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CATHERINE BEAUNEZ: DIBUJO DE MUJER
Retrato estrellado
El dibujo y la escritura, una escapatoria. Una manera de estar en el mundo, Venía de una familia
en la que se hablaba a través del papel y la pluma. Cartas, diarios de a bordo, artículos, todo era
bueno para contarse, para depositar el pensamiento, y ver claro. No teníamos dinero pero nos
reíamos mucho -sobre todo entre las hermanas- de los militantes sociales y políticos que mi padre
invitaba a comer para sentirse menos solo en su tribu.
A los 18 años (“Me veía ya...”), aunque era más bien buena en la escuela, crisis infernal, anti-
todo. Suspendí mi bachillerato. Mi madre – astuta – vio que me sentía cómoda con el dibujo. Hice
Artes Aplicadas donde aprendí todo: a ver, a sentir, a observar y memorizar. Otra visión del mundo
de golpe, donde la cabeza no reacciona la primera, donde el cuerpo y la emoción tienen sus propias
razones.
A la salida del instituto Zarzas, solo pude permanecer tres semanas en una fábrica de creación
textil, comprendí rápido que el trabajo de padre clásico (“¿Cuántos días nos queda hasta las
vacaciones?”), era la muerte asegurada.
Fui muchas veces a los periódicos - ¡eso era vivir! - y publiqué portadas (Testimonio Cristiano),
ilustraciones (La Revista de la Enfermera), dibujos de humor (CFDT-Magazine), dibujos de tribunal
(France-Soir para el proceso de Patrick Henry), tebeos (Le Matin de París), reportajes dibujados (La
Gaceta del Poitou) y una crónica sobre la acogida en las redacciones (Pilote). Pero siempre saltaba
de un periódico a otro, buscando mi equilibrio y mi lugar. Los encontré a la vuelta de un viaje a
Quebec donde las mujeres no parecían tener frío (¡incluso con 35º bajo cero!): mi personaje nació.
Él me acompañará en adelante por todas partes. Tengo 30 años y, recientemente separada de mi
compañero quebequés, y con muchas cosas que decir a mis compatriotas franceses sobre las
relaciones hombres mujeres cuando se es una mujer. Porque Francia, un país latino y católico, es a
pesar de todo muy conservador…
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Publico pues “MES PARTOUZES” (Mis orgías) en 1984 (la página de portada, toda una
historia… necesitaría 8 páginas para contar su creación) para Glénat que me miraba como una post
Bretécher, con afán de lucro. Después llegaron “VIVA LA CAROTTE!” (¡Viva la zanahoria!)
(1987), “JE SUIS UNE NATURE” (Soy naturista) (1989), pero la publicación no bastaba para vivir
y sobre todo esos gilipollas y pusilánimes de los periódicos comerciales, dirigidos por hombres, no
comprendían nada de mi universo y no se veían publicando (“¡ocuparías el lugar de un anuncio!”)
una página de humor crudo y feminista de Catherine Beaunez (Catalina Narizbonita). Sin embargo
tengo un público, lectores (50.000 ejemplares vendidos de los cuales 35.000 en bolsillo, 50.000
también en Suecia ¡que solo tiene 8 millones de habitantes!) pero no encajaba en la prensa
retrógrada francesa. Luego “me alimento” con algunas apariciones regulares en un periodicucho
editado por la Seguridad Social “¡A VUESTRA SALUD!” y un mensual “FAMILIA-MAGAZINE”,
a la vez que continúo con mis álbums que se centran cada vez más en el tema de los estereotipos
masculinos y femeninos. Glénat no sigue: “demasiado negro” o “demasiado intelectual”. Me atrapa
al vuelo Albin Michel que edita “LIBERTÉ CHERIE” (Querida Libertad) en 1991 porque arrastraba
ciertas ventas tras de mí. Pre-publiqué en “L´ECHO DES SAVANES”, con la condición de suprimir
los dibujos demasiados críticos con la sexualidad masculina (“¡no es para nuestro público, de
jóvenes profesionales de 25 años!”), y de cambiar la portada del álbum para que escapara a la
censura de las asociaciones familiares de extrema derecha que vigilan la sección de libros de los
hipermercados… eso comenzaba ya…
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Marcel-Didier Vrac (director general de Ediciones Glénat): “Le pedí que la rehiciera. No era censura, una chica que
se masturba en una portada, no se hubiera vendido.”
Catherine Beaunez: “Mi primera portada mostraba un fantasma femenino demasiado crudo, demasiado realista.
Rompía con la imagen de la mujer deseable y vamp tal como los hombres la representan habitualmente. Los editores
aceptan publicar imágenes que son chocantes para las mujeres pero no a la inversa.”
Continúo luchando con periódicos y editores para ser publicada, por defender mis ideas y evitar
la censura, por ser pagada (¡no ganar!), verificar que no me estafaran con la venta de mis álbums
(los editores no son santos). En resumen, sobrevivir.
Publico dibujos humorísticos por todas partes y ninguna, 80 periódicos a día de hoy, en Francia y
el extranjero (los países de Europa del Norte sobre todo donde las mujeres son más independientes
de espíritu). En Francia muchos de mis álbums son rechazados y los dibujos censurados (la
Asamblea Nacional por ejemplo, reducida a un punto en el que solo se ven lo que representan las
columnas, el Tribunal-glúteo, el Cliente prostituido… en resumen temas sensibles, como el de esta
crónica).
Y siempre, para juzgar mis dibujos, subrayando con buen tono y en un Francés impoluto que:
“Tus dibujos son vulgares.” “¿Vulgares o crudos?” Me ha sucedido muchas veces – es sintomático
– en semanarios de actualidad: directores artísticos, furiosos, que me han llamado después de que
uno de sus redactores jefes y un maquetador provisional habían decidido publicar mis dibujos en su
semanario, en su ausencia, sin su autorización.
Mi trazo, o más bien, mis ideas, molestan. Se las reduce al feminismo. La prensa femenina no es
mejor. Un “femenino” me solicita para una página de humor en verano (¡ah! El verano… la de que
cosas que decir. Las primeras mujeres reporteras de TV en la guerra del Golfo lo decían también:
“Los tíos reporteros estaban de vacaciones y las chicas corresponsales, ¡eran menos caras y más
sexys!”). El “femenino”, antes de la publicación, mis paginas “de verano” franqueaban todos los
despachos: secretarios de redacción de base (sindicalista), ok. Secretario de redacción en jefe
(forrado), ok. Redactor jefe (inaccesible salvo por mail) ok también. Todos de acuerdo uno tras otro
para publicar mis páginas. Telefonazo del redactor jefe cuando el trabajo está finalizado:
“Habíamos olvidado al Director Adjunto, no quiere.”
Raras veces explicaciones, mucho machismo inconsciente, amiguismo también, a menudo. Los
diarios satíricos tampoco me han abierto los brazos: “Demasiado joven”, “Demasiado vieja”, “Falta
malicia”, “Demasiado vulgar”. Siempre “demasiado” o “no suficiente”, un clásico, para apreciar el
trabajo de una chica.
En los puestos de dirección, las mujeres me han apoyado – hablamos el mismo lenguaje. ¡Pero
permanecen poco tiempo como jefas, no les fascina mandar o son sustituidas rápidamente por
hombres!
En 1990, me uní a la Asociación de Mujeres Periodistas donde me he sentido menos sola,
rodeada de periodistas con los mismos problemas que yo en sus redacciones. En el momento del
paso a la paridad (1999), reuní 100 dibujos en un álbum de humor: “ON LES AURA!”
(¡Agarrémoslos!) en el que solo desplacé mi vida como dibujante de prensa hacia el sexismo en
política. ¡En el 2000, las situaciones y las contradicciones eran las mismas! Me harían falta 10
páginas para contar la historia de “ON LES AURA!”: eso enfrío mis ganas de publicar de nuevo.
Pero compré el stock que su editora (¡al final no son mejores!) amenazaba con destruir un año
después de su aparición. Y que están todavía de actualidad, 15 años después de su aparición.
Comenzaron los jubilosos años de desaparición de la prensa crítica y de la prensa a secas. Ahora
hay que poner en imágenes lo que los redactores jefes y comunicadores formateados tienen en la
cabeza. Nada más. Lisa y llanamente. Nada que moleste y que pueda poner en cuestión el orden
económico liberal.
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-Es bonito todo esto…
-Pero con eso no come su mujer.
En 40 años de experiencia, he conocido diferentes olas de censura: tabús del poder masculino, el
sexo, el cáncer de mama y de próstata (¡redactores jefes o sus cónyuges!), la religión (el Cristo en la
cruz, la base de nuestra cultura católica, ¡no hay que tocarla!)… Actualmente es la Economía. Y
todavía como siempre el argumento que mata: “¡no podemos perder los pocos lectores que nos
quedan, compréndalo!” Lo peor de la historia: no tener un duro (cuesta caro ser coherente, pero
tengo la cabeza bien alta), ni el sexismo ambiente (deseo días más felices a las jóvenes dibujantes),
ni el hecho de nutrir de dibujos a periódicos o sitios que no pagan o tan poco – ¡ahora cualquier
cosa es suficiente! - (un nuevo argumento: solo los dibujos ya publicados pueden ser premiados en
los festivales – 2.000 euros, 1.000 euros, una botella de vino o una zapatilla… - y “¡sobre todo la
visibilidad!”).
No, lo peor de la historia, en este decorado ambiental, ¡es la autocensura! De qué sirve
deprimirse, tienes que vigilarte a ti misma.
Tebeos en cajas, ¡comenzados, abandonados! Y dudo en llevarlos a un editor que me va a pedir
que me encargue de todo – dibujo, relaciones públicas, dossier de prensa de mi libro, redes sociales,
festivales – para que al cabo de un mes de aparición en librerías, nos deje caer a mi libro y a mí,
como dos viejos calcetines.
Con la crisis (económica y de la prensa), muchos dibujantes viven ahora de otro oficio o viven
muy mal del suyo. Otros, cuya jubilación está más que asegurada, han llegado al mercado y,
demasiado felices de ver realizados sus sueños de infancia, dan gratuitamente sus dibujos.
Diseñadores gráficos reemplazan ahora a los directores artísticos de los periódicos. Roban, a los
menos exigentes, dibujos que aparecen en sitios de “dibujos” a bajo precio.
Resumiendo: dibujante de prensa… ¿es todavía un oficio? Me pregunto. He estado 40 años
dando saltos como un saltimbanqui y encuentro que ahora tengo la suerte de ser libre en mi cabeza
y de poder expresarme (¡aunque a menudo sea desde casa!).
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-¿De qué tengo ganas? De todo.
¿De qué tengo necesidad? De nada.
Practico también el dibujo en directo (coloquios, debates, etc.) y me hago a menudo preguntas:
el público ve los dibujos en una gran pantalla, fascinado por el formato y la receptividad del
dibujante. Ríe, se burla de los intervinientes, consume el humor. Tan rápido como lo ve lo olvida.
Ningún esfuerzo personal para volver sobre una idea, y reflexionar sobre ella. La risa en la sala, a lo
grande. La puesta en escena de la risa, la risa consumida (como el resto), en compañía. Pocos
dibujantes practican este difícil arte y a veces manipulador pues se testa la risa del público para
acompañarle. A este ejercicio altamente estresante y bajo demanda, prefiero la risa en casa, más
sincera y más interior. Al propio corazón, que a poco que seas honesto contigo mismo, es el
corazón del mundo.
No he hablado del público. El público también ha bajado de nivel: hace 30 años, los festivaleros
leían la prensa, conocía el dibujo de humor, apreciaban las diferencias de estilo de los dibujantes, de
los festivales. Compraban libros, nuestros libros. Ahora no hay un festival en que las personas no
nos pidan una foto con sus hijos, con su perro de compañía, para divertirse… ¡y gratuitamente! Los
festivales de dibujo humorístico se transforman poco a poco en salones de la caricatura, para
satisfacer los pequeños y grandes egos de todos y asegurar a las ciudades que invitan un éxito
superficial (político). En estos festivales mundiales (“internacionales”, anuncian los carteles), se
encuentran a veces 200 dibujantes (apenas un 7% mujeres). La feria, efecto de masa… Si en lugar
de invitar a 200 “dibujantes” para nada (alojados por voluntarios), se decidieran a invitar a 20, a
remunerarlos y privilegiar la calidad, ¿se sentirían más respetados, no? Incluso los payasos no
trabajan gratuitamente. Dibujante, quiere decir militante – abierto - ¡al servicio de todas las causas!
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¡¡A COMER!!
En cuanto a mi público, mis lectores, ¡he visto generaciones y evoluciones! En 1984, solo los
hombres compraban mis libros, a veces incluso para ofrecérselos a sus parejas. Después, algunas
mujeres se arriesgaron: “una dedicatoria para mi marido (mi compañero), por favor, ¡le va a
encantar!” Desde mi debut en 1990, los tiempos han cambiado (¡mis títulos también!). A mi
sempiterna pregunta sobre la dedicatoria: “¿Para quién es?”, las mujeres responden cada vez más,
encantadas: “¡Para mí misma!” También he notado que: cuando deposito mis libros en la mesa, los
hombres vienen siempre hacia “Mis orgías” y las mujeres hacia “Querida libertad”. Mientras que,
“¡Agarrémoslos!”, si un hombre se aventura, ¡¡¡me digo que forzosamente los tiene cuadrados!!!
Y los niños también, ¡para qué hablar! He visto en muchas ocasiones a niñas mirarme dedicar sin
decir nada y después volver al día siguiente con dibujos que no tenían nada que ver con princesas,
dibujos que planteaban cuestiones y aventuraban una respuesta, grave o graciosa. Talentos en
ciernes, ¡espero que los padres comprendan que tienen ante ellos pequeños cazadores de ideas!
Verme dándoles la autorización… ¡¡¡Victoria!!!
Formé parte con Françoise Ménager de las primeras dibujantes de humor. Nos decían a menudo:
“Hay mujeres dibujantes pues existe Bretécher”. Como los hombres, las mujeres tienen también
derecho a tener su propia paleta, su propio talento. Las jóvenes dibujantes han evolucionado: tratan
la actualidad, meten a los políticos. No era mi estilo y todavía no lo es. Me gusta trabajar sobre
asuntos duraderos.
¡Esperemos que la profesión dure también! Todos tenemos necesidad de reír, mujer u hombre.
Del sexo “opuesto”, ciertamente. Eso alivia. Pero reírse de ti mismo… ¿¿¿qué puede pasar??? Sobre
todo por la noche, en la cama, cuando repasas el día: ¡no es a veces un festival del humor en sí
mismo! ¿No?
Catherine Beaunez
(www.catherinebeaunez.net)