El documento discute la naturaleza del conocimiento y cómo las empresas deberían gestionarlo. Explica que el conocimiento es un acto humano que reside en las personas y crece a través del uso compartido. También señala que las empresas deberían tratar a los empleados como trabajadores del conocimiento dándoles poder y desarrollo personal para aprovechar plenamente su capacidad. Finalmente argumenta que las empresas necesitan cambiar sus principios organizativos de la era industrial a una estructura más flexible para poder gestionar la complejidad en entornos cambiantes