Entrevista: Sobre comportamiento toxico y el acoso laboral en la administración pública
¿Y qué diferencias habría según tu criterio entre acoso laboral y comportamiento tóxico? Desde mi punto de vista la principal diferencia es que el acoso se dirige contra alguien a quien se pretende anular, destruir o expulsar de la organización, para lo que se actúa con extrema intensidad, mientras que el comportamiento toxico opera con lo que podríamos llamar baja tensión, se dirige contra una generalidad de sujetos y no tiene normalmente otra finalidad que la de la satisfacción, nunca conseguida, de los desequilibrios de su emisor.
En este sentido no busca objetivos para la organización como los que caracterizan el abuso del poder de dirección.
Entrevista: Sobre comportamiento toxico y el acoso laboral en la administración pública
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Cuaderno virtual de ENTREVISTAS
Publica: MobbingBullyingMadrid Noticias MobbingBullying
Juan Ignacio
Gomar Sanchez
Licenciado en
Derecho, Técnico de
la Administración
General, rama
jurídica, del
Ayuntamiento de
Madrid
Nació en 1964.
Licenciado en derecho,
es funcionario de
carrera del
¿Y qué diferencias habría según tu criterio entre acoso laboral y
comportamiento tóxico?
Desde mi punto de vista la principal diferencia es que el acoso se
dirige contra alguien a quien se pretende anular, destruir o expulsar
de la organización, para lo que se actúa con extrema intensidad,
mientras que el comportamiento toxico opera con lo que podríamos
llamar baja tensión, se dirige contra una generalidad de sujetos y no
tiene normalmente otra finalidad que la de la satisfacción, nunca
conseguida, de los desequilibrios de su emisor.
En este sentido no busca objetivos para la organización como los
que caracterizan el abuso del poder de dirección.
Realizada por Carlos Sanz – Noviembre 2014
Presidente PRIDICAM - MobbingBullyingMadrid
Buenos días Juan Ignacio. En 2013 publicaste un artículo en la
Revista de Estudios Locales con el título “El comportamiento
tóxico en la Administración Pública”. ¿A que querías referirte?
¿Hay alguna relación entre ese término y el acoso laboral?
Hola a todos. Sí, claro que hay relación entre lo que llamamos el
“comportamiento tóxico” y el acoso. Pongámonos en situación ¿quién
no conoce en el ámbito laboral (dejemos el familiar aparte) a alguien
que padezca a un jefe o jefa mala persona, desagradable, maleducado,
faltón, egoísta, que trata a su personal con desprecio, pero lo hace de
forma suave y taimada, alguien que no dirige su conducta contra
ningún objetivo personal concreto si no más bien contra todos, sin
ganar nada para su organización que, antes bien, pierde con tal
comportamiento? ¿Qué ocurre en tal caso si no podemos identificar
un acoso laboral sobre una persona determinada, si en realidad lo que
tenemos es una suerte de acoso general difuso y de baja intensidad
de un sujeto que manipula a personas y organización, sin escrúpulo
alguno, en su exclusivo beneficio? Este fue el comportamiento tóxico
que quise analizar, diferenciándolo del acoso laboral y del abuso del
poder de dirección, aunque tenga con ellos un claro parentesco.
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Ayuntamiento de
Madrid, en el que
ingresó por oposición
en 1991 como miembro
de su cuerpo técnico de
administración general,
rama jurídica.
Lleva por tanto
veintidós años
trabajando para la
administración pública
en muy diversas tareas
y responsabilidades,
desde asesor técnico a
subdirector general.
Ha colaborado como
autor y coordinador en
varios libros colectivos
sobre cuestiones
jurídicas locales y ha
escrito múltiples
artículos en revistas
especializadas.
También ha impartido
clases puntuales en el
Instituto Nacional de
Administración Pública
y la Universidad
Autónoma de Madrid, y
ha participado como
ponente en cursos
organizados por la
UNED, el Instituto de
Estudios Fiscales, la
Universidad Rey Juan
Carlos, la Unión de
Ciudades Capitales
Iberoamericanas y
otras instituciones.
¿Y qué diferencias habría según tu criterio entre unos y otros?
Desde mi punto de vista la principal diferencia es que el acoso se
dirige contra alguien a quien se pretende anular, destruir o expulsar de
la organización, para lo que se actúa con extrema intensidad, mientras
que el comportamiento toxico opera con lo que podríamos llamar baja
tensión, se dirige contra una generalidad de sujetos y no tiene
normalmente otra finalidad que la de la satisfacción, nunca
conseguida, de los desequilibrios de su emisor. En este sentido no
busca objetivos para la organización como los que caracterizan el
abuso del poder de dirección.
Me temo que muchos lectores van a reconocerse víctima de
comportamientos tóxicos...
Probablemente. Nuestra sociedad tiene algunos desequilibrios
patentes y este es uno de ellos. La violencia de género se persigue con
intensidad, la protección de la infancia se encuentra totalmente
interiorizada y, en cambio, el maltrato laboral de baja intensidad pero
continuo, hiriente pero no sangrante, lesivo en todo caso con el paso
del tiempo, se admite como algo normal. Si se le pegan tres chillidos a
la esposa, al marido o al hijo todo el mundo censura ese
comportamiento pero si el jefe o jefa maltrata a sus empleados y
procura hacerlo de modo discreto y sin exageraciones esa conducta,
absolutamente rechazable, se admite con resignación.
¿Puede el comportamiento tóxico preceder al acoso laboral?
No tiene por qué precederlo pero es frecuente que lo haga. El jefe
tóxico envenena el ambiente y cuando alguno de sus destinatarios, en
general todos o casi todos los empleados, decide rebelarse, centra en
él su atención y puede comenzar el acoso.
¿Cómo es posible que una organización no reaccione frente a los
elementos tóxicos?
Pues igual que no reacciona frente al acoso o frente a otras conductas
similares o peores. Reconocer los propios errores y actuar para
corregirlos cuesta mucho esfuerzo y exige humildad y entereza, así
que es más sencillo mirar hacia otro lado. Vivimos tiempos en los que
personas y organizaciones, públicas y privadas, tienden con frecuencia
a hacer lo fácil antes que lo correcto. Así nos va.
Pero la organización es también una víctima clara del
comportamiento tóxico…
Desde luego, pero las organizaciones están dirigidas por personas, y si
a las personas que las mandan no les preocupan estas situaciones o
prefieren ignorarlas las organizaciones no van a reaccionar solas.
Desde este punto de vista podemos afirmar sin temor a equivocarnos
que hay organizaciones que no solo son estúpidas sino que carecen
de los más elementales principios. Aunque a lo mejor son los que las
lideran los que no los tienen.
¿Qué daños produce un jefe o jefa tóxico?
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A los profesionales los desmotiva y anula, generando desapego al
trabajo. A nivel personal puede desestabilizar y afectar seriamente la
autoestima e incluso la salud. A nivel institucional destruye por dentro
la organización y termina por hacer que esta sea ineficaz y pierda el
valor añadido que proporcionaba, impidiendo a su vez que lo aporte
en el futuro.
¿Cómo pueden evitarse los comportamientos tóxicos?
Te diría que con códigos de buen gobierno, con políticas adecuadas
de prevención de riesgos laborales y con la adecuada aplicación del
régimen disciplinario, pero te mentiría si no te indicase que solo la
presencia de líderes con sólidos principios éticos puede garantizar la
eficacia de tales instrumentos y su interiorización por la organización.
¿Qué es lo que más le preocupa de la posibilidad de que se
produzcan supuestos de comportamiento tóxico en la
Administración Pública?
Por una parte que actúan como la perfecta antesala de la corrupción
administrativa, desvirtuando por completo la razón de la existencia de
la Administración al poner al servicio de unos pocos una maquinaria
nacida para intentar salvaguardar los intereses generales. Por otra que
queman a los funcionarios que lo padecen, desmotivándolos
gravemente en perjuicio de todos.
PRIDICAM (Plataforma en la Comunidad de Madrid contra los Riesgos
Psicosociales y la Discriminación Laboral) MobbingBullyingMadrid