Este documento contrasta dos perspectivas del ocio: una que lo ve como una oportunidad para el desarrollo personal y comunitario a través de la participación y el encuentro con otros, y otra que lo reduce al consumo según los valores neoliberales de la cultura dominante. Plantea la necesidad de cuestionar estos valores subyacentes y repensar el ocio como una experiencia vital positiva que promueva la libertad, la autorrealización y el cambio social.