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Traducción de
Sor,npePLlcreu
El populismocomo
espejode la democracia
Compilacióneintroducciónde
FnaNcrscoPeNrzze
BenjamínArditi - SebastiánBarros
Glenn Bowman - David Howarth
ErnestoLaclau- David LaYcock
joseph Lowndes - Chantal Mouffe
OscarReyes- YannisStavrakakis
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉxrco- Ancnxrrxe - Bn¡,srr-- Corovr¡re - Cnrrr - EspeÑ¿'
EsreposUNrposnnAuÉnrc¡,- Guernvr¡,re- PtnÚ- VnNnzun¡
Primeraedición en inglés,2005
Primeraedición en esPañol,2009
EI populismo como espeiode la democracia / compilación a
;r'-;'dJ;;;.lt.o riÉrLu - l,a ed. - BuenosAires: Fondo de
Cuñura Económica,2009.
432p.;21x 14cm.-(Sociología)
Traducidopor: SoledadLaclau
rsBN 978-950-557-79&9
1. Ciencias Políticas. I. Panizza,Francisco,comp' II' Soledad
Laclau,trad.
cDD320
Armado de taPa:fuan Balaguer
Título original: Populísmanil theMirror ofDemotacy
ISBN de ñ edición original: 1-85984489-8
@2005,Verso
D.R,@2009,FoNpo pr Currun¡ EcoNórr'ncaor AncrrrrNl' S'A'
El Salvador5665;141'4BuenosAires,Argentina
fondo@fce.com'ar/ www'fce'com'ar
Carr.PicachoAjusco227;14738México D'F'
ISBN: 97&950-557-798-9
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Introducción.El populismocomoespejodela democracia
FranciscoPanizza
l. Populismo:¿quénosdiceelnombre?
EmestoLaclau
III. EI "Jíndelapolítica"y eldesafíodelpopulismo
dederecha
ChantalMouffe.
ilI. Elpopulismocomoperiferininternadelapolítica
demouática
BenjamínArditi.. .
IV. Conseruadurisnoskinhead:unproyecto
populistafallido
OscarReyes
V. Violenciaconstitutioaeimaginarionacionalista:
laconstruccióndel"pueblo"enPalestina
y Ia "exYugoslaaia"
GlennBowman.
/I. DeIaaiolencinfundacionalalahegemoníapolítica:
elpopulismoconsmtadordeGeorgeWallace
JosephLowndes
YlI. Populismoy nueaaderechaenelCanadáinglés
David Laycock
YIil. ¿Populismoodemocracinpopular?El Frente
DemocráticoUnido,eIoperaísmoy Ialucha
porladnnocracinradicalenSudófrica
DavidHowarth. ......r".
IX. Religiónypopulismoenla Greciacontnnporónea
YannisStavrakakis
51
71,
97
133
1,61
201
241
283
313
I. POPULISMO:¿QUENOSDICEELNOMBRE?
ErnestoLaclau
'l'ooe onrrurcróN presupone una perspectiva teórica que otorga
scntido a lo que define. Este sentido {omo afirma la propia no-
ción de definición- sólo puede establecersesobrela basede la di-
lcrenciación del término definido respecto de alguna otra cosa
t¡ue la definición excluye. Esto, a sv vez, presupone wn terreno
tlentro del cual esasdiferenciascomo tales son pensables.Es este
torreno el que no es inmediatamente obvio cuando denominamos
populista a un movimiento (?),a una ideología (?),a una práctica
política (?). En los dos primeros casos-movimientos e ideolo-
gías-, denominarlos populistas implicaría diferenciar eseatributo
rle otras caracterizacionesen el mismo nivel de definición, como
"f ascista","l7beral", "comunista", etc. Esto nos embarca inmedia-
t,lmenteen una tarea complicada y a la larga contraproducente:
Ir¿rllareseúltimo reducto donde encontraríamos un populismo
"puro", irreductible a aquellas otras caracterizacionesalternati-
v¡s. Si intentamos hacer esto, entramos en un juego en el cual
cualquier atribución al populismo de un contenido social o ideo-
kigico se enfrenta inmediatamente con una avalancha de excep-
t iones.Por lo tanto, nos vemos forzados a concluir que cuando
r¡tilizamosel término, nuestrasprácticaslingüísticas presuponen
crralguna medida su sentido, pero que esteúltimo no puede/ sin
r.rnbargo,traducirse de un modo definible. Por lo demás,aún me-
rrospodemos, a través de esesentido, apuntar a un referente iden-
tificable(que lo cubriría plenamente).
¿Quéocurre si pasamosde los movimientos o las.ideologías
como unidades de análisis, a las prácticas políticas? Todo de-
l,r'ndede cómo concibamosestepasaje.Si está gobernado por la
51
52 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA
unidad de un sujeto constituido a nivel de la ideología o del mo-
vimiento político, obviamente no habremos avanzado un solo
paso en la determinación de lo que es específicamente populista'
Las dificultades para determinar el carácter político de los suietos
de ciertas prácticas no pueden sino reproducirse en el análisis de
las prácticas como tales,en la medida en que estasúltimas sim-
plemente expresanla naturaleza interna de esossujetos.Sin em-
bargo, existe una segunda posibilidad -a saber,que las prácticas
políticas no expresen la naturaleza de los agentessocialessino
que, en cambio, los constituyan-'En esecaso,la práctica política
tendría cierto tipo de prioridad ontológica sobre el agente -este
último sería meramente un precipitado histórico de la primera-'
En términos ligeramente diferentes: las prácticas serían unidades
de análisis más importantes que el grupo -es decir, el grupo sólo
sería el resultado de una articulación de prácticas sociales-. Si
esteenfoque es correcto, podríamos decir que un movimiento no
es populista porque en su política o ideología Presentacontenidos
reales identificables como populistas, sino Porque muestra una
determinad a lógicade articulación de esos contenidos -cuales-
quiera sean estosúltimos-.
Antes de introducirnos en la sustancia de nuestro argumento
es necesario hacer una última observación. La categoría de "arti-
culación" ha tenido cierta difusión en el lenguaje teórico durante
los últimos treinta o cuarenta años -especialmente dentro de la
escuela althusseriana y su área de influencia-' Deberíamos decir,
sin embargo, que la noción de articulación que desarrolló el
althusserianismo selimitó principalmente a los contenidos ónticos
que participan en el proceso de articulación (lo económico, lo polí-
tico, lo ideológico). Existía cierta teorizaciónontológicaen lo que se
refiere a la articulación (las nociones de "determinación en última
instancia" y de "autonomía relativa"), pero como esta lógica for-
mal aparecíacomo necesariamentederivada del contenido óntico
de algunas categorías(por ejemplo, la determinación en última
instancia podía corresponder sóIoalaeconomía), la posibilidad de
plantear una ontología de lo social estabaestrictamente limitada
POPULISMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 53
rk:sdeel comienzo. Dadas estaslimitaciones, la lógica política del
Iropulismoera impensable.
En las páginas siguientes,voy a plantear tres proposiciones
Ie(rricas:1) que el pensar la especificidaddel populismo requiere
r'omenzarel análisis a partir de unidades más pequeñas que el
¡qrupo(ya seaen el nivel político o en el ideológico); 2) que el po-
¡rtrlismoesuna categoría ontológica y no óntica -es decir, su signi-
licado no debehallarseen ningún contenido político o ideológico
r¡tteentraríaen la descripciónde las prácticasde cualquier grupo
erpecífico, sino en un determinado mododearticulaciónde esos
contenidos sociales,políticos o ideológicos, cualesquiera ellos
F(,¿rn-;3) que la forma de articulación, aparte de sus contenidos,
¡rr'oduceefectosestructurantes que semanifiestan principalmente
ett el nivel de los modos de representación.
DsrvreNpessocrAlEs y ToTALIDADsocIAL
( irmo hemos afirmado, nuestro punto de partida deberíaser el ais-
In¡nientode unidades más pequeñasque el grupo y el análisis de la
lógica social de su articulación. El populismo constituye una de
erns lógicas.Afirmaremos, para comenzat que nuestro análisis
¡rostulauna asimetría entre la comunidad como un todo ("socie-
rlitcl") y todo actor social que opera dentro de ella. Es decir, no
e¡iste un actor social cuya voluntad coincida con el propio funcio-
r,trrlientode la sociedadconcebidacomo tótalidad. Rousseauera
lotrrlmenteconscientede que la constitución de una voluntad ge-
¡rernl-a la que considerabacomo la condición de la democracia-
ei'r¡cadavezmás difícil bajo lascondicionesde las sociedadesmo-
rlr.nras,donde sus propias dimensiones y heterogeneidad vuelven
irrr¡rcrativoel recurrir a mecanismosde representación;Hegel in-
lerrtírplantear la cuestión mediante el postulado de una división
errtrcsociedadcivil y sociedad política, donde la prir¡¡era repre-
:ienl¡ba el particularismo y la heterogeneidad (el "sistema de nece-
cirlades")y la segunda el momento de totalización y universali-
54 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA
dad; y Marx reafirmó la utopía de una coincidencia exactaentre el
"rpu.io
comunitario y la voluntad colectiva mediante el rol de una
claseuniversal en una sociedad reconciliada. El punto de partida
de nuestra discusión esque ningún intento de salvar el abismo en-
tre la voluntad política y el espacio comunitario puede finalmente
tener éxito, Pero que el intento por construir esepuente define la
articulación específicamentepolítica de las identidades sociales'
Debemos agregar,para evitar malentendidos' que esta no
coincidencia entre la comunidad como totalidad y las volunta-
des parcialesy realesde los actoressocialesno nos lleva a adop-
tar ü pe.sp"ctlva del individualismo metodológico en relación
"or,
lu.,r"rtión del agente.Estaúltima supone que los individuos
son totalidades significativas, autodefinidas; está a un paso de
concluir que la interacción social debería ser concebida en térmi-
nos de negociacionesentre agentescuyasidentidades seconstru-
yen en torno a interesesclaros'
Nuestra perspectiva es/Por el contrario' enteramente holís-
tica, con la única salvedad de que la promesa de plenitud conte-
nida en la noción de un todo social completamente autodetermi-
nado esinalcanzable. Por lo tanto, el intento de construir espacios
de comunicación a partir de una pluralidad de voluntades colecti-
vas nunca puede adoptar la forma de un contrato -que PresuPon-
dría las rro.ior,", de interesesy voluntades autodeterminadas que
estamoscuestionando.La plenitud comunitaria que la totalidad
social no puede brindar tampoco puede ser transferida a los indi-
viduos. Los individuos no son totalidades coherentes sino mera-
mente identidades referencialesque deben ser divididos en una
seriedeposicionessubjetivaslocalizadas.Ylaarticulaciórrentre
estasposiciones es una cuestión social y no individual (la propia
noción de "individuo" no tiene sentido en nuestro enfoque)'
Por tanto, ¿quéson estasunidades más pequeñas a partir de
lascualesdebemoscomenzarnuestroanálisis?Nuestrohilocon-
ductor será Ia categoría de "demanda" como forma elemental de
construcción del vínculo social' La palabra "demanda" esambigua
en inglés: tiene, por un lado, el significado de petición'y Por otro
POPULISMO:¿QUENOSDICEELNOMBRE? 55
adopta el significado más activo de exigir algo a otra Persona-un
reclamo- (como en el caso de "demandar una explicación"). En
otras lenguas,como el español,existenpalabras diferentes para los
dos significados: la palabra correspondiente a nuestro segundo sig-
nificado seúareiaindicación.Aunque cuando en nuestro análisis uti-
lizamos el término "demanda" ponemos el acentoclaramente en el
segundo sentido, la propia ambigüedad entre ambos no deja de te-
rrerventajas,ya que la noción teórica de demanda que vamos a em-
plear implica una cierta indecidibilidad entre ambos sentidos -de
hecho,como veremos, corresponden a dos formas diferentes de ar-
ticulación política-. Vamos a agregarque existe un supuesto oculto
común subyacenteen ambos sentidos:a saber,que la demanda no
seautosatisface,sino que debeserdirigida a una instancia diferente
cleaquella dentro de la cual fue formulada originariamente.
Vamos a dar el ejemplo de una demanda sencilla: un grupo de
personasviviendo en un determinado barrio quiere que se intro-
cluzcaun recorrido de ómnibus que los transporte de sus lugares
de residenciahacia el áreaen la cual trabajala mayoría de ellos. Su-
J)ongamosque seaproximan al municipio con esepedido y que se
satisfacedicho pedido. Tenemosaquí el siguiente conjunto de ras-
¡¡osestructurales: 1) una necesidad social adopta la forma de peti-
titin -es decir, no es satisfechamediante la autogestión sino me-
tliante la apelación a otra instancia que tiene el poder de decisión-;
2) el hecho mismo de que una petición tenga lugar muestra que el
¡roderde decisión de la instancia superior no es de ninguna ma-
rrcracuestionado -por Io que estamosplenamente dentro de nues-
tro primer sentido del término demanda-;3) la demanda es una
tlcmanda puntual, cerrada en sí misma -no es la punta de un ice-
lrcrg o el símbolo de una gran variedad de demandas socialesno
Iormuladas-. Si unimos estostres rasgospodemos formular esta
irnportante conclusión: las peticiones de esteüpo, en las cuales las
tlcmandas sesatisfacenpuntual o individualmente, no construyen
rrirrgunabrecha o frontera dentro de lo social. Por el Eontrario, los
¡r('toressocialesestán aceptando, como un supuesto no verbali-
z¡do del procesototal, la legitimidad de cada una de sus instan-
56 ELPOPULTSMOCOMOESPEIODELADEMOCRACTA
cias: nadie cuestiona ni el derecho de presentar la petición ni el
derecho de la instancia decisoriade tomar la decisión. Cada ins-
tancia constituye una parte (o un punto diferencial) de una inma-
nencia social altamente institucionalizada. A las Iógicassociales
que operan de acuerdo a estemodelo diferencial e institucionali-
zado las denominaremos lógicasde la diferencia.Ellas presuponen
que no hay división social y que toda demanda legítima puede
satisfacersede un modo administrativo, no antagónico. Resultafá-
cil dar ejemplos de utopías socialesdefendiendo la operación uni-
versal de lógicas diferenciales:la noción disraeliana de "una na-
ción", el Estado de bienestar,o la consigna de Saint-Simon:"Del
gobierno de los hombres a la administración de las cosas".
Volvamos ahora a nuestro ejemplo. Supongamos que el pe-
dido esrechazado. Sin duda, una situación de frustración social se
derivará de esta decisión. Pero si hay sólo una demanda no satis-
fecha, esto no va a alterar sustancialmente la situación. Sin em-
bargo, si por alguna razínla variedad de demandas no satisfechas
esmuy grande, esafrustración múltiple va a desencadenarlógicas
socialesde un tipo muy diferente. Por ejemplo, si el grupo de per-
sonas en esaárea que ha visto frustrado su pedido por mejores
medios de transporte halla que sus vecinos están igualmente insa-
tisfechos en sus reclamos en los niveles de la seguridad, del sumi-
nistro de agua, de la vivienda, de la educación, etc.,va a surgir al-
gún tipo de solidaridad entre ellos: todos van a compartir el hecho
de que sus demandas permanecen insatisfechas. Es decit las de-
mandas comparten una dimensión negativa más allá de su natu-
raleza diferencial positiva.
Una situación social en la cual las demandas tienden a reagru-
parse sobre la base negativa de que todas permanecen insatisfe-
chas es la primera precondición -pero de ninguna manera la
única- de esemodo de articulación política que denominamos po-
pulismo. Vamos a enumerar ahora de entre sus rasgos estructura-
les, aquellos que podemos detectar en estaetapa de nuestro argu-
mento: 1) mientras que la organización institucional previamente
discutida sebasabaen la lógica de la diferencia, nos encontramos
POPUUSMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 57
aqüí ante una situación inversa, que puede describirse como una
Iógicadela equiaalencia-es decir, una lógica en la cual todas las de-
mandas,a pesar de su carácter diferente, tienden a reagruparse, y
forman lo que denominaremos una cadenaequiaalencinl-.Esto sig-
nifica que cada demanda individual está dividida constitutiva-
rnente:por un lado, esella misma en su propia particularidad; por
otro lado, apunta, a través de los vínculos equivalenciales, al con-
iunto de las otras demandas. Volviendo a nuestra imagen: cada
demanda es,en efecto,la punta de un iceberg,porque aunque sólo
se muestra ella misma en su propia particularidad, presenta su
¡:ropia reivindicación manifiesta como siendo tan sólo una en un
conjunto más amplio de reivindicaciones sociales.2) El sujeto de la
demanda es diferente en nuestros dos casos.En el primero, el su-
ieto de la demanda era tan puntual como la propia demanda. Al
sujeto de una demanda concebido como particularidad diferencial
fo denominaremos sujetodemocrático.En el segundo, el sujeto va a
ser más amplio, ya que su subjetividad seráel resultado del agru-
¡ramientoequivalencial de una pluralidad de demandas democrá-
ticas.Al sujeto constituido sobre la base de esta lógica lo denomi-
naremossujetopopular.Esto muestra claramente las condiciones
tanto de surgimiento como de desaparición de una subjetividad
¡ropular: cuanto más tienden a ser absorbidas diferencialmente las
demandas socialesdentro de un sistema institucional exitoso, más
débiles serán los vínculos equivalenciales y menos probable la
crlnstitución de una subjetividad popular; por el contrario, una si-
tuaciónen la cual coexistenuna pluralidad de demandas insatis-
tl'chas y una creciente incapacidad del sistema institucional para
¡tbsorberlasdiferencialmente crea las condiciones que conducen a
una ruptura populista. 3) El corolario del análisis previo es que el
surgimiento de una subjetividad popular no se produce sin la
creación de una frontera interna. Las equivalencias son sólo tales
r,rtrelación con una falta que las domina a todas, y esto requiere la
iclentificaciónde la fuente de la negatividad social. D,..eesta ma-
rrcra,los discursos populares equivalenciales dividen lo social en
tfos campos: el poder y "los de abajo". Esto transforma la natura-
58 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA
leza de las demandas: dejan de ser simples peticiones y se trans-
forman en reitsindicaciones;en otras palabras, nos trasladamos al
segundo sentido del término "demanda"'
Equivalencias, subjetividad popular, construcción dicotómica
de lo social en torno a una frontera interna, Aparentemente, tene-
mos todos los rasgos estructurales que definen al populismo' Sin
embargo, no hemos terminado. Aún está faltando una dimensión
crucial, que vamos a considerar a continuación'
SrcxrrrcaNrEs vAcÍos Y FLoTANTES
Nuestra discusión nos ha conducido hasta ahora a reconocer dos
condiciones -que se requieren mutuamente- para el surgimiento
de una ruptura populista: la dicotomización del espacio social
mediante la creación de una frontera interna y la construcción de
una cadenade equivalencias entre las demandas insatisfechas.Es-
tas, estrictamente hablando, no constituyen dos condiciones, sino
dos aspectosde la misma condición, ya que la frontera interna
sólo puede ser resultado del funcionamiento de la cadena equiva-
lencial. Lo que resulta importante, en cualquier caso/es comPren-
der que la cadena equivalencial tiene un carácteranti institucional:
subvierte el carácter diferencial, particular de las demandas' Hay'
concebido como totalidad.
Las demandas equivalenciales nos enfrentan inmediatamente
al problema de la representación del momento específicamente
la representación del momento equivalencial es la totalización
POPULISMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 59
(rnédiante la significación) del poder que se oPone al conjunto de
rrquellasdemandas que constituyen la voluntad popular. Esto de-
bería ser claro: para que la cadena equivalencial creeuna frontera
clentro de lo social es necesario,de alguna manera, representar el
otro lado de la frontera. No hay populismo sin una construcción
discursiva del enemigo el ancienrégime,laoligarquía, el establish'
nrcnt, etc.Vamos a retomar esteaspecto más adelante. Ahora nos
concentraremos en la transición de las posiciones de sujeto demo-
crático a las de sujeto popular sobrela base de los efectosde fron-
tcra que derivan de las equivalencias.
¿Cómo se muestraa sí misma la equivalencia? Como ya he-
rrrosafirmado, el momento equivalencial no pugde hallarse en
rrirrgúnrasgo positivo subyacentea todas las demandas/ ya que
-r{esdeel punto de vista de esosrasgos- son completamente dife-
rc¡rtesentre sí. La equivalencia procede enteramente de la oposi-
citln al poder que estámás allá de la frontera, que no satisfacenin-
guna de las demandas equivalenciales.En esecaso,sin embargo
¿trómopuede ser representada la cadena como tal? Como he sos-
tcnido en otro artículo,l la representaciónsólo es posible si una
dcmanda particular, sin abandonar completamente su propia par-
ticularidad, comienza a funcionar además como un significante
(lue representala cadena como totalidad (de la misma manera que
el oro, sin dejar de ser una mercancía particular, transforma su
¡rropiamaterialidad en la representaciónuniversal del valor). Este
l)r()ceso,mediante el cual una demanda particular comienza a re-
¡rrcsentaruna cadena equivalencial inconmensurable con sí
nrisrna,espor supuestolo que hemosdenominado hegemonía'Las
rlcrnandasde Solidaridad, por ejemplo, comenzaron siendo las de-
rrr¿rndasde un grupo particular de trabajadoresen Gdansk, pero
ronro fueron formuladas en una sociedadoprimida, donde muchas
rk,mandas socialespermanecían insatisfechas, se convirtieron en
I ErnestoLaclau,"Why do EmptySignifiersMatterto Politics?",enEman-
ttltttlion(s),Londres,1996[trad.esp.:"¿Porquélossignificantesvacíossonimpor-
fÁlrl('sparalapolítica?",enEmancipaciónydiferatcia,BuenosAires,Ariel,19961'
60 ELPOPULISMOCOMOESPE]ODELADEMOCRACIA
los significantes del conjunto del campo popular en un nuevo dis-
curso dicotómico.
Ahora bien, hay una característicade esteProcesode cons-
trucción de una significación popular universal que reviste parti-
cular importancia para la comprensión del populismo. Es la si-
guiente: cuanto más se extiende la cadena de equivalencias, más
débil será la conexión de las demandas particulares que asumen
la función de representación universal con su particularismo ini-
cial. Esto nos lleva a una conclusión que es central Para nuestro
análisis: la construcción de una subjetividad popular es posible
sólo sobrela basede la producción discursiva de significantes ten-
dencialmentevacíos. La denominada "pobreza" de los símbolos
populistas esla condición de su eficacia política {omo su función
esbrindar homogeneidad equivalencial a una realidad altamente
heterogénea,sólo pueden hacerlo sobre la basede reducir al mí-
nimo su contenido particular-. En su expresión más extrema, este
proceso llega a un punto en que la función homogeneizante eslle-
vada a cabo por un nombre propio: el nombre del líder.
Existen otros dos aspectosimportantes que, en este punto de
nuesko análisis,debemos tomar en consideración. El primero tiene
que ver con el üpo particular de distorsión que introducen las lógi-
cas equivalencialesen la construcción del "pueblo" y el"podet"
como polos antagónicos. En el caso del "pueblo", como hemos
visto, la lógica equivalencial sebasa en un "vaciamiento" cuyas
consecuenciasson, al mismo tiempo, enriquecedoras y empobre-
cedoras.Enriquecedoras: los significantes que unifican una cadena
equivalencial, al tener que cubrir todos los eslabonesque integran
esta última, tienen una referencia más amplia que un contenido
puramente diferencial que vincularía un significante a un solo sig-
nificado. Empobrecedoras: precisamente por esta referencia más
amplia (potencialmente universal), su conexión con contenidos
particulares tiende a reducirse drásticamente. Utilizando una dis-
tinción lógica, podríamos decir que lo que Sana en extensiónlo
pierde enintensión. Y lo mismo ocurre en la construcción del polo
del poder: esepolo no funciona simplemente a través de la mate-
popuLISMo: ¿QUENOSDICEELNOMBRE? 6I
riolidad de su contenidodiferencial,ya que esecontenidoeselpor-
ltdttr de la negación del polo popular (mediante la frustración de
l¡tsdemandas de esteúltimo). Como resultado, hay una inestabili-
rl¡rdesencialque impregna los diversos momentos que hemos ais-
Indo en nuestro análisis. En lo que hace a las demandas parücula-
rr's,nada anticipa, en sus contenidos aislados,el modo en que se
vnn a articular diferencial o equivalencialmente -lo cual depen-
rkrrádel contexto- y nada anticipa tampoco (en el casode las equi-
vnlencias)la extensión y la composición de las cadenasen las cua-
lesparticipan. Y como en el caso de los dos polos de la dicotomía
Pt¡cblo/poder, suspropias identidad y eskuctura van a estarabier-
fnsde la misma manera a la polémica y ala redefinición. Francia
lrnbíaexperimentado disturbios por los altos precios de los alimen-
krs desde la Edad Media, pero esos disturbios, como regla, no
lrlcntificaban a la monarquía como su enemigo. Fueron necesarias
tr¡d¿rslas complejas transformaciones del siglo xvrn para llegar a
trnaetapaen la cual las demandas por los alimentos sevolvieron
lrirrtede cadenasequivalenciales revolucionarias que abarcaron la
trrtrrlidaddel sistemapolítico. Y el populismo estadounidensede
lrrngranjeros,a fin del siglo xrx, fracasóporque el intento de crear
¡Rtlcnasde equivalenciapopular que unificaran las demandasde
krsgrupos desposeídoshalló un obstáculo decisivo en un conjunto
tle lÍmites diferencialesestructurales que demostraron ser más fuer-
lesque las inte¡pelaciones populistas: a saber,las dificultades para
rurtira los granjeros negros y blancos, la desconfianza mutua entre
gr',rrrjerosy trabajadoresurbanos, la lealtad profundamente afian-
¡nrl¡ de los granjeros del sur hacia el Partido Demócrata, etcétera.
listo nos lleva a nuestra segunda consideración. A lo largo de
rrur'stroanálisisprevio, hemos estadooperando bajo el supuesto
alrrr¡rlificadorde la existenciade facto de una frontera que separa
rLrr+g¿1ds¡¿sequivalenciales antagónicas.Este constituye el su-
[r!rr,]¡toque ahora debemoscuestionar.Todo nuestro enfoque nos
lL.v.r,de hecho,a este cuestionamiento, ya que si no existe nin-
grrrr,rrazóna priori por la que una demanda debaentrar en deter-
llrtrr¡rdas cadenasequivalencialesy articulacionesdiferencialesy
62 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA
no en otras, deberíamos suPoner que las estrategiaspolíticas anta-
gónicassebasanendiferentesformasdecrearfronteraspolíticas'
y que estasúltimas están expuestas a desestabilizacionesy trans-
formaciones.
Si esto es así,nuestros supuestos deben' en alguna medida'
modificarse. Cada elemento discursivo está sometido a la presión
estructuraldeintentosdearticulacióncontradictorios.Ennuestra
teorización del rol de los significantes vacíos' su posibilidad
ponden a esta descripción. La dinámica política del populismo
i"p"r,de de la reproducción constante de esta frontera interna'
Utilizando un símil de la lingüística, podríamos decir que mien-
caso)agrupados en torno a sólo dos posiciones sintagmáticas'
La frontera interna en la que se funda el discurso populista
puede, sin embargo, ser subvertida' Esto puede ocurrir de dos ma-
nerasdiferentes.UnaesromPerlosvínculosequivalencialesentre
lasdiversasdemandasparticulares,mediantelasatisfacciónindi-
vidual de estasúltimas' Este es el camino que conduce a la decli
proyecto de "una nación" de Disraeli, o a los intentos contemporá-
,r"o, a" los teóricosde la TerceraVía y del "centro radical" de reem-
plazara la política por la administración'
lasegunda manera de subvertir la frontera interna esde natu-
raleza totalmente distinta. No consisteeneliminar las fronteras sino
POPULISMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 63
+n cambinrsusignopolítico.Como hemos visto, en la medida en que
Ios significantes centrales de un discurso político se vuelven par-
r'ialmente vacíos, debilitan sus vínculos previos con ciertos conte-
nidos particulares -esos contenidos pasan a estar enteramente
¡rlriertosa una variedadde articulaciones equivalenciales-. Ahora
lrien,bastacon que los significantespopulares vacíosmantengan
¡¡rrradicalismo--esdecir,su capacidadde dividir a la sociedaden
tlos campos- pero que, sin embargo, la cadena de equivalencias
r¡rrcellos unifican cambie para que el significado político de toda la
o¡rcraciónpopulista adquiera un signo político opuesto. El siglo xx
rrosbrinda innumerables ejemplos de estoscambios.En Estados
I lnidos,los significantesdel radicalismo popula¡, que en tiempos
tlt,l New Deal tenían una connotación principalmente de izquierda,
lrrcron reapropiados más tarde por la derecha radical, desde
( ir,orgeWallace hasta la "mayoría moral". En Francia la radical
"ft¡rrcióntribunicia" del Partido Comunista ha sido absorbida,en
r it'rta medida, por el FrenteNacional. Y la expansión general del
Inscismodurante el período de entreguerras sería inexplicable sin
Irnt:erreferenciaa la rearticulación por parte de la derechade te-
rrrrrsy demandas pertenecientesa la tradición revolucionaria'
Lo que resulta importante es comprender el patrón de este
Irr'(x:esode rearticulación:depende de que se mantengan parcial-
rr(,nte en funcionamiento los significantes centrales del radica-
liarrropopulat pero que, al mismo tiempo, ellos inscriban en una
rntlcna de equivalencias diferente muchas de las demandas de-
nrrx'ráticas.Estarearticulaciónhegemónicaesposible porque nin-
p,rrrrndemanda social tiene como su "destino manifiesto" una
for'nraa priori de inscripción -todo depende de una lucha hege-
rrrrinica-.Una vez que una demanda estásometida a los intentos
rr lit'ulatorios de una pluralidad de proyectos antagónicos, ella
ttIr¡llcce como viviendo en una tierra de nadie con resPectoa estos
r¡llirnosy adquiereuna autonomía parcial y transitoria. Pararefe-
¡irrrosa estaambigüedad de los significantespopulares y de las
rlern,rndasque articulan vamos a hablar de signiJicantesflotantes.
l'l lil'o de relación estructural que los constituye es diferente de
64 EL POPULISMO COMO ESPETODE LA DEMOCRACIA
aquella que hemos encontrado operando en los significantes va-
cíos:mientras estosúltimos dependen de una frontera interna ple-
namente consolidada resultante de una cadena equivalencial, los
significantes flotantes son la expresión de la ambigüedad inhe-
rente a todas las fronteras y de Ia imposibilidad de estas últimas
de adquirir una estabilidad definitiva. La distinción es, sin em-
bargo, sobre todo analítica, ya que en la práctica los significantes
vacíos y flotantes en gran medida se superponen: no existe nin-
guna situación histórica en la que la sociedad estétan consolidada
que su frontera interna no se someta a ninguna subversión o des-
plazamiento, ni tampoco ninguna crisis orgánica tan profunda
como para que ciertas formas de estabilidad no pongan límites al
funcionamiento de las tendencias subversivas.
Popurrsvro, rorÍrrce v n¡pn¡ssNreclóN
Vamos a unir ahora los diversos hilos de nuesko argumento a fin
de formular un concepto coherente de populismo. Dicha coheren-
cia sólo puede obtenersesi las diferentes dimensiones que partici-
pan de la elaboración del concepto no son sólo rasgos diferencia-
dos unidos mediante la simple enumeración, sino parte de un todo
teóricamente articulado. Por empezaq,sólo hay populismo si existe
un conjunto de prácticas político-discursivas que construyen un
sujeto popul ar,y la precondición para el surgímiento de tal sujeto
es,como hemos visto, la conskucción de una frontera interna que
divide el espacio social en dos campos. Pero la lógica de esadivi-
sión es establecida,como sabemos/por la creación de una cadena
equivalencial entre una serie de demandas socialesen las cualesel
momento equivalencial prevalece por sobre la naturaleza diferen-
cial de las demandas.Finalmente, la cadenaequivalencial no puede
ser el resultado de una coincidencia puramente fortuita, sino que
debe ser consolidada mediante la emergenciade un elemento que
otorga coherenciaa la cadena por significarla como totalidad' Este
elemento eslo que hemos denominado significanteaací0.
POPULISMO:¿QUÉNOS DICE ELNOMBRE?
Estosson todos los rasgosdefinitorios estructuralesque en-
Ir',r¡r,desdemi punto de vista, en la categoríade populismo. Como
Irr,rrrosvisto, el conceptode populismo que estoyproponiendo es
e¡ilrictamenteformal,ya que todos sus rasgosdefinitorios estánre-
l¡t'ionados exclusivamentea un modo de articulación específico
l,r ¡rrevalenciade la lógica equivalencial por sobrela lógica dife-
fr'lrcial- independientemente delos contenidosrealesque se arti-
r rrl¡rn.Este es el motivo por el cual, al comienzo de esteensayo,
rrlilrné que el "populismo" es una categoría ontológica y no ón-
lir'¡r.La mayoría de los intentos por definir el populismo han pro-
r ru'¡do encontrarqué le esespecíficoen un contenido óntico par-
iir'rrlary como resultado, han terminado en un ejercicioinútil
r rryosdos predeciblesresultadosalternativoshan sido o bien ele-
grl rrncontenido empírico que es inmediatamente inundado por
rrrriravalanchade excepciones,o bien apelar a una "intuición" que
rrrrl)uedetraducirseen ningún contenido conceptual.
IJstedesplazamientode la conceptualización,de los conteni-
rlor¡a la forma, tienevarias ventajas(ademásaquella obvia de evitar
el sociologismoingenuo que reduce la forma política a la unidad
|ir'('onstituida del grupo). En primer lugar, tenemosun modo de
rorrsiderarel problema recurrente vinculado a la ubicuidad del
¡r r¡rulismo-el hecho de que pueda surgir en diferentespuntos de
l+rcstructurasocioeconómica-.Si sus rasgosdefinitorios sehallan
eir la ¡-rrevalenciade la lógica de la equivalencia,la producción de
al¡irrificantesvacíos y la construcción de fronteras políticas me-
rfl,rrtc la interpelación a "los de abajo",comprendemos de inme-
||t¡rl()cluelos discursosbasadosen estalógica articulatoriapueden
| |rln(¡nzaren cualquierlugar de la estructurasocioinstitucional:or-
H¡rriz.rcionespolíticasclientelistas,partidos políticos establecidos,
¡tlrtlit'¿rtos,el Ejército,movimientos revolucionarios,etc.El "popu-
li¡rrro" no define la política concretade estasorganizaciones,sino
rllir,(,suna forma de articular sus temas-<ualesquieraellossean-.
lirr segundolugar, podemos entender mejor, de estamanera,
nl¡io r¡uees esencialpara la comprensión del escenariopolítico
rlrrlt,rnporáneo:la circulación de los significantes de la protesta
65
66 EL POPULISMO COMO ESPEJODE LA DEMOCRACIA
POPULTSMO:¿QUÉNOSDrCEELNOMBRE? 67
liirn y por la individualización de las demandas socialesque nin-
g,rrrrnlucha en torno a las fronteras internas -es decir ninguna poli
lic¡- seríaposible; y la equivalencia pura implicaría tal disolución
rk' losvínculos socialesque la propia noción de "demanda social"
¡rt,rderíatodo sentido -esta es la imagen de la "multitud" en la
Iorma en que era representadapor los teóricos de la "psicología de
l¡rsrnásírs"del siglo xrx (Taine,Le Bon, Sighele,etc.).
Esimportante comprender que la imposibilidad de los dos
extremosde la diferenciapura y de la equivalenciapura no esuna
irnposibilidad empírica, sino lógica. La subversión de la diferen-
r'i,rpor una lógica equivalencialno adopta la forma de una elimi-
rr¡rcióntotal de la primera por parte de la segunda. Una relación
rlt,cquivalenciano es una en la cual todas las diferenciassedilu-
yurlen la identidad, sino una en la cual las diferenciascontinúan
rrlrtrrandomuy activamente. La equivalencia elimina la separación
errtrclasdernandas,pero no lasdemandasmismas.Si un conjunto
rlr,rlemandas -transporte, vivienda, empleo, etc. para volver a
nrr()stroejemplo inicial- permaneceinsatisfecho,la equivalencia
existenteentre ellas -y la identidad popular resultante de esa
er¡rrivalencia-requiereen gran medida la persistenciade esasde-
rrr,rlrdas.Por lo tanto, la equivalencia es,claramente, una forma
l'ru'ticularde articular diferencias.Hay, por tanto, entre la equiva-
lerrciay la diferencia, una dialéctica connpleja,un comprc¡miso
lrrt,stable.Existeuna variedad de situacioneshistóricasque presu-
¡rrrrrcnfa presencinde ambas,pero al mismo tiempo, sutensión.Ya-
irro:i¡ mencionaralgunasde ellas:
|) Un sistema institucional sevuelve cadavez menos capaz
rle ,rbsorberdiferencialmente las demandas sociales,y esto con-
,lrl,'t'¿runa brechainterna dentro de la sociedady a la construc-
r ifrrrr1edos cadenasde equivalenciasantagonistas.Esta esla ex-
¡relicuciaclásicade una ruptura populista o revolucionaria, que
gerrr,ralmenteesresultado de los tipos de crisis de representación
r¡rrt,( iramscidenominó "crisis orgánicas".
2) El régimen resultante de una ruptura populista sevuelve
[irnf',resivamentemás institucionalizado, de manera que la lógica
radical entre movimientos de signo político totalmente opuesto'
Ya nos hemos referido antes a esta cuestión' Vamos a dar un solo
ejemplo: la circulación de los significantes del mazzinismo y el ga-
.ibuldir*o en Italia durante la guerra de liberación (1943-1945)'
Estoshabían sido los significantesde la protesta radical en Italia
desde el Risorgimento. Tanto fascistas como comunistas intenta-
ron articularlos en sus discursosy, como resultado' sevolvieron
parcialmenteautónomosenrelaciónconesasdiferentesformasde
articulación política. Retuvieron la dimensión de radicalismo'
pero el hechá de que ese radicalismo se orientara hacia Ia iz-
quierda o hacia h áerecha era algo que no estabadecidido desde
á principio -eran significantes flotantes, en el sentido que ya he-
más discutido-. Obviamente es un eiercicio inútil preguntarnos
qué grupo social se expresaa sí mismo mediante esossímbolos
populistas: las cadenasde equivalencia que formaron atravesaron
iiu"rro, sectoressociales,y su radicalismo podía ser articulado
por movimientos de signo político totalmente oPuesto'Esta mi-
gración de significantespuede describirse si se concibe el popu-
l-ir*o .o*o un principio formal de articulación; y no si eseprinci-
pio esbuscado en los contenidos particulares que lo encarnaron
en diferentes coyunturas políticas'
Finalmente, una aproximación formal a la cuestión del popu-
Iismo nos permite considerar otra cuestión, que de otro modo sería
inextricable. Preguntarnos si un movimiento eso no populista es'
en realidad, comenzar con la pregunta errónea' Lo que deberíamos
preguntarnos es,en cambio, lo siguiente: ¿hastaqué punto espo-
prrtittu un movimiento? Como sabemos,estapregunta es idéntica
a estaotra: ¿hastaqué punto la lógica de la equivalenciadomina
su discurso? Hemos presentado las prácticas políticas como oPe-
rando en diversos Puntos de un continuum cúyosdos extremos se-
rían, por reducción al absurdo, un discurso institucionalista domi-
nado por una lógica pura de la diferencia y un discurso populista'
en el cual la lógica de la equivalencia opera de modo irrestricto'
Estos dos extremos son en realidad imposibles: la diferencia pura
significaría una sociedad dominada a tal punto por la administra-
68 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA
diferencial comienza a prevalecer nuevamente y la idenüdad po-
pular equivalencial se convierte en una languedebois inoperante
que gobierna cadavezmenos el funcionamiento efectivo de la po-
lítica. En la Argentina el peronismo intentó pasar de una política
inicial de confrontación -cuyo sujetopopular era el "descamisado"
(el equivalente del sans-culotte)-a un discurso cada vez más insti-
tucionalizado basado en lo que sedenominó "la comunidad orga-
nizada". Podemos hallar otra variante de esta creciente asimetría
entre demandas concretasy un discurso equivalencial en aquellos
casosen los que esteúltimo seconvierte enla languedeboisdelEs'
tado. Encontramos en estos casosque la creciente distancia entre
las demandas socialesconcretasy el discurso equivalencial domi-
nante conduce con frecuencia a la represión de las primeras y a Ia
violenta imposición de esteúltimo. Muchos regímenes africanos,
despuésdel proceso de descolonizaci6n,siguieron estemodelo'
3) Determinados grupos dominantes intentan recrear cons-
tantemente las fronteras internas mediante un discurso creciente-
mente anti institucional. Estos intentos generalmente fracasan'
Pensemospor ejemplo en el proceso que llevó del facobinismo al
Directorio en Francia, y, en China, en las diversas etapas del ciclo
de la "revolución cultural".
Un movimiento o una ideología -o, si ponemos ambos bajo su gé-
nero común, un discurso- va a ser más o menos populista depen-
diendo del grado en que suscontenidos son articulados por lógicas
equivalenciales.Esto significa que ningún movimiento político va a
estarcompletamenteexentode populismo, porque ninguno va a de-
jar de interpelar hasta cierto punto al "pueblo" contra un enemigo,
mediante la construcción de una frontera social.Espor estoque sus
referenciaspopulistas van a mostrarse de una manera particular-
mente clara en momentos de transición política, cuando el futuro
de la comunidad estáen juego. El grado de populismo/ en esesen-
tido, dependerá de la profundidad del abismo que seParalas alter-
nativas políticas. Esto, sin embargo,plantea un problema' Si el po-
pulismo consiste en la postulación de una altemativa radical dentro
POPULISMO:¿QUENOSDICEELNOMBRE? 69
del espacio comunitario, una elección en la encrucijada de la cual
depende el futuro de una determinada sociedad, ¿nose convierte
el populismo en sinónimo de política? La respuestasólo puede ser
afirmativa. Populismo significa cuestionar el orden institucional
rnediante la construcción de un pueblo como agentehistórico -es
deci¡, un agente que es un otro en relación al orden vigente-. pero
csto esequivalente a lo político. Sólo tenemos política a través del
gestoque abaróaal estado de cosasexistentecomo un todo sisté-
mico y presentauna alternativa respectoal mismo (o,por el contra-
rio, cuando defendemos al sistemaexistentefrente a otras alternati-
vas potenciales).Estaes la razón por la cual el fin del populismo
coincide con el fin de la política. Hay fin de la política cuando la
comunidad concebidacomo totalidad y la voluntad que expresa
csatotalidad sevuelven indistinguibles una de otra. En esecaso,
como he sostenido a lo largo de este ensayo, la política es reem-
plazadapor la administracióry y las huellas de la división social
desaparecen.El Leviatán de Hobbes como voluntad total de un
¡;obernanteabsoluto, o el sujeto universal de una sociedad sin cla-
sesde Marx, representan caminos paralelos -aunque por supuesto
clesigno opuesto- que conducen al fin de la política. Un Estado
lotal, incuestionable, y la extinción del Estado son formas de anu-
lar las huellas de la división social. Resulta fácil, en esesentido,
vcr que las condicionesde posibilidad de lo político y las condi-
t'ionesde posibilidad del populismo son las mismas: ambos pre-
srrponen la división social; en ambos hallamos un demosambiguo
(luees/por un lado, un sectordentro de la comunidad (los despo-
scídos),y, por el otro, un actor que se presenta a sí mismo, de
rrrodoantagónico, como la totalidadde la comunidad.
Esta conclusión nos conduce a nuestra última consideración.
lirr la medida en que haya política (y, si nuestro argumento es co-
rrccto, su derivado que es el populismo) va a haber división so-
lial. Un corolario de esta división es que un sector dentro de la
t ornunidad va a presentarsea sí mismo como la expreSióny la re-
¡rlcsentaciónde la comunidad como un todo. Este abismo es
irrcrradicableen la medida en que tengamosuna sociedadpolítica.
70 ELPOPULISMO COMO ESPEJODE LADEMOCRACIA
otras, el surgimiento del "Pueblo"-'
II. EL"FIN DELA POLÍTICA"Y ELDESAFÍO
DELPOPULISMODEDERECHA
ChantalMouffe*
lil rrvre DELpopur-rsuo sesituó recientementeen el centro de la
ntenciónen Europa. El inesperadoaccesode ]ean-Marie Le Pen a
la segunda ronda de las eleccionespresidencialesen Francia en
rnayo de 2003,y los excelentesresultados de la Lista Pim Fortuyn,
que salió segunda en las eleccioneslegislativas holandesasel 15
tlc mayo -después del asesinatode su líder-, han provocado un
slrockque ha obligado a las democraciasoccidentalesa tomar fi-
n¿tlmenteen serio el crecimiento del populismo de derecha.Por
t'icrto,talespartidos existenhacetiempo, pero eran considerados
rtrarginales,y su fuerte presenciaen paísescomo Austria seexpli-
t'nbapor idiosincrasiasnacionalesespecificas,por lo que era posi-
lrkrdesestimarloscomo fantasmasdel pasado, que pronto serían
rfcjadosde lado por los avancesdel procesode "modernizaciín".
Sin embargo, los crecientestriunfos de los partidos populistas
rL'tlerechaen la mayoría de lospaíseseuropeosy su crecienteape-
l,rtión popular hacen que resulte muy difícil seguir sosteniendo
tlit'ha tesis.Así, en lugar de ser percibidos como una excepción,
rlrlrrellospartidos son presentadosahora como la principal ame-
rr,rzaa nuestrasinstitucionesdemocráticas.Peroel hechode que se
Ir,ryanconvertido en un tema centralde discusiónno significa que
:it.lraya logrado algún progreso en la aceptación de su naturaleza.
lil nlotivo esque el marco teórico que inspira gran parte del pensa-
. Quieroagradecera Ma¡cusKleirymi asistentedeinvestigacióndurante
'filrosaños,por suinvaluableayudapararecolectarla vastadocumentación
qrlr¡1'1'lsurgimientodelpopulismodederechaenEuropa.
71

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Clase 1. laclau. 2009 (1)

  • 1. Traducción de Sor,npePLlcreu El populismocomo espejode la democracia Compilacióneintroducciónde FnaNcrscoPeNrzze BenjamínArditi - SebastiánBarros Glenn Bowman - David Howarth ErnestoLaclau- David LaYcock joseph Lowndes - Chantal Mouffe OscarReyes- YannisStavrakakis FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉxrco- Ancnxrrxe - Bn¡,srr-- Corovr¡re - Cnrrr - EspeÑ¿' EsreposUNrposnnAuÉnrc¡,- Guernvr¡,re- PtnÚ- VnNnzun¡
  • 2. Primeraedición en inglés,2005 Primeraedición en esPañol,2009 EI populismo como espeiode la democracia / compilación a ;r'-;'dJ;;;.lt.o riÉrLu - l,a ed. - BuenosAires: Fondo de Cuñura Económica,2009. 432p.;21x 14cm.-(Sociología) Traducidopor: SoledadLaclau rsBN 978-950-557-79&9 1. Ciencias Políticas. I. Panizza,Francisco,comp' II' Soledad Laclau,trad. cDD320 Armado de taPa:fuan Balaguer Título original: Populísmanil theMirror ofDemotacy ISBN de ñ edición original: 1-85984489-8 @2005,Verso D.R,@2009,FoNpo pr Currun¡ EcoNórr'ncaor AncrrrrNl' S'A' El Salvador5665;141'4BuenosAires,Argentina fondo@fce.com'ar/ www'fce'com'ar Carr.PicachoAjusco227;14738México D'F' ISBN: 97&950-557-798-9 ComentariosYsugerencias: editorial@fce.com.ar Fotocopiar libros estápenado por la ley' Prohibida su reproduccióntotal o parcialpor cualquier *"¿ióá" i*ptésión o digital, en fórma idéntica,extractada o modificada', en españofo en cualquier otro idioma, sin autorización expresade la editorial' Iupnrso rr.l Anesr¡rrNl - Pnl¡vr¿pl¡vAncr¡vn¡v¡ Hecho el depósitoqueprevienela ley LL'723 ÍNucs Introducción.El populismocomoespejodela democracia FranciscoPanizza l. Populismo:¿quénosdiceelnombre? EmestoLaclau III. EI "Jíndelapolítica"y eldesafíodelpopulismo dederecha ChantalMouffe. ilI. Elpopulismocomoperiferininternadelapolítica demouática BenjamínArditi.. . IV. Conseruadurisnoskinhead:unproyecto populistafallido OscarReyes V. Violenciaconstitutioaeimaginarionacionalista: laconstruccióndel"pueblo"enPalestina y Ia "exYugoslaaia" GlennBowman. /I. DeIaaiolencinfundacionalalahegemoníapolítica: elpopulismoconsmtadordeGeorgeWallace JosephLowndes YlI. Populismoy nueaaderechaenelCanadáinglés David Laycock YIil. ¿Populismoodemocracinpopular?El Frente DemocráticoUnido,eIoperaísmoy Ialucha porladnnocracinradicalenSudófrica DavidHowarth. ......r". IX. Religiónypopulismoenla Greciacontnnporónea YannisStavrakakis 51 71, 97 133 1,61 201 241 283 313
  • 3. I. POPULISMO:¿QUENOSDICEELNOMBRE? ErnestoLaclau 'l'ooe onrrurcróN presupone una perspectiva teórica que otorga scntido a lo que define. Este sentido {omo afirma la propia no- ción de definición- sólo puede establecersesobrela basede la di- lcrenciación del término definido respecto de alguna otra cosa t¡ue la definición excluye. Esto, a sv vez, presupone wn terreno tlentro del cual esasdiferenciascomo tales son pensables.Es este torreno el que no es inmediatamente obvio cuando denominamos populista a un movimiento (?),a una ideología (?),a una práctica política (?). En los dos primeros casos-movimientos e ideolo- gías-, denominarlos populistas implicaría diferenciar eseatributo rle otras caracterizacionesen el mismo nivel de definición, como "f ascista","l7beral", "comunista", etc. Esto nos embarca inmedia- t,lmenteen una tarea complicada y a la larga contraproducente: Ir¿rllareseúltimo reducto donde encontraríamos un populismo "puro", irreductible a aquellas otras caracterizacionesalternati- v¡s. Si intentamos hacer esto, entramos en un juego en el cual cualquier atribución al populismo de un contenido social o ideo- kigico se enfrenta inmediatamente con una avalancha de excep- t iones.Por lo tanto, nos vemos forzados a concluir que cuando r¡tilizamosel término, nuestrasprácticaslingüísticas presuponen crralguna medida su sentido, pero que esteúltimo no puede/ sin r.rnbargo,traducirse de un modo definible. Por lo demás,aún me- rrospodemos, a través de esesentido, apuntar a un referente iden- tificable(que lo cubriría plenamente). ¿Quéocurre si pasamosde los movimientos o las.ideologías como unidades de análisis, a las prácticas políticas? Todo de- l,r'ndede cómo concibamosestepasaje.Si está gobernado por la 51
  • 4. 52 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA unidad de un sujeto constituido a nivel de la ideología o del mo- vimiento político, obviamente no habremos avanzado un solo paso en la determinación de lo que es específicamente populista' Las dificultades para determinar el carácter político de los suietos de ciertas prácticas no pueden sino reproducirse en el análisis de las prácticas como tales,en la medida en que estasúltimas sim- plemente expresanla naturaleza interna de esossujetos.Sin em- bargo, existe una segunda posibilidad -a saber,que las prácticas políticas no expresen la naturaleza de los agentessocialessino que, en cambio, los constituyan-'En esecaso,la práctica política tendría cierto tipo de prioridad ontológica sobre el agente -este último sería meramente un precipitado histórico de la primera-' En términos ligeramente diferentes: las prácticas serían unidades de análisis más importantes que el grupo -es decir, el grupo sólo sería el resultado de una articulación de prácticas sociales-. Si esteenfoque es correcto, podríamos decir que un movimiento no es populista porque en su política o ideología Presentacontenidos reales identificables como populistas, sino Porque muestra una determinad a lógicade articulación de esos contenidos -cuales- quiera sean estosúltimos-. Antes de introducirnos en la sustancia de nuestro argumento es necesario hacer una última observación. La categoría de "arti- culación" ha tenido cierta difusión en el lenguaje teórico durante los últimos treinta o cuarenta años -especialmente dentro de la escuela althusseriana y su área de influencia-' Deberíamos decir, sin embargo, que la noción de articulación que desarrolló el althusserianismo selimitó principalmente a los contenidos ónticos que participan en el proceso de articulación (lo económico, lo polí- tico, lo ideológico). Existía cierta teorizaciónontológicaen lo que se refiere a la articulación (las nociones de "determinación en última instancia" y de "autonomía relativa"), pero como esta lógica for- mal aparecíacomo necesariamentederivada del contenido óntico de algunas categorías(por ejemplo, la determinación en última instancia podía corresponder sóIoalaeconomía), la posibilidad de plantear una ontología de lo social estabaestrictamente limitada POPULISMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 53 rk:sdeel comienzo. Dadas estaslimitaciones, la lógica política del Iropulismoera impensable. En las páginas siguientes,voy a plantear tres proposiciones Ie(rricas:1) que el pensar la especificidaddel populismo requiere r'omenzarel análisis a partir de unidades más pequeñas que el ¡qrupo(ya seaen el nivel político o en el ideológico); 2) que el po- ¡rtrlismoesuna categoría ontológica y no óntica -es decir, su signi- licado no debehallarseen ningún contenido político o ideológico r¡tteentraríaen la descripciónde las prácticasde cualquier grupo erpecífico, sino en un determinado mododearticulaciónde esos contenidos sociales,políticos o ideológicos, cualesquiera ellos F(,¿rn-;3) que la forma de articulación, aparte de sus contenidos, ¡rr'oduceefectosestructurantes que semanifiestan principalmente ett el nivel de los modos de representación. DsrvreNpessocrAlEs y ToTALIDADsocIAL ( irmo hemos afirmado, nuestro punto de partida deberíaser el ais- In¡nientode unidades más pequeñasque el grupo y el análisis de la lógica social de su articulación. El populismo constituye una de erns lógicas.Afirmaremos, para comenzat que nuestro análisis ¡rostulauna asimetría entre la comunidad como un todo ("socie- rlitcl") y todo actor social que opera dentro de ella. Es decir, no e¡iste un actor social cuya voluntad coincida con el propio funcio- r,trrlientode la sociedadconcebidacomo tótalidad. Rousseauera lotrrlmenteconscientede que la constitución de una voluntad ge- ¡rernl-a la que considerabacomo la condición de la democracia- ei'r¡cadavezmás difícil bajo lascondicionesde las sociedadesmo- rlr.nras,donde sus propias dimensiones y heterogeneidad vuelven irrr¡rcrativoel recurrir a mecanismosde representación;Hegel in- lerrtírplantear la cuestión mediante el postulado de una división errtrcsociedadcivil y sociedad política, donde la prir¡¡era repre- :ienl¡ba el particularismo y la heterogeneidad (el "sistema de nece- cirlades")y la segunda el momento de totalización y universali-
  • 5. 54 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA dad; y Marx reafirmó la utopía de una coincidencia exactaentre el "rpu.io comunitario y la voluntad colectiva mediante el rol de una claseuniversal en una sociedad reconciliada. El punto de partida de nuestra discusión esque ningún intento de salvar el abismo en- tre la voluntad política y el espacio comunitario puede finalmente tener éxito, Pero que el intento por construir esepuente define la articulación específicamentepolítica de las identidades sociales' Debemos agregar,para evitar malentendidos' que esta no coincidencia entre la comunidad como totalidad y las volunta- des parcialesy realesde los actoressocialesno nos lleva a adop- tar ü pe.sp"ctlva del individualismo metodológico en relación "or, lu.,r"rtión del agente.Estaúltima supone que los individuos son totalidades significativas, autodefinidas; está a un paso de concluir que la interacción social debería ser concebida en térmi- nos de negociacionesentre agentescuyasidentidades seconstru- yen en torno a interesesclaros' Nuestra perspectiva es/Por el contrario' enteramente holís- tica, con la única salvedad de que la promesa de plenitud conte- nida en la noción de un todo social completamente autodetermi- nado esinalcanzable. Por lo tanto, el intento de construir espacios de comunicación a partir de una pluralidad de voluntades colecti- vas nunca puede adoptar la forma de un contrato -que PresuPon- dría las rro.ior,", de interesesy voluntades autodeterminadas que estamoscuestionando.La plenitud comunitaria que la totalidad social no puede brindar tampoco puede ser transferida a los indi- viduos. Los individuos no son totalidades coherentes sino mera- mente identidades referencialesque deben ser divididos en una seriedeposicionessubjetivaslocalizadas.Ylaarticulaciórrentre estasposiciones es una cuestión social y no individual (la propia noción de "individuo" no tiene sentido en nuestro enfoque)' Por tanto, ¿quéson estasunidades más pequeñas a partir de lascualesdebemoscomenzarnuestroanálisis?Nuestrohilocon- ductor será Ia categoría de "demanda" como forma elemental de construcción del vínculo social' La palabra "demanda" esambigua en inglés: tiene, por un lado, el significado de petición'y Por otro POPULISMO:¿QUENOSDICEELNOMBRE? 55 adopta el significado más activo de exigir algo a otra Persona-un reclamo- (como en el caso de "demandar una explicación"). En otras lenguas,como el español,existenpalabras diferentes para los dos significados: la palabra correspondiente a nuestro segundo sig- nificado seúareiaindicación.Aunque cuando en nuestro análisis uti- lizamos el término "demanda" ponemos el acentoclaramente en el segundo sentido, la propia ambigüedad entre ambos no deja de te- rrerventajas,ya que la noción teórica de demanda que vamos a em- plear implica una cierta indecidibilidad entre ambos sentidos -de hecho,como veremos, corresponden a dos formas diferentes de ar- ticulación política-. Vamos a agregarque existe un supuesto oculto común subyacenteen ambos sentidos:a saber,que la demanda no seautosatisface,sino que debeserdirigida a una instancia diferente cleaquella dentro de la cual fue formulada originariamente. Vamos a dar el ejemplo de una demanda sencilla: un grupo de personasviviendo en un determinado barrio quiere que se intro- cluzcaun recorrido de ómnibus que los transporte de sus lugares de residenciahacia el áreaen la cual trabajala mayoría de ellos. Su- J)ongamosque seaproximan al municipio con esepedido y que se satisfacedicho pedido. Tenemosaquí el siguiente conjunto de ras- ¡¡osestructurales: 1) una necesidad social adopta la forma de peti- titin -es decir, no es satisfechamediante la autogestión sino me- tliante la apelación a otra instancia que tiene el poder de decisión-; 2) el hecho mismo de que una petición tenga lugar muestra que el ¡roderde decisión de la instancia superior no es de ninguna ma- rrcracuestionado -por Io que estamosplenamente dentro de nues- tro primer sentido del término demanda-;3) la demanda es una tlcmanda puntual, cerrada en sí misma -no es la punta de un ice- lrcrg o el símbolo de una gran variedad de demandas socialesno Iormuladas-. Si unimos estostres rasgospodemos formular esta irnportante conclusión: las peticiones de esteüpo, en las cuales las tlcmandas sesatisfacenpuntual o individualmente, no construyen rrirrgunabrecha o frontera dentro de lo social. Por el Eontrario, los ¡r('toressocialesestán aceptando, como un supuesto no verbali- z¡do del procesototal, la legitimidad de cada una de sus instan-
  • 6. 56 ELPOPULTSMOCOMOESPEIODELADEMOCRACTA cias: nadie cuestiona ni el derecho de presentar la petición ni el derecho de la instancia decisoriade tomar la decisión. Cada ins- tancia constituye una parte (o un punto diferencial) de una inma- nencia social altamente institucionalizada. A las Iógicassociales que operan de acuerdo a estemodelo diferencial e institucionali- zado las denominaremos lógicasde la diferencia.Ellas presuponen que no hay división social y que toda demanda legítima puede satisfacersede un modo administrativo, no antagónico. Resultafá- cil dar ejemplos de utopías socialesdefendiendo la operación uni- versal de lógicas diferenciales:la noción disraeliana de "una na- ción", el Estado de bienestar,o la consigna de Saint-Simon:"Del gobierno de los hombres a la administración de las cosas". Volvamos ahora a nuestro ejemplo. Supongamos que el pe- dido esrechazado. Sin duda, una situación de frustración social se derivará de esta decisión. Pero si hay sólo una demanda no satis- fecha, esto no va a alterar sustancialmente la situación. Sin em- bargo, si por alguna razínla variedad de demandas no satisfechas esmuy grande, esafrustración múltiple va a desencadenarlógicas socialesde un tipo muy diferente. Por ejemplo, si el grupo de per- sonas en esaárea que ha visto frustrado su pedido por mejores medios de transporte halla que sus vecinos están igualmente insa- tisfechos en sus reclamos en los niveles de la seguridad, del sumi- nistro de agua, de la vivienda, de la educación, etc.,va a surgir al- gún tipo de solidaridad entre ellos: todos van a compartir el hecho de que sus demandas permanecen insatisfechas. Es decit las de- mandas comparten una dimensión negativa más allá de su natu- raleza diferencial positiva. Una situación social en la cual las demandas tienden a reagru- parse sobre la base negativa de que todas permanecen insatisfe- chas es la primera precondición -pero de ninguna manera la única- de esemodo de articulación política que denominamos po- pulismo. Vamos a enumerar ahora de entre sus rasgos estructura- les, aquellos que podemos detectar en estaetapa de nuestro argu- mento: 1) mientras que la organización institucional previamente discutida sebasabaen la lógica de la diferencia, nos encontramos POPUUSMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 57 aqüí ante una situación inversa, que puede describirse como una Iógicadela equiaalencia-es decir, una lógica en la cual todas las de- mandas,a pesar de su carácter diferente, tienden a reagruparse, y forman lo que denominaremos una cadenaequiaalencinl-.Esto sig- nifica que cada demanda individual está dividida constitutiva- rnente:por un lado, esella misma en su propia particularidad; por otro lado, apunta, a través de los vínculos equivalenciales, al con- iunto de las otras demandas. Volviendo a nuestra imagen: cada demanda es,en efecto,la punta de un iceberg,porque aunque sólo se muestra ella misma en su propia particularidad, presenta su ¡:ropia reivindicación manifiesta como siendo tan sólo una en un conjunto más amplio de reivindicaciones sociales.2) El sujeto de la demanda es diferente en nuestros dos casos.En el primero, el su- ieto de la demanda era tan puntual como la propia demanda. Al sujeto de una demanda concebido como particularidad diferencial fo denominaremos sujetodemocrático.En el segundo, el sujeto va a ser más amplio, ya que su subjetividad seráel resultado del agru- ¡ramientoequivalencial de una pluralidad de demandas democrá- ticas.Al sujeto constituido sobre la base de esta lógica lo denomi- naremossujetopopular.Esto muestra claramente las condiciones tanto de surgimiento como de desaparición de una subjetividad ¡ropular: cuanto más tienden a ser absorbidas diferencialmente las demandas socialesdentro de un sistema institucional exitoso, más débiles serán los vínculos equivalenciales y menos probable la crlnstitución de una subjetividad popular; por el contrario, una si- tuaciónen la cual coexistenuna pluralidad de demandas insatis- tl'chas y una creciente incapacidad del sistema institucional para ¡tbsorberlasdiferencialmente crea las condiciones que conducen a una ruptura populista. 3) El corolario del análisis previo es que el surgimiento de una subjetividad popular no se produce sin la creación de una frontera interna. Las equivalencias son sólo tales r,rtrelación con una falta que las domina a todas, y esto requiere la iclentificaciónde la fuente de la negatividad social. D,..eesta ma- rrcra,los discursos populares equivalenciales dividen lo social en tfos campos: el poder y "los de abajo". Esto transforma la natura-
  • 7. 58 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA leza de las demandas: dejan de ser simples peticiones y se trans- forman en reitsindicaciones;en otras palabras, nos trasladamos al segundo sentido del término "demanda"' Equivalencias, subjetividad popular, construcción dicotómica de lo social en torno a una frontera interna, Aparentemente, tene- mos todos los rasgos estructurales que definen al populismo' Sin embargo, no hemos terminado. Aún está faltando una dimensión crucial, que vamos a considerar a continuación' SrcxrrrcaNrEs vAcÍos Y FLoTANTES Nuestra discusión nos ha conducido hasta ahora a reconocer dos condiciones -que se requieren mutuamente- para el surgimiento de una ruptura populista: la dicotomización del espacio social mediante la creación de una frontera interna y la construcción de una cadenade equivalencias entre las demandas insatisfechas.Es- tas, estrictamente hablando, no constituyen dos condiciones, sino dos aspectosde la misma condición, ya que la frontera interna sólo puede ser resultado del funcionamiento de la cadena equiva- lencial. Lo que resulta importante, en cualquier caso/es comPren- der que la cadena equivalencial tiene un carácteranti institucional: subvierte el carácter diferencial, particular de las demandas' Hay' concebido como totalidad. Las demandas equivalenciales nos enfrentan inmediatamente al problema de la representación del momento específicamente la representación del momento equivalencial es la totalización POPULISMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 59 (rnédiante la significación) del poder que se oPone al conjunto de rrquellasdemandas que constituyen la voluntad popular. Esto de- bería ser claro: para que la cadena equivalencial creeuna frontera clentro de lo social es necesario,de alguna manera, representar el otro lado de la frontera. No hay populismo sin una construcción discursiva del enemigo el ancienrégime,laoligarquía, el establish' nrcnt, etc.Vamos a retomar esteaspecto más adelante. Ahora nos concentraremos en la transición de las posiciones de sujeto demo- crático a las de sujeto popular sobrela base de los efectosde fron- tcra que derivan de las equivalencias. ¿Cómo se muestraa sí misma la equivalencia? Como ya he- rrrosafirmado, el momento equivalencial no pugde hallarse en rrirrgúnrasgo positivo subyacentea todas las demandas/ ya que -r{esdeel punto de vista de esosrasgos- son completamente dife- rc¡rtesentre sí. La equivalencia procede enteramente de la oposi- citln al poder que estámás allá de la frontera, que no satisfacenin- guna de las demandas equivalenciales.En esecaso,sin embargo ¿trómopuede ser representada la cadena como tal? Como he sos- tcnido en otro artículo,l la representaciónsólo es posible si una dcmanda particular, sin abandonar completamente su propia par- ticularidad, comienza a funcionar además como un significante (lue representala cadena como totalidad (de la misma manera que el oro, sin dejar de ser una mercancía particular, transforma su ¡rropiamaterialidad en la representaciónuniversal del valor). Este l)r()ceso,mediante el cual una demanda particular comienza a re- ¡rrcsentaruna cadena equivalencial inconmensurable con sí nrisrna,espor supuestolo que hemosdenominado hegemonía'Las rlcrnandasde Solidaridad, por ejemplo, comenzaron siendo las de- rrr¿rndasde un grupo particular de trabajadoresen Gdansk, pero ronro fueron formuladas en una sociedadoprimida, donde muchas rk,mandas socialespermanecían insatisfechas, se convirtieron en I ErnestoLaclau,"Why do EmptySignifiersMatterto Politics?",enEman- ttltttlion(s),Londres,1996[trad.esp.:"¿Porquélossignificantesvacíossonimpor- fÁlrl('sparalapolítica?",enEmancipaciónydiferatcia,BuenosAires,Ariel,19961'
  • 8. 60 ELPOPULISMOCOMOESPE]ODELADEMOCRACIA los significantes del conjunto del campo popular en un nuevo dis- curso dicotómico. Ahora bien, hay una característicade esteProcesode cons- trucción de una significación popular universal que reviste parti- cular importancia para la comprensión del populismo. Es la si- guiente: cuanto más se extiende la cadena de equivalencias, más débil será la conexión de las demandas particulares que asumen la función de representación universal con su particularismo ini- cial. Esto nos lleva a una conclusión que es central Para nuestro análisis: la construcción de una subjetividad popular es posible sólo sobrela basede la producción discursiva de significantes ten- dencialmentevacíos. La denominada "pobreza" de los símbolos populistas esla condición de su eficacia política {omo su función esbrindar homogeneidad equivalencial a una realidad altamente heterogénea,sólo pueden hacerlo sobre la basede reducir al mí- nimo su contenido particular-. En su expresión más extrema, este proceso llega a un punto en que la función homogeneizante eslle- vada a cabo por un nombre propio: el nombre del líder. Existen otros dos aspectosimportantes que, en este punto de nuesko análisis,debemos tomar en consideración. El primero tiene que ver con el üpo particular de distorsión que introducen las lógi- cas equivalencialesen la construcción del "pueblo" y el"podet" como polos antagónicos. En el caso del "pueblo", como hemos visto, la lógica equivalencial sebasa en un "vaciamiento" cuyas consecuenciasson, al mismo tiempo, enriquecedoras y empobre- cedoras.Enriquecedoras: los significantes que unifican una cadena equivalencial, al tener que cubrir todos los eslabonesque integran esta última, tienen una referencia más amplia que un contenido puramente diferencial que vincularía un significante a un solo sig- nificado. Empobrecedoras: precisamente por esta referencia más amplia (potencialmente universal), su conexión con contenidos particulares tiende a reducirse drásticamente. Utilizando una dis- tinción lógica, podríamos decir que lo que Sana en extensiónlo pierde enintensión. Y lo mismo ocurre en la construcción del polo del poder: esepolo no funciona simplemente a través de la mate- popuLISMo: ¿QUENOSDICEELNOMBRE? 6I riolidad de su contenidodiferencial,ya que esecontenidoeselpor- ltdttr de la negación del polo popular (mediante la frustración de l¡tsdemandas de esteúltimo). Como resultado, hay una inestabili- rl¡rdesencialque impregna los diversos momentos que hemos ais- Indo en nuestro análisis. En lo que hace a las demandas parücula- rr's,nada anticipa, en sus contenidos aislados,el modo en que se vnn a articular diferencial o equivalencialmente -lo cual depen- rkrrádel contexto- y nada anticipa tampoco (en el casode las equi- vnlencias)la extensión y la composición de las cadenasen las cua- lesparticipan. Y como en el caso de los dos polos de la dicotomía Pt¡cblo/poder, suspropias identidad y eskuctura van a estarabier- fnsde la misma manera a la polémica y ala redefinición. Francia lrnbíaexperimentado disturbios por los altos precios de los alimen- krs desde la Edad Media, pero esos disturbios, como regla, no lrlcntificaban a la monarquía como su enemigo. Fueron necesarias tr¡d¿rslas complejas transformaciones del siglo xvrn para llegar a trnaetapaen la cual las demandas por los alimentos sevolvieron lrirrtede cadenasequivalenciales revolucionarias que abarcaron la trrtrrlidaddel sistemapolítico. Y el populismo estadounidensede lrrngranjeros,a fin del siglo xrx, fracasóporque el intento de crear ¡Rtlcnasde equivalenciapopular que unificaran las demandasde krsgrupos desposeídoshalló un obstáculo decisivo en un conjunto tle lÍmites diferencialesestructurales que demostraron ser más fuer- lesque las inte¡pelaciones populistas: a saber,las dificultades para rurtira los granjeros negros y blancos, la desconfianza mutua entre gr',rrrjerosy trabajadoresurbanos, la lealtad profundamente afian- ¡nrl¡ de los granjeros del sur hacia el Partido Demócrata, etcétera. listo nos lleva a nuestra segunda consideración. A lo largo de rrur'stroanálisisprevio, hemos estadooperando bajo el supuesto alrrr¡rlificadorde la existenciade facto de una frontera que separa rLrr+g¿1ds¡¿sequivalenciales antagónicas.Este constituye el su- [r!rr,]¡toque ahora debemoscuestionar.Todo nuestro enfoque nos lL.v.r,de hecho,a este cuestionamiento, ya que si no existe nin- grrrr,rrazóna priori por la que una demanda debaentrar en deter- llrtrr¡rdas cadenasequivalencialesy articulacionesdiferencialesy
  • 9. 62 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA no en otras, deberíamos suPoner que las estrategiaspolíticas anta- gónicassebasanendiferentesformasdecrearfronteraspolíticas' y que estasúltimas están expuestas a desestabilizacionesy trans- formaciones. Si esto es así,nuestros supuestos deben' en alguna medida' modificarse. Cada elemento discursivo está sometido a la presión estructuraldeintentosdearticulacióncontradictorios.Ennuestra teorización del rol de los significantes vacíos' su posibilidad ponden a esta descripción. La dinámica política del populismo i"p"r,de de la reproducción constante de esta frontera interna' Utilizando un símil de la lingüística, podríamos decir que mien- caso)agrupados en torno a sólo dos posiciones sintagmáticas' La frontera interna en la que se funda el discurso populista puede, sin embargo, ser subvertida' Esto puede ocurrir de dos ma- nerasdiferentes.UnaesromPerlosvínculosequivalencialesentre lasdiversasdemandasparticulares,mediantelasatisfacciónindi- vidual de estasúltimas' Este es el camino que conduce a la decli proyecto de "una nación" de Disraeli, o a los intentos contemporá- ,r"o, a" los teóricosde la TerceraVía y del "centro radical" de reem- plazara la política por la administración' lasegunda manera de subvertir la frontera interna esde natu- raleza totalmente distinta. No consisteeneliminar las fronteras sino POPULISMO:¿QUÉNOSDICEELNOMBRE? 63 +n cambinrsusignopolítico.Como hemos visto, en la medida en que Ios significantes centrales de un discurso político se vuelven par- r'ialmente vacíos, debilitan sus vínculos previos con ciertos conte- nidos particulares -esos contenidos pasan a estar enteramente ¡rlriertosa una variedadde articulaciones equivalenciales-. Ahora lrien,bastacon que los significantespopulares vacíosmantengan ¡¡rrradicalismo--esdecir,su capacidadde dividir a la sociedaden tlos campos- pero que, sin embargo, la cadena de equivalencias r¡rrcellos unifican cambie para que el significado político de toda la o¡rcraciónpopulista adquiera un signo político opuesto. El siglo xx rrosbrinda innumerables ejemplos de estoscambios.En Estados I lnidos,los significantesdel radicalismo popula¡, que en tiempos tlt,l New Deal tenían una connotación principalmente de izquierda, lrrcron reapropiados más tarde por la derecha radical, desde ( ir,orgeWallace hasta la "mayoría moral". En Francia la radical "ft¡rrcióntribunicia" del Partido Comunista ha sido absorbida,en r it'rta medida, por el FrenteNacional. Y la expansión general del Inscismodurante el período de entreguerras sería inexplicable sin Irnt:erreferenciaa la rearticulación por parte de la derechade te- rrrrrsy demandas pertenecientesa la tradición revolucionaria' Lo que resulta importante es comprender el patrón de este Irr'(x:esode rearticulación:depende de que se mantengan parcial- rr(,nte en funcionamiento los significantes centrales del radica- liarrropopulat pero que, al mismo tiempo, ellos inscriban en una rntlcna de equivalencias diferente muchas de las demandas de- nrrx'ráticas.Estarearticulaciónhegemónicaesposible porque nin- p,rrrrndemanda social tiene como su "destino manifiesto" una for'nraa priori de inscripción -todo depende de una lucha hege- rrrrinica-.Una vez que una demanda estásometida a los intentos rr lit'ulatorios de una pluralidad de proyectos antagónicos, ella ttIr¡llcce como viviendo en una tierra de nadie con resPectoa estos r¡llirnosy adquiereuna autonomía parcial y transitoria. Pararefe- ¡irrrosa estaambigüedad de los significantespopulares y de las rlern,rndasque articulan vamos a hablar de signiJicantesflotantes. l'l lil'o de relación estructural que los constituye es diferente de
  • 10. 64 EL POPULISMO COMO ESPETODE LA DEMOCRACIA aquella que hemos encontrado operando en los significantes va- cíos:mientras estosúltimos dependen de una frontera interna ple- namente consolidada resultante de una cadena equivalencial, los significantes flotantes son la expresión de la ambigüedad inhe- rente a todas las fronteras y de Ia imposibilidad de estas últimas de adquirir una estabilidad definitiva. La distinción es, sin em- bargo, sobre todo analítica, ya que en la práctica los significantes vacíos y flotantes en gran medida se superponen: no existe nin- guna situación histórica en la que la sociedad estétan consolidada que su frontera interna no se someta a ninguna subversión o des- plazamiento, ni tampoco ninguna crisis orgánica tan profunda como para que ciertas formas de estabilidad no pongan límites al funcionamiento de las tendencias subversivas. Popurrsvro, rorÍrrce v n¡pn¡ssNreclóN Vamos a unir ahora los diversos hilos de nuesko argumento a fin de formular un concepto coherente de populismo. Dicha coheren- cia sólo puede obtenersesi las diferentes dimensiones que partici- pan de la elaboración del concepto no son sólo rasgos diferencia- dos unidos mediante la simple enumeración, sino parte de un todo teóricamente articulado. Por empezaq,sólo hay populismo si existe un conjunto de prácticas político-discursivas que construyen un sujeto popul ar,y la precondición para el surgímiento de tal sujeto es,como hemos visto, la conskucción de una frontera interna que divide el espacio social en dos campos. Pero la lógica de esadivi- sión es establecida,como sabemos/por la creación de una cadena equivalencial entre una serie de demandas socialesen las cualesel momento equivalencial prevalece por sobre la naturaleza diferen- cial de las demandas.Finalmente, la cadenaequivalencial no puede ser el resultado de una coincidencia puramente fortuita, sino que debe ser consolidada mediante la emergenciade un elemento que otorga coherenciaa la cadena por significarla como totalidad' Este elemento eslo que hemos denominado significanteaací0. POPULISMO:¿QUÉNOS DICE ELNOMBRE? Estosson todos los rasgosdefinitorios estructuralesque en- Ir',r¡r,desdemi punto de vista, en la categoríade populismo. Como Irr,rrrosvisto, el conceptode populismo que estoyproponiendo es e¡ilrictamenteformal,ya que todos sus rasgosdefinitorios estánre- l¡t'ionados exclusivamentea un modo de articulación específico l,r ¡rrevalenciade la lógica equivalencial por sobrela lógica dife- fr'lrcial- independientemente delos contenidosrealesque se arti- r rrl¡rn.Este es el motivo por el cual, al comienzo de esteensayo, rrlilrné que el "populismo" es una categoría ontológica y no ón- lir'¡r.La mayoría de los intentos por definir el populismo han pro- r ru'¡do encontrarqué le esespecíficoen un contenido óntico par- iir'rrlary como resultado, han terminado en un ejercicioinútil r rryosdos predeciblesresultadosalternativoshan sido o bien ele- grl rrncontenido empírico que es inmediatamente inundado por rrrriravalanchade excepciones,o bien apelar a una "intuición" que rrrrl)uedetraducirseen ningún contenido conceptual. IJstedesplazamientode la conceptualización,de los conteni- rlor¡a la forma, tienevarias ventajas(ademásaquella obvia de evitar el sociologismoingenuo que reduce la forma política a la unidad |ir'('onstituida del grupo). En primer lugar, tenemosun modo de rorrsiderarel problema recurrente vinculado a la ubicuidad del ¡r r¡rulismo-el hecho de que pueda surgir en diferentespuntos de l+rcstructurasocioeconómica-.Si sus rasgosdefinitorios sehallan eir la ¡-rrevalenciade la lógica de la equivalencia,la producción de al¡irrificantesvacíos y la construcción de fronteras políticas me- rfl,rrtc la interpelación a "los de abajo",comprendemos de inme- ||t¡rl()cluelos discursosbasadosen estalógica articulatoriapueden | |rln(¡nzaren cualquierlugar de la estructurasocioinstitucional:or- H¡rriz.rcionespolíticasclientelistas,partidos políticos establecidos, ¡tlrtlit'¿rtos,el Ejército,movimientos revolucionarios,etc.El "popu- li¡rrro" no define la política concretade estasorganizaciones,sino rllir,(,suna forma de articular sus temas-<ualesquieraellossean-. lirr segundolugar, podemos entender mejor, de estamanera, nl¡io r¡uees esencialpara la comprensión del escenariopolítico rlrrlt,rnporáneo:la circulación de los significantes de la protesta 65
  • 11. 66 EL POPULISMO COMO ESPEJODE LA DEMOCRACIA POPULTSMO:¿QUÉNOSDrCEELNOMBRE? 67 liirn y por la individualización de las demandas socialesque nin- g,rrrrnlucha en torno a las fronteras internas -es decir ninguna poli lic¡- seríaposible; y la equivalencia pura implicaría tal disolución rk' losvínculos socialesque la propia noción de "demanda social" ¡rt,rderíatodo sentido -esta es la imagen de la "multitud" en la Iorma en que era representadapor los teóricos de la "psicología de l¡rsrnásírs"del siglo xrx (Taine,Le Bon, Sighele,etc.). Esimportante comprender que la imposibilidad de los dos extremosde la diferenciapura y de la equivalenciapura no esuna irnposibilidad empírica, sino lógica. La subversión de la diferen- r'i,rpor una lógica equivalencialno adopta la forma de una elimi- rr¡rcióntotal de la primera por parte de la segunda. Una relación rlt,cquivalenciano es una en la cual todas las diferenciassedilu- yurlen la identidad, sino una en la cual las diferenciascontinúan rrlrtrrandomuy activamente. La equivalencia elimina la separación errtrclasdernandas,pero no lasdemandasmismas.Si un conjunto rlr,rlemandas -transporte, vivienda, empleo, etc. para volver a nrr()stroejemplo inicial- permaneceinsatisfecho,la equivalencia existenteentre ellas -y la identidad popular resultante de esa er¡rrivalencia-requiereen gran medida la persistenciade esasde- rrr,rlrdas.Por lo tanto, la equivalencia es,claramente, una forma l'ru'ticularde articular diferencias.Hay, por tanto, entre la equiva- lerrciay la diferencia, una dialéctica connpleja,un comprc¡miso lrrt,stable.Existeuna variedad de situacioneshistóricasque presu- ¡rrrrrcnfa presencinde ambas,pero al mismo tiempo, sutensión.Ya- irro:i¡ mencionaralgunasde ellas: |) Un sistema institucional sevuelve cadavez menos capaz rle ,rbsorberdiferencialmente las demandas sociales,y esto con- ,lrl,'t'¿runa brechainterna dentro de la sociedady a la construc- r ifrrrr1edos cadenasde equivalenciasantagonistas.Esta esla ex- ¡relicuciaclásicade una ruptura populista o revolucionaria, que gerrr,ralmenteesresultado de los tipos de crisis de representación r¡rrt,( iramscidenominó "crisis orgánicas". 2) El régimen resultante de una ruptura populista sevuelve [irnf',resivamentemás institucionalizado, de manera que la lógica radical entre movimientos de signo político totalmente opuesto' Ya nos hemos referido antes a esta cuestión' Vamos a dar un solo ejemplo: la circulación de los significantes del mazzinismo y el ga- .ibuldir*o en Italia durante la guerra de liberación (1943-1945)' Estoshabían sido los significantesde la protesta radical en Italia desde el Risorgimento. Tanto fascistas como comunistas intenta- ron articularlos en sus discursosy, como resultado' sevolvieron parcialmenteautónomosenrelaciónconesasdiferentesformasde articulación política. Retuvieron la dimensión de radicalismo' pero el hechá de que ese radicalismo se orientara hacia Ia iz- quierda o hacia h áerecha era algo que no estabadecidido desde á principio -eran significantes flotantes, en el sentido que ya he- más discutido-. Obviamente es un eiercicio inútil preguntarnos qué grupo social se expresaa sí mismo mediante esossímbolos populistas: las cadenasde equivalencia que formaron atravesaron iiu"rro, sectoressociales,y su radicalismo podía ser articulado por movimientos de signo político totalmente oPuesto'Esta mi- gración de significantespuede describirse si se concibe el popu- l-ir*o .o*o un principio formal de articulación; y no si eseprinci- pio esbuscado en los contenidos particulares que lo encarnaron en diferentes coyunturas políticas' Finalmente, una aproximación formal a la cuestión del popu- Iismo nos permite considerar otra cuestión, que de otro modo sería inextricable. Preguntarnos si un movimiento eso no populista es' en realidad, comenzar con la pregunta errónea' Lo que deberíamos preguntarnos es,en cambio, lo siguiente: ¿hastaqué punto espo- prrtittu un movimiento? Como sabemos,estapregunta es idéntica a estaotra: ¿hastaqué punto la lógica de la equivalenciadomina su discurso? Hemos presentado las prácticas políticas como oPe- rando en diversos Puntos de un continuum cúyosdos extremos se- rían, por reducción al absurdo, un discurso institucionalista domi- nado por una lógica pura de la diferencia y un discurso populista' en el cual la lógica de la equivalencia opera de modo irrestricto' Estos dos extremos son en realidad imposibles: la diferencia pura significaría una sociedad dominada a tal punto por la administra-
  • 12. 68 ELPOPULISMOCOMOESPEJODELADEMOCRACIA diferencial comienza a prevalecer nuevamente y la idenüdad po- pular equivalencial se convierte en una languedebois inoperante que gobierna cadavezmenos el funcionamiento efectivo de la po- lítica. En la Argentina el peronismo intentó pasar de una política inicial de confrontación -cuyo sujetopopular era el "descamisado" (el equivalente del sans-culotte)-a un discurso cada vez más insti- tucionalizado basado en lo que sedenominó "la comunidad orga- nizada". Podemos hallar otra variante de esta creciente asimetría entre demandas concretasy un discurso equivalencial en aquellos casosen los que esteúltimo seconvierte enla languedeboisdelEs' tado. Encontramos en estos casosque la creciente distancia entre las demandas socialesconcretasy el discurso equivalencial domi- nante conduce con frecuencia a la represión de las primeras y a Ia violenta imposición de esteúltimo. Muchos regímenes africanos, despuésdel proceso de descolonizaci6n,siguieron estemodelo' 3) Determinados grupos dominantes intentan recrear cons- tantemente las fronteras internas mediante un discurso creciente- mente anti institucional. Estos intentos generalmente fracasan' Pensemospor ejemplo en el proceso que llevó del facobinismo al Directorio en Francia, y, en China, en las diversas etapas del ciclo de la "revolución cultural". Un movimiento o una ideología -o, si ponemos ambos bajo su gé- nero común, un discurso- va a ser más o menos populista depen- diendo del grado en que suscontenidos son articulados por lógicas equivalenciales.Esto significa que ningún movimiento político va a estarcompletamenteexentode populismo, porque ninguno va a de- jar de interpelar hasta cierto punto al "pueblo" contra un enemigo, mediante la construcción de una frontera social.Espor estoque sus referenciaspopulistas van a mostrarse de una manera particular- mente clara en momentos de transición política, cuando el futuro de la comunidad estáen juego. El grado de populismo/ en esesen- tido, dependerá de la profundidad del abismo que seParalas alter- nativas políticas. Esto, sin embargo,plantea un problema' Si el po- pulismo consiste en la postulación de una altemativa radical dentro POPULISMO:¿QUENOSDICEELNOMBRE? 69 del espacio comunitario, una elección en la encrucijada de la cual depende el futuro de una determinada sociedad, ¿nose convierte el populismo en sinónimo de política? La respuestasólo puede ser afirmativa. Populismo significa cuestionar el orden institucional rnediante la construcción de un pueblo como agentehistórico -es deci¡, un agente que es un otro en relación al orden vigente-. pero csto esequivalente a lo político. Sólo tenemos política a través del gestoque abaróaal estado de cosasexistentecomo un todo sisté- mico y presentauna alternativa respectoal mismo (o,por el contra- rio, cuando defendemos al sistemaexistentefrente a otras alternati- vas potenciales).Estaes la razón por la cual el fin del populismo coincide con el fin de la política. Hay fin de la política cuando la comunidad concebidacomo totalidad y la voluntad que expresa csatotalidad sevuelven indistinguibles una de otra. En esecaso, como he sostenido a lo largo de este ensayo, la política es reem- plazadapor la administracióry y las huellas de la división social desaparecen.El Leviatán de Hobbes como voluntad total de un ¡;obernanteabsoluto, o el sujeto universal de una sociedad sin cla- sesde Marx, representan caminos paralelos -aunque por supuesto clesigno opuesto- que conducen al fin de la política. Un Estado lotal, incuestionable, y la extinción del Estado son formas de anu- lar las huellas de la división social. Resulta fácil, en esesentido, vcr que las condicionesde posibilidad de lo político y las condi- t'ionesde posibilidad del populismo son las mismas: ambos pre- srrponen la división social; en ambos hallamos un demosambiguo (luees/por un lado, un sectordentro de la comunidad (los despo- scídos),y, por el otro, un actor que se presenta a sí mismo, de rrrodoantagónico, como la totalidadde la comunidad. Esta conclusión nos conduce a nuestra última consideración. lirr la medida en que haya política (y, si nuestro argumento es co- rrccto, su derivado que es el populismo) va a haber división so- lial. Un corolario de esta división es que un sector dentro de la t ornunidad va a presentarsea sí mismo como la expreSióny la re- ¡rlcsentaciónde la comunidad como un todo. Este abismo es irrcrradicableen la medida en que tengamosuna sociedadpolítica.
  • 13. 70 ELPOPULISMO COMO ESPEJODE LADEMOCRACIA otras, el surgimiento del "Pueblo"-' II. EL"FIN DELA POLÍTICA"Y ELDESAFÍO DELPOPULISMODEDERECHA ChantalMouffe* lil rrvre DELpopur-rsuo sesituó recientementeen el centro de la ntenciónen Europa. El inesperadoaccesode ]ean-Marie Le Pen a la segunda ronda de las eleccionespresidencialesen Francia en rnayo de 2003,y los excelentesresultados de la Lista Pim Fortuyn, que salió segunda en las eleccioneslegislativas holandesasel 15 tlc mayo -después del asesinatode su líder-, han provocado un slrockque ha obligado a las democraciasoccidentalesa tomar fi- n¿tlmenteen serio el crecimiento del populismo de derecha.Por t'icrto,talespartidos existenhacetiempo, pero eran considerados rtrarginales,y su fuerte presenciaen paísescomo Austria seexpli- t'nbapor idiosincrasiasnacionalesespecificas,por lo que era posi- lrkrdesestimarloscomo fantasmasdel pasado, que pronto serían rfcjadosde lado por los avancesdel procesode "modernizaciín". Sin embargo, los crecientestriunfos de los partidos populistas rL'tlerechaen la mayoría de lospaíseseuropeosy su crecienteape- l,rtión popular hacen que resulte muy difícil seguir sosteniendo tlit'ha tesis.Así, en lugar de ser percibidos como una excepción, rlrlrrellospartidos son presentadosahora como la principal ame- rr,rzaa nuestrasinstitucionesdemocráticas.Peroel hechode que se Ir,ryanconvertido en un tema centralde discusiónno significa que :it.lraya logrado algún progreso en la aceptación de su naturaleza. lil nlotivo esque el marco teórico que inspira gran parte del pensa- . Quieroagradecera Ma¡cusKleirymi asistentedeinvestigacióndurante 'filrosaños,por suinvaluableayudapararecolectarla vastadocumentación qrlr¡1'1'lsurgimientodelpopulismodederechaenEuropa. 71