La autora describe su experiencia en el programa TIT@. Inicialmente tenía dudas sobre la dificultad del programa y preocupaciones sobre dejar a cargo a otras personas de sus grupos de estudiantes. Sin embargo, se dio cuenta que muchos participantes tenían poca destreza tecnológica, lo que la tranquilizó. Aunque esperaba que los grupos se dividieran por nivel de conocimientos, en realidad eran heterogéneos. Esto resultó ser una fortaleza pues generó solidaridad entre los participantes. A pesar de dificultades personales
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
Crónica
1. MI EXPERIENCIA TIT@
Durante el desarrollo del año lectivo 2014, dos de mis
compañeras de la sede constantemente compartían
sus experiencias vividas en el programa tit@, sus
inquietudes, sus inconformidades y expectativas;
pero sobretodo rondaba en el aire esa angustia de
tener que cumplir con cantidad de actividades para
mostrar evidencias.
Al principio me decía a mí misma, “No puede ser tan difícil, es otra
capacitación más”, pero luego me empecé a cuestionar acerca de la
importancia de este proyecto para la educación del siglo XXI y empecé a
tener muchas expectativas. Pensaba cómo para mí las nuevas
tecnologías siempre han sido un reto, pues aunque en el colegio o con
amigos o familiares podía acceder a ellas, en mi hogar llegaron ya
cuando yo era una jovencita, lo que generó siempre un poco de
inseguridad. Sin embargo, había algo que me preocupaba mucho y era
dejar los grupos que tengo a cargo en manos de una persona
desconocida y después tener que lidiar con sus prácticas pedagógicas, la
reacción de los niños y padres de familia e incluso el hecho de estar
planeando continuamente las clases “estilo plastilina” para que se hagan
las cosas medianamente como yo las haría (aunque sé que era un
pensamiento pretencioso)
En noviembre de ese mismo año, hicimos una etapa de
contextualización del programa, y me di cuenta que eramos pocos los
que teníamos destreza en el uso de programas, correos electrónicos,
documentos, entre otros. Eso me tranquilizó, supe que no me iba a
quedar grande. Entonces, surgió en mí el siguiente interrogante:
¿Nos ubicarán de acuerdo a nuestros conocimientos, habilidades, áreas,
y/o niveles?
Consideraba que lo más apropiado era que los docentes que tenía poco
acercamiento a estas herramientas, tuvieran un ritmo diferente al de los
que sí las conocíamos, para que esa angustia de cumplir con varias
actividades cada semana se convirtiera más en un deseo por aprender
que una obligación. Yo había escuchado casos en los que los docentes
2. pagaban para que les hicieran las actividades o que sus hijos eran
quienes terminaban haciéndolas, y me dije a mi misma “Si bien es
cierto que no puedo prescindir de este programa, tampoco perderé la
oportunidad de aprender y poner en práctica mis habilidades y
conocimientos”.
En el “correo de brujas” se escuchaba que nos iban a distribuir en
grupos de acuerdo a nuestros conocimientos, pero eso no fue así. Al
iniciar el programa me di cuenta que eramos un grupo heterogéneo,
pues estaba desde quien no sabía ni abrir el correo electrónico como el
ingeniero de sistemas que servía de apoyo a los tutores. De hecho, eso
que yo pensaba iba a ser una dificultad, fue la fortaleza más grande del
grupo, pues se generó en nosotros un sentir solidario con los
compañeros que requerían mayor apoyo y a su vez, la tensión
disminuyó.
Recuerdo que en mi primera clase tenía tantas expectativas en relación
a herramientas que enriquecieran mi práctica pedagógica como docente
de lenguas extranjeras. Estaba muy emocionada, además porque
reconocía varios rostros de compañeras con las que tenía una muy
buena relación. Iniciamos la jornada con una oración, algo que me
pareció fuera de lo común en este tipo de capacitaciones y me dejó aún
con más expectativas, pues supe que no iba a tener cualquier tutor, sino
que mis tutores serían personas espirituales, eso me gustó y a su vez
me inquietó. Luego, se generó un ambiente super tenso porque
empezaron a establecer cantidad de normas con las que no estábamos
de acuerdo, así que lo manifestamos y llegamos a unos acuerdos claros.
A pesar de ello, la idea de que este programa sería para mí una
responsabilidad grande no salía de mi cabeza. Por eso, tomé una
decisión:
No iba a permitirme que tit@ se convirtiera en un dolor de cabeza, todo
lo contrario, aprendería lo que estuviera a mi alcance y aprovecharía el
tiempo para compartir con mis compañeros y aprender, sobretodo, a ser
sencilla y solidaria.
Eso me motivaba en cada sesión, cuando alguien se quejaba, yo
siempre sonreía y decía “¡vamos no te preocupes, propongamos algo
3. que nos favorezca más y si no se puede lograr, ni modo, lo hacemos
como se espera!
Mis tutores fueron personas muy nobles y tolerantes, y supieron
aprovechar esa solidaridad que se generó en el grupo. Cuando alguien
se estresaba nos dábamos apoyo moral o hacíamos un apunte de esos
que te sacan una sonrisa así no quieras.
En clase, comprendía las indicaciones de mis tutores y hacía lo que el
tiempo me permitía, así que el trabajo se me fue acumulando para la
casa, y a eso se sumaron los problemas personales, lo que hizo que
perdiera un poco el interés. No sabía cómo retomar esa energía, pues
no estaba en el mejor momento para ello, las tecnologías me
recordaban que él ya no estaba conmigo. Sin embargo, gracias al apoyo
de mi compañera Gina, logré involucrarme de nuevo, aunque no como
lo hubiera hecho bajo otras circunstancias.
En este programa no sólo aprendí hacer presentaciones en Emaze y
Prezi; hacer un filminuto; grabar un video en moviemaker; crear un
EVA, AVA Y OVA; hacer mapas conceptuales en Cacoo; crear un PID ó
hacer animaciones en Power Point. Aprendí que como maestra siempre
estaré en formación y que todo es mejor si lo hacemos juntos, con la
mejor disposición.
¡Gracias tit@!
Claudia Lorena Terranova