George Herbert Mead propuso que el yo social se compone de un "yo" individual independiente de situaciones particulares y un "mi" situado que responde a situaciones. El "mi" se forma a través de cómo nos vemos reflejados en los demás. Erving Goffman expandió esta idea al sugerir que las personas proyectan imágenes de sí mismas en escenarios sociales para ser vistas de ciertas maneras y lograr objetivos.