El documento discute los efectos nocivos del uso prolongado de la tecnología en la salud mental de los miembros de la comunidad educativa, como la distracción, tensión, ansiedad, agresividad y estrés. Se recomienda que las instituciones educativas adopten políticas como priorizar los aspectos pedagógicos sobre el uso constante de la tecnología, crear espacios para el bienestar físico y mental de los docentes, y diseñar un plan de pausas activas para los docentes y estudiantes.