Para las economías nacionales, el talento se ha convertido en la divisa básica de competitividad. Países y empresas que sistemáticamente están orientados hacia la competitividad del talento, tienden a obtener mejores resultados. Hablar de talento del siglo XXI es hablar de un concepto más amplio, que ya no se sustenta en el pilar tradicional de la educación formal, sino que el peso del desarrollo de las capacidades profesionales, especialmente en aquellos casos relativos a cambios tecnológicos, va ganando protagonismo y está comportando cambios en el perfil requerido en un nuevo mercado laboral. Gobiernos, instituciones y empresas han de poner en marcha iniciativas y herramientas ?facilitadoras? orientadas a desarrollar la capacidad de los países para gestionar el talento a través de la atracción, el crecimiento y la retención del mismo. Hoy nuestro país, situado en un nuevo escenario, con claros índices de recuperación del mercado laboral, ha de seguir impulsando medidas que faciliten y sitúen el talento en el centro de las soluciones para el crecimiento económico y la mejora de la competitividad. Competitividad que es necesaria para liderar el proceso de recuperación y volver a hacer de nuestro mercado laboral un motor de crecimiento y desarrollo sostenible.