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¿Qué es la Ira?
La naturaleza de la ira La ira es “un estado emocional que varía en intensidad desde
una leve irritación a la furia y la rabia intensa”, según Charles Spielberger, psicólogo
especializado en el estudio de la misma. Al igual que otras emociones, está acompañada de
cambios fisiológicos y biológicos, y cuando alguien se enoja, su frecuencia cardíaca y su
presión arterial aumentan, al igual que los niveles hormonales, en especial los de adrenalina
y noradrenalina. La ira puede ser causada por los estímulos externos e internos. Nos
podemos enfadar con una persona específica (un compañero de trabajo o supervisor), un
acontecimiento (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), o el enfado puede ser causado
por preocuparse o meditar acerca de nuestros problemas personales. Los recuerdos de
eventos traumáticos también pueden provocar sentimientos de rabia.
LOCALIZACIÓN DE LA IRA EN EL CEREBRO.
La inducción de emociones genera cambios profundos en el sistema
nervioso autónomo y en el sistema endocrino. Se altera también la actividad cerebral, en
especial en los lóbulos frontales y temporales. Tal como Charles Darwin (1809-1882) ya
señaló, cada una de las seis emociones básicas, felicidad, tristeza, sorpresa, aversión
(asco), miedo e ira, se acompaña de patrones de respuesta fisiológica específicos. Así, en
el caso concreto de la ira, la respuesta fisiológica se caracteriza por un incremento de la
frecuencia cardiaca y la tensión arterial sistólica, además de un aumento de la resistencia
vascular periférica, de modo que la tensión arterial diastólica sube (al contrario de lo que
sucede con el miedo). En el sistema neuroendocrino, el efecto de la ira y de la agresión
ofensiva (en humanos y en primates no humanos) supone unos niveles altos de
testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y dominante), así como niveles
bajos de cortisol. Ya en el sistema nervioso central, destaca la actividad cerebral
asimétrica de los lóbulos frontales que se produce cuando experimentamos emociones. En
este contexto, existen dos modelos conceptuales. Por un lado, el modelo de valencia
emocional, según el cual la región frontal izquierda del cerebro se halla implicada en la
experiencia de emociones positivas, mientras que la región frontal derecha se relaciona
más con las emociones negativas. El segundo modelo, de dirección motivacional, vincula
la región frontal izquierda con la experiencia de emociones que provocan el acercamiento,
y la región frontal derecha con las emociones que incitan a la retirada. En general, las
emociones positivas, como la felicidad, se asocian con una motivación de acercamiento;
las negativas, como el miedo o la tristeza, con la retirada. Sin embargo, al experimentar
ira, ambos modelos entran en contradicción. Desde la perspectiva de las últimas
propuestas del modelo de Scherer (1999a) a partir de su ya clásico sistema de chequeos de
evaluación de estímulos, la ira aparece relacionada de la siguiente forma con sus
dimensiones de valoración. En cuanto a la dimensión de evaluación de la novedad, la ira
presentaría una alta sorpresividad, y una baja familiaridad y baja predictibilidad. El placer
intrínseco no se presenta como una dimensión relevante en la ira, pero sí la facilitación de
metas, destacando que la situación es evaluada como un obstáculo, altamente probable y
urgente. En lo referente a la dimensión que evalúa el potencial de afrontamiento Scherer
destaca que el agente causal es otro y el motivo es intencionado. En la ira, además, el
evento ante el que se da esta respuesta emocional es valorado como incompatible con los
estándares externos y también internos. En definitiva, Scherer (1997) entiende que la ira
aparece provocada por eventos valorados como obstáculos en la consecución de metas,
como inmorales y muy injustos, y causados por otros. De allí que, la corteza prefrontal
ejecuta la memoria activa y el recuerdo es el punto en el que se unen las sensaciones y
emociones. Cuando el circuito límbico, que converge en la corteza prefrontal, se
encuentra sometido por la perturbación, queda afectada la eficacia de la memoria activa:
no podemos pensar correctamente. Por otra parte, consideramos el papel que ejerce la
motivación positiva (el ordenamiento de los sentimientos de entusiasmo, celo y confianza)
en los logros. Estudios realizados en atletas olímpicos, músicos de nivel mundial y
grandes maestros de ajedrez, demuestran que el rasgo que los une es la capacidad de
motivarse ellos mismos para llevar a cabo una rutina de entrenamiento implacable.
INFLUENCIAS DEL APRENDIZAJE.
Cuando estamos bajo la influencia de la ira tendemos a actuar
impulsivamente, nos cuesta pensar con claridad. Por lo tanto, el grado en que los
trastornos emocionales puedan interferir la vida mental no es nada nuevo para los
profesores. Los alumnos que se sienten ansiosos, enfurecidos o deprimidos no aprenden;
la gente que se ve atrapada en esos estados de ánimo no asimila la información de manera
eficaz ni la maneja bien. Las emociones desagradables poderosas (ira, ansiedad, tensión o
tristeza) desvían la atención hacia sus propias ocupaciones interfiriendo el intento de
concentración en otra cosa. Cuando las emociones entorpecen la concentración lo que
ocurre es que se paraliza la capacidad mental cognitiva que los científicos llaman
“memoria activa”, la capacidad de retener en la mente toda la información que atañe a la
tarea que estamos realizando. La memoria activa es una función ejecutiva por excelencia
en la vida mental, que hace posible todos los otros esfuerzos intelectuales, desde
pronunciar una frase hasta de desempeñar una compleja proposición lógica. Es fácil
comprender la relevancia y las implicaciones que la ira tiene si, atendiendo a las funciones
que cumple, valoramos los riesgos que posee una frecuencia o una intensidad de la
experiencia de ira que no se ajuste a las condiciones del ambiente. La razón parece estar
desde los primeros años de la escuela, los niños asiáticos trabajan más arduamente que los
blancos. Se descubrió, luego de un estudio de más de 10.000 alumnos de secundaria, que
los norteamericanos de origen asiático dedicaban un 40% de tiempo más que otros
alumnos a las tareas escolares: “Entre los asiáticos la actitud es que si no se desempeña
bien lo que debe hacer es estudiar hasta altas horas de la noche, y si aun así, no obtiene
resultados, debe levantarse temprano para estudiar. Creen que cualquiera puede
desempeñarse bien en la escuela si hace el esfuerzo adecuado” (Goleman, 105, 1998). En
resumen, una férrea ética cultural con respecto al trabajo se traduce en mayor motivación,
celo y persistencia: una ventaja emocional.
MODIFICACIONES Y TOLERANCIA.
Tolerancia y Estrategias para regular la ira Lo que se espera es que
cuando los alumnos alcancen el estado de flujo gracias al aprendizaje se sentirán
estimulados a aceptar desafíos en nuevas áreas. En un sentido más general, el modelo del
estado de flujo sugiere que idealmente alcanzan el dominio de una habilidad o conjunto de
conocimientos con naturalidad, mientras el alumno es atraído a aspectos que los
comprometen espontáneamente y que en esencia son de su agrado y dado que es necesario
forzar límites de la propia capacidad para sostener el estado de flujo, esto se convierte en
un motivador esencial para hacer las cosas cada vez mejor. En síntesis, buscar el estado de
flujo a través del aprendizaje es una forma más humana, más natural y muy
probablemente más eficaz de ordenar las emociones al servicio de la educación. Expresar
la ira La manera instintiva, natural de expresar ira es responder agresivamente. La ira es
una respuesta natural, de adaptación a las amenazas. Inspira numerosos sentimientos y
comportamientos, a menudo agresivos, que nos permiten luchar y defendernos cuando
somos atacados. Una cierta cantidad de ira, por lo tanto, es necesaria para nuestra
supervivencia. Por otra parte, no podemos atacar físicamente a toda persona u objeto que
nos irrita o molesta. Las leyes, las normas sociales, y el sentido común marcan los límites
a los que nuestro enojo nos puede llevar. Las personas utilizamos una variedad procesos
conscientes e inconscientes para lidiar con nuestros sentimientos de ira. Principalmente
utilizamos la expresión de sentimientos, la represión y autocalmarnos. Expresar los
sentimientos de enojo de una forma asertiva, no agresiva, es la forma más sana de
expresar la ira. Para ello, tenemos aprender a dejar claro cuáles son nuestras necesidades,
y cómo obtenerlas, sin lastimar a otros. Ser asertivo no significa ser agresivo o exigente,
sino que significa tener respeto a uno mismo y a los otros. La ira puede ser suprimida, o
redirigida. Esto sucede cuando la reprimimos, y dejamos de pensar en nuestro enfado,
cerrándonos en algo positivo. El objetivo es inhibir o reprimir el enojo y convertirlo en un
comportamiento más constructivo. El peligro en este tipo de respuesta es que si no se
permite su expresión externa, la ira puede volverse hacia nuestro interior. La ira hacia
adentro puede causar hipertensión, presión arterial alta o depresión. El enojo no expresado
puede crear otros problemas. Puede conducir a expresiones patológicas de la ira, como el
comportamiento pasivo-agresivo (vengarse de personas indirectamente, sin decirles por
qué, en lugar de enfrentarlos de frente) o una personalidad que parece perpetuamente
cínica y hostil. Las personas que están constantemente insultando a otros, o criticando
todo y haciendo comentarios cínicos no han aprendido a expresar su ira de manera
constructiva. No es sorprendente, no es probable que tengan muchas relaciones exitosas.
Por último, uno puede calmarse por dentro. Esto significa no sólo controlar su
comportamiento exterior, sino también controlar tus respuestas internas, tomando medidas
para reducir su ritmo cardíaco, calmarse y dejar que desaparezcan los sentimientos. Para
que nada ni nadie salga lastimado. Manejo de la Ira El objetivo del manejo de la ira es
reducir sus sentimientos emocionales y el despertar fisiológico que provoca. Cuando usted
no puede quitarse de encima, o evitar, las cosas o las personas que a usted le enfurecen, ni
se pueden cambiar, usted puede aprender a controlar sus reacciones. Buscar la causa de
nuestro enfado y expresarlo de manera adecuada. Aprender a identificar que nos molesta
es la primera acción a tener en cuenta cuando estamos enfadados. Una vez reconocida la
causa es positivo expresarla de manera eficaz utilizando argumentos honestos y sinceros,
en vez de amenazas o insultos. Trabajar la empatía. La hostilidad se genera por la
interpretación de las situaciones. Es necesario ponerse en la piel del otro para entender la
situación de forma objetiva para poder evaluar la situación desde otra perspectiva.
Practicar el respeto. Nuestras reacciones de ira vienen dadas por la percepción de falta de
respeto. Exigir respeto hacia uno mismo no es incompatible con respetar a los demás. No
ceder al resentimiento. Si tenemos ira sin resolver, cualquier pequeño inconveniente,
puede hacer que estallemos en ira. Por lo que es fundamental resolver problemas del
pasado para que no estén presentes en nuestro día a día. Practicar técnicas de relajación.
Ya sea respiración, meditación, pasear, pintar, escuchar música o cualquier actividad, que
nos ayude a desviar nuestra atención de los pensamientos que alimentan la ira. Poner
distancia. Si notamos que nuestra ira va en aumento, es positivo poner distancia con la
situación, ya sea abandonando el lugar donde estemos o tomarnos un momento para
"contar hasta 10" y relajarnos. Esto nos ayudará a calmarnos, a ver las cosas desde otra
perspectiva más realista y por tanto a buscar soluciones positivas a la situación. No
acostumbra a ser eficaz en la regulación de la ira: -Rumiar el asunto dándole vueltas, ya
que genera más ira. -Desfogar la ira; las explosiones suelen reforzar el círculo vicioso de
la ira, estimulándola. -Imponer calma a la persona airada, cuando la ira está en pleno
apogeo suelen reforzar el enfado. -Negar la ira ("no, si no estoy enfadado"). -No darse
permiso para sentir enojo y sentir culpa o vergüenza por experimentar esta emoción. -
Rebelarse contra este sentimiento intentando taparlo.
TRASTORNOS COMUNES. TRATAMIENTO A ESTAS
REACCIONES
Un trastorno mental cuyos síntomas incluyen arremeter verbalmente de
manera agresiva o violenta, se ha encontrado que es casi dos veces más común de lo que
se pensaba. La investigación ha generado un debate dentro de la comunidad psicológica,
acerca del diagnóstico de una enfermedad mental cuyos síntomas se solapan con la
normal conducta humana, así como con los síntomas de otros trastornos. El trastorno
explosivo intermitente (TEI), se caracteriza por la pérdida de control y la reacción
exagerada al estrés, se reconoció por primera vez en 1980, por la Asociación Psiquiátrica
Americana. Ahora, que el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM),
que es el libro que utilizan los psicólogos para hacer diagnósticos, es objeto de evaluación
y revisión, algunos están pidiendo utilizar nuevos criterios para identificar los trastornos
relacionados con el TEI y otros. La próxima edición del libro, el DSM-V, está previsto
lanzarse para mayo de 2013, casi 20 años después de la última edición, el DSM-IV se
publicó en 1994. "El TEI es un trastorno del comportamiento que supone una condición
médica, de la misma manera que el trastorno por depresión o el de pánico no es,
simplemente, una "mala conducta", señaló Emil F. Coccaro, profesor de psiquiatría y
neurociencia de la conducta de la Universidad de Chicago. "El comportamiento agresivo
se encuentra bajo la influencia genética y se propaga en las familias." ¿Cómo es de
común? No está claro cuántas personas padecen de TEI. El DSM-IV indica que "falta
información fiable, pero el trastorno explosivo intermitente es aparentemente raro." Sin
embargo, no todos piensan igual. Un estudio de 2004 de 253 residentes en Baltimore,
estima que un 4% de las personas han desarrollado este trastorno en algún momento de
sus vidas. Sin embargo, según un estudio de 2006, publicado en la revista Archives of
General Psychiatry, "dependiendo de cómo se define en términos generales, este trastorno
afecta a casi un 7,3% de adultos, o 16 millones de estadounidenses, en sus vidas." La
razón de que se encontrara con casi dos veces más prevalencia que otros, apuntó Coccaro,
se debió en parte a las zonas grises en las directrices de diagnóstico. "Este trastorno se
diagnostica con menos frecuencia", dijo Coccaro. "Los cambios propuestos apuntan a que
se diagnostique de manera más correcta." El problema con los criterios actuales, es que no
delimitar claramente el nivel de gravedad o la frecuencia de los brotes de agresividad que
definen el TEI. "Según los criterios escritos, con sólo tres brotes de agresividad en la vida
a uno ya se le podría diagnósticar", continuó Coccaro. "Sin embargo, las personas con
sólo unos pocos arrebatos agresivos en su vida no se ven tan diferentes de otras personas.
Realmente es necesario que sean arrebatos mucho más frecuentes y del gradiente de
gravedad de las agresiones". Según Coccaro, los criterios deben exigir que una persona
haya tenido tres episodios que comprendan el asalto físico contra otras personas o la
destrucción de propiedades a lo largo de un año, con un grado de agresividad
"groseramente desproporcionado" a la situación. Además, el comportamiento agresivo no
debiera estar comprometido en alcanzar una meta lógica, como la consecución del dinero
de alguien. Los criterios también deben escribirse para que los médicos, en su diagnóstico
de TEI predan descartar los ataques de cólera, como se les llama a veces, por no estar
relacionados con otros trastornos mentales que también implican problemas de control de
impulsos, como el trastorno de personalidad antisocial, trastornos de conducta y
esquizofrenia. Los ataques de ira De acuerdo con los criterios actuales, una “explosión" se
produce cuando una persona con TEI se enfurece y no puede resistir sus impulsos
agresivos. Estas personas pueden golpear o lastimar a otra persona, amenazan con hacerle
daño a alguien, o destruir sus propiedades, según el DSM-IV. Por lo general, estas
personas perciben un menosprecio cuando no se les entiende y "estallan", o cuando se
frustran por algo, o son rechazados, y "explotan'", apunta Coccaro. Durante un ataque de
ira, una persona con TEI, expresa un grado de hostilidad, manifiestamente
desproporcionada, en relación con cualquier súbito factor estresante psicosocial. El
comportamiento explosivo es a menudo precedido por una sensación de tensión y seguido
inmediatamente por una sensación de alivio. Después del episodio, dicha persona puede
sentirse perturbado, remordimientos, arrepentido o avergonzado por su comportamiento
agresivo, según el DSM-IV. La furia al volante, el maltrato doméstico y las explosiones
de ira o rabia, que implican tirar o romper objetos pueden ser signos de TEI, según la
Clínica Mayo. De acuerdo con Coccaro y otros investigadores, el tratamiento de TEI
puede implicar medicamentos, como el Prozac, y una psicoterapia para ayudar a controlar
los impulsos agresivos. Se ha demostrado que las personas con este trastorno responden
positivamente a una combinación de ambos. La mejora de los criterios puede incrementar
aún más el número de personas diagnosticadas con este trastorno. "Los criterios del DSM-
III y del IV se establecieron pobremente, lo que alentó a los médicos a esquivar el
diagnóstico si el paciente parecía ser de talante general impulsivo o agresivo", dijo
Coccaro. Más allá del TEI Unas directrices de diagnóstico confusas o inexactas no son tan
comunes como solían ser en el DSM, añadió Coccaro, pero todavía existen. A medida que
se hace más investigación en cualquier trastorno, se puede entender mejor y definir con
mayor precisión. Si bien algunos aspectos de los trastornos relacionados con la ira son
inconstantes, la investigación en curso ha contribuido a situar los datos y a concienciar de
la existencia de estos problemas. Sobre cómo serán definidos el TEI y otros trastornos en
la próxima edición del DSM, es algo que todavía está en duda, de cómo el DSM Task
Force considere los comentarios y opiniones de los profesionales sanitarios, pacientes,
asociaciones profesionales e investigadores, en relación con la actual definición y normas
de clasificación y diagnóstico. "Sigue habiendo debates acerca de si el trastorno puede
cambiar en el DSM-V, pero todavía no se han tomado decisiones", señaló Jaime Valora,
portavoz de la American Psychiatric Association. No obstante, Coccaro espera que la
revisión del DSM considere las conclusiones de su investigación, a fin de que la última
edición del manual se puede utilizar para diagnosticar con mayor precisión a la gente.
"Por lo general, los cambios debidos a la mejora de datos acerca de un trastorno es lo que
permite que los escritores y editores del DSM cambien dichos criterios", concluyó
Coccaro. Manejo de la Ira El objetivo del manejo de la ira es reducir sus sentimientos
emocionales y el despertar fisiológico que provoca. Cuando usted no puede quitarse de
encima, o evitar, las cosas o las personas que a usted le enfurecen, ni se pueden cambiar,
usted puede aprender a controlar sus reacciones. ¿Está usted demasiado enojado? Hay
pruebas psicológicas que miden la intensidad de los sentimientos de ira, ¿qué propensión
tiene usted a la ira? ¿Cómo la maneja usted?. Es muy probable que si usted tiene un
problema con la ira, usted ya lo sepa. Si usted en ocasiones actúa de forma incontrolada y
aterradora, es posible que necesite ayuda para encontrar mejores formas de lidiar con esta
emoción. ¿Por qué algunas personas se enojan más que otras? Según Jerry Deffenbacher,
un psicólogo que se especializa en el manejo de la ira, algunas personas realmente son
más "exaltadas" que otras , se enfadan con más facilidad y más intensamente que la
mayoría. También están aquellos que no muestran su ira en voz alta de manera
espectacular, pero están crónicamente irritables y gruñones. Irritarse no solamente
significa maldecir y tirar cosas, a veces se aislan socialmente, se muestran de mal humor,
o se ponen físicamente enfermos. Las personas que se enojan con facilidad suelen tener lo
que algunos psicólogos llaman una baja tolerancia a la frustración. Lo que significa
simplemente que sienten que no deberían tener que ser sometidos a frustraciones,
incomodidades o molestias. No pueden tomarse las cosas con calma, y se enfurecen
particularmente si la situación parece de alguna manera injusta: por ejemplo, ser corregido
por un error de poca importancia. Varias son las posibles causas. Una puede ser genética o
fisiológica: Hay evidencia de que algunos niños nacen irritables, quisquillosos, y se
encolerizan más fácilmente, y que estos signos están presentes desde una edad muy
temprana. Otra puede ser sociocultural. La ira es a menudo considerado como negativa; se
nos enseña el derecho a expresar la ansiedad, depresión, u otras emociones, pero no a
expresar la ira. Como resultado, no aprendemos cómo manejarla o canalizarla
constructivamente. La investigación también ha encontrado que los antecedentes
familiares juegan un papel. Normalmente, las personas que se enojan con facilidad vienen
de familias que son perjudiciales, caóticas, y no saben gestionar correctamente las
comunicaciones emocionales. ¿Somos demasiado coléricos? Hay pruebas psicológicas
que miden la intensidad de los sentimientos de cólera, la propensión y la eficacia en su
manejo. Pero es muy probable que quien sea colérico resulte el primero en saberlo. Si
actuamos de manera descontrolada o amenazante, es posible que necesitemos ayuda para
encontrar mejores formas de lidiar con esta emoción. ¿Por qué algunas personas son más
coléricas que otras? Según Jerry Deffenbacher, PhD, psicólogo especializado en el
manejo de la ira, algunas personas realmente son más “exaltadas” que otras, se enojan con
mayor facilidad y más intensamente que la mayoría. También están aquellos que no
muestran su enfado de manera explícita, pero están crónicamente irritables y gruñones.
Las personas más irritables no siempre lo expresan con su conducta, a veces presentan
inhibición social, mal humor, o cuadros de malestar físico. Las personas que se enojan
con facilidad, por lo general tienen, a lo que conocemos como baja tolerancia a la
frustración, sienten que no deberían haber sido sometidos a la frustración, la incomodidad
o molestia. Ellos no pueden tomar las cosas con calma, y son particularmente exaltados si
la situación parece de alguna manera injusta: por ejemplo, que los demás les corrijan por
un error sin importancia. ¿Qué hace a la gente ser de esta manera? Hay diferentes causas,
por ejemplo genéticas o fisiológicas. Tenemos evidencias de que algunos niños se
muestran más irritables desde edades muy tempranas. Existen causas socioculturales, la
ira se considera un sentimiento negativo, del mismo modo que se nos facilita la expresión
de sentimientos como la ansiedad o la depresión, no se permite mostrar nuestro enojo con
la consiguiente dificultad para aprender mecanismos que nos permitan manejarlo o
canalizarlo constructivamente. La investigación también ha encontrado que los
antecedentes familiares juegan un papel importante como modelo de aprendizaje asociado
a los problemas de comunicación emocional.

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La ira 1

  • 2. ¿Qué es la Ira? La naturaleza de la ira La ira es “un estado emocional que varía en intensidad desde una leve irritación a la furia y la rabia intensa”, según Charles Spielberger, psicólogo especializado en el estudio de la misma. Al igual que otras emociones, está acompañada de cambios fisiológicos y biológicos, y cuando alguien se enoja, su frecuencia cardíaca y su presión arterial aumentan, al igual que los niveles hormonales, en especial los de adrenalina y noradrenalina. La ira puede ser causada por los estímulos externos e internos. Nos podemos enfadar con una persona específica (un compañero de trabajo o supervisor), un acontecimiento (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), o el enfado puede ser causado por preocuparse o meditar acerca de nuestros problemas personales. Los recuerdos de eventos traumáticos también pueden provocar sentimientos de rabia.
  • 3. LOCALIZACIÓN DE LA IRA EN EL CEREBRO. La inducción de emociones genera cambios profundos en el sistema nervioso autónomo y en el sistema endocrino. Se altera también la actividad cerebral, en especial en los lóbulos frontales y temporales. Tal como Charles Darwin (1809-1882) ya señaló, cada una de las seis emociones básicas, felicidad, tristeza, sorpresa, aversión (asco), miedo e ira, se acompaña de patrones de respuesta fisiológica específicos. Así, en el caso concreto de la ira, la respuesta fisiológica se caracteriza por un incremento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial sistólica, además de un aumento de la resistencia vascular periférica, de modo que la tensión arterial diastólica sube (al contrario de lo que sucede con el miedo). En el sistema neuroendocrino, el efecto de la ira y de la agresión ofensiva (en humanos y en primates no humanos) supone unos niveles altos de testosterona (hormona vinculada a la conducta agresiva y dominante), así como niveles bajos de cortisol. Ya en el sistema nervioso central, destaca la actividad cerebral asimétrica de los lóbulos frontales que se produce cuando experimentamos emociones. En este contexto, existen dos modelos conceptuales. Por un lado, el modelo de valencia emocional, según el cual la región frontal izquierda del cerebro se halla implicada en la experiencia de emociones positivas, mientras que la región frontal derecha se relaciona más con las emociones negativas. El segundo modelo, de dirección motivacional, vincula la región frontal izquierda con la experiencia de emociones que provocan el acercamiento, y la región frontal derecha con las emociones que incitan a la retirada. En general, las emociones positivas, como la felicidad, se asocian con una motivación de acercamiento; las negativas, como el miedo o la tristeza, con la retirada. Sin embargo, al experimentar ira, ambos modelos entran en contradicción. Desde la perspectiva de las últimas propuestas del modelo de Scherer (1999a) a partir de su ya clásico sistema de chequeos de evaluación de estímulos, la ira aparece relacionada de la siguiente forma con sus dimensiones de valoración. En cuanto a la dimensión de evaluación de la novedad, la ira presentaría una alta sorpresividad, y una baja familiaridad y baja predictibilidad. El placer intrínseco no se presenta como una dimensión relevante en la ira, pero sí la facilitación de metas, destacando que la situación es evaluada como un obstáculo, altamente probable y urgente. En lo referente a la dimensión que evalúa el potencial de afrontamiento Scherer destaca que el agente causal es otro y el motivo es intencionado. En la ira, además, el evento ante el que se da esta respuesta emocional es valorado como incompatible con los estándares externos y también internos. En definitiva, Scherer (1997) entiende que la ira aparece provocada por eventos valorados como obstáculos en la consecución de metas, como inmorales y muy injustos, y causados por otros. De allí que, la corteza prefrontal ejecuta la memoria activa y el recuerdo es el punto en el que se unen las sensaciones y emociones. Cuando el circuito límbico, que converge en la corteza prefrontal, se encuentra sometido por la perturbación, queda afectada la eficacia de la memoria activa:
  • 4. no podemos pensar correctamente. Por otra parte, consideramos el papel que ejerce la motivación positiva (el ordenamiento de los sentimientos de entusiasmo, celo y confianza) en los logros. Estudios realizados en atletas olímpicos, músicos de nivel mundial y grandes maestros de ajedrez, demuestran que el rasgo que los une es la capacidad de motivarse ellos mismos para llevar a cabo una rutina de entrenamiento implacable.
  • 5. INFLUENCIAS DEL APRENDIZAJE. Cuando estamos bajo la influencia de la ira tendemos a actuar impulsivamente, nos cuesta pensar con claridad. Por lo tanto, el grado en que los trastornos emocionales puedan interferir la vida mental no es nada nuevo para los profesores. Los alumnos que se sienten ansiosos, enfurecidos o deprimidos no aprenden; la gente que se ve atrapada en esos estados de ánimo no asimila la información de manera eficaz ni la maneja bien. Las emociones desagradables poderosas (ira, ansiedad, tensión o tristeza) desvían la atención hacia sus propias ocupaciones interfiriendo el intento de concentración en otra cosa. Cuando las emociones entorpecen la concentración lo que ocurre es que se paraliza la capacidad mental cognitiva que los científicos llaman “memoria activa”, la capacidad de retener en la mente toda la información que atañe a la tarea que estamos realizando. La memoria activa es una función ejecutiva por excelencia en la vida mental, que hace posible todos los otros esfuerzos intelectuales, desde pronunciar una frase hasta de desempeñar una compleja proposición lógica. Es fácil comprender la relevancia y las implicaciones que la ira tiene si, atendiendo a las funciones que cumple, valoramos los riesgos que posee una frecuencia o una intensidad de la experiencia de ira que no se ajuste a las condiciones del ambiente. La razón parece estar desde los primeros años de la escuela, los niños asiáticos trabajan más arduamente que los blancos. Se descubrió, luego de un estudio de más de 10.000 alumnos de secundaria, que los norteamericanos de origen asiático dedicaban un 40% de tiempo más que otros alumnos a las tareas escolares: “Entre los asiáticos la actitud es que si no se desempeña bien lo que debe hacer es estudiar hasta altas horas de la noche, y si aun así, no obtiene resultados, debe levantarse temprano para estudiar. Creen que cualquiera puede desempeñarse bien en la escuela si hace el esfuerzo adecuado” (Goleman, 105, 1998). En resumen, una férrea ética cultural con respecto al trabajo se traduce en mayor motivación, celo y persistencia: una ventaja emocional.
  • 6. MODIFICACIONES Y TOLERANCIA. Tolerancia y Estrategias para regular la ira Lo que se espera es que cuando los alumnos alcancen el estado de flujo gracias al aprendizaje se sentirán estimulados a aceptar desafíos en nuevas áreas. En un sentido más general, el modelo del estado de flujo sugiere que idealmente alcanzan el dominio de una habilidad o conjunto de conocimientos con naturalidad, mientras el alumno es atraído a aspectos que los comprometen espontáneamente y que en esencia son de su agrado y dado que es necesario forzar límites de la propia capacidad para sostener el estado de flujo, esto se convierte en un motivador esencial para hacer las cosas cada vez mejor. En síntesis, buscar el estado de flujo a través del aprendizaje es una forma más humana, más natural y muy probablemente más eficaz de ordenar las emociones al servicio de la educación. Expresar la ira La manera instintiva, natural de expresar ira es responder agresivamente. La ira es una respuesta natural, de adaptación a las amenazas. Inspira numerosos sentimientos y comportamientos, a menudo agresivos, que nos permiten luchar y defendernos cuando somos atacados. Una cierta cantidad de ira, por lo tanto, es necesaria para nuestra supervivencia. Por otra parte, no podemos atacar físicamente a toda persona u objeto que nos irrita o molesta. Las leyes, las normas sociales, y el sentido común marcan los límites a los que nuestro enojo nos puede llevar. Las personas utilizamos una variedad procesos conscientes e inconscientes para lidiar con nuestros sentimientos de ira. Principalmente utilizamos la expresión de sentimientos, la represión y autocalmarnos. Expresar los sentimientos de enojo de una forma asertiva, no agresiva, es la forma más sana de expresar la ira. Para ello, tenemos aprender a dejar claro cuáles son nuestras necesidades, y cómo obtenerlas, sin lastimar a otros. Ser asertivo no significa ser agresivo o exigente, sino que significa tener respeto a uno mismo y a los otros. La ira puede ser suprimida, o redirigida. Esto sucede cuando la reprimimos, y dejamos de pensar en nuestro enfado, cerrándonos en algo positivo. El objetivo es inhibir o reprimir el enojo y convertirlo en un comportamiento más constructivo. El peligro en este tipo de respuesta es que si no se permite su expresión externa, la ira puede volverse hacia nuestro interior. La ira hacia adentro puede causar hipertensión, presión arterial alta o depresión. El enojo no expresado puede crear otros problemas. Puede conducir a expresiones patológicas de la ira, como el comportamiento pasivo-agresivo (vengarse de personas indirectamente, sin decirles por qué, en lugar de enfrentarlos de frente) o una personalidad que parece perpetuamente cínica y hostil. Las personas que están constantemente insultando a otros, o criticando todo y haciendo comentarios cínicos no han aprendido a expresar su ira de manera constructiva. No es sorprendente, no es probable que tengan muchas relaciones exitosas. Por último, uno puede calmarse por dentro. Esto significa no sólo controlar su comportamiento exterior, sino también controlar tus respuestas internas, tomando medidas para reducir su ritmo cardíaco, calmarse y dejar que desaparezcan los sentimientos. Para
  • 7. que nada ni nadie salga lastimado. Manejo de la Ira El objetivo del manejo de la ira es reducir sus sentimientos emocionales y el despertar fisiológico que provoca. Cuando usted no puede quitarse de encima, o evitar, las cosas o las personas que a usted le enfurecen, ni se pueden cambiar, usted puede aprender a controlar sus reacciones. Buscar la causa de nuestro enfado y expresarlo de manera adecuada. Aprender a identificar que nos molesta es la primera acción a tener en cuenta cuando estamos enfadados. Una vez reconocida la causa es positivo expresarla de manera eficaz utilizando argumentos honestos y sinceros, en vez de amenazas o insultos. Trabajar la empatía. La hostilidad se genera por la interpretación de las situaciones. Es necesario ponerse en la piel del otro para entender la situación de forma objetiva para poder evaluar la situación desde otra perspectiva. Practicar el respeto. Nuestras reacciones de ira vienen dadas por la percepción de falta de respeto. Exigir respeto hacia uno mismo no es incompatible con respetar a los demás. No ceder al resentimiento. Si tenemos ira sin resolver, cualquier pequeño inconveniente, puede hacer que estallemos en ira. Por lo que es fundamental resolver problemas del pasado para que no estén presentes en nuestro día a día. Practicar técnicas de relajación. Ya sea respiración, meditación, pasear, pintar, escuchar música o cualquier actividad, que nos ayude a desviar nuestra atención de los pensamientos que alimentan la ira. Poner distancia. Si notamos que nuestra ira va en aumento, es positivo poner distancia con la situación, ya sea abandonando el lugar donde estemos o tomarnos un momento para "contar hasta 10" y relajarnos. Esto nos ayudará a calmarnos, a ver las cosas desde otra perspectiva más realista y por tanto a buscar soluciones positivas a la situación. No acostumbra a ser eficaz en la regulación de la ira: -Rumiar el asunto dándole vueltas, ya que genera más ira. -Desfogar la ira; las explosiones suelen reforzar el círculo vicioso de la ira, estimulándola. -Imponer calma a la persona airada, cuando la ira está en pleno apogeo suelen reforzar el enfado. -Negar la ira ("no, si no estoy enfadado"). -No darse permiso para sentir enojo y sentir culpa o vergüenza por experimentar esta emoción. - Rebelarse contra este sentimiento intentando taparlo.
  • 8. TRASTORNOS COMUNES. TRATAMIENTO A ESTAS REACCIONES Un trastorno mental cuyos síntomas incluyen arremeter verbalmente de manera agresiva o violenta, se ha encontrado que es casi dos veces más común de lo que se pensaba. La investigación ha generado un debate dentro de la comunidad psicológica, acerca del diagnóstico de una enfermedad mental cuyos síntomas se solapan con la normal conducta humana, así como con los síntomas de otros trastornos. El trastorno explosivo intermitente (TEI), se caracteriza por la pérdida de control y la reacción exagerada al estrés, se reconoció por primera vez en 1980, por la Asociación Psiquiátrica Americana. Ahora, que el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM), que es el libro que utilizan los psicólogos para hacer diagnósticos, es objeto de evaluación y revisión, algunos están pidiendo utilizar nuevos criterios para identificar los trastornos relacionados con el TEI y otros. La próxima edición del libro, el DSM-V, está previsto lanzarse para mayo de 2013, casi 20 años después de la última edición, el DSM-IV se publicó en 1994. "El TEI es un trastorno del comportamiento que supone una condición médica, de la misma manera que el trastorno por depresión o el de pánico no es, simplemente, una "mala conducta", señaló Emil F. Coccaro, profesor de psiquiatría y neurociencia de la conducta de la Universidad de Chicago. "El comportamiento agresivo se encuentra bajo la influencia genética y se propaga en las familias." ¿Cómo es de común? No está claro cuántas personas padecen de TEI. El DSM-IV indica que "falta información fiable, pero el trastorno explosivo intermitente es aparentemente raro." Sin embargo, no todos piensan igual. Un estudio de 2004 de 253 residentes en Baltimore, estima que un 4% de las personas han desarrollado este trastorno en algún momento de sus vidas. Sin embargo, según un estudio de 2006, publicado en la revista Archives of General Psychiatry, "dependiendo de cómo se define en términos generales, este trastorno afecta a casi un 7,3% de adultos, o 16 millones de estadounidenses, en sus vidas." La razón de que se encontrara con casi dos veces más prevalencia que otros, apuntó Coccaro, se debió en parte a las zonas grises en las directrices de diagnóstico. "Este trastorno se diagnostica con menos frecuencia", dijo Coccaro. "Los cambios propuestos apuntan a que se diagnostique de manera más correcta." El problema con los criterios actuales, es que no delimitar claramente el nivel de gravedad o la frecuencia de los brotes de agresividad que definen el TEI. "Según los criterios escritos, con sólo tres brotes de agresividad en la vida a uno ya se le podría diagnósticar", continuó Coccaro. "Sin embargo, las personas con sólo unos pocos arrebatos agresivos en su vida no se ven tan diferentes de otras personas. Realmente es necesario que sean arrebatos mucho más frecuentes y del gradiente de gravedad de las agresiones". Según Coccaro, los criterios deben exigir que una persona haya tenido tres episodios que comprendan el asalto físico contra otras personas o la destrucción de propiedades a lo largo de un año, con un grado de agresividad
  • 9. "groseramente desproporcionado" a la situación. Además, el comportamiento agresivo no debiera estar comprometido en alcanzar una meta lógica, como la consecución del dinero de alguien. Los criterios también deben escribirse para que los médicos, en su diagnóstico de TEI predan descartar los ataques de cólera, como se les llama a veces, por no estar relacionados con otros trastornos mentales que también implican problemas de control de impulsos, como el trastorno de personalidad antisocial, trastornos de conducta y esquizofrenia. Los ataques de ira De acuerdo con los criterios actuales, una “explosión" se produce cuando una persona con TEI se enfurece y no puede resistir sus impulsos agresivos. Estas personas pueden golpear o lastimar a otra persona, amenazan con hacerle daño a alguien, o destruir sus propiedades, según el DSM-IV. Por lo general, estas personas perciben un menosprecio cuando no se les entiende y "estallan", o cuando se frustran por algo, o son rechazados, y "explotan'", apunta Coccaro. Durante un ataque de ira, una persona con TEI, expresa un grado de hostilidad, manifiestamente desproporcionada, en relación con cualquier súbito factor estresante psicosocial. El comportamiento explosivo es a menudo precedido por una sensación de tensión y seguido inmediatamente por una sensación de alivio. Después del episodio, dicha persona puede sentirse perturbado, remordimientos, arrepentido o avergonzado por su comportamiento agresivo, según el DSM-IV. La furia al volante, el maltrato doméstico y las explosiones de ira o rabia, que implican tirar o romper objetos pueden ser signos de TEI, según la Clínica Mayo. De acuerdo con Coccaro y otros investigadores, el tratamiento de TEI puede implicar medicamentos, como el Prozac, y una psicoterapia para ayudar a controlar los impulsos agresivos. Se ha demostrado que las personas con este trastorno responden positivamente a una combinación de ambos. La mejora de los criterios puede incrementar aún más el número de personas diagnosticadas con este trastorno. "Los criterios del DSM- III y del IV se establecieron pobremente, lo que alentó a los médicos a esquivar el diagnóstico si el paciente parecía ser de talante general impulsivo o agresivo", dijo Coccaro. Más allá del TEI Unas directrices de diagnóstico confusas o inexactas no son tan comunes como solían ser en el DSM, añadió Coccaro, pero todavía existen. A medida que se hace más investigación en cualquier trastorno, se puede entender mejor y definir con mayor precisión. Si bien algunos aspectos de los trastornos relacionados con la ira son inconstantes, la investigación en curso ha contribuido a situar los datos y a concienciar de la existencia de estos problemas. Sobre cómo serán definidos el TEI y otros trastornos en la próxima edición del DSM, es algo que todavía está en duda, de cómo el DSM Task Force considere los comentarios y opiniones de los profesionales sanitarios, pacientes, asociaciones profesionales e investigadores, en relación con la actual definición y normas de clasificación y diagnóstico. "Sigue habiendo debates acerca de si el trastorno puede cambiar en el DSM-V, pero todavía no se han tomado decisiones", señaló Jaime Valora, portavoz de la American Psychiatric Association. No obstante, Coccaro espera que la revisión del DSM considere las conclusiones de su investigación, a fin de que la última edición del manual se puede utilizar para diagnosticar con mayor precisión a la gente. "Por lo general, los cambios debidos a la mejora de datos acerca de un trastorno es lo que
  • 10. permite que los escritores y editores del DSM cambien dichos criterios", concluyó Coccaro. Manejo de la Ira El objetivo del manejo de la ira es reducir sus sentimientos emocionales y el despertar fisiológico que provoca. Cuando usted no puede quitarse de encima, o evitar, las cosas o las personas que a usted le enfurecen, ni se pueden cambiar, usted puede aprender a controlar sus reacciones. ¿Está usted demasiado enojado? Hay pruebas psicológicas que miden la intensidad de los sentimientos de ira, ¿qué propensión tiene usted a la ira? ¿Cómo la maneja usted?. Es muy probable que si usted tiene un problema con la ira, usted ya lo sepa. Si usted en ocasiones actúa de forma incontrolada y aterradora, es posible que necesite ayuda para encontrar mejores formas de lidiar con esta emoción. ¿Por qué algunas personas se enojan más que otras? Según Jerry Deffenbacher, un psicólogo que se especializa en el manejo de la ira, algunas personas realmente son más "exaltadas" que otras , se enfadan con más facilidad y más intensamente que la mayoría. También están aquellos que no muestran su ira en voz alta de manera espectacular, pero están crónicamente irritables y gruñones. Irritarse no solamente significa maldecir y tirar cosas, a veces se aislan socialmente, se muestran de mal humor, o se ponen físicamente enfermos. Las personas que se enojan con facilidad suelen tener lo que algunos psicólogos llaman una baja tolerancia a la frustración. Lo que significa simplemente que sienten que no deberían tener que ser sometidos a frustraciones, incomodidades o molestias. No pueden tomarse las cosas con calma, y se enfurecen particularmente si la situación parece de alguna manera injusta: por ejemplo, ser corregido por un error de poca importancia. Varias son las posibles causas. Una puede ser genética o fisiológica: Hay evidencia de que algunos niños nacen irritables, quisquillosos, y se encolerizan más fácilmente, y que estos signos están presentes desde una edad muy temprana. Otra puede ser sociocultural. La ira es a menudo considerado como negativa; se nos enseña el derecho a expresar la ansiedad, depresión, u otras emociones, pero no a expresar la ira. Como resultado, no aprendemos cómo manejarla o canalizarla constructivamente. La investigación también ha encontrado que los antecedentes familiares juegan un papel. Normalmente, las personas que se enojan con facilidad vienen de familias que son perjudiciales, caóticas, y no saben gestionar correctamente las comunicaciones emocionales. ¿Somos demasiado coléricos? Hay pruebas psicológicas que miden la intensidad de los sentimientos de cólera, la propensión y la eficacia en su manejo. Pero es muy probable que quien sea colérico resulte el primero en saberlo. Si actuamos de manera descontrolada o amenazante, es posible que necesitemos ayuda para encontrar mejores formas de lidiar con esta emoción. ¿Por qué algunas personas son más coléricas que otras? Según Jerry Deffenbacher, PhD, psicólogo especializado en el manejo de la ira, algunas personas realmente son más “exaltadas” que otras, se enojan con mayor facilidad y más intensamente que la mayoría. También están aquellos que no muestran su enfado de manera explícita, pero están crónicamente irritables y gruñones. Las personas más irritables no siempre lo expresan con su conducta, a veces presentan inhibición social, mal humor, o cuadros de malestar físico. Las personas que se enojan con facilidad, por lo general tienen, a lo que conocemos como baja tolerancia a la
  • 11. frustración, sienten que no deberían haber sido sometidos a la frustración, la incomodidad o molestia. Ellos no pueden tomar las cosas con calma, y son particularmente exaltados si la situación parece de alguna manera injusta: por ejemplo, que los demás les corrijan por un error sin importancia. ¿Qué hace a la gente ser de esta manera? Hay diferentes causas, por ejemplo genéticas o fisiológicas. Tenemos evidencias de que algunos niños se muestran más irritables desde edades muy tempranas. Existen causas socioculturales, la ira se considera un sentimiento negativo, del mismo modo que se nos facilita la expresión de sentimientos como la ansiedad o la depresión, no se permite mostrar nuestro enojo con la consiguiente dificultad para aprender mecanismos que nos permitan manejarlo o canalizarlo constructivamente. La investigación también ha encontrado que los antecedentes familiares juegan un papel importante como modelo de aprendizaje asociado a los problemas de comunicación emocional.