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Papeles del Psicólogo
ISSN: 0214-7823
papeles@correo.cop.es
Consejo General de Colegios Oficiales de
Psicólogos
España
Pascual Llobell, Juan; Frías Navarro, María Dolores; Monterde i Bort, Héctor
Tratamientos psicológicos con apoyo empírico y práctica clínica basada en la evidencia
Papeles del Psicólogo, vol. 25, núm. 87, enero-abril, 2004, pp. 1-8
Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos
Madrid, España
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77808701
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Papeles del Psicólogo, 2004. nº 87, pp. 1-8
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO
EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA
EVIDENCIA
Juan Pascual Llobell, María Dolores Frías Navarro y
Héctor Monterde i Bort
Universitat de València
La investigación sobre el efecto de los tratamientos psicológicos ha ido progresando
desde una postura de validación y apoyo empírico hasta su formulación como un mo-
delo de práctica basada en la evidencia. Encontrar la evidencia más válida, desarro-
llar teorías coherentes y comprensibles, trabajar con clínicos expertos y reconocer la
importancia del paciente permitirá componer un modelo que facilite el avance del co-
nocimiento sobre los tratamientos psicológicos más eficaces.
The investigation on the effect of psychological treatments has gone progressing since a
position of validation and empirical support to its formulation as a model of practice
based on the evidence. To find the most valid evidence, develop understandable and
coherent theories, work with clinical experts and recognize the importance of the pa-
tient will permit to compose a model that facilitate the advance of the knowledge on the
most efficacy psychological treatments.
L
a amplia proliferación de tratamientos psicológicos existentes en la actuali-
dad exige un control de la calidad de los mismos, es decir, de sus efectos.
Asimismo, la importancia del método científico, como medio idóneo para
detectar los programas psicoterapéuticos más efectivos y los mecanismos
psicológicos a través de los que actúan, es incuestionable. Sin embargo, el cono-
cimiento de los resultados de la investigación empírica y su integración posterior
en la práctica del profesional no llega a consolidarse del todo (Herbert, 2003).
Sea por la dificultad para extraer información útil de los datos de investigación,
sea por los problemas de interpretación estadística y de comprensión del diseño
del estudio o quizás por los resultados no siempre coincidentes que a menudo se
encuentran en las investigaciones publicadas, lo que se comprueba es un escaso
impacto de los datos aportados por el mundo científico sobre la práctica del
profesional (Beutler, 2000). Por ejemplo, Garb (1998) observó que cuando el
pensamiento científico y la creencia personal entran en contradicción respecto
de un problema o su solución, los clínicos suelen optar en mayor medida por las
creencias. Cohen, Sargent y Sechrest (1986) detectaron que el 27% de los psicó-
logos profesionales confesaban que la investigación empírica publicada no tenía
ningún tipo de impacto sobre su práctica clínica.
El desarrollo de encuentros que permiten el debate y la puesta en común de re-
flexiones sobre los elementos que contribuyen al efecto de la psicoterapia, como
es el presente monográfico, son una iniciativa interesante que permite el inter-
cambio de opiniones y valoraciones con el fin último de mejorar la calidad de
las intervenciones psicológicas y si llega el caso, el cambio de rumbo de la pra-
xis profesional. Nuestro trabajo ofrece una reflexión sobre esta problemática
A
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N
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Correspondencia: María Dolores Frías Navarro. Universitat de València. Facultad de Psi-
cología. Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Avenida Blas-
co Ibáñez, 21. 46010 Valencia. E-mail: M.Dolores.Frias@uv.es
A F o n d o
2
desde una perspectiva básicamente metodológica.
La preocupación por fundamentar la práctica profesio-
nal sobre la evidencia empírica no es nueva y comenzó
hace siglos, sólo que la aparición de nuevos instrumen-
tos analíticos, por ejemplo, el meta-análisis, posibilitó la
labor de integración de las investigaciones empíricas
dispersas en distintos ámbitos de publicación. Trabajos
como los de Shapiro y Shapiro, (1982), Lipsey y Wilson,
(1993) y Smith y Glass (1977) demostraron de manera
definitiva que el grupo experimental receptor de terapia
psicológica excedía por término medio el percentil 75
respecto al grupo de control. El meta-análisis llevado a
cabo por Lipsey y Wilson (1993) de 302 meta-análisis
publicados sobre intervenciones psicológicas, educativas
y conductuales concluyó que el tamaño medio del efecto
es media sigma (de 0.40 sigmas) para los estudios con
alta calidad metodológica (diseños con grupo de control
equivalente) y 0.37 para los de menor calidad como los
diseños pretest-post-test. En red se puede consultar un
listado de 254 estudios de meta-análisis de psicoterapia
compilado por Glenn A. Phillips y William R, Shadish
(http://faculty.ucmerced.edu/wshadish/psychotherapy.h
tm) cuya última actualización es de 11/11/2003.
Sin embargo, años antes Eysenck (1952) afirmaba que
entre el grupo de pacientes sometidos a psicoterapia y el
grupo de control no había diferencias estadísticamente
significativas, provocando un movimiento de debate que
todavía hoy da coletazos. Durante los años siguientes los
investigadores desearon demostrar la superioridad del
tratamiento psicológico sobre el placebo. Los resultados
a día de hoy de los meta-análisis anteriormente citados,
apoyan la superioridad del tratamiento psicológico so-
bre el placebo, en ocasiones también sobre el fármaco,
y cuando menos, es cierto que el tratamiento psicológico
potencia la recuperación del paciente cuando se admi-
nistra conjuntamente con el fármaco (Barlow, 1994,
1996; Barlow y Hoffman, 1997; Dobson y Craig, 1998).
Los resultados del estudio de Luborsky, Singer y Lu-
borsky (1975), obtenidos anteriormente por Rosenzweig
(1936), quien afirmaba que el efecto positivo de todas
psicoterapias era semejante (“todos han ganado y todos
tienen premio”, “The Dodo Bird Verdict”), abrió un nue-
vo frente de investigación cuyos esfuerzos estaban dirigi-
dos hacía el descubrimiento del efecto propio y
específico de cada psicoterapia así como de sus compo-
nentes diferenciadores.
La respuesta ante la demanda social, política y econó-
mica que se vivía en Estados Unidos a principios de los
años noventa que exigía conocer qué tipo de terapia era
más efectiva ante un listado de más de 400 psicotera-
pias existentes en el mercado (Beutler, 1998) fue dada
por la American Psychological Association (APA). Con el
deseo de determinar la eficacia de los tratamientos psi-
cológicos en función del tipo de trastorno psicológico y
elaborar guías de tratamiento adecuadas a cualquier si-
tuación clínica concreta, la división 12 (Clinical Psycho-
logy), presidida entonces por David Barlow, de la
American Psychological Association (APA) y a instancias
de la Sección III (Society for a Science of Clinical Psycho-
logy, http://pantheon.yale.edu/~tat22/), creó en 1993
un grupo de trabajo sobre promoción y difusión de los
tratamientos psicológicos (Task Force on Promotion and
Dissemination of Psychological Procedures, http://pant-
heon.yale.edu/~tat22/empirically_supported_treat-
ments.htm).
Entre los principales objetivos del Grupo de Trabajo
destaca el desarrollar unos criterios que delimiten clara-
mente los tratamientos psicológicos con validez empírica
y, en consecuencia, recomendarlos para utilización clíni-
ca (Mustaca, 2004). Dos informes inmediatos recogen
las recomendaciones del Grupo de Trabajo junto con el
listado de tratamientos identificados como eficaces para
algunos trastornos psicológicos (Chambless y cols.,
1996; Chambless y cols., 1998). En 1996 se cambia el
término de “tratamiento empíricamente validado” por el
de “con apoyo empírico” (“empirically supported treat-
ments”, Kendall, 1998) y en el informe de 1998 aparece
por primera vez la distinción conceptual entre la ‘efica-
cia’ de los tratamientos psicológicos y su ‘efectividad’.
EFICACIA Y EFECTIVIDAD
La distinción entre eficacia y efectividad del tratamiento
fue especialmente popularizada por el trabajo de Selig-
man (1995) en el estudio publicado en Consumer Report
(http://www.apa.org/journals/seligman.html), en el que
se aludía indirectamente a los conceptos metodológicos
de validez interna y validez externa respectivamente. Si-
guiendo a Seligman (1995), los estudios sobre la efica-
cia comparan un grupo terapéutico contra un grupo de
control en condiciones de máximo control experimental.
Se requiere que se cumplan los siguientes criterios:
1. Los pacientes son aleatoriamente asignados a la
condiciones de tratamiento y control
2. Los controles son rigurosos. No sólo hay pacientes
que no reciben el tratamiento sino que hay grupos
de placebos que reciben los ingredientes terapéuti-
cos de forma creíble tanto para el paciente como
para el terapeuta
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO
EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
A F o n d o
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3. Los tratamientos son manualizados con detalladas
descripciones de la terapia. La fidelidad al manual
se mide utilizando sesiones de video
4. Los pacientes reciben un número fijo de sesiones
5. Los objetivos son adecuadamente operacionalizados
6. Se utilizan diseños de ciego donde se desconoce el
grupo al que pertenece el paciente
7. Los pacientes cumplen el criterio de sólo un trastorno
diagnosticado y los que tienen múltiples trastornos
son típicamente excluidos
8. Los pacientes son seguidos durante un período fijo
después del tratamiento
Por lo tanto, en el estudio de eficacia priman los aspec-
tos de validez interna y control de variables que garanti-
zan la estimación insesgada de los efectos producidos
por el tratamiento. Si los estudios de eficacia señalan
que los pacientes del grupo de terapia consistentemente
logran mejores resultados que los del grupo control en-
tonces la intervención queda identificada como “trata-
miento con apoyo empírico”.
Sin embargo, inmediatamente surge la duda acerca de
la posible generalización de los hallazgos (de laboratorio)
al mundo de la intervención real. Que una intervención
sea eficaz, no es garantía suficiente de utilidad o de im-
portancia práctica. Los ensayos clínicos aleatorizados o
estudios de eficacia son necesarios pero no suficientes pa-
ra garantizar la eficiencia o efectividad del tratamiento.
EFICACIA ESPECÍFICA O GENÉRICA
El Grupo de Trabajo del APA publicó en la revista de la
División 12 The Clinical Psychologist (American Psycho-
logical Association División of Clinical Psychology,
1995) la lista de los tratamientos con apoyo empírico.
Dicha lista representa un amplio abanico de orientacio-
nes, incluyendo la conductual, la cognitiva, la interperso-
nal o la familiar, siendo las más comunes la
cognitivo-conductual y la conductual (Chambless y Ho-
llon, 1998). Como afirman los autores, la ausencia de
un tratamiento en dicho listado no significa que no sea
eficaz sino que hasta el momento no ha aportado las
pruebas suficientes que apoyen su eficacia. El elemento
clave que diferencia a los Tratamientos bien establecidos
de los Tratamiento Probablemente eficaces no es otro
que la calidad de la evidencia empírica que los sustenta,
es decir, el tipo de diseño metodológico mediante el que
se ha obtenido la evidencia empírica, siendo la máxima
evidencia la que aporta el diseño experimental aleatorio.
Las reacciones inmediatas de los investigadores contra
estos criterios de eficacia reavivaron el debate. Otros in-
vestigadores en contrapartida resaltaron la importancia
de ciertos factores comunes y no específicos de un trata-
miento en particular como los causantes de la eficacia
del resultado psicoterapéutico (Garfield, 1996; Silver-
man, 1996; Wampold, 1997). Entre otros aspectos, esos
factores comunes incluirían las expectativas que se pue-
den tener ante el tratamiento, el efecto del terapeuta y la
relación terapéutica propiamente dicha.
Una de las últimas reacciones al informe de la División
12 se produce desde la División 29 (Psychotherapy) del
APA, siendo presidente John Norcross, donde en 1999
también se creo un Grupo de Trabajo dedicado a estu-
diar el impacto de las relaciones terapéuticas con apoyo
empírico conocido como Empirically Supported (The-
rapy) Relationships (ESRs, Norcross, 2000, 2001, 2002;
http://academic.scranton.edu/faculty/NORCROSS/em-
pir.htm). Desde el Grupo de Trabajo de la División 29 se
destaca la eficacia demostrada de factores comunes co-
mo la alianza terapéutica, la cohesión en la terapia de
grupo, la empatía y la búsqueda del consenso y colabo-
ración. Entre sus conclusiones sobresale la idea de que
la relación terapéutica contribuye de forma sustancial y
consistente al resultado de la psicoterapia independien-
temente del tipo específico de tratamiento.
Sin embargo, hasta el momento no se dispone de la su-
ficiente evidencia que permita asumir que la relación te-
rapéutica opera de forma idéntica en todos los tipos de
psicoterapia o con todos los pacientes. La calidad emo-
cional y relacional del vínculo entre paciente y terapeuta
es una parte imprescindible del éxito del proceso psico-
terapéutico (Corbella y Botella, 2003) pero la estimación
de su efecto no es sencilla.
El grupo de investigación coordinado por Beutler plan-
tean un modelo de Selección del Tratamiento Sistemático
(Systematic Treatment Selection, STS, Beutler y Clarkin,
1990; Beutler y Harwood 2000; Beutler, Moleiro y Tale-
bi, 2002) donde se aúnan, según los autores, las contri-
buciones de los factores no específicos y las cualidades
específicas del proceso psicoterapéutico.
Otras divisiones del APA también han desarrollado sus
propios principios sobre las intervenciones con apoyo em-
pírico como la División 17 de Counseling Psychology (Wa-
ehler, Kalodner, Wampold, y Lichtenberg, 2000;
Wampold, Lichtenberg y Waehler, 2002;) o la División 32
de Humanistic Psychology (Task Force Humanistic Psycho-
logy, http://www.apa.org/divisions/div32/draft.html) que
plantea unas recomendaciones para la provisión de los
servicios psicológicos humanísticos, reflejando de este mo-
do su posición ante el tema de los tratamientos con apoyo
JUAN PASCUAL LLOBELL, MARÍA DOLORES FRÍAS NAVARRO Y
HÉCTOR MONTERDE I BORT
A F o n d o
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empírico. En el 2001 la British Psychological Society tam-
bién ha desarrollado un documento sobre la elección del
tratamiento psicológico basado en la evidencia (Treatment
choice in psychological therapies and counseling evidence
based clinical practice guideline, http://www.publica-
t i o n s . d o h . g o v . u k / m e n t a l h e a l t h /
treatmentguideline/index.htm). Asimismo, la American Psy-
chiatric Association ha publicado una lista de guías prácti-
cas para trastornos como la esquizofrenia, la anorexia o la
depresión (http://www.psych.org/psych_pract/tre-
atg/pg/prac_guide.cfm.
En España, la Sociedad Española de Psicología Clínica
y de la Salud (SEPYS) ha elaborado un documento con
el objetivo de divulgar qué son los tratamientos psicoló-
gicos y de qué opciones se dispone (Labrador, Vallejo,
Matellanes, Echeburúa, Bados y Fernández-Montalvo,
2003; http://www.cop.es/vernumero.asp?id=1062),
proporcionando una lista de los tratamientos que tienen
apoyo empírico para diferentes trastornos en adultos y
para trastornos en niños y adolescentes, destacando es-
pecialmente la eficacia del tratamiento cognitivo-conduc-
tual. Una de las repercusiones del documento ha sido el
monográfico de Papeles del Psicólogo que ahora esta-
mos leyendo. El trabajo de Labrador, Echeburúa y Beco-
ña (2000) ofrece un análisis detallado de los resultados
obtenidos dentro del ámbito de la eficacia de los trata-
mientos psicológicos.
LA APORTACIÓN DE LA METODOLOGÍA
Los deseos de la división 12 del APA de potenciar la
aplicación en el ámbito clínico de la metodología experi-
mental, tipo ensayo clínico aleatorizado, tienen un punto
de interés que conviene aclarar. Históricamente, los cien-
tíficos sociales y especialmente los psicólogos han con-
fiado en la “comprobación de la significación
estadística” como la vía de excelencia del análisis y de
la interpretación de datos, también en el ámbito de la in-
vestigación clínica. Sin embargo, en la actualidad existe
un debate muy abierto y muy fecundo sobre el uso y
abuso de las pruebas de significación estadística (un
análisis detallado de la cuestión se puede consultar en
Harlow, Mulaik y Steiger, 1997; Levin, 1998 y Nicker-
son, 2000). El aumento de las críticas está vinculado al
creciente reconocimiento de las limitaciones asociadas a
los tests de significación como único criterio de interpre-
tación de la significación de los resultados.
Ante ese ir y venir de críticas, réplicas y contrarréplicas
y el escaso eco que las recomendaciones del Manual de
Publicación del APA (1994) tuvieron sobre los usos esta-
dísticos de los investigadores, la American Psychological
Association tomó la decisión de crear un grupo de tra-
bajo sobre inferencia estadística (APA Task Force on
Statistical Inference) con el mandato prioritario de clarifi-
car los temas importantes que están relacionados con la
práctica estadística contemporánea en Psicología (Azar,
1999). En Marzo de 1996 se constituye formalmente el
grupo. Una de las cuestiones propuestas a la comisión
con carácter de urgencia era analizar el uso que se rea-
liza de las pruebas de significación estadística en la
práctica habitual de los científicos. El primer informe del
grupo de trabajo aparece en Diciembre de 1996. La co-
misión informa que no se trata de rechazar la práctica
de la comprobación de la hipótesis nula y la obtención
del valor p. Sin embargo, se sugiere la necesidad de
acompañar la presentación, análisis e interpretación de
los datos con otros estadísticos como la estimación del
tamaño del efecto y sus intervalos de confianza. Es decir,
la evidencia de los datos no sólo se proporciona con la
significación estadística sino que la magnitud del efecto
debe acompañar a la interpretación del valor p de pro-
babilidad (Frías, Pascual y García, 2000).
En Agosto de 1999 el grupo de trabajo sobre inferencia
estadística del APA. publica su informe final en la revista
American Psychologist (Wilkinson y Task Force on Statistical
Inference, 1999) y se pone a disposición de los lectores en
Internet (www.apa.org/journals/amp/amp548594.html).
Los autores señalan que no se trata de que las pruebas
de significación deban ser eliminadas de los trabajos de
publicación aunque sí es necesario que se produzcan
una serie de reformas en la práctica analítica contempo-
ránea. Entre sus recomendaciones destacan especial-
mente tres consideraciones que marcarán las directrices
de la quinta edición del Manual de publicación del APA.
que se publicará dos años después de su informe (Wil-
kinson y APA Task Force on Statistical Inference, 1999):
Informar del tamaño del efecto. No se recomienda un
índice concreto pero se destaca que siempre hay que
calcular el tamaño del efecto.
Informar de los intervalos de confianza de los tamaños
del efecto.
Utilizar procedimientos gráficos ya que mejoran la in-
terpretación y la comunicación de los resultados. Ade-
más recomiendan incluir gráficos de las estimaciones de
los intervalos siempre que sea posible.
Desde el punto de vista del diseño de investigación
también se destaca la importancia del análisis de la fia-
bilidad de los instrumentos de medida utilizados en los
estudios así como la comprobación de los supuestos es-
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO
EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
A F o n d o
5
tadísticos requeridos por la prueba empleada en el la fa-
se de análisis de la investigación.
Podríamos concluir, en definitiva, que por un lado se
debe elegir entre terapias psicológicas que tienen un
buen fundamento empírico y, por otro lado, los metodó-
logos proponen nuevas vías de evaluación y compara-
ción de terapias: ya no basta con comparar grupos de
tratamiento y obtener el valor p de significación estadís-
tica, además hay que estimar los tamaños del efecto y
sus intervalos de confianza. La estimación de dichos
efectos va a permitir otro nuevo avance metodológico, a
saber, la introducción del meta-análisis y con él la posi-
bilidad de construir “revisiones sistemáticas” sobre los
efectos cuantitativos de la intervención psicológica y de
las variables que interactúan con su eficacia. En definiti-
va, se cierra el bucle informativo sobre el que se sostiene
la ciencia: se informa al profesional del estatus científico
de sus procedimientos clínicos y con su aplicación se es-
tablecen nuevas evidencias que habrá que sistematizar e
integrar en lo ya conocido.
PSICOLOGÍA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
Los profesionales de la Psicología Clínica deben tomar
decisiones sobre el diagnóstico, el pronóstico o la inter-
vención psicológica más adecuada para el paciente que
acude a su consulta. La decisión ante el problema no es
fácil y la solución debe tener en cuenta tanto el juicio clí-
nico o experiencia del experto como la evidencia que
aportan los datos y las preferencias del paciente concre-
to que además se encuentra inmerso en un contexto so-
cial determinado. Estas consideraciones guían lo que se
conoce como Psicología Clínica Basada en la Evidencia
(PCBE) (Frías y Pascual, 2003; Frías, Pascual y García,
2002; Frías, Pascual y Monterde, 2004) cuyo objetivo es
difundir la aplicación de los tratamientos psicológicos
que han sido sometidos a prueba científica. Reciente-
mente se ha creado una lista de distribución en la rediris
sobre Psicología Basada en la Evidencia con el objetivo
de facilitar una conexión entre los investigadores y pro-
fesionales interesados por el proceso de búsqueda, aná-
lisis y aplicación de las mejores pruebas al caso
individual necesitado de intervención terapéutica
(http://www.rediris.es/list/info/psic-eviden.es.html).
El éxito final de la terapia psicológica está, por supuesto,
modulado por la adecuada relación terapéutica que se es-
tablezca con el paciente. Seleccionar el tratamiento psico-
lógico que ha demostrado su eficacia en situaciones de
máximo control con una metodología experimental no sig-
nifica que la experiencia del profesional y sus habilidades
para establecer una conexión con el paciente deban ser ol-
vidadas. La ciencia psicológica avanza con evidencias y la
práctica de la psicología necesita del saber hacer del pro-
fesional. La ciencia y la práctica tienen un mismo deseo:
comprender la conducta y aliviar el sufrimiento humano.
Problemas psicológicos y patologías susceptibles de tra-
tamiento hay muchos y las terapias psicológicas propia-
mente dichas abundan (Bergin, 1967; Herink, 1980;
Kazdin, 1986). Ni todas las terapias tienen el mismo
predicamento ni el mismo soporte empírico ni la misma
validación científica. Ante tal diversidad de aproxima-
ciones y teniendo en cuenta que la evidencia acumulada
indica que la mayoría de las teorías no tienen pruebas
científicas de sus efectos (Beutler, 2000; Beutler, Wi-
lliams, Wakefie y Entwistle, 1995), sólo cabe una postu-
ra, elegir aquel tratamiento psicológico que está
respaldado por pruebas científicas con apoyo empírico
y, ante igualdad de condiciones, seleccionar el más bre-
ve (Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000).
Del mismo modo que cuando tomamos un medicamen-
to confiamos en que su eficacia ha sido sometida a prue-
ba científica también los tratamientos psicológicos deben
pasar unas pruebas y controles científicos que determi-
nen si es más eficaz que no hacer nada o que utilizar
otro tipo de terapia que en principio es menos o nada
eficaz. Evidentemente no deberíamos tomar un fármaco
de eficacia no demostrada y tampoco deberíamos some-
ternos a un tratamiento psicológico que no se sabe si
funciona, al menos cuando sí que existan tratamientos
alternativos de eficacia demostrada. El psicólogo es el
responsable de su formación y debe garantizar que está
preparado profesionalmente para abordar la interven-
ción de los problemas psicológicos con la mayor calidad
disponible, optando por tratamientos que hayan sido
contrastados científicamente.
El Código Ético de la American Psychological Associa-
tion (2003) y el Código Deontológico del Psicólogo (artí-
culos 17 y 18) destacan la responsabilidad del psicólogo
como profesional que debe ofrecer tratamientos con
apoyo empírico que garanticen la validez de sus efectos,
destacando la necesidad de formación continua del psi-
cólogo. La búsqueda de información válida, su lectura
crítica y la incorporación del saber que paulatinamente
se va adquiriendo con la práctica del profesional son ta-
reas que forman parte de la formación constante del es-
pecialista clínico. Hay un vínculo obligatorio entre
ciencia y profesión.
El profesional de la Psicología se enfrenta día a día a
un cúmulo de información difícilmente manejable que di-
JUAN PASCUAL LLOBELL, MARÍA DOLORES FRÍAS NAVARRO Y
HÉCTOR MONTERDE I BORT
A F o n d o
6
ficulta la búsqueda exhaustiva de las mejores pruebas.
La solución se encuentra en la consulta de estudios de re-
visión sistemática y meta-análisis. Disponer de organiza-
ciones que avalen y estudian detenidamente los
resultados de dichos estudios permite un control de la
calidad de las aportaciones que ofrecen al profesional.
En concreto la Colaboración Campbell (www.campbell-
collaboration.org/), creada en el año 2000, se dedica
específicamente a la producción de revisiones sistemáti-
cas (sobre los efectos) dentro de las ciencias sociales,
educativas y del comportamiento (Sánchez-Meca, Bo-
ruch, Petrosino y Rosa, 2002). Recientemente el Ministe-
rio de Sanidad y Consumo ha puesto a disposición
gratuita La Cochrane Library Plus (www.update-softwa-
re.com/clibplus/clibplus.htm), elaborado por la Colabo-
ración Cochrane (cochrane.de), donde se ofrecen
revisiones sistemáticas que periódicamente son actuali-
zadas y cuando este tipo de estudios no está disponible
entonces se proporcionan revisiones de la evidencia más
fiable derivada de otras fuentes.
La creación de revistas específicas dedicadas a la valo-
ración crítica de trabajos primarios y posteriormente a la
difusión de los artículos que son relevantes para la prácti-
ca del profesional, introduciendo comentarios de expertos
o notas de aclaratorias son necesarios para facilitar la ac-
tualización del profesional. Cinco monográficos sobre los
tratamientos psicológicos con apoyo empírico hay que re-
saltar. Uno de ellos publicado en el Clinical Psychology:
Science and Practice (1996, Vol.3). Otro monográfico en
el Journal of Consulting and Clinical Psychology (1998,
Vol. 66). El tercer monográfico es en español y ha sido
editado por la revista Psicothema (2001, Vol. 13, nº 3) re-
cogiendo las principales aportaciones que hasta el mo-
mento se han dado a conocer sobre la eficacia de los
tratamientos psicológicos. También en español la revista
Psicología Conductual editó en el 2002 (Vol. 10, nº 3) un
monográfico sobre “Tratamientos psicológicos eficaces
para los trastornos interiorizados en la infancia y la ado-
lescencia”. Más recientemente la revista Behavior Modifi-
cation (2003, Vol. 27, 3) edita un especial sobre los
tratamientos con apoyo empírico. También hay que desta-
car los trabajos de Echeburúa y Corral (2001) y Bados,
García y Fuste (2002) especialmente dedicados al análisis
de la eficacia de la terapia psicológica.
La elaboración de monográficos y la creación de revistas
secundarias es un elemento clave que garantiza la difu-
sión del conocimiento científico que se dispone sobre la
eficacia de los tratamientos psicológicos. Tal y como que-
da reflejado en el título del Grupo de Trabajo del APA,
hay que promover procedimientos psicológicos eficaces
cuya difusión es tan necesaria como su valoración ya que
con ella se facilita la implementación de las terapias que
han demostrada la calidad de sus efectos. Desde nuestra
unidad de investigación hemos desarrollado en nuestra
página web un lugar dedicado a la Psicología Basada en
la Evidencia (www.uv.es/~friasnav/PBE.html) que, poco
a poco, irá cubriendo los aspectos más destacados de su
concepto y método y tiene como objetivo ser un punto de
información y formación para el psicólogo.
REFLEXIONES FINALES
Sólo hay una Psicología Clínica aceptable, aquélla que se
sostiene sobre los principios del método científico. Como
consecuencia, los servicios psicológicos se administrarán a
los pacientes cuando hayan demostrado su validez me-
diante pruebas científicas planificadas al respecto.
La formación académica que reciben los estudiantes de
Psicología tiene que cubrir de forma detallada los ele-
mentos metodológicos que están implicados en el proce-
so del diseño de investigación y ofrecer los resultados
que hasta el momento se conocen sobre las evidencias
de cada tratamiento psicológico, entrenándolos en los
elementos que facilitan la relación terapéutica más efecti-
va. Posteriormente y ya como profesionales tienen la
obligación de la formación continua. La comunidad cien-
tífica debe proporcionar los medios adecuados para di-
fundir los conocimientos científicos que nuestra disciplina
va desarrollando y velar por la calidad de los procedi-
mientos y diseños de investigación que ofrecen las prue-
bas. Profesores, investigadores, editores y profesionales
tenemos responsabilidad sobre el buen hacer de la cien-
cia psicológica.
El Grupo de Trabajo sobre promoción y difusión de los
procedimientos psicológicos de la American Psychologi-
cal Association fue concebido en 1992 cuando se vivía
en Estados Unidos un duro debate sobre el desarrollo de
una política de salud nacional y la psicoterapia se en-
contraba en peligro de no ser incluida en ninguno de los
planes propuestos. En estos momentos la situación de la
Psicología dentro del plan sanitario español es precaria
(Ley 44/2003 de 21 de Noviembre, de Ordenación de
Profesiones Sanitarias, Real Decreto 1277/2003, de 10
de Octubre), de tal modo que es preciso especificar la
naturaleza y el alcance de los tratamientos psicológicos
como un medio que garantice el avance y reconocimien-
to social e institucional de nuestra disciplina.
Encontrar la mejor evidencia, desarrollar teorías cohe-
rentes y comprensibles, trabajar con clínicos expertos y
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO
EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
A F o n d o
7
reconocer la importancia del paciente permitirá compo-
ner un modelo que facilite el avance del conocimiento
sobre los tratamientos psicológicos más eficaces.
BIBLIOGRAFÍA
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Tratamientos psicológicos basados en evidencia

  • 1. Papeles del Psicólogo ISSN: 0214-7823 papeles@correo.cop.es Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos España Pascual Llobell, Juan; Frías Navarro, María Dolores; Monterde i Bort, Héctor Tratamientos psicológicos con apoyo empírico y práctica clínica basada en la evidencia Papeles del Psicólogo, vol. 25, núm. 87, enero-abril, 2004, pp. 1-8 Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77808701 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
  • 2. 1 Papeles del Psicólogo, 2004. nº 87, pp. 1-8 TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA Juan Pascual Llobell, María Dolores Frías Navarro y Héctor Monterde i Bort Universitat de València La investigación sobre el efecto de los tratamientos psicológicos ha ido progresando desde una postura de validación y apoyo empírico hasta su formulación como un mo- delo de práctica basada en la evidencia. Encontrar la evidencia más válida, desarro- llar teorías coherentes y comprensibles, trabajar con clínicos expertos y reconocer la importancia del paciente permitirá componer un modelo que facilite el avance del co- nocimiento sobre los tratamientos psicológicos más eficaces. The investigation on the effect of psychological treatments has gone progressing since a position of validation and empirical support to its formulation as a model of practice based on the evidence. To find the most valid evidence, develop understandable and coherent theories, work with clinical experts and recognize the importance of the pa- tient will permit to compose a model that facilitate the advance of the knowledge on the most efficacy psychological treatments. L a amplia proliferación de tratamientos psicológicos existentes en la actuali- dad exige un control de la calidad de los mismos, es decir, de sus efectos. Asimismo, la importancia del método científico, como medio idóneo para detectar los programas psicoterapéuticos más efectivos y los mecanismos psicológicos a través de los que actúan, es incuestionable. Sin embargo, el cono- cimiento de los resultados de la investigación empírica y su integración posterior en la práctica del profesional no llega a consolidarse del todo (Herbert, 2003). Sea por la dificultad para extraer información útil de los datos de investigación, sea por los problemas de interpretación estadística y de comprensión del diseño del estudio o quizás por los resultados no siempre coincidentes que a menudo se encuentran en las investigaciones publicadas, lo que se comprueba es un escaso impacto de los datos aportados por el mundo científico sobre la práctica del profesional (Beutler, 2000). Por ejemplo, Garb (1998) observó que cuando el pensamiento científico y la creencia personal entran en contradicción respecto de un problema o su solución, los clínicos suelen optar en mayor medida por las creencias. Cohen, Sargent y Sechrest (1986) detectaron que el 27% de los psicó- logos profesionales confesaban que la investigación empírica publicada no tenía ningún tipo de impacto sobre su práctica clínica. El desarrollo de encuentros que permiten el debate y la puesta en común de re- flexiones sobre los elementos que contribuyen al efecto de la psicoterapia, como es el presente monográfico, son una iniciativa interesante que permite el inter- cambio de opiniones y valoraciones con el fin último de mejorar la calidad de las intervenciones psicológicas y si llega el caso, el cambio de rumbo de la pra- xis profesional. Nuestro trabajo ofrece una reflexión sobre esta problemática A A F F O O N N D D O O Correspondencia: María Dolores Frías Navarro. Universitat de València. Facultad de Psi- cología. Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Avenida Blas- co Ibáñez, 21. 46010 Valencia. E-mail: M.Dolores.Frias@uv.es
  • 3. A F o n d o 2 desde una perspectiva básicamente metodológica. La preocupación por fundamentar la práctica profesio- nal sobre la evidencia empírica no es nueva y comenzó hace siglos, sólo que la aparición de nuevos instrumen- tos analíticos, por ejemplo, el meta-análisis, posibilitó la labor de integración de las investigaciones empíricas dispersas en distintos ámbitos de publicación. Trabajos como los de Shapiro y Shapiro, (1982), Lipsey y Wilson, (1993) y Smith y Glass (1977) demostraron de manera definitiva que el grupo experimental receptor de terapia psicológica excedía por término medio el percentil 75 respecto al grupo de control. El meta-análisis llevado a cabo por Lipsey y Wilson (1993) de 302 meta-análisis publicados sobre intervenciones psicológicas, educativas y conductuales concluyó que el tamaño medio del efecto es media sigma (de 0.40 sigmas) para los estudios con alta calidad metodológica (diseños con grupo de control equivalente) y 0.37 para los de menor calidad como los diseños pretest-post-test. En red se puede consultar un listado de 254 estudios de meta-análisis de psicoterapia compilado por Glenn A. Phillips y William R, Shadish (http://faculty.ucmerced.edu/wshadish/psychotherapy.h tm) cuya última actualización es de 11/11/2003. Sin embargo, años antes Eysenck (1952) afirmaba que entre el grupo de pacientes sometidos a psicoterapia y el grupo de control no había diferencias estadísticamente significativas, provocando un movimiento de debate que todavía hoy da coletazos. Durante los años siguientes los investigadores desearon demostrar la superioridad del tratamiento psicológico sobre el placebo. Los resultados a día de hoy de los meta-análisis anteriormente citados, apoyan la superioridad del tratamiento psicológico so- bre el placebo, en ocasiones también sobre el fármaco, y cuando menos, es cierto que el tratamiento psicológico potencia la recuperación del paciente cuando se admi- nistra conjuntamente con el fármaco (Barlow, 1994, 1996; Barlow y Hoffman, 1997; Dobson y Craig, 1998). Los resultados del estudio de Luborsky, Singer y Lu- borsky (1975), obtenidos anteriormente por Rosenzweig (1936), quien afirmaba que el efecto positivo de todas psicoterapias era semejante (“todos han ganado y todos tienen premio”, “The Dodo Bird Verdict”), abrió un nue- vo frente de investigación cuyos esfuerzos estaban dirigi- dos hacía el descubrimiento del efecto propio y específico de cada psicoterapia así como de sus compo- nentes diferenciadores. La respuesta ante la demanda social, política y econó- mica que se vivía en Estados Unidos a principios de los años noventa que exigía conocer qué tipo de terapia era más efectiva ante un listado de más de 400 psicotera- pias existentes en el mercado (Beutler, 1998) fue dada por la American Psychological Association (APA). Con el deseo de determinar la eficacia de los tratamientos psi- cológicos en función del tipo de trastorno psicológico y elaborar guías de tratamiento adecuadas a cualquier si- tuación clínica concreta, la división 12 (Clinical Psycho- logy), presidida entonces por David Barlow, de la American Psychological Association (APA) y a instancias de la Sección III (Society for a Science of Clinical Psycho- logy, http://pantheon.yale.edu/~tat22/), creó en 1993 un grupo de trabajo sobre promoción y difusión de los tratamientos psicológicos (Task Force on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, http://pant- heon.yale.edu/~tat22/empirically_supported_treat- ments.htm). Entre los principales objetivos del Grupo de Trabajo destaca el desarrollar unos criterios que delimiten clara- mente los tratamientos psicológicos con validez empírica y, en consecuencia, recomendarlos para utilización clíni- ca (Mustaca, 2004). Dos informes inmediatos recogen las recomendaciones del Grupo de Trabajo junto con el listado de tratamientos identificados como eficaces para algunos trastornos psicológicos (Chambless y cols., 1996; Chambless y cols., 1998). En 1996 se cambia el término de “tratamiento empíricamente validado” por el de “con apoyo empírico” (“empirically supported treat- ments”, Kendall, 1998) y en el informe de 1998 aparece por primera vez la distinción conceptual entre la ‘efica- cia’ de los tratamientos psicológicos y su ‘efectividad’. EFICACIA Y EFECTIVIDAD La distinción entre eficacia y efectividad del tratamiento fue especialmente popularizada por el trabajo de Selig- man (1995) en el estudio publicado en Consumer Report (http://www.apa.org/journals/seligman.html), en el que se aludía indirectamente a los conceptos metodológicos de validez interna y validez externa respectivamente. Si- guiendo a Seligman (1995), los estudios sobre la efica- cia comparan un grupo terapéutico contra un grupo de control en condiciones de máximo control experimental. Se requiere que se cumplan los siguientes criterios: 1. Los pacientes son aleatoriamente asignados a la condiciones de tratamiento y control 2. Los controles son rigurosos. No sólo hay pacientes que no reciben el tratamiento sino que hay grupos de placebos que reciben los ingredientes terapéuti- cos de forma creíble tanto para el paciente como para el terapeuta TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
  • 4. A F o n d o 3 3. Los tratamientos son manualizados con detalladas descripciones de la terapia. La fidelidad al manual se mide utilizando sesiones de video 4. Los pacientes reciben un número fijo de sesiones 5. Los objetivos son adecuadamente operacionalizados 6. Se utilizan diseños de ciego donde se desconoce el grupo al que pertenece el paciente 7. Los pacientes cumplen el criterio de sólo un trastorno diagnosticado y los que tienen múltiples trastornos son típicamente excluidos 8. Los pacientes son seguidos durante un período fijo después del tratamiento Por lo tanto, en el estudio de eficacia priman los aspec- tos de validez interna y control de variables que garanti- zan la estimación insesgada de los efectos producidos por el tratamiento. Si los estudios de eficacia señalan que los pacientes del grupo de terapia consistentemente logran mejores resultados que los del grupo control en- tonces la intervención queda identificada como “trata- miento con apoyo empírico”. Sin embargo, inmediatamente surge la duda acerca de la posible generalización de los hallazgos (de laboratorio) al mundo de la intervención real. Que una intervención sea eficaz, no es garantía suficiente de utilidad o de im- portancia práctica. Los ensayos clínicos aleatorizados o estudios de eficacia son necesarios pero no suficientes pa- ra garantizar la eficiencia o efectividad del tratamiento. EFICACIA ESPECÍFICA O GENÉRICA El Grupo de Trabajo del APA publicó en la revista de la División 12 The Clinical Psychologist (American Psycho- logical Association División of Clinical Psychology, 1995) la lista de los tratamientos con apoyo empírico. Dicha lista representa un amplio abanico de orientacio- nes, incluyendo la conductual, la cognitiva, la interperso- nal o la familiar, siendo las más comunes la cognitivo-conductual y la conductual (Chambless y Ho- llon, 1998). Como afirman los autores, la ausencia de un tratamiento en dicho listado no significa que no sea eficaz sino que hasta el momento no ha aportado las pruebas suficientes que apoyen su eficacia. El elemento clave que diferencia a los Tratamientos bien establecidos de los Tratamiento Probablemente eficaces no es otro que la calidad de la evidencia empírica que los sustenta, es decir, el tipo de diseño metodológico mediante el que se ha obtenido la evidencia empírica, siendo la máxima evidencia la que aporta el diseño experimental aleatorio. Las reacciones inmediatas de los investigadores contra estos criterios de eficacia reavivaron el debate. Otros in- vestigadores en contrapartida resaltaron la importancia de ciertos factores comunes y no específicos de un trata- miento en particular como los causantes de la eficacia del resultado psicoterapéutico (Garfield, 1996; Silver- man, 1996; Wampold, 1997). Entre otros aspectos, esos factores comunes incluirían las expectativas que se pue- den tener ante el tratamiento, el efecto del terapeuta y la relación terapéutica propiamente dicha. Una de las últimas reacciones al informe de la División 12 se produce desde la División 29 (Psychotherapy) del APA, siendo presidente John Norcross, donde en 1999 también se creo un Grupo de Trabajo dedicado a estu- diar el impacto de las relaciones terapéuticas con apoyo empírico conocido como Empirically Supported (The- rapy) Relationships (ESRs, Norcross, 2000, 2001, 2002; http://academic.scranton.edu/faculty/NORCROSS/em- pir.htm). Desde el Grupo de Trabajo de la División 29 se destaca la eficacia demostrada de factores comunes co- mo la alianza terapéutica, la cohesión en la terapia de grupo, la empatía y la búsqueda del consenso y colabo- ración. Entre sus conclusiones sobresale la idea de que la relación terapéutica contribuye de forma sustancial y consistente al resultado de la psicoterapia independien- temente del tipo específico de tratamiento. Sin embargo, hasta el momento no se dispone de la su- ficiente evidencia que permita asumir que la relación te- rapéutica opera de forma idéntica en todos los tipos de psicoterapia o con todos los pacientes. La calidad emo- cional y relacional del vínculo entre paciente y terapeuta es una parte imprescindible del éxito del proceso psico- terapéutico (Corbella y Botella, 2003) pero la estimación de su efecto no es sencilla. El grupo de investigación coordinado por Beutler plan- tean un modelo de Selección del Tratamiento Sistemático (Systematic Treatment Selection, STS, Beutler y Clarkin, 1990; Beutler y Harwood 2000; Beutler, Moleiro y Tale- bi, 2002) donde se aúnan, según los autores, las contri- buciones de los factores no específicos y las cualidades específicas del proceso psicoterapéutico. Otras divisiones del APA también han desarrollado sus propios principios sobre las intervenciones con apoyo em- pírico como la División 17 de Counseling Psychology (Wa- ehler, Kalodner, Wampold, y Lichtenberg, 2000; Wampold, Lichtenberg y Waehler, 2002;) o la División 32 de Humanistic Psychology (Task Force Humanistic Psycho- logy, http://www.apa.org/divisions/div32/draft.html) que plantea unas recomendaciones para la provisión de los servicios psicológicos humanísticos, reflejando de este mo- do su posición ante el tema de los tratamientos con apoyo JUAN PASCUAL LLOBELL, MARÍA DOLORES FRÍAS NAVARRO Y HÉCTOR MONTERDE I BORT
  • 5. A F o n d o 4 empírico. En el 2001 la British Psychological Society tam- bién ha desarrollado un documento sobre la elección del tratamiento psicológico basado en la evidencia (Treatment choice in psychological therapies and counseling evidence based clinical practice guideline, http://www.publica- t i o n s . d o h . g o v . u k / m e n t a l h e a l t h / treatmentguideline/index.htm). Asimismo, la American Psy- chiatric Association ha publicado una lista de guías prácti- cas para trastornos como la esquizofrenia, la anorexia o la depresión (http://www.psych.org/psych_pract/tre- atg/pg/prac_guide.cfm. En España, la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud (SEPYS) ha elaborado un documento con el objetivo de divulgar qué son los tratamientos psicoló- gicos y de qué opciones se dispone (Labrador, Vallejo, Matellanes, Echeburúa, Bados y Fernández-Montalvo, 2003; http://www.cop.es/vernumero.asp?id=1062), proporcionando una lista de los tratamientos que tienen apoyo empírico para diferentes trastornos en adultos y para trastornos en niños y adolescentes, destacando es- pecialmente la eficacia del tratamiento cognitivo-conduc- tual. Una de las repercusiones del documento ha sido el monográfico de Papeles del Psicólogo que ahora esta- mos leyendo. El trabajo de Labrador, Echeburúa y Beco- ña (2000) ofrece un análisis detallado de los resultados obtenidos dentro del ámbito de la eficacia de los trata- mientos psicológicos. LA APORTACIÓN DE LA METODOLOGÍA Los deseos de la división 12 del APA de potenciar la aplicación en el ámbito clínico de la metodología experi- mental, tipo ensayo clínico aleatorizado, tienen un punto de interés que conviene aclarar. Históricamente, los cien- tíficos sociales y especialmente los psicólogos han con- fiado en la “comprobación de la significación estadística” como la vía de excelencia del análisis y de la interpretación de datos, también en el ámbito de la in- vestigación clínica. Sin embargo, en la actualidad existe un debate muy abierto y muy fecundo sobre el uso y abuso de las pruebas de significación estadística (un análisis detallado de la cuestión se puede consultar en Harlow, Mulaik y Steiger, 1997; Levin, 1998 y Nicker- son, 2000). El aumento de las críticas está vinculado al creciente reconocimiento de las limitaciones asociadas a los tests de significación como único criterio de interpre- tación de la significación de los resultados. Ante ese ir y venir de críticas, réplicas y contrarréplicas y el escaso eco que las recomendaciones del Manual de Publicación del APA (1994) tuvieron sobre los usos esta- dísticos de los investigadores, la American Psychological Association tomó la decisión de crear un grupo de tra- bajo sobre inferencia estadística (APA Task Force on Statistical Inference) con el mandato prioritario de clarifi- car los temas importantes que están relacionados con la práctica estadística contemporánea en Psicología (Azar, 1999). En Marzo de 1996 se constituye formalmente el grupo. Una de las cuestiones propuestas a la comisión con carácter de urgencia era analizar el uso que se rea- liza de las pruebas de significación estadística en la práctica habitual de los científicos. El primer informe del grupo de trabajo aparece en Diciembre de 1996. La co- misión informa que no se trata de rechazar la práctica de la comprobación de la hipótesis nula y la obtención del valor p. Sin embargo, se sugiere la necesidad de acompañar la presentación, análisis e interpretación de los datos con otros estadísticos como la estimación del tamaño del efecto y sus intervalos de confianza. Es decir, la evidencia de los datos no sólo se proporciona con la significación estadística sino que la magnitud del efecto debe acompañar a la interpretación del valor p de pro- babilidad (Frías, Pascual y García, 2000). En Agosto de 1999 el grupo de trabajo sobre inferencia estadística del APA. publica su informe final en la revista American Psychologist (Wilkinson y Task Force on Statistical Inference, 1999) y se pone a disposición de los lectores en Internet (www.apa.org/journals/amp/amp548594.html). Los autores señalan que no se trata de que las pruebas de significación deban ser eliminadas de los trabajos de publicación aunque sí es necesario que se produzcan una serie de reformas en la práctica analítica contempo- ránea. Entre sus recomendaciones destacan especial- mente tres consideraciones que marcarán las directrices de la quinta edición del Manual de publicación del APA. que se publicará dos años después de su informe (Wil- kinson y APA Task Force on Statistical Inference, 1999): Informar del tamaño del efecto. No se recomienda un índice concreto pero se destaca que siempre hay que calcular el tamaño del efecto. Informar de los intervalos de confianza de los tamaños del efecto. Utilizar procedimientos gráficos ya que mejoran la in- terpretación y la comunicación de los resultados. Ade- más recomiendan incluir gráficos de las estimaciones de los intervalos siempre que sea posible. Desde el punto de vista del diseño de investigación también se destaca la importancia del análisis de la fia- bilidad de los instrumentos de medida utilizados en los estudios así como la comprobación de los supuestos es- TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
  • 6. A F o n d o 5 tadísticos requeridos por la prueba empleada en el la fa- se de análisis de la investigación. Podríamos concluir, en definitiva, que por un lado se debe elegir entre terapias psicológicas que tienen un buen fundamento empírico y, por otro lado, los metodó- logos proponen nuevas vías de evaluación y compara- ción de terapias: ya no basta con comparar grupos de tratamiento y obtener el valor p de significación estadís- tica, además hay que estimar los tamaños del efecto y sus intervalos de confianza. La estimación de dichos efectos va a permitir otro nuevo avance metodológico, a saber, la introducción del meta-análisis y con él la posi- bilidad de construir “revisiones sistemáticas” sobre los efectos cuantitativos de la intervención psicológica y de las variables que interactúan con su eficacia. En definiti- va, se cierra el bucle informativo sobre el que se sostiene la ciencia: se informa al profesional del estatus científico de sus procedimientos clínicos y con su aplicación se es- tablecen nuevas evidencias que habrá que sistematizar e integrar en lo ya conocido. PSICOLOGÍA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA Los profesionales de la Psicología Clínica deben tomar decisiones sobre el diagnóstico, el pronóstico o la inter- vención psicológica más adecuada para el paciente que acude a su consulta. La decisión ante el problema no es fácil y la solución debe tener en cuenta tanto el juicio clí- nico o experiencia del experto como la evidencia que aportan los datos y las preferencias del paciente concre- to que además se encuentra inmerso en un contexto so- cial determinado. Estas consideraciones guían lo que se conoce como Psicología Clínica Basada en la Evidencia (PCBE) (Frías y Pascual, 2003; Frías, Pascual y García, 2002; Frías, Pascual y Monterde, 2004) cuyo objetivo es difundir la aplicación de los tratamientos psicológicos que han sido sometidos a prueba científica. Reciente- mente se ha creado una lista de distribución en la rediris sobre Psicología Basada en la Evidencia con el objetivo de facilitar una conexión entre los investigadores y pro- fesionales interesados por el proceso de búsqueda, aná- lisis y aplicación de las mejores pruebas al caso individual necesitado de intervención terapéutica (http://www.rediris.es/list/info/psic-eviden.es.html). El éxito final de la terapia psicológica está, por supuesto, modulado por la adecuada relación terapéutica que se es- tablezca con el paciente. Seleccionar el tratamiento psico- lógico que ha demostrado su eficacia en situaciones de máximo control con una metodología experimental no sig- nifica que la experiencia del profesional y sus habilidades para establecer una conexión con el paciente deban ser ol- vidadas. La ciencia psicológica avanza con evidencias y la práctica de la psicología necesita del saber hacer del pro- fesional. La ciencia y la práctica tienen un mismo deseo: comprender la conducta y aliviar el sufrimiento humano. Problemas psicológicos y patologías susceptibles de tra- tamiento hay muchos y las terapias psicológicas propia- mente dichas abundan (Bergin, 1967; Herink, 1980; Kazdin, 1986). Ni todas las terapias tienen el mismo predicamento ni el mismo soporte empírico ni la misma validación científica. Ante tal diversidad de aproxima- ciones y teniendo en cuenta que la evidencia acumulada indica que la mayoría de las teorías no tienen pruebas científicas de sus efectos (Beutler, 2000; Beutler, Wi- lliams, Wakefie y Entwistle, 1995), sólo cabe una postu- ra, elegir aquel tratamiento psicológico que está respaldado por pruebas científicas con apoyo empírico y, ante igualdad de condiciones, seleccionar el más bre- ve (Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000). Del mismo modo que cuando tomamos un medicamen- to confiamos en que su eficacia ha sido sometida a prue- ba científica también los tratamientos psicológicos deben pasar unas pruebas y controles científicos que determi- nen si es más eficaz que no hacer nada o que utilizar otro tipo de terapia que en principio es menos o nada eficaz. Evidentemente no deberíamos tomar un fármaco de eficacia no demostrada y tampoco deberíamos some- ternos a un tratamiento psicológico que no se sabe si funciona, al menos cuando sí que existan tratamientos alternativos de eficacia demostrada. El psicólogo es el responsable de su formación y debe garantizar que está preparado profesionalmente para abordar la interven- ción de los problemas psicológicos con la mayor calidad disponible, optando por tratamientos que hayan sido contrastados científicamente. El Código Ético de la American Psychological Associa- tion (2003) y el Código Deontológico del Psicólogo (artí- culos 17 y 18) destacan la responsabilidad del psicólogo como profesional que debe ofrecer tratamientos con apoyo empírico que garanticen la validez de sus efectos, destacando la necesidad de formación continua del psi- cólogo. La búsqueda de información válida, su lectura crítica y la incorporación del saber que paulatinamente se va adquiriendo con la práctica del profesional son ta- reas que forman parte de la formación constante del es- pecialista clínico. Hay un vínculo obligatorio entre ciencia y profesión. El profesional de la Psicología se enfrenta día a día a un cúmulo de información difícilmente manejable que di- JUAN PASCUAL LLOBELL, MARÍA DOLORES FRÍAS NAVARRO Y HÉCTOR MONTERDE I BORT
  • 7. A F o n d o 6 ficulta la búsqueda exhaustiva de las mejores pruebas. La solución se encuentra en la consulta de estudios de re- visión sistemática y meta-análisis. Disponer de organiza- ciones que avalen y estudian detenidamente los resultados de dichos estudios permite un control de la calidad de las aportaciones que ofrecen al profesional. En concreto la Colaboración Campbell (www.campbell- collaboration.org/), creada en el año 2000, se dedica específicamente a la producción de revisiones sistemáti- cas (sobre los efectos) dentro de las ciencias sociales, educativas y del comportamiento (Sánchez-Meca, Bo- ruch, Petrosino y Rosa, 2002). Recientemente el Ministe- rio de Sanidad y Consumo ha puesto a disposición gratuita La Cochrane Library Plus (www.update-softwa- re.com/clibplus/clibplus.htm), elaborado por la Colabo- ración Cochrane (cochrane.de), donde se ofrecen revisiones sistemáticas que periódicamente son actuali- zadas y cuando este tipo de estudios no está disponible entonces se proporcionan revisiones de la evidencia más fiable derivada de otras fuentes. La creación de revistas específicas dedicadas a la valo- ración crítica de trabajos primarios y posteriormente a la difusión de los artículos que son relevantes para la prácti- ca del profesional, introduciendo comentarios de expertos o notas de aclaratorias son necesarios para facilitar la ac- tualización del profesional. Cinco monográficos sobre los tratamientos psicológicos con apoyo empírico hay que re- saltar. Uno de ellos publicado en el Clinical Psychology: Science and Practice (1996, Vol.3). Otro monográfico en el Journal of Consulting and Clinical Psychology (1998, Vol. 66). El tercer monográfico es en español y ha sido editado por la revista Psicothema (2001, Vol. 13, nº 3) re- cogiendo las principales aportaciones que hasta el mo- mento se han dado a conocer sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos. También en español la revista Psicología Conductual editó en el 2002 (Vol. 10, nº 3) un monográfico sobre “Tratamientos psicológicos eficaces para los trastornos interiorizados en la infancia y la ado- lescencia”. Más recientemente la revista Behavior Modifi- cation (2003, Vol. 27, 3) edita un especial sobre los tratamientos con apoyo empírico. También hay que desta- car los trabajos de Echeburúa y Corral (2001) y Bados, García y Fuste (2002) especialmente dedicados al análisis de la eficacia de la terapia psicológica. La elaboración de monográficos y la creación de revistas secundarias es un elemento clave que garantiza la difu- sión del conocimiento científico que se dispone sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos. Tal y como que- da reflejado en el título del Grupo de Trabajo del APA, hay que promover procedimientos psicológicos eficaces cuya difusión es tan necesaria como su valoración ya que con ella se facilita la implementación de las terapias que han demostrada la calidad de sus efectos. Desde nuestra unidad de investigación hemos desarrollado en nuestra página web un lugar dedicado a la Psicología Basada en la Evidencia (www.uv.es/~friasnav/PBE.html) que, poco a poco, irá cubriendo los aspectos más destacados de su concepto y método y tiene como objetivo ser un punto de información y formación para el psicólogo. REFLEXIONES FINALES Sólo hay una Psicología Clínica aceptable, aquélla que se sostiene sobre los principios del método científico. Como consecuencia, los servicios psicológicos se administrarán a los pacientes cuando hayan demostrado su validez me- diante pruebas científicas planificadas al respecto. La formación académica que reciben los estudiantes de Psicología tiene que cubrir de forma detallada los ele- mentos metodológicos que están implicados en el proce- so del diseño de investigación y ofrecer los resultados que hasta el momento se conocen sobre las evidencias de cada tratamiento psicológico, entrenándolos en los elementos que facilitan la relación terapéutica más efecti- va. Posteriormente y ya como profesionales tienen la obligación de la formación continua. La comunidad cien- tífica debe proporcionar los medios adecuados para di- fundir los conocimientos científicos que nuestra disciplina va desarrollando y velar por la calidad de los procedi- mientos y diseños de investigación que ofrecen las prue- bas. Profesores, investigadores, editores y profesionales tenemos responsabilidad sobre el buen hacer de la cien- cia psicológica. El Grupo de Trabajo sobre promoción y difusión de los procedimientos psicológicos de la American Psychologi- cal Association fue concebido en 1992 cuando se vivía en Estados Unidos un duro debate sobre el desarrollo de una política de salud nacional y la psicoterapia se en- contraba en peligro de no ser incluida en ninguno de los planes propuestos. En estos momentos la situación de la Psicología dentro del plan sanitario español es precaria (Ley 44/2003 de 21 de Noviembre, de Ordenación de Profesiones Sanitarias, Real Decreto 1277/2003, de 10 de Octubre), de tal modo que es preciso especificar la naturaleza y el alcance de los tratamientos psicológicos como un medio que garantice el avance y reconocimien- to social e institucional de nuestra disciplina. Encontrar la mejor evidencia, desarrollar teorías cohe- rentes y comprensibles, trabajar con clínicos expertos y TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA
  • 8. A F o n d o 7 reconocer la importancia del paciente permitirá compo- ner un modelo que facilite el avance del conocimiento sobre los tratamientos psicológicos más eficaces. BIBLIOGRAFÍA American Psychological Association (1994) Publications manual of the American Psychological Association (4th ed.). Washington, DC: Author. American Psychological Association (2001) Publications manual of the American Psychological Association (5th ed.). Washington, DC: Author. American Psychological Association (2003). Ethical Prin- ciple of Psychologist and Code of Conduct. Disponible en www.apa.org/ethics/ American Psychological Association Division of Clinical Psychology (1995). Training and dissemination of em- pirically-validated psychological treatments: report and recomemendations. The Clinical Psychologist, 48, 3-27. Azar, B. (1999). APA statistics task force prepares to release recommendations for public comment. APA Monitor on line, 30, 5. Disponible en red: www.apa.org/monitor/may99/task.html. Bados, A.; García, E. y Fuste, A. (2002). Eficacia y utili- dad clínica de la terapia psicológica. Revista Interna- cional de Psicología Clínica y de la Salud, 2, 477-502. Barlow, D.H. (1994). Psychological interventions in the era of the managed competition. Clinical Psychology: Science and Practice, 1, 109-122. Barlow, D.H. (1996). Health care policy, psychotherapy research and the future of psychotherapy. American Psychologist, 51, 1050-1058. Barlow, D.H. y Hoffman, S.G. (1997). Efficacy and disse- mination of psychological treatments. En D.M. Clark y C.G. Fainburn (Eds.). Science and practice of cognitive behaviour therapy. New York: Oxford University Press. Bergin A.E. (1967). Further comments on psychotherapy research for therapeutic practise. International Journal of Psychiatry; 3, 317-323. Beutler, L. E. (1998). Identifying Empirically Supported Treatments: What if we didn’t? Journal of Clinical and Consulting Psychology, 66, 113-120. Beutler, L.E. (2000). Empirically based decision making in clinical practice. Prevention & Treatment, 3. Article 27. Disponible en red: http://journals.apa.org/pre- vention/volumen3/pre0030027a.html. Beutler, L.E. y Clarkin, J.F. (1990). Systematic treatment selection. New York: Brunner/Mazel. Beutler, L.E. y Harwood, M. (2000). Prescriptive Psychot- herapy: A Practical Guide to Systematic Treatment Se- lection. New York: Oxford University Press. Beutler, L.E., Williams, R.E., Wakefield, P.J. y Entwistle, S.R. (1995). Bridging scientist and practitioner pers- pectives in clinical psychology. American Psychologist, 50, 984–994. Beutler, L.E.; Moleiro, C. y Talebi, H. (2002). How practi- tioners can systematically use empirical evidence in treatment selection. Journal of Clinical Psychology, 58, 10, 1199-1212. Chambless, D.L. Baker, M.J.; Baucom, D.H.; Beutler, L.E.; Calhoun, K.S.; Crits-Christoph, P.; Daiuto, A.; deRu- beis, R.; Detweiler, J.; Haga, D.A.F.; Johson, S.B.; Mc- Curry, S.; Mueser, K.T.; Pope, K.S.; Sanderson, W.C.; Shoham, V.; Stickle, T.; Williams, D.A.; & Woody, S.R. (1998). An update on empirically validated the- rapies II. The Clinical Psychologist, 51, 3-16. Chambless, D.L. y Hollon, S. (1998). Defining empiri- cally-supported therapies. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 66, 7-18. Chambless, D.L.; Sanderson, W.C.; Shoham, V.; Johson, S.B.; Pope, K.S.; Crits-Christoph, P.; Baker, M.J.; Johnson, B.; Woody, S.R.; Sue, S.; Beutler, L.E.; Wi- lliams, D.A.; & McCurry, S. (1996). An update on em- pirically validated therapies. The Clinical Psychologist, 49, 5-14. Cohen, L. H., Sargent, M. y Sechrest, L. (1986). Use of psychotherapy research by professional psychologists. American Psychologist, 41, 198-206. Corbella, S. y Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y evaluación. Anales de Psico- logía, 19, 205-221. Dobson, K.S. y Craig, K.D. (1998). Empirically suppor- ted therapies. Best practice in professional psychology. London: Sage. Echeburúa, E. y Corral, P. (2001). Eficacia de las tera- pias psicológicas: de la investigación a la práctica clí- nica. Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud, 1, 181-204. Eysenck H.J (1952). The effects of psychotherapy: an evaluation: Journal of Consulting and Clinical Psycho- logy, 60, 659-663. Frías, M.D. y Pascual, J. (2003). Psicología Clínica Basa- da en Pruebas: efecto del tratamiento. Papeles del Psi- cólogo, 24, 85. Frías, M.D., Pascual, J. y García, F. (2002). Concepto y método de la psicología basada en la evidencia. III Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis: 1-28 Fe- brero. Frías, M.D.; Pascual, J. y García, F. (2000). Tamaño del JUAN PASCUAL LLOBELL, MARÍA DOLORES FRÍAS NAVARRO Y HÉCTOR MONTERDE I BORT
  • 9. A F o n d o 8 efecto del tratamiento y significación estadística. Psi- cothema, 12, 2, 236-240. Frías, M.D.; Pascual, J. y Monterde, H. (2004). Impacto de la búsqueda de la evidencia en la formación uni- versitaria del psicólogo. V Congreso Virtual de Psi- quiatría. Interpsiquis 1-28 Febrero. Garb, H. (1998). Studying the clinician. Washington, DC: American Psychological Association. García, J. F., Frías, M. D. y Pascual, J. (1999). Los dise- ños de la investigación experimental. Comprobación de las hipótesis. Valencia: editorial CSV. Garfield, S. L. (1996). Some problems associated with “validated” forms of psychotherapy. Clinical Psycho- logy: Research and Practice, 3, 218-229. Harlow, L.L., Mulaik, S.A. y Steiger, J.H. (Eds.) (1997). What if there were no significances tests? Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum Associates. Herbert, J.D. (2003). The science and practice of empiri- cally supported treatments. Behavior Modification. 27, 3, 412-430. Herink R., (Ed.) (1980). The psychotherapy handbook: the A to Z guide to more than 250 different therapies use today. New York: New American Library. Kazdin A.E. (1986). Comparative outcome studies of psy- chotherapy: methodological issues and strategies. Jour- nal of Consulting and Clinical Psychology, 54, 95-105. Kendall, P.C. (1998). Empirically supported psychologi- cal therapies. Journal of Consulting and Clinical Psy- chology, 66, 3-6. Labrador, F.J., Echeburúa, E. y Becoña, E. (2000). Guía para la elección de tratamientos psicológicos efectivos: hacia una nueva psicología clínica. Madrid: Dykinson. Labrador, F.J., Vallejo, M.A., Matellanes, M., Echebu- rúa, E., Bados, A. y Fernández-Montalvo, J. (2003). La eficacia de los tratamientos psicológicos. Documen- to de la Sociedad Española para el avance de la Psi- cología Clínica y de la Salud. Siglo XXI. Noviembre de 2002. INFOCOP, 17, 25-30. Levin, J. R. (1998). What if there were no more bickering about statistical significance tests? Research in the Schools, 5, 2, 43-53. Lipsey, M.W. y Wilson, D.B. (1993). The efficacy of psy- chological, educational, and behavioral treatment: Confirmation from meta-analysis. American Psycholo- gist, 48, 1181-1209. Luborsky, L.; Singer, B. y Luborsky, L. (1975). Compara- tive studies of psychotherapy: is it true that “everybody has won and must have prizes? Archives of General Psychiatry, 32, 995-1008 Mustaca, A. E. (2004). Tratamientos psicológicos efica- ces y ciencia básica. Revista Latinoamericana de Psi- cología, 36, 1, 11-20. Nickerson, R.S. (2000). Null hypothesis significance tes- ting: A review of an old and continuing controversy. Psychological Methods, 5, 241-301. Norcross, J.C. (2000). Empirically supported therapeutic relationships: A Division 29 Task Force. Psychothe- rapy Bulletin, 35, 2–4. Norcross, J.C. (2001). Purposes, processes and products of the Task Force on Empirically Supported Therapy Relationships. Psychotherapy: Theory/Research/Prac- tice/Training, 38, 345-356. Norcross, J.C. (Ed.) (2002). Psychotherapy relationships that work: Therapist contributions and responsiveness to patient. New York: Oxford University Press. Rosenzweig, S. (1936). Some implicit common factors in diverse methods of psychotherapy. American Journal of Orthopsychiatry, 6, 412-415. Sánchez-Meca, J.; Boruch, R.F.; Petrosino, A. y Rosa A.I. (2002). La colaboración Campbell y la práctica basada en la evidencia. Papeles del Psicólogo, 22, 83, 44-48. Seligman, M.E.P. (1995). The effectiveness of psychothe- rapy: The Consumer Reports Study. American psycho- logist, 50, 12, 965-974. Shapiro, D.A. y Shapiro, D. (1982). Meta-analysis of comparative therapy outcome studies: A replication and refinement. Psychological Bulletin, 92, 581-604. Silverman, W. H. (1996). Cookbooks, manuals, and paint-by-numbers: Psychotherapy in the 90s. Psychot- herapy, 33, 207-215. Smith, M.L. y Glass, G.V. (1977). Meta-analysis of psy- chotherapy outcome studies. American Psychologist, 32, 752-60. Waehler, C.A., Kalodner, C.R., Wampold, B.E., y Lich- tenberg, J.W. (2000). Empirically supported treat- ments (ESTs) in perspective: Implications for counseling psychology training. The Counseling Psychologist, 28, 622-640. Wampold, B. E. (1997). Methodological problems in identifying efficacious psychotherapies. Psychotherapy Research, 7, 21-43. Wampold, B.E.; Lichtenberg, J.W. y Waehler, C.A. (2002). Principles of empirically-supported interven- tions in counseling psychology. The Counseling Psy- chologist, 30, 197-217. Wilkinson, L. y Task Force on Statistical Inference (1999). Statistical Methods in Psychology Journals: Guidelines and Explanations American Psychologist, 54, 8, 594-604. Disponible en red: www.apa.org/journals/amp/amp548594.html. TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS CON APOYO EMPÍRICO Y PRÁCTICA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA