Este documento presenta las cuatro leyes de la culpa. La culpa es la emoción del no-cambio, se nutre de la oscuridad, es una deuda impaga, y se trasciende con gratitud. Explica cómo la culpa limita el comportamiento y propone posiciones sumisas, agresivas y asertivas frente a ella para poder transformar los patrones de respuesta.
2. respuestas. Dejando de lado, por las razones antes expuestas, las
conductas que no respetan nuestros valores (por ejemplo conductas
psicopáticas), en general la limitación neurótica del comportamiento que
la culpa induce, polariza las respuestas hacia fuera de lo que
denominamos una conducta asertiva.
Asertividad es la actitud equilibrada, de respuesta frente a un conflicto o de
consecución de una necesidad o deseo, entre dos polos
Sumisión (falta de empuje, excesiva obediencia, incapacidad de disentir)
Agresión (mal manejo de los impulsos y la ira, incapacidad de cuidar al otro).
Las conductas no asertivas mencionadas, no son simplemente respuestas aisladas. Están incluidas
dentro de un circuito de
comportamiento, que es previsible en sus manifestaciones y consecuencias.
El circuito de las conductas no asertivas (sumisas o agresivas) incluye la culpa, que limita la
capacidad de respuesta hacia el polo sumiso. Esto hace que la persona acumule ansiedad.
Luego de un período de duración variable de “acumulación”, sigue el
momento del cambio (cambio siempre dentro del circuito) hacia el polo agresivo.
La respuesta es explosiva, potente y efectiva en expresar la energía
acumulada, pero es ineficiente o aun perjudicial ya que genera efectos secundarios indeseables,
como el daño a la autoimagen, los vínculos interpersonales o aun a los bienes materiales o la
salud.
Sigue
a este momento, la reflexión culposa debido a los efectos indeseables
producidos durante la explosión agresiva. El próximo eslabón de la
cadena es el reforzamiento de los motivos de sostén de la culpa. Se
redefine la situación dentro de los términos de la culpa y se fortalece
la posición sumisa, en un intento de conjurar los demonios de la
agresión y sus consecuencias nefastas, olvidando su utilidad al disipar
el exceso de ansiedad generada anteriormente con la sumisión. Así, se
cierra el círculo de las conductas no asertivas. Sin embargo, este
cierre no sucede sin otras consideraciones. Cada vuelta del circuito no
es inocua, la energía que lo alimenta es la misma que el psiquismo
requiere
para la capacidad de crecimiento y para la autoestima. No es de extrañar
entonces que este circuito librado a sí mismo aprisione a la persona y
3. la conduzca hacia un desenlace más o menos estereotipado y previsible.
Por
otra parte, el proceso de aprendizaje no puede hacerse fuera de la
vida. Es imposible superar la culpa si primero no se sufre sus efectos.
Por ello el circuito de conductas no asertivas no es sólo negativo. Es
el lugar en donde el ser aprende a interactuar con los demás y asimismo
descubre los mensajes internos que lo condicionan. La angustia, como el
deseo son los motores del crecimiento. En este circuito se puede
perecer, pero también se puede aprender y renacer. Entonces, se va
adquiriendo paulatinamente un repertorio cada vez
mayor de conductas asertivas. Al final, como se gradúa un alumno de la
escuela, se abandona el circuito, habiendo logrado adquirir un dominio
aceptable de la propia vida. El circuito estará allí, acechando, como
recordatorio de que la vida es un proceso de renovación constante,
impidiéndonos volver a dormirnos y caer presa de la culpa.
Aunque
la relación entre la culpa y la asertividad no sea aparente, a través
de lo que denominamos “las 4 leyes de la culpa” y su desarrollo a lo
largo del resto de este artículo, se hará evidente el porqué, desde una
perspectiva puramente pragmática, de la utilidad de utilizar ambos
conceptos (culpa y asertividad) para poder transformar no sólo nuestro
patrón de respuestas, sino asimismo el modo que tenemos
de comprender las cosas (lo que se denomina el marco de referencia)
Veremos
las cuatro leyes de la culpa, y en cada caso, la posición sumisa,
agresiva y por ultimo asertiva frente a la culpa. Estas posiciones van
delimitando un modo de comprensión y acción frente a esta emoción.
1. La Culpa es la emoción del No-Cambio
Existen
muchas definiciones de cambio. No nos adentraremos en el concepto del
cambio, sino en su importancia dentro del proceso de crecimiento
personal, y aun así sólo operativamente. La definición general es “el
pasaje de un estado a otro”. Si bien el pasaje de un estado a otro
incluye la caída en estados regresivos (no deliberados, como en un
ejercicio de trabajo con los sueños, o de psicodrama, sino propio de la
pérdida de funciones superiores, como autocrítica, creatividad,
resiliencia o estabilidad emocional), o sea, un
cambio negativo, tomamos de aquí en más el concepto de cambio como
sinónimo de cambio evolutivo, positivo, favorable a largo plazo, que
4. incluye el pasaje de un estado de organización psíquica a otro más
maduro e integrado.
Una
definición más específica, referida al ámbito de la psicoterapia, y más
específicamente dentro de la corriente humanística es “la pérdida del
equilibrio (homeostasis) logrado, en busca de un grado de equilibrio
superior”.
El
concepto de homeostasis implica que las variables de
funcionamiento se mantengan dentro de un rango preestablecido de
antemano, considerado óptimo, o, si lo llevamos al terreno de la salud,
“sano”. Entonces, dos fuerzas complementarias actúan sobre los sistemas,
permanentemente. Estas son las fuerzas del cambio y las del equilibrio.
En principio, libradas a sí mismas, terminan por ser antagónicas. Es
necesario la presencia de otros factores para transformar la relación
antagónica entre las fuerzas del cambio y las del equilibrio
(homeostáticas), en un proceso constructivo. La dialéctica del cambio es
la interacción evolutiva entre estos dos tipos de fuerzas. La
integración de ambas resulta en la obtención de niveles de maduración
más sofisticados y complejos y al mismo tiempo más eficientes.
Al decir que la culpa es la emoción del no-cambio, nos referimos al efecto homeostático
de esta emoción. Su propósito es sujetar las conductas del individuo
dentro de un rango preestablecido de valores, mandatos y prohibiciones,
referidas a un statu quo particular del entorno de pertenencia del sujeto.
Frente
a cualquier estímulo que amenace la homeostasis del sistema, la culpa
es efectiva para transformar la fuerza potencialmente disruptiva de tal
estímulo en algo inofensivo (siempre dentro del marco de referencia que
la culpa sostiene). Por ello, vemos que, condicionado por la culpa,
todas las conductas que se generen apuntan, en última
instancia, al retorno de la condición inicial. El gatopardismo,
“cambiemos algo para que nada cambie”, es un ejemplo del concepto
mencionado.
El
primer paso en el camino de la transformación de la culpa, es la
comprensión íntima de su esencia. La culpa es un guardián, no ciego,
pero falto de autorreflexión. Obedece a sus amos, a quienes no cuestiona
y no vacila en inmolarse con tal de agradarlos. Mientras nos seduzca
con promesas, nos amedrente con amenazas o nos intranquilice con el
miedo de hacernos responsables de daños propios o ajenos, no podremos
5. ver más allá y
despojarla de la fuerza con la que nos domina tan íntimamente. Esta
fuerza es de naturaleza hipnótica, o sea, influye a través del mecanismo
de la sugestión. Es por ello que se nutre del reservorio de energía
emocional. Al hacerlo adquiere un poder extraordinario, que explica
porqué es imposible superarla sólo a través de la reflexión intelectual.
Dentro del espectro de la asertividad, la posición sumisa es la de creer. Aceptar la realidad de la
culpa como verdadera. La posición polar, correspondiente a la agresividad, es negar. Negar es
adoptar una actitud defensiva, combativa frente a la culpa. En
realidad, si acepta o si niega, sigue sujeto a la influencia sugestiva de la culpa. La posición asertiva
es la de perder la fe. En
vez de combatir la culpa, con lo que la ubica en el lugar de un
enemigo, simplemente se deja de creer en ella. La energía de la culpa no
es externa al individuo; es él quien elige si da energía o no a algo.
La similitud con la electricidad será de utilidad aquí. Mientras crea o
niegue, es como si estuviera suministrándole energía a esa emoción,
energía que proviene de mis propias reservas. Al creer le suministro
energía y de ese modo, la culpa se activa, dominando al individuo que
adopta frente a ella una actitud pasiva. Al negarla, el proceso es más
complejo. La culpa también recibe energía, contra la cual el sujeto
erige sus defensas y se embarca en una guerra, que está destinado a
perder ya que ambos bandos se nutren de una sola fuente: la propia!
Perderle la fe, en cambio, equivale a retirar el “plug” del enchufe y desconectar la fuente de
energía de la emoción.
2. La Culpa se nutre de la Oscuridad
La culpa se apoya en un conjunto de nociones que, para
tener máximo poder sugestivo, deben permanecer fuera de nuestra comprensión conciente.
Por ello, el segundo paso requiere arrojar la luz de la comprensión
sobre las ideas, recuerdos o mandatos que se encuentran en la raíz de la
culpa.
La posición sumisa corresponde a temer.
Del mismo modo en que un niño teme las fantasías horrorosas del tren
fantasma del parque de diversiones, al no conocer las raíces, o sea, el
conjunto de nociones que justifican la culpa, ésta adquiere un poder
inmenso frente al individuo, que a su vez se empequeñece frente a lo que
es, en realidad, su propia creación. Dicho de otro modo, se sobreadapta,
o sea que en vez de actuar en base a lo que propia comprensión libre de
prejuicios le indica, lo hace sometido a lo que supone se espera de él.
La posición agresiva se basa en la improvisación.
6. Habiendo negado la culpa, luego intenta actuar como si ella no
estuviera presente. Como la influencia de la culpa se hace notar de
todos modos, el sujeto se ve forzado a improvisar. Esto es, actuar como
si supiera, sin tener en cuenta los signos de la presencia de la culpa
en su propia conducta.
La posición asertiva es la de esclarecer.
Antes de actuar, es preciso saber. El corolario del método científico,
que también corresponde al funcionamiento del Yo Adulto del Análisis
Transaccional, se ejemplifica en tres pasos
1. Alto (tomar distancia de la situación sin juzgarla)
2. No sé (reconocer el carácter de nuevo y desconocido del evento, evitar “hacer como si
supiera”)
3. Voy a ver (observar imparcialmente, postergar la acción hasta no comprender la situación)
3. La Culpa es una deuda impaga
Podemos
entenderla también de este modo. Esto se debe al carácter invasivo,
avasallante de la culpa. En algún lugar, existe una deuda. Por ello no
se la puede soslayar. La culpa va a regresar, una y otra vez, hasta que,
de algún modo u otro, la deuda sea saldada. La posición sumisa es la de
pagar. Es como si frente a un reclamo, se lo satisficiera sin
antes constatar qué es lo que realmente se debe y qué no. La posición
agresiva, en cambio, es desconocer la deuda y no aceptar nada de
sus demandas. Esto no es útil ya que a la larga la deuda va a prevalecer
y las defensas van a costar tan caro, que resulta casi más conveniente
la posición sumisa. Por algo se dice que “es mejor una mala negociación
que un buen juicio”. La actitud asertiva es la de negociar. En
vez de ser una deuda terrible, un pecado capital, se la desmitifica y
reduce a una deuda real. Entonces se negocia que es lo que realmente se
debe y qué no. La
idea detrás de esto es la de perder algo para no perderlo todo.
4. La Culpa se trasciende con gratitud
Al final, la emoción que debe prevalecer es la de la gratitud. La posición sumisa hace que la culpa
omnipotente sea imposible de evitar, sumiendo al
individuo en la desesperación al saber que jamás se librará de ella. La posición agresiva, al estar
igualmente atada a la culpa, genera resentimiento, el equivalente rebelde de la desesperación del
sumiso.
La razón por la cual el asertivo sale de la culpa gracias a la gratitud,
es que en realidad, el escenario de las conductas no asertivas es una
7. escuela. Como tal, nos brinda la oportunidad de aprender aspectos
importantes de la vida y ser más sabios. Por ello, la gratitud es el
último pago necesario, fruto de la comprensión de haberse transformado a
través de la culpa.
Poniendo todo en un cuadro:
Ley Sumisión Agresividad Asertividad
1
Creer Negar Perder la Fe
2
Temer y aceptar Improvisar Observar, esclarecer
3
Pagar Rechazar Negociar
4
Desesperación Resentimiento Perdón/agradecimiento
Las siguientes preguntas sirven como guía en el proceso de aplicar las 4 leyes de la culpa:
1. Escriba motivos para sentirse culpable
2. Descubra las razones que
sostiene detrás de la emoción
3. Entienda los aspectos + y – detrás de las razones, y los motivos que lo originaron
4. Comprenda las necesidades insatisfechas (Maslow) detrás de los motivos y negocie con ellos
5. Perdone las consecuencias detrás de las necesidades insatisfechas.
Agradezca la enseñanza recibida y los aspectos positivos de ella.
De
8. este modo se comprende la diferencia entre culpa y arrepentimiento.
Arrepentimiento es una palabra que proviene del vocablo griego metanoia, que significa pensar de
un modo diferente. El arrepentimiento está implícito en el cambio, el
aprendizaje y la transformación madurativa.