indicación de que el delirio es la característica
más notoria, y a la larga, la única del proceso.
CASOS POCO TIPICOS:
Clara Fischer, nacida en 1851, esposa de director de banco, primer ingreso en 1897.
Padre filólogo de lenguas clásicas. Se separó en su segundo matrimonio. Tuvo delirio
celotípico y culpó a su mujer de infidelidad. La pericia constató la inocencia de su mujer.
Hacia rayas de tiza en el piso y en los puntos de entrecruzamiento debían estar las
patas de las sillas.
Se hizo enterrar envuelto en su abrigo de pieles.
La paciente fue una niña de dotación media., con instrucción corriente. A los 16 años se
dedicó al teatro. Vivió años en Ámsterdam. Fotos de esa época caracterizadas por
posturas y miradas muy especiales. A los 26 se casó. 3 hijos de 15, 13 y 9 años. Sin
abortos. Nacimientos y partos sin perturbaciones que llamaran la atención. Algo
excéntrica, súbita y ligera en juicios. No soporta la contradicción. Como dueña de casa
siempre en su sitio. Concepción de la vida bastante curiosa, hacia que nunca pudiera
entenderse por un tiempo muy largo con los demás, convencidas siempre de la
infabilidad de sus ideas y nunca cedía. Cuidaba a los niños con esmero, llevando su
propio sistema del que no se podía desviar. Desde el comienzo de su matrimonio
celosa. Había empeorado desde hacía un año y medio; según otros desde hace 5.
Sufría de tumor en los huesos de la cadera que desplazo a la vagina, por lo que el
marido evitaba el coito. Por eso lloraba con frecuencia y lo recriminaba. Ahora en
climaterio.
La celotipia llevó a la formación de ideas delirantes. Echaba en cara al marido q éste
tenía relaciones con todas las mujeres q le era posible, el conyugue era siempre
seducido. Ve como la mirada de la muchacha se entrecruza con la del marido, etc. si él
la contradecía, le exigía q le debía suministrar la demostración de q no era infiel. Era
envidiosa con las mujeres jóvenes, se quejaba de ponerse vieja y fea: lo único q
esperaba su marido era su muerte.
Iba a la policía para poner bajo control a algunas jóvenes, encargaba al médico de la
flia q examinara al marido y averiguara con quien tenía relaciones. Debido a
numerosos escándalos públicos, de los que surgieron dificultades judiciales, la posición
de su marido se vio de tal manera en peligro que hubo de realizarse un internamiento
preliminar en la clínica psiquiátrica. Durante el viaje su celotipia encontró un nuevo
punto de apoyo: bajo allí junto a ellos una dama; afirmo que esto era muy singular, que
K. Jaspers escritos patologicos 9
8
ya había subido al tren junto a ellos y seguro su marido le había hecho venir. A la clínica
se la llevó bajo el simulacro de un examen médico de rutina; cdo supo que debía
quedarse allí, estaba muy excitada. Quería primero poner en orden todos los asuntos
domésticos, debía volver a arreglar sus ropas y mudas necesarias. Al hacérsele
prometer que volvería voluntariamente se le dio el alta momentánea; volvió a
presentarse puntualmente. Se mostraba orientada, muy ordenada y consiente. Estado
de ánimo muy alegre y extraordinariamente conversadora. Notoria excitación, se
mostraba en su constante intranquilidad, su mímica vivaz y en sus brillantes ojos.
Llamaba la atención cierta debilidad en el juicio y euforia. Se desentendía de hablar de
sus ideas celotipicas, las disimuló constantemente. Debido al tumor de cadera se la
envió a la clínica de mujeres. Empezó a sospechar de las enfermeras: se arreglaban en
exceso cdo llegaba su marido escribió dos cartas.
La trasladan a otra clínica donde está orientada y el ánimo es variable. A veces solía
ser muy locuaz, viva, de estado de ánimo alegre, autoafirmativa. En otros periodos
lloraba y se quejaba de tener q vivir separada de su flia. Sufría por su internación.
Molestó por su inclinación a la murmuración y la intriga. Les daba cartas a los enfermos
para q se las cuidasen. Con los médicos siempre amistosa y aduladora. Cada persona
era justamente su salvador. Su presión por liberarse se tornó cada mes más intensa.
Hizo intentos de fuga. Se la dejó volver momentáneamente a su casa. Durante la
estadía en la clínica jamás corrigió sus ideas delirantes, tampoco dio señales de
conciencia de su enfermedad. Era inocente. De todo trataba de disculparse. Durante los
diálogos con el Dr. Se pierde en innumerables detalles, sin perder, el punto de partida.
Volvía a hablar de su discreción y q no había contado a nadie sus disputas conyugales.
Su lectura preferida era una novela folletinesca q había traído consigo a la clínica.
Después le hecho la culpa de todo al médico, q había corrompido al marido.
Podemos comparar los dos casos en sus características ppales. Lo común en ellos es:
1) Desarrollo paulatino, a partir de características e impulsos permanentes de la
personalidad.
2) Irrupción de graves estructuras delirantes se conecta de formas comprensibles y
repetidas a nuevas motivaciones: relaciones sexuales constantemente renovadas,
florecimiento del climaterio en especial la imposibilidad se coito debido al tumor de
cadera. En ambos casos se intentó ocasionalmente una completa simulación.
3) En contraposición a los dos primeros casos, faltan ahora los comienzos de ideas
persecutorias, estados de angustia, intranquilidad y excitación. Faltan tamb intentos de
envenenamiento y plásticos relatos de acontecimientos aparentemente vivenciados.
4) No se encuentra un lapso de tiempo delimitado en el cual aparezca la estr delirante en
sí, en compañía de los otros síntomas y que luego se haga constante. En cambio, las
estr delirantes se adosan a los sucesivos acontecimientos y no son sostenidas con
tanta seguridad. Se encontraran siempre nuevos puntos de apoyo para las mismas.
Es fácil hacer una comparación de ntros casos de celotipia con el único grupo mórbido
caracterizado por su “contenido”: el delirio querellante. Si expusiéramos los distintos tipos
de querellantes tendríamos:
K. Jaspers escritos patologicos 9
9
1) Personas querellantes a partir de disposición autoafirmativa, gentes activas,
estimulantes, excitables: pseudoquerellantes de Kraepelin.
a) Pendencieros o camorristas
b) Querellantes, debido a sus supuesta o a una real injusticia
En ambas los errores surgen a partir de los afectos y deseos. Pueden, con el
incremento de la incorregibilidad, pasar a ideas delirantes. Con ello tendríamos entonces:
2) Intensificación de estos fenómenos hasta llegar a estr delirantes que se
constituyen ahora en causa originaria de actuaciones posteriores: “desarrollo de
una personalidad”. Existe una conexión psicológica con la vida anterior. Toda
idea aislada es comprensible a partir de deseos, solicitación de sus derechos,
autoafirmación y rabia comprensible y estr con dicho objeto. Una subforma seria
cdo una fase vital, por ej, la edad, con sus transformaciones, crea la base sobre
la cual la predisposición querellante llega a desarrollarse.
3) Con un desarrollo inicial, igual a 2) se pierden las conexiones comprensibles. Se
desarrolla ideas delirantes inconexas o acaso deterioro mental
4) En una determinada época de la vida surge un proceso estructurador de delirio,
cuyo casual contenido constituye una intensa ventaja para el delirio mismo. No
es posible en este caso una explicación a partir de la predisposición
caracterológica.

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  • 1. K. Jaspers escritos patologicos 9 1 DELIRIO CELOTIPICO, contribución al problema: ¿”Desarrollo de una personalidad” o “proceso”? Introducción. Encontramos res tipos de problemas entrelazados: 1. Serie de historias clínicas de “celosos” que no son alcohólicos ni adscriptos a la DP o a las psicosis maniaco depresiva. 2. Un panorama sintomatológico sobre las estructuras del delirio celotípico. 3. Consideraciones nosológicas. Panorama sobre la actual teoría del delirio celotípico: a) Diferenciaciones sintomatológicas b) Relaciones directas o indirectas con condiciones somáticas c) Presencia dentro de determinadas formas en el sistema de las psicosis. 1. Sintomatológicamente encontramos, por un lado, ideas de celos cambiantes q se incrementan por doquier, se olvidan y vuelven nuevamente a estructurarse (CELOTIPIA PSICOLOGICA). Por otro lado, un sistema celotípico con ideas de desarrollo lento o rápido, pero estable, con demostraciones que se mantienen durante años, q apenas si suelen olvidarse, q tienden a aumentarse, Celotipia morbosa, no sistematizada, con o sin base, pero con una autocritica más o menos amplia; ambas deben diferenciarse de la celotipia delirante, en la cual surgen ideas y observaciones correspondientes, q aparecen por doquier y se olvidan; y el delirio celotípico ppiamente tal, o delirio sistemático (no está siempre presente el estado afectivo permanente de la celotipia) En lo q se refiere a la génesis del delirio celotípico, tiene conexiones con todos los síntomas psicóticos posibles, según el cuadro morboso en el cual se presente. Se destaca algo importantes la génesis combinada, la confluencia de equivocaciones sensoriales y falsos recuerdos. Los hechos más inocentes, alteraciones en la conducta, encuentros casuales en la calle, el entrecruzarse de las miradas en el aire, ruidos sospechosos, desorden en la habitación, enrojecimiento o inseguridad de la mujer, visitas, etc., sirven de demostración suficiente para las más amplias conclusiones. Estos hechos no fueron el motivo predisponente de la celotipia, sino q la presencia previa de ésta buscó sus motivaciones y las encontró. La celotipia pudo ser nuevamente incrementada mediante tales casuales observaciones. Con frecuencia las ideas celotípicas se combinan en su origen con falseamientos ilusorios de la percepción. Se ve y se oye más que el casual crujir de la madera, anchas indiferentes, sombras siempre presentes y cosas análogas. Se reinterpreta y adornan hechos indiferentes del pasado, surgen además recuerdos que se agregan a vivencias que en general n han sido reales ni siquiera en uno solo de sus rasgos. Se les descorre “como un velo frente a su vista”. Ellos afirman haber visto cómo su mujer se entrega a innumerables hombres, etc. en cambio, los celosos, que siempre encuentran nuevas interpretaciones que con el aderezamiento de escenas reales en nuevos relatos se alteran, renovadamente y crean su fundamento, no necesitan presentar alucinaciones mnesicas.
  • 2. K. Jaspers escritos patologicos 9 2 Deben diferenciarse de ellas las peculiares vivencias q presentan los celotípicos durante y después del sueño. Al despertar tienen un presentimiento, como si de noche hubiese estado allí, fueron narcotizados de noche, aseguran haber sentido que alguien yacía a su lado. Aquí comienza la confusión con alucinaciones mnesicas reales. El verdadero origen del delirio celotípico es un total enigma, lo loco lo constituye el hecho de q surja de manera para nosotros incomprensible. La conducta del celotípico es muy variada. Algunos viven casi convencidos de la verdad de su delirio, tratan de que se les haga justicia. Se colocan señales en las puertas, llegan inesperadamente a sus casa, etc. las mujeres persiguen por doquier a sus maridos. Pueden en su delirio llegar a hacerse violentos. Otros, en cambio, se entregan a su destino, se deprimen, o los celos se les presentan como una típica idea obsesiva. 2. El delirio celotípico tiene relación con ciertos fenómenos corporales, con el sistema psico- físico del aparato genital (según Krafft-Ebing el coito psíquica y físicamente insatisfactorio con una libido suficiente, podría ser una fuente poderosa para el delirio celotípico de los alcohólicos. Además hay con frecuencia impotencia, ya sea psicopática u orgánica) y con determinados ciclos vitales de la mujer. En la mujer se habla del delirio celotípico de la lactancia, de delirio celotípico menstrual, climatérico y senil. Krafft-Ebing describe cómo la ccia de q los atractivos van en declinación y la sensación de un afecto q tamb va disminuyendo por parte del hombre, son fuente poderosa de celos climatéricos. 3. El delirio celotípico y todos los síntomas aparecen en todos los tipos de psicosis y personalidades psicopáticas. El peculiar modo de su estructuración puede ser designado como característico. El delirio celotípico de los alcohólicos en un 30% de los bebedores que aun mantienen relaciones sexuales, en relación con las consecuencias corporales y metales del abuso de alcohol. Se origina así el delirio, la mayor de las veces de forma combinada. A veces adquiere formas cambiantes q carecen de sistematización. En las psicosis orgánicas, como en las parálisis generales y en la demencia senil, aparece esencialmente en los estadios iniciales y constituye un síntoma parcial del grupo de la DP, y en ésta solo puede tener la fundamentación alucinatorio-sexual, q se presenta en ella, y finalmente en las personalidades psicopáticas se presenta se la maneras más variadas: 1) En la relación con los síntomas histéricos, en los cuales la sospecha con fundamentación tan múltiple se reafirma mediante falsos recuerdos y fenómenos pseudológicos. 2) En los fenómenos obsesivos q momentáneamente adquieren un carácter delirante 3) En las distimias periódicas de los psicópatas, especialmente las menstruales 4) Como rasgo de carácter q con la edad adquiere la característica de un delirio celotípico. El delirio celotípico de las personalidades psicopáticas aparece alterado y ligado con otros síntomas. Se funda conscientemente en presunciones, frecuentemente es una manera sospechosa, se deja comprobar tamb de una manera ilusoria por percepciones falseadas o interpretaciones erradas, no se estructura en un delirio fundado sistemáticamente en determinados fenómenos o en un mantenido sistema. CASO 1
  • 3. K. Jaspers escritos patologicos 9 3 Relojero, católico, casado, nacido en 1836, enviado en 1895 a la clínica para ser sometido a peritaje, ya q su conducta (celos, múltiples ofensas, amenazas, quejas ante juzgados) despertó sospecha de una alteración mental. En 1892 presentó una querella contra su mujer al juzgado estatal y tamb a una serie de hombres por adulterio. Las exageraciones mostraron insostenible sus acusaciones, como tamb la presunción de alteración mental. K, a consecuencia de algunas amenazas, se había hecho peligroso para la comunidad. El peritaje de K afirmaba q estaba mentalmente alterado, no parecía q necesitaba hospitalización y recomendaba su supervigilancia por las autoridades locales. En simultaneo a la querella de K, presentó una demanda de divorcio, que su conciliación no tuvo éxito. Un informe de 1893 decía q K rumiaba excesivamente y parloteaba sobre su reloj astronómico, en el q trabajaba hacía 16 años, lo q afectaba mucho a sus nervios, q en este estado se había representado cosas q no sucedían. Llegó a sus manos un papel enviado a su mujer “estado mental de Julius Klug”. La coincidencia de la observación del juez, de la hecha por el médico local y hallazgo del papel hicieron despertar la convicción de que había sido declarado loco por iniciativa del juez por su mujer para debilitar su acusación por adulterio el paciente se dirigió a la autoridades, llegando hasta la más alta autoridad de la localidad, buscando la supresión de esta declaración de locura. En 1895 llegó una denuncia del concejal L, donde vivía K, por amenazas de tipo homicida hacia él. K había llegado a su casa con un arma cargada, no podía excluirse la posibilidad de q hiciera efectiva su amenaza. No podía ejecutarse una detención por delirio y ordenó a la autoridad local nuevas medidas de seguridad. Poco después de esto, K dirigió un largo escrito pidiendo ayuda judicial y protección local: en contra de su mujer, por la declaración de locura, y en contra del juez, por calumnias, en contra del médico local, por su peritaje contario a la verdad. Amenazaba con llevar a la prensa social democrática todos los hechos explicados. Otro peritaje decía que K no podía ser declarado de primera intención enfermo metal. La totalidad de las personas interrogadas encontraron infundadas todas las inculpaciones de K. era imprescindible la observación de K en un hospital psiquiátrico. Para ello el ministerio presento un proceso de detención en contra de K por injurias al juez en relación con su profesión. Hacia 10 años que K se había ido a un lugar desconocido. Finalmente fue arrestado en Estrasburgo donde residía en la casa de un hijo, y llevado a la clínica. Anamnesis de la Sra. K: conocía a su marido desde la época del servicio militar. El siempre se excitaba fácilmente. “las cosas debían marchar siempre como él quería”. Ella siempre había cedido en todo. Desde hacía tres años “algo le había ocurrido”. Se puso celoso del relojero de la vecindad y no quería que ella llevara sus relojes como acostumbraba hacerlo. La llamaba a su taller para explicarle que había oído que él y el otro relojero tenían una mujer en común. Que ella también había intentado adulterio con otros hombres… Al comienzo consideraba a los dos hijos, hijos de puta, luego decía q no eran de él. Le pedía a ella que confiese. Con frecuencia le había pegado con un trozo de latón. Frecuentemente se despertaba gritando: ¿no oíste nada?, me parece q algo se movió. Trabajaba día y noche en sus trabajos habituales y en su reloj astronómico.
  • 4. K. Jaspers escritos patologicos 9 4 Los rumores acerca de la infidelidad los había oído por primera vez en la taberna en el año 1892. Interrogado si antes había sentido algo, relataba un número de sensaciones, solo q en esa época no las había interpretado adecuadamente. Jamás había dudado de su mujer hasta q en 1892 reconoció su error. Ya desde 1870 le había llamado la atención q diversos hombres frecuentaran su casa sin q él estuviera claro el objeto de las visitas. Entre L y F había siempre un murmurar y sonreírse. Antes había oído otros rumores pero sin preocuparse de ellos. Cuando se le hacía notar, basándose en sus antiguas aseveraciones, que él había estado presente cdo su mujer realizaba la cohabitación con otros, se quedaba bastante rato sin poder hablar, pero finalmente se lograba que describiera los sucesos. Cdo estas historias se prolongaron, se dio cuenta de lo que significaban. Le había pedido que confesar y él le perdonaría todo. El negaba por completo haber tratado injustamente a su mujer. En octubre de 1892, totalmente decepcionado, y dudoso de sus aseveraciones, viajó a Suiza, donde estaba su hijo mayor. Allí elevó quejas al fiscal. Decidió poner a prueba a su mujer. Llegó de noche a su casa y golpeo en la ventana con una moneda. Al minuto le abrió su mujer exclamando: ¡quien anda ahí!. Impostando su voz contestó: un buen amigo; abra rápido que yo pago bien. Ella preguntó su nombre y no lo dijo. Finalmente abrió la puerta y apareció en camisa de noche. No quiso aceptar q su mujer podría haberlo reconocido a pesar de que impostó su voz. Para él no cabía ninguna duda, presentó la demanda de divorcio. El juez aconsejó a su mujer declararlo loco. Echo la culpa de la ruina fliar hasta entonces feliz. Se dirigió a las autoridades para solicitar protección legal. # Todas las declaraciones las hacia K de manera calmada y ordenada. Su manera de hablar era bastante adecuada. Tenía una cierta inclinación a las palabras rebuscadas altisonantes. Su conducta en la clínica era totalmente correcta. No trataba de destacarse demasiado, ni se ocultaba en exceso. Su estado de ánimo era estable, libre de afectos depresivos o expansivos. Su inteligencia permanecía inalterada. Mostraba una cultura bastante amplia. El examen físico: hombre pequeño, mal nutrido, de musculatura muy débil, de piel pálida y rostro amarillento. De cabello escaso, cráneo bastante pequeño y puntiagudo, casi sin región occipital. Rostro con pliegues, aspecto de amargado, orbitas estrechas, nariz carnuda y aguileña. Labios apretados y boca ancha. Risa estereotipada. Los órganos internos normales. Reflejos patelares exaltados, a veces clonus. El resto del examen neurológico era normal. El peritaje de H daba el diagnostico de “paranoia”. En cuanto a la cuestión de su peligro para la comunidad no podía excluirse esa posibilidad de conducta violenta, y debido a que el caso K no se podía tomar en serio esta amenaza, había solo probabilidad en grado mínimo de que se efectuara la amenaza, debido a su naturaleza más bien débil que enérgica. Pero era necesario una observación más prolongada de su conducta. K fue enviado algunos días al presidio. Luego al sanatorio provincial. Allí escribió una larga autobiografía, donde le reza al buen Dios por una pronta liberación. En la prisión, hospital y asilo, permanecía tranquilo, consiente, y nunca contradecía. Tranquilo y orientado sobre todo. Jamás se creía enfermo y sentía como doloroso el modo como era tratado y reprimía su estado de excitación interna, bastante notorio. En el desarrollo de su enfermedad se
  • 5. K. Jaspers escritos patologicos 9 5 conducía de manera ejemplar, no trataba de imponerse y contaba con agrado cosas sobre su reloj artístico si se le preguntaba por éste. Aceptaba de manera agradecida las cosas q le ofrecían. Se ocupaba tamb de la reparación de relojes. Su estado de ánimo era muy preocupado. Algunas veces se quejó de ataques nocturnos como de angustia. Al ser dado de alta en 1896, aseveraba nuevamente su normalidad mental. Pero en este mundo no habría ya para él justicia. Sabía que si volvía a decir alguna palabra seria encerrado de nuevo en la casa de los locos, porq tendría cien vigilantes. Se mantuvo como relojero de la aldea de su provincia natal. Se alimentó a sí mismo y a su flia. Sus ideas delirantes no las olvidó jamás. En 1898 se quejaba el concejal de q K perjudicaba notoriamente el prestigio del burgomaestre en toda la vecindad, ya q aseguraba que éste se interponía siempre en su camino cdo trataba de fabricar su reloj; además había dispuesto su internación en la casa de locos en las segunda oportunidad. En 1899, K, es nombrado repetidamente en los diarios debido a su habilidad artística por su reloj astronómico que estaba listo y despertaba admiración. Ese año K hizo una petición a la autoridad local para la revisión de las actas. Había terminado el reloj y quería venderlo, había hecho negociaciones al respecto pero siempre, poco antes de q llegara a un acuerdo, el asunto se había anulado de manera para él inexplicable. Lo aducía a su declaración de loco. La autoridad local le explicó q no se había llevado a cabo ninguna declaración de locura y que tampoco podía ser esto un problema para la evaluación de su reloj artístico. Se declaraba la autoridad muy dispuesta para ayudarle en el empleo comercial del reloj. En 1902 el burgomaestre dio cuenta de que K iba bastante bien, pero que en cualquier oportunidad se irritaba y, además, tenía las mismas ideas fijas. CASO 2 Max Mohr, nacido en 1860, católico, profesor. Sin tara hereditaria, siempre sano, se desconocen datos de su niñez. 1881 y 1884 aprobó exámenes para el profesorado sin mayores alteraciones. En 1884, el director daba cuenta de que evitaba su trato, solo le saludaba de manera poco adecuada y se relacionaba con un hombre que él conocía como un enemigo declarado del profesor jefe, dejándose envalentonar por éste. M era trabajador, pero la relación con él era insoportable. Hacía un acompaña denigratoria. Hay que destacar esto común en los sig. puntos: 1) Ambos, en su fase preclínica, no llaman especialmente la atención, sensibles, fácilmente excitables. 2) En la edad media de la vida (43, 54) y dentro de un lapso de tiempo relativamente corto no claramente delimitable, aparece en ellos una formación delirante sistemática (celotipia, con ideas de persecución, consecutivas a ella) 3) Esta formación delirante se acompaña de múltiples síntomas: tranquilidad, delirio de observación, errores mnésicos, síntomas somáticos con interpretaciones. 4) Ambos dan cuenta, de manera muy plástica, de envenenamiento y los estados de terror que le siguen; K más tarde, Mohr, al poco tiempo. No hubo puntos de apoyo para afirmar la presencia de alucinaciones
  • 6. K. Jaspers escritos patologicos 9 6 5) No se encuentra una causa desencadenante externa, para toda la sintomatología 6) En el resto del curso vital de los pacientes no hubo nuevos puntos de apoyo para otras formaciones delirantes, las antiguas ideas delirantes se sostuvieron indefinidamente, no se las olvidó, se reconsideró su contenido como el destino esencial de la propia vida y se agregaron las posteriores actuaciones en forma consecuente. En ninguno de los dos casos se intentó simulación. 7) La personalidad quedo invariada. Se llevó a cabo una alteración delirante que en cierto modo era captable desde un cierto momento. 8) Las dos personalidades presentaban un complejo sintomático comparable al del hipomaniaco: autoafirmación constante jamás denegada, fácil excitabilidad, tendencia a la cólera o al optimismo o a ocasionales contradicciones. Placer en la actividad. Existen casos a los que se ajusta la definición de Kraepelin del concepto de paranoia “como el desarrollo lento de un sistema delirante permanente con completa conservación de la lucidez y ordenación del pensamiento”. Comparémosla con el delirio de los querellantes: la esencia de esta paranoia reside en el progreso de las estructuras delirantes. El querellante no estará jamás satisfecho; allí donde fracase, le ayudaran de inmediato nuevas ideas delirantes, que serán tan firmes en incorregibles como las antiguas, y a su vez punto de partida para ulteriores desarrollos. Las ideas delirantes se han estructurado en corto tiempo. Después de que han sido agotadas las posibilidades judiciales, los pacientes se dan por satisfechos, aunque interiormente indignados y sin poder olvidar la injusticia sufrida. Tienen en común con los querellantes la cohesión interna de la formación delirante, la lógica comprensible y el “método”. Las ideas delirantes siempre caen dentro de una conexión lógica. Tanto en los querellantes como en nuestros paranoicos, el lego se inclina a tomar todo como cierto y a rechazar la posibilidad de una enfermedad mental. Para la psicopatología explicativa, las unidades deberían ser consideradas como “elementos”. En las enfermedades mentales parece que los elementos comprensibles suelen estar limitados, a favor de las correlaciones psíquicas incomprensibles que deben aun objetivarse. Las conexiones psíquicas objetivadas de la vida normal suelen experimentar en las enfermedades mentales una profunda transformación. Encontramos una amplia conexión racional: la estructura celotípica delirante, con todas las consecuencias que de ella se originaban. Esta conexión racional se extendió a través de todas sus vidas a partir de un determinado momento cronológico. Apareciendo como algo nuevo. Las ideas expresadas posteriormente por los enfermos son todas comprensibles racionalmente, a partir de un solo origen; ej: aseveración del perjuicio, etc. tenemos un nuevo surgimiento de complicados falsos recuerdos que están señalando una posible transformación más permanente. Pero tamb el evidente
  • 7. K. Jaspers escritos patologicos 9 7 sostenimiento del delirio a pesar de las demostraciones en contra y la conducta consecuente mantenida, parecen indicar una transformación permanente, en contraposición con el psicópata desarrollado en el sentido paranoideo que desarrolla de manera comprensible conformaciones delirantes ante un suceso externo que no las corrige y las olvida. Podemos hablar de un “proceso circunscripto”, una repetición de tales procesos conduce a un cambio de la personalidad, seguibles en todas peculiaridades de la conducta. Encontramos en síntomas una indicación de que el delirio es la característica más notoria, y a la larga, la única del proceso. CASOS POCO TIPICOS: Clara Fischer, nacida en 1851, esposa de director de banco, primer ingreso en 1897. Padre filólogo de lenguas clásicas. Se separó en su segundo matrimonio. Tuvo delirio celotípico y culpó a su mujer de infidelidad. La pericia constató la inocencia de su mujer. Hacia rayas de tiza en el piso y en los puntos de entrecruzamiento debían estar las patas de las sillas. Se hizo enterrar envuelto en su abrigo de pieles. La paciente fue una niña de dotación media., con instrucción corriente. A los 16 años se dedicó al teatro. Vivió años en Ámsterdam. Fotos de esa época caracterizadas por posturas y miradas muy especiales. A los 26 se casó. 3 hijos de 15, 13 y 9 años. Sin abortos. Nacimientos y partos sin perturbaciones que llamaran la atención. Algo excéntrica, súbita y ligera en juicios. No soporta la contradicción. Como dueña de casa siempre en su sitio. Concepción de la vida bastante curiosa, hacia que nunca pudiera entenderse por un tiempo muy largo con los demás, convencidas siempre de la infabilidad de sus ideas y nunca cedía. Cuidaba a los niños con esmero, llevando su propio sistema del que no se podía desviar. Desde el comienzo de su matrimonio celosa. Había empeorado desde hacía un año y medio; según otros desde hace 5. Sufría de tumor en los huesos de la cadera que desplazo a la vagina, por lo que el marido evitaba el coito. Por eso lloraba con frecuencia y lo recriminaba. Ahora en climaterio. La celotipia llevó a la formación de ideas delirantes. Echaba en cara al marido q éste tenía relaciones con todas las mujeres q le era posible, el conyugue era siempre seducido. Ve como la mirada de la muchacha se entrecruza con la del marido, etc. si él la contradecía, le exigía q le debía suministrar la demostración de q no era infiel. Era envidiosa con las mujeres jóvenes, se quejaba de ponerse vieja y fea: lo único q esperaba su marido era su muerte. Iba a la policía para poner bajo control a algunas jóvenes, encargaba al médico de la flia q examinara al marido y averiguara con quien tenía relaciones. Debido a numerosos escándalos públicos, de los que surgieron dificultades judiciales, la posición de su marido se vio de tal manera en peligro que hubo de realizarse un internamiento preliminar en la clínica psiquiátrica. Durante el viaje su celotipia encontró un nuevo punto de apoyo: bajo allí junto a ellos una dama; afirmo que esto era muy singular, que
  • 8. K. Jaspers escritos patologicos 9 8 ya había subido al tren junto a ellos y seguro su marido le había hecho venir. A la clínica se la llevó bajo el simulacro de un examen médico de rutina; cdo supo que debía quedarse allí, estaba muy excitada. Quería primero poner en orden todos los asuntos domésticos, debía volver a arreglar sus ropas y mudas necesarias. Al hacérsele prometer que volvería voluntariamente se le dio el alta momentánea; volvió a presentarse puntualmente. Se mostraba orientada, muy ordenada y consiente. Estado de ánimo muy alegre y extraordinariamente conversadora. Notoria excitación, se mostraba en su constante intranquilidad, su mímica vivaz y en sus brillantes ojos. Llamaba la atención cierta debilidad en el juicio y euforia. Se desentendía de hablar de sus ideas celotipicas, las disimuló constantemente. Debido al tumor de cadera se la envió a la clínica de mujeres. Empezó a sospechar de las enfermeras: se arreglaban en exceso cdo llegaba su marido escribió dos cartas. La trasladan a otra clínica donde está orientada y el ánimo es variable. A veces solía ser muy locuaz, viva, de estado de ánimo alegre, autoafirmativa. En otros periodos lloraba y se quejaba de tener q vivir separada de su flia. Sufría por su internación. Molestó por su inclinación a la murmuración y la intriga. Les daba cartas a los enfermos para q se las cuidasen. Con los médicos siempre amistosa y aduladora. Cada persona era justamente su salvador. Su presión por liberarse se tornó cada mes más intensa. Hizo intentos de fuga. Se la dejó volver momentáneamente a su casa. Durante la estadía en la clínica jamás corrigió sus ideas delirantes, tampoco dio señales de conciencia de su enfermedad. Era inocente. De todo trataba de disculparse. Durante los diálogos con el Dr. Se pierde en innumerables detalles, sin perder, el punto de partida. Volvía a hablar de su discreción y q no había contado a nadie sus disputas conyugales. Su lectura preferida era una novela folletinesca q había traído consigo a la clínica. Después le hecho la culpa de todo al médico, q había corrompido al marido. Podemos comparar los dos casos en sus características ppales. Lo común en ellos es: 1) Desarrollo paulatino, a partir de características e impulsos permanentes de la personalidad. 2) Irrupción de graves estructuras delirantes se conecta de formas comprensibles y repetidas a nuevas motivaciones: relaciones sexuales constantemente renovadas, florecimiento del climaterio en especial la imposibilidad se coito debido al tumor de cadera. En ambos casos se intentó ocasionalmente una completa simulación. 3) En contraposición a los dos primeros casos, faltan ahora los comienzos de ideas persecutorias, estados de angustia, intranquilidad y excitación. Faltan tamb intentos de envenenamiento y plásticos relatos de acontecimientos aparentemente vivenciados. 4) No se encuentra un lapso de tiempo delimitado en el cual aparezca la estr delirante en sí, en compañía de los otros síntomas y que luego se haga constante. En cambio, las estr delirantes se adosan a los sucesivos acontecimientos y no son sostenidas con tanta seguridad. Se encontraran siempre nuevos puntos de apoyo para las mismas. Es fácil hacer una comparación de ntros casos de celotipia con el único grupo mórbido caracterizado por su “contenido”: el delirio querellante. Si expusiéramos los distintos tipos de querellantes tendríamos:
  • 9. K. Jaspers escritos patologicos 9 9 1) Personas querellantes a partir de disposición autoafirmativa, gentes activas, estimulantes, excitables: pseudoquerellantes de Kraepelin. a) Pendencieros o camorristas b) Querellantes, debido a sus supuesta o a una real injusticia En ambas los errores surgen a partir de los afectos y deseos. Pueden, con el incremento de la incorregibilidad, pasar a ideas delirantes. Con ello tendríamos entonces: 2) Intensificación de estos fenómenos hasta llegar a estr delirantes que se constituyen ahora en causa originaria de actuaciones posteriores: “desarrollo de una personalidad”. Existe una conexión psicológica con la vida anterior. Toda idea aislada es comprensible a partir de deseos, solicitación de sus derechos, autoafirmación y rabia comprensible y estr con dicho objeto. Una subforma seria cdo una fase vital, por ej, la edad, con sus transformaciones, crea la base sobre la cual la predisposición querellante llega a desarrollarse. 3) Con un desarrollo inicial, igual a 2) se pierden las conexiones comprensibles. Se desarrolla ideas delirantes inconexas o acaso deterioro mental 4) En una determinada época de la vida surge un proceso estructurador de delirio, cuyo casual contenido constituye una intensa ventaja para el delirio mismo. No es posible en este caso una explicación a partir de la predisposición caracterológica.