3. INTRODUCCIÓN
• El virus toma su nombre de la ciudad alemana de Marburgo, donde fue aislado en 1967 tras una
epidemia de fiebre hemorrágica que cundió en el personal de laboratorio encargado de cultivos
celulares que había trabajado con riñones de simios verdes ugandeses (Cercopithecus aethiops)
importados hacía poco, que luego resultaron estar infectados. En total enfermaron 37 personas.
25 casos ocurrieron entre el personal del laboratorio, por contacto directo con los monos. Siete
de estos murieron. Los otros casos comprendieron dos médicos (infectados al pincharse
accidentalmente con las jeringuillas que utilizaron para extraer sangre a miembros enfermos del
personal del laboratorio), una enfermera, un ayudante de autopsias y la esposa de un médico
veterinario. En todos estos casos el contagio se produjo por contacto directo con una persona
infectada.
– Se cree que la fiebre de Marburgo puede ser una zoonosis, pero por el momento todavía no ha sido
identificado el depósito del virus, a pesar de que se han tomado en consideración muchas especies
animales. Se cree que el virus de Marburgo puede ser endémico en muchas áreas del África Central.
Se discute todavía la cuestión de si los filovirus pueden ser responsables de infecciones subclínicas.
4. DIAGNÓSTICO
• El diagnóstico se basa esencialmente en el decurso clínico y en los datos epidemiológicos. Un
diagnóstico específico se basa en el aislamiento del virus o bien en la evidencia de la respuesta
inmunitaria y en la presencia de material genómico viral. Para probar la presencia de
anticuerpos (IgM y IgG) se recurre a un ensayo de inmunofluorescencia indirecta, al uso de la
prueba Western blot o de la prueba ELISA. Para distinguir el genoma o los antígenos virales se
utiliza la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), la inmunofluorescencia, la histoquímica o
la prueba ELISA.[2]
5. TERAPIA
No existe terapia específica. Aunque en la
actualidad no existen vacunas o terapias
contra los virus del Ébola o Marburgo
aprobadas para uso humano, algunos
investigadores han conseguido desarrollar
vacunas contra ambos patógenos basadas
en una forma recombinante del virus de la
estomatitis vesicular que produce los virus
del Ébola y Marburgo en la superficie de la
proteína, y descubrieron que una sola
inyección de cualquiera de ambas vacunas
en macacos producía respuestas inmunes
protectoras cuando el virus
correspondiente se introdujo en estos
animales.
Hay que recurrir a una terapia de apoyo
para controlar el volumen hemático, el
balance electrolítico y monitorizar
atentamente la presencia de infecciones
secundarias. Sólo en caso de que se note
un estado de coagulación intravasal
diseminada, se puede recurrir a la heparina.
Se han propuesto terapias a base de suero
obtenido de sujetos curados o con
interferón, pero actualmente faltan pruebas
de apoyo. La ribavirina no ha podido
reducir, en experimentos in vitro, la
replicación del virus de Marburgo.[1]
Es importante el aislamiento del paciente y
el uso de dispositivos de protección para el
personal médico y enfermeril. Actualmente
se realizan estudios para poder crear una
vacuna específica.