El documento discute la noción de "perversidad" propuesta por Edgar Allan Poe, la cual se refiere a un sentimiento antagónico hacia el deseo de estar bien y hacer lo correcto. Sigmund Freud también reflexionó sobre las pulsiones contrarias de Eros (vida) y Tánatos (muerte) que existen dentro de nosotros. A pesar del progreso, el autor argumenta que aún luchamos contra nuestro "demonio interno de la perversidad" y tendemos a confiar demasiado en la razón para controlar los impulsos irrac
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Efrén Martín, gerente de , profesor de , asociado de
“Con la perfecta arrogancia de la razón, todos hemos
pasado por alto… algo paradójico que podemos llamar
perversidad (donde) el deseo de estar bien no sólo no se
manifiesta, sino que existe un sentimiento fuertemente
antagónico. Tenemos ante nosotros una tarea que debe
ser cumplida velozmente. Sabemos que la demora será
ruinosa… y, sin embargo, la dejamos para mañana; ¿y
por qué? No hay respuesta.
Tenía ya alguna experiencia de estos accesos de
perversidad y recordaba que en ningún caso había
resistido con éxito sus embates”.
“El demonio de la perversidad” Edgar Allan Poe
Nº 112 abril 2016 http://fvmartin.blogspot.com.es
Sigmund Freud reflexionó sobre las dos
fuerzas que dominan nuestra vida:
Eros, que une y construye, desde una visión
entusiasta.
Tánatos, cuya percepción sombría se dirige
a separar y destruir.
Dos pulsiones profundas -de vida y muerte-
que tienen por objetivo a los demás y también
se enfrentan en nuestro interior.
Edgar Allan Poe consideró la posibilidad de
que un “diablillo de lo perverso” nos
traicionase por dentro; mediante la inevitable,
inoportuna e irremediable estupidez de
palabras y comportamientos, que pueden
catalogarse como auto destructivos, al menos
de la buena imagen.
Como genial maestro del misterio que era,
Poe se percató de este escollo en nuestras
decisiones, antes de que Freud hablase de
actos fallidos. La cuestión es ¿hemos
aprendido realmente en el siglo XXI a batallar
con esto, o seguimos confiando en que la
razón controle el impulso? Parafraseándole…
… con la perfecta arrogancia de la razón, en
las últimas décadas, hemos seguido un
camino incuestionable: olvidarnos de las
debilidades de las personas y apostar por
desarrollar sus fortalezas.
Suena tan bien, que no hay nada que objetar.
Pero si realmente un enemigo, externo o
interno, atacase una fortaleza, ¿lo haría por la
parte más sólida o aprovecharía alguna
vulnerabilidad en su seguridad?
Para colmo de males la razón es la parte
débil, que se cree fuerte, dentro de un Cerebro
Triuno donde: “El límbico vence al córtex y el
reptiliano vence a los dos”. ¿Qué hacer?:
Potenciar la parte racional con sistemas del
tipo PDCA (planificar-hacer-verificar-actuar),
que facilita círculos virtuosos de aprendizaje
y mejora continua. Meditar es otra ayuda.
No olvidar que la parte irracional no prevé,
no actúa –sólo reacciona-, no revisa y no
cambia; creando círculos viciosos de
autosabotaje cuanto más es presionada.
Según Gallwey, padre del coaching deportivo:
“Al ego mental consciente le gusta decirle
continuamente al (otro) «yo» cómo tiene
que ejecutar los golpes. La clave para
jugar un tenis espontáneo y de alto nivel
radica en resolver la falta de armonía
que suele existir entre estos dos «yo»”;
concluyendo: “El oponente interior es más
formidable que el que está al otro lado de la
red”. Sagan nos recordaba que mientras
seamos un organismo en lucha consigo
mismo estamos, como en la obra de Poe,…
Condenados