Este documento discute varios temas relacionados con la ética y la tecnología. Explora cómo la tecnología ha aumentado el poder humano pero también plantea desafíos éticos como los límites a la libertad y la responsabilidad. También examina cómo las nuevas tecnologías como la información y la comunicación han cambiado la sociedad y las relaciones humanas, trayendo tanto beneficios como riesgos potenciales. Finalmente, analiza cuestiones éticas emergentes en áreas como la genética, la reproducción asistida y la mod
2. La tecnología va reduciendo las limitaciones del ser humano y nos
ofrece un control del mundo y de la propia vida.
La libertad, en el ámbito tecnológico, también debe tener sus límites
morales, debe tener responsabilidad moral.
¿Sería moralmente aceptable clonar seres humanos?
Por poner un ejemplo: las investigaciones sobre fisión nuclear ha
permitido incuestionables avances, como el disfrutar de energía
eléctrica, aplicaciones médicas de diagnóstico y tratamientos
contra el cancer, pero también ha sido la causa de grandes
catastrofes como la bomba atómica, los desastres de Chernobil o
Fukushima, el aumento de cánceres, … ¿Cómo valoraremos, por
tanto, la radioactividad?
La tecnología aporta grandes beneficios y también grandes
perjuicios.
Podemos vernos en un futuro poco deseable si dejamos que la
ciencia y la tecnología se desarrollen sin ningún límite ético. En el
s.XVIII, Rousseau, filósofo ilustrado francés, ya se preguntaba si el
progreso técnico es paralelo al progreso ético.
3. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha cambiado las
formas de relacionarse, trabajar y concebir la cultura, la educación y
otros ámbitos de la vida. Ha provocado lo que se denomina “La sociedad
de la información”
¿Qué es la información? Es la transmisión de conocimientos.
Actualmente la información se transmite en el ámbito audiovisual. Para que
prestemos atención a las imágenes que se nos muestran, éstas cada vez
son más sensacionalistas.
La explicación en unas pocas imágenes de fenómenos sociales y culturales
complejos, provoca una banalización de los contenidos para que el
mensaje lo entienda más gente y más rápidamente.
“Lo que no es imagen resulta aburrido o sencillamente no existe.” El
bombardeo de imágenes al que estamos sometidos fomenta una actitud
acrítica.
La televisión e internet son la fuente principal de entretenimiento y por ello
poseen una gran fuerza para crear e influir en la opinión de la masa. Son
el instrumento de poder más eficaz.
El monopolio de los medios de comunicación representa una grave
amenaza para el pluralismo democrático. Esto nos llevaría al pensamiento
único.
4. En la actualidad las tecnologías en el ámbito de las comunicaciones
(telefonía móvil) y de internet (redes sociales) ha cambiado la
forma de entender el mundo y la de relacionarse con los demás.
A través de internet podemos conocer a muchas personas de todo el
mundo, y a través del móvil podemos estar comunicados con
todos. Ello ha hecho que las distancias físicas hayan dejado de ser
un obstáculo para relacionarse.
Por otro lado la dedicación a los dispositivos móviles nos ha
conducido a una radicalización del individualismo; podemos
observar a muchas personas con los auriculares puestos y
abstrayéndose de la realidad.
El abuso de estas formas de comunicación en detrimento del
contacto directo con las personas puede empobrecer las
amistades y crear un tipo de relaciones más superficiales.
La conclusión que podemos sacar es que pueden contribuir al
desarrollo de los más desfavorecidos o generar desigualdades;
pueden generar una información plural o desinformar; pueden
ser divertidas pero también pueden ser una adicción.
5. La palabra bioética es un concepto acuñado en 1971 por Van Rensselaer
Potter (en su libro Bioethics: bridge to the future), en el que este autor
englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el
de los valores humanos". La prestigiosa Enciclopedia de Bioética define la
bioética como "el estudio sistemático de la conducta humana en el área
de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario, en cuanto que tal
conducta se examina a la luz de los valores y de los principios morales".
En la actualidad abarca no sólo los aspectos tradicionales de la ética
médica, sino que incluye la ética ambiental, con los debates sobre los
derechos de las futuras generaciones, desarrollo sostenible, etc.
Para muchos autores, el nacimiento de la bioética (aunque todavía no se le
daba ese nombre) ocurrió en 1962, cuando en Seattle (estado de
Washington) se decidió crear un comité de legos (no médicos) para
decidir qué pacientes tenían preferencia para beneficiarse de la
entonces reciente máquina de hemodiálisis. La pregunta subyacente era
¿por qué un avance médico debería crear una nueva discriminación
médica? ¿Quién y cómo elegía a los candidatos?
6. En 1975 Karen Ann Quinlan entra en coma irreversible y queda en estado
vegetativo persistente. Los padres piden que la desconecten del
respirador artificial para que pueda morir en paz. Tras una denegación
judicial, hay un recurso, en el que el Tribunal Supremo de Nueva Jersey
autoriza la desconexión sobre la base del "derecho a una muerte digna y
en paz". Se reconocía por primera vez que la propia tecnología de
soporte vital planteaba la cuestión sobre la eticidad o no de mantener en
estado vegetativo a individuos que nunca volvería a tener vida
consciente.
El médico ya no puede imponerse (siquiera benevolentemente) al paciente,
sino que éste ha de ser informado, para que pueda ejercer sus
irrenunciables derechos de autonomía y pueda conceder el
consentimiento a los tratamientos.
La universalización de los servicios sanitarios en gran parte de los países
occidentales ha obligado a plantearse cómo financiar y distribuir
equitativamente unos recursos limitados, y cómo regular el acceso a
distintas tecnologías por parte de los ciudadanos. ¿Cómo se atienden las
necesidades básicas sanitarias de todos los ciudadanos? Pero ¿qué son
necesidades básicas? ¿Cómo se diferencia entre lo necesario y lo
accesorio?
7. Los avances en Genética y el desarrollo del Proyecto Genoma
Humano, en conjunción con las tecnologías reproductivas, están
ampliando aún más el campo de la Bioética, obligando a buscar
respuestas a retos nuevos:
Cuestiones sobre reproducción humana asistida. Estatuto ético del
embrión y del feto. ¿Existe un derecho individual a procrear?
Sondeos genéticos y sus posibles aplicaciones discriminatorias:
derechos a la intimidad genética y a no saber predisposiciones a
enfermedades incurables
Modificación genética de la línea germinal: ¿es moral "mejorar" la
naturaleza humana?
Clonación y el concepto de singularidad individual; derechos a
no ser producto del diseño de otros.
Cuestiones derivadas de la mercantilización de la vida (p. ej.,
patentes biotecnológicas)
8. Principio de no maleficencia. Ante todo, no hacer daño al paciente. Se
trata de respetar la integridad física y psicológica de la vida humana. Es
relevante ante el avance de la ciencia y la tecnología, porque muchas
técnicas pueden acarrear daños o riesgos.
Principio de beneficencia. Se trata de la obligación de hacer el bien. El
problema es que hasta hace poco, el médico podía imponer su propia
manera de hacer el bien sin contar con el consentimiento del paciente.
Así pues, este principio viene matizado por el respeto a la autonomía del
paciente. No es lícito imponer a otro nuestra propia idea del bien.
Principio de autonomía o libertad de decisión. Se puede definir como
la obligación de respetar los valores y opciones personales de cada
individuo en aquellas decisiones básicas que le atañen vitalmente.
Supone el derecho incluso a equivocarse a la hora de hacer uno mismo su
propia elección.
Principio de Justicia. Consiste en el reparto equitativo de cargas y
beneficios en el ámbito del bienestar vital, evitando la discriminación en
el acceso a los recursos sanitarios. Nuestra cultura ha privilegiado el
principio de autonomía, a costa del principio de justicia, pero es posible
que la misma crisis ecológica nos obligue a cambiar este énfasis. La
justicia e igualdad de los derechos de los seres humanos actuales y la
preservación de condiciones viables y sostenibles para las generaciones
futuras pueden hacer aconsejable, e incluso obligatoria, una cierta
limitación del principio de autonomía.