1. “Llamado
a
los
doctores”
(del
IML)
Parafraseando
a
José
María
Arguedas,
quisiera
hacer
un
“llamado
a
los
doctores”
(1966),
pero,
mas
específicamente,
a
los
médicos
y
demás
profesionales
que
laboran
en
el
Instituto
de
Medicina
Legal.
Sé
que
muchos
de
ellos
(y
otros
tantos
no)
se
han
sentido
ofendidos
por
mis
declaraciones
a
raíz
del
caso
Edita
Guerrero.
Sin
embargo,
y
más
aun
después
de
ver
los
reportajes
de
ayer
por
la
noche,
es
importante
recalcar
que
no
se
trata
de
Edita
Guerrero
como
tal
sino
de
lo
que
el
caso
representa.
Entiendo
que
a
veces
el
trabajar
para
una
institución
nos
hace
defenderla
a
ultranza,
porque
esto
nos
da
un
sentido
de
pertenencia,
de
gremio
y
de
identidad.
Pues
no
estoy
de
acuerdo;
creo
que
si
trabajamos
para
una
institución,
sea
por
necesidad
o
convicción
debemos
ser
conscientes
de
lo
bueno
y
lo
malo
que
ella
tiene.
Creo,
por
ejemplo,
que
considerando
que
el
sistema
médico-‐legal
presta
un
servicio
a
la
justicia,
éste
debería
funcionar
como
un
ente
autónomo,
no
adscrito
a
quien
tiene
la
carga
de
la
prueba
en
la
acusación
como
es
el
Ministerio
Público.
Creo,
más
bien,
que
los
usuarios
del
sistema
(el
Ministerio
Público,
el
Poder
Judicial,
la
Policía
Nacional,
la
Sociedad
Civil)
deberían
formar
parte
de
un
directorio
que
pueda
administrar,
auditar
y
elegir
a
las
autoridades
que
dirijan
tal
institución.
La
razón
es
simple,
no
se
trata
de
ser
autónomos,
porque
algún
día
lo
fueron
y
luego
los
adscribieron
al
Ministerio
Público,
se
trata
más
bien
de
entender
que
si
una
persona
es
lesionada
o
muere
por
causas
no
naturales,
la
familia
deberá
confiar
en
el
sistema
plenamente
para
que
éste
use
esa
información
y
administre
justicia
con
las
implicancias
del
caso
y
la
posibilidad
de
que
alguien
o
algunos
purguen
una
condena.
En
las
actuales
circunstancias,
todo
se
convierte
en
un
acto
de
fe.
Los
ciudadanos
no
contamos
con
mecanismos
para
objetar
opiniones
o
incluso
evidencias
recabadas
por
las
autoridades
competentes.
Tenemos
solo
que
“confiar”
que
lo
que
nos
presentan
es
lo
que
es
y
que
en
base
a
eso
se
hará
lo
que
se
tenga
que
hacer.
Yo
les
pregunto,
ustedes,
mas
allá
de
todo
espíritu
de
cuerpo
¿piensan
que
el
Perú
lo
suficientemente
transparente
y
con
procesos
infalibles?
Yo
creo
que
sin
mucho
análisis,
diríamos
que
no.
Creo
más
bien,
que
al
no
ser
un
país
transparente
en
el
que
la
corrupción
se
ha
apropiado
de
cuanto
espacio
existe,
tenemos
que
implementar
procesos
a
prueba
de
balas.
El
escrutinio
y
el
debate
no
son
malos,
solo
que
cuando
se
tiene
complejo
de
Dios
y
se
piensa
que
por
hablar
en
una
jerga
inentendible,
usar
bata
blanca,
y
ser
agremiado,
por
presentar
todo
en
términos
“científicos”,
inexplicables,
se
tiene
la
razón.
La
ciencia,
más
que
compleja,
debe
ser
reproducible
y
debe
tener
mucho
sentido
común.
Por
lo
tanto,
si
nuestro
fin
es
hallar
la
verdad
y
permitir
a
la
justicia
que
sea
ciega,
y
no
se
pliegue
a
intereses
subalternos,
nuestros
procesos
igualmente
deberían
ser
transparentes
y
reproducibles,
científicos
al
fin
y
al
cabo.
Por
lo
tanto,
hay
que
sincerar
las
cosas
un
poco,
no
podemos
ofendernos
por
lo
que
consideramos
insultos
cuando
es
el
arma
que
usamos
a
diario
para
esquivar
críticas
o
responder
a
ellas
de
manera
poco
objetiva.
Yo
les
pregunto
¿cuántos
médicos
legistas
en
el
IML
tienen
especialidad
en
Medicina
Legal?
¿cuántos
son
forenses
por
función
y
no
por
formación?
Puede
que
el
no
tener
especialidad
en
estos
tiempos,
cuando
ya
existe
en
el
país,
sea
complicado,
pero
estoy
seguro
que
la
experiencia
en
el
trabajo
puede
también
ser
considerada
en
la
medida
en
que
cuando
empezaran
a
trabajar
no
existía
tal
especialidad.
¿Eso
los
descalifica
2. como
profesionales?
No
necesariamente.
Por
lo
tanto
pediría
la
misma
deferencia
al
tratar
a
colegas
que
no
son
de
su
gremio
pero
que
si
trabajan
cerca
de
ustedes:
antropólogos,
químicos,
físicos,
biólogos,
disectores,
donde
la
etiqueta
forense,
insisto,
es
más
bien
por
función
que
por
profesión
¿Adonde
quiero
llegar
con
esto?
A
que
la
tecnificación
de
una
serie
de
disciplinas
bajo
el
paraguas
forense
requiere,
ante
todo,
independencia,
objetividad,
honestidad
y
conocimiento,
porque
al
final
nuestros
resultados
sí
contribuyen
a
administrar
justicia
a
culpables
o
a
linchar
a
personas
inocentes.
En
el
Perú
las
pericias
de
parte
tal
vez
constituyan
menos
del
1%
de
los
casos
que
se
procesan,
eso
quiere
decir
que
el
Estado
a
través
del
Ministerio
Publico
y
éste
a
través
del
Instituto
de
Medicina
Legal
provee
las
pruebas
científicas
en
el
99%
de
los
casos.
Cada
vez
que
alguien
exige
un
peritaje
de
parte,
todos
se
ofenden,
se
sorprenden,
se
molestan,
“como
van
a
osar
cuestionar
las
pericias
del
IML”.
Pues
solo
a
través
de
la
discusión
y
la
confrontación
de
pareceres
es
que
surgen
elementos
que
le
permiten
a
un
árbitro,
al
juez
ideal
en
este
caso,
hacer
un
razonamiento
lógico
y
justo
sobre
lo
que
pudo
haber
ocurrido.
Por
lo
tanto
no
es
lícito,
así
no
sea
delito,
que
un
perito
oficial
testifique
contra
sus
propios
colegas
en
el
mismo
distrito
judicial,
más
aun
apoyando
a
una
de
las
partes
en
el
proceso;
no
es
lícito
que
una
familia
solicite
que
su
cliente
muerto
en
un
accidente
automovilístico
no
salga
“borracho”
en
las
pericias
auxiliares
para
poder
cobrar
el
seguro,
que
un
perito
llame
a
un
colega
y
le
diga
que
tiene
un
caso
en
el
que
se
le
nombra
en
una
situación
de
mala
práctica
médica
y
que
“que
quiere
que
ponga
en
el
informe”
a
cambio
de
algo;
no,
nada
de
esto
es
lícito
y
no
me
lean
como
si
estuviera
escribiendo
en
otro
idioma
o
refiriéndome
a
otro
país,
porque
el
mirar
para
otro
lado
no
implica
que
estén
defendiéndose,
no
los
hace
mejores,
solo
los
hace
cómplices.
La
“igualdad
de
armas”
en
el
Nuevo
Código
Procesal
Penal,
implica
que
todos
los
peritos
debemos
tener
acceso
a
lo
mismo,
a
analizar
lo
mismo,
a
solicitar
las
pericias
auxiliares
que
necesitemos
y
a
defender
nuestros
informes
ante
un
juez.
Por
lo
tanto,
no
porque
ustedes
tengan
el
estatus
de
perito
oficial
y
cuenten
con
las
facilidades,
laboratorios,
exámenes,
sueldo,
pensión,
vacación
y
seguro
social
y
sean
pagados
con
nuestros
impuestos
(así
sean
mal
pagados),
son
mejores
que
quienes,
desde
el
otro
lado,
defienden
también
su
pericia
y
no
gozan
ni
de
una
fracción
de
esos
beneficios.
No
se
trata
de
que
uno
sea
mejor
que
el
otro,
pero
discutir
en
base
a
la
prueba
científica
ayuda
a
la
justicia,
nos
permite
aprender
y
ser
cada
vez
mejores.
Siguiendo
la
misma
lógica,
sería
mejor
que,
en
aras
de
la
“igualdad
de
armas”,
no
nos
inventemos
grados
o
pongamos
en
nuestro
currículo
cosas
que
en
realidad
no
demuestran
nada;
les
doy
algunos
ejemplos,
revisando
unas
ponencias
promovidas
por
alguna
asociación
vi
que
un
perito
había
colocado
PhD
antes
de
su
nombre,
no
después
como
se
estila.
La
pregunta
es,
¿sabe
ese
perito
lo
que
es
PhD?
En
inglés
quiere
decir
Philosophy
Doctor,
es
decir
un
doctorado
en
un
país
anglosajón
¿Tiene
entonces
un
doctorado?
mientras
que
otro
tiene
grado
de
Magister,
pero
en
Educación
o
en
otra
cosa,
cuando
en
realidad
su
profesión
de
base
tiene
poco
que
ver
con
su
profesión
funcional
actual.
Por
eso,
señores,
no
es
posible
pretenderse
mejor
que
los
demás
y
ofenderse
a
la
primera
cuando
se
les
dice
que
esto
tiene
que
cambiar,
porque
la
gente
de
a
pie,
luego
de
una
tragedia,
no
tiene
en
qué,
ni
en
quién
confiar.
En
el
Perú
todos
somos
doctores;
yo
prefiero
que
me
llamen
señor
y
doctor
cuando
tenga
el
doctorado,
no
antes.
De
la
misma
3. manera
acordémonos
de
donde
venimos
para
saber
a
donde
vamos.
Sé
que
mis
comentarios
y
mis
pericias
siempre
hieren,
molestan
y
son
incómodas,
sé
que
es
mas
fácil
rebatirlas
con
argumentos
absurdos
como
“usted
no
es
médico”,
“
no
está
colegiado
en
el
colegio
de
antropólogos
sociales”,
“estudió
fuera
y
aquí
solo
tiene
un
bachillerato”
y
otra
cantidad
de
epítetos
que
no
recuerdo,
pero
les
digo,
la
evidencia
científica
se
discute,
se
cuestiona
en
base
a
su
teoría,
a
su
método,
a
su
técnica
y
no
por
capricho
o
consigna.
Termino
parafraseando
a
Arguedas
:
“Dicen
que
no
sabemos
nada,
que
somos
el
atraso,
que
nos
han
de
cambiar
la
cabeza
por
otra
mejor.
Dicen
que
nuestro
corazón
tampoco
conviene
a
los
tiempos,
que
está
lleno
de
temores,
de
lágrimas,
como
el
de
la
calandria,
como
el
de
un
toro
grande
al
que
se
degüella,
que
por
eso
es
impertinente.
Dicen
que
algunos
doctores
afirman
eso
de
nosotros,
doctores
que
se
reproducen
en
nuestra
misma
tierra,
que
aquí
engordan
o
que
se
vuelven
amarillos.
Que
estén
hablando,
pues:
que
estén
cotorreando,
si
eso
les
gusta.”
Pues
bien,
sepan
que
estoy
aquí
para
quedarme
hasta
que
todo
esto
cambie
y
que
ustedes
también
son
parte
del
cambio;
o
contribuyen
al
mismo
o
se
quedan
en
el
camino,
mientras
tanto,
sigan
hablando
que
“a
palabras
necias,
oídos
sordos”.