El documento describe el orden conservador que se consolidó en la Argentina después de 1880, caracterizado por la centralización del poder en el Estado nacional y la limitación de la participación política a través de un régimen oligárquico. Este régimen se legitimó traduciendo los intereses de una élite gobernante en creencias compartidas sobre la estructura de gobierno mediante el control electoral y la sucesión presidencial, pero con el tiempo la distancia entre su principio de legitimidad y su sistema de legitimidad contribuyó a una crisis de legitimidad.