1. EL ENOJO
El enojo es una emoción natural y hasta saludable siempre y cuando se maneje de
una forma saludable. Por el contrario, cuando esta emoción se sale de control puede afectar
a quien la siente y a las personas que lo rodean. Puede poner en riesgo las relaciones con
familiares, amigos, compañeros de trabajo y hasta con personas extrañas.
Problemas dentro del trabajo, familia, amigos o a nivel físico como ataques al corazón,
alta presión, estrés, insuficiencia para respirar y fatiga crónica, son algunas consecuencias
que trae consigo el enojo.
10 pasos para un manejo adecuado del enojo:
1.
Dese un tiempo fuera. Suena a cliché, pero cuente hasta 10 antes de actuar.
2.
Dese un espacio. Retírese de la persona con la que está enojado hasta que su
frustración disminuya un poco.
3.
Una vez que se sienta más calmado, exprese su enojo.
4.
Haga un poco de ejercicio.
5.
Piénselo cuidadosamente antes de decir cualquier cosa.
6.
Busque una solución al problema en lugar de enfocarse solo en pensar qué lo hizo
enojar.
7.
Haga declaraciones en primera persona para disminuir las tensiones con la otra
persona. Por ejemplo, es mejor decir “yo estoy molesto porque no cumpliste tu parte”.
8.
No redunde sobre la misma situación más de lo necesario. El perdón beneficia a
ambas partes en una discusión. Además, recuerde que es poco realista esperar que las otras
personas hagan justo lo que usted quiere.
9.
Use el humor para relajar las tensiones, pero evite el sarcasmo.
10.
Practique técnicas de relajación como la respiración profunda, la visualización de una
escena relajante o la repetición de una palabra o frase que lo tranquilice.
La ira
La ira es otra emoción que puede ser problemática. La ira hace referencia a un
conjunto particular de sentimientos que incluyen el enfado, la irritación, la rabia, el enojo, etc.
y que suele aparecer ante una situación en la que no conseguimos lo que deseamos. Las
reacciones fisiológicas ante la ira son similares a las que se producen ante la ansiedad; lo
que diferencia a una de la otra es el tipo de situaciones que las provocan, los pensamientos
que se producen en esas situaciones y las conductas que se desencadenan.
Formas concretas de manejar las emociones de ansiedad e ira.
Los estados emocionales de los que estamos hablando son habitualmente vividos de
forma negativa y suelen dar lugar a conductas inadecuadas, lo que hace que la gente busque
formas de eliminarlos. Ejemplos:
1
2. ANSIEDAD
- Respirar profundamente.
- Fumar.
- Hacer ejercicio.
- Beber alcohol.
- Morderse las uñas.
- Evitar la situación.
IRA
- Distraerse.
- Gritar.
- Atacar al otro/a.
- Reprimirse.
- Insultar.
- Dar puñetazos a la pared.
Muchas personas desarrollan estrategias específicas para manejar sus emociones.
Algunas de ellas pueden ser adecuadas, pero también hay otras que pueden ser ineficaces o
tener consecuencias negativas.
Técnicas concretas de manejar las emociones de ansiedad e ira:
Técnica 1: Respiración profunda. Esta técnica es muy fácil de aplicar y es útil para
controlar las reacciones fisiológicas antes, durante y después de enfrentarse a las
situaciones emocionalmente intensas.
Inspire profundamente mientras cuenta mentalmente hasta 4.
Mantenga la respiración mientras cuenta mentalmente hasta 4.
Suelte el aire mientras cuenta mentalmente hasta 8.
Repita el proceso anterior.
Se trata de hacer las distintas fases de la respiración de forma lenta y un poco más
intensa de lo normal, pero sin llegar a tener que forzarla en ningún momento. Para
comprobar que se hace la respiración correctamente ponga una mano en el pecho y otra en
el abdomen. Estará haciendo correctamente la respiración cuando sólo se mueva la mano
del abdomen al respirar (algunos le llaman también respiración abdominal).
Técnica 2: Detención del pensamiento. Esta técnica puede utilizarse también antes,
durante o después de la situación que nos causa problemas. Esta estrategia se centra en el
control del pensamiento. Para ponerla en práctica debe seguir los siguientes pasos:
Cuando se empiece a encontrar incómodo, nervioso o alterado, préstele atención al
tipo de pensamientos que está teniendo, e identifique todos aquellos con
connotaciones negativas (centrados en el fracaso, el odio hacia otras personas, la
culpabilidad, etc.).
Diga para sí mismo “¡Basta!”
Sustituya esos pensamientos por otros más positivos.
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3. El problema de esta técnica es que se necesita cierta práctica para identificar los
pensamientos negativos, así como para darles la vuelta y convertirlos en positivos. En el
siguiente cuadro le presentamos algunos ejemplos:
PENSAMIENTOS NEGATIVOS
1.
2.
3.
4.
5.
“Soy un desastre”.
“No puedo soportarlo”.
“Me siento desbordado”.
“Todo va a salir mal”.
“No puedo controlar esta
situación”.
6. “Lo hace a propósito”.
PENSAMIENTOS POSITIVOS
“Soy capaz de superar esta situación”.
“Si me esfuerzo tendré éxito”.
“Preocuparse no facilita las cosas”.
“Esto no va a ser tan terrible”.
“Seguro que lo lograré”.
“Posiblemente no se haya dado cuenta
que lo que hace me molesta”.
Técnica 3: Relajación muscular. Esta técnica también sirve para aplicar antes, durante y
después de la situación, pero para su empleo eficaz requiere entrenamiento previo. Para su
práctica sigue los siguientes pasos:
Siéntese tranquilamente en una posición cómoda. Cierre los ojos.
Relaje lentamente todos los músculos de su cuerpo, empezando con los dedos de los
pies y relajando luego el resto del cuerpo hasta llegar a los músculos del cuello y la
cabeza.
Una vez que haya relajado todos los músculos de su cuerpo, imagínese en un lugar
pacífico y relajante (por ejemplo, tumbado en una playa). Cualquiera que sea el lugar
que elija, imagínese totalmente relajado y despreocupado.
Imagínese en ese lugar lo más claramente posible. Practique este ejercicio tan a menudo
como sea posible, al menos una vez al día durante unos 10 minutos en cada ocasión. Si le
ha convencido la utilidad del ejercicio, recuerde que debe practicarlo para llegar a
automatizar el proceso y conseguir relajarse en unos pocos segundos.
Técnica 4: Ensayo mental. Esta técnica está pensada para ser empleada antes de afrontar
situaciones en las que no nos sentimos seguros. Consiste simplemente en imaginarse que
está en esa situación (por ejemplo, pidiéndole a alguien que salga con Usted) y que lo está
haciendo bien, a la vez que se siente totalmente relajado y seguro. Debe practicar
mentalmente lo que va a decir y hacer. Repita esto varias veces, hasta que empiece a
sentirse más relajado y seguro de sí mismo.
Controla el enojo, para que no te controle.
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4. Cuando el enojo y la rabia nos dominan, podemos perder el control y ser muy
agresivos o cometer actos de violencia. Por eso es tan importante aprender a manejar el
coraje y evitar las consecuencias físicas y emocionales que aumentan nuestros problemas y
nuestro sufrimiento.
El enojo puede ser muy destructivo. Tú eliges la fuerza que le das.
“Aferrarse a la ira es como tomar un carbón ardiente con la intención de arrojárselo a
alguien; es uno quién se quema”. Buda
El enojo es una de más emociones más frecuentes en nuestra vida.
Pero también es una de las más desgastantes y es la causa de una gran parte de nuestros
problemas:
Nos desgasta físicamente, porque altera todo el funcionamiento del cuerpo.
Influye en la toma de malas decisiones, que afectan todas las áreas de nuestra vida.
Aumenta o provoca conflictos con los demás.
El coraje en sí mismo, no es malo.
Es una respuesta instintiva de nuestro organismo, que nos da la energía necesaria
para defendernos cuando somos atacados físicamente o cuando nuestra vida está en
peligro.
Nos puede servir para reconocer que algo nos está molestando y motivarnos a actuar.
El problema no es sentir coraje o rabia, cuando el sentimiento es momentáneo o está
bien encausado y manejado.
El verdadero problema surge cuando mantenemos ese sentimiento durante muchas
horas, días, meses o años y cuando, gracias a él, respondemos
desproporcionadamente.
Las causas del coraje pueden ser:
Internas, a partir de algunos recuerdos.
Externas, relacionadas con lo que sucede a nuestro
alrededor.
Podemos hablar de dos tipos de coraje:
El que dirigimos hacia nosotros mismos, en el que:
Nos atacamos.
Insultamos.
Devaluamos.
Reprimimos, con lo que se convierte en
depresión.
El que dirigimos hacia los demás.
4
5. El coraje puede ser utilizado de una manera adecuada y de una inadecuada.
1. Es inadecuada, cuando:
Explotamos, sin medir las consecuencias.
El coraje nos controla y podemos lastimar emocional o
físicamente a una persona.
Lo utilizamos para poder controlar a los demás. Esto puede
darse en personas con baja autoestima, que lo utilizan para
sentirse fuertes y poderosas.
Lo reprimimos, porque pensamos que es algo negativo. Esta
actitud abarca desde negarlo, decir que no estamos enojados,
hasta dejar de sentirlo, aparentemente.
2. Es adecuada, cuando:
Dado que cada persona es diferente, cada uno de nosotros puede
manejar adecuadamente el coraje, de una manera distinta.
Algunos, simplemente con reconocer y expresar que están enojados,
se sienten mucho mejor y el coraje disminuye, permitiéndoles resolver
la causa de su malestar.
Otros necesitan descargar la energía físicamente, con actividades
como correr, encerrarse en un cuarto y gritar, golpear un cojín, etc.
Esto es adecuado siempre y cuando las acciones no afecten de
alguna manera o afecten a los demás y que no se hagan cosas de las
que luego hay que arrepentirse.
También podemos:
Hablar y aclarar las cosas con las personas involucradas, si lo hacemos
de una manera asertiva.
Hacer ejercicio.
Relajarnos.
Expresarlo a través del arte: pintura, escritura, música, etc.
El enojo tiene que ver con dos aspectos:
1. El temor o la sensación de estar amenazado, ya sea real o simbólicamente.
Esta amenaza puede ser en el aspecto físico, emocional, psicológico o
espiritual.
2. La frustración de no obtener lo que deseo o de que las cosas y las personas
sean diferentes de cómo yo quiero que sean.
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6. Cuando percibimos esa oposición de la gente como agresiva, el
Nuestra percepción y
coraje o la ira pueden crecer desproporcionadamente. Este aspecto pensamientos son
los
está relacionado con una necesidad de control, ya sea físico o elementos que disparan y
psicológico y muy frecuentemente lo justificamos, equivocadamente, mantienen
el
coraje.
con el concepto de "lo que es justo".
Impulsividad o falta de control inhibitorio.
Para comprender las causas de la impulsividad hay que considerar tres conceptos
básicos que se entrelazan para dar el comportamiento impulsivo:
1. Actuar sin pensar.
2. Velocidad incrementada en la respuesta.
3. Impaciencia.
Al estudiar tal unión conceptual, vemos que surgen otros indicadores estrechamente
relacionados:
a) Bajo control de los impulsos.
b) Poca tolerancia a la frustración.
La impulsividad puede dar lugar a pequeños accidentes como golpes, romper cosas,
etc. Así como a incurrir en situaciones altamente peligrosas por falta de consideración de los
riesgos asociados. El comportamiento impulsivo acarrea más perjuicios que ventajas, por lo
que la reflexión es una alternativa aconsejable
Las personas impulsivas sufren una alta tensión emocional ante situaciones cotidianas
como las descritas y su umbral de tolerancia es menor respecto al resto de la población. En
lugar de reflexionar, pasan de forma inmediata a la acción, incluso cuando son capaces de
prever algún perjuicio contra sí mismos o contra los demás. Por ello se dice que alguien se
comporta de manera impulsiva cuando responde o actúa sin reflexión ni prudencia,
dejándose llevar por la impresión del momento.
Según el psicólogo Raymond W. Novaco hay cuatro clases esenciales de provocación
que pueden desencadenar nuestra indignación y propiciar una reacción impulsiva: La
frustración, sucesos irritantes, sentirse provocado y la falta de corrección como cuando la
pareja relata un aspecto privado de la relación en una cena de amigos o la supuesta injusticia
de una multa.
Impulsividad y angustia en personas con TDA-H.
Muy diferente a la reacción impulsiva de las personas coléricas es la de la mayoría de
personas con Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA-H). Cuando se
enfrentan a un problema en el que han fracasado antes, la dolorosa emoción que aparece es
la angustia. Ante su conciencia de ser 'incapaces' de abordar el problema con éxito, intentan
reducir el tiempo de incertidumbre y se precipitan en su propuesta de solución. Es la
impaciencia la que retroalimenta el problema: si no hay reflexión, la posibilidad de errar
aumenta y, con ella, la conciencia de incapacidad que dispara la angustia y le lleva a
responder de manera impulsiva. Las consecuencias negativas de su impulsividad se centran
en la continua pérdida de autoestima y en la injusta imagen social que genera: a pesar de ser
individuos con capacidades en general superiores a la media, su dificultad para estructurar la
6
7. información, aplicar métodos de resolución y darse tiempo para todo ello, les lleva a parecer
menos capaces que los demás.
A manera de ejemplo:
Mi ex pareja me grita. Yo lo percibo como agresión y me enojo, porque pienso:
"No debería de gritarme (debería comportarse como yo quiero que
se comporte)".
"Se cree más que yo" (mi autoestima se siente amenazada).
"Todo lo hace a propósito para hacerme sentir mal" (y no debería
hacerlo). Etc.
Estos pensamientos me generan más coraje y la rabia se va a mantener mientras los tenga.
A.
Si dentro de 5 días, estoy tranquilo viendo televisión y me acuerdo y vuelvo a tener
ese tipo de pensamientos, me vuelvo a enojar, aunque no esté mi ex pareja
presente.
Lo malo es que así como pueden ser 5 días, pueden ser 5 ó 50 años.
B.
Cada vez que yo tenga este tipo de pensamientos o similares, vuelvo a sentir el
coraje con la misma intensidad o mayor que cuando fue la discusión.
(También podría no haberle hecho caso, percibirlo como una conducta que no tiene
importancia para mí y no enojarme). (O pensar: "Pobre, sólo gritando puede sentirse
mejor, lástima" y tampoco me enojo).
C.
Lo más probable es que, si me enojo, le grite o insulte y mi pareja reaccione con
pensamientos parecidos a los que causaron mi enojo, formando un círculo vicioso
en donde el coraje de uno aumenta el del otro, indefinidamente.
D.
Cuando nos estamos divorciando, todo el coraje que sentimos y que puede provocar
un fuerte deseo de desquitarnos o vengarnos, tiende a mostrarse en la negociación
de los aspectos económicos y relacionados con los niños.
¿El resultado?
Los trámites se alargan, nosotros
emocionalmente y nuestros hijos sufren.
nos
desgastamos
física
y
A manera de ejercicio:
Describe las situaciones en las que te enojas y responde a las siguientes preguntas,
por escrito:
1.
2.
3.
4.
5.
¿Por qué me enoje?
¿Por qué creo que eso pasó?
¿Que hizo la otra persona?
¿Por qué creo que lo hizo?
¿Por qué creo que lo hizo para molestarme?
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8. 6. ¿Qué pienso de esa persona?
7. ¿Qué pienso de mí?
Escribe todo lo que se te ocurra, sin analizarlo.
Si crees que no pensaste nada, escribe qué crees que pensaría
cualquier persona que se encontrara en tú lugar.
Una vez que hayas terminado, revisa cada pensamiento y pregúntate:
Si pienso así ¿cómo me siento?
Y una vez más…
1. Revisa tus listas de pensamientos racionales e irracionales.
2. Revisa la lista de emociones adaptativas-desadaptativas.
3. Revisa plantilla Pensamientos Automáticos para que analices y trabajes con cada uno de los
pensamientos que te generan coraje.
Poco a poco vas a poder identificar el tipo de pensamiento que te hace
enojar o que te causa sufrimiento y vas a poder cambiarlo o eliminarlo. Date el
tiempo que necesitas, para dominar esta técnica. Recuerda que cada persona
es diferente. Pero recuerda también, que sólo aprendemos algo, cuando lo
practicamos todas las veces que sea necesario. Constancia y perseverancia
son los caminos que nos llevan al éxito.
8