Si estás siguiendo esta serie de entradas relacionadas con la Filosofía de la Ciencia, sabes de sobra lo que es la epistemología. Pero nunca está de más recordar el significado de estos palabros tan raros. Epistemología sería, resumiendo, la doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento en general, y del conocimiento científico en particular. Naturalizar la epistemología significa que esta doctrina asuma su condición de empírica, significa que se asuma un diálogo entre la teoría del conocimiento y las ciencias de la cognición. Veamos unas cuantas tesis que podrían suponerse asociadas al proceso de naturalización de la epistemología que tratamos de aclarar. La primera de estas tesis es el supuesto ontológico de que los humanos se sitúan en un continuo con el resto de las criaturas vivas existentes. Esto quiere decir que todo lo existente es material, y lo humano es la materia compleja organizada de cierta manera. Sí, es cierto, la evolución ha dotado a los humanos de mayor capacidad de adaptación, pero la materia de lo que estamos hechos nos identifica con el resto de lo que existe. Nuestra complejidad u organización nos distingue. Esto significa ser materialista y comprometido con el naturalismo. La tesis de la continuidad ontológica nos compromete con la continuidad metodológica, es decir, con la idea de que cualquier estudio sobre lo humano usará el método científico o tomará los resultados de la ciencia. Específicamente, la epistemología sólo puede usar los resultados de la ciencia o convertirse ella misma en una ciencia. Si esta segunda opción es la que se da, la epistemología se sustituiría por alguna ciencia como la psicología. Esta es la conocida tesis del reemplazo, planteada por Quine en algunas de sus obras y que veremos con un poquito más de detalle en breves párrafos.