España tiene una potente industria pesquera a pesar de tener poca plataforma continental propia. Debido a esto, depende de acuerdos con otros países para pescar en sus aguas jurisdiccionales. Además, la sobreexplotación de los pocos caladeros nacionales obliga a la flota pesquera española a buscar zonas de pesca en alta mar o en las aguas de otros estados.