1. ¿Para qué sirven los ejercicios
espirituales, por tanto?
Sirven para renovar, para refrescar las
grandes motivaciones de la existencia, por
las que vale la pena vivir y sin las cuales la
vida pierde su sabor. Recuperar, por lo
tanto, la fe en Dios, en la vida, en ti mismo;
recuperar la paz y alegría, la auténtica
alegría de vivir, la felicidad de poseer a
Dios.
2. RECOMENDACIONES
Hay que dejar las prisas, el sueño, los
celulares, todo lo que me conecte con la
problemática de la ciudad, y entrar sin nada,
entrar tú solo. Son unas horas para pensar en
serio sobre tu vida. Y los protagonistas de este
día serán Dios y tú.
3. Además, estás tú sólo, como en un
desierto, como en un paraje solitario, a
solas con Dios.
4. Primera:
Silencio:
Es una utopía hacerlo sin silencio. Ya sabemos
que es una cosa que cuesta, y más a las mujeres,
pero es necesario: te renueva, te enriquece.
¿Puedes o no puedes?
5. Segunda regla:
Oración:
Que significa hablar mucho, sinceramente, de corazón,
con Dios. Las ideas no entran en la cabeza sino a golpes
de oración. Pedir mucho a Dios que se nos graven como
fuego en el alma. Hacer tus oraciones como en tus
mejores tiempos, encontrar el gusto por la oración,
disfrutar la intimidad con Dios. Porque orar es amar y
ser amado.
6. Tercera regla:
Generosidad:
firmar en blanco. ¿Qué quieres que
haga, Señor? Evidentemente que Dios
te va a pedir algo, algo importante. Si no
te pide nada, es que no le importas a
Dios.
7. cuarta regla como recomendación:
consiste en mantener la paz y la serenidad
durante todo el tiempo. El demonio intentará
robártela y, si te la roba, estás perdido. No te
dejes. Dios ciertamente te pedirá cosas difíciles,
pero nunca te pedirá que pierdas la paz.
8. CANON 1036
Para poder recibir la ordenación de diácono o de presbítero,
el candidato debe entregar al Obispo propio o al Superior
mayor competente una declaración redactada y firmada de
su puño y letra, en la que haga constar que va a recibir el
orden espontánea y libremente, y que se dedicará de
modo perpetuo al ministerio eclesiástico, al mismo tiempo
que solicita ser admitido al orden que aspira a recibir.
10. APARECIDA 194
El segundo desafío se refiere al ministerio del
presbítero inserto en la cultura actual. El presbítero
está llamado a conocerla para sembrar en ella la
semilla del Evangelio, es decir, para que el mensaje
de Jesús llegue a ser una interpelación válida,
comprensible, esperanzadora y relevante para la vida
del hombre y de la mujer de hoy, especialmente para
los jóvenes. Este desafío incluye la necesidad de
potenciar adecuadamente la formación inicial y
permanente de los presbíteros, en sus cuatro
dimensiones humana, espiritual, intelectual y
pastoral.