1. Ejercicio: Revivir mentalmente una situación estresante
Este ejercicio no parece precisamente divertido, nos alerta Weisinger,
pero tiene un enorme valor, porque, al revivir mentalmente una
experiencia difícil o dolorosa, es cuando más aprendemos acerca de
nuestras reacciones emocionales ante determinadas situaciones, y
“podemos restar dramatismo a las emociones”.
Lo normal es que nos resistamos a revivir las emociones estresantes, sin
embargo, son éstas las que más nos enseñan. Es importante que
aprendamos a tratar con estas emociones. A continuación, en resumen
del ejercicio que propone para esto.
1. Concentrémonos en la situación estresante. Hacerlo en un
momento y lugar tranquilo. Evoquemos la experiencia que nos
deprimió, entristeció o dolió.
2. Intentemos reconstruir la escena con todos sus detalles.
3. Reconstruir la conversación.
4. Volver a experimentar las emociones que sentimos durante este
encuentro.
5. Preguntémonos si nuestras emociones fueron congruentes con la
situación. Probablemente, el “terror” fue una exageración, “no
había razones para pensar que nos iban a despedir”.
La idea es, al final del ejercicio, que saquemos algunas conclusiones
sobre nuestras emociones.
Plantea que, también, debemos averiguar cuáles son nuestras
intenciones, que pueden estar ligadas a nuestros deseos inmediatos:
qué queremos conseguir el día de hoy, también a más largo plazo.
Conviene tomar conciencia de nuestras intenciones, porque esto nos
puede dar información para concebir la estrategia más adecuada. Como
sucede con las emociones, muchas veces no tenemos bien precisadas
cuáles son nuestras intenciones. Otras veces, parecen estar en conflicto
unas con otras.
Lo más importante sobre esto es precisar bien ¿qué queremos? y ¿qué
2. podemos? lograr, y definir nuestras prioridades. (Es lo que plantea
Covey como el primer hábito de la gente altamente efectiva que llama
“Primero lo primero”).
Finalmente, plantea que mejoremos la percepción de nuestras acciones.
Para esto recomienda que:
Observemos nuestras acciones. Elijamos una acción que
podríamos llevar a cabo en una reunión – escuchar, hablar o
permanecer sentados. Concentrémonos en esta misma acción en
varias reacciones sucesivas con el fin de desentrañar cualquier
pauta que se repita. Supongamos que elegimos la acción de
escuchar: ¿Miramos directamente a los ojos del orador o hacia
otra parte?. ¿Atendemos lo fundamental de lo que nos dicen?.
¿Nos agitamos nerviosos o permanecemos quietos?. De estas
observamos saquemos conclusiones de lo que debemos mejorar.
Observemos el impacto de nuestras acciones. Elijamos una acción.
Por ejemplo, sonreir a las personas con las que nos cruzamos,
devolver llamadas. Prestemos atención a las respuestas que
obtenemos. ¿Nos devuelven la sonrisa?, ¿Cómo reaccionan?..
Reconozcamos que la gente puede responder de distintas maneras
nuestras acciones.Por tanto, adoptemos la forma de relación que
resulte más conveniente en cada caso.
Con esto, resume lo que plantea que son los cinco factores de la
“autoconciencia”: intención, sentidos, sentimiento, valoración, y acción.
Concluye con la propuesta de un ejercicio que integra todos estos
elementos, que se resume a continuación.
1. Al final de la jornada sentémonos cómodamente durante unos
minutos y recordemos alguna actitud o tarea realizada durante el
día.
2. Comprobemos cómo entraron en juego los cinco componentes de
la autopercepción. Me dirigí al despacho de Ana para hacerle una
pregunta (intención). La vi escribiendo violentamente en el
ordenador (sentidos) y supuse que tenía muchas ganas de
3. terminar el proyecto (valoración). Me alegré (sentimiento) de que
estuviera trabajando con tanto empeño. No quise distraerla
(intención), así que me fui sin hacer ruido (acción).
3. Comprobemos si los propósitos de algunos de estos componentes
entran en conflicto con otros. En el ejemplo anterior, nuestra
intención inicial -hablar con Ana- fue anulado por el
reconocimiento de que no estaba libre para hablar, con lo cual se
alteró nuestro propósito.
4. Busquemos la manera de evitar que los componentes no entren en
conflicto. Preguntas que pueden ayudarnos: ¿Qué siento ahora
mismo?. ¿Qué quiero?.¿Cómo estoy actuando?.¿Qué valoraciones
estoy haciendo?. ¿Qué me dicen los sentidos?.