1. Santos, M. A. (2006). La escuela que aprende (pp. 23-49). Madrid: Morata
“La escuela no está ubicada en el vacío, sino que está inmersa en la sociedad. De ella
recibe influencias y demandas” (pág. 23).
“Hay muchas culturas y subculturas en la sociedad. Pero hay una que con carácter
hegemónico marca las pautas del comportamiento de las personas y de las instituciones”
(pág.23).
“La cultura penetra en la sociedad, imponiendo (al menos sugiriendo, ofreciendo) valores,
creencias, normas, mitos, rituales, costumbres, estereotipos, eslóganes… no es imaginable
una escuela cuyos protagonistas dejen a la entrada todas las influencias y condicionantes
de la cultura. Esa penetración tiene lugar a través de muchos mecanismos” (pág.23-24).
“La escuela es un universo de significados” (pág.35).
“La institución escolar genera un cúmulo de interacciones que están reguladas por una
normativa explícita y por unos condicionantes implícitos que nacen de su configuración
social, es decir, de su cultura” (pág.35).
“El universo de significados que crea la escuela se mantiene a través del tiempo, aunque
sufre importantes variaciones o la influencia externa, y a los cambios de mentalidad de los
profesores y de los alumnos” (pág.36).
“La escuela es una institución que está en el punto de mira de la sociedad” (pág.38).
2. “La escuela recibe esa presión de las familias cuyos hijos acuden a ella y también de las
autoridades educativas (en especial de la inspección), tradicionalmente preocupadas por
la consecución de buenos resultados académicos, por la evitación de los conflictos y por el
mantenimiento del orden y de las buenas costumbres” (pág.38).
“La escuela encierra un complejo sistema de rituales” (pág.41).
“Los rituales se practican de manera natural, como si se tratara de formas espontaneas de
conducta” (pág.41).
“Una escuela puede desarrollar diferentes tipos de inteligencia” (pág.46-47).
“Una comunidad crítica de aprendizaje es capaz de poner su propia naturaleza, su
estructura y su funcionamiento en la mesa de análisis” (pág.48).