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LA REVOLUCIÓN FRANCESA
                                  COMO REVOLUCIÓN
                                 BURGUESA: ALBERT
                                   SOBOUL Y MICHEL
                                      VOVELLE
                                                                      Isabel Clemente
                                        Coordinadora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes




                         INTRODUCCIÓN

Responder a la pregunta "¿Por qué hubo una revolución en Francia?" ha sido una vieja
preocupación entre los analistas de este acontecimiento inclusive antes de que Alexis de
Tocqueville la formulara con tanta precisión.

De hecho, ya los protagonistas del proceso revolucionario desarrollaron explicaciones diversas
y la historiografía francesa no ha cesado, desde el siglo XIX, de plantear el problema.

Las tentativas de respuesta han ligado indisolublemente la pregunta de de Tocqueville a una
cuestión más general: el carácter y naturaleza de la revolución.

En realidad, el tema de la Revolución Francesa se convirtió en el problema central de la
historiografía en Francia, desde comienzos del siglo XIX, en parte como respuesta a la corriente
contrarrevolucionaria, de signo le-gitimista y católico que triunfó con la Restauración y que
acogió la visión de Burke, para quien la revolución había sido el producto de las ma-
"La revolución de 1830                             quinaciones de unos pocos escritores y "philosophes", a las cuales suce-
              consagró el 'triunfo de las                         dió la revuelta del "populacho" ignorante.
              ideas de 1789' y con ella                           La revolución de 1830 consagró el "triunfo de las ideas de 1789"1 y con
                    se consolidó la                               ella se consolidó la historiografía liberal cuyas primeras obras se habían
              historiografía liberal cuyas                        publicado en plena Restauración.2
               primeras obras se habían
                  publicado en plena                              Ella revalorizó la revolución y la explicó en términos de necesidad histó-
                    Restauración."                                rica, como resultado lógico de la crisis e insuficiencia del Antiguo Régi-
                                                                  men, insistiendo en el carácter burgués de la revolución, atribuyendo a
                                                                  la burguesía un papel central en sus orígenes y en su desarrollo. Desde
                                                                  entonces, se han acumulado los estudios dando origen a una bibliografía
                                                                  verdaderamente inagotable. El resultado ha sido el que la Revolución Fran-
                                                                  cesa se ha convertido en uno de los temas más investigados por la histo-
                                                                  riografía occidental.
                                                                  Entre los estudiosos franceses, que con mucho representan la mayor par-
                                                                  te de esa tradición historiográfica, la tendencia predominante en sus aná-
                                                                  lisis, fue, desde el siglo XIX, la de privilegiar la interpretación social de
                                                                  la revolución, cual tuvo en Barnave un primer (y autorizado) precedente,
                                                                  con la Introduction a la Révolution Francaise, escrita en 1792.
                                                                  Sólidamente fundamentada en la erudición, en un desarrollo constante
                                                                  de la reflexión teórica y en un rigor conceptual creciente, esta tendencia
                                                                  se estableció firmemente en la investigación histórica francesa, llegando
                                                                  a constituir una sucesión casi filial que va de Jean Jaures, a Albert Mar-
                                                                  thiez, a Georges Lefebvre, a Albert Soboul.

                                                                  Cada generación de historiadores incorporó nuevos temas, nuevos pro-
                                                                  blemas y nuevos enfoques, en un cuadro cada vez más complejo de las
                                                                  fuerzas sociales actuantes en la revolución.
                                                                  De acuerdo con la interpretación social, que Soboul ha denominado clá-
                                                                  sica, son los antagonismos entre las clases los que explican el origen, el
                                                                  carácter y los resultados de la Revolución Francesa. Esta culminó en una
                                                                  transformación profunda de las estructuras sociales, de signo antifeudal,
                                                                  anti-aristocrático y burgués. Los cambios en el Estado, en la política ex-
                                                                  terior, en la política económica y social son examinados en directa rela-
                                                                  ción con los cambios en la composición social de los grupos en el poder
                                                                  y de las sucesivas y cambiantes alianzas establecidas (y disueltas) a lo go
                                                                  del período revolucionario.
                                                                  Contra esta tradición historiográfica, se han propuesto desde la décadaj
                                                                  de los cincuenta interpretaciones que la contradicen no sólo en sus fun-
                                                                  damentos principales, sino en su mismo planteamiento metodológico ge- ]
                                                                  neral: se cuestiona que el análisis de las clases sea el instrumento real-]
                                                                  mente adecuado para la interpretación de la Revolución Francesa.

1 Lefebvre Georges. El nacimiento de la historiografía moderna. Barcelona, ediciones Martínez Roca, 1974. Pág. 171
2. Francois Guizot, Historia de la civilización en Francia. Adolphe Thiers. Historia de la Revolución Francesa. Historia del Consulado y del Imperio.
  Francois-Aguste Mignet. Historia de la Revolución Francesa. Jules Michelet .Historia de la Revolución Francesa. Lamartine. Historia de los girondinos.
  Edgar Quinet La revolución. Louis Blanc. Historia de la revolución francesa. Alexis de Tocqueville. El Antiguo Régimen y la revolución
En este ensayo se presentan las respuestas a estos contradictores, por parte
de dos historiadores, Albert Soboul y Michel Vovelle, quienes, partiendo             "Se cuestiona que el
de una común formación marxista, pero de campos de investigación dis-
tintos, de la historia social, el uno, de la historia de las mentalidades, el     análisis de las clases sea el
otro, han mantenido y sustentado, con evidencias empíricas y con resul-             instrumento realmente
tados renovados de investigaciones cumplidas o avanzadas la interpreta-                adecuado para la
ción social de la revolución.                                                         interpretación de la
                                                                                    Revolución Francesa."
    EN DEFENSA DE LA HISTORIOGRAFÍA CLASICA DE LA
                     REVOLUCIÓN

Albert Soboul, heredero consciente de la historiografía "clásica" de la
revolución, discípulo reconocido de Lefebvre e investigador de la histo-
ria revolucionaria "desde abajo", a la que consagró su vida académica
entera y una voluminosa producción3, desarrolló en forma sistemática y
exhaustiva la crítica de las tesis que él ha denominado "revisionistas",
en las que creyó descubrir un factor común: el medio de los sectores socia-
les dominantes a las revoluciones, en general, y a la Revolución France-
sa, como precedente peligroso, en particular, amén de otras motivacio-
nes surgidas de coyunturas políticas determinadas (guerra fría, etc.).

                 SOBOUL Y LA TEORÍA ATLÁNTICA

La crítica a la teoría atlántica u occidental que fuera formulada en la dé-
cada de los 50, a partir de la obra del historiador norteamericano R.R.
Palmer publicada en 1954 y desarrollada en diversos escritos de este autor
y del historiador francés Jacques Godechot, se dirige principalmente a
rebatir la uniformización de los procesos revolucionarios en una supuesta
"gran revolución atlántica". Soboul demuestra cómo el resultado ha si-
do diluir las peculiaridades del desarrollo de cada uno de esos procesos
y desconocer su importancia relativa en el conjunto del desarrollo histó-
rico: es indudable que las repercusiones de la Revolución Francesa han
sido mucho mayores que las que tuvo en la historia mundial la revolu-
ción de Irlanda, por ejemplo. Los autores de la "teoría atlántica" han in-

         3   Entre sus principales trabajos se encuentran:
             -"Clases and Class Struggle during the French Revolution" en
             Science and Society. 17:5 (1953): 238-57.

             -"The French Rural Community in the Eighteenth and Nineteenth
             Centuries" en Past andPresent. No. 10 (noviembre 1956): 78-95.

             - La France á la veille de la Revolution. París, SEDES, 1966. Les
             sans-culottes parisiens en Van II. Mouvement populaire et gouver-
             nement révolutionaire, 2juin 1793-9, thermidoran II. París, 1958.

             - Compendio de la historia de la Revolución Francesa. Madrid,
             Teños, 1966. "La historiografía clásica de la Revolución France
             sa. En torno a controversias recientes" en Brendler, Gerhard; Kos-
             sok, Manfred; Kubler, Jiirgen; Kuttler, Wolfgang; Soboul, Albert;
             Zeuske, Max. Las Revoluciones burguesas. Barcelona, Crítica,
             1983.

             La France ó la veille de ¡a Revolution: Economie et Société. París
             Centre de Documentation Universitaire, 1960.

             Le Premier Empire. París, P.U.F., 1973.

             Comprender la Revolución Francesa. Barcelona, Crítica, 1983.

             La Revolución Francesa. Principios ideológicos y protagonistas co-
             lectivos. Barcelona, Crítica, 1987.
"Los autores de la 'teoría              Si verdaderamente hubo una sacudida social y política al menos en Europa occidental
                                        fue consecuencia de la conquista revolucionaria y del dominio napoleónico.4
atlántica' han incurrido en
 el error de colocar en un            La teoría de la revolución occidental o atlántica fue diluyéndose gradual-
 mismo plano procesos de              mente, al aproximarse sus autores a la interpretación social propia de la
caracteres y consecuencias            historiografía revolucionaria, sin dejar continuadores en el campo de la
diferentes, minimizando de            historia comparada de las revoluciones5.
esta manera la profundidad
  de las luchas sociales y             LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y EL CAPITALISMO EN FRANCIA
 políticas de la Revolución           La crítica a la interpretación político-ideológica de la Revolución Fran-
         Francesa."                   cesa, sostenida por los historiadores anglosajones Alfred Cobban, Eliza-
                                      beth Eisenstein y George B. Taylor, parte del planteamiento que formu-
currido en el error de colocar en     lara Georges Lefebvre en respuesta al texto de Cobban The Myth of the
un mismo plano procesos de            French Revolution: se preguntaba entonces (1956) Lefebvre sobre el por
caracteres    y     consecuencias     qué del crédito a la interpretación mítica de las revoluciones y encontra-
diferentes, minimizando de esta       ba la respuesta en la evolución ideológica de las clases dominantes ante
manera la profundidad de las          el impulso democrático; sintiéndose amenazadas, habrían repudiado la
luchas sociales y políticas de la     revolución de los antepasados que les aseguraron la preeminencia pero
Revolución               Francesa,    que se constituía en un peligroso precedente de las revoluciones contem-
despojándola de todo contenido        poráneas.
específico      (anti-feudal    y
capitalista en lo económico;          Soboul empieza por señalar que el ataque de Cobban a la caracterización
antiaristocrático y burgués, en       antifeudal de la Revolución Francesa tiene su origen en una definición
lo social).                           estrechamente jurídica del feudalismo, que no tiene en cuenta el hecho
                                      de que en el siglo XVIII, el concepto de feudalismo involucraba el con-
Esta tesis niega por otro lado, el    junto del sistema señorial, de tal suerte que, tanto en el lenguaje de los
carácter     nacional    de      la   campesinos como en el de los juristas, derechos feudales y derechos se-
Revolución        Francesa       al   ñoriales pasaron a constituir una unidad y fue en este sentido que el con-
transformarla en un aspecto más       cepto se transmitió hasta los constituyentes de 1789 que con tanta solem-
de una revolución occidental.         nidad declararon su extinción la noche del 4 de agosto.
Finalmente, en aras de sostener
esta construcción teórica, la de la      "...lo que aquí nos importa, no es tanto la definición jurídica del feudalismo comoj
revolución occidental, extendida         su dimensión social; no tanto el sentido que le daban los juristas, sino el que le daban]
sobre Europa y América, se               los campesinos."6
minimiza el hecho de que

"Si verdaderamente hubo
  una sacudida social y               4 Soboul. A. La Revolución francesa... pág. 34
   política al menos en               5 Por ejemplo, en lo que respecta a la historia de las revoluciones de independencia en
                                        Hispanoamérica, el eco de la teoría atlántica ha sido más bien débil. En uno de los más
  Europa occidental fue                 importantes estudios de carácter global, la obra del historiador británico John Lynch, Las
    consecuencia de la                  revoluciones hispanoamericanas 1808-18265 se examinan los movimientos independentistas como
                                        expresiones del nacionalismo
conquista revolucionaria y            6 Soboul, A. "La historiografía clásica..." op. cit. pág. 171.
del dominio napoleónico."
Soboul insiste en la persistencia de las estructuras feudales y su                     "Soboul afirma que es
peso económico hacia finales del siglo XVIII y llama la atención                       posible sostener que la
sobre la deducción que los derechos feudales representaban sobre el
conjunto de la producción (y por consiguiente, la carga con que                      nobleza francesa detraía el
gravitaban sobre los campesinos) en primer lugar, y la parte de                      tercio de la renta agrícola
estos derechos en la renta total del señorío, en segundo lugar.                              del país."
Apoyándose en los resultados de las investigaciones cumplidas
sobre el tema, Soboul afirma que es posible sostener que la
nobleza francesa detraía el tercio de la renta agrícola del país. Esa
relación derechos feudales-rentas campesinas es la que explica el
comportamiento de los campesinos al final del Antiguo
Régimen, en tanto que la relación derechos feudales-renta total
del señorío ilustra el comportamiento de la nobleza y explica los
motivos de la contrarrevolución.
En otro sentido, los críticos de la caracterización de la Revolución
Francesa como burguesa y capitalista, han basado su interpretación
en el examen de la composición social de las asambleas
revolucionarias: en ellas, la burguesía capitalista, compuesta de
negociantes, banqueros, manufactureros y empresarios era sólo
una minoría, mientras que el porcentaje de funcionarios oficiales
era muy alto. Esta argumentación, elaborada por Cobban, se
complementó con el estudio de Elizabeth Eisenstein que
demostraba cómo los protagonistas de las acciones
revolucionarias pertenecían a muy diversas categorías sociales,
siendo tan sólo una ínfima minoría de activistas de origen
burgués. La conclusión a que llegaba el estudio de Eisenstein era
no sólo que la burguesía había estado ausente en el movimiento
de protesta de 1788 y no desempeñó un papel importante en los
acontecimientos y en las reformas de 1789, sino que la iniciativa
revolucionaria correspondió a un grupo de intelectuales ilustrados,
un grupo de "agitadores" que, aun cuando provenían de órdenes
y clases sociales diversos, perseguían unos objetivos políticos
comunes; una conclusión bastante parecida a la tesis de Edmund
Burke.
Finalmente, el historiador norteamericano George Taylor encontraba
poco demostrable la oposición económica entre la burguesía y
otras clases de la sociedad: había identidad en formas de
inversión e ideas socioeconómicas entre gran parte de la nobleza
y el sector propietario de las clases medias (bien diferente de la
clase capitalista por excelencia, la de los empresarios).
Por consiguiente, lejos de presentar la Revolución Francesa como                             "La iniciativa
una lucha entre unas clases que habrían opuesto unas formas                         revolucionaria correspondió
diferentes de riqueza y unos intereses económicos distintos, estos                  a un grupo de intelectuales
autores han elaborado una interpretación jurídica y política de la                    ilustrados, un grupo de
revolución: un movimiento dirigido mayoritariamente por un
grupo de funcionarios, unidos por el común objetivo de la                               'agitadores' que, aun
conquista del poder y por una común formación ideológica                                cuando provenían de
ilustrada.                                                                           órdenes y clases sociales
Soboul admite que el papel de los intelectuales y los funcionarios                   diversos, perseguían unos
oficiales es fundamental en la maduración y conducción de la                              objetivos políticos
revolución pero subraya el hecho de que, si es posible distinguir                             comunes.”
diversas categorías burguesas, entre las cuales la más progresista fue
la de los intelectuales y funcionarios, la burguesía constituía una
unidad: si era, de hecho, diversa y múltiple, se distinguía
claramente de las otras clases de la sociedad por su estilo de vida,
su educación y sobre todo, su fortuna.
                                                                                  7 Soboul, A. La Revolución Francesa... op. cit.
"...no tanto por su volumen como por su origen, su naturaleza, la manera en que   pág. 40
era gestionada y gastada"7
"Los profesionales,              También admite Soboul que los profesionales, funcionarios e intelectua-
funcionarios e intelectuales          les se preocuparon muy poco por promover el capitalismo a través de su
                                      acción en las asambleas revolucionarias. Sin embargo, llama la atención
 se preocuparon muy poco              sobre la necesidad de tomar en cuenta a los grupos de presión tales como
       por promover el                el Club Massiac y los diputados extraordinarios de las manufacturas y
capitalismo a través de su            del comercio.
  acción en las asambleas
      revolucionarias.''              Por otro lado, el carácter social de la revolución no debería establecerse
  "La Revolución Francesa             de acuerdo con las intenciones de sus protagonistas, que comprendían una
                                      gama muy variada, tanto desde el punto de vista social como del ideológi-
      constituye, con las             co, sino examinando principalmente sus resultados:
  revoluciones holandesa e
  inglesa del siglo XVII, la              "el feudalismo fue abolido, el antiguo sistema de producción destruido, la libertad
   coronación de una larga                de empresa y de beneficio establecida sin restricción, abriendo así la vía al capi-
                                          talismo"8
    evolución económica y
  social que ha hecho de la           En realidad, la interpretación de Soboul apela a la continuidad del tiempo
    burguesía la dueña del            histórico. En efecto, siguiendo una concepción discontinua de la historia y
           mundo."                    parcelándola en un desarrollo episódico, resulta muy lógico concluir que las
                                      medidas revolucionarias poco contribuyeron al triunfo de una economía
                                      capitalista, en lo inmediato, y que las preocupaciones de los dirigentes de la
                                      revolución se orientaron de preferencia, hacia problemas distintos de la
                                      elaboración de un proyecto claramente capitalista para Francia, impulsando más
                                      bien una política económica que buscaba responder a los apremios de la
                                      coyuntura.

                                      En cambio, si se parte del supuesto de la continuidad del tiempo histórico,
                                      como lo hace Soboul, la revolución aparece como un momento en el curso
                                      general de la historia del capitalismo y del ascenso de la burguesía al poder y las
                                      medidas revolucionarias, como otros tantos avances de ese sistema económico
                                      cuyo triunfo se cumplió plenamente durante el siglo XIX. Desde el horizonte de
                                      la historia de la Francia del siglo XIX, las medidas del período revolucionario,
                                      consolidadas y desarrolladas por el Primer Imperio, aparecen entonces
                                      cargadas de porvenir.

                                      La Revolución Francesa constituye con las revoluciones holandesa e in-| glesa
                                      del siglo XVII, la coronación de una larga evolución económica y] social que
                                      ha hecho de la burguesía la dueña del mundo.9

                                      CRITICAS DE SOBOUL A LA CONCEPCIÓN DE FURET Y RICHETI

                                      La crítica a la teoría de la dualidad de la Revolución Francesa, que opuso' una
                                      revolución de la Ilustración, aristocrática y burguesa, de signo progresista, la
                                      de 1789, a una revolución popular, violenta y retrógrada,10 la ¡ de 1793, teoría
                                      expuesta principalmente en la obra de Furet y Richet publicada en 1965, La
                                      Révolution, es sobre todo un ataque a la concepción de lo contingente, el azar
                                      y lo irracional como factores de la historia.
                               8 Ibid, pág. 42
                               9 Soboul, A. Compendio de la historia.
                               Op. cit., pág. 19.
                               10 Soboul admite, sin embargo, que las
                                  masas populares adherían a los viejos
                                  derechos colectivos que garantizaban su
                                  existencia y que se oponían a la libertad
                                  económica: si la burguesía capitalista
                                  reclamaba la libertad económica, las
                                  masas populares campesinas y urbanas
                                  afirmaban una mentalidad y un
                                  comportamiento precapitalista. Op. cit.,
                                  pág. 105.
En primer término, Soboul ataca la tesis de la supuesta revolución de las                   "No había en 1789 una
élites que en 1789 habrían llegado a una convergencia táctica contra el                   élite francesa unificada y lo
absolutismo: en realidad, nos dice Soboul, no había en 1789 una élite fran-                menos que puede decirse
cesa unificada y lo menos que puede decirse es que las élites (aristocráti-                    es que las élites se
cas y burguesas) se dividieron frente al problema del privilegio, volvién-
dose imposible el compromiso.                                                                  dividieron frente al
                                                                                            problema del privilegio,
Por otro lado, contra la idea central de Furet y Richet en cuanto el papel                  volviéndose imposible el
unificador de la ideología de la Ilustración, Soboul apela al carácter am-                        compromiso."
bivalente de este movimiento de ideas, cuyos más connotados voceros han
proporcionado argumentos tanto a los dirigentes revolucionarios como
a los partidarios de la reacción y a los nostálgicos del antiguo orden.
En tercer lugar, para Soboul, la capacidad de arbitraje y reforma del rey
de Francia, a la cual Furet y Richet, apegados a una visión contingente
de la historia, asignaron tanta importancia en la determinación del giro
de la revolución, era inexistente en las condiciones del estado monárqui-
co del Antiguo Régimen. Un análisis en profundidad de este sistema po-
lítico revela cómo la alianza entre monarquía y aristocracia era inextricable:
La monarquía había probado que era el Estado de la aristocracia11, afir-
mación que encuentra su prueba no sólo en las declaraciones reales de
1789 en defensa de la sociedad de órdenes y de todo el sistema de privile-
gios que protegía a la "buena y fiel nobleza" sino en toda la política pos-
terior del rey y la corte para impedir y finalmente aplastar la revolución
con el concurso extranjero.
Por consiguiente, el rey no podía sino inclinarse hacia un solo lado no
sólo por falta de capacidad de arbitraje sino por falta de real interés en
un supuesto arbitraje.
  "Ni la nobleza ni la monarquía podían, sin negarse a sí mismas, aceptar la supresión
  del privilegio, cuyo mantenimiento, por otra parte, no podían aceptar las élites bur-
  guesas. Una necesidad interna hacía que el enfremamiento fuese ineluctable"12

En cuarto término, la distinción que los autores han hecho entre las tres
revoluciones de 1789 y entre éstas y el supuesto resbalón o desviación de
1792 a 1795, es resultado según Soboul, de la introducción de lo contin-
gente y lo irracional en la explicación histórica, de un lado, y de la falta
de un análisis minucioso de las estructuras de la sociedad del Antiguo Ré-
gimen caracterizadas por el privilegio y el feudalismo, de otro lado. Efec-
tivamente, teniendo en cuenta este último aspecto, resulta evidente la con-
tradicción de la burguesía con todo el fundamento feudal de esa estructu-
ra social y su necesidad de alianza con otros sectores para destruirlo. El
análisis del tercer estado revela su realidad social múltiple y diversa y per-
mite establecer, en su interior, corrientes específicas y autónomas, hecho
que justifica las investigaciones de Lefebvre sobre los campesinos y las
del propio Soboul y Georges Rudé sobre los "sans
culottes" y la "muchedumbre" urbana.13 Sin embargo, esta realidad di-
versa del tercer estado no permitió, en el estudio de estos movimientos
particulares, desconocer su inserción en el curso general de una revolu-

      1 Soboul op. cit., pág. 45.
       1
      12 Soboul, op. cit., pág. 44
      13 Soboul, Albert. "Lesans-culottesen l'an II" op. cit., Rudé, George.
         The crowd in the Frenen Revolution.
ción burguesa. De esta manera la alianza, entre la burguesía opulenta y
                              los "desarrapados"14 que a Furet y Richet les parecía tan asombrosa e
                              inesperada, es para Soboul perfectamente lógica y explicable en términos
                              históricos: lejos de constituir una desviación o un accidente, la interven-
                              ción del movimiento popular fue indispensable para el éxito de la revolu-
                              ción liberal iniciada en 1789. En el período 1792-1795 que Soboul carac-
                              teriza como "el depotismo de la libertad" fue cuando la burguesía pudo,
                              gracias a la alianza popular, exterminar todas las formas de contrarrevo-
                              lución y hacer así posible, al fin, el sistema liberal que se afirmó definiti-
                              vamente después de 1795, para alcanzar su plenitud después de 183O15.
                              Dentro de la explicación de Soboul, la guerra no aparece como un mero
                              accidente, debido a un expansionismo pasional de los franceses16 sino co-
                              mo un resultado de las propias tensiones internas de la revolución a la
                              vez que como un factor dinamizante del proceso revolucionario. Esa re-
                              lación dialéctica entre guerra y revolución admirablemente desarrollada
                              en su historia de la Revolución Francesa, es un argumento central en la
                              tesis unitaria de la revolución.

                              En 1789 no hubo tres revoluciones, sino una sola, burguesa y liberal, con
                              apoyo popular, particularmente campesino. No hubo desviación, ni des-
                              lizamiento de la revolución de 1792 a 1794, sino la voluntad de la bur-
                              guesía revolucionaria de mantener la cohesión del tercer estado, gracias
                              a la alianza con las masas populares, sin cuyo sostén las adquisiciones
                              de 1789 hubieran sido comprometidas para siempre. El año II no fue "un




  "El análisis del tercer
estado revela su realidad
social múltiple y diversa y
permite establecer, en su
    interior, corrientes
específicas y autónomas."
                              14
                                  Término empleado por Soboul para definir los sectores populares
                              en su texto Compendio de Historia de la Revolución Francesa. Ma
                              drid. Tecnos, 1966.
                              15
                                 Soboul op. cit. pág. 46
                              16
                                 historiografía de las relaciones internacionales en el periodo de
                              la Revolución y el Imperio revela la complejidad de factores que
                              incidieron en la política exterior de los estados, en particular Ingla
                              terra. Véase al respecto la clásica obra de André Fugier en Historia
                              de las Relaciones Internacionales dirigida por Pierre Renouvin. Tomo
                              I, Vol II, Madrid, Aguilar 1967.
tiempo de desamparo", sino un momento de radicalización necesaria pa-                         "En 1789 no hubo tres
ra asegurar la victoria sobre la contrarrevolución y la coalición y por con-                revoluciones sino una sola,
siguiente la victoria de la revolución burguesa17
                                                                                              burguesa y liberal, con
Ni tampoco la movilización de los sectores populares, apremiados por                              apoyo popular,
la cuestión del pan cotidiano, es para Soboul un accidente, una respuesta                        particularmente
irracional y violenta ante el mito del complot aristocrático sino un movi-
miento con motivaciones específicas, ligadas a las condiciones económi-                            campesino."
cas generadas por la crisis y agravadas por la guerra.

De manera que la ruptura con la estructura del Antiguo Régimen que pro-
vocaron los acontecimientos de 1789, se desarrolló y se configuró como
un nuevo orden bajo el gobierno revolucionario del año II. El sentido
revolucionario de la Revolución Francesa radica, precisamente, en esa ins-
tauración de un orden nuevo, diferente esencialmente del precedente, pro-
ceso que superó con mucho los cambios en el gobierno y que involucró
la destrucción de las antiguas relaciones sociales: es en este sentido que
Soboul reclama la noción de revolución para el caso francés, rechazando
los conceptos de reforma o transición con los que ha intentado rotularse
los acontecimientos posteriores a 1789.
  Por consiguiente, revolución: transformación radical de las relaciones sociales y de
  las estructuras políticas sobre los cimientos de un modo de producción renovado18

Explicar la revolución como un momento político clave, dentro de una
fase prolongada de transición hacia el capitalismo, que permitió el rea-
juste político, institucional y la redistribución del poder en beneficio de
la burguesía para adecuar el sistema político a un equilibrio ya capitalista
implica dejar sin explicación el por qué de la revolución como cambio
violento y total, sostiene Soboul.

Siguiendo el planteamiento de Marx acerca de las vías de la transición
del feudalismo al capitalismo, establece que en Francia se cumplió "la
vía realmente revolucionaria" tal como Marx la definió, en la medida en
la que la Revolución tuvo como consecuencia final la subordinación del
capital comercial (ligado a la alta burguesía, a su vez aliada a la oligar-
quía de grandes propietarios feudales) al capital productivo.
 De este análisis se desprende una importante conclusión que articula, co-
 mo un eje, la obra entera de Soboul sobre la Revolución Francesa:
   "En ese sentido, el elemento motor de la revolución se encontró entre los artesanos
   y campesinos independientes, pequeños y medianos productores, en una palabra en
   la pequeña y media burguesía, y no en la alta burguesía más o menos coaligada con
   el poder del Estado absolutista, gentes de finanzas, grandes negociantes, fabricantes,
   empresarios. Históricamente, este antagonismo se concretó en la oposición entre jaco-
   binos y montañeses, por una parte, por otra monárquicos, luego feuillants, por últi-
   mo girondinos, unos y otros inclinados siempre al compromiso con la aristocracia"19

 Al suprimir los derechos feudales, la revolución liberó a los productores
 directos, los pequeños y medianos productores, comerciantes a partir de
 entonces independientes, asegurando así la autonomía de la producción
 capitalista, creando las condiciones necesarias para la formación del ca-

 1 Soboul op. cit. pág. 47
  7
 1 Soboul op. cit. pág. 50
  8
 1 Soboul, op. cit. pág 55
  9
Un episodio del gran miedo. Grabado.



                              pital productivo. En este sentido, son, en el análisis de Soboul, especial-
                              mente relevantes estas medidas revolucionarias: la afirmación de la con-
                              cepción burguesa de la propiedad, la supresión de los derechos feudales,
                              los diezmos eclesiásticos, las obligaciones comunitarias, los monopolios
                              corporativos, los privilegios de las grandes compañías de comercio colo-
                              nial, la libertad económica definida por el artículo 17 de la declaración
                              de derechos de 1793, la ley Le Chapelier, de larga vigencia en la historia
                              de las relaciones del "capital" y el "trabajo" en Francia, que prohibía
                              las coaliciones obreras y las huelgas y fundaba un individualismo social
                              igualitario20, la unificación del mercado nacional que, al tiempo que des-
                              truía la organización institucional del estado del Antiguo Régimen, eli-
                              minaba las autonomías y particularismos provinciales y locales, raciona-
                              lizaba la economía e impulsaba la libre competencia21.
                              Sin embargo, Soboul reconoce que los progresos del capitalismo fueron
                              lentos durante el período revolucionario, que la dimensión de las empre-
"El predominio de la renta    sas siguió siendo modesta y el capital comercial preponderante, porque
                              el tránsito al capitalismo no es un proceso simple22.
   en especie en Francia,
 explicaría en parte, para
                              En otra de sus obras23, Soboul estudia el período napoleónico y muestra
  Soboul, la evolución más    cómo se cumplieron entonces avances realmente importantes en la tran-
 lenta hacia el capitalismo   sición hacia el capitalismo, cuyo pleno dominio de la economía francesa
    en comparación con        se consumó apenas bajo el segundo Imperio, según acuerdo general de
        Inglaterra."          los historadores del siglo XIX francés. El predominio de la renta en espe-


                              20 Soboul, op. cit. pág. 108

                              21 Sin embargo, la competencia extranjera quedó frenada con la pro
                                 tección aduanera a la producción nacional y se mantuvo el sistema
                                 exclusivo para el comercio colonial.
                              22 Se necesitó mucho más tiempo aún para que el capitalismo se afir
                                 mase definitivamente en Francia. Soboul op. cit . , pág. 56.
                              23 Le Premier Empire: París, Presses Universitaire de France, 1973
El tercer estado soporta el peso del primero y del segundo
                (clero y nobleza).Colección Museo Carnavalet.


cié en Francia, explicaría en parte, para Soboul, la evolución más lenta
hacia el capitalismo en comparación con Inglaterra.
Finalmente, ante la cuestión de por qué en Francia se adoptó la vía real-
mente revolucionaria y no la del compromiso, Soboul encuentra la res-
puesta en la obstinada negativa de la aristocracia, empeñada en la defen-
sa de sus privilegios, opuesta a toda concesión a la burguesía ascendente
y a las masas rurales. La burguesía, que "no había deseado la ruina de
la aristocracia", tuvo que proseguir hasta el fin la destrucción del orden
antiguo, presionada por la contrarrevolución y la guerra, aliándose con
las masas urbanas y rurales. De hecho, Soboul señala que los motines cam-
pesinos apenas cesaron de 1789 a 1792 y hasta el verano de 1793, hasta
la abolición definitiva de los derechos feudales decretada finalmente me-
diante la ley del 17 de julio"24
En otro orden, esta interpretación revolucionaria de la Revolución Fran-
cesa, se complementa con otra idea básica en la obra de Soboul, la espe-
cificidad de la Revolución Francesa. Los estudios cumplidos sobre las re-
voluciones burguesas de los Países Bajos, Inglaterra y los Estados Uni-
dos proporcionan a Soboul elementos para construir un cuadro
comparativo que apoya esta idea. Los hechos principales que permiten
afirmar esa especificidad serían:

24 Soboul op. cit. pág. 56
Retrato de Sans-Culotte


1. La ausencia de un compromiso entre la burguesía y la aristocracia a la manera del que acabó
   imponiéndose en Holanda a partir de 1672 o en Inglaterra después de 1689.
2. El carácter ampliamente burgués y democrático de la Revolución Francesa, en contraste con el
   restrictivamente burgués de la revolución de Holanda o Inglaterra, país este último en el cual los
   campesinos no adquirieron ningún dominio sobre la tierra y en el cual la gentry tuvo un papel de primer
   orden en la organización capitalista de la economía agraria. La Revolución Francesa reivindicó de una
   manera particular la igualdad de los derechos del hombre mientras que el compromiso de la burguesía y la
   aristocracia hizo innecesaria a la igualdad en Holanda y en Inglaterra.
   En Francia, la alianza de la burguesía y los sans-culottes impuso la igualdad, la democracia y el sufragio
   universal, al menos hasta el 9 Thermidor. A partir de esa fecha.
   "pareció proscrita para siempre. Pero permaneció desde entonces en la conciencia de los hombres de nuestro país la convicción de
   que, sin la igualdad, la libertad no es más que el privilegio de algunos, que libertad e igualdad son inseparables, que la misma
   igualdad política no es sino una vana apariencia cuando se afirma la desigualdad social25".


25 Soboul op. cit., pág. 64. Ver cita de Abbé Roouz, pág. 195. La Revolución Francesa, Tecnos.
3. El carácter universal de la concepción francesa de las libertades, dis
   tingue claramente el proceso francés del británico, del holandés y aún
   del norteamericano, que si bien proclamó en sus declaraciones la uni
   versalidad de los derechos del hombre, mantuvo la esclavitud y el ré
   gimen censitario del sufragio. En Francia, las libertades no sólo se afir
   maron con carácter universal, sino de un modo más radical: se afirmó
   la libertad de conciencia, se abolió la esclavitud (en 1794).
4. La formulación de un nuevo derecho internacional, a partir de la con
   cepción universal de los derechos y de la concepción de la nación co
   mo asociación voluntaria de ciudadanos libres, es otra originalidad de
   la Revolución Francesa. Aunque las revoluciones de Holanda, Ingla
   terra y los Estados Unidos tuvieron un claro sentido nacionalista (afir
   mar la soberanía y la independencia en Holanda y los Estados Uni
   dos, fortalecer la nación y conferirle una posición dirigente en el mun
   do en Inglaterra) sólo en Francia la revolución produjo una teoría de
   la nación.




                                                                                   "Soboul reivindica un
     Por último, en su fundamentación de la interpretación social de la         principio que resulta básico
   revolución como análisis global del proceso, Soboul reivindica un             en el método histórico: la
   principio que resulta básico en el método histórico: la Historia total           Historia total como
   como horizonte necesario de las historias parciales, de los estudios sobre
   sectores particulares. Lo contrario, conduce a fragmentaciones               horizonte necesario de las
   episódicas, a demostraciones empíricas sobre hechos particulares              historias parciales de los
   desvinculados de la totalidad y a la incapacidad para construir una            estudios sobre sectores
   explicación racional de la historia.                                              particularmente.''
VOVELLE Y LA MENTALIDAD REVOLUCIONARIA

                              Michel Vovelle, historiador marxista consagrado al estudio de las menta-
                              lidades, ha aportado nuevos elementos a la sustentación de la interpreta-
                              ción social de la Revolución Francesa. Su obra La caída de la monarquía
                              se sitúa en la misma línea de las obras de Soboul, no sin dejar de señalar
                              los numerosos problemas que aún existen, el estado embrionario de la
                              investigación sobre varios aspectos cruciales para la interpretación de la
                              Revolución Francesa.
                              Para Vovelle es claro el carácter burgués de la Revolución Francesa y la
                              importancia de ésta como fenómeno de ruptura radical con las estructu-
 "Para Vovelle es claro el    ras del pasado, de destrucción del Antiguo Régimen.
  carácter burgués de la
Revolución Francesa y la      A la vista de las contradicciones internas descubiertas en el sistema se tiene
importancia de ésta como      la sospecha de que el Antiguo Régimen no murió por accidente. Las
                              crisis y el endurecimiento del sistema "feudal", las resquebrajaduras en |
   fenómeno de ruptura        el edificio de la sociedad de órdenes, las imperfecciones vividas o los va-
radical con las estructuras   lores rechazados del sistema absolutista, adquirieron sólo fuerza relevante
del pasado, de destrucción    en el momento en que, a consecuencia de la evolución de las fuerzas] y
  del Antiguo Régimen."       de las relaciones de producción, otra Francia empezó a ver la luz26.

                              26 Vovelle 1787-1792. Barcelona, Ariel 1959. pág. 54
Ante la discusión acerca de la propiedad o no de la caracterización feudal del
                                   Antiguo Régimen, Vovelle acoge la argumentación de Soboul acerca del concepto
                                   de feudalismo vigente en el siglo XVIII y demuestra cómo, no sólo el
                                   feudalismo seguía dominando indiscutiblemente en Francia, sino que enfrentó
                                   a la nobleza con los campesinos y la burguesía. Siguiendo los estudios avanzados
                                   por Sagnac27 y continuados por investigadores posteriores, Vovelle atribuye
                                   especial importancia a las consecuencias de la reacción señorial, desarrollada
                                   en la segunda mitad del siglo XVIII: la refección, por parte de una nobleza
                                   empeñada en rehacer o fortalecer su base económica de libros y planos del
                                   suelo con el fin de actualizar los valores del tributo campesino, el
                                   restablecimiento de derechos señoriales caídos en desuso incrementaron la
                                   carga sobre los campesinos, haciendo particularmente odioso el conjunto de
                                   obligaciones feudales; las operaciones de selección y cercamiento de las
                                   propiedades y el comienzo de un reparto de los bienes comunales implicaban
                                   un real ataque a la propiedad y al sistema de la economía campesina, muy
                                   dependiente del uso de esas tierras comunales; finalmente, el sistema de los
                                   grandes arriendos que introdujo un elemento nuevo en el campo, el
                                   arrendatario general, el cual ai rendaba la percepción de las rentas de una
                                   aristocracia ausentista, levantó en general la resistencia en el campo; por todo
                                   ello el régimen feudal aparecía cada vez más oneroso y detestable a los ojos de
                                   los campesinos que pasaron a enfrentar un sistema de dominación
                                   revigorizado. Son estas las condiciones que explican la intervención del
                                   movimiento rural en el período revolucionario y las que dan sentido a las
                                   medidas antifeudales de la revolución que golpearon a una nobleza que
                                   representaba el núcleo de la clase rentista y el mayor beneficiario del
                                   tributo feudal.

                                   En lo que tiene que ver con el enfrentamiento que estas condiciones des-
                                   pertaron en la burguesía, Vovelle analiza las consecuencias que para ésta trajo
                                   una política dirigida a poner fin a lo que el conde de Saint-Simon había
                                   denominado "reinado de vil burguesía". Esta reacción aristocrática se tradujo
                                   en la exclusión sistemática de los burgueses de los altos cargos oficiales, de las
                                   jerarquías superiores de la Iglesia y de los mandos militares (Edicto de Segur),
                                   con lo cual se clausuraron las vías más importantes para la movilidad
                                   ascendente. Dentro de este marco se ubica lógicamente el papel revolucionario
                                   de la burguesía: ella tomó la iniciativa revolucionaria en un movimiento de
                                   agresividad por frustración ante una sociedad que no le concedía el lugar que
                                   reclamaba. El análisis de su composición como clase no sólo aporta en Vovelle
                                   la demostración del carácter burgués de la revolución, sino la identificación
                                   de sus sectores de avanzada y de proyección hacia el porvenir. Vovelle parte de
                                   una definición de burguesía que, con el carácter de hipótesis de trabajo,
                                   responde a las objeciones formuladas por los historiadores anglosajones a la
                                   caracterización de la Revolución Francesa como revolución burguesa.

                                   La clase cuyo estatuto jurídico se definía por ser plebe y que, en el campo y la
                                   ciudad, agrupaba a todos aquellos que se situaban en posición de dominación
                                   económico-social en la esfera de las relaciones sociales capitalistas... antagonista
                                   de los privilegiados no comprometidos en estas mismas relaciones en la medida
                                   en que postulaba esta consciente o incons

                                   27 Philippe Sagnac: historiador francés clásico, autor entre otros textos de La Fin de l'anden régimen et la
                                   Revolución americaine 1763-89 y compilador, en compañía de Louis Halphen, de la colección Peu-ples et
                                   Civilizations.-
"La burguesía tomó la iniciativa
        revolucionaria en
        un movimiento de
  agresividad por frustración
   ante una sociedad que no
    le concedía el lugar que
          reclamaba.”
cientemente otro aparato de Estado y a la larga (con
desfase) otro marco productivo28.
Vovelle, establece que esta burguesía no era, en las
postrimerías del Antiguo Régimen, ni mayoritaria ni
triunfadora: estaba limitada por la importancia todavía
esencial de las clases cuya ganancia no procedía del be-
neficio sino de la renta y en las cuales las relaciones no
estaban en absoluto regidas por el libre contrato sino
por diversos lazos de dependencia y por estructuras
jerarquizadas y codificadas de las cuales la sociedad de
órdenes era una concreción. Dentro de esta burguesía,
Vovelle distingue diversas categorías, desde la
"burguesía auténtica" hasta los diversos tipos mixtos o
ambiguos. En la primera, aglutina varios tipos: los
financieros; los banqueros de "tipo moderno" que
empezaban a orientar inversiones hacia las empresas
industriales, tales como los Mallet, Pérregueux, Hot-
tinger, Delessert o Périer; los "marchands" y grandes
negociantes, entre los que ocupaban lugar destacado los
que controlaban el comercio colonial; los industriales
de tipo moderno, muchos de los cuales procedían de la
nobleza aunque el predominio burgués era muy grande.
Estos eran los antecesores de los "burgueses
conquistadores"29 del siglo XIX.
Junto a esta burguesía auténtica, se agrupaba una gran
variedad de tipos mixtos o fuerzas "híbridas" que
combinaban diversas formas de ingresos,
 grupos insertos estructuralmente en el Antiguo Régimen... pero
 aptos, al mismo tiempo para integrarse en el combate para la
 destrucción de las antiguas relaciones de clase preexistentes30.
Entre éstos sitúa Vovelle a los rentistas y a los
profesionales liberales. Con respecto a éstos últimos, que
estuvieron en tan alto número en las prime-




28 Vovelle, op. cit., pág. 69.
29 La expresión es Charles Morazé
30 Vovelle, op. cit., pág. 73.
ras filas de la Revolución, se hace necesario precisar el grado de sus rela-
ciones con las otras categorías burguesas. Ha sido una pieza clave en la
argumentación de los historiadores anglosajones para cuestionar el ca-
rácter burgués de la Revolución, el hecho de que en las asambleas revolu-
cionarias los profesionales liberales, en especial abogados y notarios, tu-
vieron un elevado porcentaje. Vovelle presenta en su obra varios ejem-
plos de la vinculación de muchos de estos profesionales con los sectores
de la burguesía auténtica: los dirigentes girondinos, tan ligados con el sector
financiero; o Barnave, el abogado delfines que asumió conjuntamente con
Lameth en la Asamblea Nacional la defensa de los intereses ligados al co-
mercio antillano en los debates de 1791 en torno al régimen colonial y contra
las reivindicaciones de los libres de color.
Además, sólo una parte de este grupo podía cumplir hasta en sus últimos
términos la evolución ascedente, dentro del Antiguo Régimen: la casta
parlamentaria.
 Para la mayoría, la reivindicación burguesa de la destrucción del Anti-
 guo Régimen social y político era tanto más seductora cuanto que no te-
 nía nada que perder y mucho que ganar31

 Examinadas dentro del contexto de la evolución de las fuerzas producti-
 vas, las categorías de la burguesía auténtica, resaltan como la fuerza de
 avanzada. El capital comercial atacaba ya muy ampliamente al mundo
 artesano y en el medio rural se extendía el área de una agricultura evolu-
 cionada y un campesinado diferenciado al que acompañaban los progre-
 sos del individualismo agrario.
 Vovelle avanza una comparación entre el índice de crecimiento en la pro-
 ducción agrícola y el del comercio y la industria. Sin dejar de señalar el
 carácter novedoso de la investigación en este campo, las carencias de fuen-
 tes para muchos sectores y las desigualdades regionales, cifra en un 20%
 aproximadamente el índice de crecimiento agrícola en tanto que el comercio
 (en términos globales) presentaba, entre 1720 y 1789, un alza del 400 al
 450% dentro de él, el negocio antillano se colocaba, con mucho en un
 destacado primer lugar ya que se había decuplicado: en la industria, el
 crecimiento era notable, aunque diferenciado por sectores: 61% en la pa-
 ñería, 80% en la lencería,200% en la fundición, 300% en la metalurgia.32
 La masa metálica circulante habría pasado, en el transcurso del siglo, de
 700 millones de libras a unos dos mil millones aproximadamente. Ahora
 bien, comparando esta subida del beneficio con la que se experimentaba
 en la renta de la tierra, Vovelle demuestra cómo, si bien la aristocracia
 se beneficiaba de una ganancia en aumento, en términos relativos, se eclip-      "La abigarrada estructura
 saba frente a la burguesía productiva en cuanto al índice y al ritmo del         del Estado francés bajo el
 enriquecimiento, al tiempo que las necesidades de consumo impuestas por            Antiguo Régimen hacía
 el tren de vida noble se confrontaban con el ascenso constante de los pre-          pesado e ineficiente el
 cios. La oposición de la aristocracia a la monarquía desde 1787 y su par-        funcionamiento del sistema
 ticipación en el proceso revolucionario sería consecuencia, para Vovelle,
 de una reacción ante el peligro del desclasamiento.                              y creaba serias limitaciones
                                                                                     al efectivo ejercicio del
  A su vez, el análisis de la estructura política revela a Vovelle la imposibi-    poder: era impensable un
  lidad de una política de reformas según el modelo del despotismo ilustra-              'arbitraje real."
  31 Vovelle op. cit., pág. 74.
  32 ibid., pág. 65.
do: la abigarrada estructura del Estado francés bajo el Antiguo Régimen
                              hacía pesado e ineficiente el funcionamiento del sistema y creaba serias
                              limitaciones al efectivo ejercicio del poder, los privilegios de la aristocra-
                              cia íntimamente imbricados con la monarquía, hacían impensable un "ar-
                              bitraje real".
                                 Se ha escrito mucho sobre la importancia y la realidad de la elección que tenia abierta
                                 todavía la monarquía en aquel estadio del enfrentamiento. Quizá si hubiera tomado
                                 la palabra a los notables y hubiera apostado por la burguesía contra los privilegiados,
                                 el régimen se hubiera salvado. Pero es éste un falso problema de reconstrucción histó-
                                 rica, pues supone como reales las posibilidades de arbitraje de un sistema ligado a las
                                 antiguas estructuras."

                              Pero además, en el curso mismo de la revolución, la afirmación de las
                              fuerzas políticas revela cuan ilusorio era el arbitraje: la posición de la co-
                              rona y de la mayor parte de la aristocracia bajo el signo de la contrarre-
                              volución; el cisma religioso y la evolución del clero refractario hacia las
                              filas de la contrarrevolución; la ruptura del partido patriota ante las defi-
                              niciones constitucionales, el debate sobre las colonias y la política frente
                              al rey después de la fuga frustrada a Varennes son otros tantos factores
                              que explican la inviabilidad del compromiso que de todas maneras buscó
                              con insistencia un sector de la burguesía.
                              De la misma manera que Soboul, Vovelle afirma rotundamente la uni-
                              dad del proceso revolucionario. La distinción establecida por Furet y Ri-
                              chet de tres revoluciones autónomas en el verano de 1789 le parece que
                              deforma la realidad. Sin embargo, reconoce que la Revolución no fue en
                              absoluto monopolítica y se movió en diversos niveles y es necesario toda-
                              vía precisar las formas de articulación entre unos y otros y explicar los
                              niveles específicos tanto en cuanto a los grupos sociales como en cuanto
                              a las entidades regionales y municipales.

                               Con toda seguridad, la unidad del movimiento revolucionario fue, en muchos puntos,
                               muy forzada, pero tampoco podemos hablar de una simple coexistencia, en último caso
                               forutita, de una futura revolución burguesa y de una rabia inveterada mezcla de mo-
                               tivaciones económicas y de milenarismo nostálgico...34


                              Vovelle encuentra que, a través de mediaciones muy distintas aparece-
                              rían un mismo proyecto y un mismo resultado, la destrucción del Anti-
                              guo Régimen social y político. Sin la revolución popular, la revolución
                              burguesa habría fracasado. La insurrección campesina permitió a la bur-
                              guesía avanzar en la imposición del capitalismo en la economía rural. La
                              revolución de 1789 fue, pues, unitaria y a partir de esta caracterización,
                              carece de sentido hablar de un año feliz, el de 1790. Para Vovelle, este
                              año es más bien un momento de tregua y además, el autor, que es pro-
                              venzal, llama la atención acerca de las distorsiones del análisis exclusiva-
                              mente parisino de la revolución : la revolución municipal tuvo importan-
                              cia propia y reivindicaciones específicas y no fue un mero reflejo de la
                              revolución en París. En muchos casos, los movimientos en las provincias
                              se anticiparon a los de la capital.
"Sin la revolución popular,
  la revolución burguesa      Precisamente, Vovelle señala que en 1790, si se atiende a la diversa cro-
  habría fracasado."          nología de las revoluciones provinciales, urbanas y rurales, se asiste a un

                              33 Vovelle, op. cit., pág. 102.
                              34 Vovelle, op. cit., pág. 128
"dinamismo constantemente renovado" que se conjuga con la organiza-
ción de la contrarrevolución, que se desarrolló paralelamente a la madu-
ración del proceso revolucionario.
  Tiempo de desconcierto por la fuerza de los acontecimientos, ya que la aristocracia,
  al recuperarse, arruinó toda la posibilidad de un compromiso duradero lo cual quita mu-
  cha credibilidad a la idea de un "resbalón" ulterior35.

En otro orden de cosas, Vovelle cuestiona el concepto de revolución de
la élite ilustrada, a la luz de su práctica investigativa en el campo de las
mentalidades. Señala cómo el habito de la lectura no estaba tan difundi-
do como se ha afirmado, en qué medida las bibliotecas "ilustradas" co-
rrespondían sobre todo a la nobleza y al clero, que componían a su vez
la mayoría de los miembros de las academias de provincias, hasta qué
punto el nivel de la práctica religiosa separaba a una aristocracia que se-
guía siendo devota de las categorías plebeyas entre las que progresaba un
espíritu laico, precursor de la futura descristianización. De manera que
la élite no era homogénea desde el punto de vista cultural. Las "luces"
albergaban también el liberalismo aristocrático, hecho más de nostalgias
que de esperanzas36
No había comunidad de intereses dentro de la élite, ni un programa polí-
tico común: por lo tanto, no es posible hablar de una élite revolucionaria.
Finalmente, un aporte novedoso de la obra de Vovelle ha sido el de la
caracterización revolucionaria del movimiento popular en oposición a la
tesis pasatista sostenida por Furet y Richet, quienes atribuyeron a cam-
pesinos y artesanos, comportamientos "pánicos", posturas milenaristas
y en general, un carácter retrógrado por apego a las formas del pasado,
en contraste con la burguesía que, en su concepto, encarnaba el progreso.

En realidad el Gran Miedo permitió la imposición del derecho burgués
de la propiedad y trajo como resultado la liberación jurídica del indivi-
duo, sin la cual no se entendería la expansión del capitalismo del siglo
XIX ni la sociedad de pequeños propietarios que se construyó en Francia
con la revolución. Pero además, en el nivel de la cultura, Vovelle descu-
bre el carácter de ruptura, de "acontecimiento fundador" de la revolu-
ción y ello no sólo en lo que concierne a la burguesía sino también en
las clases populares. En su ponencia presentada en un coloquio de Bam-
berg, en 1979, con el título de "La Revolución Francesa ¿acontecimiento
necesario o contingente?"37 Michel Vovelle analizaba la crisis de los va-
lores dominantes bajo el Antiguo Régimen y la elaboración de unos valo-
res y una sensibilidad nuevos, en un período pre-revolucionario que se
iniciaría hacia 1750 y la "fundación" de una cultura nueva, revoluciona-                      "No había comunidad de
ria, en el curso mismo de la revolución, problema abierto, actualmente,                     intereses dentro de la élite
a la investigación sobre las mentalidades. En este sentido, el análisis de
Vovelle se aparta radicalmente de toda una historiografía que encontró                        ni un programa político
en las manifestaciones populares durante la revolución rasgos incompa-                      común: por lo tanto, no es
tibles con la cultura de las luces, caracteres "pasatistas" arraigados en                    posible hablar de una élite
una tradición de violencia y de "furores"38. La violencia, las matanzas                           revolucionaria."

35 Vovelle, op. cit., pág. 150.
36 Ibid., pág. 94.
37 Éste texto ha sido publicado en la obra de Michael Vovelle Ideologías y
   mentalidades. Barcelona, Ariel, 1985. pág, 293.
38 El término pertenece a Roland Mousnier.
del período revolucionario serían, de acuerdo con esta concepción, una
                             "...reconducción de actitudes y gestos cuya monótona repetición podría
                             seguirse regresivamente hasta la Fronda, la Liga..." aun cuando Furet, la
                             proyecte además hacia el futuro y vea en ellas la matriz de todos los gulags.

                             Vovelle, en cambio, encuentra en la revolución, la aparición de un nue-
                             vo humanismo. A partir de un método que se apoya en el análisis de lo
                             gestual, del lenguaje, de la simbología, de la imaginería, establece el com-
                             plejo de valores que lo fundamentan: ellos son más el resultado de la crea-
                             tividad revolucionaria que la herencia del pasado. Entre los valores nue-
                             vos, ocupa un lugar determinante la igualdad, proclamada a nivel de dis-
                             cursos, escritos y solemnes declaraciones pero también en las
                             manifestaciones cotidianas: a través del tuteo, la ropa (la generalización
                             del pantalón de los sans-culottes), el gorro frigio y los banquetes frater-
                             nales, se expresaba una sensibilidad popular nueva y una doctrina de la
                             igualdad.
                             La vigilancia revolucionaria como deber está en la base de la legitima-
                             ción de la violencia de la política terrorista y de la organización de comi-
                             tés de vigilancia popular; por ella, el ideal ilustrado de filantropía es sus-
 "Entre los valores nuevos   tuido por la idea de la violencia necesaria para hacer triunfar los objeti-
       ocupa un lugar        vos de la revolución.
 determinante la igualdad,
   proclamada a nivel de     En la formación del sistema de valores revolucionario, jugó un papel muy
    discursos, escritos y    importante la conciencia de la revolución como acontecimiento de rup-
  solemnes declaraciones     tura con el pasado, de advenimiento de una nueva era, de regeneración:
                             en ella se fundan la legitimación del cambio radical que la revolución pro-
    pero también en las      duce, los nuevos conceptos de dignidad de la persona humana, la volun-
      manifestaciones        tad de establecer una nueva medida del tiempo (el calendario revolucio-
        cotidianas."         nario) y del espacio (el sistema métrico) así como una nueva toponimia
42
(que implica una manera distinta de apropiarse del espacio), una religio-
sidad nueva con el culto a los mártires revolucionarios, a los héroes ni-
ños, a la diosa Razón y con el movimiento descristianizador. La contri-
bución de Vovelle a la crítica de las interpretaciones "pasatista" del mo-
vimiento popular, a las tesis del carácter "ciego" y retrógrado, a la imagen
del sans-culotte brutal y sanguinario difundida por algunos autores, re-
sulta muy valiosa y permite clarificar la real integración de este movimiento
en el curso general del proceso revolucionario dirigido por la burguesía.
Desde el estudio de la mentalidad colectiva, Vovelle arriba a la unidad
de la revolución, una unidad que sin embargo, sigue planteando proble-
mas a la investigación.

                            CONCLUSIONES

Del examen de los trabajos de Soboul y Vovelle, resulta la constatación
del carácter problemático de muchos aspectos del proceso revolucionario
francés. A pesar del cúmulo realmente inpresionante de publicaciones sobre
el tema, subsisten muchos vacíos sobre los cuales la investigación deberá
empeñarse.

Vovelle insiste mucho en su obra sobre la necesidad de profundizar en
el estudio de los movimientos provinciales, en la medida en que existe un
desarrollo desigual en ese campo: regiones que no han sido prácticamen-
te investigadas, otras que lo han sido sólo parcialmente, etc. Subsiste ade-
más el problema de la articulación entre estos movimientos y el de la ca-
pital, señalado por Vovelle.

En ese sentido, las investigaciones en el campo de las mentalidades pare-
cen destacar la vitalidad de unas culturas regionales que terminaron sien-
do arrasadas por la política educativa y lingüística de signo centralizador.

Es importante destacar la cautela de Vovelle y su preocupación por seña-
lar el alcance limitado de muchas conclusiones así como las lagunas que
presenta aún la historia revolucionaria: problemas como la historia eco-
nómica del período, la transformación generada por la venta de los bie-
nes del clero, los niveles y mecanismos de la articulación entre movimien-
to campesino, movimiento popular urbano y revolución burguesa, etc.
También Soboul ha señalado el carácter inconcluso de la investigación
sobre el movimiento urbano y en su última obra hace una evaluación
ordenada de los problemas de método y de fuentes con que habrán de
enfrentarse las investigaciones sobre este tema, así como una muy
interesante ubicación de aspectos a investigar en ese campo.
Ambos autores han reforzado la interpretación social y unitaria de la re
volución, proporcionando a la vez una rigurosa demostración lógica y
una acumulación de evidencias empíricas, difíciles de destruir por sus con
tradictores.
Hay, por otro lado, una cuestión de base en este debate sobre la
Revolución Francesa y es la que Michel de Certeau planteaba al
sostener que el lugar desde el cual escribe el historiador determina sus
opciones y sus métodos. El presente, como lo enseñaba Marc Bloch, es
el punto de partida de toda investigación sobre el pasado. El caso de la
Revolución Francesa es especialmente ilustrativo al respecto. Albert
Soboul no oculta que escribe "desde el lugar" de los sans-culottes de
París. Para él, la Revolución ha sido el punto de arranque de un largo
proceso de luchas populares y la identidad del autor con ellos es
explícitamente expuesta:
   La convocatoria de los Estados Generales fue acogida como una "buena nueva" anun-
   ciadora de tiempos mejores en los que la existencia estaría más conforme con la
   justicia. En el año II, el mismo mito y la misma esperanza animaron a los sans-
   culottes. Han sobrevivido en nuestra historia: son testimonio de ellos, febrero de
   1848, marzo de 1871, la primavera de 1936 y mayo de 1968. Viven todavía en el
   ánima de nuestro

Esta afirmación explica claramente la perspectiva del estudio de Soboul
que se ha planteado como investigación "desde abajo" del proceso revo-
lucionario.

En cambio, cuando Francois Furet dice:
   Nuestra época, en la que comienza a esfumarse la fascinación ideológica de la gran
   revolución...40

resulta claro que escribe la historia desde otro lugar.



39 Soboul. La Revolución francesa... p. 12
40 Furet Francois. "La Francia Revolucionaria". México. Siglo XXI, 1982.

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La revolución francesa como revolución burguesa vovelle

  • 1. LA REVOLUCIÓN FRANCESA COMO REVOLUCIÓN BURGUESA: ALBERT SOBOUL Y MICHEL VOVELLE Isabel Clemente Coordinadora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes INTRODUCCIÓN Responder a la pregunta "¿Por qué hubo una revolución en Francia?" ha sido una vieja preocupación entre los analistas de este acontecimiento inclusive antes de que Alexis de Tocqueville la formulara con tanta precisión. De hecho, ya los protagonistas del proceso revolucionario desarrollaron explicaciones diversas y la historiografía francesa no ha cesado, desde el siglo XIX, de plantear el problema. Las tentativas de respuesta han ligado indisolublemente la pregunta de de Tocqueville a una cuestión más general: el carácter y naturaleza de la revolución. En realidad, el tema de la Revolución Francesa se convirtió en el problema central de la historiografía en Francia, desde comienzos del siglo XIX, en parte como respuesta a la corriente contrarrevolucionaria, de signo le-gitimista y católico que triunfó con la Restauración y que acogió la visión de Burke, para quien la revolución había sido el producto de las ma-
  • 2. "La revolución de 1830 quinaciones de unos pocos escritores y "philosophes", a las cuales suce- consagró el 'triunfo de las dió la revuelta del "populacho" ignorante. ideas de 1789' y con ella La revolución de 1830 consagró el "triunfo de las ideas de 1789"1 y con se consolidó la ella se consolidó la historiografía liberal cuyas primeras obras se habían historiografía liberal cuyas publicado en plena Restauración.2 primeras obras se habían publicado en plena Ella revalorizó la revolución y la explicó en términos de necesidad histó- Restauración." rica, como resultado lógico de la crisis e insuficiencia del Antiguo Régi- men, insistiendo en el carácter burgués de la revolución, atribuyendo a la burguesía un papel central en sus orígenes y en su desarrollo. Desde entonces, se han acumulado los estudios dando origen a una bibliografía verdaderamente inagotable. El resultado ha sido el que la Revolución Fran- cesa se ha convertido en uno de los temas más investigados por la histo- riografía occidental. Entre los estudiosos franceses, que con mucho representan la mayor par- te de esa tradición historiográfica, la tendencia predominante en sus aná- lisis, fue, desde el siglo XIX, la de privilegiar la interpretación social de la revolución, cual tuvo en Barnave un primer (y autorizado) precedente, con la Introduction a la Révolution Francaise, escrita en 1792. Sólidamente fundamentada en la erudición, en un desarrollo constante de la reflexión teórica y en un rigor conceptual creciente, esta tendencia se estableció firmemente en la investigación histórica francesa, llegando a constituir una sucesión casi filial que va de Jean Jaures, a Albert Mar- thiez, a Georges Lefebvre, a Albert Soboul. Cada generación de historiadores incorporó nuevos temas, nuevos pro- blemas y nuevos enfoques, en un cuadro cada vez más complejo de las fuerzas sociales actuantes en la revolución. De acuerdo con la interpretación social, que Soboul ha denominado clá- sica, son los antagonismos entre las clases los que explican el origen, el carácter y los resultados de la Revolución Francesa. Esta culminó en una transformación profunda de las estructuras sociales, de signo antifeudal, anti-aristocrático y burgués. Los cambios en el Estado, en la política ex- terior, en la política económica y social son examinados en directa rela- ción con los cambios en la composición social de los grupos en el poder y de las sucesivas y cambiantes alianzas establecidas (y disueltas) a lo go del período revolucionario. Contra esta tradición historiográfica, se han propuesto desde la décadaj de los cincuenta interpretaciones que la contradicen no sólo en sus fun- damentos principales, sino en su mismo planteamiento metodológico ge- ] neral: se cuestiona que el análisis de las clases sea el instrumento real-] mente adecuado para la interpretación de la Revolución Francesa. 1 Lefebvre Georges. El nacimiento de la historiografía moderna. Barcelona, ediciones Martínez Roca, 1974. Pág. 171 2. Francois Guizot, Historia de la civilización en Francia. Adolphe Thiers. Historia de la Revolución Francesa. Historia del Consulado y del Imperio. Francois-Aguste Mignet. Historia de la Revolución Francesa. Jules Michelet .Historia de la Revolución Francesa. Lamartine. Historia de los girondinos. Edgar Quinet La revolución. Louis Blanc. Historia de la revolución francesa. Alexis de Tocqueville. El Antiguo Régimen y la revolución
  • 3. En este ensayo se presentan las respuestas a estos contradictores, por parte de dos historiadores, Albert Soboul y Michel Vovelle, quienes, partiendo "Se cuestiona que el de una común formación marxista, pero de campos de investigación dis- tintos, de la historia social, el uno, de la historia de las mentalidades, el análisis de las clases sea el otro, han mantenido y sustentado, con evidencias empíricas y con resul- instrumento realmente tados renovados de investigaciones cumplidas o avanzadas la interpreta- adecuado para la ción social de la revolución. interpretación de la Revolución Francesa." EN DEFENSA DE LA HISTORIOGRAFÍA CLASICA DE LA REVOLUCIÓN Albert Soboul, heredero consciente de la historiografía "clásica" de la revolución, discípulo reconocido de Lefebvre e investigador de la histo- ria revolucionaria "desde abajo", a la que consagró su vida académica entera y una voluminosa producción3, desarrolló en forma sistemática y exhaustiva la crítica de las tesis que él ha denominado "revisionistas", en las que creyó descubrir un factor común: el medio de los sectores socia- les dominantes a las revoluciones, en general, y a la Revolución France- sa, como precedente peligroso, en particular, amén de otras motivacio- nes surgidas de coyunturas políticas determinadas (guerra fría, etc.). SOBOUL Y LA TEORÍA ATLÁNTICA La crítica a la teoría atlántica u occidental que fuera formulada en la dé- cada de los 50, a partir de la obra del historiador norteamericano R.R. Palmer publicada en 1954 y desarrollada en diversos escritos de este autor y del historiador francés Jacques Godechot, se dirige principalmente a rebatir la uniformización de los procesos revolucionarios en una supuesta "gran revolución atlántica". Soboul demuestra cómo el resultado ha si- do diluir las peculiaridades del desarrollo de cada uno de esos procesos y desconocer su importancia relativa en el conjunto del desarrollo histó- rico: es indudable que las repercusiones de la Revolución Francesa han sido mucho mayores que las que tuvo en la historia mundial la revolu- ción de Irlanda, por ejemplo. Los autores de la "teoría atlántica" han in- 3 Entre sus principales trabajos se encuentran: -"Clases and Class Struggle during the French Revolution" en Science and Society. 17:5 (1953): 238-57. -"The French Rural Community in the Eighteenth and Nineteenth Centuries" en Past andPresent. No. 10 (noviembre 1956): 78-95. - La France á la veille de la Revolution. París, SEDES, 1966. Les sans-culottes parisiens en Van II. Mouvement populaire et gouver- nement révolutionaire, 2juin 1793-9, thermidoran II. París, 1958. - Compendio de la historia de la Revolución Francesa. Madrid, Teños, 1966. "La historiografía clásica de la Revolución France sa. En torno a controversias recientes" en Brendler, Gerhard; Kos- sok, Manfred; Kubler, Jiirgen; Kuttler, Wolfgang; Soboul, Albert; Zeuske, Max. Las Revoluciones burguesas. Barcelona, Crítica, 1983. La France ó la veille de ¡a Revolution: Economie et Société. París Centre de Documentation Universitaire, 1960. Le Premier Empire. París, P.U.F., 1973. Comprender la Revolución Francesa. Barcelona, Crítica, 1983. La Revolución Francesa. Principios ideológicos y protagonistas co- lectivos. Barcelona, Crítica, 1987.
  • 4. "Los autores de la 'teoría Si verdaderamente hubo una sacudida social y política al menos en Europa occidental fue consecuencia de la conquista revolucionaria y del dominio napoleónico.4 atlántica' han incurrido en el error de colocar en un La teoría de la revolución occidental o atlántica fue diluyéndose gradual- mismo plano procesos de mente, al aproximarse sus autores a la interpretación social propia de la caracteres y consecuencias historiografía revolucionaria, sin dejar continuadores en el campo de la diferentes, minimizando de historia comparada de las revoluciones5. esta manera la profundidad de las luchas sociales y LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y EL CAPITALISMO EN FRANCIA políticas de la Revolución La crítica a la interpretación político-ideológica de la Revolución Fran- Francesa." cesa, sostenida por los historiadores anglosajones Alfred Cobban, Eliza- beth Eisenstein y George B. Taylor, parte del planteamiento que formu- currido en el error de colocar en lara Georges Lefebvre en respuesta al texto de Cobban The Myth of the un mismo plano procesos de French Revolution: se preguntaba entonces (1956) Lefebvre sobre el por caracteres y consecuencias qué del crédito a la interpretación mítica de las revoluciones y encontra- diferentes, minimizando de esta ba la respuesta en la evolución ideológica de las clases dominantes ante manera la profundidad de las el impulso democrático; sintiéndose amenazadas, habrían repudiado la luchas sociales y políticas de la revolución de los antepasados que les aseguraron la preeminencia pero Revolución Francesa, que se constituía en un peligroso precedente de las revoluciones contem- despojándola de todo contenido poráneas. específico (anti-feudal y capitalista en lo económico; Soboul empieza por señalar que el ataque de Cobban a la caracterización antiaristocrático y burgués, en antifeudal de la Revolución Francesa tiene su origen en una definición lo social). estrechamente jurídica del feudalismo, que no tiene en cuenta el hecho de que en el siglo XVIII, el concepto de feudalismo involucraba el con- Esta tesis niega por otro lado, el junto del sistema señorial, de tal suerte que, tanto en el lenguaje de los carácter nacional de la campesinos como en el de los juristas, derechos feudales y derechos se- Revolución Francesa al ñoriales pasaron a constituir una unidad y fue en este sentido que el con- transformarla en un aspecto más cepto se transmitió hasta los constituyentes de 1789 que con tanta solem- de una revolución occidental. nidad declararon su extinción la noche del 4 de agosto. Finalmente, en aras de sostener esta construcción teórica, la de la "...lo que aquí nos importa, no es tanto la definición jurídica del feudalismo comoj revolución occidental, extendida su dimensión social; no tanto el sentido que le daban los juristas, sino el que le daban] sobre Europa y América, se los campesinos."6 minimiza el hecho de que "Si verdaderamente hubo una sacudida social y 4 Soboul. A. La Revolución francesa... pág. 34 política al menos en 5 Por ejemplo, en lo que respecta a la historia de las revoluciones de independencia en Hispanoamérica, el eco de la teoría atlántica ha sido más bien débil. En uno de los más Europa occidental fue importantes estudios de carácter global, la obra del historiador británico John Lynch, Las consecuencia de la revoluciones hispanoamericanas 1808-18265 se examinan los movimientos independentistas como expresiones del nacionalismo conquista revolucionaria y 6 Soboul, A. "La historiografía clásica..." op. cit. pág. 171. del dominio napoleónico."
  • 5. Soboul insiste en la persistencia de las estructuras feudales y su "Soboul afirma que es peso económico hacia finales del siglo XVIII y llama la atención posible sostener que la sobre la deducción que los derechos feudales representaban sobre el conjunto de la producción (y por consiguiente, la carga con que nobleza francesa detraía el gravitaban sobre los campesinos) en primer lugar, y la parte de tercio de la renta agrícola estos derechos en la renta total del señorío, en segundo lugar. del país." Apoyándose en los resultados de las investigaciones cumplidas sobre el tema, Soboul afirma que es posible sostener que la nobleza francesa detraía el tercio de la renta agrícola del país. Esa relación derechos feudales-rentas campesinas es la que explica el comportamiento de los campesinos al final del Antiguo Régimen, en tanto que la relación derechos feudales-renta total del señorío ilustra el comportamiento de la nobleza y explica los motivos de la contrarrevolución. En otro sentido, los críticos de la caracterización de la Revolución Francesa como burguesa y capitalista, han basado su interpretación en el examen de la composición social de las asambleas revolucionarias: en ellas, la burguesía capitalista, compuesta de negociantes, banqueros, manufactureros y empresarios era sólo una minoría, mientras que el porcentaje de funcionarios oficiales era muy alto. Esta argumentación, elaborada por Cobban, se complementó con el estudio de Elizabeth Eisenstein que demostraba cómo los protagonistas de las acciones revolucionarias pertenecían a muy diversas categorías sociales, siendo tan sólo una ínfima minoría de activistas de origen burgués. La conclusión a que llegaba el estudio de Eisenstein era no sólo que la burguesía había estado ausente en el movimiento de protesta de 1788 y no desempeñó un papel importante en los acontecimientos y en las reformas de 1789, sino que la iniciativa revolucionaria correspondió a un grupo de intelectuales ilustrados, un grupo de "agitadores" que, aun cuando provenían de órdenes y clases sociales diversos, perseguían unos objetivos políticos comunes; una conclusión bastante parecida a la tesis de Edmund Burke. Finalmente, el historiador norteamericano George Taylor encontraba poco demostrable la oposición económica entre la burguesía y otras clases de la sociedad: había identidad en formas de inversión e ideas socioeconómicas entre gran parte de la nobleza y el sector propietario de las clases medias (bien diferente de la clase capitalista por excelencia, la de los empresarios). Por consiguiente, lejos de presentar la Revolución Francesa como "La iniciativa una lucha entre unas clases que habrían opuesto unas formas revolucionaria correspondió diferentes de riqueza y unos intereses económicos distintos, estos a un grupo de intelectuales autores han elaborado una interpretación jurídica y política de la ilustrados, un grupo de revolución: un movimiento dirigido mayoritariamente por un grupo de funcionarios, unidos por el común objetivo de la 'agitadores' que, aun conquista del poder y por una común formación ideológica cuando provenían de ilustrada. órdenes y clases sociales Soboul admite que el papel de los intelectuales y los funcionarios diversos, perseguían unos oficiales es fundamental en la maduración y conducción de la objetivos políticos revolución pero subraya el hecho de que, si es posible distinguir comunes.” diversas categorías burguesas, entre las cuales la más progresista fue la de los intelectuales y funcionarios, la burguesía constituía una unidad: si era, de hecho, diversa y múltiple, se distinguía claramente de las otras clases de la sociedad por su estilo de vida, su educación y sobre todo, su fortuna. 7 Soboul, A. La Revolución Francesa... op. cit. "...no tanto por su volumen como por su origen, su naturaleza, la manera en que pág. 40 era gestionada y gastada"7
  • 6. "Los profesionales, También admite Soboul que los profesionales, funcionarios e intelectua- funcionarios e intelectuales les se preocuparon muy poco por promover el capitalismo a través de su acción en las asambleas revolucionarias. Sin embargo, llama la atención se preocuparon muy poco sobre la necesidad de tomar en cuenta a los grupos de presión tales como por promover el el Club Massiac y los diputados extraordinarios de las manufacturas y capitalismo a través de su del comercio. acción en las asambleas revolucionarias.'' Por otro lado, el carácter social de la revolución no debería establecerse "La Revolución Francesa de acuerdo con las intenciones de sus protagonistas, que comprendían una gama muy variada, tanto desde el punto de vista social como del ideológi- constituye, con las co, sino examinando principalmente sus resultados: revoluciones holandesa e inglesa del siglo XVII, la "el feudalismo fue abolido, el antiguo sistema de producción destruido, la libertad coronación de una larga de empresa y de beneficio establecida sin restricción, abriendo así la vía al capi- talismo"8 evolución económica y social que ha hecho de la En realidad, la interpretación de Soboul apela a la continuidad del tiempo burguesía la dueña del histórico. En efecto, siguiendo una concepción discontinua de la historia y mundo." parcelándola en un desarrollo episódico, resulta muy lógico concluir que las medidas revolucionarias poco contribuyeron al triunfo de una economía capitalista, en lo inmediato, y que las preocupaciones de los dirigentes de la revolución se orientaron de preferencia, hacia problemas distintos de la elaboración de un proyecto claramente capitalista para Francia, impulsando más bien una política económica que buscaba responder a los apremios de la coyuntura. En cambio, si se parte del supuesto de la continuidad del tiempo histórico, como lo hace Soboul, la revolución aparece como un momento en el curso general de la historia del capitalismo y del ascenso de la burguesía al poder y las medidas revolucionarias, como otros tantos avances de ese sistema económico cuyo triunfo se cumplió plenamente durante el siglo XIX. Desde el horizonte de la historia de la Francia del siglo XIX, las medidas del período revolucionario, consolidadas y desarrolladas por el Primer Imperio, aparecen entonces cargadas de porvenir. La Revolución Francesa constituye con las revoluciones holandesa e in-| glesa del siglo XVII, la coronación de una larga evolución económica y] social que ha hecho de la burguesía la dueña del mundo.9 CRITICAS DE SOBOUL A LA CONCEPCIÓN DE FURET Y RICHETI La crítica a la teoría de la dualidad de la Revolución Francesa, que opuso' una revolución de la Ilustración, aristocrática y burguesa, de signo progresista, la de 1789, a una revolución popular, violenta y retrógrada,10 la ¡ de 1793, teoría expuesta principalmente en la obra de Furet y Richet publicada en 1965, La Révolution, es sobre todo un ataque a la concepción de lo contingente, el azar y lo irracional como factores de la historia. 8 Ibid, pág. 42 9 Soboul, A. Compendio de la historia. Op. cit., pág. 19. 10 Soboul admite, sin embargo, que las masas populares adherían a los viejos derechos colectivos que garantizaban su existencia y que se oponían a la libertad económica: si la burguesía capitalista reclamaba la libertad económica, las masas populares campesinas y urbanas afirmaban una mentalidad y un comportamiento precapitalista. Op. cit., pág. 105.
  • 7. En primer término, Soboul ataca la tesis de la supuesta revolución de las "No había en 1789 una élites que en 1789 habrían llegado a una convergencia táctica contra el élite francesa unificada y lo absolutismo: en realidad, nos dice Soboul, no había en 1789 una élite fran- menos que puede decirse cesa unificada y lo menos que puede decirse es que las élites (aristocráti- es que las élites se cas y burguesas) se dividieron frente al problema del privilegio, volvién- dose imposible el compromiso. dividieron frente al problema del privilegio, Por otro lado, contra la idea central de Furet y Richet en cuanto el papel volviéndose imposible el unificador de la ideología de la Ilustración, Soboul apela al carácter am- compromiso." bivalente de este movimiento de ideas, cuyos más connotados voceros han proporcionado argumentos tanto a los dirigentes revolucionarios como a los partidarios de la reacción y a los nostálgicos del antiguo orden. En tercer lugar, para Soboul, la capacidad de arbitraje y reforma del rey de Francia, a la cual Furet y Richet, apegados a una visión contingente de la historia, asignaron tanta importancia en la determinación del giro de la revolución, era inexistente en las condiciones del estado monárqui- co del Antiguo Régimen. Un análisis en profundidad de este sistema po- lítico revela cómo la alianza entre monarquía y aristocracia era inextricable: La monarquía había probado que era el Estado de la aristocracia11, afir- mación que encuentra su prueba no sólo en las declaraciones reales de 1789 en defensa de la sociedad de órdenes y de todo el sistema de privile- gios que protegía a la "buena y fiel nobleza" sino en toda la política pos- terior del rey y la corte para impedir y finalmente aplastar la revolución con el concurso extranjero. Por consiguiente, el rey no podía sino inclinarse hacia un solo lado no sólo por falta de capacidad de arbitraje sino por falta de real interés en un supuesto arbitraje. "Ni la nobleza ni la monarquía podían, sin negarse a sí mismas, aceptar la supresión del privilegio, cuyo mantenimiento, por otra parte, no podían aceptar las élites bur- guesas. Una necesidad interna hacía que el enfremamiento fuese ineluctable"12 En cuarto término, la distinción que los autores han hecho entre las tres revoluciones de 1789 y entre éstas y el supuesto resbalón o desviación de 1792 a 1795, es resultado según Soboul, de la introducción de lo contin- gente y lo irracional en la explicación histórica, de un lado, y de la falta de un análisis minucioso de las estructuras de la sociedad del Antiguo Ré- gimen caracterizadas por el privilegio y el feudalismo, de otro lado. Efec- tivamente, teniendo en cuenta este último aspecto, resulta evidente la con- tradicción de la burguesía con todo el fundamento feudal de esa estructu- ra social y su necesidad de alianza con otros sectores para destruirlo. El análisis del tercer estado revela su realidad social múltiple y diversa y per- mite establecer, en su interior, corrientes específicas y autónomas, hecho que justifica las investigaciones de Lefebvre sobre los campesinos y las del propio Soboul y Georges Rudé sobre los "sans culottes" y la "muchedumbre" urbana.13 Sin embargo, esta realidad di- versa del tercer estado no permitió, en el estudio de estos movimientos particulares, desconocer su inserción en el curso general de una revolu- 1 Soboul op. cit., pág. 45. 1 12 Soboul, op. cit., pág. 44 13 Soboul, Albert. "Lesans-culottesen l'an II" op. cit., Rudé, George. The crowd in the Frenen Revolution.
  • 8. ción burguesa. De esta manera la alianza, entre la burguesía opulenta y los "desarrapados"14 que a Furet y Richet les parecía tan asombrosa e inesperada, es para Soboul perfectamente lógica y explicable en términos históricos: lejos de constituir una desviación o un accidente, la interven- ción del movimiento popular fue indispensable para el éxito de la revolu- ción liberal iniciada en 1789. En el período 1792-1795 que Soboul carac- teriza como "el depotismo de la libertad" fue cuando la burguesía pudo, gracias a la alianza popular, exterminar todas las formas de contrarrevo- lución y hacer así posible, al fin, el sistema liberal que se afirmó definiti- vamente después de 1795, para alcanzar su plenitud después de 183O15. Dentro de la explicación de Soboul, la guerra no aparece como un mero accidente, debido a un expansionismo pasional de los franceses16 sino co- mo un resultado de las propias tensiones internas de la revolución a la vez que como un factor dinamizante del proceso revolucionario. Esa re- lación dialéctica entre guerra y revolución admirablemente desarrollada en su historia de la Revolución Francesa, es un argumento central en la tesis unitaria de la revolución. En 1789 no hubo tres revoluciones, sino una sola, burguesa y liberal, con apoyo popular, particularmente campesino. No hubo desviación, ni des- lizamiento de la revolución de 1792 a 1794, sino la voluntad de la bur- guesía revolucionaria de mantener la cohesión del tercer estado, gracias a la alianza con las masas populares, sin cuyo sostén las adquisiciones de 1789 hubieran sido comprometidas para siempre. El año II no fue "un "El análisis del tercer estado revela su realidad social múltiple y diversa y permite establecer, en su interior, corrientes específicas y autónomas." 14 Término empleado por Soboul para definir los sectores populares en su texto Compendio de Historia de la Revolución Francesa. Ma drid. Tecnos, 1966. 15 Soboul op. cit. pág. 46 16 historiografía de las relaciones internacionales en el periodo de la Revolución y el Imperio revela la complejidad de factores que incidieron en la política exterior de los estados, en particular Ingla terra. Véase al respecto la clásica obra de André Fugier en Historia de las Relaciones Internacionales dirigida por Pierre Renouvin. Tomo I, Vol II, Madrid, Aguilar 1967.
  • 9. tiempo de desamparo", sino un momento de radicalización necesaria pa- "En 1789 no hubo tres ra asegurar la victoria sobre la contrarrevolución y la coalición y por con- revoluciones sino una sola, siguiente la victoria de la revolución burguesa17 burguesa y liberal, con Ni tampoco la movilización de los sectores populares, apremiados por apoyo popular, la cuestión del pan cotidiano, es para Soboul un accidente, una respuesta particularmente irracional y violenta ante el mito del complot aristocrático sino un movi- miento con motivaciones específicas, ligadas a las condiciones económi- campesino." cas generadas por la crisis y agravadas por la guerra. De manera que la ruptura con la estructura del Antiguo Régimen que pro- vocaron los acontecimientos de 1789, se desarrolló y se configuró como un nuevo orden bajo el gobierno revolucionario del año II. El sentido revolucionario de la Revolución Francesa radica, precisamente, en esa ins- tauración de un orden nuevo, diferente esencialmente del precedente, pro- ceso que superó con mucho los cambios en el gobierno y que involucró la destrucción de las antiguas relaciones sociales: es en este sentido que Soboul reclama la noción de revolución para el caso francés, rechazando los conceptos de reforma o transición con los que ha intentado rotularse los acontecimientos posteriores a 1789. Por consiguiente, revolución: transformación radical de las relaciones sociales y de las estructuras políticas sobre los cimientos de un modo de producción renovado18 Explicar la revolución como un momento político clave, dentro de una fase prolongada de transición hacia el capitalismo, que permitió el rea- juste político, institucional y la redistribución del poder en beneficio de la burguesía para adecuar el sistema político a un equilibrio ya capitalista implica dejar sin explicación el por qué de la revolución como cambio violento y total, sostiene Soboul. Siguiendo el planteamiento de Marx acerca de las vías de la transición del feudalismo al capitalismo, establece que en Francia se cumplió "la vía realmente revolucionaria" tal como Marx la definió, en la medida en la que la Revolución tuvo como consecuencia final la subordinación del capital comercial (ligado a la alta burguesía, a su vez aliada a la oligar- quía de grandes propietarios feudales) al capital productivo. De este análisis se desprende una importante conclusión que articula, co- mo un eje, la obra entera de Soboul sobre la Revolución Francesa: "En ese sentido, el elemento motor de la revolución se encontró entre los artesanos y campesinos independientes, pequeños y medianos productores, en una palabra en la pequeña y media burguesía, y no en la alta burguesía más o menos coaligada con el poder del Estado absolutista, gentes de finanzas, grandes negociantes, fabricantes, empresarios. Históricamente, este antagonismo se concretó en la oposición entre jaco- binos y montañeses, por una parte, por otra monárquicos, luego feuillants, por últi- mo girondinos, unos y otros inclinados siempre al compromiso con la aristocracia"19 Al suprimir los derechos feudales, la revolución liberó a los productores directos, los pequeños y medianos productores, comerciantes a partir de entonces independientes, asegurando así la autonomía de la producción capitalista, creando las condiciones necesarias para la formación del ca- 1 Soboul op. cit. pág. 47 7 1 Soboul op. cit. pág. 50 8 1 Soboul, op. cit. pág 55 9
  • 10. Un episodio del gran miedo. Grabado. pital productivo. En este sentido, son, en el análisis de Soboul, especial- mente relevantes estas medidas revolucionarias: la afirmación de la con- cepción burguesa de la propiedad, la supresión de los derechos feudales, los diezmos eclesiásticos, las obligaciones comunitarias, los monopolios corporativos, los privilegios de las grandes compañías de comercio colo- nial, la libertad económica definida por el artículo 17 de la declaración de derechos de 1793, la ley Le Chapelier, de larga vigencia en la historia de las relaciones del "capital" y el "trabajo" en Francia, que prohibía las coaliciones obreras y las huelgas y fundaba un individualismo social igualitario20, la unificación del mercado nacional que, al tiempo que des- truía la organización institucional del estado del Antiguo Régimen, eli- minaba las autonomías y particularismos provinciales y locales, raciona- lizaba la economía e impulsaba la libre competencia21. Sin embargo, Soboul reconoce que los progresos del capitalismo fueron lentos durante el período revolucionario, que la dimensión de las empre- "El predominio de la renta sas siguió siendo modesta y el capital comercial preponderante, porque el tránsito al capitalismo no es un proceso simple22. en especie en Francia, explicaría en parte, para En otra de sus obras23, Soboul estudia el período napoleónico y muestra Soboul, la evolución más cómo se cumplieron entonces avances realmente importantes en la tran- lenta hacia el capitalismo sición hacia el capitalismo, cuyo pleno dominio de la economía francesa en comparación con se consumó apenas bajo el segundo Imperio, según acuerdo general de Inglaterra." los historadores del siglo XIX francés. El predominio de la renta en espe- 20 Soboul, op. cit. pág. 108 21 Sin embargo, la competencia extranjera quedó frenada con la pro tección aduanera a la producción nacional y se mantuvo el sistema exclusivo para el comercio colonial. 22 Se necesitó mucho más tiempo aún para que el capitalismo se afir mase definitivamente en Francia. Soboul op. cit . , pág. 56. 23 Le Premier Empire: París, Presses Universitaire de France, 1973
  • 11. El tercer estado soporta el peso del primero y del segundo (clero y nobleza).Colección Museo Carnavalet. cié en Francia, explicaría en parte, para Soboul, la evolución más lenta hacia el capitalismo en comparación con Inglaterra. Finalmente, ante la cuestión de por qué en Francia se adoptó la vía real- mente revolucionaria y no la del compromiso, Soboul encuentra la res- puesta en la obstinada negativa de la aristocracia, empeñada en la defen- sa de sus privilegios, opuesta a toda concesión a la burguesía ascendente y a las masas rurales. La burguesía, que "no había deseado la ruina de la aristocracia", tuvo que proseguir hasta el fin la destrucción del orden antiguo, presionada por la contrarrevolución y la guerra, aliándose con las masas urbanas y rurales. De hecho, Soboul señala que los motines cam- pesinos apenas cesaron de 1789 a 1792 y hasta el verano de 1793, hasta la abolición definitiva de los derechos feudales decretada finalmente me- diante la ley del 17 de julio"24 En otro orden, esta interpretación revolucionaria de la Revolución Fran- cesa, se complementa con otra idea básica en la obra de Soboul, la espe- cificidad de la Revolución Francesa. Los estudios cumplidos sobre las re- voluciones burguesas de los Países Bajos, Inglaterra y los Estados Uni- dos proporcionan a Soboul elementos para construir un cuadro comparativo que apoya esta idea. Los hechos principales que permiten afirmar esa especificidad serían: 24 Soboul op. cit. pág. 56
  • 12. Retrato de Sans-Culotte 1. La ausencia de un compromiso entre la burguesía y la aristocracia a la manera del que acabó imponiéndose en Holanda a partir de 1672 o en Inglaterra después de 1689. 2. El carácter ampliamente burgués y democrático de la Revolución Francesa, en contraste con el restrictivamente burgués de la revolución de Holanda o Inglaterra, país este último en el cual los campesinos no adquirieron ningún dominio sobre la tierra y en el cual la gentry tuvo un papel de primer orden en la organización capitalista de la economía agraria. La Revolución Francesa reivindicó de una manera particular la igualdad de los derechos del hombre mientras que el compromiso de la burguesía y la aristocracia hizo innecesaria a la igualdad en Holanda y en Inglaterra. En Francia, la alianza de la burguesía y los sans-culottes impuso la igualdad, la democracia y el sufragio universal, al menos hasta el 9 Thermidor. A partir de esa fecha. "pareció proscrita para siempre. Pero permaneció desde entonces en la conciencia de los hombres de nuestro país la convicción de que, sin la igualdad, la libertad no es más que el privilegio de algunos, que libertad e igualdad son inseparables, que la misma igualdad política no es sino una vana apariencia cuando se afirma la desigualdad social25". 25 Soboul op. cit., pág. 64. Ver cita de Abbé Roouz, pág. 195. La Revolución Francesa, Tecnos.
  • 13. 3. El carácter universal de la concepción francesa de las libertades, dis tingue claramente el proceso francés del británico, del holandés y aún del norteamericano, que si bien proclamó en sus declaraciones la uni versalidad de los derechos del hombre, mantuvo la esclavitud y el ré gimen censitario del sufragio. En Francia, las libertades no sólo se afir maron con carácter universal, sino de un modo más radical: se afirmó la libertad de conciencia, se abolió la esclavitud (en 1794). 4. La formulación de un nuevo derecho internacional, a partir de la con cepción universal de los derechos y de la concepción de la nación co mo asociación voluntaria de ciudadanos libres, es otra originalidad de la Revolución Francesa. Aunque las revoluciones de Holanda, Ingla terra y los Estados Unidos tuvieron un claro sentido nacionalista (afir mar la soberanía y la independencia en Holanda y los Estados Uni dos, fortalecer la nación y conferirle una posición dirigente en el mun do en Inglaterra) sólo en Francia la revolución produjo una teoría de la nación. "Soboul reivindica un Por último, en su fundamentación de la interpretación social de la principio que resulta básico revolución como análisis global del proceso, Soboul reivindica un en el método histórico: la principio que resulta básico en el método histórico: la Historia total Historia total como como horizonte necesario de las historias parciales, de los estudios sobre sectores particulares. Lo contrario, conduce a fragmentaciones horizonte necesario de las episódicas, a demostraciones empíricas sobre hechos particulares historias parciales de los desvinculados de la totalidad y a la incapacidad para construir una estudios sobre sectores explicación racional de la historia. particularmente.''
  • 14. VOVELLE Y LA MENTALIDAD REVOLUCIONARIA Michel Vovelle, historiador marxista consagrado al estudio de las menta- lidades, ha aportado nuevos elementos a la sustentación de la interpreta- ción social de la Revolución Francesa. Su obra La caída de la monarquía se sitúa en la misma línea de las obras de Soboul, no sin dejar de señalar los numerosos problemas que aún existen, el estado embrionario de la investigación sobre varios aspectos cruciales para la interpretación de la Revolución Francesa. Para Vovelle es claro el carácter burgués de la Revolución Francesa y la importancia de ésta como fenómeno de ruptura radical con las estructu- "Para Vovelle es claro el ras del pasado, de destrucción del Antiguo Régimen. carácter burgués de la Revolución Francesa y la A la vista de las contradicciones internas descubiertas en el sistema se tiene importancia de ésta como la sospecha de que el Antiguo Régimen no murió por accidente. Las crisis y el endurecimiento del sistema "feudal", las resquebrajaduras en | fenómeno de ruptura el edificio de la sociedad de órdenes, las imperfecciones vividas o los va- radical con las estructuras lores rechazados del sistema absolutista, adquirieron sólo fuerza relevante del pasado, de destrucción en el momento en que, a consecuencia de la evolución de las fuerzas] y del Antiguo Régimen." de las relaciones de producción, otra Francia empezó a ver la luz26. 26 Vovelle 1787-1792. Barcelona, Ariel 1959. pág. 54
  • 15. Ante la discusión acerca de la propiedad o no de la caracterización feudal del Antiguo Régimen, Vovelle acoge la argumentación de Soboul acerca del concepto de feudalismo vigente en el siglo XVIII y demuestra cómo, no sólo el feudalismo seguía dominando indiscutiblemente en Francia, sino que enfrentó a la nobleza con los campesinos y la burguesía. Siguiendo los estudios avanzados por Sagnac27 y continuados por investigadores posteriores, Vovelle atribuye especial importancia a las consecuencias de la reacción señorial, desarrollada en la segunda mitad del siglo XVIII: la refección, por parte de una nobleza empeñada en rehacer o fortalecer su base económica de libros y planos del suelo con el fin de actualizar los valores del tributo campesino, el restablecimiento de derechos señoriales caídos en desuso incrementaron la carga sobre los campesinos, haciendo particularmente odioso el conjunto de obligaciones feudales; las operaciones de selección y cercamiento de las propiedades y el comienzo de un reparto de los bienes comunales implicaban un real ataque a la propiedad y al sistema de la economía campesina, muy dependiente del uso de esas tierras comunales; finalmente, el sistema de los grandes arriendos que introdujo un elemento nuevo en el campo, el arrendatario general, el cual ai rendaba la percepción de las rentas de una aristocracia ausentista, levantó en general la resistencia en el campo; por todo ello el régimen feudal aparecía cada vez más oneroso y detestable a los ojos de los campesinos que pasaron a enfrentar un sistema de dominación revigorizado. Son estas las condiciones que explican la intervención del movimiento rural en el período revolucionario y las que dan sentido a las medidas antifeudales de la revolución que golpearon a una nobleza que representaba el núcleo de la clase rentista y el mayor beneficiario del tributo feudal. En lo que tiene que ver con el enfrentamiento que estas condiciones des- pertaron en la burguesía, Vovelle analiza las consecuencias que para ésta trajo una política dirigida a poner fin a lo que el conde de Saint-Simon había denominado "reinado de vil burguesía". Esta reacción aristocrática se tradujo en la exclusión sistemática de los burgueses de los altos cargos oficiales, de las jerarquías superiores de la Iglesia y de los mandos militares (Edicto de Segur), con lo cual se clausuraron las vías más importantes para la movilidad ascendente. Dentro de este marco se ubica lógicamente el papel revolucionario de la burguesía: ella tomó la iniciativa revolucionaria en un movimiento de agresividad por frustración ante una sociedad que no le concedía el lugar que reclamaba. El análisis de su composición como clase no sólo aporta en Vovelle la demostración del carácter burgués de la revolución, sino la identificación de sus sectores de avanzada y de proyección hacia el porvenir. Vovelle parte de una definición de burguesía que, con el carácter de hipótesis de trabajo, responde a las objeciones formuladas por los historiadores anglosajones a la caracterización de la Revolución Francesa como revolución burguesa. La clase cuyo estatuto jurídico se definía por ser plebe y que, en el campo y la ciudad, agrupaba a todos aquellos que se situaban en posición de dominación económico-social en la esfera de las relaciones sociales capitalistas... antagonista de los privilegiados no comprometidos en estas mismas relaciones en la medida en que postulaba esta consciente o incons 27 Philippe Sagnac: historiador francés clásico, autor entre otros textos de La Fin de l'anden régimen et la Revolución americaine 1763-89 y compilador, en compañía de Louis Halphen, de la colección Peu-ples et Civilizations.- "La burguesía tomó la iniciativa revolucionaria en un movimiento de agresividad por frustración ante una sociedad que no le concedía el lugar que reclamaba.”
  • 16. cientemente otro aparato de Estado y a la larga (con desfase) otro marco productivo28. Vovelle, establece que esta burguesía no era, en las postrimerías del Antiguo Régimen, ni mayoritaria ni triunfadora: estaba limitada por la importancia todavía esencial de las clases cuya ganancia no procedía del be- neficio sino de la renta y en las cuales las relaciones no estaban en absoluto regidas por el libre contrato sino por diversos lazos de dependencia y por estructuras jerarquizadas y codificadas de las cuales la sociedad de órdenes era una concreción. Dentro de esta burguesía, Vovelle distingue diversas categorías, desde la "burguesía auténtica" hasta los diversos tipos mixtos o ambiguos. En la primera, aglutina varios tipos: los financieros; los banqueros de "tipo moderno" que empezaban a orientar inversiones hacia las empresas industriales, tales como los Mallet, Pérregueux, Hot- tinger, Delessert o Périer; los "marchands" y grandes negociantes, entre los que ocupaban lugar destacado los que controlaban el comercio colonial; los industriales de tipo moderno, muchos de los cuales procedían de la nobleza aunque el predominio burgués era muy grande. Estos eran los antecesores de los "burgueses conquistadores"29 del siglo XIX. Junto a esta burguesía auténtica, se agrupaba una gran variedad de tipos mixtos o fuerzas "híbridas" que combinaban diversas formas de ingresos, grupos insertos estructuralmente en el Antiguo Régimen... pero aptos, al mismo tiempo para integrarse en el combate para la destrucción de las antiguas relaciones de clase preexistentes30. Entre éstos sitúa Vovelle a los rentistas y a los profesionales liberales. Con respecto a éstos últimos, que estuvieron en tan alto número en las prime- 28 Vovelle, op. cit., pág. 69. 29 La expresión es Charles Morazé 30 Vovelle, op. cit., pág. 73.
  • 17. ras filas de la Revolución, se hace necesario precisar el grado de sus rela- ciones con las otras categorías burguesas. Ha sido una pieza clave en la argumentación de los historiadores anglosajones para cuestionar el ca- rácter burgués de la Revolución, el hecho de que en las asambleas revolu- cionarias los profesionales liberales, en especial abogados y notarios, tu- vieron un elevado porcentaje. Vovelle presenta en su obra varios ejem- plos de la vinculación de muchos de estos profesionales con los sectores de la burguesía auténtica: los dirigentes girondinos, tan ligados con el sector financiero; o Barnave, el abogado delfines que asumió conjuntamente con Lameth en la Asamblea Nacional la defensa de los intereses ligados al co- mercio antillano en los debates de 1791 en torno al régimen colonial y contra las reivindicaciones de los libres de color. Además, sólo una parte de este grupo podía cumplir hasta en sus últimos términos la evolución ascedente, dentro del Antiguo Régimen: la casta parlamentaria. Para la mayoría, la reivindicación burguesa de la destrucción del Anti- guo Régimen social y político era tanto más seductora cuanto que no te- nía nada que perder y mucho que ganar31 Examinadas dentro del contexto de la evolución de las fuerzas producti- vas, las categorías de la burguesía auténtica, resaltan como la fuerza de avanzada. El capital comercial atacaba ya muy ampliamente al mundo artesano y en el medio rural se extendía el área de una agricultura evolu- cionada y un campesinado diferenciado al que acompañaban los progre- sos del individualismo agrario. Vovelle avanza una comparación entre el índice de crecimiento en la pro- ducción agrícola y el del comercio y la industria. Sin dejar de señalar el carácter novedoso de la investigación en este campo, las carencias de fuen- tes para muchos sectores y las desigualdades regionales, cifra en un 20% aproximadamente el índice de crecimiento agrícola en tanto que el comercio (en términos globales) presentaba, entre 1720 y 1789, un alza del 400 al 450% dentro de él, el negocio antillano se colocaba, con mucho en un destacado primer lugar ya que se había decuplicado: en la industria, el crecimiento era notable, aunque diferenciado por sectores: 61% en la pa- ñería, 80% en la lencería,200% en la fundición, 300% en la metalurgia.32 La masa metálica circulante habría pasado, en el transcurso del siglo, de 700 millones de libras a unos dos mil millones aproximadamente. Ahora bien, comparando esta subida del beneficio con la que se experimentaba en la renta de la tierra, Vovelle demuestra cómo, si bien la aristocracia se beneficiaba de una ganancia en aumento, en términos relativos, se eclip- "La abigarrada estructura saba frente a la burguesía productiva en cuanto al índice y al ritmo del del Estado francés bajo el enriquecimiento, al tiempo que las necesidades de consumo impuestas por Antiguo Régimen hacía el tren de vida noble se confrontaban con el ascenso constante de los pre- pesado e ineficiente el cios. La oposición de la aristocracia a la monarquía desde 1787 y su par- funcionamiento del sistema ticipación en el proceso revolucionario sería consecuencia, para Vovelle, de una reacción ante el peligro del desclasamiento. y creaba serias limitaciones al efectivo ejercicio del A su vez, el análisis de la estructura política revela a Vovelle la imposibi- poder: era impensable un lidad de una política de reformas según el modelo del despotismo ilustra- 'arbitraje real." 31 Vovelle op. cit., pág. 74. 32 ibid., pág. 65.
  • 18. do: la abigarrada estructura del Estado francés bajo el Antiguo Régimen hacía pesado e ineficiente el funcionamiento del sistema y creaba serias limitaciones al efectivo ejercicio del poder, los privilegios de la aristocra- cia íntimamente imbricados con la monarquía, hacían impensable un "ar- bitraje real". Se ha escrito mucho sobre la importancia y la realidad de la elección que tenia abierta todavía la monarquía en aquel estadio del enfrentamiento. Quizá si hubiera tomado la palabra a los notables y hubiera apostado por la burguesía contra los privilegiados, el régimen se hubiera salvado. Pero es éste un falso problema de reconstrucción histó- rica, pues supone como reales las posibilidades de arbitraje de un sistema ligado a las antiguas estructuras." Pero además, en el curso mismo de la revolución, la afirmación de las fuerzas políticas revela cuan ilusorio era el arbitraje: la posición de la co- rona y de la mayor parte de la aristocracia bajo el signo de la contrarre- volución; el cisma religioso y la evolución del clero refractario hacia las filas de la contrarrevolución; la ruptura del partido patriota ante las defi- niciones constitucionales, el debate sobre las colonias y la política frente al rey después de la fuga frustrada a Varennes son otros tantos factores que explican la inviabilidad del compromiso que de todas maneras buscó con insistencia un sector de la burguesía. De la misma manera que Soboul, Vovelle afirma rotundamente la uni- dad del proceso revolucionario. La distinción establecida por Furet y Ri- chet de tres revoluciones autónomas en el verano de 1789 le parece que deforma la realidad. Sin embargo, reconoce que la Revolución no fue en absoluto monopolítica y se movió en diversos niveles y es necesario toda- vía precisar las formas de articulación entre unos y otros y explicar los niveles específicos tanto en cuanto a los grupos sociales como en cuanto a las entidades regionales y municipales. Con toda seguridad, la unidad del movimiento revolucionario fue, en muchos puntos, muy forzada, pero tampoco podemos hablar de una simple coexistencia, en último caso forutita, de una futura revolución burguesa y de una rabia inveterada mezcla de mo- tivaciones económicas y de milenarismo nostálgico...34 Vovelle encuentra que, a través de mediaciones muy distintas aparece- rían un mismo proyecto y un mismo resultado, la destrucción del Anti- guo Régimen social y político. Sin la revolución popular, la revolución burguesa habría fracasado. La insurrección campesina permitió a la bur- guesía avanzar en la imposición del capitalismo en la economía rural. La revolución de 1789 fue, pues, unitaria y a partir de esta caracterización, carece de sentido hablar de un año feliz, el de 1790. Para Vovelle, este año es más bien un momento de tregua y además, el autor, que es pro- venzal, llama la atención acerca de las distorsiones del análisis exclusiva- mente parisino de la revolución : la revolución municipal tuvo importan- cia propia y reivindicaciones específicas y no fue un mero reflejo de la revolución en París. En muchos casos, los movimientos en las provincias se anticiparon a los de la capital. "Sin la revolución popular, la revolución burguesa Precisamente, Vovelle señala que en 1790, si se atiende a la diversa cro- habría fracasado." nología de las revoluciones provinciales, urbanas y rurales, se asiste a un 33 Vovelle, op. cit., pág. 102. 34 Vovelle, op. cit., pág. 128
  • 19. "dinamismo constantemente renovado" que se conjuga con la organiza- ción de la contrarrevolución, que se desarrolló paralelamente a la madu- ración del proceso revolucionario. Tiempo de desconcierto por la fuerza de los acontecimientos, ya que la aristocracia, al recuperarse, arruinó toda la posibilidad de un compromiso duradero lo cual quita mu- cha credibilidad a la idea de un "resbalón" ulterior35. En otro orden de cosas, Vovelle cuestiona el concepto de revolución de la élite ilustrada, a la luz de su práctica investigativa en el campo de las mentalidades. Señala cómo el habito de la lectura no estaba tan difundi- do como se ha afirmado, en qué medida las bibliotecas "ilustradas" co- rrespondían sobre todo a la nobleza y al clero, que componían a su vez la mayoría de los miembros de las academias de provincias, hasta qué punto el nivel de la práctica religiosa separaba a una aristocracia que se- guía siendo devota de las categorías plebeyas entre las que progresaba un espíritu laico, precursor de la futura descristianización. De manera que la élite no era homogénea desde el punto de vista cultural. Las "luces" albergaban también el liberalismo aristocrático, hecho más de nostalgias que de esperanzas36 No había comunidad de intereses dentro de la élite, ni un programa polí- tico común: por lo tanto, no es posible hablar de una élite revolucionaria. Finalmente, un aporte novedoso de la obra de Vovelle ha sido el de la caracterización revolucionaria del movimiento popular en oposición a la tesis pasatista sostenida por Furet y Richet, quienes atribuyeron a cam- pesinos y artesanos, comportamientos "pánicos", posturas milenaristas y en general, un carácter retrógrado por apego a las formas del pasado, en contraste con la burguesía que, en su concepto, encarnaba el progreso. En realidad el Gran Miedo permitió la imposición del derecho burgués de la propiedad y trajo como resultado la liberación jurídica del indivi- duo, sin la cual no se entendería la expansión del capitalismo del siglo XIX ni la sociedad de pequeños propietarios que se construyó en Francia con la revolución. Pero además, en el nivel de la cultura, Vovelle descu- bre el carácter de ruptura, de "acontecimiento fundador" de la revolu- ción y ello no sólo en lo que concierne a la burguesía sino también en las clases populares. En su ponencia presentada en un coloquio de Bam- berg, en 1979, con el título de "La Revolución Francesa ¿acontecimiento necesario o contingente?"37 Michel Vovelle analizaba la crisis de los va- lores dominantes bajo el Antiguo Régimen y la elaboración de unos valo- res y una sensibilidad nuevos, en un período pre-revolucionario que se iniciaría hacia 1750 y la "fundación" de una cultura nueva, revoluciona- "No había comunidad de ria, en el curso mismo de la revolución, problema abierto, actualmente, intereses dentro de la élite a la investigación sobre las mentalidades. En este sentido, el análisis de Vovelle se aparta radicalmente de toda una historiografía que encontró ni un programa político en las manifestaciones populares durante la revolución rasgos incompa- común: por lo tanto, no es tibles con la cultura de las luces, caracteres "pasatistas" arraigados en posible hablar de una élite una tradición de violencia y de "furores"38. La violencia, las matanzas revolucionaria." 35 Vovelle, op. cit., pág. 150. 36 Ibid., pág. 94. 37 Éste texto ha sido publicado en la obra de Michael Vovelle Ideologías y mentalidades. Barcelona, Ariel, 1985. pág, 293. 38 El término pertenece a Roland Mousnier.
  • 20. del período revolucionario serían, de acuerdo con esta concepción, una "...reconducción de actitudes y gestos cuya monótona repetición podría seguirse regresivamente hasta la Fronda, la Liga..." aun cuando Furet, la proyecte además hacia el futuro y vea en ellas la matriz de todos los gulags. Vovelle, en cambio, encuentra en la revolución, la aparición de un nue- vo humanismo. A partir de un método que se apoya en el análisis de lo gestual, del lenguaje, de la simbología, de la imaginería, establece el com- plejo de valores que lo fundamentan: ellos son más el resultado de la crea- tividad revolucionaria que la herencia del pasado. Entre los valores nue- vos, ocupa un lugar determinante la igualdad, proclamada a nivel de dis- cursos, escritos y solemnes declaraciones pero también en las manifestaciones cotidianas: a través del tuteo, la ropa (la generalización del pantalón de los sans-culottes), el gorro frigio y los banquetes frater- nales, se expresaba una sensibilidad popular nueva y una doctrina de la igualdad. La vigilancia revolucionaria como deber está en la base de la legitima- ción de la violencia de la política terrorista y de la organización de comi- tés de vigilancia popular; por ella, el ideal ilustrado de filantropía es sus- "Entre los valores nuevos tuido por la idea de la violencia necesaria para hacer triunfar los objeti- ocupa un lugar vos de la revolución. determinante la igualdad, proclamada a nivel de En la formación del sistema de valores revolucionario, jugó un papel muy discursos, escritos y importante la conciencia de la revolución como acontecimiento de rup- solemnes declaraciones tura con el pasado, de advenimiento de una nueva era, de regeneración: en ella se fundan la legitimación del cambio radical que la revolución pro- pero también en las duce, los nuevos conceptos de dignidad de la persona humana, la volun- manifestaciones tad de establecer una nueva medida del tiempo (el calendario revolucio- cotidianas." nario) y del espacio (el sistema métrico) así como una nueva toponimia 42
  • 21. (que implica una manera distinta de apropiarse del espacio), una religio- sidad nueva con el culto a los mártires revolucionarios, a los héroes ni- ños, a la diosa Razón y con el movimiento descristianizador. La contri- bución de Vovelle a la crítica de las interpretaciones "pasatista" del mo- vimiento popular, a las tesis del carácter "ciego" y retrógrado, a la imagen del sans-culotte brutal y sanguinario difundida por algunos autores, re- sulta muy valiosa y permite clarificar la real integración de este movimiento en el curso general del proceso revolucionario dirigido por la burguesía. Desde el estudio de la mentalidad colectiva, Vovelle arriba a la unidad de la revolución, una unidad que sin embargo, sigue planteando proble- mas a la investigación. CONCLUSIONES Del examen de los trabajos de Soboul y Vovelle, resulta la constatación del carácter problemático de muchos aspectos del proceso revolucionario francés. A pesar del cúmulo realmente inpresionante de publicaciones sobre el tema, subsisten muchos vacíos sobre los cuales la investigación deberá empeñarse. Vovelle insiste mucho en su obra sobre la necesidad de profundizar en el estudio de los movimientos provinciales, en la medida en que existe un desarrollo desigual en ese campo: regiones que no han sido prácticamen- te investigadas, otras que lo han sido sólo parcialmente, etc. Subsiste ade- más el problema de la articulación entre estos movimientos y el de la ca- pital, señalado por Vovelle. En ese sentido, las investigaciones en el campo de las mentalidades pare- cen destacar la vitalidad de unas culturas regionales que terminaron sien- do arrasadas por la política educativa y lingüística de signo centralizador. Es importante destacar la cautela de Vovelle y su preocupación por seña- lar el alcance limitado de muchas conclusiones así como las lagunas que presenta aún la historia revolucionaria: problemas como la historia eco- nómica del período, la transformación generada por la venta de los bie- nes del clero, los niveles y mecanismos de la articulación entre movimien- to campesino, movimiento popular urbano y revolución burguesa, etc.
  • 22. También Soboul ha señalado el carácter inconcluso de la investigación sobre el movimiento urbano y en su última obra hace una evaluación ordenada de los problemas de método y de fuentes con que habrán de enfrentarse las investigaciones sobre este tema, así como una muy interesante ubicación de aspectos a investigar en ese campo. Ambos autores han reforzado la interpretación social y unitaria de la re volución, proporcionando a la vez una rigurosa demostración lógica y una acumulación de evidencias empíricas, difíciles de destruir por sus con tradictores. Hay, por otro lado, una cuestión de base en este debate sobre la Revolución Francesa y es la que Michel de Certeau planteaba al sostener que el lugar desde el cual escribe el historiador determina sus opciones y sus métodos. El presente, como lo enseñaba Marc Bloch, es el punto de partida de toda investigación sobre el pasado. El caso de la Revolución Francesa es especialmente ilustrativo al respecto. Albert Soboul no oculta que escribe "desde el lugar" de los sans-culottes de París. Para él, la Revolución ha sido el punto de arranque de un largo proceso de luchas populares y la identidad del autor con ellos es explícitamente expuesta: La convocatoria de los Estados Generales fue acogida como una "buena nueva" anun- ciadora de tiempos mejores en los que la existencia estaría más conforme con la justicia. En el año II, el mismo mito y la misma esperanza animaron a los sans- culottes. Han sobrevivido en nuestra historia: son testimonio de ellos, febrero de 1848, marzo de 1871, la primavera de 1936 y mayo de 1968. Viven todavía en el ánima de nuestro Esta afirmación explica claramente la perspectiva del estudio de Soboul que se ha planteado como investigación "desde abajo" del proceso revo- lucionario. En cambio, cuando Francois Furet dice: Nuestra época, en la que comienza a esfumarse la fascinación ideológica de la gran revolución...40 resulta claro que escribe la historia desde otro lugar. 39 Soboul. La Revolución francesa... p. 12 40 Furet Francois. "La Francia Revolucionaria". México. Siglo XXI, 1982.