Este documento discute si los farmacéuticos son profesionales clínicos y si la atención farmacéutica es una profesión clínica. Argumenta que los farmacéuticos deben satisfacer las necesidades farmacoterapéuticas de los pacientes siguiendo principios bioéticos como la beneficencia, no maleficencia, veracidad y justicia. También enfatiza que las profesiones deben responder a las demandas sociales en lugar de esperar a que la sociedad se adapte a ellas.