El índice de capital humano según el Foro Económico Mundial
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El Gran Capital
Manfred Nolte
En 1959, el premio Nóbel de economía Teodoro Schultz promovió la idea del
„capital educacional‟ resumen y reflejo de todas las capacidades humanas.
Investigando la evolución espectacular de Alemania y Japón al término de la
segunda guerra mundial, en contraste con el Reino Unido que luchaba con
enormes bolsas de paro y pobreza, Schultz llegó a la conclusión de que la
velocidad de la recuperación en aquellos países guardaba una relación directa
con la morfología de una población saludable y con un alto nivel educativo. De
ahí surgiría su contribución a la „Teoría del Capital humano‟ que inspiraría
decisivamente a toda la teoría del desarrollo en la década de los 80, y que sería
asumida como herramienta básica de trabajo por las Instituciones financieras
multilaterales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. El
reputado profesor de la Universidad de Chicago sostenía que el capital humano
era un activo como cualquier otro tipo de capital en el que se podía invertir a
través de la educación, la formación y el entrenamiento práctico, con unos
beneficios visibles concretados en el aumento de la calidad y nivel de la
producción.
La definición consensuada del „Capital humano‟ apunta al valor económico del
stock de habilidades del individuo. A diferencia del concepto tradicional del
factor trabajo que considera a todos los individuos con iguales capacidades, la
teoría del capital humano reconoce la desigualdad entre trabajadores y que su
cualificación puede mejorarse invirtiendo adecuadamente en ellos. Distintos
niveles de educación, experiencia y habilidades en un empleado implican
diversos valores para el empresario y para la economía en su conjunto.
Las nuevas percepciones intensifican el énfasis y amplían el campo conceptual
de algo que en esencia se ha sabido desde siempre. Ya en 1890, Alfred Marshall
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señalaba en sus „Principios de Economía‟ que “el más valioso de los capitales es
el que se invierte en los seres humanos”, y Milton Friedman lo califica de „fuente
de renta‟ que contribuye en diferentes medidas a la riqueza global.
Son muchas las investigaciones que los estudiosos del tema han producido
enriqueciendo los enfoques iniciales y aportando metodologías comparativas
aptas para su utilización en la política económica. Una reciente ha sido
publicada por el „Foro Económico Mundial‟ („The Human Capital Report‟, 2013)
el afamado y controvertido organizador de las cumbres de Davos.
El informe vuelve a recordar que la llave para el futuro de cualquier país y de
cualquier institución descansa en el talento, habilidades y capacidades de sus
gentes. En un mundo en el que la escasez del talento se vaticina como un serio
problema, y en un contexto de cambio de dinámica de la población y de recursos
limitados en las grandes áreas del mundo desarrollado, la inversión en capital
humano adquiere un relieve estelar. Al proporcionar un marco de evaluación
comparativa el informe destaca los países que son modelos a seguir en la
inversión en la salud, la educación y el talento de su gente y proporcionar un
entorno en el que estas inversiones se traducen en productividad para la
economía. Además, a través de una amplia información adicional sobre los 122
países analizados, el informe pretende ofrecer una visión más completa del
contexto en el que el capital humano está operando en un país determinado.
El Informe establece un „índice‟ sobre los referidos 122 países explorando cuatro
áreas troncales, denominadas „pilares‟: educación, salud, empleo y "entorno
propicio". Esta última incluye variables como el marco legal, el transporte y la
infraestructura de comunicaciones, en definitiva lo que afecta a la capacidad de
una persona para trabajar. El índice es el primer intento hasta la fecha de medir
el capital humano de una forma holística mostrando los rankings de países que
permiten la comparación efectiva entre las regiones y grupos de renta a través
de un amplio repertorio de indicadores.
¿Cuáles son las evidencias de este estudio comparativo?
Ocho de los diez primeros países que figuran en el Índice de Capital Humano
son europeos, con Suiza ocupando el primer lugar. Cuatro países nórdicos,
Finlandia (2), Suecia (5), Noruega (7) y Dinamarca (9) se incluyen en este
grupo. Singapur (3) es el único país de Asia contenido en los diez, gracias a sus
fuertes proyecciones en educación y en empleo, mientras que Canadá (10 ) es el
de mayor rango del continente americano, con puntuaciones muy altas en
educación. A pesar de situarse cuarto en fuerza laboral y empleo, Estados
Unidos ocupa el puesto 16, con registros deplorables en salud y bienestar. La
primera economía del mundo se clasificó en el lugar 43 en dicha categoría, con
suspenso en obesidad, impacto de las enfermedades en los negocios , y
prevalencia de estrés.
España se sitúa en el lugar 29 de 122. El 31 en el pilar educativo, el 12 en el de
salud y bienestar, el 70 en el de nivel de empleo y el 28 en el de „entorno
propicio‟. Se compara aceptablemente con la media de países europeos y Asia
central pero se aleja sustantivamente de las economías más desarrolladas del
planeta. La distancia de separación es máxima en el pilar de recursos empleados
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dada la penosa cifra de desempleo registrada. Sorprendentemente supera de
forma holgada el „benchmark‟ europeo y el de países más ricos del planeta en el
pilar de salud y bienestar. Un motivo de satisfacción contenida en medio de
tanta noticia pesimista, aunque la lacra del paro eclipse cualquier conato de
complacencia.
Lo concluyente es que el capital humano no solo resulta crítico para la
productividad de la sociedad sino asimismo para el funcionamiento de las
instituciones políticas, sociales y civiles. Los cuatro pilares reseñados son otras
tantas palancas de acción para la mejora. Están ahí para activarlos.