Los espacios comerciales se han convertido en lugares personalizados donde las marcas plasman su identidad. Estos espacios están diseñados para facilitar la compra de productos y servicios a través de elementos como los colores, la iluminación, la música y los olores, con el fin de crear una experiencia única para los consumidores. Sin embargo, los espacios comerciales no pueden considerarse espacios públicos reales ya que están controlados por intereses privados y están diseñados principalmente para fomentar el consumo.