El niño César le dice a su madre que es muy bonita excepto por sus manos, las cuales están enrojecidas y llenas de cicatrices. El padre le cuenta a César que las manos de su madre se quemaron cuando salvó a César de un incendio en su cuna. Al escuchar la historia, César besa las manos cicatrizadas de su madre y dice que son las más hermosas del mundo.