El documento resume el teatro medieval castellano, incluyendo sus orígenes en piezas religiosas representadas en iglesias y plazas públicas, el desarrollo del teatro profano a cargo de juglares, y la obra maestra La Celestina de Fernando de Rojas. Describe a La Celestina como una tragicomedia en prosa dividida en actos que trata el tema del amor a través de la historia de Calisto y Melibea. Explica que aunque escrita en forma teatral, era difícil de representar y más bien pensada para ser leída.
9. E l silencio escuda y suele encubrir L as faltas de ingenio e las torpes lenguas; B lasón que es contrario publica sus menguas A l que mucho habla sin mucho sentir. C omo la hormiga que deja de ir H olgando por tierra con la provisión, I actóse con alas de su perdición: LL eváronla en alto, no sabe dónde ir. E l aire gozando, ajeno y extraño, R apiña es ya hecha de aves que vuelan; F uertes más que ella por cebo la llevan: E n las nuevas alas estaba su daño. R azón es que aplique a mi pluma este engaño, N o disimulando con los que arguyen; A sí que a mí mismo mis alas destruyen, N ublosas e flacas, nacidas de hogaño. D onde ésta gozar pensaba volando, O yo aquí escribiendo cobrar más honor, D e lo uno y lo otro nació disfavor: E lla es comida y a mí están cortando R eproches, revistas e tachas. Callando O bstara los daños de envidia e murmuros; Y así navegando, los puertos seguros A trás quedan todos ya, cuanto más ando. S i bien discernís mi limpio motivo, A cuál se endereza de aquestos extremos, C on cuál participa, quién rige sus remos: A mor apacible o desamor esquivo, B uscad bien el fin de aquesto que escribo, O del principio leed su argumento. L eedlo y veréis que, aunque dulce cuento, A mantes, que os muestra salir de cautivo. C omo el doliente que píldora amarga O huye o recela o no puede tragar, M étenla dentro de dulce manjar: E ngáñase el gusto, la salud se alarga. D esta manera mi pluma se embarga I mponiendo dichos lascivos, rientes, A trae los oídos de penadas gentes: D e grado escarmientan y arrojan su carga. E ste mi deseo cargado de antojos C ompuso tal fin que el principio desata; A cordó de dorar con oro de lata L o más fino oro que vio con sus ojos Y encima de rosas sembrar mil abrojos. S uplico pues suplan, discretos, mi falta; T eman groseros y en obra tan alta O vean y callen, o no den enojos.
10. Y o vi en Salamanca la obra presente. M ovíme acabarla por estas razones: E s la primera que estó en vacaciones; L a otra que oí su inventor ser sciente; Y es la final, ver ya la más gente V uelta e mezclada en vicios de amor. E stos amantes les pondrán temor A fiar de alcahueta, ni de mal sirviente. Y así que esta obra, a mi flaco entender, F ue tanto breve cuanto muy sutil, V i que portaba sentencias dos mil: E n forro de gracias, labor de placer. N o hizo Dédalo en su oficio e saber A lguna más prima entretalladura, S i fin diera en esta su propia escritura, C orta, un gran hombre y de mucho valer. J amás no vi sino en terenciana, D espués que me acuerdo, ni nadie la vido, O bra de estilo tan alto y subido E n lengua común vulgar castellana. N o tiene sentencia de donde no mana L oable a su autor y eterna memoria, A l cual Jesucristo reciba en su gloria P or su pasión santa, que a todos nos sana. V osotros que amáis, tomad este ejemplo, E ste fino arnés con que os defendáis; V olved ya las riendas, porque no os perdáis; L oad siempre a Dios visitando su templo; A ndad sobre aviso, no seáis de ejemplo D e muertos y vivos y propios culpados. E stando en el mundo yacéis sepultados; M uy gran dolor siento cuando esto contemplo. O lvidemos los vicios que así nos prendieron, N o confiemos en vana esperanza; T emamos Aquel que espinas y lanza, A zotes y clavos su sangre vertieron; L a su santa faz herida escupieron, V inagre con hiel fue su potación, A cada santo lado consintió un ladrón. N os lleve, le ruego, con los que creyeron. La Celestina, (Prólogo) El bachiller Fernando de Royas acabó la comedia de Calisto y Melibea y fue nascido en la Puebla de Montalván.