2. Hoy las lecturas de la
misa nos hablan de la fe.
La fe puede
considerarse en
diversos aspectos.
Puede considerarse
como un conjunto de
creencias; pero hoy lo
consideramos
principalmente como
una vida, algo que
caracteriza a quien tiene
fe. No se trata sólo de
creencias, pues los
demonios también
creen. Se trata de una
vida.
3. El Concilio Vaticano II
dice que por la fe “el
hombre se entrega
entera y libremente a
Dios, le ofrece el
homenaje total de su
entendimiento y
voluntad, asintiendo
libremente a lo que Dios
revela”. No es sólo
aceptación de verdades,
sino que es aceptación
de la voluntad de Dios,
es entrega de la mente y
del corazón a lo que
Dios quiere.
4. Comenzaremos
con la primera
lectura por una
frase muy
famosa del
profeta Habacuc
que dice: “El
justo vivirá por
su fe”. Dice así
esta 1ª lectura:
Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
5. ¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me
escuches? ¿Te gritaré: "Violencia", sin que
me salves? ¿Por qué me haces ver
desgracias, me muestras trabajos,
violencias y catástrofes, surgen luchas, se
alzan contiendas?
El Señor me respondió así: "Escribe la
visión, grábala en tablillas, de modo que se
lea de corrido. La visión espera su
momento, se acerca su término y no fallará;
si tarda, espera, porque ha de llegar sin
retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada,
pero el justo vivirá por su fe."
6. El profeta Habacuc vivía
en tiempos difíciles por
el año 615 a.C. Había
algunas personas
buenas, que vivían
según la fe, pero otros
muchos que sólo tenían
tendencias terrenales,
buscaban sólo los
placeres, el dinero, el
poder. Ante esto preveía
desolación, ruina y
destierro.
7. El profeta reflexiona:
¿Cómo puede ser
esto? Como tantas
veces nos
preguntamos:
¿Porqué existen
tantos males? Y
Dios le responde
que los sucesos son
repercusión de la
vida íntima: Los
impíos viven con el
alma “hinchada”, es
decir, vacía; pero el
justo vive por la fe.
8. La fe no es algo externo,
algo que se tenga, como
se puede tener: un
trabajo, dinero o la
familia. La fe es una vida.
La fe nos va llenando,
nos va acercando a Dios
hasta una entrega total
que nos une a Dios. No
lo podemos probar, pero
lo podemos vivir.
Podemos decir que la
prueba es la misma vida.
9. La fe da sentido a la
vida en este caminar.
La fe nos da alegría en
medio de las
dificultades. La fe nos
puede dar una
respuesta adecuada a
tantas injusticias.
10. No lo podemos probar
por acciones
externas, como por el
hecho de asistir a
misa. Ni se puede
medir por horas de
oración o visitas a la
iglesia. Es algo que se
lleva dentro, algo vital,
experimental, que se
expresa, pero quizá de
diferente manera a
como algunos creen.
Por eso:
23. La fe es una unión con Jesús, unión que es por medio del
amor. Nadie tiene una verdadera fe en Jesús, si no tiene
amor. Y el amor va unido a la esperanza.
24. La fe iba entrando en los apóstoles a través de la
enseñanza de Jesús; pero les era difícil entender: Debían
dejar todo lo material confiados en la misericordia de
Dios, debían buscar los últimos puestos, amar a los
enemigos, poner la otra mejilla, servir y no dominar,
perdonar siempre.
Para que esta
enseñanza se
hiciera vida,
necesitaban la luz
que Dios nos
puede dar. Esa
luz hecha vida es
la fe.
25. Hoy el evangelio comienza con una petición de los
apóstoles a Jesús, muy propia para nosotros antes de
que se termine “el año de la fe”. Jesús les estaba
enseñando actitudes importantes para quien quiera ser
su discípulo, como la actitud de perdón.
Los apóstoles, viendo que no llegaban a comprender las
grandiosas enseñanzas de Jesús, le dicen: “Señor,
auméntanos la fe”. Así comienza el evangelio de hoy.
26. En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
“Auméntanos la fe”. El Señor contestó: “Si tuvierais
fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y os
obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja
como labrador o como pastor; cuando vuelve del
campo, ¿quién de vosotros le dice: “En seguida, ven
y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: “Prepárame de
cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y
después comerás y beberás tú”? ¿Tenéis que estar
agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo
mandado, decid: “Somos unos pobres siervos,
hemos hecho lo que teníamos que hacer.”
Lc 17, 5-10
27. Alguno creería que la fe tiene que ser “grande”. La fe no
se mide por kilos o metros. No se trata de cantidad sino
de calidad. No se mide por extensión sino por grados de
intensidad.
Los apóstoles
pidieron un
aumento de la
fe. Jesús les
contesta
señalando
algunas
cualidades de
la fe. La fe es
como un
granito de
mostaza.
28. La fe no sería fe si no es viva.
Una simiente puede ser
pequeña, como un granito de
mostaza; pero tiene valor si está
viva, porque puede hacer que de
ese granito salga un árbol. Por
eso la importancia de que esté
viva en nuestro interior. Y, si
está viva, podremos hacer
maravillas.
36. Y las montañas se moverán, se
moverán,
se
moverán.
Hacer CLICK
37. Hasta ese extremo debe llegar la confianza en Dios. Y
hasta ese extremo llegan los que viven de la fe. Y aunque
hay personas con esa fe, no es fácil verlas.
Jesús a
veces usa
ejemplos
extremosos
para que se
les quede
grabado el
mensaje,
como es el
caso de la
morera que
se planta en
el mar.
38. Desgraciadamente hay muchas personas que tienen el
alma vana, porque están llenas de egoísmo, del
demasiado afán por el dinero, por el culto al cuerpo, por el
afán del triunfo, con desprecio a los débiles, con amor
tibio en la familia, sin diálogo constructivo.
La fe se
prueba
con las
obras
hechas
con
amor.
39. Jesús sigue explicando
en el evangelio lo que es
vivir con la fe o vivir de la
fe con un ejemplo que,
como todas las parábolas,
tiene frases algo
desconcertantes. Nos
habla de un amo que
parecería tener una
actitud demasiado tiránica
con el criado que,
después de trabajar en el
campo, debe preparar la
cena y servir a su señor.
40. Jesús no está hablando
de unas relaciones
laborales ni está
alabando al que explota
al labrador. Jesús quiere
subrayar con un ejemplo
la actitud que deben
adoptar sus discípulos
ante Dios, que no es
tirano ni nos trata
despóticamente.
Nosotros somos siervos
que debemos estar
contentos con cumplir
nuestro compromiso.
41. Nosotros debemos ser como aquel que,
después de haber trabajado, sin darlo
demasiada importancia, puede decir:
Esto lo decía Jesús especialmente contra la actitud de
los fariseos que se creían autosuficientes, que se
presentaban ante Dios como exigiendo el premio.
“Señor,
soy un
pobre
siervo, he
hecho lo
que tenía
que
hacer”.
42. Para tener fe hay que ser
sencillos, sin grandes
pretensiones. Esto es lo
que significa: «hacer lo
que debemos hacer», que
es cumplir la voluntad de
Dios, que al fin y al cabo
es nuestra mayor
felicidad. Es ponernos en
las manos de Dios en acto
de servicio. Este
“servicio” nos
engrandece y da sentido a
nuestra vida, hasta ver
que el mismo Dios se
pone a servirnos.
43. Y Dios, que es más bueno de lo que nosotros pensamos,
nos dará el premio precisamente por haber hecho “lo que
tenemos que hacer”.
Vivir así
es vivir
en la fe.
44. Pero vivir en la fe no es sólo para vivirla en nosotros. La
fe no es como para disfrutarla, aunque la podemos
disfrutar, sino que, como toda vivencia auténtica, debe
manifestarse externamente. Vivir de la fe es tener un
espíritu misionero.
Vivir de la fe
induce a que otros
conozcan lo que
nosotros
conocemos. De
esto le habla san
Pablo a Timoteo en
la 2ª lectura:
45. Querido hermano:
Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te
impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un
espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y
buen juicio.
No te avergüences de dar testimonio de nuestro
Señor y de mí, su prisionero.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio,
según la fuerza de Dios.
Ten delante la visión que yo te di con mis palabras
sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús.
Guarda este precioso depósito con la ayuda del
Espíritu Santo que habita en nosotros.
2Timoteo 1, 6-8. 13-14
46. Al creyente, que vive de la fe, le tiene que salir al exterior.
Deberá manifestarla sin vergüenza. No debe tener miedo
a dar la cara por Nuestro Señor. A veces nos
avergonzamos de la fe y así nos va. No debemos ocultar
que somos personas de fe, de modo que, cuando hay que
opinar, opinemos de manera cristiana ante los demás.
47. La fe, nos dice san
Pablo, nos debe hacer
personas valientes,
una valentía que va
unida a la alegría.
Ciertamente que hay
que respetar la libertad
de los demás; pero
tengamos la valentía
de invitar a participar
en la fe. La primera y
principal invitación es
con el testimonio de
nuestra vida.
48. Recordemos el mensaje de Jesús. Dios nos pide que
cumplamos con nuestras obligaciones. Eso es en primer
lugar hacer lo que tenemos que hacer. Por eso es muy
importante o es vital el ir aprendiendo y asimilando
cuales son nuestras obligaciones.
Para ello
normalmente
no tenemos que
hacer cosas
extraordinarias.
49. Por eso
constante-
mente
debería salir
de nuestros
labios la
oración de
los
apóstoles:
«Señor,
auméntanos
la fe».
Aunque Dios no nos pida cosas extraordinarias, sí nos
pide que lo ordinario, las pequeñas cosas de cada día
las hagamos con mucha fe.
50. Si es así, no sólo daremos testimonio de Jesús
con nuestra fe, sino que con alegría pasaremos
por el mundo cantando nuestra fe.