Aplicaciones de la ciencia a la educación en México
1. Aplicaciones de la ciencia a la educación en México.
Gerardo Mora
La aplicación de la ciencia y la tecnología al bienestar social, y a las disciplinas que se ocupan del
mismo, parece ser bienvenida y hasta requerida por la opinión pública y las instituciones1. En
algunas naciones son debatidas algunas aplicaciones en la medicina por motivos religiosos,
políticos o sociales. Por estos mismos motivos es cuestionada la enseñanza de algunos temas
científicos en la escuela pública, especialmente los relacionados con la sexualidad. Pero, existe un
consenso de los beneficios de la ciencia y la tecnología en la educación, al menos en la comunidad
iberoamericana.
En la educación mexicana sucede algo extraño. Por un lado se demanda el uso de las nuevas
tecnologías de la comunicación y la información en la escuela. Y por otro, existe una resistencia
discreta a su utilización de parte del profesorado “migrante” de ellas, llegando a casos que
prohíben su utilización a los alumnos.
Esta resistencia a la ciencia y la tecnología en la educación no es nueva en México. A los
profesionales universitarios se les exigen conocimientos científicos, y hasta actualizarlos, para
ejercer su práctica. No es el caso de los profesores de educación básica, con cierta excepción de
las Especialidades de Ciencias en educación secundaria2. Existen dos tipos de causas para este
fenómeno. La “tradición” en la enseñanza y su concepción como disciplina acientífica o no
científica.
La “tradición” en la enseñanza se realiza como transmisión discursiva o práctica hacia los
estudiantes. Éstos deben memorizar o repetir los conocimientos establecidos, sometiéndose a
“pruebas”. Un buen maestro debe tener vocación, cualidad personal, y técnicas didácticas para
lograr que sus alumnos aprendan. Si la mayoría de ellos aprueban exámenes estandarizados, se
considera que el profesor es eficiente. Si comparamos el uso de la ciencia y la tecnología con la
práctica de otros profesionales, resalta una radical diferencia. La enseñanza tradicional no las
utiliza. Paradójicamente, la ciencia puede explicar la eficacia de este tipo de enseñanza. En
principio, por la psicología “conductista” que definió al aprendizaje -“condicionado”- como la
respuesta a estímulos positivos y negativos –como lo puede atestiguar cualquier estudiante. Y por
el reciente descubrimiento de las neuronas “espejo”3 que impulsan la imitación y permiten el
aprendizaje vicario.
A la pedagogía y a la didáctica en México no se les considera “ciencias”, sino disciplinas
humanísticas que pueden recurrir a la ciencia y la tecnología como apoyo, pero no a la
1
Para el caso mexicano, Cf. José Antonio de la Peña (205). “La percepción pública de la ciencia en México”.
En Ciencias 78. México: UNAM.
2
Los planes de estudio se encuentran en http://normalista.ilce.edu.mx/normalista/index.htm.
3
Juanma Romero. "Somos grandes copiadores, sin imitación no habría cultura". En El país (Madrid) 12/08/2008.
2. metodología científica como su fundamento o para su desarrollo4. Si bien es cierto que ha
quedado superado el considerar a estas disciplinas como un “arte”, ha sido muy contradictorio y
parcial su acercamiento a la ciencia y la tecnología en su conjunto.5
La filosofía positivista pretendió fundamentar “científicamente” a la educación mexicana a fines
del siglo XIX y principios del XX. Con la Revolución cambió radicalmente esta orientación y se
impulsaron principios humanistas y pragmáticos6. Es hasta la Reforma Educativa impulsada por el
gobierno en 1970-19767 que se modificó el currículo de nivel básico en función de la “tecnología
educativa”, basada en la psicología conductista. Se impusieron la “enseñanza programada”, las
“cartas descriptivas”, las “pruebas objetivas” y las taxonomías en el discurso escolar8. Por
supuesto, esta “pedagogía por objetivos” no incidió radicalmente en las prácticas escolares. La
enseñanza siguió siendo frontal, tradicional y subjetiva en la evaluación “sumativa” (realizada por
el profesor del aprendizaje de sus alumnos). No obstante, impuso desde entonces su hegemonía y
una tecnología en los procesos de acreditación. Como ejemplo de tecnología, había “plantillas”
(hojas perforadas sobre las respuestas correctas) para calificar exámenes de los estudiantes.
Después este proceso se informatizó.
La aplicación de las investigaciones de Piaget, la teoría de sistemas y la psicología fueron el
segundo intento por darle una fundamentación científica a la educación básica mexicana. Se
denominó “constructivismo” a una serie de principios pedagógicos que se distanciaban del
aprendizaje como conducta observable y se enfocaban en los procesos cognitivos del estudiante
(aprendizaje “significativo”). La reforma curricular de 1993 abandonó sigilosamente la “pedagogía
por objetivos” y adoptó algunos de los principios constructivistas. Más en unas asignaturas –el
Español con el enfoque comunicativo, Matemáticas aplicadas, Ciencias prácticas- que en otras –
Civismo e Historia. Pero su aplicación también resultó un fracaso respecto a lograr una educación
con bases científicas. En principio por el radical cambio requerido a los profesores, sin la
actualización suficiente, que habían sincretizado la enseñanza tradicional y la conductista.
4
Un ejemplo de esta aplicación es Fernando Ballenilla (2003). El practicum en la formación inicial del
profesorado de ciencias en enseñanza secundaria. Estudio de caso. Tesis doctoral dirigida por Rafael Porlán.
Universidad de Sevilla. Ambos son miembros del Grupo IRES, impulsor del Manifiesto “No es verdad”.
5
En 1941 se creó el Instituto Nacional de Pedagogía cuyos objetivos fueron los de realizar la investigación
científica general de los problemas educativos y aplicar el resultado al sistema escolar nacional. Por causas
políticas no trasciende su actividad y lo extinguen. Cf. “Estudios introductorios.” En La revista del Instituto
Nacional de Pedagogía. México: FCE. 1982. Col. SEP/80. T. I. El Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional- se funda en 1971. Si
bien es cierto que es una institución consolidada, como la Universidad Pedagógica Nacional y otras similares
dependientes de universidades públicas y privadas, tiene poca incidencia en las políticas educativas
nacionales –sujetas a lineamientos internacionales, limitaciones presupuestarias y política interna. Cf. Mery
Hamui y Alejandro Canales “SEP - OCDE: ¿hay cambio en la concepción de cambio?” En
http://www.observatorio.org/opinion/SEP_OCDE.html
6
Cf. Fernando Solana et al. (Coords.) (1981). Historia de la educación pública en México. México: SEP.
7
Cf. Ernesto Meneses Morales (1991). Tendencias educativas oficiales en México 1964-1976. México:
Universidad Iberoamericana/Centro de Estudios Educativos.
8
Antonio Gago Huguet (1977). Modelos de sistematización del proceso de enseñanza-aprendizaje. México:
Trillas. Cursos básicos para formación de profesores. Área 1: sistematización de la enseñanza.
3. El nuevo milenio iniciaba con el predominio de la informática en la vida cotidiana. E importantes
avances en la neurología, la psicología y la investigación educativas. En la actualidad, esta primacía
es irreversible y condena a la enseñanza tradicional a la inutilidad, por decir lo menos. La
institución escolar mexicana ha reaccionado con una nueva reforma curricular9, ahora con un
enfoque “por competencias” (entrecomillado por la multiplicidad de significados e imputaciones
pedagógicas a este tipo de educación). Este cambio se ha distanciado del “constructivismo” y es
pragmático en términos de filosofía de la ciencia.
Por otra parte, la Informática Educativa – e-learning, educación on-line - es una tendencia global
que en México ha comenzado a ser una alternativa a la escuela tradicional. En cuanto Didáctica
especial ha logrado su consolidación con autores como Yolanda Campos y el grupo SOMECE10.
Cabe destacar que la ciencia ha logrado importantes avances en la Pedagogía mexicana. La
psicóloga Frida Díaz Barriga ha desarrollado una didáctica “constructivista”11 a partir de sus
hallazgos de investigación educativa. Ésta ha tenido importantes desarrollos, tanto desde
metodología cuantitativas12 como cualitativas, superando los dilemas de la validez científica
exclusiva de una u otra. Como ejemplo de la potencialidad de la metodología científica en la
educación básica destacamos el desarrollo de un modelo de Educación Histórica13 a partir de
pruebas en el aula (método de innovación educativa14) de resultados de investigación didáctica de
Robert Marzano15 (representaciones no-lingüísticas), Alain Dalongeville16 (situación-problema),
Guillermo Orozco17 (museografía) y Frida Díaz Barriga18 (aprendizaje situado).
Podemos concluir que la ciencia ha sido subordinada a la política educativa mexicana, sin lograr
que fundamente o incida realmente en los procesos de enseñanza y aprendizaje. En contraste, la
tecnología sí afecta a las prácticas escolares, particularmente la informática. La pedagogía y la
investigación educativa mexicanas han superado su etapa pre-científica, aunque ello no se ha
reflejado en la formación y la actualización de los profesores.
9
En http://basica.sep.gob.mx/reformaintegral/sitio/
Cf. www.somece.org.mx
11
Frida Díaz Barriga y Gerardo Rojas Hernández (2010). Estrategias docentes para un aprendizaje
significativo. Una interpretación constructivista. 3ª ed. México: Mc Graw-Hill.
12
Por ejemplo, Eduardo Backhoff Escudero et al. (2007). Factores escolares y aprendizaje en México. El caso
de la educación básica. México: INEE.
13
Rosa Ortiz Paz y Gerardo Mora (2010). “Modelo de formación docente en Educación Histórica”. Ponencia
al XII Encuentro Internacional de Historia de la Educación. Y - (2010). “Formación docente con el Modelo
Estratégico para la enseñanza de la Historia en educación secundaria”. Consultado en
http://dgenam.sep.gob.mx/imgs/primer_foro_ponencias/08_formacion_docente_modelo_estrategico.pdf.
14
Cf. Pedro Cañal de León (2002). ”Innovación educativa, motivación del profesor y desarrollo profesional:
problemas y propuestas de actuación”. En La innovación educativa. Madrid: Akal. Y Fernando Ballenilla
(1995). Enseñar investigando. ¿Cómo formar profesores desde la práctica? Sevilla: Ed. Díada.
15
Robert Marzano et al. (2000). What works in classroom instruction. USA: McRel.
16
Alain Dalongeville (1995). Enseigner l´histoire à l´école. Paris: Hachette.
17
Orozco, Guillermo (2005). “Los museos interactivos como mediadores pedagógicos”. Consultado en
http://www.nuevamuseologia.com.ar/MuseosInteractivos.pdf.
18
Frida Díaz Barriga (2006). Enseñanza situada: Vínculo entre la escuela y la vida. México: Mc Graw-Hill.
10