Julian tenía un mal carácter y siempre se quejaba y regañaba a los demás. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno cada vez que se enfadara, para hacerle pensar en su comportamiento. Al principio clavó 17 clavos, pero con el tiempo fue controlando su ira y clavando menos, hasta que dejó de hacerlo. Cuando quitó todos los clavos, su padre le mostró los agujeros que habían quedado y le explicó que así como esos agujeros no se borrarían, las palabras hi