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Universidad Mariano Gálvez
Facultad de Humanidades
Doctorado en Educación
Seminario Educación en Valores
Tema:
Desarrollo de módulos de competencia básica
Por. Claudia Esmeralda Marisol Villela Cervantes
Guatemala, 19 de noviembre de 2013
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INDICE
Página
I. Justificación…………………………………………………………………… 3
II. Objetivos……………………………………………………………………… 5
III. Resumen del tema ……………………………………………………… 5
IV. BASES FILOSOFICAS DE LA EDUCACION EN VALORES……… 6
IV.1. Metafísica…………………………………………………………… 6
IV.2. Epistemología…………………………………………………… 7
IV.3. El sujeto y la actividad cognoscitiva…………………… 8
IV.4. El sujeto y la actividad volitiva…………………………… 9
IV.5. Conceptos de valor (etimología)……………………… 10
V. LA AXIOLOGIA………………………………………………………………… 15
V.1. Definiciones……………………………………………………… 16
V.2. Escuelas Axiológicas…………………………………………… 17
V.3. Convergencia y divergencia de las escuelas……… 18
V.4. Principales postulantes de las escuelas (biografías) 20
VI. LA ETICA………………………………………………………………………… 25
VI.1. Definiciones……………………………………………………… 26
VI.2. Distintas posturas éticas (escuelas)…………………… 26
VII. CLASIFICACION DE LOS VALORES………………………………… 29
VII.1. De manera objetiva………………………………………… 30
VII.2. De manera subjetiva……………………………………… 30
VIII. APLICACIÓN DE LOS VALORES…………………………………… 31
VIII.1. Estilos de vida……………………………………………… 33
VIII.2. Culturas y civilizaciones……………………………….. 34
VIII.3. Interacción cultural……………………………………….. 36
VIII.4. Valores y su integración al ámbito cultural…… 37
IX. EDUCACION EN VALORES…………………………………………… 41
IX.1. Facultades éticas…………………………………………… 41
IX.2. Facultades morales……………………………………… 43
IX.3. Facultades espirituales………………………………… 47
X. EDUCACION EN VIRTUDES…………………………………………… 48
X.1. Facultades éticas…………………………………………… 49
X.2. Facultades morales………………………………………… 51
X.3. Facultades espirituales………………………………… 52
XI. Conclusiones………………………………………………………… 53
XII. Bibliografía…………………………………………………………… 54
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COMPETENCIA BÁSICA
Si al repartir algo en lugar de disminuir más bien aumenta,
entonces estamos ante un valor.
Para saber si algo es ético, pregúntese cómo se sentiría si
ese hecho se difundiera a través de las redes sociales.
I Justificación
Entre las especies animales, es la humana la que demanda la mayor tiempo
para desarrollarse como individuo autónomo. Sin el indispensable cuidado y
protección de otros congéneres, el destino habría sido la extinción. Desde
siempre sabemos que aislados no podemos sobrevivir por lo que asociarnos
con nuestros semejantes es un mandato de la naturaleza. De no haber
desarrollado la capacidad (o competencia) para trabajar en grupos cada vez
mejor organizados (que en educación tienen su correlato en las comunidades
de aprendizaje), la especie tampoco habría subsistido y no existiría la
civilización que hoy disfrutamos. Se entiende, en lo científico-tecnológico, ya
que como es evidente, no sucede lo mismo en otros planos, como el del que
trata este trabajo: lo axiológico referido a la educación, o educación en valores.
Además de la oposición citada que grosso modo podemos identificarla
entre ciencia y tecnología por una parte y humanismo, por la otra, nos
encontramos ante otras diversas tensiones, tal el caso de entre lo biológico y
lo cultural, o entre lo social y lo individual.
En lo social, para conciliar estas fuerzas contrapuestas la humanidad
desarrolló al menos dos sofisticados instrumentos, paradójicamente,
abstractos: el derecho y la ética (aunque no en ese orden cronológico). Aquél,
basado en la ley, pretende la justicia, y ésta, fincada en la filosofía, busca lo
moral, es decir, la vida armónica en sociedad a través de prácticas, costumbres,
ritos y mitos, entre otras formas de expresión social, que a lo largo del tiempo
han permitido verificar que constituyen lo más cercano a la actuación humana
en pro del bien común y por lo consiguiente, en la perpetuación de la especie.
El origen de esta construcción conceptual y práctica se ubica de manera
inmediata en la filosofía y remotamente en las religiones. En el occidente
globalizado que se precia de laico, a partir del Renacimiento se ha logrado una
razonable separación entre religión y filosofía y entre aquélla y la vida
ciudadana. Muchos de los beneficios de que hoy gozamos lo demuestran, si
bien, en contraposición, también se puede argumentar que aquí precisamente
pueden originarse muchos problemas contemporáneos: el alejamiento de
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Dios. En contraste con esa parte del mundo, puede ubicarse una de las
regiones más convulsas del planeta y su agresivo movimiento político-
religioso en expansión: el Islam, en el cual la ley penal y civil, la pública y la
privada, se entremezclan con la asumida divina, el Corán, por antonomasia.
Ambos mundos en conflicto representan polarizadas visiones del
mundo: la democracia y la teocracia, el liberal y el conservador, la vida
disipada, el hedonismo, y la austeridad, llevada al extremo de por ejemplo
prohibir a las mujeres conducir carros. Dos estilos de vida que dicen enarbolar
valores contrapuestos. Sistemas políticos que en el plano educativo
promueven valores que llevados a la práctica demuestran sin lugar a dudas
que no representan el ideal de vida al que por dignidad aspira la humanidad.
Respecto al lugar donde vivimos, Victoria Camps (2011, p. 151) cita a
Adam Phillips y Barbara Taylor:
La sociedad occidental moderna se resiste a esta verdad fundamental, al valorar por
encima de todo la independencia. Necesitar a los demás es percibido como una
debilidad. Solo a los niños pequeños, a los enfermos y a los muy ancianos se les permite
la dependencia con respecto a los demás; para el resto, la autosuficiencia y la autonomía
son las virtudes cardinales. La dependencia es despreciada incluso en las relaciones
íntimas como si fuera incompatible con la confianza en uno mismo, en lugar de ser vista
como lo único que la hace posible. El amante o el esposo ideal es un agente libre para
quien el dar o el recibir amor es una opción de usar y tirar; la necesidad, incluso en ese
ámbito de deseos y anhelos intensos, es a fin de cuentas despreciable.
Es necesario, por tanto, reflexionar profundamente acerca de hacia
dónde llevamos la vida en nuestro planeta. Si heredaremos un mundo mejor
que el recibido, si nuestro modelo de desarrollo es sostenible y sustentable, si
se puede equiparar la creciente disponibilidad científico-tecnológica con la
dignidad propia de las diversas manifestaciones de la vida (como la tradición y
las prácticas ancestrales). Y si -como parece que sucede en la vida real- la
calidad de vida es solo aparente, entonces buscar las soluciones perentorias,
más que apañarnos con medidas o acciones paliativas.
Corresponde a la educación con seguridad, un papel preponderante
(sino el que más) en la búsqueda de las soluciones impostergables. Para este
trabajo, circunscrito a la educación en valores, bajo el enfoque racionalista, de
las dos herramientas citadas nos interesa la ética, y relacionado con ésta, la
moral, los valores, la axiología, las virtudes y otros aspectos vinculados a la
Filosofía, como la metafísica y la epistemología, teoría del conocimiento o
gnoseología. Todo, desde la óptica de la educación.
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II Objetivos
Objetivo general
Definir y analizar las bases conceptuales, generales y específicas, de la
educación en valores.
Objetivos específicos
 Conceptualizar: ética, moral, axiología, valores, virtudes, a través de la
metafísica y la epistemología.
 Desarrollar y analizar el tema de los valores en general.
 Vincular educación con valores y virtudes.
III Resumen
De acuerdo al esquema de trabajo proporcionado, se definen las bases filosóficas que
sustentan el tema, la educación en valores, tomando como partida la axiología y la
ética en general. Se clasifican y analizan los valores y su aplicación, para finalizar con la
educación en valores y virtudes. Los valores están presentes en todas las esferas de la
vida humana, desde lo cotidiano hasta lo más preciado de las personas: los valores
humanos y sociales, y los trascendentes o espirituales. No puede existir un ser humano
sin valores, Los valores son polares y jerárquicos. A través del desarrollo de las normas
morales (también llamadas reglas de moral y urbanidad, o de buenas costumbres) se ha
buscado tanto explicar la vida del ser humano sobre la tierra, sus orígenes y fines, como
cuáles son las mejores formas o prácticas de convivencia. La especie, al igual que los
antropoides superiores, es gregaria. El ejercicio permanente de los valores determina las
virtudes. En este tiempo, dados los posiblemente crónicos problemas sociales, políticos,
económicos, ambientales, militares, religiosos, etc., la humanidad empieza a tomar
conciencia de la urgente necesidad de cambiar su forma o estilo de vida; de tomar en
cuenta variables, factores o actores que con anterioridad se ignoraban. E
indefectiblemente los ojos se vuelven hacia la educación como la tabla de salvación que
ya no la panacea universal ante tanto desbarajuste. Mucho se habla de la educación en
valores, sin tomar en cuenta que no puede haber educación, sea del tipo que fuere (ni
de hecho ninguna actividad humana) en la que no estén presentes los valores, ya que la
ética siempre es con respecto al otro. Sucede, no obstante, que los valores en los que se
desarrolla la escolaridad a todo nivel responden en último término a antivalores. La
competitividad en lugar de la cooperación, el individualismo en lugar de la solidaridad,
el inmediatismo cortoplacista en lugar de lo trascendente o del largo plazo, el arribismo
en lugar del trabajo esforzado, el oportunismo en lugar de la honestidad, la ambición,
de la vida sencilla, el consumismo en lugar de la frugalidad, la ostentación a cambio de
la austeridad, el hacer antes que el pensar, el activismo contrapuesto a la reflexión, el
placer en lugar de la felicidad. En fin, el tener sobre el ser.
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IV Bases filosóficas de la educación en valores
IV.1 Metafísica
De acuerdo a José María Barrio Maestre, (2001, p. 28; en Tomás Garrido, Gloria
María), la metafísica es la filosofía primera, en tanto que para Abbagnano
(1995, p. 793), metafísica es la ciencia primera, es decir, la ciencia cuyo objeto
propio
es el objeto común de todas las demás y como principio un principio que condiciona la
validez de todos los demás. Por tal pretensión de prioridad (que la define), la M.
presupone una situación cultural determinada, esto es, la situación en la cual el saber ya
se ha organizado y dividido en diferentes ciencias, relativamente independientes unas de
otras, y en tal forma que exijan la determinación de sus relaciones cambiantes y su
integración sobre un fundamento común.
Abbagnano (1995, pp. 793-798), entiende que la Metafísica de acuerdo a
la tradición y por su denominación (meta, más allá de la física). Expresa “el
fundamento común en el que se basan todas y determinar el puesto que
corresponde a cada una en la jerarquía del saber”. El concepto ha
evolucionado; inicialmente se registra "... como teología consiste en reconocer
como su objeto al ser más alto y perfecto, del cual dependen todos los otros
seres y cosas del mundo". Luego, "... la segunda concepción fundamental es
como ontología o doctrina que estudia los caracteres fundamentales del ser,
los caracteres que todo ser tiene y no puede dejar de tener". Y, en tercer
término, de acuerdo a I. Kant (1724-1804), se encuentra la metafísica como
gnoseología, cuyo concepto en su origen debe verse en la noción de filosofía
primera de F. Bacon (1561-1626): "una ciencia universal, que sea madre de
todas las otras y que constituya en el progreso de las doctrinas la parte del
camino común, antes de que los caminos se separen y se desunan". Ciencia
que debería de ser "el receptáculo de los axiomas que no son inherentes a las
ciencias particulares, sino que corresponden en común a varias de ellas".
Como suele suceder, el afán de los filósofos por dar a la metafísica un
contenido universal e incluyente concluyó por hacerla vulnerable al ataque de
diversos pensadores, lo cual curiosamente, determinó a su vez que en el tema
de valores la ética fuera paulatinamente desplazada por los valores, al
considerarse a aquélla metafísica, y a éstos (en el léxico del último siglo y
medio) más positivos. Según Ted Honderich (2001, pp. 724-725), corresponde
al ahora superado positivismo lógico una particular virulencia hacia todo lo
que oliera a metafísica, pues los miembros de esta corriente consideraban
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tales afirmaciones como carentes de sentido al no ser verificables. En palabras
de Clemens Menze y Fritz Sack (1983, p. 65; en Diccionario de Ciencias de la
Educación, III).
Con el término positivismo tomado en sentido amplio, se designa aquella doctrina que
se remite en último término a lo dado en la experiencia y que, en el ámbito científico,
rechaza las consideraciones apriorísticas y metafísicas por considerarlas problemas
falsos; según su punto de vista, más allá de la experiencia no se puede afirmar ni negar
nada con fundamento científico”.
Más cercano, en especial en la tercera parte final del siglo anterior, la
retirada de la metafísica puede ubicarse en los posmodernistas y los
deconstruccionistas, que desean proclamar que la filosofía (y la metafísica),
está muerta. Finalmente, con base en los notables descubrimientos recientes
de la neurociencia se habla, de la necesidad de reescribir la filosofía, tomando
en cuenta que ahora la especulación filosófica ha dado lugar a la generación
de evidencias científicas.
IV.2 Epistemología
En general, la teoría del conocimiento, es la teoría de las condiciones, de la
esencia y de los límites del conocimiento. Investiga la relación de éste con
respecto a su sujeto, a su objeto y a su contenido. (Kunzmann, et allí; 2003, p.
13). Esta rama de la filosofía también conocida como epistemología o
gnoseología, no indica como ingenuamente se cree a menudo,
una disciplina filosófica general como la lógica, la ética o la estética, sino más bien la
consideración de un problema que nace de un supuesto filosófico específico, esto es,
en el ámbito de una determinada dirección filosófica. Tal dirección es la del idealismo,
y el problema cuyo estudio es tema específico de la teoría del Conocimiento es el de
la realidad de las cosas o en general del “mundo externo”. (Abbagnano, 1995, p. 227).
Desde esta óptica, la epistemología es la expresión de un problema
ingente para la humanidad desde que empezó a cuestionarse acerca de la
realidad o de la materia de la realidad. En otras palabras: ¿Es real la realidad?,
lo que se constituye en la esencia de este enfoque, que nos lleva a la misma
razón de ser de la escuela en el sentido de ¿cómo aprendemos?
Con la epistemología sucede lo mismo que con la metafísica y la
filosofía. Los avances científicos van dejando atrás ideas que si bien erróneas,
hoy se valoran al corroborarse que en general en su momento fueron de
mucha utilidad para la comprensión y el avance de la ciencia y son prueba de
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la agudeza de pensamiento de sus autores, que sin la tecnología actual
intuitivamente se aproximaron a lo descubierto hoy.
Entre tanto desarrollo neurológico, psicológico y cognitivo, hoy se sabe
a ciencia cierta, por ejemplo, que el cerebro de la mujer y el del hombre son
mucho más diferentes de lo que a simple vista pareciera, producto de la
división biológica del trabajo; que incluso el ciclo de aprendizaje de la mujer
varía de un día para otro, tomando en cuenta los ciclos de su sistema
hormonal. Que el proceso de memorización (y consecuentemente de su
deterioro) es mucho más complejo de lo que se creía y, como hecho
notablemente sorprendente, que la cultura más que la genética determina los
procesos de aprendizaje.
En tal sentido, si tomamos en cuenta las afirmaciones anteriores, cabe
preguntarse ¿hasta qué punto la educación en general y la educación en
valores puede desarrollarse de manera general, en cultura diversas, o tanto
para hombres como para mujeres, o para diferentes estamentos etarios, sobre
todo ahora que se habla de que cada persona aprendemos de manera
diferente?
IV.3 El sujeto y la actividad cognoscitiva
La filosofía en general se divide en dos grandes corrientes: la racionalista y la
empirista, una con gran tradición europeo continental y la otra anglosajona.
Por no ser objeto de este trabajo, se da por sentado que se comprende de
manera razonable la diferencia entre una y otra, por lo cual la remisión es
directa a qué consideramos que sucede en el caso de la educación en valores.
En pocas palabras, en lo referido al tema de valores y a cómo se inculcan o
desarrollan en los individuos, algunas de las tantas preguntas que pueden
considerarse pertinentes son: ¿importa conocer su fundamentación conceptual
más que su aplicación cotidiana?; ¿se aprende más con la teoría que con los
ejemplos?; ¿los valores son un producto cultural o dentro de nuestro kit básico
ya vienen instalados?
La respuesta, se tiene desde Aristóteles quien de acuerdo a Victoria
Camps (2011, p. 53), refutó la tesis socrática que la virtud es conocimiento. No,
la virtud es un modo de ser. Y la gran contradicción se da cuando nos damos
vemos que en la Ética a Nicómaco, no dejamos de referirnos a una cuestión
teórica, qué es la virtud, cuando en realidad lo que importa es realizar la virtud
que la humanidad sea buena. Es decir, solos los razonamientos no son
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suficientes, Además, en un sentido más amplio, para el estagirita (Camps, 2011,
p. 51), la moral es muy análoga a la medicina; no hay un tratamiento ni un
remedio idéntico para todos los que padecen incluso la misma patología, ya
que las idiosincrasias particulares obligan siempre a adaptar la regla general al
caso particular. Con la moral ocurre lo mismo: no hay fórmulas que permitan
determinar a priori en qué consiste la bondad o la corrección moral.
Finalmente, el problema que se plantea y al cual en este trabajo sólo se
le menciona (ya que hasta donde se sabe todavía no se la ha encontrado, pues
si así fuera la humanidad y la vida en sociedad serían muy otras), es, a saber,
¿cómo aprehendemos los valores y luego cómo, -se entiende, en condiciones
normales, o no siendo un psicópata o alguien objeto de un accidente como se
describe en el siguiente apartado, por ejemplo- habiendo internalizado los
dichos valores, los aplicamos o los hacemos parte de nuestra vida?
IV.4 El sujeto y la actividad volitiva
Al igual que en el apartado anterior, la tradición científica y sobre todo
la popular respaldan la afirmación de que “somos dueños de nuestros actos”,
que llegados a cierta edad (normalmente entre 18 y 21 años), o a cierto nivel
de desarrollo personal, somos capaces de discernir entre el bien y el mal, que
nuestra voluntad es guiada por nuestra razón y que por tanto, somos
plenamente responsables de lo que hacemos. Sin embargo, en el siglo 19 se
registra el caso paradigmático de Phineas Gage, (1823-1861) quien luego de
ser un trabajador responsable, como consecuencia de un accidente laboral se
convirtió en casi un paria para la sociedad (Alonso, 2011, pp. 151-7).
Las ilustraciones a continuación muestran al personaje en una de las
fotos clásicas (en la cual se le confunde con un ballenero), y a la derecha el
croquis de la parte del cráneo que la atravesó la barra que le cambiaría de
manera irrevocable la personalidad y por lo tanto la vida.
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Este hecho, además de otras muchas investigaciones científicas de los
últimos años, coloca en tela de juicio la creencia común de que somos
responsables de nuestra conducta. Por ejemplo, Mario Gudín (2001, pp. 271-2)
en Cerebro y Bioética (incluido en Tomás Garrido, Gloria María), afirma que el
problema de
qué es antes si la voluntad o la razón han desencadenado ríos de tinta en el mundo de
la filosofía. Desde el punto de vista neurológico parece que el acto voluntario es
previo al intelectual, necesitamos querer para conocer. Está claro que yo no conozco
una realidad si no quiero, si “no me da la gana” conocerla.
Gudín (2001, p. 27-2) cita lo que llama un inteligente experimento
realizado en 1983, en el cual los autores concluyen que “la iniciación de un
acto voluntario puede desencadenarse inconscientemente incluso antes de
que exista ninguna percepción subjetiva de que ese acto se vaya a realizar
realmente”. La deducción de estos investigadores es que la voluntad no existe
porque, según ellos, todos los mecanismos cerebrales son en último término
reflejos. En realidad –afirma de manera concluyente– parten de un error de
principio, consideran que lo único propiamente humano es el pensamiento.
En otras palabras, hoy se discute si existe la voluntad tal y como se la ha
considerado, llegándose al extremo de dudar de la existencia del libre albedrío.
Rubia (2011, p. 9), postula que “… probablemente el libre albedrío sea una
ilusión, una más de todas las ilusiones que el cerebro genera, y en la que
siempre estamos dispuestos a creer”. No obstante, aún hace falta mucha
investigación pues sus implicaciones afectaría incluso, por ejemplo, al derecho
penal. Se nos consideraría autómatas ejecutando un código entre genético y
cultural. En este trabajo se considera el enfoque clásico: “somos amos y
dueños de nuestra voluntad, y por tanto, responsables plenos de nuestros
actos”, i. e., racionales.
IV.5 Conceptos de valor
Debido a su característica de término polisémico, al hablarse de valor es
necesario aclarar desde cuál disciplina o rama de conocimiento se aborda el
asunto. Cuando el contexto es la educación (y paradójicamente también en
política), se supone que se refiere al significado que tiene el concepto en
filosofía. No obstante, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española (en su versión digital: www.rae.es), registra las siguientes acepciones:
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1. m. Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o
proporcionar bienestar o deleite. 2. m. Cualidad de las cosas, en virtud de la cual se da
por poseerlas cierta suma de dinero o equivalente. 3. m. Alcance de la significación o
importancia de una cosa, acción, palabra o frase. 4. m. Cualidad del ánimo, que
mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros. U. t. en
sent. peyor, denotando osadía, y hasta desvergüenza. ¿Cómo tienes valor para eso?
Tuvo valor de negarlo. 5. m. Subsistencia y firmeza de algún acto. 6. m. Fuerza,
actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos. 7. m. Rédito, fruto o
producto de una hacienda, estado o empleo. 8. m. Equivalencia de una cosa a otra,
especialmente hablando de las monedas. 9. m. Persona que posee o a la que se le
atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad. Es un joven
valor de la guitarra. 10. m. Fil. Cualidad que poseen algunas realidades, consideradas
bienes, por lo cual son estimables. Los valores tienen polaridad en cuanto son
positivos o negativos, y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores. 11. m.
Mús. Duración del sonido que corresponde a cada nota, según la figura con que esta se
representa. 12. m. Pint. En una pintura o un dibujo, grado de claridad, media tinta o
sombra que tiene cada tono o cada pormenor en relación con los demás. 13. m. pl.
Títulos representativos o anotaciones en cuenta de participación en sociedades, de
cantidades prestadas, de mercaderías, de depósitos y de fondos monetarios, futuros,
opciones, etc., que son objeto de operaciones mercantiles. Los valores están en alza, en
baja, en calma. (Resaltado no en el original)
Desde el punto de vista filosófico, que es el que tendría que ser el
idóneo para la educación (aunque no pocas veces es el económico, dada la
mercantilización –a través en muchos casos de la privatización- de la
educación contemporánea), Abbagnano (1995, p. 120), indica que la teoría de
los valores fue reconocida en el s. 20 como parte importante de la filosofía;
aún más, se la consideró como totalidad de la filosofía denominada “filosofía
de los valores” y direcciones conexas cuando a principio de ese siglo empezó a
usarse. Los primeros escritos en los que se encuentra tal expresión son: P. Paie,
Logique de la volonté (1902, p. 385); E. von Hartmann, Grundriss der Axiologie
[“Compendio de Axiología”], 1908; W. M. Urban, Valuation, 1909. El término
tuvo la fortuna de la que careció el término timología propuesto para la misma
ciencia (Kreibig, Psycho-logische Grundlegung eines Systems der Werttheorie
[“Fundamentación psicológica de un sistema de la teoría del valor”].
En general, entenderemos por valor todo objeto de preferencia o de
elección. Desde la antigüedad la palabra ha sido usada para indicar la utilidad
o el precio de los bienes materiales y la dignidad o el mérito de las personas,
pero este uso no tiene significado filosófico alguno porque no ha dado origen
a problemas filosóficos.
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El uso filosófico del término valor comienza sólo cuando su significado
se generaliza para indicar cualquier objeto de preferencia o de selección, lo
que ocurre por primera vez con los estoicos, quienes introdujeron el término
en el dominio de la ética y denominaron valor a los objetos de las selecciones
morales. Lo hicieron así por entender el bien en sentido subjetivo y en
consecuencia, podía considerar los bienes y sus relaciones jerárquicas como
objetos de preferencia o de elección. Entendieron por valor en general, “toda
contribución a una vida conforme a la razón” o, como afirmó Cicerón, “lo
conforme a la naturaleza o lo digno de elección”. Por lo conforme a la
naturaleza entendían lo que debe ser elegido en todos los casos, o sea la
virtud; por lo digno de elección, entendían los bienes que deben preferirse,
como el ingenio, el arte, el progreso, entres las cosas espirituales; la riqueza, la
fama, la salud, la fuerza, la belleza, entre las cosas corporales; la riqueza, la
fama, la nobleza entres las cosas externas. La división entre valores
obligatorios y valores preferenciales será expresada más tarde como la división
entre valores intrínsecos o finales y extrínsecos o instrumentales.
Con un enfoque más sociológico que filosófico, Giner (2002, pp. 811-
812), afirma que los valores son creencias o convicciones acerca de que algo es
bueno o malo, mejor o peor que otra cosa. Cuando decimos que los valores
son sociales, lo que se señala es su origen y naturaleza social: yo no me
invento mis propios valores, sino que los encuentro en el elenco que mi
cultura y mi época me ofrecen, y ello de una manera en la que los grupos de
que formo parte (o que por algún motivo tomo como referencia) influyen,
condicionan, o incluso determinan mi elección. Claro está que los valores
pueden estudiarse desde el punto de vista psicológico, pues en último
extremo sus portadores somos los individuos: pero a la sociología le interesa el
hecho de que sean compartidos por más o menos gente, así como la evidencia
de que sus modalidades y transformaciones están socialmente pautadas.
Desde el punto de vista sociológico los valores se caracterizan por su
convencionalismo o arbitrariedad: algo es valioso porque es preferido por
muchos (aunque se podría discutir la existencia de universales al respecto). En
cambio, para los individuos los valores son una “cosa social” con la que se
encuentran, y que asumen de manera más o menos obligada: algo es
preferible porque (se afirma que) es valioso. Se pueden entender como un
sistema más o menos completo, integrado y complejo de normas para la
apreciación de la conducta individual o social como “correcta” o “incorrecta”,
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“buena” o “mala”, basado sobre todo en orientaciones religiosas e ideológicas
específicas y en valores socioculturales.
En sentido sociocultural y desde un punto de vista sociológico
(Hillmann, pp. 998-1000), los valores son fines y orientaciones fundamentales,
generales y centrales de las acciones humanas y de la convivencia social
dentro de una subcultura, una cultura o incluso en el conjunto de la
humanidad. Según el concepto de la sociología de tipo empírico, los valore
son proceden de un reino supra terrenal de valores e ideales puros o del
espíritu de un individuo, sino que son el resultado de procesos complejos de
desarrollo y cambio histórico y sociocultural. Los valores, por tanto, están
determinados por la historia, son culturalmente relativos y cambiantes y, en
consecuencia, pueden ser configura-dos conscientemente. Están tipificados
por cada cultura y, a su vez, toman parte en la configuración de cada tipo de
cultura. Sirven como criterios selectivos de orientación para los fines y la
elección de medios de quienes actúan dentro de una determinada cultura y
sociedad (función de orientación y control). Son en cuanto representaciones
de lo deseado, “los elementos decisivos de una cultura”. Su “criterio objetivo es
su importancia en el sistema de valores cultura-les“; su criterio subjetivo es la
importancia para la “estructura personal” de un individuo. Los valores
determinan en amplia medida lo que es relevante, significativo y digno de
esfuerzo para los individuos y para los actores colectivos. Contribuyen, por
tanto, de forma fundamental y de una manera permanente a la compensación
de la “reducción del instinto” en el hombre y de la inseguridad que genera esta
conducta.
Los valores fundan y justifican de modo significativo las normas sociales
mucho más abundantes y más concretas, indispensables con todo para una
conducta determinada y recíprocamente fiable de los miembros de la sociedad
en las múltiples situaciones de la vida diaria. Con la vinculación de las normas
sociales son las sanciones (recompensas y castigos), también se sancionan
indirectamente los valores en la sociedad. Son utilizados, además, como
instrumento de legitimación de las concepciones del mundo y de las
ideologías para conseguir, asegurar o destruir el poder.
Los valores interiorizados por el individuo durante la socialización,
relacionados con normas y roles, se convierten en modelos de valores y en
ideas que se expresan y que, a su vez, ejercen una gran influencia sobe las
actitudes, intereses, ideas de sentido, preferencias y deseos. Como
consecuencia de esta interiorización e interdependencia, los individuos no
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suelen ser normalmente conscientes de que sus propios modelos individuales
y subjetivos respecto de los fines propuestos y de las motivaciones personales
en gran parte están determinados por los valores aprendidos. A causa de esta
muy difundida “falta de conciencia de los valores”, a menudo se ignora la
fuerza de la influencia real y el peso de los valores.
Los valores de una cultura y de una sociedad constituyen un sistema no
fijado –hasta ahora- de forma precisa y racional, con indicios de estructura
jerárquica. Los valores superiores (valores ideales y fundamentales) coinciden
con los terminal values de M. Rokeach, esto es, valores terminales, que tienden
a un fin último y a un estadio final de la existencia humana; por ejemplo, una
vida confortable, un mundo en paz, la igualdad. En niveles inferiores del
sistema se encuentran los instrumental values, es decir, los valores instrumen-
tales, que, como representaciones del deben en cuanto a los medios y a las
acciones, se orientan a la consecución de los valores terminales. Los valores
instrumentales, que coinciden con los valores y las virtudes morales, son
menos abstractos y amplios; por ejemplo, competitivo, competente, lógico,
solidario, responsable. Otra categoría de valores la constituyen aquellas
apreciaciones ligadas a objetos que se refieren más bien a aspectos y ámbitos
concretos de la vida sociocultural; por ejemplo, salud, protección del medio
ambiente, familia.
En la vida cotidiana, los valores instrumentales, como por ejemplo el
rendimiento laboral, la eficacia empresarial y el crecimiento económico –que
debería servir para la realización de los valores terminales- ejercen a menudo,
en conexión con intereses sumamente arraigados y actitudes exigentes, una
influencia muy fuerte sobre la conducta real. Sobre todo el predominio de los
valores económicos en la sociedad competitiva y del bienestar moderna ha
contribuido enormemente a que los valores ideales y fundamentales
frecuentemente proclamados no lleguen a vivirse con exigencia y a realizarse:
diferencia o contradicción entre el sistema de valores proclamados en un
plano ideal-verbal y el sistema de valores que ha de llevarse a la práctica en el
terreno de la vida cotidiana.
En la sociedad moderna el sistema de valores colectivos se diversifica,
de un modo bastante plural y en parte antagónico, en numerosos y diversos
subsistemas, subculturas y contraculturas, regiones, estratos sociales,
movimientos sociales o minorías étnicas, formas de vida y ambientes, así como
en redoblados esfuerzos por la autonomía personal y el desarrollo de la propia
personalidad. Por consiguiente, es difícil identificar de forma empírico-analítica
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un sistema significativo de valores para la sociedad en general. Como el
dominante y a la vez criticado sistema cultural, o hasta contracultural, varía
diversificado incluso dentro mismo de la cultura mayoritaria (de las clases
medias) según sectores específicos, estructuras sociales e individuos, sólo es
posible establecer un sistema central, por lo menos en el plano cognitivo, a
modo de un término medio abstracto. Con el aumento del pluralismo, las
contradicciones y los fenómenos de descomposición del sistema de valores
sociales, se incrementan igualmente las tensiones, los conflictos y los procesos
de desintegración de la sociedad, así como los problemas de orientación y las
presiones psíquicas sobre la personalidad. Tanto más necesario ha de ser, en
consecuencia, en estas circunstancias, llegar a un consenso mínimo sobre los
valores fundamentales aceptables en general y universalmente obligatorios.
V La axiología
V.1 Definiciones
Según Abbagnano (1995, p. 120), la axiología, etimológicamente, tratado de lo
valioso, o filosofía de los valores, es la rama de la filosofía que estudia la
naturaleza de los valores y juicios valorativos. El término fue empleado por
primera vez por Paul Lapie (de quien no fue posible encontrar referencias en la
web) en 1902, y posteriormente por Eduard von Hartmann (1842-1906) en
1908 (sic; puede suponerse que de manera póstuma).
No obstante las referencias cifradas en el siglo anterior, la reflexión
explícita acerca de los valores, es anterior a la noción de axiología y puede
remontarse al empirista escocés David Hume, quien se preocupa principal-
mente por los valores morales y estéticos y elabora una teoría antimetafísica
(vid supra IV.1) y nominalista de los valores. Con todo, la teoría de este filósofo
define los valores como principios de los juicios morales y estéticos, visión que
será criticada por Friedrich Nietzsche (1844-1900) y su concepción genealógica
de los valores, según la cual no sólo los juicios estéticos y morales dependen
de valores, sino que hasta las verdades científicas y las observaciones
cotidianas responden a ciertos valores y formas de valorar. Por otro lado,
también Karl Marx (1818-1883) utiliza un concepto económico de valor para
fundamentar en buena medida sus críticas y análisis socioeconómicos.
Para Adela Cortina (1996, p. 80), “La diferenciación entre moral y ética
no viene exigida por razones etimológicas, ni por el uso de ambos términos,
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sino por imperativos lógicos, es decir, porque configuran dos niveles distintos
de pensamiento y lenguaje”. Con la declinación de la ética se desarrolló el
concepto de axiología como disciplina que se encarga del estudio de los
valores, tomando como punto de partida el desarrollo de la economía,
especialmente de parte de los clásicos como Adam Smith (1723-1790), David
Ricardo (1772-1823), Carlos Marx y tantos otros más.
La axiología no sólo trata abordar los valores positivos, sino también de
los valores negativos (también llamados antivalores), analizando los principios
que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los
fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha
encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde
el concepto de valor posee una relevancia específica.
Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert (1863-1936) o
Max Scheler (1872-1928) realizaron diferentes propuestas para elaborar una
jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una
«ética axiológica», que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler
y Nicolai Hartmann.
Desde el punto de vista ético, la axiología es una de las dos principales
fundamentaciones de la ética junto con la deontología, término introducido
por Jeremy Bentham (1748-1832), que es la rama de la ética cuyo objeto de
estudio son los fundamentos del deber y las normas morales, especialmente
referida a las profesiones liberales, como es el caso de la medicina y las
ciencias de la salud en general, las ingenierías, la educación, etc.
V.2 Escuelas axiológicas
Como ha quedado escrito hasta aquí, si bien los antiguos griegos ya hablaban
de virtudes, el concepto de valor se empezó a usar con los estoicos, en tanto
que la axiología empezó a surgir de manera sistematizada aproximadamente a
finales del siglo 19, por lo cual las escuelas correspondientes no pueden ser
anteriores a tales períodos históricos.
No obstante, como un marco general con antecedentes históricos,
citamos en principio los tipos axiológicos que registra Castellote (2002, pp. 58-
60), para quien la axiología fue un intento de crear una ética que no estuviera
vinculada a la metafísica tradicional, ante el deterioro de ésta en la
modernidad, Según su enfoque, existen varios tipos de axiología:
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a) Objetivismo estricto, de (San) Agustín y la Escolástica, para el cual Ser
equivale a valor. El mal es el “no ser”.
b) Formalismo, de Kant y los neokantianos. Pasa el valor al lenguaje
filosófico sin precisarlo. La Escuela de Baden, que es la más representa-
tiva la integraron Windelband (1848-1915), H. Rickert (1836-1936), H.
Münstenberg (1863-1916), acepta el formalismo de Kant, haciendo que
la verdad y el valor estén determinados por la regla del conocer, no por
los objetos. Niega la trascendencia de Dios, algo que Kant acepta
mediante la razón práctica. Con Windelband aparecen los juicios
lógicos, que Kant había repudiado por inservibles y los añade a los
juicios éticos y estéticos de éste. En lo lógico, hay un sollen (estar
conforme) y en la ética, un müssen (deber). Es espiritualista, aceptando
los valores de lo “santo” como englobantes de los otros, pero no llega a
resolver el problema de Dios. Rickert, por su parte, interpreta la historia
desde los valores; establece una alianza entre formalismo axiológico y
positivismo (Geltung, que equivale a valoración subjetiva).
c) Antiformalismo. Se pueden distinguir dos aspectos: subjetivismo y
objetivismo. (tema desarrollado en VI, vid infra)
d) Personalismo. Entre otros, se encuentra a M. Scheler y W. Stern (1871-
1938). El primero rechaza tanto el psicologismo como el formalismo,
aceptando, en contra de Kant una ética material. Hay “valores persona-
les” y “valores de cosas”. Excluye, sin embargo, y siguiendo en esto al
mismo filósofo, los fines (lo que significa consecuencialismo de la
acción ética). La persona, como unidad concreta, que no es lo mismo
que sujeto concreto, y esencial es la base de todos los actos. La unidad
concreta la pueden constituir grupos y naciones; el sujeto concreto
individual no es la base de la acción ética; lo es, en cambio la persona,
como sujeto real valioso en sí mismo. La espontaneidad es unitaria y
dirigida a la esencia de los valores. Hacia el final de su vida, Scheler cae
en un panteísmo haciendo de Dios la totalidad del mundo como
persona absoluta y necesitando de éste para su existencia; el espíritu
necesita de la materia para desarrollarse. Dios es el valor de los valores,
como persona, pero no es un “yo” o sujeto, pues para él no hay ningún
“tú” ni ningún valor.
e) Neoplatonismo. Es la postura de N. Hartmann (1882-1950). Para él, el
valor es una realidad-ideal, al estilo del realismo idealista de Platón. En
sí mismos considerados, los valores son un puro análisis de la
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subjetividad (sentimientos de culpabilidad, de arrepentimiento, etc.).
Sólo los valores económicos, la fuerza de los valores que no su altura,
dependen del hombre. Existen, pues, dos mundos: el real-actual (o
físico) y el real-ideal (o axiológico). Postula la evidencia objetiva en la
intuición de los valores. Éstos no sólo son esencias, sino principios,
aunque no de lo real-actual, sino de lo real-ideal, porque ejercen una
presión sobre los sujetos morales, constituyendo así el deber-ser. Son
agresivos a la voluntad. Pero ésta es, en definitiva, la que los “redime”
del deber-ser al ser. El hombre libre es algo así como la dignidad divina.
Según esto, se podría decir que todo lo que hace el hombre es
esencialmente bueno.
Con el marco general de los tipos de axiología, Sánchez Vázquez (1992,
pp. 127-139), afirma que las escuelas axiológicas son tres:
1. La escuela Austriaca o Meinong
2. La escuela Neokantiana de Baden o de Rickert
3. La escuela Fenomenológica.
Las primeras son subjetivistas o psicologistas. La tercera, que parte con
Edmund Husserl, es objetivista. La austriaca toma su otro nombre del filósofo
de esa nacionalidad, si bien de origen ucraniano, Alexius Meinong (1853-1920).
Finalmente, y posiblemente buscando zanjar la inveterada disputa entre
subjetivista y objetivistas, para Sánchez Vásquez (1992, p. 133), el valor no lo
poseen los objetos de por sí, sino que éstos lo adquieren gracias a su relación
con el hombre como ser social. Pero los objetos, a su vez, sólo pueden ser
valiosos cuando están dotados efectivamente de ciertas propiedades objetivas.
En otras palabras, El valor lo damos los sujetos humanos pero, no obstante,
los objetos deben estar revestidos de determinadas características objetivas.
V.3 Convergencia y divergencia de las escuelas
En esencia, como sucede con muchas categorías filosóficas, las corrientes se
dividen en idealistas y materialistas, posiciones subjetivas u objetivas,
mutuamente excluyentes, al punto que históricamente han escindido a la
humanidad. El origen de ambas se encuentra en la filosofía occidental de los
griegos, específicamente en Platón y su discípulo Aristóteles, por lo cual
compatibilizar o hacer miscibles ambas posiciones es imposible; uno en el
mundo de las ideas y el otro en lo terrenal, físico y concreto, tal y como lo
refleja la famosa pintura medieval.
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Consolidado el cristianismo como un poderoso movimiento de masas,
religioso y político, de incalculable trascendencia, al extremo de dividir la
historia de la humanidad en el antes y el después de la presunta fecha de
nacimiento de Cristo (tal y como de nuevo registran diccionarios, enciclopedias
y reseñas históricas de la filosofía), correspondió a Agustín de Hipona (para
cimentar el cristianismo) la imprescindible fundamentación teórico-conceptual
del movimiento que ocuparía el vacío dejado por el agonizante imperio
romano.
El futuro San Agustín tomó como base la obra del estagirita, gracias a la
conservación que de su obra realizaran los árabes. A partir de allí el
cristianismo obtuvo la base filosófica indispensable para su desarrollo y
conservación; el ser se equiparó al valor, a la vida, porque Cristo vino a dar
vida y vida en abundancia, a superar a la muerte, esto es, el “no ser”.
Con la Ilustración, la edad de la Razón, en el siglo 18, el de las luces, el
idealismo se hace protagónico. Esta corriente tiene como representante
máximo a I. Kant y luego a sus continuadores que implícitamente asignan al
formalismo del lenguaje filosófico, el valor, haciendo que la verdad y el valor
estén determinados por la regla del conocer y no por los objetos.
Como reacción a la corriente idealista, con en el llamado Antiformalismo
se distinguen dos aspectos, mutuamente excluyentes aunque complementa-
rios: el subjetivismo y objetivismo. Así, más que converger o divergir,
convergen al divergir o divergen al converger.
El Personalismo de Scheler y Stern rechaza el psicologismo y el formalis-
mo, acoge una ética material opuesta a Kant, La unidad concreta la
constituyen grupos; el sujeto concreto individual no es la base de la acción
ética; lo es, en cambio la persona, como sujeto real valioso en sí mismo. La
espontaneidad es unitaria y dirigida a la esencia de los valores. Dios la
totalidad del mundo, es el valor de los valores como persona absoluta, no es
un yo o sujeto, el espíritu para desarrollarse necesita de la materia.
En el Neoplatonismo de N. Hartmann, el valor es una realidad-ideal. Los
valores son un análisis de la subjetividad. Sólo los valores económicos, la
fuerza de los valores que no su altura, dependen del hombre. Existen dos
mundos: el real-actual (o físico) y el real-ideal (o axiológico). Postula la
evidencia objetiva en la intuición de los valores.
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Finalmente, ¿en qué convergen y en qué divergen ambas posiciones? En
primer lugar, ambas escuelas (dentro del contexto general de los tipos),
convergen en que existe una categoría que denominada valor, sea donde sea
que se encuentre fincada su esencia o su realidad (en quien lo determina o en
el objeto o entidad a la que se le atribuye). Y divergen en la fuente del valor
(aunque no, se repite, en su existencia) está en el objeto, o bien, en el sujeto.
V.4 Principales postulantes de las escuelas
Esta parte se toma del Diccionario de Biografía (2004) de Editorial Océano
(EO), y del Atlas de Filosofía (2003) de Kunzmann, et allí, (AF).
Platón (427-347): Arístocles. Aristócrata seguidor de Sócrates hasta la ejecución
de éste en el 399 tras lo cual se exilió. Viajó por varios lugares y acabó siendo
vendido como esclavo. Hacia 387 regresó a Atenas y luego fundó su escuela, la
Academia. Su doctrina está recogida prácticamente en su totalidad en forma
de diálogos, protagonizados en su mayoría por su maestro, aunque la doctrina
expuesta en ellos se aleja progresivamente de esas ideas, hasta los diálogos de
madurez, en que Sócrates se convierte en el portavoz de las teorías de Platón.
La más célebre de ellas es le teoría de las ideas, según la cual éstas poseen el
ser propiamente dicho y pertenecen al mundo de las ideas, al que
corresponden los caracteres que Parménides atribuyó al ser: entre otros, la
inmutabilidad y la eternidad; el mundo sensible es mera apariencia, y sus
objetos son sombras de las ideas, con las que se relacionan por participación.
La naturaleza de esta relación entre ambos mundos fue objeto de revisión por
el propio Platón en sus diálogos de la vejez, especialmente en el Parménides, y
en ella se centrarán las críticas de Aristóteles. (EO, p. 777). En lo referido a la
ética destacan dos obras Gorgias y La República, que indudablemente se
inscriben en el subjetivismo, dada la posición filosófica del autor.
Aristóteles (384-322): Filósofo y médico, descendiente de una familia de éstos.
Nació en Estagira (hoy Stavro), por lo que se le denomina el estagirita.
Huérfano desde joven, marchó a Atenas a los 17 años para estudiar filosofía en
la Academia de Platón, de quien fue un brillante discípulo. Pasó allí veinte años
en los que colaboró en la enseñanza y publicó algunas obras que
desarrollaban las tesis platónicas. En el 348, a la muerte de Platón rompió con
la Academia y abandonó Atenas por cuestiones políticas. Luego de enviudar
tuvo un hijo, Nicómaco, con una antigua esclava del tirano Hermias.. En la corte
del rey de Macedonia, Filipo II educó al hijo de éste, Alejandro. Al regresar a
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Atenas enseñó en el Liceo. Con el tiempo, y quizá no antes de su muerte, sus
discípulos constituyeron una institución comparable con la Academia de
Platón, denominada escuela peripatética, por la costumbre de dictar las
enseñanzas y mantener las discusiones durante largos paseos. Contario a lo
que sucedió con su maestro, de Aristóteles sólo se han conservado los escritos
esotéricos, derivados de las lecciones impartidas en el Liceo, mientras que se
han perdido los exotéricos, destinados al público en general. Su modelo se
mantuvo inalterable hasta el siglo 19. (EO, pp. 46-47). Como ya se indicó con
anterioridad, en contraste con su maestro, Platón, Aristóteles como buen
naturalista, se adscribe a lo que en este tiempo se denomina el objetivismo
axiológico.
San Agustín (354-430): Aurelius Augustinus. Teólogo latino. Al principio tuvo
una vida disipada. Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó
su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupa-
ción por el problema del mal, que lo acompañó toda la vida, fue determinante
en su adhesión al maniqueísmo. La lectura de los neoplatónicos -es probable
que Plotino (205-270)-, debilitó esas convicciones y modificó su concepción de
la esencia divina y de la naturaleza del mal. A partir de la idea de que “Dios es
luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada”,
comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios,
derivan todo su ser de Él, de manera que el mal solo puede ser entendido
como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como
sustancia. La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a
retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo
Verecundo, en Lombardía, donde escribió sus primera obras. En el 391 fue
ordenado sacerdote en Hipona habiéndosele encomendado la misión de
predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que cumplió con fervor y le
valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate contra las
herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica. Entre sus obras
maestras se encuentran: Acerca de la vida feliz (386), Contra los académicos
(386), Soliloquios (387), Acerca del Libre albedrío (388-390), Acerca de la
verdadera religión (390), Cartas (396-430), Confesiones (400), Sobre la Trinidad
(400-416), Acerca del Génesis (401-415), La Ciudad de Dios (420-429). (EO, pp.
9-10), considerándose este autor parte de lo comprendido ahora como escuela
objetivista.
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Immanuel Kant (1724-1804): Filósofo alemán nació y murió en Königsberg. Es
uno de los grandes filósofos en la historia de la humanidad. Su Crítica de la
razón pura se considera un hito entre los textos de la época moderna (AF, p.
137). Para Blázquez Carmona et allí (2001, p. 236), en la reflexión ética se
designa como formalismo a su concepción moral; hace depender el valor
moral de las acciones, no de algún contenido concreto (llámese placer, bien o
Dios), sino del respeto a la ley, al deber por el deber, según sus palabras. Se
trata de determinar cómo ha de hacerse (es decir, la forma de actuar, que es el
respeto a la ley que uno mismo se dicta: el deber) lo que todo el mundo sabe
que ha de hacer (es decir, la materia). El texto clave, escrito en la
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, es:
El valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco, por
consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su fundamento
determinante en ese efecto esperado. Pues todos esos efectos –el agrado del estado
propio o incluso el fomento de la felicidad ajena- pudieron realizarse por medio de otras
causas, y no hacía falta para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en
donde puede encontrarse el bien supremo y absoluto. Por tanto, no otra cosa, sino sólo
la representación de la ley en sí misma –la cual, desde luego, no se encuentra más que
en el ser racional-, en cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento
determinante de la voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien
moral.
Con Kant, como se anotó, se inicia una nueva corriente en la teoría de
los valores, el llamado formalismo kantiano, que afirma que si conocemos el
bien estamos obligados a practicarlo y consecuentemente a evitar el mal. En su
obra distinguía entre el saber teórico y actuar práctico, dado que por medio de
la experiencia sólo se conoce el fenómeno lo cual no nos permite conocer
criterio moral alguno.
Wilhem Windelband (1848-1915): Según Reale (2002, pp. 400-401), la escuela
de Baden recibió ese nombre porque sus centros fueron Heidelberg y
Friburgo, ciudades situadas en esa región de Alemania. Sus representantes
más prestigiosos son W. Windelband y H. Rickert, considerados exponentes
muy notables del neocriticismo lo cual les diferencia de la escuela de
Marburgo. En su retorno a Kant, Windelband atribuye sin duda a la filosofía la
tarea de buscar los principios que garantizan la validez del conocimiento. No
obstante, a este respecto introduce dos nuevos elementos: por una parte,
dichos principios se interpretan como valores necesarios y universales, cuyo
normativo es independiente de su efectiva realización; por otro lado, a
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diferencia de la escuela de Marburgo, Windelband se libera de la referencia
privilegiada al ámbito del conocimiento y toma en consideración la actividad
humana que se desarrolla asimismo en los terrenos de la moralidad y del arte.
Para Windelband la filosofía investiga si es que existe una ciencia, es decir, un
pensamiento que posea valor de verdad, con una ciencia, es decir, un
pensamiento que posea valor de verdad, con una validez universal y necesaria;
investiga si es que hay una moral, un valor y un actuar que posean con validez
universal y necesaria el valor de bien.
Heinrich Rickert (1863-1936): Diseña un sistema de valores que se basa en su
división entre el mundo de los objetos y el mundo de los valores. Ambos están
reunidos en el mundo de la realización sensorial que surge “en tanto que
somos sujetos que valoran, es decir, sujetos que toman libremente una
posición respecto a los valores” (AF, p. 175). Este autor pertenece a la escuela
de Baden, quienes distinguen entre la naturaleza, sólo alcanzable mediante
leyes, y la historia y las culturas, sólo concebibles como valores.
Max Scheler (1874-1928): Al hablar de valores, este filósofo es imprescindible,
por lo que se le dedica un espacio mayor que a los anteriores. Según
Kunzmannk et alli (2003, p. 199) este filósofo amplía el campo de la
fenomenología, que en gran parte desarrollara su maestro Edmund Hussel
(1859-1938), aplicándolo al ámbito de la ética, la filosofía de la cultura y la
filosofía de la religión. En su obra El formalismo en la ética y la ética material
de los valores, critica la ética formal de Kant y desarrolla en la dirección
contraria los fundamentos de su teoría de los valores. Afirma estar convencido
de que
Este coloso de acero y bronce [la ley moral de Kant obstruye el camino de la filosofía
hacia una […] teoría concreta y comprensible de los valores morales, de su jerarquía y de
las normas que se basan en esta jerarquía; y con ello, al mismo tiempo, la incorporación
fundada en el verdadero conocimiento de los valores morales a la vida humana.
Los valores le son a los al hombre a priori y de manera ideal en los actos
del sentir. No existen en un cielo de valores con una subsistencia en sí, sino
que están ligados a las personas en tanto que el centro de los actos, aunque
como un a priori emocional esencialmente necesario para la persona. Evita el
formalismo de Kant, puesto que los valores están determinados en sus
contenidos y ligados a la persona, pero al mismo tiempo enfrenta al
relativismo sosteniendo un orden a priori de los valores. Los valores se sitúan
en una jerarquía suprahistórica. A cada nivel de valor le corresponde u
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particular acto de sentimiento, un tipo de persona y una forma de sociedad,
por lo cual hay que darles la primacía a los valores superiores. Los valores se
muestran en las cosas o en los bienes, pero son independientes de estos en su
calidad de valores. En este aspecto son comparables con los colores, que
también aparecen en ciertos objetos, pero que son independientes de éstos en
su calidad de colores.
Considera que la esencia del hombre no está primariamente en su
pensamiento o en su voluntad, sino en el amor. El hombre es un ens amans, un
ser amante. Todo conocer y toda adquisición de valor se basan en la capacidad
de participación en el ser, que está basada en el amor. Para el pensamiento de
este filósofo es fundamental el concepto de persona, a la que concibe como
una unidad de ser de distintos actos (sentir, pensar, querer, amar). La persona
es la unidad de ser concreta, por si misma esencial, de los actos de esencias de
diferentes géneros. Diferente de ella es el yo, que está determinado por sus
funciones psicofísicas (por ejemplo, las funciones sensoriales). La persona es
única y se substrae a cualquier objetivación. Sabe de sí misma sólo en el
cumplimiento de sus actos, y sabe de otras personas en el cumplimiento
simultáneo, anterior y posterior de sus actos. Habla también de personas
colectivas (nación e Iglesia) a las que les atribuye una conciencia propia basada
en la interrelación de los actos comunitarios. La persona divina ocupa un lugar
relevante y hacia ella se dirige la persona humana. La idea de dios es el mayor
valor y el amor de Dios la más alta forma del amor. Con el paso del tiempo
Scheler cambia su concepción de dios, inicialmente cristiana, hacia una
divinidad cambiante.
En su época tardía Scheler se dedicó sobre todo al proyecto de una an-
tropología filosófica. En El puesto del hombre en el cosmos desarrolla la idea de
una estructura escalonada de lo psíquico. El primer nivel es el ímpetu del sentir,
propio de todo ser vivo desde lo vegetal hasta el hombre. Le siguen el instinto,
la memoria asociativa, la inteligencia práctica (la posibilidad de elegir, la
capacidad de anticipación); y finalmente el espíritu sólo en el hombre. A través
del espíritu el hombre queda desligado de las limitaciones de lo orgánico. Pero
al mismo tiempo el espíritu entra en un antagonismo con el principio de todo
lo vivo, a saber: el ímpetu. Toda vivencia de la realidad se funda en el ímpetu y
sobre la base de la experiencia de la resistencia que lo real opone al ímpetu. La
dualidad de espíritu e ímpetu es decisiva para el desarrollo de la cultura y la
sociedad en la forma de la interacción de factores ideales y factores reales. El
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espíritu en sí no tiene fuerza para transformar su conocimiento de la esencia
en realidad. Tan sólo allí donde sus ideas se unen con los factores reales (los
instintos, como el de la conservación; los intereses; las tendencias sociales)
cobran éstas realidad.
VI La ética
VI.1 Definiciones
De ética se habla a cada momento, con mayor o menor propiedad. Se dice que
es la rama de la filosofía que estudia las teorías relativas al comportamiento
humano en cuanto a su bondad o inconveniencia. También, “Es una ciencia
práctica y normativa que estudia racionalmente la bondad y maldad de los
actos humanos” (Gutiérrez, 1992, p. 23). Si bien se le confunde ética con moral,
ésta es la aplicación de aquélla; es decir: “La ética es la teoría o ciencia del
comporta-miento moral de los hombres en sociedad” (Sánchez, 1992, p. 25).
Una conducta puede ser inmoral, pero hablando de personas, no es válido
calificarla de amoral. Un acto puede no ser moral pero es imposible que
carezca de esta categoría. En su origen, del latín, moral significa o deriva de
costumbre.
Para Abbagnano (1995, p. 466), ética es la ciencia de la conducta. Existen
dos concepciones fundamentales: 1) la que la considera como ciencia del fin al
que debe dirigirse la conducta humana y de los medios para lograrlo,
derivando tanto el fin como los medios de la naturaleza humana; 2) la que la
considera como la ciencia del impulso de la conducta humana e intenta
determinarlo con vistas a dirigirla o disciplinarla. Estas concepciones que se
han entrelazado tanto en la Antigüedad como en el mundo moderno, son
distintas en lo fundamental y hablan dos lenguajes diferentes. La primera, en
efecto, habla el lenguaje del ideal al que el hombre se dirige por su naturaleza
y, en consecuencia, de la naturaleza, esencia o sustancia del hombre. La
segunda, en cambio, habla de los “motivos” o de las “causas” de la conducta
humana o también de las “fuerzas” que la determinan y pretende atenerse al
reconocimiento de los hechos. La confusión entre estos dos puntos de vista
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heterogéneos fue posible por el hecho de que ambos se presentan por lo
común en la forma aparentemente idéntica de una definición del bien. Pero el
análisis del bien demuestra de inmediato la ambigüedad que oculta, ya que
bien puede significar lo que es (por el hecho de ser) o de lo que es objeto de
deseo, de aspiración, etc., y estos dos significados corresponden justo a las dos
concepciones indicadas.
VI.2 Distintas posturas éticas (escuelas)
Las posturas éticas responden a escuelas o doctrinas. Con mayor o menor
amplitud, en lo antes escrito se ha tratado este tema, y evidentemente, al
tratarse de un tema humanístico o social, las clasificaciones variarán de
acuerdo a los diversos autores. No estamos ante ciencias de las llamadas
duras, las cuales, no obstante, también presentan sus diversos puntos de vista
al momento de organizarse o definirse una clasificación.
Dicho lo anterior, a manera de aclaración, para esbozar de manera
esquemática esta parte se sigue a Gutiérrez Sáenz (1992), que en la cuarta
parte de su obra (citada por supuesto en la bibliografía de estos apuntes),
vemos que los capítulos que van del XIX al XXXI (pp. 119-185) cubre lo que
consideramos contempla este apartado. Comienza con Sócrates y le asigna el
papel de fundador de la ética, pasando a su método (conocido como
mayéutica, y basado en la afirmación misma de este filósofo que hacía parir
verdades al igual que en el nacimiento de bebés lo hacía su madre, que era
partera), y sigue con la teoría acerca de la virtud.
Luego se desarrolla el relativismo moral de los sofistas, término que
designa a todo aquél que propone lo falso como verdadero, que engaña con
astucia y cinismo1
y que se jacta de poder defender el pro y el contra de
cualquier proposición; una especie de mercenario retórico. Destaca Protágoras,
que con su famosa expresión: el hombre es la medida de todas las cosas, dentro
de la ambigüedad o de la polisemia inherente puede interpretarse un
temprano antropocentrismo, la excelencia del hombre y su superioridad
dentro de la creación. Empero, ya Platón advirtió que es una expresión
lapidaria del relativismo moral, tesis que implica la muerte de la ética, pues
según lo interpretó, cada persona es juez absoluto de la verdad y de la moral.
En otras palabras, toda verdad y todo valor dependen de cada persona y de su
1
Con más propiedad, sin vergüenza, dado que en filosofía también existe una escuela llamada
cínica, que no debe confundirse con el significado actual que prevalece acerca del término.
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criterio. La verdad y el valor son relativos a cada sujeto, lo cual coincide tanto
con las posiciones asimismo llamadas libertarias (de liberales ortodoxos o
neoliberales dogmatizados), como con el denominado open mind que
prevalece en la conducta de jóvenes miembros de sociedades occidentales u
occidentalizadas especialmente durante el último medio siglo, especialmente a
partir de la década de los años 60’s (en la era de acuario) a la fecha.
Muy ligado a la obra de Sócrates (dado que éste se sabe que no dejó
escrita obra alguna), se registra la obra de quien se dice que posiblemente es
el filósofo más leído y citado: Platón y su teoría de las ideas o idealismo. Para
él el principio fundamental es el valor, consecuencia de que lo perfecto, lo
eterno, lo puro, son las ideas y los entes materiales son un no-ser. La idea del
bien es la cumbre de todas las ideas, debemos aspirar hacia ella, el centro de
nuestra actitud práctica, debiendo, purificarnos de todo lo material, lo cual nos
permitirá ascender a lo sublime, las virtudes: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza.
Luego, de acuerdo al discípulo más destacado de Platón, se cita la obra
de Aristóteles y su eudemonismo. En contraste con aquél, para el llamado
estagirita, todos los seres de este mundo están compuestos de materia y de
forma, el hilemorfismo: la materia es el elemento individualizador, y la forma
es el elemento especificador. Para el caso del hombre, la materia y la forma
son el cuerpo y el alma, respectivamente. Para este filósofo la felicidad ocupa
un puesto central en su ética, entendiendo que eudaimonía significa eso en
griego. No obstante, dicha felicidad no consiste ni en el placer, ni en la fama, ni
en las riquezas, sino en la actuación conforme a la propia naturaleza, es decir,
en la actuación de sus potencias, entre las cuales el entendimiento o razón
ocupa un lugar privilegiado. Una de sus obras más difundidas Ética a
Nicómaco (por el nombre de su hijo), está dedicada al estudio de las virtudes,
lo cual es el perfeccionamiento de una facultad humana.
Sigue el aporte de estoicos y hedonistas. Aquélla tomó su nombre del
pórtico de Atenas (stoá). Fue fundada por Zenón de Citio (342-270, según
Gutiérrez, quien lo denomina de Cicio; o 333-264, para Wikipedia; obviamente,
a. C.). Esta escuela tiene representantes romanos de gran renombre como
Séneca (4 a. C. -65) y el emperador Marco Aurelio (121-180), o Epicteto (55-
135) y Posidonio (135-51). El ideal estoico es el sabio que se gobierna
exclusivamente por la razón, sin dar lugar a los impulsos de las pasiones, las
cuales son juzgadas como malas. La razón debe llevar al hombre a una
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adecuación con su propia naturaleza y con la naturaleza del Cosmos. Gracias a
ella se adquieren las virtudes y, por ende, la felicidad.
En cuanto al Hedonismo, su principal representante es Epicuro (341-
270) en Grecia y Lucrecio (94?-53?) en Roma. El placer (hedoné, en griego) es el
valor supremo, al cual se subordinan todos los demás. La regla de conducta
práctica es “procurad el máximo de placer con el mínimo de dolor”. La virtud
no es sino un medio subordinado al placer, y aquí es donde se encuentra la
máxima oposición con el estoicismo, el cual propone la virtud como un fin y
no como medio.
Dividido, debilitado y casi desintegrado el Imperio Romano, emerge el
cristianismo con una cosmovisión muy diferente a la desplazada, no obstante
que como parte de su adaptación, incorpora elementos de diversas culturas,
inmediatas o remotas. Particular mención requiere el aporte en primer lugar
de los Padres de la Iglesia (San Atanasio de Alejandría, San Basilio el Grande,
San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo y otros tantos más) y luego de
la obra de Agustín de Hipona y siglos después la de (Santo) Tomás de Aquino,
creador de la parte de la filosofía denominada tomismo. Como afirma Coreth
et allí (1989, p. 115), ”La filosofía cristina cuenta con una antigua y rica
tradición formada por la herencia patrística y escolástica, que recogió los
conocimientos platónicos y más tarde los aristotélicos, intentando una síntesis
de los mismos”.
En la secuencia temporal que se toma como base sigue el formalismo a
priori de Kant, que se trata en otros apartados de estos apuntes. Gutiérrez
incluye a pensadores como Karl Marx y su desarrollo del materialismo
dialéctico, en donde no hay seres espirituales independientes de la materia y
por tanto como comúnmente se le entiende, no existe. Luego, del intelectual
francés Jean Paul Sartre (1905-1980), como representante del existencialismo,
que tiene como antecedente al filósofo danés Sören Kierkegaard (1813-1855).
Para Sartre, el hombre es libertad y por tal razón trasciende por completo el
orden material, con lo cual fabrica su propia esencia. Los valores son
creaciones de la libertad humana. El hombre crea el valor cuando actúa con
libertad, con plena autonomía. De aquí surge el llamado amoralismo pues cada
persona vale por su acto libre, no por la sumisión a una jerarquía de valores ya
hechos.
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Otra escuela o corriente que registra Gutiérrez es la que denomina
pragmatismo sociológico, la cual admite como verdadero aquello que produce
éxito en la práctica, por lo que también se identifica como pragmatismo. Es
bueno lo que conduce eficazmente hacia el logro de un fin. La teoría es simple:
se trata de colocar la verdad y el bien en función del éxito que puedan
producir. No obstante lo atractivo -especialmente por lo simplificado del
modelo-, al aplicarse, con frecuencia conduce a contradicciones pues lo que
para unos tiene éxito para otros no. Finalmente, el autor que sirve de base
para este apartado concluye con el desarrollo que de la axiología realizó Max
Scheler, filósofo que es objeto de amplio tratamiento en otros apartados de
este trabajo.
VII Clasificación de los valores
Tanto para la filosofía como para la educación los valores constituyen un tema
nuevo, a diferencia del concepto virtud que ha sido tratado desde la época de
la Grecia clásica. Tanto los antiguos como los modernos incluían, sin tener
conciencia de ello, el valor en el ser, y median a ambos con la misma vara (19,
p. 11). La palabra y el significado el término valores se encuentra a partir de la
economía; de la acepción concreta y tangible del precio de los bienes y
servicios, por abstracción, se llegó al sentido que tiene el vocablo en filosofía.
De ahí se ha pasado a hablar de valores unidos a principios. Ambos términos
son objeto de conversación y de uso en los medios masivos de comunicación
e incluso de lemas de campañas políticas.
En cuanto a su uso en educación y en filosofía, siguiendo a Abbagnano
(1995, p. 1173), se entiende por valor, en general, todo objeto de preferencia o
de elección. Desde la antigüedad la palabra ha sido usada para indicar la
utilidad o el precio de los bienes materiales y la dignidad o el mérito de las
personas, pero este uso no tiene significado filosófico alguno porque no ha
dado origen a problemas filosóficos.
El uso filosófico del término “valor” comienza sólo cuando su significado
se generaliza para indicar cualquier objeto de preferencia o de selección, lo
que ocurre por primera vez con los estoicos, quienes introdujeron el término
en el dominio de la ética y denominaron valores a los objetos de las
selecciones morales. Lo hicieron así por entender el bien en sentido subjetivo y
en consecuencia, podía considerar los bienes y sus relaciones jerárquicas como
objetos de preferencia o de elección. Entendieron por valor, en general, “toda
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contribución a una vida conforme a la razón” o, como dice Cicerón, “lo
conforme a la naturaleza o lo digno de elección (selectione dignum)”. Por lo
conforme a la naturaleza entendían lo que debe ser elegido en todos los casos,
o sea la virtud; por lo digno de elección, entendían los bienes que deben
preferirse, como el ingenio, el arte, el progreso, entres las cosas espirituales; la
riqueza, la fama, la salud, la fuerza, la belleza, entre las cosas corporales; la
riqueza, la fama, la nobleza entres las cosas externas. La división entre valor
obligatorios y valores preferenciales será expresada más tarde como la división
entre valor intrínsecos o finales y valores extrínsecos o instrumentales.
En cuanto a la clasificación, en el desarrollo de este apartado también se
aplica lo anotado anteriormente (vid supra, V.2, Escuelas axiológicas),
basándose el desarrollo en Castellote (2002, pp. 58-59).
VII.1 De manera objetiva
Objetivismo. Los valores son materiales, objetivos y absolutos. Podrían
denominarse como una reestructuración del objetivismo, aunque de forma
moderada. Se encuentra en este apartado Franz. Brentano (1838-1917) y
Edmund Husserl (1869-1938). Para el primero hay una clara diferencia entre lo
físico y lo psíquico. Se instaura la intencionalidad de tipo ideal, siguiendo a
Platón en sus orígenes. Después, de acuerdo a Renato Descartes, admite la
denominada evidencia cartesiana en lo espiritual. Husserl, por su parte, elimina
el psicologismo de la lógica, estableciendo la fenomenología como disposición,
fiel a su escuela filosófica.
VII.2 De manera subjetiva
Subjetivismo. Los valores son materiales, pero relativos al sujeto. Se podría
denominar también psicologismo. La escuela de Viena es la más representativa
con A. Meinong (1853-1920), Ch. V. Ehrenfels (1859-1932), O. Krau (1872-
1942), R. Müller-Friedenfels (1882-1949). También podría pertenecer a este
subjetivismo la escuela anglosajona. Meinong es un puro relativista, para quien
el valor es igual a placer y el contravalor a displacer. Ehrenfels postula la
valoración de lo “ausente”. El valor equivaldría al deseo. Müller afirma que
siempre hay un sujeto que valora, pero es cambiante. Sólo el sujeto actual es
real. En él priva totalmente la ética de Hume. Para Perry el valor es igual al
interés. No importa ni el placer ni el deseo. Priva la economía.
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VIII Aplicación de los valores
Tanto la moral como los valores y las virtudes tienen presencia a cada
momento en la vida diaria. No obstante, su fundamentación se encuentra en la
filosofía como producto de la reflexión humana a través de los siglos. Alasdair
MacIntyre (1998), afirma que la historia de la ética se remonta incluso a las
edades ágrafas. En su Historia de la ética, revisa la evolución del concepto
desde la etapa prefilosófica hasta la filosofía moral moderna de las décadas
más recientes, con lo que se evidencia que el concepto no ha perdido vigencia.
No obstante, es posible que debido a la ya citada impresionante evolución
científico-tecnológica, se tiene la percepción generalizada de que la filosofía
en general y la ética con su bagaje de escuelas y teorías son obsoletas para
comprender el mundo. Ahora lo que importa no es el efecto de lo que se hace
o sus consecuencias sino si se hace o si se es capaz de hacerlo. Vive el
momento, es una divisa común equivalente a Dios ha muerto, como expresara
el nihilista filósofo alemán F. Nietzsche.
En ese contexto, diversos sectores sociales claman por volver por sus
fueros. Por recuperar la imagen de vida idílica que parece haberse perdido
quizá no hace mucho. Si bien las familias y los hogares, los gremios, las
congregaciones religiosas, los medios masivos de comunicación y los modelos
de vida político-económica tienen mucho que aportar para solucionar estos
problemas de los que seguramente son causa, casi toda la presión se ejerce en
los sistemas educativos. Se espera que a través de la educación se resuelvan
los acuciantes e inconmensurables problemas que afrontan las sociedades
actuales en cuanto a corrupción, tráfico de influencias, nepotismo, prevaricato,
abuso, violencia, injusticia y disociación social general, sin detenerse a analizar
las fuentes o causas del mal.
¿Cuántas veces los hijos no son testigos de las actitudes negativas de
los propios padres en cuanto a su relación con los vecinos, el tránsito, los
compañeros de trabajo o incluso con los mismos parientes? En casi cualquier
país del mundo a diario se conoce de hijos y familiares de funcionarios
públicos que participan en acciones no sólo bochornosas sino delictivas. Para
el caso de Guatemala, sin olvidar el principio constitucional de presunción de
inocencia, ¿cómo puede ser justo un juez que no ha sabido conducir su
hogar?; ¿o con qué cara puede presentarse ante la sociedad una jueza que
llegó revestida de la aureola de ser la primera mujer en ocupar un elevado
puesto en la administración de justicia si luego se conoce de su participación
en encubrir al hijo que de qué forma se supone que crió? ¿Quizá para la
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sociedad hubiera sido más productivo y edificante que el tiempo que dedicó a
superarse (o como dijeron en su momento los diarios, a viajar) lo hubiera
invertido en su familia?
Muchas preguntas similares, posiblemente sin respuesta –o al menos sin
respuestas simples, como no es extraño que se pretenda encontrar-, pueden
plantearse. Sin caer en un pesimismo que inmoviliza, el sistema de vida
imperante en las sociedades contemporáneas parece refrendar la decisión
tomada por la hermana de Justine, la protagonista principal de la famosa
novela del Marqués de Sade, en la cual ésta, quien toma el camino de la virtud,
sufre innumerables vejaciones y penas, en tanto que aquélla, que se convierte
en cortesana, llega a ser una mujer adinerada gracias a los diversos amantes y
protectores de que desfilan a través de su vida.
Finalmente, como una evidencia de la aplicación de los valores se
incluyen dos ilustraciones. En la primera, se muestra por una parte lo valioso
que puede ser para una sociedad los estilos de vida marciales (y confróntese,
en el caso de Guatemala, el entusiasmo por los desfiles y las bandas), y por la
otra, el efecto imitación que se manifiesta en los niños cuya estructura
intelectual en formación y desarrollo no les permite comprender la
trascendencia de sus actos, no obstante que crecer en un ambiente
determinado les condiciona en gran medida su desempeño ulterior.
En la segunda ilustración se presentan dos notas publicadas hace
algunos años en uno de los diarios de mayor circulación del país. En el primer
caso la aplicación de la eutanasia y en el segundo, el evolucionado gesto de
dar derechos a especies con las que nos diferenciamos en menos del 2 por
ciento.
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VIII.1 Estilos de vida
Estilo de vida es un concepto sociológico polisémico objeto de diversidad de
aplicaciones y de no poco bagaje histórico. Sus aplicaciones empíricas, sobre
todo, han provocado una notable ausencia de consenso en cuanto a su
definición. Que se ha considerado tanto como conjunto de variables
explicativas como de explicadas. Por más que mayoritariamente se asume que
se refiere a la manea que tienen las gentes de vivir y de gastar su tiempo y su
dinero. Y en donde los productos y las actividades juegan un papel simbólico
(Giner, 2002, pp. 269-270).
De manera más general, para Hillmann (2001, p. 310), estilo de vida
designa, la manera como determinadas personas, unidades sociales, sectores
de población y sociedades enteras configuran su existencia cotidiana. La
configuración del estilo de vida depende sobre todo de las peculiaridades
culturales de la sociedad, de la situación social de cada individuo y de sus
valores y conceptos sobre la vida. El estilo de vida constituye un aspecto
fundamental de la forma de vida. Según este autor, corresponde al sociólogo y
filósofo alemán George Simmel (1858-1918), el mérito de ser el primero en
emplear el término. En contraste, Giner (2002, pp. 269-270), afirma que el
término aparece en el primer tercio del siglo pasado, con el psicólogo A.
Adela, con Max Weber, (1864-1920) en su explicación de los estratos sociales, y
con Thorstein Veblen (1895-1929) l describir el consumo ostentoso. Simmel y
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G. Tarde trataron aspectos relacionados con el estilo de vida, ya no sólo como
una expresión de estatus o de posición social, sino como una proyección de
las actividades de la vida cotidiana, del ocio y del consumo.
Es, no obstante, hasta los años sesenta cuando el concepto cobra
realmente vigencia en los Estados Unidos de Norteamérica y se populariza
gracias a los estudios comerciales que se llevan a cabo desde esas fechas, que
aplican escalas psicográficas en las encuestas, identifican los valores de la
gente y elaboran tipos sociales, conformando así un tipo de descripción de la
sociedad. Tras un impulso inicial de W. Lazer, que asume la influencia de las
ideas, los deseos y las imágenes –y no sólo de los factores socioeconómicos-
sobre los comportamientos de la vida cotidiana, se llega a las definiciones
operacionales de los años setenta: el estilo de vida como modelo específico de
las actividades diarias que caracteriza a un individuo.
La dinámica del proceso de individualización de nuestras sociedades
(con la búsqueda de una identidad distintiva) ha propulsado el concepto que
se considera como la resultante global del sistema de valores y actitudes de un
individuo, de sus actividades y de sus comportamientos de consumo, los
cuales ya no responden al concepto marxista de clase social, medida según
ingresos y nivel cultural.
VIII.2 Cultura, civilizaciones
Según Giner (2002, p. 108), emparentada semánticamente con la palabra latina
que designa a la ciudad (civitas), la civilización alude de inmediato al proceso
(civiliter) que supone la implantación pacífica o la imposición forzosa de un
modo de vida civilizado (urbs: urbano), opuesto o superpuesto a otro u otros
(frente a los que se instituyen en modelo de vida) ligados a formas
tradicionales de existencia natural (ager: agrario; silva: selvático). Al comportar
un uso habitual de artefactos y una mayor tecnificación de las condiciones
generales de la vida, el modo o modelo civilizado tiende a considerarse
superior, más acabado o perfecto por aquéllos que lo practican. De ahí se
deriva una segunda oposición axiológica: civilizado viene a ser lo contrario de
bárbaro.
Equívoco en un sentido coloquial –por ser empleado como sinónimo de
cultura (la paideia griega) con quien suele aparecer asociado en su contrapo-
sición a naturaleza, especialmente en los modernos contextos anglosajón y
francés- el término civilización puede ser visto además como una especie de
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antítesis de aquélla, por cuanto la primera expresaría filosóficamente los
valores del espíritu y la segunda constituiría una exaltación de valores morales,
sí, pero también de intereses materiales. Así es concebida en la Alemania del
cambio de siglo por Werner Sombart y Oswald Spengler, quien afirma que
toda cultura está llamada a degenerar en civilización (La decadencia de
Occidente, 1917).
En su evolución terminológica, la civilización (conversión de un proceso
criminal en civil en la Francia de 1732), pasó a designar el tránsito a un estado
civilizado a partir de los teóricos del progreso (del que formaría uno de sus
ingredientes), tanto en Francia (Turgot, Condorcet, Mirabeau, Saint-Simon,
Comte), como en Inglaterra (Hume, Smith, Priestley, Mill, Tennyson, Spencer,
Bentham…); no así en Alemania (que prefiere cultura: Kant, Fitche, Hegel,
Herder).
Norbert Elías en El proceso de la civilización (1939), realiza una sumaria
enumeración que remite al tipo de modales reinantes, al desarrollo del
conocimiento científico, a las ideas religiosas y a las costumbres (ligados a
procesos de coerción y estructuración sociales). Sumados, pueden a su vez
localizarse geográfica e históricamente en un punto genérico como Occidente,
del que constituirían su autoconciencia: de este modo, la civilización resumiría
“todo aquello que la sociedad occidental de los últimos dos o tres siglos cree
llevar de ventaja a las sociedades anteriores o a las contemporáneas más
primitivas”.
Si, en el siglo XVIII, los términos alemán de Kultur y francés de
civilisation venían a significar casi lo mismo (por cuanto implicaban una
progresión ascendente frente a lo que se consideraba primitivo o natural:
cultus o civilis frente a silvester), pasado un siglo esta equivalencia fue
adquiriendo rasgos diferenciados como conciencia nacional o seña de
identidad propia de los respectivos pueblos que, como burguesía constituida
en nación (nacionalismo), y en su nombre, firmaban la guerra y la paz entre sí,
pero también se lanzaban a la conquista del mundo (colonialismo, capitalismo
mundial, imperialismo) y difundían su sistema de valores (sagrada misión
civilizadora), tomando como modelo su propia idea de clase social (que
copiaba los modelos cortesanos de la nobleza), ligada intrínsecamente a su
ideal de nación.
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VIII.3 Interacción cultural
En un mundo como el del presente siglo la interacción cultural es de una
frecuencia exponencialmente mayor que en cualquier tiempo pasado. La
tecnología de transportes, la informática y las telecomunicaciones permiten
vivir verdaderamente en lo que el filósofo y erudito canadiense Marshall
McLuhan (1911-1980) llamó en su momento la aldea global.
En tal sentido, acorde con la filosofía de la Universidad Mariano Gálvez,
(recuérdese el papel jugado por el Dr. Mariano Gálvez en la historia del país,
como primer presidente liberal, en la tercera década del s. 19), para Hillmann
(2001, pp. 483-484), el desarrollo del concepto interacción se encuentra
estrechamente relacionado con los intentos de las teorías sociológicas de tipo
individualista de construir una ciencia sistemática de la sociedad a partir de
conceptos elementales para esbozar y tipificar las relaciones sociales
individua-les. Se sabe que la sociología formal trata de explicar formaciones
sociales complejas a partir de las relaciones sociales fundamentales entre
individuos (independiente-mente de las situaciones históricas y específicas de
cada cultura). La sociología comprensiva de Weber partía del concepto funda-
mental de relación social entendida como una conducta subjetivamente
significativa relacionada con el otro, de dos o más individuos. El sistema social
de la teoría estructural-funcionalista es, en su forma elemental, la relación
normativamente estructurada de los copartícipes en la acción concordes en la
motivación y en los roles. Con la incorporación de los teoremas de las
investigaciones pedagógicas y de las teorías económicas en la sociología de la
teoría de la conducta, se explica la acción social a partir de los principios de
reciprocidad y equivalencia (intercambio mutuo de prestaciones del mismo
tipo).
Se entenderá, entonces, por interacción a la relación recíproca entre
acciones, intercambio de acciones. Se produce una interacción cuando un
actor (individuo, grupo, organización) no sólo se orienta según la conducta
ocasional o justamente perceptible de otro actor, sino que se orienta también
de acuerdo con las expectativas, las actitudes positivas y negativas y la
valoración y evaluación de las situaciones comunes. Esta tendencia a orientarse
según el comportamiento de los otros actores sólo es posible dentro de una
estructura social previamente dada de valores, normas, símbolos y técnicas
de comunicación comunes (énfasis no en el original).
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En otro sentido, en la sociología formal (esencialmente de Simmel) la
interacción es la categoría básica para entender las leyes de “construcción” de
lo social. Según esta teoría, la sociedad se compone de una multitud de formas
de relación, invariables y fijas entre los individuos, que, con sus acciones –
motivadas por distintos intereses- se influyen recíprocamente.
VIII.4 Valores y su integración al ámbito cultural
Para desarrollar este apartado se emplea parte de lo publicado en The New
York Times International, Weekly Domingo, en agosto 11 de 2013. La síntesis
de catorce artículos diversos (más del 60 por ciento de lo publicado en ese
número), permite verificar cómo en por demás diversas latitudes, culturas,
ocupaciones y contextos históricos se insertan los valores en lo cotidiano.
La primera nota, en la página 1, se titula: En favor de las naranjas. “Su
única posibilidad, pensaba Kress, era algo que su sector y otros siempre habían
evitado por temor al rechazo por parte de los consumidores. Tendrían que
alterar el ADN de la naranja con un gen de otra especie”. Aquí, vemos que
modificar el código genético de plantas y no digamos de animales o humanos
es un tema de valores.
En la página 2, el artículo tiene por título: Bobby Gruenewald, de 36
años, es el “pastor de la innovación” de la iglesia, y en la parte conducente se
refiere a que dicho personaje “Tiene una formación empresarial, no religiosa”.
¿Es válido desde el punto de vista de los valores predicar sin tener formación
religiosa y antes bien reducida aquélla al mundo empresarial?
La página 4, incluye: General egipcio Sisi no es tan claro. “Las
percepciones ambivalentes con respecto al general Sisi –un oficial avezado que
responde con renuencia a una llamada a prestar servicio, un hombre
ambicioso con una “idea de destino”, tal como expresó una persona que lo
conoce- dejan a gran parte de Egipto preguntándose si se propone hacer que
el país vuelva al gobierno civil, como prometió, o capitalizar el apoyo de la
gente buscando el poder para sí mismo”. En el extracto de esta nota, vemos
que a veces las personas se presentan con una faceta y luego descubren otra.
La página 6 refiere: Imagen de escritora inglesa desata conflicto. “Ella
reunió casi US$20 mil para presentar un desafío legal en caso de que el comité
de nueve miembros que establece las tasas de interés ignorara la Ley de
Igualdad del 2010 que obliga a las instituciones públicas a tener en mente la
igualdad de género en todos los asuntos que deciden”. Aquí encontramos un
ejemplo de lucha por igualdad entre sexos.
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En la página 8. Facturas falsas, un gran negocio en China. “En uno de los
casos más grandes este año, un empresario en la Provincia de Zhejiang fue
encarcelado por ayudar a 315 compañías a evadir millones de dólares en
impuestos al emitir facturas falsas, un crimen a veces castigable con la
muerte”. ¿Es necesario algún comentario adicional?
En la misma página: Transporte público, dolor constante para Indonesia.
“Y un carril exclusivo para buses durante las horas pico, cuando las calles están
congestionadas, no ayuda, ya que los automóviles, motocicletas y hasta
vehículos del Gobierno, policíacos y militares pasan por encima de las
diminutas barreras de concreto que se supone están ahí para delimitarlo,
retrasando más a los autobuses”. Una muestra de situaciones que se ven a
diario en (casi) todas las ciudades del mundo; son ejemplos que pueden
parecer pueriles, sin embargo, sus repercusiones pueden ser catastróficas,
como sucede en los accidentes de tránsito de arrojan decenas de muertos y
lesionados.
Página 9: Gobierno surcoreano hace el papel de casamentero. “Los
valores tradicionales cambian poco a poco, pero esos cambios no disminuyen
la necesidad de las presentaciones apropiadas para las relaciones serias”.
Muestra de la tensión entre tradición y vida moderna; cómo las sociedades
presentan rezagos que afectan a las personas en lo individual.
Telenovela sobre realidad maya. “Podría ser la telenovela mexicana más
decente que existe. Las apasionadas escenas amorosas, un elemento básico
del género, fueron reducidas a unos cuantos besos en la mejilla y a tomarse de
las manos, cediendo así a las conservadoras sensibilidades locales. (…) Baktún,
que debuta este mes en la televisión pública del estado de Quintana Roo,
cuenta con los ingredientes melodramáticos comunes de las telenovelas:
avaricia, traición, pleitos familiares y un amor no correspondido”. Esta nota
aparece en la página 10, y refleja hechos familiares a nuestra realidad e
idiosincrasia.
Página 11; Juventud afgana experimenta efectos culturales del conflicto.
“… entrevistas con docenas de jóvenes pintan una imagen de una nueva
generación aferrada a las costumbres conservadoras de su sociedad,
particularmente en lo que se refiere a los derechos de la mujer”. Nota similar a
las anteriores, por una parte lo tradicional y lo moderno, por la otra la tensión
entre sexos.
En la página 12. Conflicto solar trae beneficios a Taiwán. “Muchos
fabricantes eludieron los impuestos al comprar sus celdas en otros lugares,
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principalmente en Taiwán”. Una muestra de corrupción, similar a la del otro
lado del océano, en la llamada China continental.
La página 14 muestra: Fósiles van a subasta no a sala de museo. “Esto
forra sus bolsillos, pero perjudica a la ciencia”, aseveró Thomas Carr, director
del Instituto Carthage de Paleontología, en Wisconsin. (…) Algunos expertos
dicen que los altos precios y las restricciones relajadas alientan a que algunos
invadan ilegalmente terrenos federales en busca de restos y los extraigan
ilícitamente de otros países ricos en fósiles, como Mongolia”. Cómo cualquier
actividad humana se mercantiliza.
En la página 15. Cautiverio de las orcas genera reacciones encontradas.
“¿Acaso deben los seres humanos tener en cautiverio a la orca, o ballena
asesina, uno de los animales más sociales, inteligentes y carismáticos del
planeta? (…) Aparentemente, se les dio ese nombre no porque fueran ballenas
violentas, sino porque eran depredadoras de ballenas, además de peces,
pingüinos y focas. (…) Las ballenas viven en grupos familiares, o manadas. Los
subgrupos difieren en dieta y rasgos físicos. Las conductas de los diferentes
grupos son tan diversas que los científicos consideran que tienen diferentes
culturas”. Una muestra de la voracidad humana y de su insuficiente
comprensión del mundo de las otras especies.
La página 16 presenta una nota curiosa: Se recuerda a hombre sin
nacionalidad. “Desde mi primera misión en Brandenburgo sentí
remordimientos”, escribió en un libro de memorias de 1961. El mundo es mi
país (este libro se reeditó luego con el título de Mi país es el mundo). ¿Cuántas
bombas había lanzado? ¿Cuántos hombres, mujeres y niños, había asesinado?
Seguía preguntándome si no había otro camino”. El otro camino, concluyó, era
erradicar el conflicto mediante la erradicación de las fronteras”. En esta época
de emigraciones masivas y de intolerancia generalizada.
Finalmente, la página 19 informa: Ignoran el paradero de obras de arte
sustraídas. “Arrestado la noche del 19 de enero, Dogaru, quien será enjuiciado
este mes, ha admitido el robo de las obras, pero ha dado poca información. Ha
sugerido misteriosamente que otros criminales están involucrados y lo
asesinarán si habla”. De nuevo, el mercantilismo mezclado con ambición,
mentira, chantaje y un sin número de antivalores.
De acuerdo a lo citado, en primer lugar se presenta el dilema de la
alteración genética de las plantas, los productos denominados transgénicos,
prohibidos en algunos países, en observación en otros y en los más
proliferando sin que las poblaciones se den por enteradas, a ciencia y
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paciencia de las autoridades responsables de su regulación y control. En este
caso se aplica el principio de precaución: “mientras no se conozca sin lugar a
dudas los potenciales efectos no deseados de la manipulación genética
sistematizada” debe prohibirse su aplicación. En indispensable realizar más
investigaciones, pero además, y por sobre todo, abrir un debate acerca de
ciencia, tecnología y valores.
En el segundo artículo se cita sin eufemismos un fenómeno mundial
contemporáneo, a saber: la comercialización, mercantilización, manipulación y
cosificación de las prácticas religiosas. Lo que importa son los fines, no los
medios. La religiosidad, tal y como se tratara de un bien cualquiera de
consumo. ¿No cabe suponer que en las expresiones sino espirituales, al
menos religiosas, deben existir límites en cuanto a la mesura, la prudencia y
demás valores en general?
Si antes se explota las necesidades espirituales, la siguiente nota
expresa la manipulación que se hace de los anhelos, carencias materiales y
limitaciones mentales de las masas. Cómo se daña irreversiblemente a
poblaciones enteras durante varias generaciones, producto de la ignorancia de
éstas y de la ambición desmedida de los grupos que monopolizan el poder
para su propio beneficio. ¿La política es una actividad en la cual están ausentes
los valores?
En la nota siguiente aparece un tema que en este momento es objeto
de discusión en Guatemala: tanto en política como en diferentes esferas de la
vida ciudadana ¿debe existir proporcionalidad en la representación por sexos?
Si son, por ejemplo, 200 diputados y apenas existe menos de un dos por
ciento de mayoría de mujeres respecto a hombres, debe haber 100 mujeres e
igual número de hombres en el Congreso de la República (sin tomar en cuenta
la inabarcable posibilidad de la diversidad en cuanto a orientación sexual). La
equidad como valor ¿en qué forma debe llevarse a la práctica?
La nota de las facturas en China es un asunto que no merece mayor
comentario; sobre todo en el caso de Guatemala, en donde la cuestión fiscal es
un asunto de tanto debate y sobre todo manipulación. Para los impuestos que
corresponden y cumplir como buen ciudadano ¿es un valor?
Referido a Indonesia, pero también a Centro América o a diversos
países del continente, respetar las leyes de tránsito y (se repite) ser un
ciudadano responsable ¿es un valor?
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Seminario Educación en valores Doctorado en Educación UMG

  • 1. Universidad Mariano Gálvez Facultad de Humanidades Doctorado en Educación Seminario Educación en Valores Tema: Desarrollo de módulos de competencia básica Por. Claudia Esmeralda Marisol Villela Cervantes Guatemala, 19 de noviembre de 2013
  • 2. P á g i n a 2 | 55 INDICE Página I. Justificación…………………………………………………………………… 3 II. Objetivos……………………………………………………………………… 5 III. Resumen del tema ……………………………………………………… 5 IV. BASES FILOSOFICAS DE LA EDUCACION EN VALORES……… 6 IV.1. Metafísica…………………………………………………………… 6 IV.2. Epistemología…………………………………………………… 7 IV.3. El sujeto y la actividad cognoscitiva…………………… 8 IV.4. El sujeto y la actividad volitiva…………………………… 9 IV.5. Conceptos de valor (etimología)……………………… 10 V. LA AXIOLOGIA………………………………………………………………… 15 V.1. Definiciones……………………………………………………… 16 V.2. Escuelas Axiológicas…………………………………………… 17 V.3. Convergencia y divergencia de las escuelas……… 18 V.4. Principales postulantes de las escuelas (biografías) 20 VI. LA ETICA………………………………………………………………………… 25 VI.1. Definiciones……………………………………………………… 26 VI.2. Distintas posturas éticas (escuelas)…………………… 26 VII. CLASIFICACION DE LOS VALORES………………………………… 29 VII.1. De manera objetiva………………………………………… 30 VII.2. De manera subjetiva……………………………………… 30 VIII. APLICACIÓN DE LOS VALORES…………………………………… 31 VIII.1. Estilos de vida……………………………………………… 33 VIII.2. Culturas y civilizaciones……………………………….. 34 VIII.3. Interacción cultural……………………………………….. 36 VIII.4. Valores y su integración al ámbito cultural…… 37 IX. EDUCACION EN VALORES…………………………………………… 41 IX.1. Facultades éticas…………………………………………… 41 IX.2. Facultades morales……………………………………… 43 IX.3. Facultades espirituales………………………………… 47 X. EDUCACION EN VIRTUDES…………………………………………… 48 X.1. Facultades éticas…………………………………………… 49 X.2. Facultades morales………………………………………… 51 X.3. Facultades espirituales………………………………… 52 XI. Conclusiones………………………………………………………… 53 XII. Bibliografía…………………………………………………………… 54
  • 3. P á g i n a 3 | 55 COMPETENCIA BÁSICA Si al repartir algo en lugar de disminuir más bien aumenta, entonces estamos ante un valor. Para saber si algo es ético, pregúntese cómo se sentiría si ese hecho se difundiera a través de las redes sociales. I Justificación Entre las especies animales, es la humana la que demanda la mayor tiempo para desarrollarse como individuo autónomo. Sin el indispensable cuidado y protección de otros congéneres, el destino habría sido la extinción. Desde siempre sabemos que aislados no podemos sobrevivir por lo que asociarnos con nuestros semejantes es un mandato de la naturaleza. De no haber desarrollado la capacidad (o competencia) para trabajar en grupos cada vez mejor organizados (que en educación tienen su correlato en las comunidades de aprendizaje), la especie tampoco habría subsistido y no existiría la civilización que hoy disfrutamos. Se entiende, en lo científico-tecnológico, ya que como es evidente, no sucede lo mismo en otros planos, como el del que trata este trabajo: lo axiológico referido a la educación, o educación en valores. Además de la oposición citada que grosso modo podemos identificarla entre ciencia y tecnología por una parte y humanismo, por la otra, nos encontramos ante otras diversas tensiones, tal el caso de entre lo biológico y lo cultural, o entre lo social y lo individual. En lo social, para conciliar estas fuerzas contrapuestas la humanidad desarrolló al menos dos sofisticados instrumentos, paradójicamente, abstractos: el derecho y la ética (aunque no en ese orden cronológico). Aquél, basado en la ley, pretende la justicia, y ésta, fincada en la filosofía, busca lo moral, es decir, la vida armónica en sociedad a través de prácticas, costumbres, ritos y mitos, entre otras formas de expresión social, que a lo largo del tiempo han permitido verificar que constituyen lo más cercano a la actuación humana en pro del bien común y por lo consiguiente, en la perpetuación de la especie. El origen de esta construcción conceptual y práctica se ubica de manera inmediata en la filosofía y remotamente en las religiones. En el occidente globalizado que se precia de laico, a partir del Renacimiento se ha logrado una razonable separación entre religión y filosofía y entre aquélla y la vida ciudadana. Muchos de los beneficios de que hoy gozamos lo demuestran, si bien, en contraposición, también se puede argumentar que aquí precisamente pueden originarse muchos problemas contemporáneos: el alejamiento de
  • 4. P á g i n a 4 | 55 Dios. En contraste con esa parte del mundo, puede ubicarse una de las regiones más convulsas del planeta y su agresivo movimiento político- religioso en expansión: el Islam, en el cual la ley penal y civil, la pública y la privada, se entremezclan con la asumida divina, el Corán, por antonomasia. Ambos mundos en conflicto representan polarizadas visiones del mundo: la democracia y la teocracia, el liberal y el conservador, la vida disipada, el hedonismo, y la austeridad, llevada al extremo de por ejemplo prohibir a las mujeres conducir carros. Dos estilos de vida que dicen enarbolar valores contrapuestos. Sistemas políticos que en el plano educativo promueven valores que llevados a la práctica demuestran sin lugar a dudas que no representan el ideal de vida al que por dignidad aspira la humanidad. Respecto al lugar donde vivimos, Victoria Camps (2011, p. 151) cita a Adam Phillips y Barbara Taylor: La sociedad occidental moderna se resiste a esta verdad fundamental, al valorar por encima de todo la independencia. Necesitar a los demás es percibido como una debilidad. Solo a los niños pequeños, a los enfermos y a los muy ancianos se les permite la dependencia con respecto a los demás; para el resto, la autosuficiencia y la autonomía son las virtudes cardinales. La dependencia es despreciada incluso en las relaciones íntimas como si fuera incompatible con la confianza en uno mismo, en lugar de ser vista como lo único que la hace posible. El amante o el esposo ideal es un agente libre para quien el dar o el recibir amor es una opción de usar y tirar; la necesidad, incluso en ese ámbito de deseos y anhelos intensos, es a fin de cuentas despreciable. Es necesario, por tanto, reflexionar profundamente acerca de hacia dónde llevamos la vida en nuestro planeta. Si heredaremos un mundo mejor que el recibido, si nuestro modelo de desarrollo es sostenible y sustentable, si se puede equiparar la creciente disponibilidad científico-tecnológica con la dignidad propia de las diversas manifestaciones de la vida (como la tradición y las prácticas ancestrales). Y si -como parece que sucede en la vida real- la calidad de vida es solo aparente, entonces buscar las soluciones perentorias, más que apañarnos con medidas o acciones paliativas. Corresponde a la educación con seguridad, un papel preponderante (sino el que más) en la búsqueda de las soluciones impostergables. Para este trabajo, circunscrito a la educación en valores, bajo el enfoque racionalista, de las dos herramientas citadas nos interesa la ética, y relacionado con ésta, la moral, los valores, la axiología, las virtudes y otros aspectos vinculados a la Filosofía, como la metafísica y la epistemología, teoría del conocimiento o gnoseología. Todo, desde la óptica de la educación.
  • 5. P á g i n a 5 | 55 II Objetivos Objetivo general Definir y analizar las bases conceptuales, generales y específicas, de la educación en valores. Objetivos específicos  Conceptualizar: ética, moral, axiología, valores, virtudes, a través de la metafísica y la epistemología.  Desarrollar y analizar el tema de los valores en general.  Vincular educación con valores y virtudes. III Resumen De acuerdo al esquema de trabajo proporcionado, se definen las bases filosóficas que sustentan el tema, la educación en valores, tomando como partida la axiología y la ética en general. Se clasifican y analizan los valores y su aplicación, para finalizar con la educación en valores y virtudes. Los valores están presentes en todas las esferas de la vida humana, desde lo cotidiano hasta lo más preciado de las personas: los valores humanos y sociales, y los trascendentes o espirituales. No puede existir un ser humano sin valores, Los valores son polares y jerárquicos. A través del desarrollo de las normas morales (también llamadas reglas de moral y urbanidad, o de buenas costumbres) se ha buscado tanto explicar la vida del ser humano sobre la tierra, sus orígenes y fines, como cuáles son las mejores formas o prácticas de convivencia. La especie, al igual que los antropoides superiores, es gregaria. El ejercicio permanente de los valores determina las virtudes. En este tiempo, dados los posiblemente crónicos problemas sociales, políticos, económicos, ambientales, militares, religiosos, etc., la humanidad empieza a tomar conciencia de la urgente necesidad de cambiar su forma o estilo de vida; de tomar en cuenta variables, factores o actores que con anterioridad se ignoraban. E indefectiblemente los ojos se vuelven hacia la educación como la tabla de salvación que ya no la panacea universal ante tanto desbarajuste. Mucho se habla de la educación en valores, sin tomar en cuenta que no puede haber educación, sea del tipo que fuere (ni de hecho ninguna actividad humana) en la que no estén presentes los valores, ya que la ética siempre es con respecto al otro. Sucede, no obstante, que los valores en los que se desarrolla la escolaridad a todo nivel responden en último término a antivalores. La competitividad en lugar de la cooperación, el individualismo en lugar de la solidaridad, el inmediatismo cortoplacista en lugar de lo trascendente o del largo plazo, el arribismo en lugar del trabajo esforzado, el oportunismo en lugar de la honestidad, la ambición, de la vida sencilla, el consumismo en lugar de la frugalidad, la ostentación a cambio de la austeridad, el hacer antes que el pensar, el activismo contrapuesto a la reflexión, el placer en lugar de la felicidad. En fin, el tener sobre el ser.
  • 6. P á g i n a 6 | 55 IV Bases filosóficas de la educación en valores IV.1 Metafísica De acuerdo a José María Barrio Maestre, (2001, p. 28; en Tomás Garrido, Gloria María), la metafísica es la filosofía primera, en tanto que para Abbagnano (1995, p. 793), metafísica es la ciencia primera, es decir, la ciencia cuyo objeto propio es el objeto común de todas las demás y como principio un principio que condiciona la validez de todos los demás. Por tal pretensión de prioridad (que la define), la M. presupone una situación cultural determinada, esto es, la situación en la cual el saber ya se ha organizado y dividido en diferentes ciencias, relativamente independientes unas de otras, y en tal forma que exijan la determinación de sus relaciones cambiantes y su integración sobre un fundamento común. Abbagnano (1995, pp. 793-798), entiende que la Metafísica de acuerdo a la tradición y por su denominación (meta, más allá de la física). Expresa “el fundamento común en el que se basan todas y determinar el puesto que corresponde a cada una en la jerarquía del saber”. El concepto ha evolucionado; inicialmente se registra "... como teología consiste en reconocer como su objeto al ser más alto y perfecto, del cual dependen todos los otros seres y cosas del mundo". Luego, "... la segunda concepción fundamental es como ontología o doctrina que estudia los caracteres fundamentales del ser, los caracteres que todo ser tiene y no puede dejar de tener". Y, en tercer término, de acuerdo a I. Kant (1724-1804), se encuentra la metafísica como gnoseología, cuyo concepto en su origen debe verse en la noción de filosofía primera de F. Bacon (1561-1626): "una ciencia universal, que sea madre de todas las otras y que constituya en el progreso de las doctrinas la parte del camino común, antes de que los caminos se separen y se desunan". Ciencia que debería de ser "el receptáculo de los axiomas que no son inherentes a las ciencias particulares, sino que corresponden en común a varias de ellas". Como suele suceder, el afán de los filósofos por dar a la metafísica un contenido universal e incluyente concluyó por hacerla vulnerable al ataque de diversos pensadores, lo cual curiosamente, determinó a su vez que en el tema de valores la ética fuera paulatinamente desplazada por los valores, al considerarse a aquélla metafísica, y a éstos (en el léxico del último siglo y medio) más positivos. Según Ted Honderich (2001, pp. 724-725), corresponde al ahora superado positivismo lógico una particular virulencia hacia todo lo que oliera a metafísica, pues los miembros de esta corriente consideraban
  • 7. P á g i n a 7 | 55 tales afirmaciones como carentes de sentido al no ser verificables. En palabras de Clemens Menze y Fritz Sack (1983, p. 65; en Diccionario de Ciencias de la Educación, III). Con el término positivismo tomado en sentido amplio, se designa aquella doctrina que se remite en último término a lo dado en la experiencia y que, en el ámbito científico, rechaza las consideraciones apriorísticas y metafísicas por considerarlas problemas falsos; según su punto de vista, más allá de la experiencia no se puede afirmar ni negar nada con fundamento científico”. Más cercano, en especial en la tercera parte final del siglo anterior, la retirada de la metafísica puede ubicarse en los posmodernistas y los deconstruccionistas, que desean proclamar que la filosofía (y la metafísica), está muerta. Finalmente, con base en los notables descubrimientos recientes de la neurociencia se habla, de la necesidad de reescribir la filosofía, tomando en cuenta que ahora la especulación filosófica ha dado lugar a la generación de evidencias científicas. IV.2 Epistemología En general, la teoría del conocimiento, es la teoría de las condiciones, de la esencia y de los límites del conocimiento. Investiga la relación de éste con respecto a su sujeto, a su objeto y a su contenido. (Kunzmann, et allí; 2003, p. 13). Esta rama de la filosofía también conocida como epistemología o gnoseología, no indica como ingenuamente se cree a menudo, una disciplina filosófica general como la lógica, la ética o la estética, sino más bien la consideración de un problema que nace de un supuesto filosófico específico, esto es, en el ámbito de una determinada dirección filosófica. Tal dirección es la del idealismo, y el problema cuyo estudio es tema específico de la teoría del Conocimiento es el de la realidad de las cosas o en general del “mundo externo”. (Abbagnano, 1995, p. 227). Desde esta óptica, la epistemología es la expresión de un problema ingente para la humanidad desde que empezó a cuestionarse acerca de la realidad o de la materia de la realidad. En otras palabras: ¿Es real la realidad?, lo que se constituye en la esencia de este enfoque, que nos lleva a la misma razón de ser de la escuela en el sentido de ¿cómo aprendemos? Con la epistemología sucede lo mismo que con la metafísica y la filosofía. Los avances científicos van dejando atrás ideas que si bien erróneas, hoy se valoran al corroborarse que en general en su momento fueron de mucha utilidad para la comprensión y el avance de la ciencia y son prueba de
  • 8. P á g i n a 8 | 55 la agudeza de pensamiento de sus autores, que sin la tecnología actual intuitivamente se aproximaron a lo descubierto hoy. Entre tanto desarrollo neurológico, psicológico y cognitivo, hoy se sabe a ciencia cierta, por ejemplo, que el cerebro de la mujer y el del hombre son mucho más diferentes de lo que a simple vista pareciera, producto de la división biológica del trabajo; que incluso el ciclo de aprendizaje de la mujer varía de un día para otro, tomando en cuenta los ciclos de su sistema hormonal. Que el proceso de memorización (y consecuentemente de su deterioro) es mucho más complejo de lo que se creía y, como hecho notablemente sorprendente, que la cultura más que la genética determina los procesos de aprendizaje. En tal sentido, si tomamos en cuenta las afirmaciones anteriores, cabe preguntarse ¿hasta qué punto la educación en general y la educación en valores puede desarrollarse de manera general, en cultura diversas, o tanto para hombres como para mujeres, o para diferentes estamentos etarios, sobre todo ahora que se habla de que cada persona aprendemos de manera diferente? IV.3 El sujeto y la actividad cognoscitiva La filosofía en general se divide en dos grandes corrientes: la racionalista y la empirista, una con gran tradición europeo continental y la otra anglosajona. Por no ser objeto de este trabajo, se da por sentado que se comprende de manera razonable la diferencia entre una y otra, por lo cual la remisión es directa a qué consideramos que sucede en el caso de la educación en valores. En pocas palabras, en lo referido al tema de valores y a cómo se inculcan o desarrollan en los individuos, algunas de las tantas preguntas que pueden considerarse pertinentes son: ¿importa conocer su fundamentación conceptual más que su aplicación cotidiana?; ¿se aprende más con la teoría que con los ejemplos?; ¿los valores son un producto cultural o dentro de nuestro kit básico ya vienen instalados? La respuesta, se tiene desde Aristóteles quien de acuerdo a Victoria Camps (2011, p. 53), refutó la tesis socrática que la virtud es conocimiento. No, la virtud es un modo de ser. Y la gran contradicción se da cuando nos damos vemos que en la Ética a Nicómaco, no dejamos de referirnos a una cuestión teórica, qué es la virtud, cuando en realidad lo que importa es realizar la virtud que la humanidad sea buena. Es decir, solos los razonamientos no son
  • 9. P á g i n a 9 | 55 suficientes, Además, en un sentido más amplio, para el estagirita (Camps, 2011, p. 51), la moral es muy análoga a la medicina; no hay un tratamiento ni un remedio idéntico para todos los que padecen incluso la misma patología, ya que las idiosincrasias particulares obligan siempre a adaptar la regla general al caso particular. Con la moral ocurre lo mismo: no hay fórmulas que permitan determinar a priori en qué consiste la bondad o la corrección moral. Finalmente, el problema que se plantea y al cual en este trabajo sólo se le menciona (ya que hasta donde se sabe todavía no se la ha encontrado, pues si así fuera la humanidad y la vida en sociedad serían muy otras), es, a saber, ¿cómo aprehendemos los valores y luego cómo, -se entiende, en condiciones normales, o no siendo un psicópata o alguien objeto de un accidente como se describe en el siguiente apartado, por ejemplo- habiendo internalizado los dichos valores, los aplicamos o los hacemos parte de nuestra vida? IV.4 El sujeto y la actividad volitiva Al igual que en el apartado anterior, la tradición científica y sobre todo la popular respaldan la afirmación de que “somos dueños de nuestros actos”, que llegados a cierta edad (normalmente entre 18 y 21 años), o a cierto nivel de desarrollo personal, somos capaces de discernir entre el bien y el mal, que nuestra voluntad es guiada por nuestra razón y que por tanto, somos plenamente responsables de lo que hacemos. Sin embargo, en el siglo 19 se registra el caso paradigmático de Phineas Gage, (1823-1861) quien luego de ser un trabajador responsable, como consecuencia de un accidente laboral se convirtió en casi un paria para la sociedad (Alonso, 2011, pp. 151-7). Las ilustraciones a continuación muestran al personaje en una de las fotos clásicas (en la cual se le confunde con un ballenero), y a la derecha el croquis de la parte del cráneo que la atravesó la barra que le cambiaría de manera irrevocable la personalidad y por lo tanto la vida.
  • 10. P á g i n a 10 | 55 Este hecho, además de otras muchas investigaciones científicas de los últimos años, coloca en tela de juicio la creencia común de que somos responsables de nuestra conducta. Por ejemplo, Mario Gudín (2001, pp. 271-2) en Cerebro y Bioética (incluido en Tomás Garrido, Gloria María), afirma que el problema de qué es antes si la voluntad o la razón han desencadenado ríos de tinta en el mundo de la filosofía. Desde el punto de vista neurológico parece que el acto voluntario es previo al intelectual, necesitamos querer para conocer. Está claro que yo no conozco una realidad si no quiero, si “no me da la gana” conocerla. Gudín (2001, p. 27-2) cita lo que llama un inteligente experimento realizado en 1983, en el cual los autores concluyen que “la iniciación de un acto voluntario puede desencadenarse inconscientemente incluso antes de que exista ninguna percepción subjetiva de que ese acto se vaya a realizar realmente”. La deducción de estos investigadores es que la voluntad no existe porque, según ellos, todos los mecanismos cerebrales son en último término reflejos. En realidad –afirma de manera concluyente– parten de un error de principio, consideran que lo único propiamente humano es el pensamiento. En otras palabras, hoy se discute si existe la voluntad tal y como se la ha considerado, llegándose al extremo de dudar de la existencia del libre albedrío. Rubia (2011, p. 9), postula que “… probablemente el libre albedrío sea una ilusión, una más de todas las ilusiones que el cerebro genera, y en la que siempre estamos dispuestos a creer”. No obstante, aún hace falta mucha investigación pues sus implicaciones afectaría incluso, por ejemplo, al derecho penal. Se nos consideraría autómatas ejecutando un código entre genético y cultural. En este trabajo se considera el enfoque clásico: “somos amos y dueños de nuestra voluntad, y por tanto, responsables plenos de nuestros actos”, i. e., racionales. IV.5 Conceptos de valor Debido a su característica de término polisémico, al hablarse de valor es necesario aclarar desde cuál disciplina o rama de conocimiento se aborda el asunto. Cuando el contexto es la educación (y paradójicamente también en política), se supone que se refiere al significado que tiene el concepto en filosofía. No obstante, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (en su versión digital: www.rae.es), registra las siguientes acepciones:
  • 11. P á g i n a 11 | 55 1. m. Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite. 2. m. Cualidad de las cosas, en virtud de la cual se da por poseerlas cierta suma de dinero o equivalente. 3. m. Alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase. 4. m. Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros. U. t. en sent. peyor, denotando osadía, y hasta desvergüenza. ¿Cómo tienes valor para eso? Tuvo valor de negarlo. 5. m. Subsistencia y firmeza de algún acto. 6. m. Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos. 7. m. Rédito, fruto o producto de una hacienda, estado o empleo. 8. m. Equivalencia de una cosa a otra, especialmente hablando de las monedas. 9. m. Persona que posee o a la que se le atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad. Es un joven valor de la guitarra. 10. m. Fil. Cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables. Los valores tienen polaridad en cuanto son positivos o negativos, y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores. 11. m. Mús. Duración del sonido que corresponde a cada nota, según la figura con que esta se representa. 12. m. Pint. En una pintura o un dibujo, grado de claridad, media tinta o sombra que tiene cada tono o cada pormenor en relación con los demás. 13. m. pl. Títulos representativos o anotaciones en cuenta de participación en sociedades, de cantidades prestadas, de mercaderías, de depósitos y de fondos monetarios, futuros, opciones, etc., que son objeto de operaciones mercantiles. Los valores están en alza, en baja, en calma. (Resaltado no en el original) Desde el punto de vista filosófico, que es el que tendría que ser el idóneo para la educación (aunque no pocas veces es el económico, dada la mercantilización –a través en muchos casos de la privatización- de la educación contemporánea), Abbagnano (1995, p. 120), indica que la teoría de los valores fue reconocida en el s. 20 como parte importante de la filosofía; aún más, se la consideró como totalidad de la filosofía denominada “filosofía de los valores” y direcciones conexas cuando a principio de ese siglo empezó a usarse. Los primeros escritos en los que se encuentra tal expresión son: P. Paie, Logique de la volonté (1902, p. 385); E. von Hartmann, Grundriss der Axiologie [“Compendio de Axiología”], 1908; W. M. Urban, Valuation, 1909. El término tuvo la fortuna de la que careció el término timología propuesto para la misma ciencia (Kreibig, Psycho-logische Grundlegung eines Systems der Werttheorie [“Fundamentación psicológica de un sistema de la teoría del valor”]. En general, entenderemos por valor todo objeto de preferencia o de elección. Desde la antigüedad la palabra ha sido usada para indicar la utilidad o el precio de los bienes materiales y la dignidad o el mérito de las personas, pero este uso no tiene significado filosófico alguno porque no ha dado origen a problemas filosóficos.
  • 12. P á g i n a 12 | 55 El uso filosófico del término valor comienza sólo cuando su significado se generaliza para indicar cualquier objeto de preferencia o de selección, lo que ocurre por primera vez con los estoicos, quienes introdujeron el término en el dominio de la ética y denominaron valor a los objetos de las selecciones morales. Lo hicieron así por entender el bien en sentido subjetivo y en consecuencia, podía considerar los bienes y sus relaciones jerárquicas como objetos de preferencia o de elección. Entendieron por valor en general, “toda contribución a una vida conforme a la razón” o, como afirmó Cicerón, “lo conforme a la naturaleza o lo digno de elección”. Por lo conforme a la naturaleza entendían lo que debe ser elegido en todos los casos, o sea la virtud; por lo digno de elección, entendían los bienes que deben preferirse, como el ingenio, el arte, el progreso, entres las cosas espirituales; la riqueza, la fama, la salud, la fuerza, la belleza, entre las cosas corporales; la riqueza, la fama, la nobleza entres las cosas externas. La división entre valores obligatorios y valores preferenciales será expresada más tarde como la división entre valores intrínsecos o finales y extrínsecos o instrumentales. Con un enfoque más sociológico que filosófico, Giner (2002, pp. 811- 812), afirma que los valores son creencias o convicciones acerca de que algo es bueno o malo, mejor o peor que otra cosa. Cuando decimos que los valores son sociales, lo que se señala es su origen y naturaleza social: yo no me invento mis propios valores, sino que los encuentro en el elenco que mi cultura y mi época me ofrecen, y ello de una manera en la que los grupos de que formo parte (o que por algún motivo tomo como referencia) influyen, condicionan, o incluso determinan mi elección. Claro está que los valores pueden estudiarse desde el punto de vista psicológico, pues en último extremo sus portadores somos los individuos: pero a la sociología le interesa el hecho de que sean compartidos por más o menos gente, así como la evidencia de que sus modalidades y transformaciones están socialmente pautadas. Desde el punto de vista sociológico los valores se caracterizan por su convencionalismo o arbitrariedad: algo es valioso porque es preferido por muchos (aunque se podría discutir la existencia de universales al respecto). En cambio, para los individuos los valores son una “cosa social” con la que se encuentran, y que asumen de manera más o menos obligada: algo es preferible porque (se afirma que) es valioso. Se pueden entender como un sistema más o menos completo, integrado y complejo de normas para la apreciación de la conducta individual o social como “correcta” o “incorrecta”,
  • 13. P á g i n a 13 | 55 “buena” o “mala”, basado sobre todo en orientaciones religiosas e ideológicas específicas y en valores socioculturales. En sentido sociocultural y desde un punto de vista sociológico (Hillmann, pp. 998-1000), los valores son fines y orientaciones fundamentales, generales y centrales de las acciones humanas y de la convivencia social dentro de una subcultura, una cultura o incluso en el conjunto de la humanidad. Según el concepto de la sociología de tipo empírico, los valore son proceden de un reino supra terrenal de valores e ideales puros o del espíritu de un individuo, sino que son el resultado de procesos complejos de desarrollo y cambio histórico y sociocultural. Los valores, por tanto, están determinados por la historia, son culturalmente relativos y cambiantes y, en consecuencia, pueden ser configura-dos conscientemente. Están tipificados por cada cultura y, a su vez, toman parte en la configuración de cada tipo de cultura. Sirven como criterios selectivos de orientación para los fines y la elección de medios de quienes actúan dentro de una determinada cultura y sociedad (función de orientación y control). Son en cuanto representaciones de lo deseado, “los elementos decisivos de una cultura”. Su “criterio objetivo es su importancia en el sistema de valores cultura-les“; su criterio subjetivo es la importancia para la “estructura personal” de un individuo. Los valores determinan en amplia medida lo que es relevante, significativo y digno de esfuerzo para los individuos y para los actores colectivos. Contribuyen, por tanto, de forma fundamental y de una manera permanente a la compensación de la “reducción del instinto” en el hombre y de la inseguridad que genera esta conducta. Los valores fundan y justifican de modo significativo las normas sociales mucho más abundantes y más concretas, indispensables con todo para una conducta determinada y recíprocamente fiable de los miembros de la sociedad en las múltiples situaciones de la vida diaria. Con la vinculación de las normas sociales son las sanciones (recompensas y castigos), también se sancionan indirectamente los valores en la sociedad. Son utilizados, además, como instrumento de legitimación de las concepciones del mundo y de las ideologías para conseguir, asegurar o destruir el poder. Los valores interiorizados por el individuo durante la socialización, relacionados con normas y roles, se convierten en modelos de valores y en ideas que se expresan y que, a su vez, ejercen una gran influencia sobe las actitudes, intereses, ideas de sentido, preferencias y deseos. Como consecuencia de esta interiorización e interdependencia, los individuos no
  • 14. P á g i n a 14 | 55 suelen ser normalmente conscientes de que sus propios modelos individuales y subjetivos respecto de los fines propuestos y de las motivaciones personales en gran parte están determinados por los valores aprendidos. A causa de esta muy difundida “falta de conciencia de los valores”, a menudo se ignora la fuerza de la influencia real y el peso de los valores. Los valores de una cultura y de una sociedad constituyen un sistema no fijado –hasta ahora- de forma precisa y racional, con indicios de estructura jerárquica. Los valores superiores (valores ideales y fundamentales) coinciden con los terminal values de M. Rokeach, esto es, valores terminales, que tienden a un fin último y a un estadio final de la existencia humana; por ejemplo, una vida confortable, un mundo en paz, la igualdad. En niveles inferiores del sistema se encuentran los instrumental values, es decir, los valores instrumen- tales, que, como representaciones del deben en cuanto a los medios y a las acciones, se orientan a la consecución de los valores terminales. Los valores instrumentales, que coinciden con los valores y las virtudes morales, son menos abstractos y amplios; por ejemplo, competitivo, competente, lógico, solidario, responsable. Otra categoría de valores la constituyen aquellas apreciaciones ligadas a objetos que se refieren más bien a aspectos y ámbitos concretos de la vida sociocultural; por ejemplo, salud, protección del medio ambiente, familia. En la vida cotidiana, los valores instrumentales, como por ejemplo el rendimiento laboral, la eficacia empresarial y el crecimiento económico –que debería servir para la realización de los valores terminales- ejercen a menudo, en conexión con intereses sumamente arraigados y actitudes exigentes, una influencia muy fuerte sobre la conducta real. Sobre todo el predominio de los valores económicos en la sociedad competitiva y del bienestar moderna ha contribuido enormemente a que los valores ideales y fundamentales frecuentemente proclamados no lleguen a vivirse con exigencia y a realizarse: diferencia o contradicción entre el sistema de valores proclamados en un plano ideal-verbal y el sistema de valores que ha de llevarse a la práctica en el terreno de la vida cotidiana. En la sociedad moderna el sistema de valores colectivos se diversifica, de un modo bastante plural y en parte antagónico, en numerosos y diversos subsistemas, subculturas y contraculturas, regiones, estratos sociales, movimientos sociales o minorías étnicas, formas de vida y ambientes, así como en redoblados esfuerzos por la autonomía personal y el desarrollo de la propia personalidad. Por consiguiente, es difícil identificar de forma empírico-analítica
  • 15. P á g i n a 15 | 55 un sistema significativo de valores para la sociedad en general. Como el dominante y a la vez criticado sistema cultural, o hasta contracultural, varía diversificado incluso dentro mismo de la cultura mayoritaria (de las clases medias) según sectores específicos, estructuras sociales e individuos, sólo es posible establecer un sistema central, por lo menos en el plano cognitivo, a modo de un término medio abstracto. Con el aumento del pluralismo, las contradicciones y los fenómenos de descomposición del sistema de valores sociales, se incrementan igualmente las tensiones, los conflictos y los procesos de desintegración de la sociedad, así como los problemas de orientación y las presiones psíquicas sobre la personalidad. Tanto más necesario ha de ser, en consecuencia, en estas circunstancias, llegar a un consenso mínimo sobre los valores fundamentales aceptables en general y universalmente obligatorios. V La axiología V.1 Definiciones Según Abbagnano (1995, p. 120), la axiología, etimológicamente, tratado de lo valioso, o filosofía de los valores, es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos. El término fue empleado por primera vez por Paul Lapie (de quien no fue posible encontrar referencias en la web) en 1902, y posteriormente por Eduard von Hartmann (1842-1906) en 1908 (sic; puede suponerse que de manera póstuma). No obstante las referencias cifradas en el siglo anterior, la reflexión explícita acerca de los valores, es anterior a la noción de axiología y puede remontarse al empirista escocés David Hume, quien se preocupa principal- mente por los valores morales y estéticos y elabora una teoría antimetafísica (vid supra IV.1) y nominalista de los valores. Con todo, la teoría de este filósofo define los valores como principios de los juicios morales y estéticos, visión que será criticada por Friedrich Nietzsche (1844-1900) y su concepción genealógica de los valores, según la cual no sólo los juicios estéticos y morales dependen de valores, sino que hasta las verdades científicas y las observaciones cotidianas responden a ciertos valores y formas de valorar. Por otro lado, también Karl Marx (1818-1883) utiliza un concepto económico de valor para fundamentar en buena medida sus críticas y análisis socioeconómicos. Para Adela Cortina (1996, p. 80), “La diferenciación entre moral y ética no viene exigida por razones etimológicas, ni por el uso de ambos términos,
  • 16. P á g i n a 16 | 55 sino por imperativos lógicos, es decir, porque configuran dos niveles distintos de pensamiento y lenguaje”. Con la declinación de la ética se desarrolló el concepto de axiología como disciplina que se encarga del estudio de los valores, tomando como punto de partida el desarrollo de la economía, especialmente de parte de los clásicos como Adam Smith (1723-1790), David Ricardo (1772-1823), Carlos Marx y tantos otros más. La axiología no sólo trata abordar los valores positivos, sino también de los valores negativos (también llamados antivalores), analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert (1863-1936) o Max Scheler (1872-1928) realizaron diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una «ética axiológica», que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann. Desde el punto de vista ético, la axiología es una de las dos principales fundamentaciones de la ética junto con la deontología, término introducido por Jeremy Bentham (1748-1832), que es la rama de la ética cuyo objeto de estudio son los fundamentos del deber y las normas morales, especialmente referida a las profesiones liberales, como es el caso de la medicina y las ciencias de la salud en general, las ingenierías, la educación, etc. V.2 Escuelas axiológicas Como ha quedado escrito hasta aquí, si bien los antiguos griegos ya hablaban de virtudes, el concepto de valor se empezó a usar con los estoicos, en tanto que la axiología empezó a surgir de manera sistematizada aproximadamente a finales del siglo 19, por lo cual las escuelas correspondientes no pueden ser anteriores a tales períodos históricos. No obstante, como un marco general con antecedentes históricos, citamos en principio los tipos axiológicos que registra Castellote (2002, pp. 58- 60), para quien la axiología fue un intento de crear una ética que no estuviera vinculada a la metafísica tradicional, ante el deterioro de ésta en la modernidad, Según su enfoque, existen varios tipos de axiología:
  • 17. P á g i n a 17 | 55 a) Objetivismo estricto, de (San) Agustín y la Escolástica, para el cual Ser equivale a valor. El mal es el “no ser”. b) Formalismo, de Kant y los neokantianos. Pasa el valor al lenguaje filosófico sin precisarlo. La Escuela de Baden, que es la más representa- tiva la integraron Windelband (1848-1915), H. Rickert (1836-1936), H. Münstenberg (1863-1916), acepta el formalismo de Kant, haciendo que la verdad y el valor estén determinados por la regla del conocer, no por los objetos. Niega la trascendencia de Dios, algo que Kant acepta mediante la razón práctica. Con Windelband aparecen los juicios lógicos, que Kant había repudiado por inservibles y los añade a los juicios éticos y estéticos de éste. En lo lógico, hay un sollen (estar conforme) y en la ética, un müssen (deber). Es espiritualista, aceptando los valores de lo “santo” como englobantes de los otros, pero no llega a resolver el problema de Dios. Rickert, por su parte, interpreta la historia desde los valores; establece una alianza entre formalismo axiológico y positivismo (Geltung, que equivale a valoración subjetiva). c) Antiformalismo. Se pueden distinguir dos aspectos: subjetivismo y objetivismo. (tema desarrollado en VI, vid infra) d) Personalismo. Entre otros, se encuentra a M. Scheler y W. Stern (1871- 1938). El primero rechaza tanto el psicologismo como el formalismo, aceptando, en contra de Kant una ética material. Hay “valores persona- les” y “valores de cosas”. Excluye, sin embargo, y siguiendo en esto al mismo filósofo, los fines (lo que significa consecuencialismo de la acción ética). La persona, como unidad concreta, que no es lo mismo que sujeto concreto, y esencial es la base de todos los actos. La unidad concreta la pueden constituir grupos y naciones; el sujeto concreto individual no es la base de la acción ética; lo es, en cambio la persona, como sujeto real valioso en sí mismo. La espontaneidad es unitaria y dirigida a la esencia de los valores. Hacia el final de su vida, Scheler cae en un panteísmo haciendo de Dios la totalidad del mundo como persona absoluta y necesitando de éste para su existencia; el espíritu necesita de la materia para desarrollarse. Dios es el valor de los valores, como persona, pero no es un “yo” o sujeto, pues para él no hay ningún “tú” ni ningún valor. e) Neoplatonismo. Es la postura de N. Hartmann (1882-1950). Para él, el valor es una realidad-ideal, al estilo del realismo idealista de Platón. En sí mismos considerados, los valores son un puro análisis de la
  • 18. P á g i n a 18 | 55 subjetividad (sentimientos de culpabilidad, de arrepentimiento, etc.). Sólo los valores económicos, la fuerza de los valores que no su altura, dependen del hombre. Existen, pues, dos mundos: el real-actual (o físico) y el real-ideal (o axiológico). Postula la evidencia objetiva en la intuición de los valores. Éstos no sólo son esencias, sino principios, aunque no de lo real-actual, sino de lo real-ideal, porque ejercen una presión sobre los sujetos morales, constituyendo así el deber-ser. Son agresivos a la voluntad. Pero ésta es, en definitiva, la que los “redime” del deber-ser al ser. El hombre libre es algo así como la dignidad divina. Según esto, se podría decir que todo lo que hace el hombre es esencialmente bueno. Con el marco general de los tipos de axiología, Sánchez Vázquez (1992, pp. 127-139), afirma que las escuelas axiológicas son tres: 1. La escuela Austriaca o Meinong 2. La escuela Neokantiana de Baden o de Rickert 3. La escuela Fenomenológica. Las primeras son subjetivistas o psicologistas. La tercera, que parte con Edmund Husserl, es objetivista. La austriaca toma su otro nombre del filósofo de esa nacionalidad, si bien de origen ucraniano, Alexius Meinong (1853-1920). Finalmente, y posiblemente buscando zanjar la inveterada disputa entre subjetivista y objetivistas, para Sánchez Vásquez (1992, p. 133), el valor no lo poseen los objetos de por sí, sino que éstos lo adquieren gracias a su relación con el hombre como ser social. Pero los objetos, a su vez, sólo pueden ser valiosos cuando están dotados efectivamente de ciertas propiedades objetivas. En otras palabras, El valor lo damos los sujetos humanos pero, no obstante, los objetos deben estar revestidos de determinadas características objetivas. V.3 Convergencia y divergencia de las escuelas En esencia, como sucede con muchas categorías filosóficas, las corrientes se dividen en idealistas y materialistas, posiciones subjetivas u objetivas, mutuamente excluyentes, al punto que históricamente han escindido a la humanidad. El origen de ambas se encuentra en la filosofía occidental de los griegos, específicamente en Platón y su discípulo Aristóteles, por lo cual compatibilizar o hacer miscibles ambas posiciones es imposible; uno en el mundo de las ideas y el otro en lo terrenal, físico y concreto, tal y como lo refleja la famosa pintura medieval.
  • 19. P á g i n a 19 | 55 Consolidado el cristianismo como un poderoso movimiento de masas, religioso y político, de incalculable trascendencia, al extremo de dividir la historia de la humanidad en el antes y el después de la presunta fecha de nacimiento de Cristo (tal y como de nuevo registran diccionarios, enciclopedias y reseñas históricas de la filosofía), correspondió a Agustín de Hipona (para cimentar el cristianismo) la imprescindible fundamentación teórico-conceptual del movimiento que ocuparía el vacío dejado por el agonizante imperio romano. El futuro San Agustín tomó como base la obra del estagirita, gracias a la conservación que de su obra realizaran los árabes. A partir de allí el cristianismo obtuvo la base filosófica indispensable para su desarrollo y conservación; el ser se equiparó al valor, a la vida, porque Cristo vino a dar vida y vida en abundancia, a superar a la muerte, esto es, el “no ser”. Con la Ilustración, la edad de la Razón, en el siglo 18, el de las luces, el idealismo se hace protagónico. Esta corriente tiene como representante máximo a I. Kant y luego a sus continuadores que implícitamente asignan al formalismo del lenguaje filosófico, el valor, haciendo que la verdad y el valor estén determinados por la regla del conocer y no por los objetos. Como reacción a la corriente idealista, con en el llamado Antiformalismo se distinguen dos aspectos, mutuamente excluyentes aunque complementa- rios: el subjetivismo y objetivismo. Así, más que converger o divergir, convergen al divergir o divergen al converger. El Personalismo de Scheler y Stern rechaza el psicologismo y el formalis- mo, acoge una ética material opuesta a Kant, La unidad concreta la constituyen grupos; el sujeto concreto individual no es la base de la acción ética; lo es, en cambio la persona, como sujeto real valioso en sí mismo. La espontaneidad es unitaria y dirigida a la esencia de los valores. Dios la totalidad del mundo, es el valor de los valores como persona absoluta, no es un yo o sujeto, el espíritu para desarrollarse necesita de la materia. En el Neoplatonismo de N. Hartmann, el valor es una realidad-ideal. Los valores son un análisis de la subjetividad. Sólo los valores económicos, la fuerza de los valores que no su altura, dependen del hombre. Existen dos mundos: el real-actual (o físico) y el real-ideal (o axiológico). Postula la evidencia objetiva en la intuición de los valores.
  • 20. P á g i n a 20 | 55 Finalmente, ¿en qué convergen y en qué divergen ambas posiciones? En primer lugar, ambas escuelas (dentro del contexto general de los tipos), convergen en que existe una categoría que denominada valor, sea donde sea que se encuentre fincada su esencia o su realidad (en quien lo determina o en el objeto o entidad a la que se le atribuye). Y divergen en la fuente del valor (aunque no, se repite, en su existencia) está en el objeto, o bien, en el sujeto. V.4 Principales postulantes de las escuelas Esta parte se toma del Diccionario de Biografía (2004) de Editorial Océano (EO), y del Atlas de Filosofía (2003) de Kunzmann, et allí, (AF). Platón (427-347): Arístocles. Aristócrata seguidor de Sócrates hasta la ejecución de éste en el 399 tras lo cual se exilió. Viajó por varios lugares y acabó siendo vendido como esclavo. Hacia 387 regresó a Atenas y luego fundó su escuela, la Academia. Su doctrina está recogida prácticamente en su totalidad en forma de diálogos, protagonizados en su mayoría por su maestro, aunque la doctrina expuesta en ellos se aleja progresivamente de esas ideas, hasta los diálogos de madurez, en que Sócrates se convierte en el portavoz de las teorías de Platón. La más célebre de ellas es le teoría de las ideas, según la cual éstas poseen el ser propiamente dicho y pertenecen al mundo de las ideas, al que corresponden los caracteres que Parménides atribuyó al ser: entre otros, la inmutabilidad y la eternidad; el mundo sensible es mera apariencia, y sus objetos son sombras de las ideas, con las que se relacionan por participación. La naturaleza de esta relación entre ambos mundos fue objeto de revisión por el propio Platón en sus diálogos de la vejez, especialmente en el Parménides, y en ella se centrarán las críticas de Aristóteles. (EO, p. 777). En lo referido a la ética destacan dos obras Gorgias y La República, que indudablemente se inscriben en el subjetivismo, dada la posición filosófica del autor. Aristóteles (384-322): Filósofo y médico, descendiente de una familia de éstos. Nació en Estagira (hoy Stavro), por lo que se le denomina el estagirita. Huérfano desde joven, marchó a Atenas a los 17 años para estudiar filosofía en la Academia de Platón, de quien fue un brillante discípulo. Pasó allí veinte años en los que colaboró en la enseñanza y publicó algunas obras que desarrollaban las tesis platónicas. En el 348, a la muerte de Platón rompió con la Academia y abandonó Atenas por cuestiones políticas. Luego de enviudar tuvo un hijo, Nicómaco, con una antigua esclava del tirano Hermias.. En la corte del rey de Macedonia, Filipo II educó al hijo de éste, Alejandro. Al regresar a
  • 21. P á g i n a 21 | 55 Atenas enseñó en el Liceo. Con el tiempo, y quizá no antes de su muerte, sus discípulos constituyeron una institución comparable con la Academia de Platón, denominada escuela peripatética, por la costumbre de dictar las enseñanzas y mantener las discusiones durante largos paseos. Contario a lo que sucedió con su maestro, de Aristóteles sólo se han conservado los escritos esotéricos, derivados de las lecciones impartidas en el Liceo, mientras que se han perdido los exotéricos, destinados al público en general. Su modelo se mantuvo inalterable hasta el siglo 19. (EO, pp. 46-47). Como ya se indicó con anterioridad, en contraste con su maestro, Platón, Aristóteles como buen naturalista, se adscribe a lo que en este tiempo se denomina el objetivismo axiológico. San Agustín (354-430): Aurelius Augustinus. Teólogo latino. Al principio tuvo una vida disipada. Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupa- ción por el problema del mal, que lo acompañó toda la vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo. La lectura de los neoplatónicos -es probable que Plotino (205-270)-, debilitó esas convicciones y modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal. A partir de la idea de que “Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada”, comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal solo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia. La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde escribió sus primera obras. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona habiéndosele encomendado la misión de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica. Entre sus obras maestras se encuentran: Acerca de la vida feliz (386), Contra los académicos (386), Soliloquios (387), Acerca del Libre albedrío (388-390), Acerca de la verdadera religión (390), Cartas (396-430), Confesiones (400), Sobre la Trinidad (400-416), Acerca del Génesis (401-415), La Ciudad de Dios (420-429). (EO, pp. 9-10), considerándose este autor parte de lo comprendido ahora como escuela objetivista.
  • 22. P á g i n a 22 | 55 Immanuel Kant (1724-1804): Filósofo alemán nació y murió en Königsberg. Es uno de los grandes filósofos en la historia de la humanidad. Su Crítica de la razón pura se considera un hito entre los textos de la época moderna (AF, p. 137). Para Blázquez Carmona et allí (2001, p. 236), en la reflexión ética se designa como formalismo a su concepción moral; hace depender el valor moral de las acciones, no de algún contenido concreto (llámese placer, bien o Dios), sino del respeto a la ley, al deber por el deber, según sus palabras. Se trata de determinar cómo ha de hacerse (es decir, la forma de actuar, que es el respeto a la ley que uno mismo se dicta: el deber) lo que todo el mundo sabe que ha de hacer (es decir, la materia). El texto clave, escrito en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, es: El valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco, por consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su fundamento determinante en ese efecto esperado. Pues todos esos efectos –el agrado del estado propio o incluso el fomento de la felicidad ajena- pudieron realizarse por medio de otras causas, y no hacía falta para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en donde puede encontrarse el bien supremo y absoluto. Por tanto, no otra cosa, sino sólo la representación de la ley en sí misma –la cual, desde luego, no se encuentra más que en el ser racional-, en cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento determinante de la voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral. Con Kant, como se anotó, se inicia una nueva corriente en la teoría de los valores, el llamado formalismo kantiano, que afirma que si conocemos el bien estamos obligados a practicarlo y consecuentemente a evitar el mal. En su obra distinguía entre el saber teórico y actuar práctico, dado que por medio de la experiencia sólo se conoce el fenómeno lo cual no nos permite conocer criterio moral alguno. Wilhem Windelband (1848-1915): Según Reale (2002, pp. 400-401), la escuela de Baden recibió ese nombre porque sus centros fueron Heidelberg y Friburgo, ciudades situadas en esa región de Alemania. Sus representantes más prestigiosos son W. Windelband y H. Rickert, considerados exponentes muy notables del neocriticismo lo cual les diferencia de la escuela de Marburgo. En su retorno a Kant, Windelband atribuye sin duda a la filosofía la tarea de buscar los principios que garantizan la validez del conocimiento. No obstante, a este respecto introduce dos nuevos elementos: por una parte, dichos principios se interpretan como valores necesarios y universales, cuyo normativo es independiente de su efectiva realización; por otro lado, a
  • 23. P á g i n a 23 | 55 diferencia de la escuela de Marburgo, Windelband se libera de la referencia privilegiada al ámbito del conocimiento y toma en consideración la actividad humana que se desarrolla asimismo en los terrenos de la moralidad y del arte. Para Windelband la filosofía investiga si es que existe una ciencia, es decir, un pensamiento que posea valor de verdad, con una ciencia, es decir, un pensamiento que posea valor de verdad, con una validez universal y necesaria; investiga si es que hay una moral, un valor y un actuar que posean con validez universal y necesaria el valor de bien. Heinrich Rickert (1863-1936): Diseña un sistema de valores que se basa en su división entre el mundo de los objetos y el mundo de los valores. Ambos están reunidos en el mundo de la realización sensorial que surge “en tanto que somos sujetos que valoran, es decir, sujetos que toman libremente una posición respecto a los valores” (AF, p. 175). Este autor pertenece a la escuela de Baden, quienes distinguen entre la naturaleza, sólo alcanzable mediante leyes, y la historia y las culturas, sólo concebibles como valores. Max Scheler (1874-1928): Al hablar de valores, este filósofo es imprescindible, por lo que se le dedica un espacio mayor que a los anteriores. Según Kunzmannk et alli (2003, p. 199) este filósofo amplía el campo de la fenomenología, que en gran parte desarrollara su maestro Edmund Hussel (1859-1938), aplicándolo al ámbito de la ética, la filosofía de la cultura y la filosofía de la religión. En su obra El formalismo en la ética y la ética material de los valores, critica la ética formal de Kant y desarrolla en la dirección contraria los fundamentos de su teoría de los valores. Afirma estar convencido de que Este coloso de acero y bronce [la ley moral de Kant obstruye el camino de la filosofía hacia una […] teoría concreta y comprensible de los valores morales, de su jerarquía y de las normas que se basan en esta jerarquía; y con ello, al mismo tiempo, la incorporación fundada en el verdadero conocimiento de los valores morales a la vida humana. Los valores le son a los al hombre a priori y de manera ideal en los actos del sentir. No existen en un cielo de valores con una subsistencia en sí, sino que están ligados a las personas en tanto que el centro de los actos, aunque como un a priori emocional esencialmente necesario para la persona. Evita el formalismo de Kant, puesto que los valores están determinados en sus contenidos y ligados a la persona, pero al mismo tiempo enfrenta al relativismo sosteniendo un orden a priori de los valores. Los valores se sitúan en una jerarquía suprahistórica. A cada nivel de valor le corresponde u
  • 24. P á g i n a 24 | 55 particular acto de sentimiento, un tipo de persona y una forma de sociedad, por lo cual hay que darles la primacía a los valores superiores. Los valores se muestran en las cosas o en los bienes, pero son independientes de estos en su calidad de valores. En este aspecto son comparables con los colores, que también aparecen en ciertos objetos, pero que son independientes de éstos en su calidad de colores. Considera que la esencia del hombre no está primariamente en su pensamiento o en su voluntad, sino en el amor. El hombre es un ens amans, un ser amante. Todo conocer y toda adquisición de valor se basan en la capacidad de participación en el ser, que está basada en el amor. Para el pensamiento de este filósofo es fundamental el concepto de persona, a la que concibe como una unidad de ser de distintos actos (sentir, pensar, querer, amar). La persona es la unidad de ser concreta, por si misma esencial, de los actos de esencias de diferentes géneros. Diferente de ella es el yo, que está determinado por sus funciones psicofísicas (por ejemplo, las funciones sensoriales). La persona es única y se substrae a cualquier objetivación. Sabe de sí misma sólo en el cumplimiento de sus actos, y sabe de otras personas en el cumplimiento simultáneo, anterior y posterior de sus actos. Habla también de personas colectivas (nación e Iglesia) a las que les atribuye una conciencia propia basada en la interrelación de los actos comunitarios. La persona divina ocupa un lugar relevante y hacia ella se dirige la persona humana. La idea de dios es el mayor valor y el amor de Dios la más alta forma del amor. Con el paso del tiempo Scheler cambia su concepción de dios, inicialmente cristiana, hacia una divinidad cambiante. En su época tardía Scheler se dedicó sobre todo al proyecto de una an- tropología filosófica. En El puesto del hombre en el cosmos desarrolla la idea de una estructura escalonada de lo psíquico. El primer nivel es el ímpetu del sentir, propio de todo ser vivo desde lo vegetal hasta el hombre. Le siguen el instinto, la memoria asociativa, la inteligencia práctica (la posibilidad de elegir, la capacidad de anticipación); y finalmente el espíritu sólo en el hombre. A través del espíritu el hombre queda desligado de las limitaciones de lo orgánico. Pero al mismo tiempo el espíritu entra en un antagonismo con el principio de todo lo vivo, a saber: el ímpetu. Toda vivencia de la realidad se funda en el ímpetu y sobre la base de la experiencia de la resistencia que lo real opone al ímpetu. La dualidad de espíritu e ímpetu es decisiva para el desarrollo de la cultura y la sociedad en la forma de la interacción de factores ideales y factores reales. El
  • 25. P á g i n a 25 | 55 espíritu en sí no tiene fuerza para transformar su conocimiento de la esencia en realidad. Tan sólo allí donde sus ideas se unen con los factores reales (los instintos, como el de la conservación; los intereses; las tendencias sociales) cobran éstas realidad. VI La ética VI.1 Definiciones De ética se habla a cada momento, con mayor o menor propiedad. Se dice que es la rama de la filosofía que estudia las teorías relativas al comportamiento humano en cuanto a su bondad o inconveniencia. También, “Es una ciencia práctica y normativa que estudia racionalmente la bondad y maldad de los actos humanos” (Gutiérrez, 1992, p. 23). Si bien se le confunde ética con moral, ésta es la aplicación de aquélla; es decir: “La ética es la teoría o ciencia del comporta-miento moral de los hombres en sociedad” (Sánchez, 1992, p. 25). Una conducta puede ser inmoral, pero hablando de personas, no es válido calificarla de amoral. Un acto puede no ser moral pero es imposible que carezca de esta categoría. En su origen, del latín, moral significa o deriva de costumbre. Para Abbagnano (1995, p. 466), ética es la ciencia de la conducta. Existen dos concepciones fundamentales: 1) la que la considera como ciencia del fin al que debe dirigirse la conducta humana y de los medios para lograrlo, derivando tanto el fin como los medios de la naturaleza humana; 2) la que la considera como la ciencia del impulso de la conducta humana e intenta determinarlo con vistas a dirigirla o disciplinarla. Estas concepciones que se han entrelazado tanto en la Antigüedad como en el mundo moderno, son distintas en lo fundamental y hablan dos lenguajes diferentes. La primera, en efecto, habla el lenguaje del ideal al que el hombre se dirige por su naturaleza y, en consecuencia, de la naturaleza, esencia o sustancia del hombre. La segunda, en cambio, habla de los “motivos” o de las “causas” de la conducta humana o también de las “fuerzas” que la determinan y pretende atenerse al reconocimiento de los hechos. La confusión entre estos dos puntos de vista
  • 26. P á g i n a 26 | 55 heterogéneos fue posible por el hecho de que ambos se presentan por lo común en la forma aparentemente idéntica de una definición del bien. Pero el análisis del bien demuestra de inmediato la ambigüedad que oculta, ya que bien puede significar lo que es (por el hecho de ser) o de lo que es objeto de deseo, de aspiración, etc., y estos dos significados corresponden justo a las dos concepciones indicadas. VI.2 Distintas posturas éticas (escuelas) Las posturas éticas responden a escuelas o doctrinas. Con mayor o menor amplitud, en lo antes escrito se ha tratado este tema, y evidentemente, al tratarse de un tema humanístico o social, las clasificaciones variarán de acuerdo a los diversos autores. No estamos ante ciencias de las llamadas duras, las cuales, no obstante, también presentan sus diversos puntos de vista al momento de organizarse o definirse una clasificación. Dicho lo anterior, a manera de aclaración, para esbozar de manera esquemática esta parte se sigue a Gutiérrez Sáenz (1992), que en la cuarta parte de su obra (citada por supuesto en la bibliografía de estos apuntes), vemos que los capítulos que van del XIX al XXXI (pp. 119-185) cubre lo que consideramos contempla este apartado. Comienza con Sócrates y le asigna el papel de fundador de la ética, pasando a su método (conocido como mayéutica, y basado en la afirmación misma de este filósofo que hacía parir verdades al igual que en el nacimiento de bebés lo hacía su madre, que era partera), y sigue con la teoría acerca de la virtud. Luego se desarrolla el relativismo moral de los sofistas, término que designa a todo aquél que propone lo falso como verdadero, que engaña con astucia y cinismo1 y que se jacta de poder defender el pro y el contra de cualquier proposición; una especie de mercenario retórico. Destaca Protágoras, que con su famosa expresión: el hombre es la medida de todas las cosas, dentro de la ambigüedad o de la polisemia inherente puede interpretarse un temprano antropocentrismo, la excelencia del hombre y su superioridad dentro de la creación. Empero, ya Platón advirtió que es una expresión lapidaria del relativismo moral, tesis que implica la muerte de la ética, pues según lo interpretó, cada persona es juez absoluto de la verdad y de la moral. En otras palabras, toda verdad y todo valor dependen de cada persona y de su 1 Con más propiedad, sin vergüenza, dado que en filosofía también existe una escuela llamada cínica, que no debe confundirse con el significado actual que prevalece acerca del término.
  • 27. P á g i n a 27 | 55 criterio. La verdad y el valor son relativos a cada sujeto, lo cual coincide tanto con las posiciones asimismo llamadas libertarias (de liberales ortodoxos o neoliberales dogmatizados), como con el denominado open mind que prevalece en la conducta de jóvenes miembros de sociedades occidentales u occidentalizadas especialmente durante el último medio siglo, especialmente a partir de la década de los años 60’s (en la era de acuario) a la fecha. Muy ligado a la obra de Sócrates (dado que éste se sabe que no dejó escrita obra alguna), se registra la obra de quien se dice que posiblemente es el filósofo más leído y citado: Platón y su teoría de las ideas o idealismo. Para él el principio fundamental es el valor, consecuencia de que lo perfecto, lo eterno, lo puro, son las ideas y los entes materiales son un no-ser. La idea del bien es la cumbre de todas las ideas, debemos aspirar hacia ella, el centro de nuestra actitud práctica, debiendo, purificarnos de todo lo material, lo cual nos permitirá ascender a lo sublime, las virtudes: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Luego, de acuerdo al discípulo más destacado de Platón, se cita la obra de Aristóteles y su eudemonismo. En contraste con aquél, para el llamado estagirita, todos los seres de este mundo están compuestos de materia y de forma, el hilemorfismo: la materia es el elemento individualizador, y la forma es el elemento especificador. Para el caso del hombre, la materia y la forma son el cuerpo y el alma, respectivamente. Para este filósofo la felicidad ocupa un puesto central en su ética, entendiendo que eudaimonía significa eso en griego. No obstante, dicha felicidad no consiste ni en el placer, ni en la fama, ni en las riquezas, sino en la actuación conforme a la propia naturaleza, es decir, en la actuación de sus potencias, entre las cuales el entendimiento o razón ocupa un lugar privilegiado. Una de sus obras más difundidas Ética a Nicómaco (por el nombre de su hijo), está dedicada al estudio de las virtudes, lo cual es el perfeccionamiento de una facultad humana. Sigue el aporte de estoicos y hedonistas. Aquélla tomó su nombre del pórtico de Atenas (stoá). Fue fundada por Zenón de Citio (342-270, según Gutiérrez, quien lo denomina de Cicio; o 333-264, para Wikipedia; obviamente, a. C.). Esta escuela tiene representantes romanos de gran renombre como Séneca (4 a. C. -65) y el emperador Marco Aurelio (121-180), o Epicteto (55- 135) y Posidonio (135-51). El ideal estoico es el sabio que se gobierna exclusivamente por la razón, sin dar lugar a los impulsos de las pasiones, las cuales son juzgadas como malas. La razón debe llevar al hombre a una
  • 28. P á g i n a 28 | 55 adecuación con su propia naturaleza y con la naturaleza del Cosmos. Gracias a ella se adquieren las virtudes y, por ende, la felicidad. En cuanto al Hedonismo, su principal representante es Epicuro (341- 270) en Grecia y Lucrecio (94?-53?) en Roma. El placer (hedoné, en griego) es el valor supremo, al cual se subordinan todos los demás. La regla de conducta práctica es “procurad el máximo de placer con el mínimo de dolor”. La virtud no es sino un medio subordinado al placer, y aquí es donde se encuentra la máxima oposición con el estoicismo, el cual propone la virtud como un fin y no como medio. Dividido, debilitado y casi desintegrado el Imperio Romano, emerge el cristianismo con una cosmovisión muy diferente a la desplazada, no obstante que como parte de su adaptación, incorpora elementos de diversas culturas, inmediatas o remotas. Particular mención requiere el aporte en primer lugar de los Padres de la Iglesia (San Atanasio de Alejandría, San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo y otros tantos más) y luego de la obra de Agustín de Hipona y siglos después la de (Santo) Tomás de Aquino, creador de la parte de la filosofía denominada tomismo. Como afirma Coreth et allí (1989, p. 115), ”La filosofía cristina cuenta con una antigua y rica tradición formada por la herencia patrística y escolástica, que recogió los conocimientos platónicos y más tarde los aristotélicos, intentando una síntesis de los mismos”. En la secuencia temporal que se toma como base sigue el formalismo a priori de Kant, que se trata en otros apartados de estos apuntes. Gutiérrez incluye a pensadores como Karl Marx y su desarrollo del materialismo dialéctico, en donde no hay seres espirituales independientes de la materia y por tanto como comúnmente se le entiende, no existe. Luego, del intelectual francés Jean Paul Sartre (1905-1980), como representante del existencialismo, que tiene como antecedente al filósofo danés Sören Kierkegaard (1813-1855). Para Sartre, el hombre es libertad y por tal razón trasciende por completo el orden material, con lo cual fabrica su propia esencia. Los valores son creaciones de la libertad humana. El hombre crea el valor cuando actúa con libertad, con plena autonomía. De aquí surge el llamado amoralismo pues cada persona vale por su acto libre, no por la sumisión a una jerarquía de valores ya hechos.
  • 29. P á g i n a 29 | 55 Otra escuela o corriente que registra Gutiérrez es la que denomina pragmatismo sociológico, la cual admite como verdadero aquello que produce éxito en la práctica, por lo que también se identifica como pragmatismo. Es bueno lo que conduce eficazmente hacia el logro de un fin. La teoría es simple: se trata de colocar la verdad y el bien en función del éxito que puedan producir. No obstante lo atractivo -especialmente por lo simplificado del modelo-, al aplicarse, con frecuencia conduce a contradicciones pues lo que para unos tiene éxito para otros no. Finalmente, el autor que sirve de base para este apartado concluye con el desarrollo que de la axiología realizó Max Scheler, filósofo que es objeto de amplio tratamiento en otros apartados de este trabajo. VII Clasificación de los valores Tanto para la filosofía como para la educación los valores constituyen un tema nuevo, a diferencia del concepto virtud que ha sido tratado desde la época de la Grecia clásica. Tanto los antiguos como los modernos incluían, sin tener conciencia de ello, el valor en el ser, y median a ambos con la misma vara (19, p. 11). La palabra y el significado el término valores se encuentra a partir de la economía; de la acepción concreta y tangible del precio de los bienes y servicios, por abstracción, se llegó al sentido que tiene el vocablo en filosofía. De ahí se ha pasado a hablar de valores unidos a principios. Ambos términos son objeto de conversación y de uso en los medios masivos de comunicación e incluso de lemas de campañas políticas. En cuanto a su uso en educación y en filosofía, siguiendo a Abbagnano (1995, p. 1173), se entiende por valor, en general, todo objeto de preferencia o de elección. Desde la antigüedad la palabra ha sido usada para indicar la utilidad o el precio de los bienes materiales y la dignidad o el mérito de las personas, pero este uso no tiene significado filosófico alguno porque no ha dado origen a problemas filosóficos. El uso filosófico del término “valor” comienza sólo cuando su significado se generaliza para indicar cualquier objeto de preferencia o de selección, lo que ocurre por primera vez con los estoicos, quienes introdujeron el término en el dominio de la ética y denominaron valores a los objetos de las selecciones morales. Lo hicieron así por entender el bien en sentido subjetivo y en consecuencia, podía considerar los bienes y sus relaciones jerárquicas como objetos de preferencia o de elección. Entendieron por valor, en general, “toda
  • 30. P á g i n a 30 | 55 contribución a una vida conforme a la razón” o, como dice Cicerón, “lo conforme a la naturaleza o lo digno de elección (selectione dignum)”. Por lo conforme a la naturaleza entendían lo que debe ser elegido en todos los casos, o sea la virtud; por lo digno de elección, entendían los bienes que deben preferirse, como el ingenio, el arte, el progreso, entres las cosas espirituales; la riqueza, la fama, la salud, la fuerza, la belleza, entre las cosas corporales; la riqueza, la fama, la nobleza entres las cosas externas. La división entre valor obligatorios y valores preferenciales será expresada más tarde como la división entre valor intrínsecos o finales y valores extrínsecos o instrumentales. En cuanto a la clasificación, en el desarrollo de este apartado también se aplica lo anotado anteriormente (vid supra, V.2, Escuelas axiológicas), basándose el desarrollo en Castellote (2002, pp. 58-59). VII.1 De manera objetiva Objetivismo. Los valores son materiales, objetivos y absolutos. Podrían denominarse como una reestructuración del objetivismo, aunque de forma moderada. Se encuentra en este apartado Franz. Brentano (1838-1917) y Edmund Husserl (1869-1938). Para el primero hay una clara diferencia entre lo físico y lo psíquico. Se instaura la intencionalidad de tipo ideal, siguiendo a Platón en sus orígenes. Después, de acuerdo a Renato Descartes, admite la denominada evidencia cartesiana en lo espiritual. Husserl, por su parte, elimina el psicologismo de la lógica, estableciendo la fenomenología como disposición, fiel a su escuela filosófica. VII.2 De manera subjetiva Subjetivismo. Los valores son materiales, pero relativos al sujeto. Se podría denominar también psicologismo. La escuela de Viena es la más representativa con A. Meinong (1853-1920), Ch. V. Ehrenfels (1859-1932), O. Krau (1872- 1942), R. Müller-Friedenfels (1882-1949). También podría pertenecer a este subjetivismo la escuela anglosajona. Meinong es un puro relativista, para quien el valor es igual a placer y el contravalor a displacer. Ehrenfels postula la valoración de lo “ausente”. El valor equivaldría al deseo. Müller afirma que siempre hay un sujeto que valora, pero es cambiante. Sólo el sujeto actual es real. En él priva totalmente la ética de Hume. Para Perry el valor es igual al interés. No importa ni el placer ni el deseo. Priva la economía.
  • 31. P á g i n a 31 | 55 VIII Aplicación de los valores Tanto la moral como los valores y las virtudes tienen presencia a cada momento en la vida diaria. No obstante, su fundamentación se encuentra en la filosofía como producto de la reflexión humana a través de los siglos. Alasdair MacIntyre (1998), afirma que la historia de la ética se remonta incluso a las edades ágrafas. En su Historia de la ética, revisa la evolución del concepto desde la etapa prefilosófica hasta la filosofía moral moderna de las décadas más recientes, con lo que se evidencia que el concepto no ha perdido vigencia. No obstante, es posible que debido a la ya citada impresionante evolución científico-tecnológica, se tiene la percepción generalizada de que la filosofía en general y la ética con su bagaje de escuelas y teorías son obsoletas para comprender el mundo. Ahora lo que importa no es el efecto de lo que se hace o sus consecuencias sino si se hace o si se es capaz de hacerlo. Vive el momento, es una divisa común equivalente a Dios ha muerto, como expresara el nihilista filósofo alemán F. Nietzsche. En ese contexto, diversos sectores sociales claman por volver por sus fueros. Por recuperar la imagen de vida idílica que parece haberse perdido quizá no hace mucho. Si bien las familias y los hogares, los gremios, las congregaciones religiosas, los medios masivos de comunicación y los modelos de vida político-económica tienen mucho que aportar para solucionar estos problemas de los que seguramente son causa, casi toda la presión se ejerce en los sistemas educativos. Se espera que a través de la educación se resuelvan los acuciantes e inconmensurables problemas que afrontan las sociedades actuales en cuanto a corrupción, tráfico de influencias, nepotismo, prevaricato, abuso, violencia, injusticia y disociación social general, sin detenerse a analizar las fuentes o causas del mal. ¿Cuántas veces los hijos no son testigos de las actitudes negativas de los propios padres en cuanto a su relación con los vecinos, el tránsito, los compañeros de trabajo o incluso con los mismos parientes? En casi cualquier país del mundo a diario se conoce de hijos y familiares de funcionarios públicos que participan en acciones no sólo bochornosas sino delictivas. Para el caso de Guatemala, sin olvidar el principio constitucional de presunción de inocencia, ¿cómo puede ser justo un juez que no ha sabido conducir su hogar?; ¿o con qué cara puede presentarse ante la sociedad una jueza que llegó revestida de la aureola de ser la primera mujer en ocupar un elevado puesto en la administración de justicia si luego se conoce de su participación en encubrir al hijo que de qué forma se supone que crió? ¿Quizá para la
  • 32. P á g i n a 32 | 55 sociedad hubiera sido más productivo y edificante que el tiempo que dedicó a superarse (o como dijeron en su momento los diarios, a viajar) lo hubiera invertido en su familia? Muchas preguntas similares, posiblemente sin respuesta –o al menos sin respuestas simples, como no es extraño que se pretenda encontrar-, pueden plantearse. Sin caer en un pesimismo que inmoviliza, el sistema de vida imperante en las sociedades contemporáneas parece refrendar la decisión tomada por la hermana de Justine, la protagonista principal de la famosa novela del Marqués de Sade, en la cual ésta, quien toma el camino de la virtud, sufre innumerables vejaciones y penas, en tanto que aquélla, que se convierte en cortesana, llega a ser una mujer adinerada gracias a los diversos amantes y protectores de que desfilan a través de su vida. Finalmente, como una evidencia de la aplicación de los valores se incluyen dos ilustraciones. En la primera, se muestra por una parte lo valioso que puede ser para una sociedad los estilos de vida marciales (y confróntese, en el caso de Guatemala, el entusiasmo por los desfiles y las bandas), y por la otra, el efecto imitación que se manifiesta en los niños cuya estructura intelectual en formación y desarrollo no les permite comprender la trascendencia de sus actos, no obstante que crecer en un ambiente determinado les condiciona en gran medida su desempeño ulterior. En la segunda ilustración se presentan dos notas publicadas hace algunos años en uno de los diarios de mayor circulación del país. En el primer caso la aplicación de la eutanasia y en el segundo, el evolucionado gesto de dar derechos a especies con las que nos diferenciamos en menos del 2 por ciento.
  • 33. P á g i n a 33 | 55 VIII.1 Estilos de vida Estilo de vida es un concepto sociológico polisémico objeto de diversidad de aplicaciones y de no poco bagaje histórico. Sus aplicaciones empíricas, sobre todo, han provocado una notable ausencia de consenso en cuanto a su definición. Que se ha considerado tanto como conjunto de variables explicativas como de explicadas. Por más que mayoritariamente se asume que se refiere a la manea que tienen las gentes de vivir y de gastar su tiempo y su dinero. Y en donde los productos y las actividades juegan un papel simbólico (Giner, 2002, pp. 269-270). De manera más general, para Hillmann (2001, p. 310), estilo de vida designa, la manera como determinadas personas, unidades sociales, sectores de población y sociedades enteras configuran su existencia cotidiana. La configuración del estilo de vida depende sobre todo de las peculiaridades culturales de la sociedad, de la situación social de cada individuo y de sus valores y conceptos sobre la vida. El estilo de vida constituye un aspecto fundamental de la forma de vida. Según este autor, corresponde al sociólogo y filósofo alemán George Simmel (1858-1918), el mérito de ser el primero en emplear el término. En contraste, Giner (2002, pp. 269-270), afirma que el término aparece en el primer tercio del siglo pasado, con el psicólogo A. Adela, con Max Weber, (1864-1920) en su explicación de los estratos sociales, y con Thorstein Veblen (1895-1929) l describir el consumo ostentoso. Simmel y
  • 34. P á g i n a 34 | 55 G. Tarde trataron aspectos relacionados con el estilo de vida, ya no sólo como una expresión de estatus o de posición social, sino como una proyección de las actividades de la vida cotidiana, del ocio y del consumo. Es, no obstante, hasta los años sesenta cuando el concepto cobra realmente vigencia en los Estados Unidos de Norteamérica y se populariza gracias a los estudios comerciales que se llevan a cabo desde esas fechas, que aplican escalas psicográficas en las encuestas, identifican los valores de la gente y elaboran tipos sociales, conformando así un tipo de descripción de la sociedad. Tras un impulso inicial de W. Lazer, que asume la influencia de las ideas, los deseos y las imágenes –y no sólo de los factores socioeconómicos- sobre los comportamientos de la vida cotidiana, se llega a las definiciones operacionales de los años setenta: el estilo de vida como modelo específico de las actividades diarias que caracteriza a un individuo. La dinámica del proceso de individualización de nuestras sociedades (con la búsqueda de una identidad distintiva) ha propulsado el concepto que se considera como la resultante global del sistema de valores y actitudes de un individuo, de sus actividades y de sus comportamientos de consumo, los cuales ya no responden al concepto marxista de clase social, medida según ingresos y nivel cultural. VIII.2 Cultura, civilizaciones Según Giner (2002, p. 108), emparentada semánticamente con la palabra latina que designa a la ciudad (civitas), la civilización alude de inmediato al proceso (civiliter) que supone la implantación pacífica o la imposición forzosa de un modo de vida civilizado (urbs: urbano), opuesto o superpuesto a otro u otros (frente a los que se instituyen en modelo de vida) ligados a formas tradicionales de existencia natural (ager: agrario; silva: selvático). Al comportar un uso habitual de artefactos y una mayor tecnificación de las condiciones generales de la vida, el modo o modelo civilizado tiende a considerarse superior, más acabado o perfecto por aquéllos que lo practican. De ahí se deriva una segunda oposición axiológica: civilizado viene a ser lo contrario de bárbaro. Equívoco en un sentido coloquial –por ser empleado como sinónimo de cultura (la paideia griega) con quien suele aparecer asociado en su contrapo- sición a naturaleza, especialmente en los modernos contextos anglosajón y francés- el término civilización puede ser visto además como una especie de
  • 35. P á g i n a 35 | 55 antítesis de aquélla, por cuanto la primera expresaría filosóficamente los valores del espíritu y la segunda constituiría una exaltación de valores morales, sí, pero también de intereses materiales. Así es concebida en la Alemania del cambio de siglo por Werner Sombart y Oswald Spengler, quien afirma que toda cultura está llamada a degenerar en civilización (La decadencia de Occidente, 1917). En su evolución terminológica, la civilización (conversión de un proceso criminal en civil en la Francia de 1732), pasó a designar el tránsito a un estado civilizado a partir de los teóricos del progreso (del que formaría uno de sus ingredientes), tanto en Francia (Turgot, Condorcet, Mirabeau, Saint-Simon, Comte), como en Inglaterra (Hume, Smith, Priestley, Mill, Tennyson, Spencer, Bentham…); no así en Alemania (que prefiere cultura: Kant, Fitche, Hegel, Herder). Norbert Elías en El proceso de la civilización (1939), realiza una sumaria enumeración que remite al tipo de modales reinantes, al desarrollo del conocimiento científico, a las ideas religiosas y a las costumbres (ligados a procesos de coerción y estructuración sociales). Sumados, pueden a su vez localizarse geográfica e históricamente en un punto genérico como Occidente, del que constituirían su autoconciencia: de este modo, la civilización resumiría “todo aquello que la sociedad occidental de los últimos dos o tres siglos cree llevar de ventaja a las sociedades anteriores o a las contemporáneas más primitivas”. Si, en el siglo XVIII, los términos alemán de Kultur y francés de civilisation venían a significar casi lo mismo (por cuanto implicaban una progresión ascendente frente a lo que se consideraba primitivo o natural: cultus o civilis frente a silvester), pasado un siglo esta equivalencia fue adquiriendo rasgos diferenciados como conciencia nacional o seña de identidad propia de los respectivos pueblos que, como burguesía constituida en nación (nacionalismo), y en su nombre, firmaban la guerra y la paz entre sí, pero también se lanzaban a la conquista del mundo (colonialismo, capitalismo mundial, imperialismo) y difundían su sistema de valores (sagrada misión civilizadora), tomando como modelo su propia idea de clase social (que copiaba los modelos cortesanos de la nobleza), ligada intrínsecamente a su ideal de nación.
  • 36. P á g i n a 36 | 55 VIII.3 Interacción cultural En un mundo como el del presente siglo la interacción cultural es de una frecuencia exponencialmente mayor que en cualquier tiempo pasado. La tecnología de transportes, la informática y las telecomunicaciones permiten vivir verdaderamente en lo que el filósofo y erudito canadiense Marshall McLuhan (1911-1980) llamó en su momento la aldea global. En tal sentido, acorde con la filosofía de la Universidad Mariano Gálvez, (recuérdese el papel jugado por el Dr. Mariano Gálvez en la historia del país, como primer presidente liberal, en la tercera década del s. 19), para Hillmann (2001, pp. 483-484), el desarrollo del concepto interacción se encuentra estrechamente relacionado con los intentos de las teorías sociológicas de tipo individualista de construir una ciencia sistemática de la sociedad a partir de conceptos elementales para esbozar y tipificar las relaciones sociales individua-les. Se sabe que la sociología formal trata de explicar formaciones sociales complejas a partir de las relaciones sociales fundamentales entre individuos (independiente-mente de las situaciones históricas y específicas de cada cultura). La sociología comprensiva de Weber partía del concepto funda- mental de relación social entendida como una conducta subjetivamente significativa relacionada con el otro, de dos o más individuos. El sistema social de la teoría estructural-funcionalista es, en su forma elemental, la relación normativamente estructurada de los copartícipes en la acción concordes en la motivación y en los roles. Con la incorporación de los teoremas de las investigaciones pedagógicas y de las teorías económicas en la sociología de la teoría de la conducta, se explica la acción social a partir de los principios de reciprocidad y equivalencia (intercambio mutuo de prestaciones del mismo tipo). Se entenderá, entonces, por interacción a la relación recíproca entre acciones, intercambio de acciones. Se produce una interacción cuando un actor (individuo, grupo, organización) no sólo se orienta según la conducta ocasional o justamente perceptible de otro actor, sino que se orienta también de acuerdo con las expectativas, las actitudes positivas y negativas y la valoración y evaluación de las situaciones comunes. Esta tendencia a orientarse según el comportamiento de los otros actores sólo es posible dentro de una estructura social previamente dada de valores, normas, símbolos y técnicas de comunicación comunes (énfasis no en el original).
  • 37. P á g i n a 37 | 55 En otro sentido, en la sociología formal (esencialmente de Simmel) la interacción es la categoría básica para entender las leyes de “construcción” de lo social. Según esta teoría, la sociedad se compone de una multitud de formas de relación, invariables y fijas entre los individuos, que, con sus acciones – motivadas por distintos intereses- se influyen recíprocamente. VIII.4 Valores y su integración al ámbito cultural Para desarrollar este apartado se emplea parte de lo publicado en The New York Times International, Weekly Domingo, en agosto 11 de 2013. La síntesis de catorce artículos diversos (más del 60 por ciento de lo publicado en ese número), permite verificar cómo en por demás diversas latitudes, culturas, ocupaciones y contextos históricos se insertan los valores en lo cotidiano. La primera nota, en la página 1, se titula: En favor de las naranjas. “Su única posibilidad, pensaba Kress, era algo que su sector y otros siempre habían evitado por temor al rechazo por parte de los consumidores. Tendrían que alterar el ADN de la naranja con un gen de otra especie”. Aquí, vemos que modificar el código genético de plantas y no digamos de animales o humanos es un tema de valores. En la página 2, el artículo tiene por título: Bobby Gruenewald, de 36 años, es el “pastor de la innovación” de la iglesia, y en la parte conducente se refiere a que dicho personaje “Tiene una formación empresarial, no religiosa”. ¿Es válido desde el punto de vista de los valores predicar sin tener formación religiosa y antes bien reducida aquélla al mundo empresarial? La página 4, incluye: General egipcio Sisi no es tan claro. “Las percepciones ambivalentes con respecto al general Sisi –un oficial avezado que responde con renuencia a una llamada a prestar servicio, un hombre ambicioso con una “idea de destino”, tal como expresó una persona que lo conoce- dejan a gran parte de Egipto preguntándose si se propone hacer que el país vuelva al gobierno civil, como prometió, o capitalizar el apoyo de la gente buscando el poder para sí mismo”. En el extracto de esta nota, vemos que a veces las personas se presentan con una faceta y luego descubren otra. La página 6 refiere: Imagen de escritora inglesa desata conflicto. “Ella reunió casi US$20 mil para presentar un desafío legal en caso de que el comité de nueve miembros que establece las tasas de interés ignorara la Ley de Igualdad del 2010 que obliga a las instituciones públicas a tener en mente la igualdad de género en todos los asuntos que deciden”. Aquí encontramos un ejemplo de lucha por igualdad entre sexos.
  • 38. P á g i n a 38 | 55 En la página 8. Facturas falsas, un gran negocio en China. “En uno de los casos más grandes este año, un empresario en la Provincia de Zhejiang fue encarcelado por ayudar a 315 compañías a evadir millones de dólares en impuestos al emitir facturas falsas, un crimen a veces castigable con la muerte”. ¿Es necesario algún comentario adicional? En la misma página: Transporte público, dolor constante para Indonesia. “Y un carril exclusivo para buses durante las horas pico, cuando las calles están congestionadas, no ayuda, ya que los automóviles, motocicletas y hasta vehículos del Gobierno, policíacos y militares pasan por encima de las diminutas barreras de concreto que se supone están ahí para delimitarlo, retrasando más a los autobuses”. Una muestra de situaciones que se ven a diario en (casi) todas las ciudades del mundo; son ejemplos que pueden parecer pueriles, sin embargo, sus repercusiones pueden ser catastróficas, como sucede en los accidentes de tránsito de arrojan decenas de muertos y lesionados. Página 9: Gobierno surcoreano hace el papel de casamentero. “Los valores tradicionales cambian poco a poco, pero esos cambios no disminuyen la necesidad de las presentaciones apropiadas para las relaciones serias”. Muestra de la tensión entre tradición y vida moderna; cómo las sociedades presentan rezagos que afectan a las personas en lo individual. Telenovela sobre realidad maya. “Podría ser la telenovela mexicana más decente que existe. Las apasionadas escenas amorosas, un elemento básico del género, fueron reducidas a unos cuantos besos en la mejilla y a tomarse de las manos, cediendo así a las conservadoras sensibilidades locales. (…) Baktún, que debuta este mes en la televisión pública del estado de Quintana Roo, cuenta con los ingredientes melodramáticos comunes de las telenovelas: avaricia, traición, pleitos familiares y un amor no correspondido”. Esta nota aparece en la página 10, y refleja hechos familiares a nuestra realidad e idiosincrasia. Página 11; Juventud afgana experimenta efectos culturales del conflicto. “… entrevistas con docenas de jóvenes pintan una imagen de una nueva generación aferrada a las costumbres conservadoras de su sociedad, particularmente en lo que se refiere a los derechos de la mujer”. Nota similar a las anteriores, por una parte lo tradicional y lo moderno, por la otra la tensión entre sexos. En la página 12. Conflicto solar trae beneficios a Taiwán. “Muchos fabricantes eludieron los impuestos al comprar sus celdas en otros lugares,
  • 39. P á g i n a 39 | 55 principalmente en Taiwán”. Una muestra de corrupción, similar a la del otro lado del océano, en la llamada China continental. La página 14 muestra: Fósiles van a subasta no a sala de museo. “Esto forra sus bolsillos, pero perjudica a la ciencia”, aseveró Thomas Carr, director del Instituto Carthage de Paleontología, en Wisconsin. (…) Algunos expertos dicen que los altos precios y las restricciones relajadas alientan a que algunos invadan ilegalmente terrenos federales en busca de restos y los extraigan ilícitamente de otros países ricos en fósiles, como Mongolia”. Cómo cualquier actividad humana se mercantiliza. En la página 15. Cautiverio de las orcas genera reacciones encontradas. “¿Acaso deben los seres humanos tener en cautiverio a la orca, o ballena asesina, uno de los animales más sociales, inteligentes y carismáticos del planeta? (…) Aparentemente, se les dio ese nombre no porque fueran ballenas violentas, sino porque eran depredadoras de ballenas, además de peces, pingüinos y focas. (…) Las ballenas viven en grupos familiares, o manadas. Los subgrupos difieren en dieta y rasgos físicos. Las conductas de los diferentes grupos son tan diversas que los científicos consideran que tienen diferentes culturas”. Una muestra de la voracidad humana y de su insuficiente comprensión del mundo de las otras especies. La página 16 presenta una nota curiosa: Se recuerda a hombre sin nacionalidad. “Desde mi primera misión en Brandenburgo sentí remordimientos”, escribió en un libro de memorias de 1961. El mundo es mi país (este libro se reeditó luego con el título de Mi país es el mundo). ¿Cuántas bombas había lanzado? ¿Cuántos hombres, mujeres y niños, había asesinado? Seguía preguntándome si no había otro camino”. El otro camino, concluyó, era erradicar el conflicto mediante la erradicación de las fronteras”. En esta época de emigraciones masivas y de intolerancia generalizada. Finalmente, la página 19 informa: Ignoran el paradero de obras de arte sustraídas. “Arrestado la noche del 19 de enero, Dogaru, quien será enjuiciado este mes, ha admitido el robo de las obras, pero ha dado poca información. Ha sugerido misteriosamente que otros criminales están involucrados y lo asesinarán si habla”. De nuevo, el mercantilismo mezclado con ambición, mentira, chantaje y un sin número de antivalores. De acuerdo a lo citado, en primer lugar se presenta el dilema de la alteración genética de las plantas, los productos denominados transgénicos, prohibidos en algunos países, en observación en otros y en los más proliferando sin que las poblaciones se den por enteradas, a ciencia y
  • 40. P á g i n a 40 | 55 paciencia de las autoridades responsables de su regulación y control. En este caso se aplica el principio de precaución: “mientras no se conozca sin lugar a dudas los potenciales efectos no deseados de la manipulación genética sistematizada” debe prohibirse su aplicación. En indispensable realizar más investigaciones, pero además, y por sobre todo, abrir un debate acerca de ciencia, tecnología y valores. En el segundo artículo se cita sin eufemismos un fenómeno mundial contemporáneo, a saber: la comercialización, mercantilización, manipulación y cosificación de las prácticas religiosas. Lo que importa son los fines, no los medios. La religiosidad, tal y como se tratara de un bien cualquiera de consumo. ¿No cabe suponer que en las expresiones sino espirituales, al menos religiosas, deben existir límites en cuanto a la mesura, la prudencia y demás valores en general? Si antes se explota las necesidades espirituales, la siguiente nota expresa la manipulación que se hace de los anhelos, carencias materiales y limitaciones mentales de las masas. Cómo se daña irreversiblemente a poblaciones enteras durante varias generaciones, producto de la ignorancia de éstas y de la ambición desmedida de los grupos que monopolizan el poder para su propio beneficio. ¿La política es una actividad en la cual están ausentes los valores? En la nota siguiente aparece un tema que en este momento es objeto de discusión en Guatemala: tanto en política como en diferentes esferas de la vida ciudadana ¿debe existir proporcionalidad en la representación por sexos? Si son, por ejemplo, 200 diputados y apenas existe menos de un dos por ciento de mayoría de mujeres respecto a hombres, debe haber 100 mujeres e igual número de hombres en el Congreso de la República (sin tomar en cuenta la inabarcable posibilidad de la diversidad en cuanto a orientación sexual). La equidad como valor ¿en qué forma debe llevarse a la práctica? La nota de las facturas en China es un asunto que no merece mayor comentario; sobre todo en el caso de Guatemala, en donde la cuestión fiscal es un asunto de tanto debate y sobre todo manipulación. Para los impuestos que corresponden y cumplir como buen ciudadano ¿es un valor? Referido a Indonesia, pero también a Centro América o a diversos países del continente, respetar las leyes de tránsito y (se repite) ser un ciudadano responsable ¿es un valor?