2. 84
En 1890 Lissauer ofreció la primera aproximación para
comprender la agnosia, la cual se ha mantenido vigente
en muchos aspectos durante décadas. Propuso la exis
tencia de dos etapas seriales y jerárquicas en el reconoci
miento de objetos visuales: la apercepción y la asociación.
En la primera fase aperceptiva se discriminarían y agrupa
rían los rasgos visuales en una representación perceptiva
estable del estímulo, y en la siguiente fase asociativa, se
interpretaría lo percibido, al relacionar la representación
perceptiva con el conocimiento adquirido y almacenado;
sería entonces cuando el reconocimiento consciente fina
liza (Parkin, 1999).
En 1965 Geschwind planteó una nueva perspectiva, al
considerar la agnosia como una consecuencia de la desco
nexión entre las áreas cerebrales implicadas en los proce
sos visuales y los verbales. En los años setenta, Elizabeth
Warrington y sus colegas también se preocuparon por
conocer el papel que desempeñaban determinadas áreas
cerebrales en el reconocimiento de objetos. Sus estudios
con pacientes con lesiones en el lóbulo parietal derecho
revelaron que, aunque estas personas tenían rendimien
tos muy pobres en tareas diversas de percepción visual,
eran capaces de realizar discriminaciones de estímulos
basándose en propiedades más básicas, como la orien
tación de las líneas o el tamaño (Humphreys y Riddoch,
1984). Aportaron evidencia que apoyaba la hipótesis
sobre el fraccionamiento de los procesos implicados en
el reconocimiento de objetos al encontrar disociaciones
entre ellos, de modo que se podrían alterar uno o varios
de ellos mientras los demás podrían permanecer relati
vamente bien preservados. Especialmente interesantes
fueron sus estudios acerca de la capacidad para identifi
car un objeto con independencia de las diferentes orien
taciones, distancias y condiciones de luminosidad con
que se presente. Estos hallazgos acerca de la percepción
de objetos desde perspectivas inusuales les permitieron,
por una parte, plantear un modelo de reconocimiento de
objetos en varias etapas (Warrington y Taylor, 1978):
1) se realiza un análisis visual que tiene lugar en paralelo
en ambos hemisferios; 2) se lleva a cabo la categoriza
ción perceptiva, de modo que se accede a la representación
perceptiva o estructural de los objetos, lo que posibilita
la constancia del objeto; en este proceso estarían impli
cadas las áreas posteriores del hemisferio derecho, y 3) la
categorización semántica permite atribuir significado al
percepto. En esta fase estarían más implicadas zonas pos
teriores del hemisferio izquierdo. Por otro lado, desarro
llaron el Visual Object and Space Perception Battery para
evaluar detalladamente los componentes de la percepción
del espacio y de los objetos visuales (Warrington y James,
1991). Asimismo, influyeron en el desarrollo de la teoría
computacional de la visión de David Marr (1976, 1982),
para quien el sistema de procesamiento de los objetos
visuales sigue una serie de etapas funcionales jerárquicas:
1) en un primer momento se analizarían los elementos
perceptivos y las propiedades fundamentales de los obje
tos (bordes, longitud, contraste, orientación, etc.), dando
lugar al esbozo primario; 2) se añade información sobre
la profundidad, la discriminación figura-fondo, la textura,
etc. y se crea una representación del estímulo determi
nada o centrada por el punto de vista del observador, el
esbozo en 2 dimensiones y media (2,5D); 3) se establece
una representación del objeto que es independiente
mente del punto de vista con que se observe; la forma,
los rasgos, las peculiaridades se representan en términos
de su localización relativa en el objeto; es el esbozo en 3
dimensiones (3D), y 4) finalmente se realizaría la inter
pretación semántica al atribuir significado al estímulo.
Precisamente el proceso de categorización perceptiva pro
puesto por Warrington et al. podría considerarse análogo
a la transición desde el boceto 2,5D al 3D, y coincidirían
en la última fase semántica del proceso, señalando la par
ticipación de hemisferios diferentes en estas dos etapas.
Un marco que también favoreció la comprensión
del procesamiento visual en esta época fue la distinción
anatómica y funcional entre la codificación de lo que es
un objeto y dónde está. Ungerleider y Mishkin (1982),
basándose en datos de los efectos de las lesiones cere
brales y síndromes neuropsicológicos como la agnosia
visual o la heminegligencia espacial, definieron dos siste
mas visuales corticales que, desde el área visual primaria,
proyectan a regiones anatómicas distintas: una primera
vía ventral proyecta a la corteza temporal inferior y está
implicada en la discriminación de objetos: es la vía del
«qué»; y una segunda vía dorsal que proyecta a la corteza
parietal posterior estaría relacionada con la localización
espacial de los objetos; de ahí que se conozca como la vía
del «dónde». Años más tarde Milner y Goodale (1995)
clasificaron estas dos vías como el «qué» y el «cómo»,
basándose en las diferencias de la transformación de la
información. Para estos autores, el sistema del «qué» pro
cesa las características del objeto para crear representacio
nes estables utilizando diversos marcos de referencia, y el
sistema «cómo» transforma la información visual desde
un marco de referencia egocéntrico para la preparación
de una acción directa.
Humphreys y Riddoch (1987) han elaborado un
modelo de procesamiento de los objetos visuales que
recoge buena parte de las investigaciones y planteamien
tos que se han propuesto hasta el momento (fig. e6-1)
Riddoch y Humphreys (2001).
En las últimas modificaciones (Humphreys y Forde,
2001) defienden un procesamiento más interactivo entre
niveles, de modo que la información se transmitiría tanto
«en cascada» o de abajo arriba (botton-up), como de arriba
abajo (top-down). En la primera etapa tendrían lugar los
procesos sensoriales que codificarían los rasgos de color,
forma (longitud y orientación de las líneas), profundidad
y movimiento, agrupándolos en función de su semejanza
mutua, lo que permite detectar sus contornos, de manera
similar al esbozo primario de Marr. En la segunda etapa,
los procesos perceptivos incluirían el análisis y el agrupa
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
Parte | 2 |
4. 86
o contornos, etc.) forman una imagen en los fotorrecep
tores de la retina y en las células nerviosas situadas en
la zona posterior de cada ojo. Aquí la luz se transforma
en señales electroquímicas que van a trasmitirse a través
de las largas fibras de axones de las células ganglionares
que conforman los nervios ópticos hasta el cerebro. En
la base del cerebro los nervios ópticos se unen en una
estructura con forma de «X», el quiasma óptico, donde
los axones procedentes de las células ganglionares de la
mitad interna de cada retina (lados nasales) se cruzan y
los axones de las hemirretinas externas (lados tempora
les) se mantienen en el mismo lado del cerebro. Estos
axones alcanzan el núcleo geniculado lateral del tálamo,
donde se distinguen tres conjuntos de capas de neuro
nas: magnocelulares, parvocelulares y coniocelulares,
que pertenecen a sistemas diferentes que van a analizar
distintos tipos de información visual. Desde este núcleo
envían señales al área de la corteza visual primaria (área 17
de Brodmann o corteza estriada y V1 en el mono)
en el lóbulo occipital. Del mismo modo, en la corteza
estriada encontramos: 1) el sistema magnocelular, el
más primitivo, sensible al movimiento, a la profundi
dad y a las pequeñas diferencias de brillo; 2) el sistema
parvocelular, más reciente e implicado en el color y en
la discriminación de pequeños detalles, y 3) el sistema
coniocelular, que aporta información adicional sobre el
color al estar encargado de las longitudes de ondas cortas
(tonos azules).
Las neuronas de la corteza estriada envían axones a
la corteza de asociación visual o extraestriada. La mayor
parte de estas eferencias se envían a V2, donde las vías
divergen. Se han identificado dos vías principales de
análisis. Por un lado, una corriente dorsal se extiende y
asciende hacia los lóbulos parietales; algunos axones
transportan la información recibida desde el sistema
magnocelular y proyectan al área V5. Esta vía estaría
implicada especialmente en la localización de los obje
tos y en cómo se podría proceder respecto a ellos, lo que
guía movimientos tales como asir los objetos. Y, por otro
lado, una segunda corriente o vía ventral se dirige hacia
los lóbulos temporales, recibe la información del sistema
parvocelular y magnocelular, y procesa la que lleva al
reconocimiento y a la identificación de los objetos.
Existen otras vías que envían información de los estí
mulos visuales desde la retina. Entre estas se pueden
destacar una vía que finaliza en el hipotálamo y que está
relacionada con los ciclos de actividad de día y noche;
otras vías terminan en el techo óptico y en los núcleos
pretectales, y coordinan los movimientos oculares, con
trolan los músculos del iris (por tanto, del tamaño de
la pupila) y los ciliares (implicados en el control del
cristalino), y participan en dirigir la atención hacia los
movimientos repentinos que aparecen en la periferia del
campo visual (Carlson, 2004).
A finales de los años ochenta, Damasio, Tranel y
Damasio (1989), basándose en las redes neuronales,
propusieron un modelo de la arquitectura cognitiva/
neurológica para el aprendizaje, la memoria y el reco
nocimiento. Los diversos rasgos perceptivos de los
objetos evocarían un patrón de actividad neuronal en la
corteza primaria y en las áreas de asociación; posterior
mente estos rasgos se combinan en lo que se denomi
nan «áreas de convergencia local», que sirven para unir
el patrón de características percibidas en una «entidad».
A diferencia de los modelos neurológicos tradicionales,
para estos autores no existe una única zona cortical
donde se almacene u organice la información sobre
el significado de los estímulos, sino que participan
amplias zonas cerebrales, sensoriales y motoras, corti
cales y subcorticales (estructuras límbicas, talámicas,
hipotálamo, núcleos del tronco cerebral, etc.) (Perea,
Ladera y Echeandía, 2001). De este modo, el reconoci
miento no se produce por la activación de un paquete o
una representación almacenada, sino que se da cuando
se reactiva el patrón neuronal que define una entidad
concreta, en respuesta a un estímulo, durante un lapso
de tiempo (Oliveros, 2007).
Trastornos en el procesamiento
visoperceptivo
Son diversos los tipos de trastornos en el procesamiento
visoperceptivo que pueden presentar las personas depen
diendo de qué aspectos o componentes del mismo se
hayan visto afectados por la lesión cerebral. A continua
ción se expondrán las alteraciones más frecuentes.
Procesamiento visual temprano
Las habilidades de procesamiento visual temprano están
organizadas de forma modular. Schachter (1994) ha uti
lizado el término sistemas de representación perceptual para
denominar a un conjunto de subsistemas específicos de
dominio que representan y procesan información acerca
de la forma y la estructura de las palabras y los objetos.
Están implicadas áreas especializadas en la parte posterior
del cerebro.
Las lesiones bilaterales en la corteza occipital estriada,
alrededor de la cisura calcarina y en la cara interna del
lóbulo occipital pueden producir ceguera cortical. La loca
lización y extensión de la lesión determinarán el grado de
pérdida visual y con qué propiedad(es) visual(es) tiene
más dificultades la persona. De este modo, se pueden ver
afectadas la agudeza visual, la percepción del movimiento
(akinetopsia —lesiones occipitotemporales laterales—), de
las variaciones en el tamaño de los estímulos, de la forma,
de la discriminación figura/fondo y del color (acromatop-
sia —lesiones bilaterales en las circunvoluciones lingual y
fusiforme— o hemiacromaptosia —en caso de que la lesión
sea unilateral—), la percepción de los gradientes de la
textura, y la información sobre los bordes y esquinas de
los objetos.
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
Parte | 2 |
6. 88
emocionales que aquellos que tienen afectado el hemisferio
izquierdo (Kartsounis, 2003).
Procesamiento visoespacial
Estas alteraciones están relacionadas con la dificultad
para localizar los objetos en relación con los otros
en el espacio, y para saber dónde se encuentran los
objetos en relación con uno mismo. Las principa
les manifestaciones clínicas de estos trastornos son
(Manning, 2003):
• Desorientación visual. Los sujetos tienen dificultades
para localizar, alcanzar o señalar objetos simples, a
pesar de tener una agudeza visual normal, realizar
una adecuada localización de sonidos exteriores
y de tener estimulación táctil en su cuerpo, no
mostrar déficits motores, presentar sensaciones
somáticas precisas y utilizar adecuadamente las partes
del cuerpo. Los pacientes con ataxia óptica están
realmente viendo el objeto, pero posicionan su mano
en la distancia equivocada en una o más dimensiones
espaciales. La lesión cerebral se produce normalmente
en las proyecciones dorsales, occipitoparietales, es
decir, en la vía del «dónde».
• Afectación del procesamiento visual complejo.
Se produce una desorientación topográfica
(dificultades para encontrar el camino de
una localización a otra, a pesar de mostrar
un reconocimiento visual topográfico intacto
y memoria) y un déficit de análisis espacial
(problemas para discriminar la posición
y/o la orientación de líneas). Se debe
predominantemente a un daño parietal derecho.
• Heminegligencia espacial. El sujeto no responde a un
estímulo que se presenta en el espacio extracorporal
contralateral a la lesión cerebral (generalmente del
lado izquierdo del cuerpo). Afecta a actividades
básicas como vestirse, leer, escribir, etc. También
se puede observar en la recuperación de las
representaciones de objetos o lugares familiares.
• Síndrome de Balint. Consta de tres síntomas
principales: 1) ataxia óptica: dificultades para alcanzar
los objetos cuando el movimiento está guiado
visualmente; 2) apraxia ocular: alteración de la
exploración visual por la incapacidad para mantener
la mirada fija en un objeto, y 3) simultagnosia: la
percepción de objetos separados tiene lugar de forma
independiente, aun cuando los bordes de los objetos
se superpongan en el campo visual.
Procesos imaginativos
Las personas con alteración en los procesos imaginativos
pueden tener dificultades para crearse una imagen mental
acerca de acontecimientos previamente experimentados,
de los atributos visuales de objetos que conozca o de la
localización y estructura de objetos en 3D. Su capacidad
para copiar modelos y describir sus características visua
les está preservada. Estos déficits están relacionados con
lesiones posteriores izquierdas (Manning, 2003).
Procesos constructivos
La afectación de los procesos constructivos (también
denominados «apraxia constructiva») puede llevar a
que las personas sean incapaces de realizar dibujos
complejos o ensamblar patrones de diseños simples como
bloques, piezas, palitos y realizar construcciones 3D.
También pueden tener dificultades para encajar los
componentes en una organización espacial adecuada
y/o reproducir modelos 3D a partir de modelos bidi
mensionales. En estos casos estarían preservadas la per
cepción visual de las formas, la localización espacial y
la apraxia ideomotora.
Se observan en sujetos con lesiones parietales derechas
o izquierdas, pero son más graves en los casos de afecta
ción derecha o bilateral:
• Lesiones izquierdas: dan lugar a una
sobresimplificación del modelo dentro del contexto
de una relación espacial relativamente preservada.
La causa es el fallo en la organización de las acciones
necesarias para las tareas de construcción.
• Lesiones derechas: producen sobreelaboración, con
frecuentes fragmentos irrelevantes que muestran una
desorganización espacial. La causa es el fallo en la
organización del espacio.
Evaluación neuropsicológica
de las funciones visoperceptivas
Como ya hemos comentado en otro lugar (Fernández-
Guinea, 2007; Frank, Fernández-Guinea y Amer, 2007),
la evaluación neuropsicológica tiene unos objetivos dis
tintos en función del ámbito en el que se realice. En el
ámbito clínico, los principales fines de la valoración son
los siguientes:
• Analizar las consecuencias de la lesión cerebral en
términos del estado de conciencia, el funcionamiento
cognitivo, las alteraciones emocionales y los cambios
de la conducta y de la personalidad.
• Establecer los perfiles neuropsicológicos,
determinando qué componentes de cada capacidad
cognitiva están afectados y cuáles permanecen
preservados.
• Analizar las estrategias que emplea el paciente para
resolver las diferentes cuestiones que se le plantean,
determinando la eficacia de cada una de ellas.
• Determinar cómo pueden influir los déficits
neuropsicológicos en la realización de las actividades
de la vida diaria y el nivel de dependencia del
afectado.
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
Parte | 2 |
8. 90
famosas; sin embargo, hay que tener en cuenta el com
ponente de memoria y cultural de las mismas, que hace
que no sean válidas para todos los sujetos; por ello
puede ser más conveniente utilizar fotos de familiares
y amigos o de figuras públicas bien conocidas por el
paciente. Asimismo, se pueden utilizar pruebas de reco
nocimiento encubierto o demostración de familiaridad,
selección forzada, tareas de tiempo de reacción, medi
das neurofisiológicas (potenciales evocados), etc. El
nodo de identidad personal se puede evaluar con tareas
de reconocimiento de la profesión, lugar de proceden
cia o residencia, cómo conoció a determinada persona,
etc. El acceso al léxico se valora con pruebas de deno
minación de personajes famosos y rostros familiares
(Lopera, 2000).
El procesamiento de las expresiones faciales se estima
mediante la tarea de expresión facial de las emociones
(Young, Perrett, Calder, Sprengelmeyer y Ekman, 2000).
Procesamiento visoespacial
Los diferentes aspectos del procesamiento visoespacial se
evalúan mediante tareas en las que se pide al paciente que
localice estímulos simples mediante un escaneo visual,
estime la distancia entre objetos, describa la ruta entre
lugares bien conocidos, responda a diferentes estímulos
que aparezcan en su hemicampo espacial izquierdo (o
derecho en el caso de lesiones cerebrales izquierdas), etc.
Se puede utilizar el test de orientación de líneas (Benton,
Varney y Hamsher, 1978), así como baterías de funciones
visoperceptivas y visoespaciales como las siguientes:
• Visual Object and Space Perception Battery (Warrington y
James, 1991): al inicio se aplica un pretest para asegurar
la capacidad del sujeto para detectar estímulos visuales.
A continuación se pueden aplicar los primeros cuatro
subtest diseñados para evaluar la etapa aperceptiva
(escaneo visual, contar puntos, etc.); los cuatro últimos
test evalúan la etapa asociativa mediante el barrido
espacial, la posición relativa de dos estímulos en
el espacio, la ubicación de un estímulo y la
interpretación 3D de una figura bidimensional.
• Birmingham Object Recognition Battery (Riddoch y
Humphreys, 1993): consta de 14subtest agrupados en
dos grupos: 1) test de «procesamiento precategorial»
(no requieren el acceso a la información
almacenada), que evalúan el procesamiento del
tamaño, la orientación, la ubicación, la longitud,
la discriminación figura-fondo y la constancia
del objeto, y 2) test de «acceso a la información
almacenada», entre los que se encuentran el dibujo
bajo orden, la decisión de objetos, el emparejamiento
de objetos por su apariencia física y relación
semántica, y la denominación de objetos.
• Batería parietal y cuantitativa de Boston (Goodglass
y Kaplan, 1972): se diseñó para evaluar funciones
asociadas principalmente a regiones posteriores
del cerebro, incluyendo el síndrome de Gertsman.
Las tareas que incluye son: dibujo de objetos de
alta frecuencia bajo orden y en condición de copia,
orientación geográfica en una silueta muda de
España, test del reloj y de la casa, cálculo, prueba de
orientación izquierda-derecha, gnosias digitales y
praxias.
Procesos imaginativos
La imaginación visual se examina pidiéndole al paciente
que dibuje bajo orden (de memoria) y luego copie mode
los canónicos u objetos familiares (flores, casa, etc.). Del
mismo modo, pueden hacérsele preguntas sobre elemen
tos que incluyan una gran variedad de atributos visua
les (p. ej., «¿Cómo se llama el pájaro que tiene un pico
curvo, grande, cabeza redondeada, ojos grandes y plu
maje suave?») o que sólo tenga en cuenta las funciones
(p. ej., «¿Cuál es el pájaro que permanece despierto toda
la noche, vuela y ulula?»). Otra alternativa sería hacerle
preguntas sobre tamaños relativos de objetos, animales,
colores, etc. que tenga que imaginar.
En el caso de la imaginación espacial, se pueden presen
tar estímulos rotados y/o girados, o con diferentes pers
pectivas, y pedirle que nos diga si tienen curvas o esquinas
(p. ej., con letras), o en qué lado (derecho o izquierdo)
aparece una determinada característica visual, etc.
Procesos constructivos
Las tareas constructivas implican la participación de otras
capacidades cognitivas como las visoperceptivas, memo
ria no verbal o componentes de las funciones ejecutivas.
Por esta razón, es importante distinguir en la evaluación
de estos procesos aquellas dificultades que procedan del
componente de planificación de los déficits que proven
gan del componente visoperceptivo y visoespacial, o las
relaciones con aspectos semánticos o mnésicos. Para ello
se recomienda analizar cuidadosamente la actuación
del sujeto en varios test constructivos, así como tener en
cuenta su rendimiento en pruebas neuropsicológicas que
evalúen las capacidades cognitivas mencionadas.
Se pueden aplicar tareas de dibujo bajo orden, los
subtest de cubos y rompecabezas de la Wechsler Adults
Intelligence Scale III, el test gestáltico visomotor de Ben
der (1938), el de desarrollo de la integración visomotora
(Beery, 1967), el test de la figura compleja de Rey (Oste
rrieth, 1945), el del dibujo de la bicicleta (Taylor, 1995),
el test de retención visual de Benton (Benton 1952;
Benton y Fogel, 1961), el de construcción de bloques
3D (Benton, Hamsher, Varney y Spreen, 1983), el test de
praxias constructivas 3D (Benton y Fogel, 1961), o los test
de reproducción de figuras geométricas o de construcción
con bloques, cubos y palitos (Goodglass y Kaplan, 1972).
En la tabla 6-1 se presentan algunas de las pruebas más
utilizadas para evaluar las habilidades visoperceptivas.
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
Parte | 2 |
10. 92
formas más similares, enseñando al sujeto a detectar
qué rasgos las diferencian. Es importante que el
paciente reciba una retroalimentación (feedback)
inmediata sobre su actuación. El grado de dificultad
de la tarea se puede aumentar introduciendo
dibujos de líneas, fotografías, objetos reales, etc. De
este modo también puede mejorar la agudeza visual
y la sensibilidad al contraste.
• Se pueden realizar modificaciones de la tarea anterior
introduciendo variaciones de colores, tamaños y formas.
• Entrenamiento en el seguimiento suave de los movimientos
de los ojos cuando se mueve un objetivo. En este caso el
objetivo se puede mover en diferentes direcciones con
la cabeza estable y la velocidad se puede adaptar a
los movimientos oculares. También es recomendable
entrenar al paciente en situaciones de la vida diaria
donde es importante el movimiento, como cruzar
una calle, utilizar una silla de ruedas eléctrica, etc.
• Otras modalidades sensoriales como el tacto pueden
favorecer el entrenamiento en estas habilidades. Por
ejemplo, en el caso de un paciente con dificultades
para percibir la profundidad y la perspectiva, la
exploración del entorno tocando los objetos que
le rodean puede ayudarlo para recorrer espacios y
calcular distancias y ángulos. Del mismo modo, las
claves auditivas pueden facilitar este entrenamiento.
También para estos pacientes puede ser conveniente
utilizar juegos de ordenador 3D que tratan de
disminuir estos déficits.
• Procedimientos graduados de discriminación figura-fondo.
En ellos, el sujeto buscará, en disposiciones cada vez
más complejas visualmente, los detalles que permitan
localizar las formas y los objetos pretendidos.
Se pueden utilizar algunas técnicas compensatorias,
como usar estímulos visuales de gran tamaño, modificar
las características de las pantallas de los ordenadores para
aumentar el contraste entre el fondo y los estímulos, colo
rear con colores vivos las esquinas de muebles, escaleras u
otros muebles que requieran una detección rápida, redu
cir la estimulación del entorno para favorecer la detección
de los estímulos objetivo, utilizar etiquetas que indiquen
la localización de los objetos y mejorar el contraste de los
elementos que se deben identificar rápidamente, etc.
Reconocimiento visual superior
Los programas de intervención, en este caso, se centran
en favorecer la integración de las características visuales
en una representación estructural y/o favorecer la deter
minación del significado de los estímulos visuales, como
objetos y caras.
En un primer momento es aconsejable iniciar los pro
gramas de tratamiento con objetos reales habituales en
el entorno del paciente y con caras de familiares cercanos
para después, una vez que el paciente vaya adquiriendo
las estrategias entrenadas, introducir elementos más
complejos y menos frecuentes y familiares; asimismo, se
puede plantear la utilización de seudoobjetos. Una vez
que las personas estén familiarizadas con el reconoci
miento de los distintos rasgos visuales de los estímulos,
se les enseñará cómo la unión de los mismos da lugar
a una representación que es característica de un objeto
o una cara, y diferente de otros elementos similares. Por
ejemplo, se les puede enseñar las características percep
tivas de un determinado tipo de categoría, como los
animales (p. ej., predominio de líneas curvas), utensilios de
cocina (p. ej., predominio de líneas rectas, presencia
de algún tipo de asidero, etc.), prendas de vestir (p. ej.,
presencia de botones), etc., y a continuación entrenar en
la discriminación de los rasgos perceptivos de ejemplares
de la misma categoría.
Al inicio se pueden llevar a cabo tareas para mejorar la
precisión del reconocimiento de objetos y formas, como
denominación de dibujos y formas, emparejamiento
de dibujos y formas, de letras y/o palabras, clasificación de
caras por la forma del óvalo, etc. También puede ser
eficaz para aumentar la velocidad del reconocimiento
de estímulos distorsionados o incompletos trabajar con
dibujos, palabras, letras, fotos, etc. que el paciente tenga
que completar, perspectivas alteradas, figuras escondidas
y/o solapadas, actividades en las que tenga que descubrir
elementos camuflados (p. ej., qué partes importantes fal
tan de los estímulos o qué está mal en una escena), etc.
Centrándose más en la formación de la representación
estructural, se pueden emplear diversas tareas encaminadas
a favorecer la búsqueda de los rasgos clave de los objetos y
de las caras, como la denominación de objetos y personas,
demostración del uso de los objetos, selección apropiada
de los artículos de autocuidado y de las prendas de vestir,
reconocimiento preciso de fotos de familiares, etc. Y para
relacionar estas representaciones de los objetos con su
significado se aconsejan tareas de categorización (clasi
ficación, emparejamiento, asociaciones, etc.) y el entre
namiento en el uso de la información del contexto para
favorecer el reconocimiento de los estímulos visuales.
Procesos visoespaciales
Los programas de rehabilitación de los procesos viso
espaciales tratan de disminuir las dificultades que mues
tran algunas personas con daño cerebral para localizar los
objetos y situarlos en relación con ellos mismos.
Los pacientes que tienen dificultades en la percepción
espacial se pueden beneficiar de las siguientes estrategias
generales:
• El entrenamiento puede comenzar con descripciones
escritas de la localización (p. ej., en la derecha encima
de la puerta) de objetos muy familiares y claramente
distinguibles, utilizando claves ambientales muy
visibles y significativas (p. ej., una mesa, una ventana,
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
Parte | 2 |
12. 94
• Los pacientes se benefician de diversas claves, por
ejemplo, auditivas (como los chasquidos de dedos
en el lado afectado), visuales (como utilizar una
línea roja en la parte izquierda o derecha, según
corresponda, de las hojas que va a leer, o brazaletes
o señales vistosas en el lado afectado), táctiles (como
aparatos vibradores o estímulos calientes o fríos), etc.
• Entrenamiento repetitivo en los movimientos
de escaneo de los ojos, en el que los estímulos
comienzan a presentarse desde la parte del espacio
que omite.
• Es importante explicar a los familiares y demás
terapeutas que traten siempre de hablarle, cogerlo,
situarse, etc., en el lado afectado, para que el paciente
se acostumbre a considerar los estímulos de ese lado.
Procesos imaginativos
Ciertas técnicas y métodos que hemos comentado ante
riormente al referirnos a los programas de rehabilitación
del reconocimiento visual superior y de los procesos
visoespaciales pueden ser también útiles en este caso, ya
que lo que se pretende lograr es que la persona pueda
llevar a cabo estas funciones sin que sea necesaria la per
cepción de los objetos, es decir, mediante imágenes men
tales.
Se ha propuesto el entrenamiento en la copia de
modelos que deben ser muy conocidos para el paciente.
Progresivamente se irían presentando menos partes para
que el paciente tuviera que ir imaginando poco a
poco los detalles que faltarían y pudiera completar el
dibujo.
Otra técnica está relacionada con el uso de informa
ción no visual. En este caso se le presenta al sujeto una
serie de objetos familiares y menos familiares para que
los explore mediante el tacto. Las superficies de estos
objetos (o parte de ellas) se pueden cubrir con mate
riales de diferentes texturas y se asocian con colores
(p. ej., la parte rugosa con el marrón). Se le instruye a
la persona para que vaya describiendo la forma de los
objetos, imagine los distintos colores basándose en la
textura de las superficies y posteriormente se le pide
que los imagine en distintas localizaciones espaciales
(p. ej., encima de la mesa, cerca de la ventana), etc.
(Manning, 2003).
También se le puede entrenar para que describa secuen
cias de imágenes visuales, como los pasos a seguir para
preparar una comida simple, cómo se viste, etc.
Procesos constructivos
Dadas la complejidad de estos procesos y la implica
ción de otras funciones cognitivas, se aconseja aplicar
técnicas de intervención de estas habilidades cuando
las más sencillas y complejas estén bien consolidadas.
Conocemos que el tamaño de la lesión no está relacio
nada con el grado de recuperación de este déficit, pero
sí parece que los pacientes con lesiones en el hemisferio
izquierdo muestran una mejor recuperación que los que
tienen afectado el derecho (Manning, 2003).
A continuación se presentan algunas sugerencias gene
rales que pueden favorecer a las personas que tienen difi
cultades en las habilidades visoconstructivas (Johnstone y
Stonnington, 2009):
• Entrenamiento guiado y repetido de tareas de
dibujo y ensamblaje de objetos básicos que
van desde los elementos más fáciles a los más
complejos. Por ejemplo, al principio se enseñan
al sujeto las habilidades mecánicas que requiere el
dibujo simple o el ensamblaje de figuras en 2D, y
se trabaja progresivamente hacia los niveles más
complejos (p. ej., figuras 3D).
• Para mejorar el dibujo, se pueden utilizar
transparencias, plantillas y papel con líneas o
cuadraditos, que faciliten al paciente la tarea por
ofrecer una estructura básica y permitir comprobar la
evolución en la precisión de los gráficos.
• Las tareas de integración visomotora se pueden
implementar utilizando una jerarquía que comienza
con el alcance/agarre simple de piezas, señalar,
coger, etc., desde dibujos o tareas de reproducción de
diseños a tareas de construcción en 3D.
• Utilizar claves escritas e instrucciones paso a paso
para guiar las estrategias construccionales efectivas.
Por ejemplo, cuando dibuje se le puede instruir
primero a fijarse en la configuración de los diseños
pequeños que conforman la figura más amplia.
A continuación, se le puede guiar para dibujar el
contorno o las porciones más destacadas de las
figuras. Se pueden ir incorporando las principales
líneas divisorias. Se pueden añadir más detalles,
trabajando sistemáticamente una parte específica
de la figura y luego pasando a otra. Finalmente, se
le podría guiar para que volviera a revisar todos
los detalles, y asegurarse de que están y que son
precisos.
• Para las figuras 3D, el entrenamiento puede
comenzar por el ensamblaje de cubos o de
estímulos parecidos, y después pasar a estímulos
diferentes (p. ej., piezas de puzles). Finalmente,
el objetivo sería progresar a los modelos más
complejos y a tareas que fueran similares a las
que realizaba el sujeto en su casa o en su puesto
laboral. Otra ayuda que se puede ofrecer es colocar
previamente las partes en el orden adecuado para
encajarlas. Las actividades ideales son aquellas que
sean semejantes a las del contexto anticipado de la
vida real.
• Se pueden realizar también mosaicos, reproducciones
con plastilina, completar figuras, etc.
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
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14. 96
otro, y el output del sistema motor estaría guardado en
las coordenadas espaciales intrínsecas definidas por el
esquema corporal (Perea, 2007).
Este modelo ha recibido críticas, algunas de ellas
relacionadas con algunos de los términos que emplea.
Cubelli et al. (2000) plantean una modificación del
mismo, sustituyendo la noción de «patrones inervatorios»
(empleada por Liepmann) por el concepto de transforma
ción visomotora directa, e incluyendo un almacén temporal
(similar al bucle fonológico) en la intersección entre la vía
directa y la indirecta. Según este modelo, Cubelli et al (2000)
proponen una descripción de los distintos tipos de apra
xia del siguiente modo (Calvo, 2009):
• Alteración del léxico de acción de entrada: produciría
una dificultad para discriminar y comprender los
gestos que observa, mientras que la capacidad para
imitar y ejecutar gestos bajo una orden verbal estaría
preservada (agnosia de la pantomima).
• Daño en el almacén semántico de la acción: se
mostrarían dificultades para atribuir significado a los
gestos y para ejecutar la acción bajo una orden verbal,
mientras que la imitación se encontraría preservada.
De este modo, distinguiría entre los movimientos
ejecutados de forma precisa e imprecisa, así como las
acciones familiares o novedosas (apraxia conceptual;
apraxia ideativa sin apraxia ideomotora).
• Lesión del léxico de acción de salida: se diferencia del
anterior en que el reconocimiento, aunque no la
producción, de gestos está intacto; la imitación se
encontraría también preservada.
• Alteración en el mecanismo visomotor: conllevaría un
déficit en la imitación específica para los gestos
nuevos o sin significado (apraxia de conducción;
apraxia ideomotora sin apraxia ideativa).
• Déficit del buffer gestual: se observa una alteración
general en la ejecución del acto motor, pero el
conocimiento del mismo se encuentra preservado.
Esta lesión afecta más a las secuencias complejas y
largas que a los movimientos sencillos.
Buxbaum y Coslett (2001) también cuestionan este
modelo porque quedarían sin explicar algunas cuestio
nes acerca de los mecanismos y los procedimientos que
participan en los engramas gestuales, así como de su
contenido; no se sabría en qué se diferencia una acción o
un gesto novedoso de uno que ya se ha aprendido, cómo
se representan las características y limitaciones biomecá
nicas del cuerpo humano a la hora de producir gestos,
cómo se distinguen las representaciones que permiten la
ejecución de gestos intransitivos de aquellas que permi
ten movimientos asociados con objetos en el espacio, etc.
Proponen un modelo espacial-motor de acción que se
basa inicialmente en la propuesta de Ungerleider y
Mishkin (1982) sobre las dos vías de procesamiento visual
(ventral [«qué»] y dorsal [«dónde»]), y la de Milner y
Goodale (1992) acerca de la relación que existe entre el
procesamiento visual de la localización de los objetos en
el espacio y el procesamiento motor de la acción sobre
esos objetos. El modelo incluye tres tipos de representa
ciones y dos procesos:
• Representaciones:
n Esquema corporal, con información estática de las
diferentes partes del cuerpo y de las relaciones de
contigüidad entre ellas.
n Almacén de descripciones estructurales del cuerpo y de
sus partes, con independencia de la postura, de la
orientación y del ángulo visual del observador.
n Almacén de información semántica corporal acerca de
las propiedades de las partes del cuerpo.
• Procesos:
n Procesamiento espacial intrínseco: describe las
posiciones dinámicas de las partes del cuerpo en el
espacio y a lo largo del tiempo, con independencia
del procesamiento visual.
n Procesamiento espacial extrínseco egocéntrico: aporta
información dinámica de la ubicación de los
objetos en el espacio, en relación con las partes
del cuerpo, aunque los objetos y el cuerpo se
desplacen.
Una respuesta diferente a las cuestiones planteadas se
ha basado en los estudios acerca del descubrimiento del
comportamiento de las neuronas espejo en la corteza
premotora y parietal de los primates y en humanos
(Rizzolatti, Fadiga, Gallese, et al., 1996; Rizzolatti, Fadiga,
Matelli, et al., 1996). Los datos existentes muestran que
estas neuronas se activan tanto cuando están realizando
un movimiento como cuando se observa simplemente
ese mismo movimiento realizado por otro individuo.
Las neuronas espejo sugieren la existencia de un código
común entre la ejecución de la acción y su observación,
lo que llevaría a cuestionar la necesidad de que existan
dos componentes independientes de entrada y salida
del léxico práxico. Otros trabajos también han apoyado
la idea de que las mismas estructuras utilizadas para la
producción serían las encargadas de discriminar gestos
(Politis, 2005). Sin embargo, los casos clínicos que mues
tran una doble disociación entre discriminar y ejecutar
tareas podría apoyar la tesis acerca de la existencia de dos
sistemas distintos (Perea, 2007).
Por otra parte, varios estudios que se han hecho sobre
la imitación de acciones en pacientes con lesiones cere
brales parecen sugerir que incluso las acciones nuevas o
sin significado podrían estar representadas conceptual
mente en algunas condiciones (Goldenberg 1999, 2001),
por lo que se pondría en duda si las acciones sin signifi
cado usarían en alguna ocasión la vía indirecta o semán
tica. Koski, Iacoboni y Mazziotta (2002) sugieren que
una manera más adecuada de clasificar las acciones sería
referirse a acciones aprendidas, que estén presentes en
el repertorio motor del individuo (en lugar de acciones
con significado), y a acciones nuevas, que deban ser
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
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16. 98
corteza premotora participa en el desarrollo de las
representaciones motoras y en la adaptación de los
programas motores ante los cambios del ambiente
(Geschwind, 1965). El área motora suplementaria
juega un papel importante en la organización
temporal del movimiento, en la secuenciación de
los movimientos múltiples y en las tareas motoras
que impliquen la recuperación de información
desde la memoria remota. Tiene una función
motora voluntaria; programa las secuencias de
los movimientos dependiendo de las aferencias
sensoriales y de la información propioceptiva
que recibe desde la corteza parietal y el tálamo.
Se ha planteado que esta área sea la encargada de
decodificar las representaciones espaciotemporales
de los movimientos y transformarlas en patrones
inervatorios (Peigneux et al., 2004); es un lugar de
transcodificación de representaciones práxicas en
programas motores o en patrones de inervación de
actividades que activan la corteza motora primaria.
• Corteza prefrontal: en este área se generan planes y
programas de acción y se verifica el modo en que
se están ejecutando los actos motores. Desempeña
un papel fundamental en la integración de toda
la información que es necesaria para ejecutar una
acción correctamente; de ahí la importancia de su
implicación en los circuitos que relacionan áreas
corticales y subcorticales como los ganglios basales.
• Ganglios basales: integran la información que
reciben desde las distintas regiones cerebrales y
la proyectan, a través del tálamo, hacia la corteza
motora, premotora y prefrontal. De este modo se
favorece la fluidez de los movimientos y se observa
su implicación en la planificación y ejecución de
secuencias motoras. Mientras que la corteza frontal
estaría implicada en el establecimiento de la acción,
los ganglios basales mantendrían dicha acción.
• Cerebelo: su principal aportación en relación con
el control del movimiento es el control de la
postura, los movimientos suaves, la coordinación
de las distintas articulaciones en un movimiento,
el aprendizaje de movimientos nuevos y el control
del aspecto temporal de los movimientos (Mauk,
Medina, Nores y Ohyama, 2000).
• Vías de conexión de sustancia blanca: las estructuras
blancas subcorticales intrahemisféricas e
interhemisféricas, como el cuerpo calloso, son
fundamentales en las habilidades práxicas, porque
permiten que los componentes motores de ambos
hemisferios estén conectados, se relacionen y puedan
compartir sus diferentes aportaciones.
Los estudios recientes con neuroimagen muestran que los
dos hemisferios sustentan la actividad práxica, aunque
el hemisferio izquierdo parece estar más involucrado en
algunas tareas (Calvo, 2009). El hemisferio izquierdo
parece ser dominante para los actos motores aprendidos,
el análisis de los detalles y las partes, la coordinación tem
poral, el control y la programación del acto motor, y la
representación de las acciones en términos de las relacio
nes con las estructuras del cuerpo. Por su parte, el hemis
ferio derecho participa en el análisis visoespacial de los
gestos, en la comprensión de su significado. Sin embargo,
el estudio de los casos ha mostrado la variabilidad de la
organización cerebral en este ámbito (Perea, 2007).
Estos estudios también han permitido observar cómo
las bases neuronales de la ejecución de acciones nuevas y
aprendidas varían según su nivel de consolidación y auto
matismo. De este modo, durante el aprendizaje de una
acción se observan cambios en las cortezas parietal, pre
motora y motora primaria, así como en áreas sensoriales.
Sin embargo, cuando la ejecución está bien aprendida
y se realiza de manera más automática, la actividad se
observa en el área motora suplementaria, en la corteza
sensorial motora primaria, en los ganglios basales y en el
cerebelo (Passingham, 1993), pero no parece que partici
pen las áreas asociativas parietales o frontales.
Clasificación de los trastornos
del control voluntario
de los movimientos
A principios del siglo xx, Liepmann, basándose en sus
observaciones clínicas sobre casos de pacientes que pre
sentaban dificultades para realizar movimientos volun
tarios, sugirió tres tipos de apraxias: la apraxia ideativa,
la apraxia ideomotora y la apraxia cinética de miembros
(que años más tarde se descartó como una alteración
apráxica). La apraxia ideativa o ideatoria se ha descrito
como una alteración de los planes espaciotemporales o
la pérdida de las fórmulas motoras que imposibilitan al
paciente la construcción de la idea del movimiento (no
sabe cómo hacer) y se produciría por una lesión en la
circunvolución supramarginal. En la apraxia ideomotora,
la dificultad estaría en la activación de un plan motor:
aunque el sujeto sabe qué movimientos debe realizar,
no puede llevarlos a cabo, por lo que habría una desco
nexión entre la fórmula motora y el plan motor debido
a la existente entre las regiones anteriores (cortezas pre
motora y motora) y la corteza parietal (Liepmann 1900,
1905). Ambos términos, apraxia ideomotora y apraxia
ideativa, han sido utilizados por diferentes autores en
distintas épocas para tratar de explicar las observaciones
clínicas de pacientes; sin embargo, en muchas ocasio
nes han resultado confusos, y es difícil definir los criterios
clínicos que inequívocamente distinguen estas formas de
apraxia. Todo ello ha motivado la aparición de la con
troversia sobre si realmente representan alteraciones de
sistemas separados o un grado de afectación diferente
del mismo sistema (Calvo, 2009; Goldenberg, 2005;
Perea, 2007). Del mismo modo, hay también cierta
Funciones cognitivas y rehabilitación neuropsicológica
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n Conducta de imitación: los pacientes imitan las
conductas del examinador o de otras personas sin
que se le haya pedido. Por ejemplo, los pacientes
a veces se quitan las gafas cuando lo hace el
examinador o repiten las preguntas que se le hacen
en lugar de contestarlas.
n Control motor voluntario y demandas sociales: se
ha criticado la inclusión de las conductas de
utilización e imitación como trastornos del control
voluntario del movimiento, ya que las acciones
motoras son adecuadas pero no el contexto o la
situación en que se realizan. Se cuestiona si el
error se debería a un problema de control motor
o a una manifestación de la afectación del lóbulo
frontal, que les dificultaría la comprensión y la
observación de los requerimientos sociales.
En la tabla 6-2 se recoge esta clasificación y las áreas afec
tadas en cada uno de estos trastornos.
Evaluación neuropsicológica
de las praxias
En la ejecución de un movimiento voluntario con un fin
están implicados componentes de diferentes sistemas
como los sensoriales y motores periféricos, las habilidades
visoperceptivas, la atención, las funciones ejecutivas, el
lenguaje, etc., así como el conocimiento de las partes del
cuerpo, de los objetos, utensilios, etc. Por ello, antes de
establecer que una persona tiene una apraxia, tenemos que
conocer la integridad de todas estas funciones (v. «Evalua
ción neuropsicológica de las funciones visoperceptivas»,
especialmente el apartado «Procesos constructivos»). En
este apartado vamos a comentar brevemente la evaluación
del conocimiento del esquema corporal y de las praxias.
En la evaluación del esquema corporal se pueden plantear
actividades que requieran una entrada de la información ver
bal o visual, y un tipo de respuesta verbal o motora. Algunas
de las tareas podrían ser las siguientes (Goodglass y Kaplan,
1972): 1) identificación de las partes del cuerpo propio (p. ej.,
nombrar una parte que señala el evaluador; señalar, bajo una
orden verbal, una parte, etc.); 2) orientación sobre el cuerpo
propio (tocar una parte del cuerpo con otra no cruzada,
como la oreja derecha con la mano derecha; o tocar una parte
del cuerpo con otra cruzada, como la oreja derecha con la
mano izquierda); se puede realizar con los ojos abiertos y
cerrados; 3) identificación de una parte del cuerpo propio,
nombrándosela o señalarla bajo una orden; 4) identifica
ción de partes del cuerpo del evaluador situado enfrente del
paciente o de una imagen o esquema; 5) orientación en el
cuerpo del evaluador situado enfrente del paciente; en este
caso se le puede pedir que imite movimientos no cruzados
y cruzados efectuados por el evaluador, y 6) orientación del
propio cuerpo sobre el del evaluador situado enfrente
del paciente (p. ej., tocar con la mano derecha el hombro
izquierdo del evaluador) y movimientos cruzados (p. ej.,
tocar con la mano derecha el hombro derecho del evaluador).
También se pueden emplear algunos test como los
incluidos en la batería parietal y cuantitativa de Boston
(Goodglass y Kaplan, 1972), el test Mano-Ojo-Oreja de
Head (disponible en Zazzo, Galifret-Grajon, Mathon,
Santucci y Stamback, 1964) y el test del esquema corporal
(Daurat-Hmeljak, Stambak y Bergès, 1966).
En la evaluación de las praxias es importante pedir al
paciente que realice movimientos con las extremidades, la
cara y el tronco, observar la posible presencia de asimetrías
entre los dos hemicuerpos y analizar el aprendizaje motriz
(Perea, 2007). Se deberían incluir tareas que impliquen:
• Movimientos con diferente nivel de complejidad y
dificultad, comenzando por los más simples.
• La realización de la secuencia de movimientos o el
acto motor bajo una orden verbal o por imitación. En
algunas ocasiones se puede incluir la modalidad táctil
y dejar al paciente que toque el objeto con los ojos
cerrados, y que realice la acción adecuada.
• Gestos simbólicos y arbitrarios.
• Gestos familiares (simbólicos, expresivos o de uso de
objetos presentes o representados) y no familiares.
• Gestos transitivos (movimientos que impliquen la
utilización de objetos): repetitivos o no, secuencias
sencillas (p. ej., encender una cerrilla); distales (p. ej.,
utilizando la muñeca) y proximales (movimiento con el
hombro); en el espacio peripersonal (clavar un tornillo),
personal (p. ej., lavarse los dientes) o en ambos (p. ej.,
beber un vaso de agua) (Leiguarda y Marsden, 2000).
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Tabla 6-2 Trastornos del movimiento voluntario
Movimientos incorrectos y torpes
(lesiones parietales)
Movimientos fuera del control voluntario
(lesiones frontales)
Contralesional Bilateral Contralesional Bilateral
Ataxia cinestésica Apraxia de la cara Agarrar y tantear Perseveraciones motoras
Ataxia óptica Apraxia de los miembros Mano anárquica Conducta de utilización
Conducta de imitación
Adaptado de Goldenberg, 2003.