1) Los riñones son el órgano más vulnerable en el trauma, involucrado en hasta el 3,25% de pacientes traumatizados. 2) La TC con contraste es el método estándar para evaluar trauma renal, permitiendo diagnosticar y clasificar lesiones. 3) El manejo del trauma renal ha evolucionado hacia un enfoque no operatorio, manejando la mayoría de pacientes de forma no operativa con monitoreo y procedimientos mínimamente invasivos cuando es necesario.
1. Trauma renal
Abstracto
Los riñones son el órgano genitourinario más vulnerable en el trauma, ya que están
implicados en hasta el 3,25% de los pacientes traumatizados. El mecanismo más común
para la lesión renal es el trauma contundente (predominantemente por accidentes
automovilísticos y caídas), mientras que el trauma penetrante (causado principalmente
por armas de fuego y heridas de arma blanca) comprende el resto. Las armas de alta
velocidad imponen daños específicamente problemáticos debido a la alta energía y el
efecto colateral. El pilar del diagnóstico del trauma renal se basa en la tomografía
computarizada (TC) con contraste, que está indicada en todos los pacientes estables con
hematuria macroscópica y en pacientes que presentan hematuria microscópica e
hipotensión. Además, la TC debe realizarse cuando el mecanismo de lesión o los
hallazgos del examen físico sugieren una lesión renal (por ejemplo, desaceleración rápida,
fracturas de costillas, equimosis de flanco y cada lesión penetrante del abdomen, flanco
o parte inferior del tórax). El manejo del trauma renal ha evolucionado durante las últimas
décadas, con una clara evolución hacia un enfoque no operatorio. La mayor parte de los
pacientes con trauma renal se manejan de manera no operativa con un monitoreo
cuidadoso, reimaginando cuando hay algún deterioro y el uso de procedimientos
mínimamente invasivos. Estos procedimientos incluyen angioembolización en casos de
sangrado activo y colocación de stents endourológicos en casos de extravasación de orina.
Palabras clave: hematuria, lesión renal, traumatismo múltiple, lesión renal
Fondo
El manejo del trauma renal ha evolucionado durante las últimas décadas, con una clara
transición hacia un enfoque no operatorio.1–4 Esta transición probablemente se deriva de
una combinación de varios aspectos. En primer lugar, el conocimiento acumulativo sobre
la seguridad y el resultado del abordaje no operatorio del trauma renal,1 – 17 y también para
el manejo de otros órganos internos como el bazo y el hígado.18–21 En segundo lugar, la
mejora en las modalidades de imagen [principalmente tomografía computarizada
(TC)]22 y en técnicas de tratamiento mínimamente invasivas. Estas técnicas incluyen
angioembolización en casos de sangrado activo,23–25 y colocación de stents
endourológicos en casos de extravasación de orina.22,26,27 El propósito de esta revisión es
presentar la mejor práctica actual de tratamiento del trauma renal.
Epidemiología, etiología y fisiopatología
Epidemiología
A pesar de su posición retroperitoneal relativamente protegida, el riñón es el órgano más
comúnmente lesionado del sistema genitourinario durante el trauma.28 El trauma renal
puede ser una lesión aislada, pero en el 80-95% de los casos hay lesiones
concomitantes.16,29,30 El trauma renal afecta predominantemente a los hombres, 72-93% de
los casos,3,5,31,32 y es más frecuente en la población joven con un rango de edad medio de
31 a 38 años.5,16,17 La edad media es aún más joven cuando solo se incluye el trauma
penetrante (27-28 años).6,30
2. La prevalencia de trauma renal entre los pacientes traumatizados oscila entre el 0,3% y el
3,25%,12,17,33–36 yel mecanismo más común para la lesión renal es el trauma contundente.
El trauma renal contundente representa el 71-95% de los casos de trauma renal.5,12,23,26,32–35
Etiología y fisiopatología del traumatismo renal contundente
En una revisión sistemática realizada por Voelzke y Leddy, el trauma renal contundente
en la población adulta fue causado principalmente por accidentes automovilísticos
(MVA) (63%), seguido de caídas (43%), deportes (11%) y accidentes peatonales (4%),
mientras que el trauma contundente en la población pediátrica fue causado por más caídas
(27%) y accidentes peatonales (13%) y menos MVA (30%).31 En otra revisión del registro
de trauma pediátrico, McAleer y sus colegas encontraron que el trauma contundente renal
pediátrico fue causado por el ciclismo (28%), caídas (23%), paseos en vehículos todo
terreno (8%), juegos infantiles (8%), motociclismo (6%), deportes de equipo (6%),
patinaje (6%), jugar a la pelota (4%), deportes ecuestres (3%) y salto de trampolín (1%);
no se perdieron riñones en este estudio.37
La fisiopatología del trauma renal contundente no se entiende completamente, pero
parece que los elementos principales que causan el trauma son las fuerzas de
desaceleración y aceleración. El riñón está cubierto por grasa y la facia de Gerota en el
retroperitoneo, y el pedículo renal y la unión uretero-pélvica (UPJ) son los principales
elementos de unión; por lo tanto, las fuerzas de desaceleración sobre estos elementos
pueden causar lesión renal como ruptura o trombosis.38 Las fuerzas de aceleración pueden
causar colisión del riñón en sus elementos circundantes, como las costillas y la columna
vertebral, y causar lesiones parenquimatosas y vasculares.38
Los riñones anormales que se encontraron en el 7% de los pacientes con traumatismo
renal contundente se lesionan con frecuencia por impactos de baja velocidad; sin
embargo, los estudios de contraste deben estar generosamente indicados, ya que el
tratamiento de los riñones anormales desenmascarados por traumatismos depende en gran
medida del tipo de patología.39 Schmidlin y sus colegas encontraron que las anomalías
renales preexistentes incluían hidronefrosis (38%), quistes (17%), tumor (7%), riñón
ectópico (7%) y otros (31%).39 Según un modelo simulado por computadora, un
compartimento incompresible lleno de líquido parece amplificar la fuerza del impacto del
trauma y, por lo tanto, puede explicar la mayor vulnerabilidad de un riñón anormal con
hidronefrosis o un quiste.40
Etiología y fisiopatología del traumatismo renal penetrante
La mayoría de los traumatismos renales penetrantes, que son más graves y menos
predecibles que los traumatismos contundentes, son causados por armas de fuego (83-
86%) y heridas de arma blanca (14-17%).6,30 En escenarios de combate, varios tipos de
fragmentos [por ejemplo, artefactos explosivos improvisados (IED) y otra metralla]
también causan traumatismos renales penetrantes. El trauma penetrante se clasifica según
la velocidad del proyectil: proyectiles de alta velocidad (por ejemplo, rifles), velocidad
media (por ejemplo, pistolas) y baja velocidad (por ejemplo, puñaladas con cuchillo).
Las armas de alta velocidad infligen un mayor daño porque las balas transmiten grandes
cantidades de energía a los tejidos. Forman una cavitación expansiva temporal que
colapsa inmediatamente y crea fuerzas de cizallamiento y destrucción en un área mucho
más grande que el tracto del proyectil en sí. La formación de cavidades interrumpe el
tejido, rompe los vasos sanguíneos y los nervios, y puede fracturar los huesos lejos de la
3. trayectoria del misil. En las lesiones de menor velocidad, el daño generalmente se limita
a la pista del proyectil.
La posición de una herida de arma blanca afecta su manejo. Una herida de arma blanca
en el abdomen anterior puede lesionar estructuras renales vitales como la pelvis renal y
el pedículo vascular, mientras que una herida de arma blanca posterior a la línea axilar
anterior lesionará el parénquima, pero es menos probable que las partes renales vitales.41
Clasificación y gravedad de la lesión
La clasificación de trauma renal más común es la clasificación de la Asociación
Americana para la Cirugía del Trauma (AAST) (Figura 1), una descripción anatómica,
escalada del 1 al 5, que representa la lesión menos grave a la más grave.42
Figura 1.
Clasificación de trauma renal por la Asociación Americana para la Cirugía de Trauma (AAST).42
*Avanzar un grado para lesiones bilaterales hasta grado III.
La clasificación AAST fue validada por cinco estudios.29,36,43–45 El grado AAST de lesión
renal, la gravedad general de la lesión del paciente y el requerimiento de transfusión de
sangre fueron los factores principales para determinar la necesidad del paciente de
nefrectomía.36,45 y el resultado general.36,43 El grado AAST es un predictor de morbilidad
en la lesión renal contundente y penetrante, y de la mortalidad en la lesión
contundente.44 El grado AAST tiene una correlación estadísticamente significativa con la
necesidad de cirugía (de 0 a 93%) y con el riesgo de nefrectomía (0-86%).29 Además, los
pacientes con lesiones por disparos tienen calificaciones AAST más altas que aquellos
con trauma contundente.45
Una subestratificación fue propuesta por Dugi y sus colegas en 2010.46 Dividieron el
grado 4 en 4a (bajo riesgo) y 4b (alto riesgo) de acuerdo con tres hallazgos de TC que se
asociaron con la necesidad de intervención urgente: distancia del borde del hematoma
perirrenal mayor de 3,5 cm, extravasación de contraste intravascular y laceración renal
medial. Encontraron que los pacientes con cero a un factor de riesgo (4a) tenían un riesgo
bajo de intervención (7,1%), mientras que aquellos con dos o tres factores de riesgo (4b)
tenían un riesgo notablemente mayor 66,7%.46 Otra revisión fue propuesta por Buckley y
sus colegas en 2011.47 De acuerdo con la definición propuesta, la lesión de grado 4 incluye
4. todas las lesiones del sistema coleccionario, la pelvis renal y las lesiones
arteriales/venosas segmentarias. El grado 5 en esta estratificación se limita a lesiones
vasculares mayores.
Distribución de la gravedad de la lesión según la clasificación AAST (basada en dos
estudios del registro nacional de trauma5,17 y una revisión sistemática31): grado I, 22–28%;
grado II, 28–30%; grado III, 20–26%; grado IV, 15–19%; grado V, 6–7%.
Evaluación inicial: antecedentes del paciente, examen físico y
pruebas de laboratorio
La evaluación inicial de cada paciente con trauma que llega al departamento de
emergencias incluye una encuesta primaria para evaluar las vías respiratorias, la
respiración y la circulación, y tomar signos vitales, es decir, la frecuencia cardíaca, la
presión arterial y la saturación de oxígeno en la sangre.
Antecedentes del paciente
La historia del paciente y los detalles del evento que causó la lesión pueden no estar
disponibles en un paciente hemodinámicamente inestable, pero cuando el paciente está
estable, estos datos son muy relevantes para tomar las decisiones de tratamiento correctas.
Comprender el mecanismo de lesión y las fuerzas involucradas es importante porque en
casos de alta desaceleración o fuerzas de aceleración existe un alto riesgo de lesión renal,
y se deben realizar más imágenes.38 El historial médico del paciente también es relevante.
Las anomalías renales preexistentes ponen al paciente en riesgo específico, incluso por
impactos de baja velocidad, y por lo tanto se deben indicar generosamente más estudios
de imágenes. El tratamiento de los riñones anormales desenmascarados por un trauma
depende en gran medida del tipo de patología.39,40 En los casos de un riñón solitario o un
riñón que funciona en solitario, se debe evitar una nefrectomía a menos que sea crucial.
Examen físico
El examen físico ayuda a determinar la ubicación, la extensión y la gravedad de la lesión.
Un traumatismo contundente en el flanco, la espalda, la parte inferior del tórax y la parte
superior del abdomen puede dañar el riñón. El médico debe buscar heridas penetrantes de
entrada y salida, signos peritoneales abdominales (por ejemplo, signo de protección,
sensibilidad de rebote) y signos que puedan indicar traumatismo renal, como hematuria
visible, hematoma de flanco/parte superior del abdomen, masa palpable, equimosis o
abrasiones, y fracturas de costillas.48–50
Pruebas de laboratorio
El análisis de orina, los niveles de hematocrito y creatinina son pruebas necesarias para
diagnosticar la hematuria microscópica, el estado actual de pérdida de sangre y la función
renal basal,51 respectivamente. Cuando se sospecha sangrado activo, el cruce de tipos de
sangre y la coincidencia son obligatorios. La evaluación de laboratorio adicional debe
incluir hemograma completo, gases en sangre y química completa, incluyendo glucosa,
electrolitos, pruebas de función hepática, amilasa y lipasa para evaluar otra posible lesión
del órgano abdominal.
La hematuria, visible o no visible, es un signo muy común de trauma renal. No invisible,
también conocido como hematuria microscópica, se define como tres o más glóbulos
5. rojos (glóbulos rojos) / campo de alta potencia (HPF) para adultos52 y más de 50 glóbulos
rojos/HPF para pacientes pediátricos.53 La hematuria visible solo está presente en el 35-
77% de los casos de trauma renal.10,45,54 Casi la mitad de los pacientes con traumatismo
renal de grado II y el 30% de los pacientes con trauma renal de grado IV no tienen
hematuria en el momento de la presentación.45 La hematuria visible es aún menos común
en las lesiones renales penetrantes.30 Por lo tanto, no existe una relación absoluta entre el
tipo o grado de hematuria y el tipo y la gravedad del riñón lesionado.
Imagenológico
Tomografía computarizada
La tomografía computarizada (TC) mejorada con medio de contraste intravenoso es
actualmente el método de imagen estándar de oro para pacientes hemodinámicamente
estables con trauma renal contundente y penetrante.1,48,55,56 Está ampliamente disponible y
puede localizar de forma rápida y precisa las lesiones renales y de otros órganos por la
información anatómica y funcional que es esencial para una estadificación precisa.57 No
se ha confirmado la preocupación con respecto a la toxicidad del medio de contraste, ya
que se observan bajas tasas de nefropatía inducida por contraste en pacientes con
traumatismos.58 La TC para traumatismo renal debe incluir cuatro fases: precontraste,
postcontraste arterial (35 s después de la inyección intravenosa), postcontraste
nefrogénico/venoso portal (75 s después de la inyección intravenosa) y retrasado (5-10
min después de la inyección intravenosa).22,57 La fase previa al contragusto puede
identificar cálculos renales, que afectan el manejo,39,40 sangrado activo o hematoma
intraparenquimatoso.57 Las fases posteriores al contraste identifican el daño
parenquimatoso y vascular, incluida la presencia de extravasación activa del contraste,
otros daños en órganos sólidos (por ejemplo, hígado y páncreas) y variantes fisiológicas
que pueden afectar el manejo.57 La fase retardada puede visualizar el sistema
coleccionador y la posible lesión ureteral.22 Si la fase retrasada no se puede realizar
durante la evaluación inicial debido a prioridades urgentes, debe completarse siempre que
sea posible.
Pielografía intravenosa
La pielografía intravenosa (PIV) ha sido reemplazada por tc con contraste, excepto como
una herramienta intraoperatoria para confirmar la presencia de un riñón en
funcionamiento contralateral en un paciente hemodinámicamente inestable, que no pudo
completar la TC preoperatoria. El uso de la PIV intraoperatoria incluye una inyección en
bolo de un solo disparo de medios de contraste (2 mg/kg), seguida de una sola película
simple tomada después de 10 min.59
Ultrasonido
El ultrasonido (US) se utiliza para definir el líquido libre en el contexto del trauma, pero
es inferior a la TC en su resolución y la capacidad de describir con precisión la lesión
renal.60,61 En manos bien entrenadas y experimentadas, las laceraciones renales y los
hematomas se pueden identificar y delinear de manera confiable.62 Sin embargo, el
examen de los Estados Unidos no puede distinguir la sangre fresca de la orina
extravasada, y no puede identificar lesiones del pedículo vascular e infarto
6. segmentario.60 Us se puede utilizar para el seguimiento de la hidronefrosis, la laceración
renal manejada no operativamente y la recolección de líquidos postoperatorios.48 La
ausencia de radiación, que es una de las principales ventajas de us, es muy relevante para
los pacientes pediátricos.
Indicación para la obtención de imágenes iniciales
El objetivo de las imágenes iniciales es clasificar la lesión renal, demostrar anomalías
renales contralaterales y renales preexistentes, e identificar lesiones en otros órganos. La
decisión de obtener una imagen inicial se basa en aspectos clínicos y el mecanismo de la
lesión. Según la Asociación Europea de Urología (EAU)63 y las directrices de la
Asociación Americana de Urología (AUA),55 La TC debe realizarse en todos los pacientes
con traumatismo contundente hemodinámicamente estables con hematuria macroscópica
o en pacientes que presenten hematuria microscópica e hipotensión (presión arterial
sistólica <90 mmHg) en el momento de la presentación. Debe quedar claro que la
inestabilidad hemodinámica no permite el uso diagnóstico de una TC. Además, la TC
debe realizarse cuando el mecanismo de lesión o los hallazgos del examen físico sugieren
una lesión renal (es decir, desaceleración rápida, fractura de costillas, equimosis colópica
sustancial y cada lesión penetrante del abdomen, flanco o parte inferior del tórax).
Indicación para la reimagen
El objetivo de la reimagen es diagnosticar posibles complicaciones y evaluar el deterioro
clínico. Las pautas actuales recomiendan volver a la imagen para pacientes con lesiones
de alto grado después de 2 a 4 días.48,55,63 La reimagen también está indicada para pacientes
con signos clínicos de complicaciones, como fiebre, empeoramiento del dolor en el
flanco, pérdida continua de sangre y distensión abdominal.48,55,63
Manejo del trauma renal
Las prioridades del manejo del trauma renal son (en orden descendente) evitar la
mortalidad mediante el control de la hemorragia, la preservación de la nefrona y evitar
complicaciones. En el pasado, la práctica común para lograr estos objetivos era operar.
Los médicos asumieron que la mejor manera de controlar el sangrado es mediante cirugía
y la mayor probabilidad de evitar la nefrectomía es mediante cirugía donde se puede
reconstruir una lesión vascular, UPJ o parenquimatosa según sea necesario. En las últimas
décadas, el manejo real del trauma ha evolucionado con una transición constante hacia
un enfoque no operativo con manejo no operativo (NOM) cuando sea necesario, debido
al conocimiento acumulativo de la seguridad y un mejor resultado de este enfoque.2 –
5,31 Este enfoque incluye tanto a las poblaciones pediátricas como a las adultas.
Indicaciones actuales para la intervención renal
Indicaciones absolutas
De acuerdo con las directrices actuales,55,63 las indicaciones absolutas para la intervención
renal son la inestabilidad hemodinámica y la falta de respuesta a la reanimación agresiva
debido a hemorragia renal, lesión vascular de grado 5 y un hematoma perirrenal
expansivo o pulsátil encontrado durante la laparotomía realizada para lesiones asociadas.
7. Indicaciones relativas
El subcomité de trauma renal resumió las indicaciones relativas para la exploración
renal.48 Incluyen una gran laceración de la pelvis renal, avulsión de la UPJ, lesiones
intestinales o pancreáticas coexistentes, fuga urinaria persistente y urinoma postinjurio o
absceso perinefrico con manejo percutáneo o endoscópico fallido. Las indicaciones
adicionales son la PIV intraoperatoria anormal de una sola inyección, el segmento
parenquimatoso desvitalizado con pérdida de orina asociada, la trombosis completa de la
arteria renal de ambos riñones o de un riñón solitario y las lesiones vasculares renales
después de un tratamiento angiográfico fallido.
Manejo no operatorio
La NOM incluye la observación con cuidados de apoyo, reposo en cama con signos
vitales y la monitorización de pruebas de laboratorio y la reimagen cuando hay algún
deterioro), con el uso de procedimientos mínimamente invasivos (angioembolización o
colocación de stent ureteral) si está indicado.
En dos cohortes a gran escala, el trauma renal se gestionó de forma no operativa en el 84-
95% de los casos, con un 2,7-5,4% de fracaso de la NOM.5,31 La efectividad de la NOM
está respaldada por una revisión sistemática y un metanálisis64 y por un estudio
prospectivo más pequeño,11 y se encontró que también era eficaz en el tratamiento de las
complicaciones del tratamiento primario.15
Manejo no operatorio para pacientes con traumatismo renal contundente
Grado I–II Los pacientes con trauma renal de grado I y II deben ser tratados con NOM.
En varios estudios, no hubo necesidad de una nefrectomía en ningún paciente y raras
indicaciones para la exploración renal.45,47,65
Grado III En dos estudios con pacientes con traumatismo renal contundente de grado III,
la tasa de reconstrucción fue del 73% (87/119) y del 11% (9/82) y la tasa de nefrectomía
fue del 3,3% (4/119) y del 4,8% (4/82), respectivamente.45,65 La tasa de nefrectomía fue
muy baja (1,8%) en otro estudio (3/171).66 Aragona y sus colegas encontraron que entre
21 pacientes con traumatismo renal contundente de grado III la tasa de nefrectomía fue
del 9%, pero cuando se dividió en dos períodos (2001-5, 2006-10) se encontró que durante
el segundo período no hubo nefrectomías. Esto se atribuye al creciente uso de la
angioembolización.54 La angioembolización tiene una tasa de éxito del 89% por primera
vez y del 82% cuando se repite,67 y se ha demostrado su eficacia en el tratamiento de
pacientes con traumatismo renal de grado aún superior (IV/V).9,14,23,24,67 Por lo tanto, los
pacientes con trauma renal de grado III pueden ser tratados con NOM, mediante
monitoreo activo y uso de angioembolización si está indicado.
Grado IV–V La mayoría de las lesiones renales contundentes de grado IV se tratan sin
cirugía, con una baja incidencia de nefrectomía.7,68 Como se mencionó anteriormente,
existe una tendencia hacia la NOM para pacientes con trauma contundente de grado IV
con un mejor resultado,54 que se atribuye al uso de la angioembolización. Lanchon y sus
colegas presentaron su protocolo NOM de primera línea en 149 pacientes con
traumatismo conotismo conomos renales de grado IV o V. La NOMfue exitosa en el 82%
de los pacientes, con mayor éxito en pacientes con grado IV (89% versus 52%) y los
predictores de fracaso de la NOM fueron mayor grado e inestabilidad hemodinámica.
Dieciocho por ciento se sometió a angioembolización, 17% se sometió a inserción de
8. stent ureteral y 18% requirió cirugía diferida.9 McGuire y sus colegas utilizaron un
protocolo similar en 117 pacientes con trauma renal de grado III-V. Un total de 83%
fueron tratados con NOM y el 9,3% (9/97) necesitó intervención: angioembolización en
ocho casos y solo un caso de nefrectomía. Los predictores de la intervención fueron el
grado V [riesgo relativo [RR] 4,4] y el uso de plaquetas (RR 8,9). Van der Wilden y sus
colegas encontraron que el 77% (154/201) de los pacientes con traumatismo renal
contundente de grado IV o V tenían NOM exitosa sin pérdida de unidades renales. La
edad mayor de 55 años y los MVAs fueron los dos únicos predictores del fracaso de la
NOM.16 La angioembolización fue exitosa en los nueve pacientes con traumatismo renal
contundente de grado V en otro estudio.24
De acuerdo con estos datos, los pacientes con traumatismo renal contundente de grado
IV-V que son hemodinámicamente estables deben tener la oportunidad de NOM con
vigilancia activa.55
Manejo no operatorio para pacientes con traumatismo renal penetrante
En el pasado, el traumatismo renal penetrante era una indicación absoluta para la
exploración renal. Actualmente hay cada vez más evidencia que apoya la NOM para
pacientes hemodinámicamente estables con traumatismo renal penetrante.2,4,18,19,21 El
trauma renal penetrante tiene una tasa de nefrectomía más alta por lesión de grado,29 una
mayor tasa de lesiones multiorgánicas30 y una mayor tasa de fracaso de la
angioembolización en comparación con el traumatismo renal contundente.23 Sin embargo,
la mayoría de las lesiones penetrantes pueden tratarse sin operación.69 Moolman y sus
colegas encontraron que el 63% (47/64) fueron tratados con NOM, ninguno de ellos
necesitó cirugía.10
Gestión operativa
A pesar de los beneficios obvios de la NOM, hay varias situaciones en las que la cirugía
es la mejor opción. Bjurlin y sus colegas encontraron que entre 19,572 pacientes con
trauma renal, el 16.6% fueron manejados quirúrgicamente.5 La mayoría de los médicos
operarían en pacientes hemodinámicamente inestables que no responden a la
reanimación.59 El enfoque más común es transperitoneal,70 con aislamiento de la arteria
renal y vena renal antes de la exploración renal como maniobra de seguridad.71 Se
encontró que este enfoque reduce la tasa de nefrectomía del 56% al 18%.72 El aislamiento
de los vasos fue bien descrito por Santucci y McAninch.29 El control óptimo de los vasos
renales permite al cirujano evitar una nefrectomía innecesaria mediante una evaluación
exhaustiva del área retroperitoneal, aunque González y sus colegas encontraron que el
control vascular del hilio renal antes de abrir la fascia de Gerota no tiene impacto en la
tasa de nefrectomía, los requisitos de transfusión o la pérdida de sangre.73 No se debe abrir
un hematoma estable, mientras que se debe explorar quirúrgicamente un hematoma
central o en expansión, que indica lesiones de los vasos principales (vasos renales, aorta,
vena cava).48
El rescate renal por renorrafia o nefrectomía parcial requiere la máxima exposición del
riñón, el desbridamiento del tejido no viable, el control del sangrado por suturas, el cierre
estanco del sistema colector y el cierre de las lesiones parenquimatosas. El colgajo
omental de la grasa perirenal se puede utilizar para la cobertura de defectos grandes.48 En
todos los casos, se recomienda el drenaje del retroperitoneo ipsilateral durante al menos
48 h.29 En casos de sospecha de lesión pancreática, se debe colocar un segundo drenaje
pancreático para prevenir la formación de abscesos o fístulas.74
9. Complicaciones
Las complicaciones tempranas incluyen sangrado, infección, absceso perinefrico, sepsis,
fístula urinaria, hipertensión, extravasación urinaria y urinoma. Las complicaciones
tardías incluyen sangrado, hidronefrosis, formación de cálculos, pielonefritis crónica,
hipertensión, fístula arteriovenosa, hidronefrosis y pseudo aneurismas. La mayoría de las
complicaciones se pueden tratar de forma no quirúrgica, percutánea y endourológica. El
trauma renal es una causa rara de hipertensión y se estima que es inferior al 5%.75 La
extravasación urinaria persistente de un riñón que de otro modo sería viable después de
un traumatismo contundente a menudo responde a la colocación de un stent o al drenaje
percutáneo según sea necesario.76
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ANEXO