Sócrates completa su descripción de la Ciudad Justa, explicando que será prudente, valerosa, moderada y justa si está bien fundada. La ciudad es justa cuando cada ciudadano se especializa en una tarea para la cual está capacitado y coopera con los demás. El individuo justo es aquel donde la razón gobierna las otras partes del alma: los apetitos y el espíritu. La justicia tanto en la ciudad como en el individuo surge de esta armonía y especialización de funciones.