Este poema extenso explora temas como el amor, la pérdida, la soledad y la naturaleza a través de la voz lírica. Describe recuerdos del pasado con una amada ahora perdida, y la tristeza que esto trae. También reflexiona sobre la condición humana y la conexión con la tierra a través de la descripción de pueblos originarios y su forma de vida en armonía con la naturaleza.
1. Cifrar
Con lo que he sido, he abierto mis venas. En toda extensión entendida.
Por una vía inapropiada, casi yerta.
Un vuelo rasante, infecundo. Volátil.
De nervadura apócrifa, lisa, lineal.
De vértigo, sin pausa,
Necesaria,
Tratándose de enhebrar sentimientos escritos,
Míos, siempre. En arrebato,
Cifrados, consignados, labrados.
Palabras Deshechas
Se fueron, ayer, no más,
Llevaron las palabras juntas.
Atadas al equipaje viajero.
Se fueron, ellas, diciéndolas de a poco,
Como si nada. Como leyéndolas en pasivo,
Como atribuladas mensajeras. De ahora y siempre
Deshojando la vida
Ese abandono grueso,
Sentido. Inmemorial, mío.
Yéndome en camino, puntudo,
Azaroso, casi pérfido, inapropiado.
Fui, sin embargo, hasta el mar loco,
Bullicioso, ajeno, arisco.
Y quedé allí. Ahogando las voces todas.
Echando las luces, al vacío,
Hundiéndolas con las palabras.
Y quedé mudo. Anonadado,
2. Casi muerto
Canto en celo
De ser así, entonces, volveré,
Cualquier día, Remoto o breve,
Qué más da. Tratándose de diluir las ilusiones.
Todas. O pocas. Qué más da.
Tratándose del olvido, voraz. Latente o melifluo,
Íngrimo.
Ese, un día cualquiera
En ese abrir los ojos,
Te vi. En caída errática,
Cuan lisonjera ave viajera.
Surcando el azul. O el gris. O el negro
Envoltura de la esfera toda.
En tono pasional, violento.
Habiendo perdido, cualquier día, tus ojos,
Habiendo postulado, cualquier día, la iridiscencia
De tu cuerpo. Ahora remoto, casi ingrávido,
Siendo yo impávido sujeto, lánguido. Perdido.
Pasado cierto
Se fue la vida, mañana.
Estando, yo, en este hoy acerado, frío.
Como si pasado solo fuese.
Como insumo precoz, rápido, ligero.
Yo, en este hoy, como si solo el pasado,
Existiese. Volara. En ida y vuelta convertido.
Solo eso. Pasado espurio. Violento, presente.
3. Eso
El hecho es ese.
Todo se fue, incluida la esperanza
Yendo por ahí
De irte yendo, por ahí declaraste ese día,
De dudas bordadas, con los hilos ásperos,
Manejados en la destreza propia de la huidiza,
Mujer que hizo,
De lo que amábamos,
Noción simple,
Pasajera, insabora.
De irte viniendo por ahí, te percibo,
Regresando, ahora.
Después de habilitar al silencio.
Como norma. Como sucedáneo que duele,
Que incursiona en este otrora entorno nuestro,
Perdido ahora, casi muerto
Palabra perpleja
Perplejo,
De tanto ver lo que pasa, pasando.
Ráfagas mortales de silencio, de connivencia,
Con el fuego hiriente,
Con la desarmonía, latente,
Cantinela con palabras hechas,
Surcando, en dolor mayor,
El viento, el mar, el hielo.
Perplejo sujeto yo,
Acucioso, en buscar palabras,
4. Armónicas, heréticas, sin embargo, sublimes,
Vertidas, al viento, al universo todo,
Aún en el hielo. Aún en la doliente
Escena. Aún en lo que fui, siendo hoy,
Lo mismo, diferente, cálido, de palabra ávida,
No silenciosa, no doliente, no efímera.
Como bruma áspera
Ahí está lo que hiciste,
Lo que dejaste, lo habido ayer, en tiempo
Ya yerto,
En día ya ido,
Casi silente, casi perdido.
Tiempo ya tuyo, tiempo de los dos ya pasado
Lo hecho es ya pasado,
Lo ido es también tuyo,
Lo de hoy es lo mío, que
También fue tuyo,
En esos días idos,
Cuando éramos dos,
Siendo, hoy, solo uno.
Silencio supino
Sordo, adrede.
Como no queriendo oír,
Como queriendo el ruido,
Bochornoso, cómplice,
Supino sujeto, en eso de olvidar,
En eso de no querer oír,
5. Lo que oído debiera haber sido.
Recuerdo tuyo, recuerdo de tu absurdo.
No sé cuándo voló
Ni el tiempo,
En que puso frontera
Entre ella y yo.
Entre lo que fuimos
Y lo que somos, hoy.
Siendo negra ella y negro yo,
Pulsión cerrera,
No incauto sentimiento.
No evidencia sesgada,
No sé cuándo volaste,
Ni el tiempo en que huiste de nuestro color.
Negro sigo siendo yo,
Punzante no efímera postura,
Guerrero siempre yo,
Entrega tuya, a lo fácil,
A lo pútrido,
A lo infame, en lentejuelas venido,
En traición exhibido.
Canto y Fuga
Como algo efímero, pensé yo. Esa hechura de infinitos caminos que, tuve que recorrer,
Como parte del embrujo soterrado. Una vez, como por dejar en el entorno mío,
Esa elocuencia perversa. Había nacido yo, en términos patéticos. Y sentí, ese día
Algo así como sopladura de dragones y me hice vértebra de la desproporción; en
Un leguaje desconocido, entonces, sitio de privilegio asumí, como la vida como extensión
De la vida de todos y de todas. Un lenguaje temporal, mezquina.
Desde ese entonces, fui creciendo al lado de la soledad. Y, muy permisivo, le dije a quienes conocí
ahora.
Sucinto, entonces, de palabra, fue mi aprendizaje. El que, ahora, parece ser doliente huella de
6. Transeúnte como sujeto partido entre ser pasado o ser mañana
Diciéndolo
Cada quien debería tener una ilusión.
Cifrada en la solidaridad.
Cada quien debería anclar su futuro
En la equidad de género, día a día. Como expresión
Suprema de lo que seremos.
Canto a quienes derrotaron la desesperanza
Yo diría que ascendí pronto. Hacia esa proclama de vida. Por ahí me fui yendo. Conociendo el otrora
permiso para estar ahí. En ese entorno. De ellos y de ellas. Solo así entendí lo mucho que he dejado
de amar a quienes son y han sido todos y todas. Niños y niñas en existencia que no conocía. Como
si hubiese estado perdido antes. Ciego en lo que corresponde a vivir la vida hecha. A pulso de ellos
y ellas, Por ahí estando siempre. Mostrando lo que alegría es. Y sigue siendo por lo mismo que son
y han sido puro vivir. En veces pleno. En otras en violencia sumidos y sumidas. En esas veces de
puro golpe. Sobre sus cuerpos. Lesionados. Ajados. Muertos.
Y di por creer que, el ascenso era la vida vuelta a vivir. Y me olvidé de lo que estoy hecho. De puro
mármol frío. Insípido. Sin conocer ternura. Y siendo así que lo olvidé; el ascenso se tornó pesado.
Cuando pasé por donde solo pueden volar quienes han sido y son de su cohorte. Infantes de erudición
hecha. De la mano con la ternura manifiesta. O en ciernes. O habida desde el inicio de su universo
afín.
Como que me hice a la idea de ser sujeto prístino. Como el Adrián cantado. En unísono coloquial.
Violentado. Y vuelto a nacer vistoso. Como luciérnaga primera. Incandescente. Sublime. Nacido en
volantines. Hecho con la finura de aeroplanos de libre vuelo. De instar lúcido como la maría palitos
visitando árboles floridos.
Y en qué condiciones volví a tierra, no lo sé. Solo sé que cavé la fosa buscando refugio propio para
los que, como yo, hibernamos a la intemperie glotona. Lluviosa. En granizo envolvente. Con golpes
secos. Acerados. Doliente.
Lo que me pasó, en el después inmediato; no lo recuerdo. Y, tal parece que no lo recordaré. Por lo
mismo que recordándolo volvería a la prisión del olvido que se posesionó en mí. Desde temprana
vida. Desde ese tiempo pasado aciago. Envolvente. Hiriente. Punzante. Como propósito de enmienda
en religiosidad hecha nudo. Asfixiante ceremonia que, en mi se volvió perenne.
Y me sorprendió la urgencia manifiesta. Esa que no da lugar al respiro. De aquí y de allá fui tomando
insumos. Penetrantes. Extravagantes. En lo que esto tiene de enervante, lobotomía. Y me hice pútrido
sujeto. Insano. Inamovible. Como cerebro tullido, casi muerto. Casi perdido en absoluto laberinto
abyecto.
Al volver. Al asir, de nuevo, la palabra limpia. Llegaron los y las vivicantes; me hicieron levantar la
mirada. Hacia el rojo intenso del padre Sol. Porque fueron ellos y ellas, quienes me rescataron de
ese infierno que estaba en mí. De sujeto perverso, pasé a ser lúcido andante. Caminante, de nuevo
cuño. Libertario absoluto.
Y sí que el ascenso se tornó vibrante convocatoria a vivir la vida. Como solo, ellos y ellas, saben
hacerlo. Renovando entornos aéreos y terrenos. Sin condicionantes al acecho. Volviendo a vivir la
7. vida. Tanto como el Callejero de Alberto Cortes. Tanto como esas voces suyas. Entonando el Pájaro
Libre que cantó Mercedes. Recordada por ellos y ellas, como ejemplo vivo presente.
Alocución
Como cuando te conocí,
Cálida risa que llevé en mí,
Todo mi tiempo.
Ahora siento que está perdida para mí.
Como reconocer que no obras más como
Opción mía, absoluta.
Más bien como letanía inventada,
Desde que conocemos del alfabeto,
La palabra labrada;
Como cuando te vi. Ahí,
Siendo fugaz ahora,
Lo que ayer supuse perpetua ilusión,
Y por eso estuve como cantinela pasión.
Retando verdades amargas,
Esas que, hoy, me embargan en dolor primero
Que se alarga; en infinito camino,
En destino prístino como si yo supiese,
El lenguaje de lo cierto y lo puro;
Como si hubiese aprendido, de lo bello,
El infinito.
Diciembre 2013
Como duele, ahora, tanto olvido.
Como duele, al día, el ímpetu de tu cuerpo,
Ya lejano.
…en fin, como dolor es sentirse cosido al recuerdo.
8. De ti, bien amada por mí,
Recuerdo desparramado,
En todos los entornos,
En todos los idiomas posibles,
En todos los universos,
En todos aquellos mensajes,
Salidos de mi yo. Y del yo de todos.
Como duele sentirte perdida en el horizonte.
Antes mío,
Ahora de no sé quién,
En no sé dónde.
Tal vez, en los caminos que no conozco.
Y que, por lo mismo, son territorios vedados.
A quienes antes y ahora, también perdieron a quien amaron.
Soledad, solita
Como cuando te conocí,
Cálida risa que llevé en mí,
Todo mi tiempo.
Ahora siento que está perdida para mí.
Como reconocer que no obras más como
Opción mía, absoluta.
Más bien como letanía inventada,
Desde que conocemos del alfabeto,
La palabra labrada;
Como cuando te vi. Ahí,
Siendo fugaz ahora,
Lo que ayer supuse perpetua ilusión,
Y por eso estuve como cantinela pasión.
Retando verdades amargas,
Esas que, hoy, me embargan en dolor primero
9. Que se alarga; en infinito camino,
En destino prístino como si yo supiese,
El lenguaje de lo cierto y lo puro;
Como si hubiese aprendido, de lo bello,
El infinito.
De la mano tuya, muero en envolvente trama
Todo parece envolvente trama, agria, enjuta,
En ese tipo de imaginarios en donde la vida se violenta,
En un ir y venir que dejó de ser esplendoroso. Por lo mismo que,
Yo navego en móvil inmóvil. Desde que dejé de verte. Siendo así, entonces,
Se juntan la sinrazón que vivimos. Con tu desaparición de tus ojos, no mansos. Más bien
De heterodoxa convocatoria.
Y que decir tiene, entonces, la visión de futuro. Como que creo que no será imagen de lo que
conocimos en pasado. En nuestra infancia absoluta; en alegría desbordada. En nuestro barrio amado.
En sus calles libertarias. Cuando observabas el picadito afanoso. Con los goles míos. Que más bien
parecían agitados murmullos tuyos y los de mi madre.
Sí que, entonces, vertimos aspavientos grávidos. Ahí, en la vertical que impone la atracción perenne.
Sin más, bella novia mía, te dejo, en herencia, las ilusiones construidas a puro pulso.
En esa recordadera me voy. A buscar al viento que gire al revés. Y que me lleve, a la Lunita Luna.
De una historia vista, tocada en el sueño
Como si lo hubiese narrado en el pasado, este cuento obra como certificación casi notarial del mismo.
Ocurrió que fui hasta donde vivían ellos y ellas. Nativos y nativas de mi entorno nacional. Muchos
siglos pasaron. En ese ejercicio de vida limpio. Los ríos anchurosos bañaban todo el territorio. Ellos
y ellas en un embeleso de vida. Una cognición autónoma con la cual sabía identificar lo brumoso del
dios dado. Repeticiones que convocaban a saber lo cotidiano, Po ejemplo eso de producir, al lado de
la Madre Tierra. Sus insumos eran lo rudimentariamente explotados. Palos, piedras talladas. Y, la
recolección de los frutos, exhibía el comportamiento apropiado. Un unísono trajinar cargado de
sabores percibidos solo por ellos y ellas. El nacer, siendo una conexión entre la intención de cuerpo
inmediato. Con las parturientas ahí. Como sujeta expósita. Bien amada con sus pares. Y, en
crecimiento necesario, se iban dando los hijos e hijas. De todos y de todas. La soledad era amigo
benévolo. Una interacción por la vía de las jefaturas existentes. Evolucionando desde el pasado
darwiniano no conocido. Pero presente. En esa holgura de actuación. En el distanciamiento y en la
pluralidad manifiesta. Con gritos guerreros. Violentos. Punzantes. En ese entendido del concepto
guerra atrayente. En la divergencia explícita, relevante.
El universo como esplendor absoluto. La iridiscencia gris de la Luna. El furor del Dios Sol. De vida
lleno. En esa energía expandida. Proponiéndole a la vida un nexo en el cual se juzgaba los hechos
por lo que este mismo era. Una noción de Estado, que consumía sus fuerzas. Que tenían la misma
10. connotación de la partición de los sujetos y sujetas. En ese ajuste cuentas con el colectivo vivo. En
veces oprobioso como lo es ahora. Un imaginario para las aventuras. Surtiendo de nombres
epopéyicos para los animales, sus vecinos de siempre. Domando a la naturaleza con sus ínfulas de
ascensos en la escala del crecimiento biológico. Su espiritualidad quizá de mayor contenido lúdico de
los que somos ahora.
Y vivían, en veces, la percepción de lo que vendría. De esos sujetos en ciernes que, en una
perspectiva milenaria, empezaban a asomarse al mar abrupto, pero libre. Como hendiendo sus palos
en el mismo. O con las telas extendidas. Desafiando la violencia del viento que corría por todos esos
espacios benéficos, en lo que estos tienen de potencia y de capacidad para insinuar opciones de vida.
Suyas. De nadie más. Pero, volvía el presagio. Como si los invasores estuvieran ya ahí. Mimetizados
en la huella ululante. Como escuchando las arengas al Dios mítico hecho hombre. Al conjuro de todos
y todas. En ese ensamble cultural, construido desde ese atrás casi infinito.
La diferenciación expandida. Conceptos y acciones que verificaban lo suyo como potente mensaje.
Como si, con sus pares de otras tierras cercanas, estuvieran comunicando saberes. Ya estaba la Vía
Láctea. Que, para ellos y ellas, eran la conjunción entre lo brilloso de allá arriba. Vistos desde la
Tierra primera. Sin saber por qué daban vueltas. Y en insondable oscuridad ampliada. Ya estaban los
Agujeros negros. Ya había pasado mucho tiempo de brutal configuración cósmica. Separando las
aguas de lo terreno propiamente dichos. Ya los elementos de la química en latencia. Esos que, vistos
a futuro, sería como gobernanzas insubstanciales en el ahora inmediato. Pero que vagaban al son de
los violentos cambios, Del hacerse ahí. Con rutilantes espacios. Como si el Hacedor o lo que fuere,
hubiera extendido una sabiduría para que la evolución fuese violenta, en el entendido brusco. Pero
veloz e incesante. Y, también, estaban los cuerpos hechos de pura juntura de resorte que, disparados,
hacia futuro obrarían como mágicos encuentros
Hoy que vuelvo de ese sueño ampliado. Corrí hacia el escampado permitiera mirar el cielo abierto. Y
no me detuve hasta no cerciorarme de cuanto había pasado en mí, antes cuando dormía. Y vii
cuajadas las estrellas. En la inmensa noche-día nutriendo la vida mía y la de todos y todas.