El documento expresa preocupación por la ausencia de la rectora Dolly Montoya Castaño en los últimos comunicados de la Universidad Nacional de Colombia sobre la crisis actual. Se menciona que en situaciones pasadas de conflicto, como en 2016 y 2013-2014, tampoco se escuchó su voz. El autor cree que la Universidad Nacional no es la misma sin la voz y pluma de la rectora. Expresa que ella parece estar sola en la defensa de la universidad pública frente a las políticas neoliberales del gobierno.
1. Extravío
Nota: el título tiene que ver con una de las acepciones definida por la RAE
(“ausencia de persona o cosa”).
Con mucha preocupación he notado que la profesora Dolly Montoya Castaño, en su condición
de rectora de la Universidad Nacional de Colombia, ha estado ausente en los últimos
comunicados relacionados con la situación de crisis en que se encuentra inmersa. Algo asì como
cuando uno percibe un desarreglo. Tal vez parecido al que hizo presencia el conflicto teórico y
casuístico entre el profesor Bula (vicerrector general en ese entonces) y el profesor Ignacio
Mantilla ( en su condición de rector), relacionado con el Plan de Ordenamiento vinculado con el
espectro de afectación inherente a la transformación del CAN (2016). Asimismo respecto a la
crisis relacionada con el cierre forzado del campus entre 2013 y 2014 (bloqueo unilateral por
parte de la dirigencia de uno de los sindicatos de empleados y empleadas administrativos(as).
Al respecto (en los dos casos) remito a mi escrito “¿…Adonde están las llaves del Campus?
(2018)
Una secuencia de hechos y acciones que se repiten. Tanto como entender que la vulneración
de la Universidad Nacional de Colombia y de las universidades pùblicas en general sufre
fragmentación habida cuenta de cualquier situación puntual. En el momento se han perdido los
referentes (…como casi siempre) por parte de lo que coloquialmente se llama “los sujetos del
conflicto”.
Ahora bien, lo cierto es lo siguiente:: el comunicado oficial en el cual se relaciona la cesación de
la “toma” del edificio Uriel Gutiérrez y la Unidad Camilo Torres fue suscrito por el profesor
Frankie Jaime Rodríguez en su condición de vicerrector en la Sede Bogotá. Además, el
comunicado que relaciona sinopsis histórica de la Universidad Nacional de Colombia, de su
condición de institución suprema en lo que hace con la tipificación de patrimonio de
conocimiento y de ejercicio académico ínclito de la Naciòn.Al mismo tiempo que presenta una
opción en términos de calendario académico en la intención de no cancelar el actual semestre.;
aparece suscrito por el Consejo Académico.
En el pasado cercano escribì un texto titulado ¿...”Cómo es la soledad en medio de tanta
gente…? Para mayor precisión, me permito transcribir aparte del mismo.
¿Cómo es la soledad en medio de tanta gente?
Es algo asì como entender que, en el día a día, no tenemos referente Como solución de
continuidad, perdida. En los momentos cruciales. Cuando percibimos que es urgente proponer
opciones. Como viendo tierra arrasada como política gubernamental que asfixia. Nuestra
misión, en términos de lo que es la Universidad Nacional de Colombia; es sometida a la
congoja. A la incertidumbre. Una política gubernamental que entiende la educación superior
pública, como opción casi inviable. Una sorna ampliada. Bitácora recíproca a batalla perdida;
aun antes de ser (la educación superior pública) entendida como prioridad fundamental.
En ese universo lóbrego, entonces, cada quien obra como cada quien. En eso de decir y actuar
de conformidad con la mitigación del ser y la consciencia. Abrumada, casi perdida. No obra, al
momento, en las universidades pùblicas, un nexo que permita postular la irradiación de la
sabiduría, propia. Como urdimbre manifiesta; que soporta el quehacer de la enseñanza de
pregrado y compleja. Por lo mismo que incluye a pregrados, posgrados e investigación.
En perspectiva, entonces, la profesora Dolly Montoya Castaño ha estado inmersa en la soledad.
Casi como entender que ella y solo ella ha sido “voz latente y válida, constante.” En ese
territorio áspero. Confrontando ese gobierno mezquino. Para el cual solo obra la pulsión
mediática. Promoviendo un entendido de educación superior pública como mera expresión que
2. la minimiza. Es ese proceso en el cual la insania opera como comportamiento-tipo cosido al
universo ideològico que alienta el programa de gobierno. Con una hechura soportado en visión
tendenciosa. Que proclama la yunta retardataria. Programa cuyo horizonte en términos de
política social, casi nimio sonsonete que es necesario avocar. No es, en absoluto, nada parecido
a lo que, como mera expresión la ortodoxia de políticas liberales. Aun en el capitalismo
recurrente como figura de paso. Es decir, no tiene nada que ver siquiera con los principios, en
su origen, epopéyicos en cuanto a la liberalidad inherente a la academia (como visión integral);
a la educación trascendente. Como logro de la humanidad.
“…Sus fuentes, en lo que la teoría del conocimiento implica y asociado a la construcción de sujetos
limpios, sòlidos y de connotación humana. En lo que esta tiene y debería tener siempre, de agregados
imprescindibles al momento de postular determinados modelos, creativos. Soportados en el pleno
conocimiento de la teoría económica, sociológica y política. Esas, sus fuentes, han sido y siguen siendo
constitutivas de la versión màs retrógrada y mediática de la teoría del capitalismo. Es aquella que
condujo a la crisis entre 1929 y 1934 que sacudió todas las bases fundamentales de este modo de
producción. Teoría de libre mercado absoluta. Sin ningún tipo de fibra, teoría y principios asociados,
siquiera, a la necesidad de la búsqueda del equilibrio propio del sistema como tal. Y no porque sea mi
aseveración, asì, sin màs. John Maynard Keynes (Cambridge, 5 de junio de 1883, Trillón 21 de abril de
1948); en su obra fundamental “Teoría General del Empleo, el interés y el Dinero”, redefine algunos de
los postulados originarios de la teoría general del capitalismo. Asocia la caracterización de las crisis
tendenciales del capitalismo al estudio de su dinámica interna. Rehaciendo la iconografía y
proponiendo modelo de intervención estatal; en la perspectiva de alcanzar el equilibrio básico
necesario y que conlleva a desmitificar la economía de mercado absoluta, pètrea, inhumana.
Este sujeto, Álvaro Uribe Vèlez, fuera de todo, hizo suya la peor versión del dogmatismo capitalista en
términos de economía de mercado. Esa escuela que fuera definida como “Escuela de Chicago”. Una
versión del neoliberalismo propuesta como paradigma y modelo, a finales de la década de 1960 y
comienzos de la década de 1990. Una combinación de exaltación del capitalismo financiero y su rol en
el desarrollo del capitalismo llamado moderno. Volver a la teoría básica que reclama la ausencia
absoluta del estado en los procesos propios de la exultación del libre mercado, absoluto, bárbaro. Si
se quiere, el sujeto aludido, apenas si fuera (en su momento) aprendiz de la política implementada por
César Gaviria Trujillo, en el modelo que postuló e implementó durante su mandato (1990-1994). Es
decir las aplicaciones màs idòlatras del neoliberalismo (en su versión màs nefasta). Este, Cesar Gaviria
Trujillo, hizo de la intervención del Estado, apenas si garante de la extensión en nuestro Paìs y de
mesonero en Amèrica Latina. Quiero decir, por lo tanto, que el sujeto Álvaro Uribe Vèlez, haría la
segunda, la tercera, la cuarta, la…enésima como mero copiòn. Puro corifeo de postulados. Sin nada
propio, en términos de teoría. Solo sujeto ñurido, repetidor de acertijos…”( Cano, ¿Què es Centro
Democrático?, versión en internet 2018).
Siendo asì, entonces, es obligada la confrontación colectiva. La Universidad Nacional
de Colombia, en su expresión grupal (estudiantes, profesores(as) y empleados (as)
públicos (as) antes. Y mucho màs este caso concreto ha ejercido como simple
contestatario elemental. Queda la sensación de la soledad en que està inmersa la
rectora, profesora Dolly Montoya Castaño. En otro tiempo se decía, coloquialmente,
“la están dejando quemar”. No existe unidad de cuerpo…”
Queda claro, entonces, que el corpus directivo colectivo de la Universidad
Nacional de Colombia; ha asumido el rol que exige la situación actual. Sin
embargo, percibo un distanciamiento de la profesora Dolly Montoya
Castaño. Como decir, coloquialmente, “…tengo una espinita” al
respecto. ¿…será que ese corpus pasó al otro extremo?.( Golpe
Universidad...?) Mi aseveración: La Universidad Nacional de Colombia no es
la misma sin la voz y sin la pluma de la rectora, profesora Dolly Montoya Castaño.
3. Nota final: la expresión del Consejo Académico, en su comunicado
005 de noviembre 19 de 2018 la considero excesivamente
pretenciosa en la tipificación del acervo histórico y actual de la
Universidad Nacional de Colombia. Ojala fuese asì. Desde mi
interpretación, precisa: por no haber sido, asì en plenitud, estamos en la
situación actual. En nada contribuye al cumplimiento de la Misión Institucional ese
tipo de magnificación.
Luis Parmenio Cano Gómez, pensionado Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá D.C