La industria cultural se presenta como un engaño masivo. Sus productos como el cine y la radio se enfocan en generar ganancias antes que en el arte. Estos productos están estandarizados y dirigidos a satisfacer las necesidades previamente definidas de diferentes grupos de consumidores de manera mecánica. La industria cultural reprime la espontaneidad y la imaginación del público para asegurar que sus productos sean consumidos de la manera planeada.