Este documento describe la segunda técnica de meditación, que consiste en abordar la vida como un juego en lugar de tomarse las cosas demasiado en serio. Se debe disfrutar del proceso de la actividad en sí misma sin preocuparse por los resultados. Al meditar, la mente debe ser vista como jugando infinitamente sin apego a los pensamientos.
1. TECNICA DE MEDITACION N°110 JUEGA EN LA ACTIVIDAD.
Segunda técnica: Criatura encantadora, juega. El universo es un caparazón vacío en el que tu mente
retoza infinitamente.
Esta segunda técnica se basa en la dimensión del juego. Eso hay que comprenderlo. Si estás inactivo, es
bueno caer en el vacío profundo, en el abismo interno. Pero no puedes estar vacío todo el día, y no puedes
estar pasivo todo el día. Tendrás que hacer algo. La actividad es un requisito básico; de otra forma no puedes
estar vivo. Vida significa actividad. De modo que puedes estar inactivo unas pocas horas, pero el resto de las
veinticuatro horas tendrás que estar activo. Y la meditación debería ser algo que se vuelve tu estilo de vida; no
debería ser un fragmento. De lo contrario, la lograrás y la perderás. Si estás inactivo una hora, entonces
durante veintitrés horas estarás activo. Las fuerzas activas serán más, y destruirán todo lo que logres en tu
inactividad. Las fuerzas activas lo destruirán. Y al día siguiente volverás a hacer lo mismo: durante veinticuatro
horas acumularás al que hace, y en una hora tendrás que dejarlo. Será difícil. De modo que tu mente debe
cambiar de actitud respecto al trabajo y la actividad. De aquí la segunda técnica.
El trabajo debería ser considerado un juego, no un trabajo. El trabajo debería ser considerado un juego, una
recreación. No deberías tomártelo en serio; deberías ser como los niños jugando. No tiene significado; no hay
nada que lograr; se disfruta la actividad misma.
Puedes sentir la distinción si juegas a veces. Cuando trabajas, es diferente: estás serio, agobiado,
responsabilizado, preocupado, ansioso, porque el resultado, el resultado final, es el motivo. El trabajo mismo no
vale la pena disfrutarse. Lo que importa está en el futuro, en el resultado. En el juego no hay realmente ningún
resultado. El proceso mismo está lleno de dicha. Y no estás preocupado, no es algo serio. Incluso si pareces
serio, es todo fingido. En el juego disfrutas el proceso mismo; en el trabajo el proceso no está siendo disfrutado:
lo importante es el objetivo, el fin. El proceso hay que aguantarlo de alguna manera. Hay que hacerlo porque
hay que conseguir el fin. Si pudieras conseguir el fin sin esto, abandonarías la actividad y te lanzarías al
fin.
Pero en el juego no harías eso. Si pudieras lograr el fin sin jugar, entonces el fin sería fútil. Sólo tiene sentido
mediante el proceso. Por ejemplo, dos equipos de fútbol están en el terreno de juego. Pueden decidir,
echándolo a cara y cruz, quién ganará, y quién será derrotado. ¿Para qué poner tanto empeño, esforzarse
innecesariamente? El asunto se puede decidir muy fácilmente echando una moneda a cara o cruz. Llegará el
fin. Un equipo puede ganar, otro puede perder. ¿Por qué trabajar por ello? Pero entonces no tendrá sentido, no
tendrá significado. El fin no es significativo, el proceso mismo es lo significativo. Incluso si ninguno gana
y ninguno pierde, el juego merece la pena. Se disfruta la actividad misma.
Esta dimensión, del juego tiene que ser aplicada a toda tu vida al margen de lo que estés haciendo estate en
esa actividad tan totalmente que el fin sea irrelevante. Puede que llegue, tiene que llegar, pero no está en tu
mente. Estás jugando, estás disfrutando.
A eso es a lo que se refiere Krishna cuando le dice a Arjuna que deje el futuro en manos de lo divino. El
resultado de tu actividad está en manos de lo divino; tú simplemente haces. Este simple hacer se vuelve
un juego. Eso es lo que Arjuna encuentra difícil de comprender; porque dice que, si es sólo un juego, entonces
¿porqué matar, por qué luchar? Comprende lo que es el trabajo, pero no puede comprender lo que es el juego.
Y toda la vida de Krishna es sólo un juego. No se puede encontrar un hombre menos serio en ninguna parte.
Toda su vida es sólo un juego, una recreación, una obra de teatro. Está disfrutándolo todo, pero no se lo
toma en serio. Está disfrutándolo intensamente, pero no está preocupado por el resultado. Lo que
suceda es irrelevante.
A Arjuna le resulta difícil comprender a Krishna, porque calcula, piensa en función del resultado final. Dice al
principio del Gita: «Todo este asunto parece absurdo. En ambos bandos, mis amigos y mis parientes están
alineándose para luchar. Gane quien gane, será una pérdida, porque mi familia, mis parientes, mis amigos,
serán destruidos. Incluso si venzo, no valdrá nada, porque ¿a quién voy a mostrarle mi victoria? Las victorias
son significativas cuando los amigos, los parientes, la familia, las disfrutan. Pero no habrá nadie; la victoria será
sólo sobre cadáveres. ¿Quién la valorará? ¿Quién dirá: "Arjuna, has realizado una gran hazaña"? Así que,
venza o sea derrotado, parece absurdo. Todo el asunto es una tontería.» Quiere renunciar. Es extremadamente
serio. Y cualquiera que calcule será tan extremadamente serio.
El trasfondo del Gita es único. La guerra es el asunto más serio. No puedes jugar con ella, porque hay vidas en
2. juego, hay millones de vidas en juego: no puedes jugar. Y Krishna insiste en que incluso ahí tienes que jugar.
No piensas en lo que sucederá al final; simplemente estás aquí y ahora. Simplemente eres un guerrero
jugando. No te preocupes por el resultado, porque el resultado está en manos de lo divino. Y ni siquiera se
trata de si el resultado está en manos de divino o no. De lo que se trata es de que no debería estar en tus
manos. No deberías cargar con ello. Si cargas con ello, tu vida no puede volverse meditativa.
Esta segunda técnica dice: Criatura encantadora, juega. Deja que toda tu vida sea sólo un juego. El universo es
un caparazón vacío en el que tu mente retoza infinitamente. Tu mente sigue jugando infinitamente. Todo es
como un sueño en una habitación vacía. Mientras se medita, hay que mirar a la mente retozando, como niños
jugando, saltando debido a la energía desbordante; eso es todo. Pensamientos saltando, retozando, sólo un
juego: no te los tomes en serio. Incluso si hay un mal pensamiento, no te sientas culpable. O si hay un gran
pensamiento, un pensamiento muy bueno -que quieres servir a la humanidad y transformar el mundo entero, y
quieres hacer que sea el cielo en la Tierra-, no adquieras demasiado ego con él, no consideres que te has
vuelto grande. Esto es sólo una mente retozona. A veces baja, a veces sube. Es sólo energía desbordante,
adoptando muchas formas y configuraciones. La mente es sólo un manantial desbordante; nada más.
Juega; dice Shiva: Criatura encantadora; juega. La actitud del que juega indica que está disfrutando de la
actividad; es buena en sí misma. No hay ningún afán de lucro; no es calculador. Pero mira a un hombre de
negocios: independientemente de lo que esté haciendo, está calculando la ganancia, lo que va lograr con ello.
Llega un cliente. El cliente no es una persona sino sólo, un medio. ¿Qué ganancia se puede obtener de él?
¿Cómo puede ser explotado? En el fondo de sí está calculando lo que hay que decir, lo que hay que hacer.
Todo se calcula sólo para manipular, sólo para explotar. No le interesa esta persona no le interesa el trato ni
nada: sólo le interesa el futuro la ganancia.
Mira, Oriente todavía, en los pueblos, un hombre de negocios, no es sólo alguien que obtiene ganancias, y el
cliente no viene sólo a comprar algo. Lo disfrutan. Recuerdo a mi viejo abuelo. Era comerciante de tejidos y yo y
toda mi familia estábamos perplejos: porque, lo disfrutaba tanto. Durante horas seguidas, era un juego con los
clientes. Si algo valía diez rupias, pedía cincuenta rupias por ello..., y sabía que esto era absurdo, y sus clientes
también lo sabían. Sabían que debía valer unas diez rupias, y empezaban con dos rupias. Entonces tenía lugar
un prolongado regateo: durante horas. Mi padre y mis tíos se enfadaban.«¿Qué pasa? ¿Por qué no dices
simplemente cuál es el precio?» Pero él tenía sus propios clientes. Cuando venían, preguntaban: «¿Dónde está
Papi, dónde está el abuelo? Porque con él es un juego, una diversión. ¡Qué importa si perdemos una o dos ru-
pias, si es más o menos!»
Lo disfrutaban. La propia actividad merecía la pena en sí misma. Dos personas estaban comunicándose con
ella. Dos personas estaban jugando a un juego y las dos sabían que era un juego..., porque, por supuesto, era
posible tener un precio fijo.
En Occidente ahora tienen precios fijos, porque la gente es más calculadora y tiene más afán de lucro. No
pueden concebir perder el tiempo: ¿Por qué perder el tiempo? El asunto se puede zanjar en unos minutos. No
hay necesidad. Simplemente puedes escribir el precio exacto. ¿Por qué luchar durante horas? Pero entonces
ha desparecido el juego y todo el asunto se vuelve una rutina. Incluso las máquinas pueden hacerlo. El
comerciante no es necesario; el cliente no es necesario.
He oído hablar de un psicoanalista; que era un hombre tan ocupado y que tenía tantos pacientes que le
resultaba difícil tener contacto personal con todos. Así es que dejaba mensajes en una grabadora para un
paciente determinado y la grabadora decía lo que el psicoanalista quería decirle al paciente.
Una vez se dio el caso de que era la hora estipulada para un paciente que era muy rico. El psicoanalista estaba
entrando en un hotel. De pronto, vio al paciente sentado allí, así que le preguntó: «¿Qué está haciendo aquí?
Es su hora conmigo:» El paciente dijo: «Estoy tan ocupado que he grabado mis palabras en mi propia
grabadora. Las dos grabadoras están hablándose la una a la otra. Lo que usted tiene que decirme, lo está
grabando mi grabadora, y lo que yo tengo que decirle, su grabadora lo está grabando de la mía. Esto ahorra
tiempo y los dos estamos libres.» Si eres demasiado calculador, entonces las personas desaparecen, y
cada vez hay más mecanización.
El regateo continúa incluso ahora en los pueblos de India. Es un juego y merece la pena disfrutarse. Estás
jugando. Es una contienda entre dos inteligencias, y dos personas entran en contacto íntimo. Pero no ahorra
tiempo. Los juegos nunca pueden ahorrar tiempo. Y en los juegos nunca te preocupas por el tiempo. Estás
despreocupado, y no importa lo que esté pasando; lo disfrutas justo en ese momento.
3. Ser juguetón es una de las bases más profundas de todos los procesos meditativos. Pero somos serios;
estamos adiestrados para ello. De modo que, incluso cuando meditamos, estamos buscando el fin, el resultado.
Y, suceda lo que suceda, estarás insatisfecho.
La gente viene a mí y me dice: «Sí, la meditación está creciendo, progresando. Me siento más feliz, un poco
más silencioso, a gusto, pero no está pasando nada más.» ¿Qué nada más? Se que la gente que es así está
abocada a venir a decirme algún día: «Sí, estoy sintiendo el nirvana, pero no está sucediendo nada más. Me
siento dichoso, pero no está sucediendo nada más.» ¿Qué nada más? Está buscando alguna ganancia, y a no
ser que llegue a sus manos alguna ganancia muy visible, algo que pueda depositar en un banco, no puede
estar satisfecho. El silencio y la felicidad son tan vagos...; no puedes poseerlos, no puedes enseñárselos a
nadie.
Sucede a diario que la gente viene a decirme que está triste. Están esperando algo que no se debería esperar
ni siquiera en los negocios..., y están esperándolo en la meditación. La mente de los negocios entra en la
meditación con todo el adiestramiento de los negocios: ¿qué ganancia se puede obtener con ello?
El hombre de negocios no juega, y si no juegas, no puedes ser meditativo. Juega cada vez más. Pierde
el tiempo jugando. Jugar con niños servirá. Incluso si no hay nadie, puedes saltar y bailar solo en la
habitación y jugar. Disfruta. Pero tu mente seguirá insistiendo: «¿Qué estás haciendo, perdiendo el tiempo?
Puedes ganar algo en este tiempo. Puedes hacer algo, y estás saltando, cantando y bailando. ¿Qué estás
haciendo? ¿Te has vuelto loco?».
Pruébalo. Roba el tiempo que puedas a tu negocio y juega. Haz lo que sea puedes pintar, puedes tocar el sitar,
cualquier cosa que te guste, pero juega. No busques la ganancia con ello, no veas ningún futuro en ello; sólo el
presente. Y entonces..., entonces puedes jugar también por dentro. Entonces puedes saltar a tus
pensamientos, jugar con ellos, lanzarlos aquí y allá, bailar con ellos, pero no tomártelos en serio.
Muchas personas están inconscientes en lo que respecta a sus mentes. Son inconscientes de todo lo que
sucede en su mente; van a la deriva sin saber adónde les lleva la mente. Si puedes ser consciente de cualquier
ruta de la mente, te quedarás perplejo de lo que está sucediendo. La mente avanza por medio de asociaciones.
Un perro ladra en la calle. El ladrido llega a tu cabeza..., y ya has empezado. Puede que vayas hasta el fin del
mundo por medio de este ladrido del perro. Puede que recuerdes a algún amigo que tenía un perro. Luego
dejas ese perro y te llega a la mente ese amigo, y tenía una mujer muy guapa, y su mujer era muy guapa..., y ya
estás en movimiento. Puedes ir hasta el fin de este mundo y nunca recordarás que un perro te ha gastado una
broma; simplemente ladró y te puso en ruta, y empezaste a irte.
Te sentirás muy incómodo con lo que los científicos dicen acerca de esto. Dicen que esa ruta está fijada en tu
mente. Si el mismo perro vuelve a ladrar en la misma situación, volverás a seguir esa ruta: el amigo, el perro, la
esposa, la esposa guapa... Volverás a seguir el mismo camino.
Ahora han hecho muchos experimentos con electrodos en el cerebro humano. Tocan un punto específico del
cerebro y entonces surge un recuerdo específico. De pronto ves que tienes cinco años, estás jugando en un
jardín, corriendo tras una mariposa. Aparece toda la secuencia: te sientes bien, todo es agradable, el aire, el
jardín, el olor; todo cobra vida. No es simplemente un recuerdo; lo revives. Entonces quitan el electrodo y el
recuerdo cesa. Si el electrodo vuelve a tocar el mismo punto, comienza de nuevo el mismo recuerdo: vuelves a
tener cinco años, en el mismo jardín, la misma secuencia de sucesos. Cuando se retira el electrodo, el recuerdo
desaparece, pero vuelve a poner el electrodo en el mismo punto y el recuerdo vuelve a surgir.
Es como si estuvieras recordando algo mecánicamente. Y siempre empieza desde un cierto principio y termina
en un fin específico, y entonces empieza desde el principio... Al igual que cuando grabas algo en una
grabadora, tu cerebro tiene millones de recuerdos, millones de células grabadoras, y todo es mecánico.
Estos experimentos con el cerebro humano son muy extraños y muy reveladores. Los recuerdos pueden ser
revividos una y otra vez, una y otra vez. Un experimentador probó trescientas veces y el recuerdo fue el mismo:
estaba grabado. La persona con la que se hizo el experimento se dio cuenta, y le pareció que era extrañísimo,
porque no tenía ningún control, no podía hacer nada. Cuando el electrodo tocaba ese lugar, empezaba el
recuerdo y tenía que verlo. A lo largo de las trescientas veces, poco a poco se volvió un testigo. Empezó a
ver el recuerdo, pero entonces tomó consciencia de que él era diferente y este recuerdo era diferente de él.
4. Este experimento puede ser útil, muy útil para los meditadores, porque cuando sabes que tu mente no es más
que una grabadora mecánica en torno a ti, te separas de ella.
Esta mente se puede tocar. Ahora los científicos dicen que, tarde o temprano, cortaremos todos los centros que
producen angustia, ansiedad, porque se toca lo mismo una y otra vez y hay que revivirlo.
He hecho muchos experimentos con muchos discípulos. Haces lo mismo y ellos se mueven en el mismo círculo
vicioso, una y otra vez; una y otra vez..., a menos que tomen consciencia de que esto es mecánico.
Eres consciente de que si le dices lo mismo a tu mujer –cada semana, lo mismo-, ella reaccionará. Después de
siete días, cuando lo haya olvidado, dile lo mismo: ella reaccionará. Entonces grábalo... La reacción será la
misma. Tú lo sabes, tu mujer lo sabe: una pauta se vuelve fija..., y continúa. Incluso un perro puede poner en
marcha tu pauta simplemente ladrando. Se toca algo; ha entrado un electrodo. Has empezado un viaje.
Si juegas en la vida, entonces puedes jugar también dentro con la mente. Entonces se como si estuvieras
mirando algo en la pantalla de un televisor: no estás involucrado, eres sólo un espectador, un observador. Mira,
y disfrútalo. No digas que es bueno, no digas que es malo, no condenes, no valores, porque esas son cosas
serias. Si aparece una mujer desnuda en tu pantalla, no digas que esto es malo, que algún diablo está
haciéndote alguna jugarreta. No hay ningún diablo para hacer un truco contigo. Míralo como si sólo estuviera en
la pantalla, una pantalla de cine. Y sé juguetón con ello: dile a la dama, «iEspera!» No intentes echarla fuera,
porque cuanto más la empujes fuera, más entrará: las damas son difíciles. Y no la sigas. Si la sigues, entonces
estarás en dificultades. No sigas, no luches: ésta es la regla. Sólo mira y juega. Simplemente di «hola» o
«buenos días». Simplemente mira y no te alteres en absoluto. Deja que la dama espere. Se irá por sí misma,
como vino: se mueve por su cuenta. No está relacionada contigo; es sólo algo en la memoria. Afectada por
alguna situación, apareció; es sólo una imagen. Se juguetón con ella. Si puedes ser juguetón con tu mente;
cesará muy pronto, porque la mente sólo puede estar ahí si eres serio. La seriedad es el enlace, el
puente.
Criatura encantadora, juega. El universo es un caparazón vacío en el que tu mente retoza infinitamente.