Definitivamente bajo el socialismo del siglo XXI los fallos de la economía de mercado se transforman en fallos de mercados paralelos. Las regulaciones y la gestión pública formulada ignorando la capacidad de respuesta del mercado, no solo acrecientan los fallos del mercado sino que dan origen a otros fallos propios de las regulaciones, tanto o mas graves que los propios problemas que pretende corregir. Se recrea todo un síndrome donde cada regulación da origen a otra mas intensa con mayor costo y destrucción de valor social.
Los fallos del mercado bajo el socialismo del siglo XXI (II)
1. 1
Los
fallos
del
mercado
bajo
el
socialismo
del
siglo
XXI
(II)
Francisco
J
Contreras
M
EXTRACTO
Definitivamente
bajo
el
socialismo
del
siglo
XXI
los
fallos
de
la
economía
de
mercado
se
transforman
en
fallos
de
mercados
paralelos.
Las
regulaciones
y
la
gestión
pública
formulada
ignorando
la
capacidad
de
respuesta
del
mercado,
no
solo
acrecientan
los
fallos
del
mercado
sino
que
dan
origen
a
otros
fallos
propios
de
las
regulaciones,
tanto
o
mas
graves
que
los
propios
problemas
que
pretende
corregir.
Se
recrea
todo
un
síndrome
donde
cada
regulación
da
origen
a
otra
mas
intensa
con
mayor
costo
y
destrucción
de
valor
social.
2. LOS
FALLOS
DEL
MERCADO
Y
DE
LAS
REGULACIONES
BAJO
EL
SOCIALISMO
DEL
SIGLO
XXI
(II)
3
LA
2
PROVISIÓN
DE
BIENES
PÚBLICOS.
3
LOS
COSTOS
DE
TRANSACCIÓN,
MERCADOS
NEGROS
Y
REGULACIONES.
3
DÉFICIT
FISCAL
Y
EMISIÓN
INORGÁNICA
DE
DINERO
4
IGUALACIÓN
EN
LA
SUBSISTENCIA
Y
DESIGUALDAD
EN
LOS
INGRESOS
4
INVERSIÓN
DEL
COMPORTAMIENTO
“FREE
RIDER”
4
3. 3
Los fallos del mercado y de las regulaciones bajo el
socialismo del siglo XXI (II)
Continuando con los fallos del mercado en la economía, esta vez mas cerca de
la verdadera finalidad de la acción pública: la provisión de bienes públicos que
el libre mercado no proporciona, que por omisión no crea y que no atiende. Así
nos proponemos a comentar sobre los aspectos cruciales de la producción de
bienes públicos.
Recordemos que el criterio relativamente universal sobre las regulaciones, es
que la gestión pública debe hacerse a través del mercado, evaluando
conjeturalmente los fallos del mercado contra los efectos colaterales de la
regulación, no como superposición o supresión del mercado. Un argumento a
favor de las regulaciones es el de la insuficiente o nula producción de bienes
públicos en la economía de mercado. Bajo el socialismo del siglo XXI el
gobierno no solo pretende asumir y regular la producción de bienes públicos
sino que además supone que se puede ocupar también la producción de
bienes privados. Todo conduce a una situación de pérdida de competitividad
para la producción de bienes transables y un deterioro general de la
infraestructura, de los servicios públicos y de la producción de bienes no
transables.
Los fallos en la producción de bienes públicos se pueden manifestar de
variadas maneras, verbi gratia:
• Congestionamiento a nivel de los servicios públicos: colas en autopistas
puertos, hasta para el pago de los mismos servicios públicos.
• Fallos en el suministro y transmisión eléctrica.
• Deterioro del sistema de salud pública.
• Déficits de seguridad ciudadana para garantizar la integridad física,
biológica o moral de las personas.
• Falta de resguardo de los bienes intelectuales, de los recursos naturales,
del desarrollo energético.
• Débil acceso a la cultura.
• Agotamiento del capital social transfiriendo los males públicos a las
generaciones futuras.
Bajo el socialismo la retórica inflamada hace pensar que el centro de atención
es lo social, el discurso es esencialmente político e ideológico, sin contenido
económico. Como en los otros fallos del mercado, el socialismo no resuelve los
problemas mas bien los agudiza. Los efectos de las exageradas regulaciones
bajo el socialismo, comprometen el funcionamiento del mercado, lo hacen
inmune a la misma acción gubernamental con el surgimiento por doquier de
mercados negros, donde los fallos del mercado se hacen extremos e
insostenibles. La ingeniería social que implica el socialismo, es como una
4. máquina de movimiento perpetuo, induce tras cada regulación otra adicional
para asegurar su control y así sucesivamente, la sociedad acumula costos de
transacción sin ningún valor agregado. Es el síndrome del adicto, toda vez que
se crea una norma regulatoria, surge la necesidad de otra mas intensa para
compensar la inmunización de los males públicos al intervencionismo.
El socialismo del siglo XXI bajo un sistema de validación electoral se somete a
una permanente presión mediática, pues debe hacer en cada ciclo electoral,
una oferta superior a la anterior, igualmente tiene que mostrar algún logro de
impacto inmediato y por ello recurre al déficit fiscal con emisión inorgánica de
dinero. El dispendio público hace difusa la responsabilidad gubernamental en la
propagación de inestabilidad económica, la cual endosa a campañas y acciones
de quienes no comparten ideológicamente su modelo. Bajo la permanente
beligerancia el sistema social se polariza y hace prácticamente imposible un
entorno favorable a la creación de valor. Este mal público recrea la postración
social por pérdida de esperanza en el futuro. Es el fallo regulatorio en el que se
encuentra el origen de los balseros que huyen de Cuba, en la fuga de talento
humano, en la pérdida del relevo generacional con mayor impacto sobre el
futuro de un país.
Al margen de cualquier consideración ideológica, no hay en el momento ningún
desarrollo tecnológico que permita la armonía y sincronización del mercado en
la coordinación de las preferencias de los demandantes y de los oferentes. El
modelo soviético demostró como la planificación central es incapaz de asegurar
una eficiente asignación de recursos, de su distribución y de la satisfacción de
las necesidades de la sociedad. El socialismo marxista con todo su poder sin
límites solo recrea mercados negros con toda su secuela de escasez y desigual
distribución de ingresos. La falacia mayor del socialismo es suponer que la
retórica inflamada a favor de los pobres les reivindica, por supuesto la sociedad
se hace mas igualitaria en un punto de subsistencia muy cercano de la miseria.
Mientras casi toda la sociedad se iguala hacia abajo, una “nomenklatura” social
en el poder vive en la ostentación sin límites que no gerencia productividad
sino dádivas.
La lucha contra la corrupción bajo el socialismo del siglo XXI genera una
inversión del efecto “free rider”. A nivel conductual el corrupto de oficio no se
amilana ante nuevas regulaciones, por el contrario son una fuente adicional de
renta, el costo de búsqueda y espera en colas aumenta la demanda de servicio
de gestoría ante las nuevas regulaciones. Los oferentes de gestoría con mayor
poder de monopolio disfrutan de un excedente que se arrebata al ciudadano
sin mejora de los servicios públicos. Si definimos la corrupción como una parte
de los males comunes generados por las regulaciones, la punición prevista en
4
5. la norma, ya forma parte del mal público por lo que no suma costos para
corrupto, en tanto que aumenta la demanda de sus servicios.
Las normas regulatorias no disuaden a los que participan en gestorías o se
aprovechan de su poder, sin embargo, recrean un incentivo perverso para el
funcionario público honesto y para el verdadero ciudadano, los cuales ante un
marco legal donde cualquier acto puede constituirse en delito, difieren y
retrasan sus decisiones por temor.
Los pocos dispuestos a trabajar honestamente viven abrumados por tres
razones:
5
• Por la presión que genera el temor de una sanción.
• Por el riesgo de su reputación e imagen personal.
• Por que deben realizar el trabajo que los demás no hacen.